
En este mensaje comenzaremos a considerar aspectos de la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo según son revelados en Gálatas. El tema de Gálatas es: Cristo reemplaza la ley y es contrario a la religión y a la tradición. Cuando el apóstol escribió esta epístola, los judaizantes ejercían una influencia negativa sobre muchos creyentes judíos tanto en Judea como en tierras gentiles, especialmente en Asia menor. Los judaizantes afectaron negativamente no sólo a los creyentes judíos, sino también a los creyentes gentiles, debido a que entre las iglesias, los creyentes judíos y los creyentes gentiles se reunían, adoraban y servían juntos (Hch. 13:1; 18:1-2, 18; Col. 4:7-17). Pablo escribió esta epístola no solamente por causa de las iglesias en Galacia, sino también por causa de la verdad del evangelio. En este libro Pablo revela que Cristo es único; Él es contrario a la religión, la ley, las tradiciones y los ritos. Como religión humana, el judaísmo representaba el más elevado producto de la cultura humana; y la ley, incluso llamada la ley de Dios, fue ordenada por medio de ángeles y fue dada por Dios por medio de Moisés (Ro. 7:22; Gá. 3:19; Jn. 1:17). Aunque la ley, la religión judía, las tradiciones judías y los ritos judíos representan la cúspide de la cultura humana, en Gálatas Pablo anula todo ello al exaltar a Cristo y al revelar que en la economía neotestamentaria de Dios, Cristo lo es todo, es contrario a todo y lo reemplaza todo.
En Gálatas 1:4 Pablo dice que Cristo “se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo maligno, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”. Este versículo revela a Cristo como Aquel que nos rescata del mundo religioso.
Aunque Cristo fue crucificado por nuestros pecados, la meta de Su crucifixión era rescatarnos del presente siglo maligno. Un siglo, o sea, una era, es una parte del mundo, el cual es el sistema satánico. Una era se refiere a una sección o aspecto, es decir, a la apariencia actual y moderna, del sistema de Satanás, que él utiliza para usurpar y ocupar a la gente y alejarla de Dios y Su propósito. El sistema mundial de Satanás tiene diferentes eras o secciones. Podríamos considerar cada década como una era o sección distinta del sistema mundial de Satanás. La era presente es la sección presente del cosmos de Satanás, su sistema mundial. Mientras que los pecados son diabólicos, la era presente es satánica. Como diablo, el enemigo de Dios está involucrado con los pecados, y como Satanás, él está involucrado con la era maligna. El enemigo de Dios es sutil, pues acecha detrás de los pecados y de la era maligna. Sin la crucifixión de Cristo, nos sería imposible tomar medidas con respecto a los pecados, detrás de los cuales se esconde el diablo, ni tampoco podríamos tomar medidas con respecto a la era maligna, detrás de la cual se esconde Satanás. Cristo fue crucificado por nuestros pecados para rescatarnos de esta era maligna. Esto indica que únicamente Cristo puede salvarnos del diablo, Satanás. Tanto los pecados como la era maligna han sido aniquilados por el Cristo crucificado. Él se dio a Sí mismo por nosotros en la cruz conforme a la voluntad de Dios. Él murió por nuestros pecados a fin de que podamos ser liberados del presente siglo maligno. Por tanto, si hemos de ser liberados de esta era maligna, tenemos que tomar medidas con respecto a nuestros pecados. Si mediante la predicación del evangelio ayudamos a otros a recibir el perdón de pecados, ellos comenzarán a comprender que necesitan ser rescatados del presente siglo maligno.
La palabra griega traducida “rescatarnos” en Gálatas 1:4 literalmente significa “arrancarnos, sacarnos, librarnos”. Según el contexto de este libro, el presente siglo maligno se refiere al mundo religioso, a la corriente religiosa del mundo, en este caso, la religión judía. En los versículos 13 y 14 Pablo nos habla de su conducta en el presente siglo maligno, el mundo religioso bajo la usurpación de Satanás: “Habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. Que en este libro el presente siglo maligno principalmente se refiera al mundo religioso y no al mundo secular también es confirmado por 6:14-15, donde se considera la circuncisión como parte del mundo —el mundo religioso—, al cual estaba crucificado el apóstol Pablo. Aquí el apóstol hace hincapié en que el propósito por el cual Cristo se entregó por nuestros pecados era rescatarnos, o sacarnos, de la religión judía, el presente siglo maligno. Esto es librar al pueblo escogido de Dios de la custodia de la ley (3:23) para sacarlo del redil (Jn. 10:1, 3) según la voluntad de Dios. Por tanto, en su introducción, Pablo revela lo que quiso tratar: él deseaba rescatar a las iglesias que habían sido distraídas por el judaísmo y su ley, y llevarlas de regreso a la gracia del evangelio.
En los tiempos correspondientes a Juan 10 el pueblo de Dios, Sus ovejas, se encontraba en el redil de judaísmo. Pero como Gálatas 1 presenta claramente, Cristo vino a sacar Sus ovejas del redil y a formar —con ellas y los creyentes gentiles— un solo rebaño: la iglesia (v. 16). Por tanto, el redil es la religión, mientras que el rebaño es la única iglesia universal, el único Cuerpo de Cristo, que consiste de todos los creyentes en Cristo. En la actualidad a los ojos de Dios los grupos independientes, sectas y diversas denominaciones son rediles. Además, un redil es todo aquello que ha sido formado como un legalismo. Todo aquello que inicialmente fue usado por Dios y que después se convirtió en un legalismo, es un redil. Por ejemplo, el bautismo por inmersión es correcto, pero si hacemos de ello un legalismo, formaremos otro redil. En la actualidad, Cristo procura rescatar a Sus ovejas de los diversos rediles religiosos y reunirlas como un solo rebaño.
El Señor Jesús entró en el redil, abrió la puerta y condujo a las ovejas fuera del redil. Los judaizantes le crucificaron, pero mediante Su muerte en la cruz el Señor se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del redil religioso. Este mismo principio se aplica tanto a los creyentes en tiempos de Pablo como a nosotros en la actualidad.
Aunque muchos cristianos saben que Cristo murió por nuestros pecados para librarnos de la condenación de Dios y del lago de fuego, pocos comprenden que Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del mundo religioso. Éste es un asunto crucial debido a que Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del mundo religioso, no conforme a Su propia elección, sino conforme a la voluntad de Dios. No fue debido a que Cristo fue rechazado por los judíos que Él aborreció el judaísmo y fue a la cruz para rescatar a Sus discípulos del judaísmo; más bien, fue en conformidad con la voluntad de Dios, esto es, Su plan, Su economía, que Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos de la religión judía. En Su economía Dios planeó que Cristo rescatase a Su pueblo escogido del judaísmo, la ley, las tradiciones y los ritos.
El libro de Efesios revela que la voluntad de Dios es tener la iglesia como un Cuerpo viviente para Cristo (1:22-23; 3:10-11); no es tener una organización, sino un organismo. La voluntad de Dios es no tener la religión judía ni la religión del cristianismo; más bien, es tener el Cuerpo orgánico de Cristo. La voluntad de Dios no es tener la circuncisión o la incircuncisión; más bien, es tener una nueva creación (Gá. 6:15), la cual es la iglesia como nuevo hombre (Col. 3:10).
Además, Romanos 12:2 dice: “No os amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto”. Según el contexto de este capítulo, la voluntad de Dios es la vida del Cuerpo (vs. 4-5). Debemos entrar en la vida del Cuerpo. Siempre que estamos fuera de la vida del Cuerpo, estamos fuera de la voluntad de Dios.
En contraste con la voluntad de Dios, la cual consiste en tener el Cuerpo de Cristo, el objetivo de Satanás consiste en sistematizar a las personas dentro de su mundo y mantenerlas apartadas de la voluntad de Dios. En tiempos de Pablo, Satanás usó el judaísmo para sistematizar a todos los fariseos, escribas, sacerdotes y ancianos entre el pueblo judío. En la actualidad, Satanás usa la religión del cristianismo para sistematizar a muchos del pueblo del Señor apartándolos de la voluntad de Dios, el Cuerpo orgánico de Cristo. Así como Pablo fue librado de la era del judaísmo, actualmente los auténticos creyentes y buscadores tienen que ser librados del sistema religioso de la cristiandad a fin de llevar a cabo la voluntad de Dios, que consiste en tener el Cuerpo orgánico de Cristo.
Después de mencionar que Cristo murió en la cruz para librarnos de la religión judía conforme a la voluntad de Dios, Pablo proclamó: “A quien sea la gloria por los siglos de los siglos” (Gá. 1:5).
En el versículo 6 Pablo dice que Dios nos llamó en la gracia de Cristo. La gracia de Cristo es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, quien pasó por un proceso para llegar a ser nuestro disfrute. Esta gracia es contraria a la ley de Moisés. Juan 1:17 dice: “La ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. Juan 1:16 dice que “de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Recibir gracia sobre gracia es recibir continuamente al Dios Triuno procesado para nuestro disfrute.
Por un lado, Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados en la cruz para rescatarnos de la religión judía. Por otro, Dios nos llamó en la gracia de Cristo con el propósito de sacarnos de la religión judía e introducirnos en Cristo como verdes pastos para que lo disfrutemos. Cristo es los pastos ricos y vivientes, el lugar donde las ovejas se alimentan. Por ser creyentes en Cristo, debemos disfrutar a Cristo como nuestro pastizal a fin de alimentarnos y recibir nutrimento para crecer.
El Señor Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10b). Esto significa que debido a que Él es los pastos de ellos, Cristo vino a impartirse como vida en Sus ovejas. Siempre y cuando las ovejas permanezcan en el pastizal, tendrán el abundante suministro de vida. Al alimentarse de los pastos, las ovejas disfrutarán el suministro abundante de vida, pues el Señor Jesús es su vida abundante. Ellas disfrutarán de Él y le experimentarán como su vida.
El pastizal es un lugar de pastos tiernos, un lugar lleno del suministro de vida. Cuando las ovejas están en el pastizal, no carecen de alimento. Hoy en día nuestro pastizal es el Cristo resucitado como Espíritu vivificante. En nuestra vida cristiana diaria debemos percibir de manera definida que estamos en el pastizal disfrutando a Cristo como rico suministro de vida.
Según Juan 10 Cristo vino como buen Pastor para entrar en redil, el cual representa la religión judía con la ley. Dios usó la religión judía como un redil para proteger a Su pueblo escogido, tal como los pastores usan un redil para proteger a sus ovejas durante la noche, en una tormenta o durante el clima invernal. La religión judía, un redil, fue usada como refugio a fin de guardar al pueblo de Dios bajo la custodia de la ley para Cristo. Pero cuando Cristo vino como verdadero Pastor, Él entró en el redil y condujo a Sus creyentes fuera del redil, la religión judía, introduciéndolos en Sí mismo como verdes pastos para alimentarlos en calidad de rebaño Suyo.
El Señor encargó al apóstol Pablo a conducir al pueblo de Dios fuera del redil de la religión e introducirlo en Cristo como pastos vivientes. Aunque Pablo fue enviado para predicar el evangelio en tierras gentiles, cuando visitaba las ciudades gentiles con frecuencia iba a las sinagogas. Él iba a las sinagogas no para participar de la religión judía, sino para predicar la palabra del evangelio de Dios (Hch. 13:14-15; 17:1-2; 19:8), tal como el Señor Jesús hizo en Su ministerio (Mt. 4:23; Lc. 4:16). En las sinagogas, Pablo hablaba la palabra de Dios con miras a que el pueblo escogido de Dios pudiera oír la voz del Señor e ir en pos de Él como su Pastor para salir del redil de la religión judía y entrar en Cristo como pastos a fin de alimentarse de Él.