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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 189-204)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CIENTO NOVENTA Y SIETE

LA IGLESIA: EL ESTABLECIMIENTO DE LAS IGLESIAS

(1)

  En los dos mensajes anteriores abordamos el tema de la formación de la iglesia. En este mensaje comenzaremos a considerar el establecimiento de las iglesias.

IV. EL ESTABLECIMIENTO DE LAS IGLESIAS

  Hay una diferencia importante entre la formación de la iglesia universal y el establecimiento de las iglesias. La iglesia universal no es establecida; más bien, es formada con dos clases de elementos: todos los creyentes como elemento extrínseco, y el Cristo todo-inclusivo, la corporificación del Dios Triuno procesado que alcanza su consumación en calidad de Espíritu compuesto y todo-inclusivo, como elemento intrínseco. En lugar de ser establecida, la iglesia universal es formada por estas dos clases de elementos.

A. Es local

  Las iglesias locales son establecidas, no formadas. Ser establecidas es diferente de ser formadas. No debiéramos decir que vamos a cierto lugar a formar una iglesia local allí; más bien, vamos a cierta ciudad no para formar una iglesia local, sino para establecer una iglesia local. La iglesia en su conjunto fue íntegramente formada hace más de mil novecientos años en el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio. Esto significa que, a los ojos de Dios, la iglesia universal, el Cuerpo de Cristo, ha sido formada. Éste es un hecho consumado. Ahora, después de la formación de la iglesia universal como entidad completa, es necesario que la iglesia sea propagada. La manera de propagar la iglesia consiste en llevarla a cierta localidad y plantarla allí. Plantar la iglesia de este modo constituye el establecimiento de una iglesia local.

  Así como podemos plantar un árbol pero no formarlo, también podemos establecer una iglesia mas no formarla. Un carpintero puede dar forma a un púlpito, pero no puede dar forma a un árbol. Ni el mejor de los científicos con un doctorado en botánica podría formar un árbol. Únicamente Dios puede formar un árbol. Asimismo, únicamente Cristo podría formar la iglesia. El apóstol Pablo podía plantar una iglesia local y Apolo podía regarla, pero únicamente Dios la formó y le dio vida, y es Dios quien la hace crecer (1 Co. 3:6-7).

  La iglesia entera como Cuerpo de Cristo, en la cual están incluidos los creyentes judíos y los creyentes gentiles, ha sido formada una vez para siempre a nivel universal. Éste es un hecho consumado. Lo que nosotros hacemos hoy es simplemente establecer iglesias en diferentes localidades al plantar “árboles iglesia”. Plantar estos “árboles iglesia” equivale a establecer las iglesias.

  Nadie puede ir a algún lugar a formar una iglesia local. Suponer que podemos hacer tal cosa sería abominable a los ojos de Dios, pues implica la presunción de poder hacer algo que únicamente Dios puede realizar. Pero aunque no podemos formar la iglesia, sí tenemos la posición, el derecho, la oportunidad e, incluso, la comisión de ir a los lugares más recónditos de la tierra a fin de establecer iglesias locales.

  El Señor ha formado la iglesia. Nuestra carga es llevar la iglesia como un árbol a toda ciudad, pueblo y villa, y plantar allí una iglesia. Todos debemos ser fieles en llevar a cabo esta carga de establecer iglesias locales al plantar “árboles iglesia”. Debemos sentirnos cargados no solamente por salvar pecadores, sino también por el establecimiento de iglesias. Los matrimonios deberían ser como el de Prisca y Aquila, quienes plantaban un “árbol iglesia” dondequiera que iban. Si todos anhelamos establecer iglesias al plantar “árboles iglesia”, el establecimiento de las iglesias será muy rápido y prevaleciente.

B. Comienza el día de Pentecostés

  En este mensaje y en el siguiente presentaremos la historia relatada en el Nuevo Testamento acerca de cómo fueron plantadas las iglesias locales. Según este relato, las iglesias comenzaron a ser plantadas en Jerusalén el día de Pentecostés y se fueron extendiendo hasta Roma. Aunque Pablo quería ir a España, no le fue posible hacerlo. Por tanto, en tiempos del Nuevo Testamento se plantaron iglesias llegando sólo hasta Italia.

C. Se inicia desde Jerusalén

  El establecimiento de las iglesias comenzó el día de Pentecostés (Hch. 2:1) y se inició desde la ciudad de Jerusalén (v. 5).

1. La primera iglesia local: la iglesia en Jerusalén

  La primera iglesia local fue la iglesia en Jerusalén. La primera mención de la iglesia en Hechos se encuentra en 5:11: “Vino gran temor sobre toda la iglesia”. Ésta era la iglesia en Jerusalén. La palabra griega aquí traducida “iglesia” es ekklesía, compuesta de ek, afuera, y un derivado de kaléo, llamados; por tanto, significa la congregación de los llamados a salir, la asamblea. Es la primera vez que la iglesia es mencionada en Hechos en calidad de iglesia local.

  Hechos 8:1 menciona claramente a “la iglesia en Jerusalén”. Ésta fue la primera iglesia establecida en una localidad dentro de la jurisdicción de una ciudad, Jerusalén. Era una iglesia local en su localidad, como el Señor lo indicó en Mateo 18:17. No era la iglesia universal, según fue revelada por el Señor en Mateo 16:18, sino sólo una parte de la iglesia universal, la cual es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23). El relato con respecto al establecimiento de la iglesia en su localidad se presenta de manera coherente a lo largo del Nuevo Testamento (Hch. 13:1; 14:23; Ro. 16:1; 1 Co. 1:2; 2 Co. 8:1; Gá. 1:2; Ap. 1:4, 11).

  Hay otros dos versículos en Hechos que hacen referencia a la iglesia en Jerusalén; éstos son 11:22 y 15:4. Hechos 11:22 dice: “Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén”. Es significativo que este versículo no hace referencia a los oídos de los creyentes, sino a los oídos de la iglesia. Esto indica que los creyentes consideraban que sus oídos eran los oídos de la iglesia. Ellos no se consideraban tan importantes como creyentes individuales, sino que daban más importancia a la iglesia como entidad corporativa. Ellos consideraban que todo cuanto escuchaban era para la iglesia, pues consideraban sus oídos como los oídos de la iglesia.

  Hechos 15:4 dice que Pablo y Bernabé, quienes habían sido enviados por la iglesia en Antioquía, fueron recibidos por la iglesia en Jerusalén. Ellos no actuaron de manera individualista, aparte de la iglesia, sino corporativamente en la iglesia y con ella. Éste fue el mover del Cuerpo de Cristo.

2. Compuesta por:

a. Los ancianos

  La iglesia en Jerusalén estaba compuesta por los ancianos, los servidores y los creyentes. Hechos 11:30 menciona una dádiva enviada “a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”. Esto indica que en los primeros días los ancianos administraban las finanzas de la iglesia.

  Un anciano es uno que vigila (1 Ti. 3:1). Las dos expresiones se refieren a la misma persona: anciano denota una persona de madurez; el que vigila denota la función de un anciano.

b. Los servidores

  Hechos 6:3-6 habla de siete servidores en la iglesia en Jerusalén. Hechos 6:3 dice: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu y de sabiduría, a quienes encarguemos de este menester”. Estar “llenos del Espíritu” es la condición que resulta de ser llenos del Espíritu de manera interna y esencial. Esto se refiere a la vida, no a la obra. Aquí la palabra sabiduría también indica que en este versículo estar llenos del Espíritu tiene como fin la vida.

  La propuesta de los apóstoles en 6:2-4 agradó a toda la multitud y “escogieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, después de orar, les impusieron las manos”. Puesto que estos siete fueron escogidos para servir a las mesas, se les puede considerar diáconos, como los que Pablo y sus colaboradores designaron más tarde en las iglesias (Ro. 16:1; Fil. 1:1; 1 Ti. 3:8).

  Es significativo que al designarse los siete servidores no se designó a ningún líder. Esto indica que no se reconoció rango o posición alguna. Todos los servidores son siervos para los santos. Éste es un buen modelo del cual nosotros podemos aprender y debemos seguir para evitar todo liderazgo que de alguna forma denote cierto rango o posición.

c. Los creyentes

  Dos versículos acerca de los creyentes que componían la iglesia en Jerusalén son Hechos 2:44 y 5:14. Hechos 2:44 dice: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas”, y 5:14 dice: “Eran agregados al Señor más y más creyentes, multitudes de hombres y de mujeres”. La designación creyentes denota a quienes han creído en Cristo como Hijo de Dios conforme a la economía neotestamentaria de Dios. Esta designación, obviamente, denota el acto de creer. Todo el que no tenga fe en Cristo, que no haya creído en Cristo, ciertamente no es un creyente.

  Los creyentes también son aquellos que han recibido a Cristo como la vida que los ha regenerado a fin de llegar a ser hijos de Dios. Creer en Cristo equivale a recibirle (Jn. 1:12-13). Cuando creemos en Cristo, le recibimos. Le recibimos al creer en Él.

  Además, los creyentes son quienes han creído en Cristo como Hijo de Dios de modo que han entrado en una unión orgánica con Él. Juan 3:36 dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”. Literalmente, la frase creer en podría traducirse “creer dentro de”. Cuando creemos en el Señor Jesús como Hijo de Dios, entramos en Él. Al creer en Él, entramos en Él a fin de ser orgánicamente uno con Él, participar de Él y participar en todo lo que Él ha logrado para nosotros. Al creer en Él llegamos a estar identificados con Él en todo lo que Él es y en todo aquello por lo cual Él pasó, logró, alcanzó y obtuvo. La iglesia está compuesta de tales creyentes.

D. Se propaga a Judea, Samaria y Galilea

  El establecimiento de las iglesias se propagó rápidamente de Jerusalén a Judea, Samaria y Galilea. Hechos 9:31 dice: “Entonces la iglesia tenía paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y era edificada; y se multiplicaba andando en el temor del Señor y con el consuelo del Espíritu Santo”. Este versículo habla acerca de Judea, Galilea y Samaria, todas las cuales eran provincias en el Imperio romano. Judea estaba en la región sureña del territorio judío, Galilea estaba al norte, y Samaria estaba entre el sur y el norte. Había iglesias en todas estas tres provincias. Puesto que en esos tiempos la iglesia sólo se había extendido a las regiones de Judea, Galilea y Samaria, y dado que la palabra toda en 9:31 abarca todos los lugares donde la iglesia existía, la palabra iglesia en singular se usa en el sentido universal. Aquí, la palabra iglesia en singular se usa en el sentido universal, aunque posiblemente había iglesias locales en varias ciudades de estas tres provincias, las cuales podrían llamarse iglesias en el sentido local.

  Según el versículo 31, la iglesia tenía paz por toda Judea, Galilea y Samaria. La iglesia por dentro tenía paz, aunque por fuera había persecución; además, al tener paz en medio de la persecución, la iglesia era edificada. La edificación tenía lugar después del establecimiento de la iglesia.

  También se nos dice que la iglesia en estas provincias andaba en el temor del Señor. Aunque había persecuciones, la iglesia no tenía temor de los hombres; más bien, la iglesia andaba en el temor del Señor, no fuera que la iglesia ofendiese al Señor al ser subyugada por la persecución, y no fuera que ofendiese al Señor en otras cosas.

  Según 9:31, la iglesia también andaba con el consuelo del Espíritu Santo. Esto indica que la iglesia estaba afligida por las persecuciones, en medio de las cuales temía al Señor y disfrutaba del consuelo del Espíritu Santo.

  Los judíos consideraban a Galilea una región menospreciada y a Samaria como una región llena de mixtura; no obstante, en 9:31 se habla de la iglesia en toda Judea, Galilea y Samaria. Esto indica que no importa cuán menospreciada era Galilea y cuán rechazada era Samaria por los judíos en Jerusalén, las iglesias establecidas en esas regiones eran, todas ellas, consideradas una sola iglesia. En el sentido local, ellas eran las iglesias, pero en el sentido universal, todas esas iglesias son la iglesia. Aquí tenemos una revelación básica con respecto a la unidad de la iglesia universalmente.

E. Llega a Antioquía, en Siria

  Hechos 11:19-26 relata la propagación del evangelio a Fenicia, Chipre y Antioquía por medio de los discípulos que habían sido dispersados. El versículo 26 hace referencia a la iglesia en Antioquía. Cuando Bernabé halló a Saulo, “le trajo a Antioquía. Y se congregaron allí todo un año en la iglesia, y enseñaron a mucha gente”.

1. La iglesia en Antioquía

  Hechos 13:1 empieza con las palabras: “Había entonces en Antioquía, en la iglesia local”. Aquí se hace clara referencia a la iglesia local establecida en Antioquía.

  Hechos 14:26 y 27 dicen que Pablo y Bernabé “navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron lo que Dios había hecho con ellos”. El versículo 27 no dice que ellos reunieron a los creyentes, sino que reunieron a la iglesia. Esto indica que la iglesia en su sentido esencial es una reunión, una congregación o asamblea. Había tal iglesia, tal congregación, en Antioquía.

2. Incluyendo profetas y maestros

  Hechos 13:1 dice que en la iglesia en Antioquía había “profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el hermano de crianza de Herodes el tetrarca, y Saulo”. Los profetas son aquellos que hablan por Dios y le proclaman por medio de la revelación de Dios, y quienes a veces predicen bajo inspiración (11:27-28). Los maestros son aquellos que enseñan las verdades conforme a la enseñanza de los apóstoles (2:42) y la revelación de los profetas. Los profetas y los maestros son universales y también locales (Ef. 4:11).

  Cuando el establecimiento de las iglesias locales comenzó con los ciento veinte reunidos en Jerusalén, sólo estaban involucrados judíos típicos. Pero según el relato en Hechos 13:1, los profetas y maestros en la iglesia en Antioquía procedían de diversos orígenes. Bernabé era un levita, si bien chipriota por nacimiento (4:36). Niger, cuyo nombre significa “negro”, se refiere probablemente a alguien de origen africano. Lucio de Cirene era un hombre de Cirene, una ciudad del norte de África. Manaén era hermano de crianza de Herodes, quien tenía un lazo político con los romanos. Y finalmente estaba Saulo, un judío nacido en Tarso e instruido por Gamaliel conforme a la ley de Moisés (22:3). El hecho de que los profetas y maestros aquí mencionados eran judíos y gentiles, y que cada uno tuviera origen, educación y rango social diferentes, indica que la iglesia se compone de personas de toda raza y clase social sin importar sus antecedentes y que los dones y las funciones espirituales dados a los miembros del Cuerpo de Cristo no se basan en la condición natural de ellos.

  En 13:1 el Señor estableció un modelo para la propagación de las iglesias. Desde Antioquía el mover del Señor hizo un giro a partir del cual alcanzaría al mundo gentil, y en el mundo gentil había muchas diferentes clases de personas, esto es, personas de diversas culturas, razas y condiciones sociales. Por tanto, al inicio mismo de este giro en el mover del Señor fue establecido un modelo a fin de indicar que las iglesias están compuestas por personas de toda raza y categoría.

F. Se propaga por las provincias de Siria y Cilicia

1. Iglesias son establecidas

  El establecimiento de las iglesias se propagó a las provincias de Siria y Cilicia. En estas dos provincias del Imperio romano se establecieron iglesias. Esto es relatado en Hechos 15:40 y 41: “Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor, y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias”.

2. Son fortalecidas por los apóstoles Pablo y Silas

  Después que las iglesias fueron establecidas en Siria y Cilicia, Pablo y Silas fueron enviados por los apóstoles desde Jerusalén para fortalecerlas. Tal fortalecimiento implica una confirmación, un reconocimiento, por parte de los apóstoles.

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