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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 221-239)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS VEINTICINCO

LA IGLESIA: LA DEGRADACIÓN DE LA IGLESIA

(3)

  En este mensaje consideraremos los aspectos restantes de la degradación de la iglesia.

P. Ha dejado el primer amor por el Señor

  Aunque la iglesia en Éfeso tenía muchas virtudes, se encontraba en degradación porque había dejado su primer amor. En Apocalipsis 2:4 el Señor dijo: “Tengo contra ti que has dejado tu primer amor”. La palabra griega traducida “primer” es la misma palabra que se traduce “mejor” en Lucas 15:22. Nuestro primer amor por el Señor debe ser el mejor amor por Él. En el caso de la iglesia en Éfeso, ella había dejado de tener el mejor amor por el Señor.

  Como Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23), la iglesia está relacionada con la vida; como nuevo hombre (2:15), está relacionada con la persona de Cristo; y como novia de Cristo (Jn. 3:29), está relacionada con el amor. La Epístola a los Efesios nos dice que para practicar la vida de iglesia es necesario que seamos fortalecidos en nuestro hombre interior a fin de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en amor, seamos plenamente capaces de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, a fin de que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (Ef. 3:16-19); y para la vida de iglesia, que gracia es dada a todos los que aman al Señor Jesús (6:24). Ahora, esta segunda epístola a los efesios revela que la decadencia de la iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer amor por el Señor. Únicamente el amor puede mantenernos en una relación apropiada con el Señor. La iglesia en Éfeso tenía buenas obras, trabajaba para el Señor, había sufrido y perseverado, y había probado a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor por el Señor.

  Quienes estamos en las iglesias locales actualmente tenemos que recibir la advertencia de que existe la posibilidad de que perdamos el primer amor por el Señor. Es posible trabajar y laborar para el Señor y ser doctrinalmente puros y bíblicamente correctos, pero aún así no tener el primer amor por el Señor. Una vez que hayamos caído de nuestro primer amor, se habrá iniciado la degradación. Quizás continuemos siendo los mismos en todo lo demás —en obra, en labor y en otras cosas—, pero estamos en degradación debido a que hemos dejado nuestro primer amor.

Q. Tiene las obras de los nicolaítas

  En Apocalipsis 2:6 el Señor se refiere a “las obras de los nicolaítas”, las cuales Él aborrece. Las obras de los nicolaítas hacen referencia a una jerarquía entre los santos, en la cual algunos asumen una posición elevada para gobernar a los demás. Esto produce el llamado sistema de clérigos y laicos. En la iglesia en Éfeso no estaba presente la doctrina, la enseñanza, de los nicolaítas; esto habría de desarrollarse después. Pero ya estaban presentes las obras y actividades de los nicolaítas, es decir, ya se insinuaba cierto tipo de clérigos y laicos.

  La palabra nicolaítas es una palabra equivalente a la palabra griega nikolaítes, cuya raíz es nikólaos; esta raíz se compone de dos vocablos: niko y laos. Niko significa “conquistar” o “estar por encima de otros”. Laos denota “gente común”, “gente secular”, o “laicos”. Por tanto, nikólaos significa “conquistar a la gente común”, “vencer a los laicos”. Así pues, nicolaítas debe de referirse a un grupo de personas que se consideran superiores a los creyentes comunes. Indudablemente esto se refiere a la jerarquía formada y establecida por el catolicismo y el protestantismo. El Señor aborrece las obras de estos nicolaítas, y nosotros tenemos que aborrecer lo que el Señor aborrece.

  Dios, en Su economía, tenía la intención de que en Su pueblo todos fueran sacerdotes que le sirvieran directamente. En Éxodo 19:6 Dios dispuso que los hijos de Israel fueran un reino de sacerdotes. Esto significa que Dios quería que todos ellos fueran sacerdotes. Sin embargo, ellos perdieron el sacerdocio porque adoraron el becerro de oro (32:1-6), y sólo la tribu de Leví, por su fidelidad a Dios, fue escogida para reemplazar a toda la nación de Israel como sacerdotes para Dios (vs. 25-29; Dt. 33:8-10). Por consiguiente, hubo una clase mediadora entre Dios y los hijos de Israel. Esto llegó a convertirse en un sistema predominante en el judaísmo. En el Nuevo Testamento, Dios ha regresado a Su intención original conforme a Su economía, haciendo que todos los que creen en Cristo sean sacerdotes (Ap. 1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). Sin embargo, al final de los primeros días de la iglesia, en el primer siglo, los nicolaítas intervinieron como clase mediadora y estorbaron la economía de Dios. Según la historia de la iglesia, esto vino a ser un sistema que fue adoptado por la Iglesia Católica Romana y que ha sido conservado por las iglesias protestantes. Hoy en día, la Iglesia Católica Romana tiene un sistema de sacerdotes, mientras que las iglesias estatales tienen un sistema clerical y las iglesias independientes, el sistema pastoral. Todos estos sistemas constituyen una clase mediadora que anula el sacerdocio universal de todos los creyentes. Así que, existen dos clases distintas: el clero y el laicado. Sin embargo, en la vida apropiada de iglesia no debe haber clero ni laicado; todos los creyentes deben ser sacerdotes de Dios. El Señor aborrece dicha clase mediadora, porque ésta destruye el sacerdocio universal en la economía de Dios.

R. Se une al mundo, donde está el trono de Satanás

  Durante los primeros tres siglos, la iglesia sufrió mucho cuando el gobierno romano se esforzó al máximo por dañarla. Con el tiempo Satanás, el enemigo, comprendió que la persecución no le daba buenos resultados. Así pues, Satanás, el astuto, cambió su estrategia y en lugar de perseguir a la iglesia hizo que se le diera la bienvenida. A inicios del cuarto siglo, Constantino el Grande aceptó el cristianismo y lo convirtió en la religión estatal. A partir de entonces, la cristiandad se convirtió en una especie de iglesia estatal romana. Que el Imperio romano recibiera de este modo a la iglesia la arruinó porque hizo que ella se volviera mundana. La iglesia había sido llamada a salir del mundo y a separarse del mundo apartándose para Dios. Sin embargo, al serle dada la bienvenida en el Imperio romano, la iglesia regresó al mundo y, a los ojos de Dios, incluso contrajo matrimonio con el mundo. Dios considera esta clase de unión mundana como fornicación espiritual.

  En Apocalipsis 2:13 el Señor Jesús dijo acerca de la iglesia en Pérgamo: “Yo conozco dónde moras, donde está el trono de Satanás”. El mundo es la morada de Satanás. Puesto que la iglesia entró en unión con el mundo y ella misma se ha vuelto mundana, ahora ella mora donde mora Satanás: en el mundo.

  La iglesia en Pérgamo también mora donde está el trono de Satanás. Esto, nuevamente, hace referencia al mundo. El mundo no es solamente la morada de Satanás, sino también la esfera donde él gobierna. Ahora la iglesia no es solamente uno con el mundo, sino que incluso se ha hecho uno con Satanás. Tal iglesia mundana está saturada de los pensamientos, los conceptos, las teorías y las prácticas de Satanás.

S. Retiene las enseñanzas de Balaam para comer de cosas sacrificadas a los ídolos y cometer fornicación

  En Apocalipsis 2:14 el Señor dice: “Tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a algunos que retienen la enseñanza de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación”. Este versículo se refiere a “la enseñanza de Balaam”. Balaam era un profeta gentil que hizo tropezar al pueblo de Dios. Por salario (2 P. 2:15; Jud. 11) indujo al pueblo de Dios a cometer fornicación e idolatría (Nm. 25:1-3; 31:16). En la iglesia mundana algunos comenzaron a enseñar estas mismas cosas. La idolatría siempre resulta en fornicación (25:1-3; Hch. 15:29). Después de desatender el nombre, la persona, del Señor, la iglesia mundana se entregó a la idolatría, lo cual resultó en fornicación. Las enseñanzas de Balaam siempre hacen que la gente se una a las cosas mundanas. Esto es comer de lo sacrificado a los ídolos y cometer fornicación espiritual.

T. Retiene la enseñanza de los nicolaítas para tener una jerarquía

  En Apocalipsis 2:15 el Señor dice: “Tú también tienes a los que de la misma manera retienen la enseñanza de los nicolaítas”. La iglesia mundana y degradada retiene no sólo la enseñanza de Balaam, sino también la enseñanza de los nicolaítas. La enseñanza de Balaam distrae a los creyentes de la persona de Cristo y los lleva a la idolatría, apartándolos del disfrute de Cristo y conduciéndolos a la fornicación espiritual, mientras que la enseñanza de los nicolaítas destruye la función que los creyentes tienen como miembros del Cuerpo de Cristo, anulando así el Cuerpo del Señor como expresión Suya. La enseñanza de Balaam no da a la Cabeza su debido lugar, y la de los nicolaítas destruye el Cuerpo.

  En la iglesia en Éfeso sólo se encontraron las obras de los nicolaítas (v. 6), mientras que en la iglesia en Pérgamo las obras de los nicolaítas progresaron hasta convertirse en enseñanzas. Primero, los nicolaítas practicaron la jerarquía en la iglesia primitiva; luego la enseñaron en la iglesia degradada. Actualmente, tanto en el catolicismo como en el protestantismo, la jerarquía de los nicolaítas prevalece en su práctica y enseñanza. El Señor aborrece la jerarquía de los nicolaítas porque ella mata la función que le corresponde a los miembros del Cuerpo y edifica una organización en lugar de un organismo. Esta jerarquía es maligna y satánica, y el Señor la aborrece. Si hemos de tener la vida apropiada de iglesia, tenemos que desarrollar la función de todos los miembros, alentándolos a ejercer su función conforme a la vida de manera viviente a fin de que el Cuerpo sea edificado como un organismo.

U. Tolera a esa mujer Jezabel, que dice ser profetisa, la cual enseña y seduce a los esclavos del Señor para cometer fornicación, comer de lo sacrificado a los ídolos y enseñar las profundidades de Satanás

  En Apocalipsis 2:20 el Señor dice: “Tengo contra ti que toleras a esa mujer Jezabel, que dice ser profetisa, y enseña y seduce a Mis esclavos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos”. El Señor Jesús profetizó acerca de esta mujer en Mateo 13:33. Allí la mujer agregó levadura (que representa cosas malignas, heréticas y paganas) a la harina pura (que representa a Cristo como ofrenda de harina para la satisfacción de Dios y del hombre). Esta mujer es la gran ramera de Apocalipsis 17, la cual mezcla abominaciones con cosas divinas. Jezabel, la esposa pagana de Acab, tipifica a esta iglesia apóstata. La iglesia apóstata está llena de todo tipo de fornicación e idolatría, tanto espiritual como física.

  En Apocalipsis 2:20 el Señor indica que la iglesia apóstata se designa a sí misma como profetisa. Un profeta es alguien que habla por Dios con Su autorización. La iglesia apóstata pretende haber recibido de Dios la autoridad para hablar por Él. Ella exige que la gente la escuche a ella antes que a Dios.

  La iglesia en Pérgamo retenía la enseñanza de Balaam y la de los nicolaítas; estas enseñanzas son continuadas en la iglesia apóstata, representada por la iglesia en Tiatira. Además, la iglesia apóstata enseña por sí misma, lo cual conduce a la gente a escucharla a ella en lugar de escuchar la santa Palabra de Dios. Sus partidarios están drogados con sus enseñanzas heréticas y religiosas, por lo cual no les interesa que Cristo sea su vida y suministro de vida, según lo indican el árbol de la vida y el maná escondido, prometidos por el Señor a las iglesias en Éfeso y Pérgamo (2:7, 17).

  Apocalipsis 2:24 indica que la iglesia apóstata enseña “las profundidades de Satanás”. La palabra griega aquí traducida “profundidades” aparece en Efesios 3:18. Aquí se usa figurativamente para denotar algo misterioso. La iglesia apóstata tiene muchos misterios o doctrinas profundas. La sinagoga de Satanás (Ap. 2:9) estaba en contra de la iglesia sufriente; el trono de Satanás (v. 13) estaba en la iglesia mundana; y las profundidades de Satanás están dentro de la iglesia apóstata. La religión de la sinagoga, el mundo que yace bajo el trono de Satanás y la filosofía de los misterios satánicos son usados por Satanás para dañar y corromper a la iglesia.

  La iglesia padeció persecución de parte de la sinagoga de Satanás y, con el tiempo, se volvió mundana, llegando a morar donde mora Satanás y donde está el trono de Satanás. Pero en Tiatira hay algo aún más grave. Ahora Satanás ha entrado en la iglesia y la ha saturado con él mismo. En la iglesia apóstata están presentes las profundidades de Satanás, las enseñanzas misteriosas de Satanás. Esto es la filosofía satánica. La iglesia apóstata de hecho enseña los misterios satánicos. Esto indica que el profundo pensamiento de Satanás, el concepto de Satanás, satura a la iglesia apóstata. A la postre, esta iglesia llega a ser la corporificación de Satanás. La iglesia apropiada es el Cuerpo de Cristo, pero la iglesia apóstata es la corporificación de Satanás. Cristo mora en la iglesia, pero Satanás mora en la iglesia apóstata de manera sutil por medio de la enseñanza de las profundidades de Satanás, los misterios de Satanás. La iglesia apóstata enseña misterios, pero no los misterios revelados en el Nuevo Testamento acerca de la economía de Dios; más bien, la iglesia apóstata enseña los misterios de Satanás.

V. Tiene nombre de que vive, pero en realidad está muerta

  Otro aspecto de la degradación de la iglesia es que tiene nombre de que vive, pero en realidad está muerta. En Apocalipsis 3:1 el Señor dice: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto”. Aquí vemos que la iglesia tiene nombre de que vive, pero el Señor dice que ella está muerta. Por encontrarse en tal condición de muerte, ella tiene necesidad de los siete Espíritus vivientes y de las estrellas resplandecientes.

  En 3:1 el Señor se identifica como Aquel “que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas”. Los siete Espíritus de Dios hacen que la iglesia esté llena de vida, y las siete estrellas hacen que brille intensamente. Para la iglesia en Éfeso, Cristo es Aquel que tiene las siete estrellas y anda en medio de los siete candeleros; la iglesia primitiva necesitaba que Cristo la cuidara, y los líderes de la iglesia necesitaban que Su gracia los guardara. Para la iglesia en Esmirna, Cristo es el que estuvo muerto y vivió de nuevo; la iglesia sufriente necesitaba la vida de resurrección de Cristo. Para la iglesia en Pérgamo, Cristo es Aquel que tiene la espada aguda de dos filos; la iglesia degradada y mundana necesitaba de la palabra de Cristo que juzga y mata. Para la iglesia en Tiatira, Cristo es Aquel que tiene ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce bruñido; la iglesia apóstata necesitaba que Él la escudriñase y juzgase. Ahora, para la iglesia en Sardis, Cristo es Aquel que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas; debido a que dicha iglesia está muerta, ella necesita del Espíritu de Dios siete veces intensificado y de los líderes resplandecientes.

W. Es tibia y mantiene a Cristo afuera de la puerta

  La iglesia en Laodicea prefigura a la iglesia que fue recobrada, pero que después cayó en degradación. El Señor Jesús le dijo a esta iglesia: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Así que, por cuanto eres tibio, y no caliente ni frío, estoy por vomitarte de Mi boca” (vs. 15-16). Una vez que la iglesia recobrada cae en degradación, ella se vuelve tibia, es decir, no es fría ni caliente. Esto debe constituir una advertencia para nosotros. Una vez nos hacemos tibios, dejamos de ser adecuados para el mover del Señor y hemos de ser vomitados de Su boca. Cuando la iglesia recobrada se vuelve degradada, ella está en peligro de ser vomitada por la boca del Señor a menos que se arrepienta y vuelva a ser ferviente en la búsqueda de las ricas experiencias del Señor. Ser vomitado de la boca del Señor equivale a perder el gozo de todo lo que el Señor es para Su iglesia.

X. Tiene por consumación a Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra: la cristiandad apóstata

  Todos los aspectos de la degradación de la iglesia tendrán por consumación a “BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Ap. 17:5). La vida apropiada de iglesia finalmente tendrá por consumación a la Nueva Jerusalén, y la iglesia degradada alcanzará su consumación en Babilonia la Grande, esto es, en la cristiandad apóstata, la cual se ha desviado de la economía neotestamentaria de Dios. Mientras que las auténticas iglesias locales son candeleros puros y de oro, la cristiandad actual —incluyendo la Iglesia Católica Romana, las denominaciones protestantes y los grupos independientes— es una gran mixtura por completo carente de pureza. Esta mixtura es el constituyente intrínseco de Babilonia la Grande.

  Apocalipsis 17:4, refiriéndose a Babilonia la Grande, dice: “La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación”. El color púrpura significa dignidad y autoridad (Jn. 19:2-3). Este color es una mezcla de azul y rojo; esto representa la mezcla de las cosas celestiales con las terrenales. Ésta es la apariencia de la iglesia apóstata.

  La mujer mencionada en el versículo 4 está “adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas”, que son los materiales con los cuales la Nueva Jerusalén es edificada (Ap. 21:18-19, 21). Pero aquí esta mujer, la iglesia apóstata, no está edificada sólidamente con estos materiales preciosos, como en el caso de la Nueva Jerusalén; ella únicamente está recubierta con estos tesoros a manera de adornos que exhibe. Esto representa la manera engañosa en que ella atrae a las personas. Ésta es la falsa apariencia propia de una ramera.

  La ramera tiene en la mano “un cáliz de oro lleno de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación”. En figura, el oro representa la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Por tanto, este cáliz de oro indica que en apariencia, la iglesia apóstata sí tiene algo de Dios. Sin embargo, por dentro, su “cáliz de oro” está lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación, lleno de idolatría, prácticas paganas e inmundicia en una relación religiosa que es herética y pecaminosa.

  A continuación Apocalipsis 17:5 dice: “En su frente un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Puesto que la madre de las rameras es la iglesia apóstata, las rameras, las hijas de la iglesia apóstata, deben de ser todas las diferentes sectas y grupos del cristianismo que sostienen hasta cierto grado las enseñanzas, las prácticas y las tradiciones de la apóstata Iglesia Católica Romana. La vida de iglesia pura no tiene nada maligno que le haya sido transmitido por la iglesia apóstata.

  La iglesia apóstata es la madre de las abominaciones de la tierra. Las abominaciones son ídolos (Dt. 7:25-26) de los cuales está llena la apóstata Iglesia Romana.

  En Apocalipsis 17:4 y 5 vemos la verdadera situación en que se encuentra la cristiandad apóstata. Su apariencia externa es mera exhibición; internamente, la cristiandad apóstata está llena de cosas abominables a los ojos de Dios. Ella es sumamente inmunda, llena de idolatría y fornicación. Esto es la consumación de la degradación de la iglesia.

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