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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 254-264)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE DOSCIENTOS SESENTA Y TRES

LA NUEVA JERUSALÉN

(10)

  En este mensaje consideraremos los cuatro aspectos restantes de la Nueva Jerusalén como ciudad santa: el río, el agua de vida, el árbol de la vida, y los reyes y sacerdotes que están dentro de la ciudad.

K. El río

  Apocalipsis 22:1 dice: “Me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle”. Este río, tipificado por los ríos de Génesis 2:10-14, Salmos 46:4 y Ezequiel 47:5-9, representa la abundancia de vida que lleva en su corriente. Es un solo río que fluye hacia las cuatro esquinas de la ciudad santa, como los cuatro brazos del río mencionado en Génesis 2:10-14. Como indica Juan 7:38, este río junto con sus riquezas llega a ser muchos ríos en nuestra experiencia.

1. Fluye desde el trono del Dios redentor: desde el Dios redentor en Su administración

  El río en la Nueva Jerusalén fluye desde el trono del Dios redentor, desde el Dios redentor en Su administración. Por tanto, el fluir del río de agua de vida está estrechamente relacionado con la administración de Dios.

  Este fluir desde el trono guarda relación con la impartición del Dios Triuno procesado en nosotros. Dios mismo fluye impartiéndose en Sus redimidos. Esta impartición del Dios Triuno procesado proviene del trono administrativo de Dios. Por tanto, la impartición de Dios depende de Su administración. La impartición del suministro de vida y de la gracia todo-suficiente de Dios proviene del trono de la administración de Dios. En la Nueva Jerusalén esta impartición llegará a todas las partes que conforman la ciudad, y la ciudad entera será llena, saturada y empapada con el Dios Triuno procesado para Su expresión.

2. El fluir del Dios Triuno como agua de vida

  El río en la Nueva Jerusalén, la ciudad santa, es el fluir del Dios Triuno como agua de vida. En 22:1 vemos al Dios Triuno: Dios, el Cordero y el río, que representa al Espíritu. Dios, el Padre, es la fuente; el Cordero, el Hijo, es el cauce; y el río es el Espíritu, el fluir. Por tanto, tenemos al Padre como fuente, al Hijo como cauce y al Espíritu como fluir. En esto consiste el fluir del Dios Triuno como agua de vida.

3. Corre en medio de la calle, es decir, fluye en el camino de la naturaleza divina

  En 22:1 se nos dice que el río corre en medio de la calle de la Nueva Jerusalén. La calle de la ciudad santa es de oro, que representa la naturaleza divina. El río de agua de vida corre en medio de la calle de oro, lo cual significa que la vida divina fluye en la naturaleza divina como único camino para la vida diaria del pueblo redimido de Dios. Donde fluye la vida divina, allí también está la naturaleza divina como camino santo por el cual anda el pueblo de Dios; y donde está el camino santo de la naturaleza divina, allí también fluye la vida divina. La vida y naturaleza divinas como camino santo son inseparables. El río de agua de vida está disponible a lo largo del camino divino, y nosotros podemos disfrutar del río al andar en este camino divino.

  Por haber sido bautizados en el Dios Triuno, estamos en la única calle. Si no andamos en esta calle, no percibiremos el fluir divino. Pero si andamos en esta calle, atentos a la naturaleza divina, percibiremos el fluir del Dios Triuno en nuestro interior. A fin de experimentar el fluir del Dios Triuno, debemos tomar la naturaleza divina como nuestro camino.

4. Resplandeciente como cristal, sin oscuridad ni opacidad

  Apocalipsis 22:1 también dice que el río de agua de vida es “resplandeciente como cristal”. El hecho de que el río de agua de vida sea resplandeciente como cristal significa que en él no hay oscuridad ni opacidad. Nada es más claro que el fluir del agua de vida en nuestro ser. Cuanto más este río fluye en nosotros, más nos purifica y nos hace transparentes.

L. El agua de vida

  El agua de vida es el fluir de la vida divina. La vida en realidad es Dios mismo que brota fluyendo. Apocalipsis 22:1 y 2 se refieren al río de agua de vida que sale del trono de Dios y al árbol de la vida que está en el río de agua de vida. Aquí vemos que la vida divina es lo que brota de Dios para fluir. Según Su naturaleza eterna, Dios mismo es vida. Pero si Dios no brota fluyendo, incluso cuando en relación a Sí mismo Él es vida, para nosotros Él no es vida. Únicamente cuando Dios brota fluyendo Él es vida para nosotros. Por tanto, la vida que recibimos como agua de vida es el propio Dios Triuno que brota fluyendo.

1. El contenido del fluir del Dios Triuno

  El agua de vida es el contenido del fluir del Dios Triuno. El fluir del Dios Triuno tiene un contenido, y este contenido es la vida divina, la vida de Dios.

2. El Espíritu consumado, todo-inclusivo, vivificante y que se imparte, como consumación del Dios Triuno, satura y satisface a toda la ciudad

  El agua de vida es el Espíritu consumado, todo-inclusivo, vivificante y que se imparte, como consumación del Dios Triuno, quien satura y satisface a toda la ciudad de la Nueva Jerusalén. El fluir es el Dios Triuno como vida que fluye dentro de nosotros, y esta vida es el Espíritu consumado, todo-inclusivo, vivificante y que se imparte, al cual se refiere Juan 7:38-39.

  En el versículo 38 el Señor Jesús dice: “El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Estos ríos de agua viva son las muchas corrientes de los diferentes aspectos de la vida divina, que es el Espíritu de vida de Dios.

  Juan 7:39 añade: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. El Espíritu de Dios estaba presente desde el principio (Gn. 1:1-2), pero cuando el Señor dijo lo que consta en Juan 7:38, aún no había el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), no había el Espíritu como Espíritu de Cristo (Ro. 8:9) y como Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19), porque el Señor aún no había sido glorificado mediante la resurrección (Lc. 24:26). Cuando el Espíritu era el Espíritu de Dios, tenía únicamente el elemento divino. Después de llegar a ser el Espíritu de Jesucristo mediante la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo, el Espíritu tenía tanto el elemento divino como el elemento humano, con toda la esencia y la realidad de la encarnación, la crucifixión y la resurrección de Cristo. Por tanto, ahora Él es el Espíritu todo-inclusivo de Jesucristo como agua viva para que nosotros le recibamos.

  Con tal Espíritu consumado, todo-inclusivo, vivificante y que se imparte, tenemos el abundante suministro (Fil. 1:19). En la medida que este Espíritu fluye dentro de nosotros, Él imparte en nuestro ser todas las riquezas del Dios Triuno procesado. Este Espíritu es la consumación del Dios Triuno. Él es el Dios Triuno que llega a nosotros y fluye dentro de nosotros a fin de saturar y satisfacer toda la ciudad de la Nueva Jerusalén.

M. El árbol de la vida

1. Representa a Cristo, la corporificación del Dios Triuno, como vida divina

  Apocalipsis 22:2 dice: “A uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones”. El árbol de la vida representa a Cristo, la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9), como vida divina para nuestro alimento. Debido a que Dios y la vida son cosas abstractas, dicho Dios abstracto requiere de una corporificación, y esta corporificación es Cristo. Cristo es la corporificación de Dios como vida. Por ser tal corporificación, Cristo es el árbol de la vida a fin de que Dios se imparta en nosotros.

  Debemos diferenciar entre Cristo como corporificación del Dios Triuno y el Espíritu como consumación del Dios Triuno. La corporificación vino primero. Después que Cristo como corporificación de Dios pasó por todos los pasos de Su proceso, Él llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Este Espíritu es la consumación del Dios Triuno procesado. Mientras que Cristo como corporificación del Dios Triuno es el árbol de la vida, el Espíritu como consumación del Dios Triuno es el agua de vida.

2. Crece a ambos lados del fluir del Dios Triuno

  Apocalipsis 22:2 dice que el árbol de la vida estaba “a uno y otro lado del río”. Esto indica que el árbol de la vida crece a ambos lados del fluir del Dios Triuno.

  El hecho de que el árbol de la vida, aunque sea uno solo, crezca a los dos lados del río, significa que el árbol de la vida es una vid que crece y se extiende a lo largo del río de agua de vida para que el pueblo de Dios lo reciba y lo disfrute. Este árbol cumple por la eternidad lo que Dios se propuso desde el principio (Gn. 2:9). El camino al árbol de la vida le fue cerrado al hombre debido a la caída (3:22-24); no obstante, le fue abierto a los creyentes mediante la redención efectuada por Cristo (He. 10:19-20). Hoy en día, disfrutar a Cristo como árbol de la vida es la porción común a todos los creyentes (Jn. 6:35, 57). En el reino milenario los creyentes vencedores disfrutarán a Cristo, el árbol de la vida, como su recompensa (Ap. 2:7). Finalmente, en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva todos los redimidos de Dios disfrutarán a Cristo, el árbol de la vida, como su porción eterna (22:14, 19).

  Puesto que el árbol de la vida crece a ambos lados del río de vida, no es un árbol que crece hacia arriba, sino que se extiende como una vid; por tanto, está disponible a lo largo de la corriente del agua de vida. Cristo, el árbol de la vida, es el suministro de vida que está disponible a lo largo de la corriente del Espíritu, el agua de vida. Donde el Espíritu fluye, allí se halla el suministro de vida de Cristo. Todo esto se halla en y con la naturaleza divina, nuestro camino santo, el cual es representado por la calle de oro. Esto constituye tanto el suministro de la ciudad como la manera en que la ciudad es abastecida.

3. Produce doce frutos, dando su fruto cada mes, para alimentar y nutrir a la ciudad entera

  Apocalipsis 22:2 también nos dice que el árbol de la vida produce “doce frutos, dando cada mes su fruto”. Los frutos del árbol de la vida serán el alimento de los redimidos de Dios por la eternidad. Estos frutos siempre serán frescos, producidos cada mes, doce frutos por año.

  La frase cada mes indica que en el cielo nuevo y la tierra nueva, la luna seguirá sirviendo para determinar los doce meses. El sol también existirá y separará el día y la noche en períodos de doce horas cada uno.

  El hecho de que se produzcan doce frutos significa que el fruto del árbol de la vida es rico y suficiente para la compleción de la administración eterna de Dios. El número doce denota compleción en la administración de Dios para Su economía por la eternidad. Por tanto, los doce frutos sirven para la eterna compleción en la administración de Dios con miras a Su economía.

4. Las obras de Cristo, representadas por las hojas, sanan a las naciones en la tierra nueva para que sigan existiendo por la eternidad

  La última parte de 22:2 dice: “Las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones”. En la Biblia, las hojas simbolizan las acciones del hombre (Gn. 3:7). Según el relato bíblico, la primera vez que el hombre usó hojas fue para cubrirse. Las hojas del árbol de la vida simbolizan las acciones de Cristo. Los creyentes regenerados comerán del fruto del árbol de la vida, recibiendo a Cristo como su vida interior y su suministro interno de vida para disfrutar la vida divina por la eternidad, mientras que las naciones restauradas serán sanadas por las hojas del árbol de la vida, tomando las acciones de Cristo como aquello que las guía y regula externamente de tal manera que puedan vivir la vida humana por siempre. Cuando las naciones vean la manera de proceder del Señor Jesús y Su conducta, Sus acciones llegarán a ser la fuente de sanidad para ellos, y esta sanidad conservará por siempre la vida humana de ellos.

N. Los reyes y sacerdotes dentro de la ciudad

1. Todos los santos redimidos y perfeccionados

  En la Nueva Jerusalén como ciudad santa, todos los santos redimidos y perfeccionados serán reyes y sacerdotes. Mientras que en el milenio únicamente los creyentes vencedores reinarán con Cristo, en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva todos los santos habrán sido perfeccionados y alcanzado la madurez en la vida de Dios, por lo cual serán los reyes que reinen sobre las naciones, las cuales serán el pueblo. En realidad la Nueva Jerusalén será un cuerpo de reyes y sacerdotes. Todos los santos redimidos y perfeccionados procedentes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento conformarán esta colectividad real y sacerdotal que gobernará —como reyes— a las naciones y que servirá —como sacerdotes— a Dios y Cristo.

2. Reinan sobre las naciones en la tierra nueva por la eternidad

  Quienes estén en la Nueva Jerusalén “reinarán por los siglos de los siglos” (Ap. 22:5). La Nueva Jerusalén reinará sobre las naciones por medio de su resplandor, pues “las naciones andarán a la luz de ella” (21:24). Después del reino milenario, una parte de las naciones, engañada por el diablo, se rebelará contra el Señor y será consumida por el fuego que descenderá del cielo (20:7-9). Los demás serán trasladados a la tierra nueva para ser las naciones, las cuales vivirán alrededor de la Nueva Jerusalén y andarán a su luz. Éstos serán los pueblos mencionados en 21:3 y 4.

3. Como esclavos del Dios redentor, los cuales le sirven en la eternidad

  En el cielo nuevo y la tierra nueva, por la eternidad, todos los santos redimidos y perfeccionados participarán en el servicio a Dios. Al respecto, la última parte de 22:3 dice: “Sus esclavos le servirán”. En este versículo “le” se refiere a Dios y al Cordero, es decir, al Dios redentor, Aquel a quien serviremos por la eternidad en la Nueva Jerusalén. Servir a Dios y al Cordero será una bendición para los redimidos de Dios en la eternidad.

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