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Mensajes del libro «Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 415-436)»
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LA CONCLUSIÓN DEL NUEVO TESTAMENTO

MENSAJE CUATROCIENTOS VEINTISÉIS

EXPERIMENTAR, DISFRUTAR Y EXPRESAR A CRISTO EN APOCALIPSIS

(23)

  En este mensaje continuaremos considerando la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo como la Palabra de Dios: Rey de reyes y Señor de señores.

d. Sus ejércitos, los vencedores, que están en los cielos, lo siguen a Él en caballos blancos y vestidos de lino finísimo, blanco y limpio

  Según Apocalipsis 19, la iglesia es la novia presentada a Cristo y el guerrero que combate junto a Él contra el enemigo de Dios. Los ejércitos en Apocalipsis 19:14 son los creyentes llamados y escogidos en 17:14. Ellos son la novia y también los invitados llamados a la cena de las bodas del Cordero (19:7-9). Los invitados al banquete de bodas y la novia son los mismos. La novia está conformada por los invitados, y los invitados conforman la novia. Después de la boda, todos los invitados se convertirán en el ejército. Por ser la novia, tenemos que ser una entidad hermosa, sin mancha ni arruga, y vestida de lino fino. Por ser el guerrero, tenemos que estar equipados para combatir contra el enemigo de Dios.

  En Apocalipsis 19:14 vemos que los vencedores, que forman los ejércitos que están en el cielo y que siguen a Cristo cabalgando sobre caballos blancos, están “vestidos de lino finísimo, blanco y limpio”. El lino finísimo aquí mencionado es la vestidura de la novia. El vestido de boda hecho de lino finísimo “blanco y limpio” será la armadura para combatir. Los vencedores que conforman los ejércitos celestiales son también los constituyentes de la novia de Cristo. En otras palabras, será la novia de Cristo la que le seguirá como Su ejército a fin de combatir contra el anticristo y sus ejércitos y destruirlos. Quienes hayan vencido superando todos los obstáculos serán los que combatan junto con Cristo en la batalla final contra el anticristo. Éstos son Su novia. Ellos han llegado a ser los que combaten junto con Él en virtud de que Él les ministra el rico suministro de vida. Ciertamente la expectativa es que Sus vencedores serán quienes combatan junto con Él.

  Los santos vencedores tienen dos vestiduras, una para salvación y la otra para recompensa. Aquí el lino finísimo es la segunda vestidura. La segunda vestidura de los vencedores los hace aptos para asistir a la cena de las bodas del Cordero (vs. 8-9) y para combatir junto con el Señor contra Su enemigo. Por tanto, el vestido de boda se convierte en la vestidura para combatir. La segunda vestidura nos hace aptos no solamente para asistir a la boda, sino también para unirnos al ejército. El vestido de boda de la novia será el uniforme que ella vista como ejército de Dios a fin de combatir contra Su enemigo. Como hemos visto, esta vestidura es Cristo expresado en nuestro vivir como nuestra justicia diaria. Incluso en la actualidad estamos combatiendo por medio de Cristo como nuestra vestidura. Efesios 6 indica que toda la armadura de Dios es Cristo mismo. Además, el ejército del Señor cabalga sobre caballos blancos debidamente formado como ejército celestial.

  A Su regreso, el Señor Jesús se reunirá con Su novia. Después de recibir a la novia, Cristo y los vencedores entrarán en una batalla contra el enemigo. Según Apocalipsis 19:11, el Señor cabalgará sobre un caballo blanco y los ejércitos que están en el cielo le seguirán en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio.

  Tal como en Efesios 5 y 6 vemos a la iglesia como novia y como guerrero, en Apocalipsis 19 también tenemos estos dos aspectos de la iglesia. Como iglesia, somos la novia y el guerrero. En la economía de Dios hay un solo ejército constituido de un guerrero corporativo. Esto significa que el guerrero presentado en Efesios 6 es una entidad corporativa. Únicamente como entidad corporativa, el Cuerpo, podemos vestirnos de toda la armadura de Dios. Esto es contrario al concepto que tienen muchos cristianos de que un creyente individual puede vestir toda la armadura. La armadura en Efesios 6 no es para los cristianos como individuos, sino para la iglesia que corporativamente es el Cuerpo. Lo que este capítulo revela no es a los creyentes combatiendo como individuos, sino a un ejército corporativo que libra la batalla por los intereses de Dios en la tierra.

  La guerra espiritual no es asunto de individuos, sino que atañe al Cuerpo, una entidad corporativa que libra la batalla contra el enemigo de Dios. Ningún soldado que pertenezca a un ejército moderno entraría en una batalla por sí mismo; más bien, combatiría como parte de un ejército debidamente adiestrado y completamente equipado. Después que hayamos formado un ejército corporativamente, podremos combatir contra el enemigo de Dios. La estrategia de Dios consiste en usar la iglesia como Su ejército a fin de combatir contra el enemigo. Por tanto, es muy peligroso aislarse del ejército. Únicamente al permanecer en el ejército tendremos la protección necesaria.

  Según Efesios 6, el Señor con Su poderío constituye la armadura que nos ponemos para protegernos. Esto significa que nosotros, por ser el Cuerpo, debemos vestirnos de Cristo mismo como nuestra armadura. A fin de combatir en la guerra espiritual, tenemos que tener a Cristo como la armadura completa de Dios. En 6:14-17 hay seis aspectos de Cristo como la armadura: el cinto de la verdad, o realidad; la coraza de justicia; el firme cimiento del evangelio de la paz, que es el calzado; el escudo de la fe; el yelmo de la salvación; y la espada del Espíritu. Por tanto, la armadura completa de Dios consiste del cinto, la coraza, el calzado, el escudo, el yelmo y la espada.

  Según los versículos 17 y 18 recibimos el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu con toda oración y petición. En realidad, la oración es el medio por el cual recibimos todos los aspectos de la armadura de Dios. Es al orar en espíritu que aplicamos el cinto de la realidad, la coraza de justicia, el calzado que es el firme cimiento del evangelio de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu.

  Entre los diversos componentes de la armadura, únicamente la espada sirve para atacar en una guerra; es decir, es el único componente de la armadura de Dios que se usa para atacar al enemigo. En la guerra espiritual no sólo tenemos que confrontar a un enemigo objetivo, sino más aún a un adversario subjetivo para nosotros. Satanás no es solamente el enemigo que está fuera de nosotros, sino también el adversario en nuestro interior. Actualmente el mayor problema que enfrentamos es el adversario interno antes que el enemigo externo. Los ataques del enemigo procedentes de afuera no son tan graves como los ataques del adversario procedentes de nuestro interior. Para confrontar a este adversario interno, debemos experimentar el poder aniquilador de la palabra. Sí, el enemigo está fuera de nosotros, pero sus elementos están dentro de nuestro ser. Debido a que los elementos del enemigo están dentro de nosotros, tenemos necesidad de que el poder aniquilador de la palabra sea aplicado a nuestro ser de manera subjetiva.

  En Efesios 5 la palabra tiene por finalidad proveer el nutrimento que redunda en el embellecimiento de la novia; pero en Efesios 6 la palabra tiene por finalidad el aniquilamiento a fin de permitir que la iglesia, el guerrero corporativo, participe activamente en la guerra espiritual. Orar-leer la Palabra de Dios es la manera en que aniquilamos al adversario en nuestro interior. Todos los días y en toda clase de situación debemos orar-leer. Siempre que nos sentimos turbados por algo negativo dentro de nosotros, debemos tomar la Palabra de Dios con oración en el espíritu. Al hacer esto, el elemento negativo será aniquilado.

  En Efesios 6:17 Pablo nos insta a recibir “la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios”. Esto significa que debemos tomar la palabra de la Biblia como una espada a fin de combatir contra el enemigo. Según lo dicho por Pablo en este versículo, la palabra de Dios es la espada, no directa sino indirectamente. Pablo se refiere a “la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios”. Aquí tenemos una frase indirecta. La espada no es la palabra directamente; más bien, la espada es el Espíritu directamente, y sólo entonces el Espíritu es la palabra. Esto indica que para confrontar al enemigo, a Satanás, la palabra de la Biblia tiene que convertirse en el Espíritu. Si hemos de usar la palabra de la Biblia como una espada para matar al enemigo, es imprescindible que en nuestra experiencia la palabra sea el Espíritu.

  Debemos darnos cuenta de que cosas tales como nuestras opiniones, pensamientos, temperamento, emociones, vida natural y puntos de vista son usados con frecuencia por las potestades de las tinieblas en el aire para hacer daño a la vida del Cuerpo. Como hermanos y hermanas en la iglesia, todos tenemos nuestras propias emociones, pensamientos, opiniones y vida natural, y todos tenemos nuestro propio punto de vista. Con mucha frecuencia nos sentimos ofendidos, no debido a los errores de los demás, sino simplemente debido a nuestras propias emociones y opiniones. Debido a sus emociones las hermanas se ofenden fácilmente. Supongamos que un hermano de cierta edad le dice algo a una hermana en particular y que ella se ofende a causa de sus emociones. Entonces el poder maligno en el aire interviene para aprovecharse de las emociones de esta hermana y, por ende, ella determina no olvidar tal ofensa. Aparentemente, el problema reside en sus emociones. Pero en realidad el problema es que sus emociones han sido conquistadas por las fuerzas malignas en el aire. Esto significa que el verdadero enemigo no es las emociones de esta hermana, sino el espíritu maligno en el aire que se aprovecha de tales emociones para causar daño a la vida de iglesia. Si el enemigo ha de ser derrotado en tal situación, aquella hermana tiene que aprender a recibir la palabra como Espíritu, el cual se convierte en la espada que aniquila al enemigo. Al leer la Palabra de Dios, recibimos la palabra de manera viviente como Espíritu, y el Espíritu, el cual es la palabra, se convierte en la espada que aniquila directamente nuestras emociones y aniquila indirectamente las fuerzas malignas. La palabra que hemos recibido como Espíritu se convierte entonces en la espada que aniquila al enemigo. Aparentemente la espada del Espíritu mata nuestras emociones, pero en realidad mata al espíritu maligno en el aire que se aprovechaba de nuestras emociones.

e. De Su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, a las cuales Él pastoreará con vara de hierro; además, Él pisa el lagar del vino del ardor de la ira del Dios Todopoderoso

  Apocalipsis 19:15 dice: “De Su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él las pastoreará con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del ardor de la ira del Dios Todopoderoso”. Cristo combatirá en la guerra de Armagedón y, al hacerlo, pisará el gran lagar. Éste será el juicio sobre todas las fuerzas malignas del mundo, el golpe mortal para todas ellas. Por medio de que Cristo pise aquel lagar, la ira del Dios Todopoderoso será aplacada. Todas las uvas, es decir, las fuerzas militares de los gentiles, serán reunidas en aquel lagar y serán pisadas por el Señor Jesús.

  En concordancia con esto, Apocalipsis 14:19 dice: “El ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la vid de la tierra, y la echó en el gran lagar de la ira de Dios”. El gran lagar de la ira de Dios denota la batalla en Armagedón (16:12-16), la cual se librará en el valle de Josafat (Jl. 3:9-16). Todas las fuerzas mundanas malignas serán reunidas allí, y el Señor junto con Sus santos vencedores combatirá contra ellas y las destruirá (Ap. 19:11-21; Jl. 3:9-13; Is. 63:1-6). Apocalipsis 14:20 añade: “Fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios” (un estadio equivale a unos 180 metros). Cuando Cristo regrese a la tierra y destruya a estos combatientes malignos pisando el lagar de la ira de Dios, el resultado será un río de sangre que llegará a la altura de los frenos de los caballos y se extenderá por aproximadamente trescientos veinte kilómetros.

  En 2 Tesalonicenses 2:8 Pablo dice: “Será revelado aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con la manifestación de Su venida”. Aquí, la frase el aliento de Su boca denota la palabra. Apocalipsis 19:15 habla de una espada aguda que sale de Su boca con la cual Cristo hiere a las naciones. Esta espada aguda, una espada de dos filos (1:16), es la palabra aniquiladora del Señor. Él enviará Su palabra como aliento para aniquilar al anticristo y consumirlo. El Señor también destruirá al anticristo con el resplandor de Su venida. Este resplandor será un ardor intensificado y una luz aniquiladora. Cristo vendrá con tal clase de boca y tal clase de luz para dar fin a este hombre inicuo. Como resultado, el anticristo se convertirá en el hijo de perdición y será el primero en perecer en el lago de fuego, y junto con el falso profeta perecerá en el lago de fuego antes que Satanás (19:20; 20:10).

  La espada que sale de la boca de Cristo, quien es la Palabra de Dios, es la palabra que juzgará a los rebeldes (Jn. 12:48). Cuando el Señor Jesús venga a combatir contra el anticristo, no requerirá de armamento moderno. La palabra del Señor es más poderosa que cualquier arma. Cuando el Señor diga: “Anticristo, ve al lago de fuego”, nosotros diremos: “Amén” y el anticristo inmediatamente será echado al lago de fuego. Ésta es la manera en que el Señor combate. Sin duda alguna, el anticristo usará el más moderno de los armamentos, pero Cristo le derrotará con la palabra aguda, la palabra todopoderosa que sale de Su boca.

  El Señor no solamente herirá a las naciones, sino que también las pastoreará con vara de hierro (Ap. 19:15). Éste es el cumplimiento de Salmos 2:8-9, donde dice que Cristo gobernará las naciones con vara de hierro. En Salmos 2:9 Dios le da a Cristo autoridad para gobernar a las naciones. En el reino milenario el gobernante es un pastor. Aquí pastorear significa regir; la vara de hierro simboliza gran poder. Primero, Cristo herirá con Su palabra de juicio a las naciones; luego pastoreará, con Su gran poder, a los que queden. Su gobierno con gran poder es Su pastoreo. Él regirá a las naciones al pastorearlas. Actualmente los ancianos pastorean la iglesia con amor, no con una vara de hierro. Sin embargo, debido a que las naciones todavía tendrán una naturaleza humana rebelde, el Señor las pastoreará durante el milenio con una vara de hierro. Que las naciones todavía tengan una naturaleza rebelde es demostrado por el hecho de que seguirán a Satanás para hacer guerra contra Cristo al final del milenio (Ap. 20:7-9).

  Apocalipsis 19 coincide con Daniel 2, donde vemos que las naciones devastaron a Israel consecutivamente durante cuatro imperios desde Nabucodonosor, el primer rey de Babilonia, hasta el anticristo, el último césar de Roma. Estos cuatro imperios que devastan a Israel son el Imperio babilónico, el Imperio medo-persa, el Imperio greco-macedónico y el Imperio romano. Estos cuatro imperios están representados por las cuatro partes de la gran imagen humana presentada en Daniel 2. La cabeza de oro (vs. 36-38) representa a Nabucodonosor, el fundador y rey de Babilonia. El pecho y los brazos de plata (v. 39a) representan a Medo-Persia, y el vientre así como los muslos de bronce (v. 39b) representan a Grecia, incluyendo Macedonia. Las piernas de hierro y los pies que son parte de hierro y parte de barro cocido (v. 33) representan al Imperio romano con sus últimos diez reyes (vs. 40-44a; 7:7-11, 19-26; Ap. 17:7-13). Al principio de la gran tribulación (Mt. 24:21) la forma y apariencia del Imperio romano será restaurada bajo el liderazgo del anticristo. Según los libros de Daniel y Apocalipsis, el último césar del Imperio romano será el anticristo, quien será apoyado por diez reyes (Ap. 17:10-12).

  Sin embargo, los cuatro imperios serán vencidos y exterminados por Cristo. Daniel 2:34 dice que “una piedra [...] cortada, no con manos” “hirió a la imagen en sus pies” y “los desmenuzó”. El versículo 35 añade: “Luego fueron desmenuzados, todos a la vez, el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y quedaron como tamo de las eras del verano; y se los llevó el viento sin que se hallara rastro alguno de ellos”. Aquí la gran imagen humana representa la totalidad del gobierno humano, y la piedra que hiere a la imagen no solamente representa a Cristo el individuo, sino también al Cristo corporativo. Aparentemente, las partes de la imagen que eran de oro, plata, bronce y hierro no representaron ningún problema para Dios. Pero en el caso de los diez dedos de los pies hay un gran problema, pues cuando el gobierno humano llegue a la etapa de esos diez dedos —la etapa del anticristo y sus diez reyes—, combatirá directamente contra Dios. Por tanto, el gobierno humano no solamente se rebela contra Dios, exalta al hombre y adora ídolos, sino que además combate directamente contra Dios. Sin embargo, Cristo, la corporificación de Dios, vendrá con Su novia para aplastar el gobierno humano.

  Cuando Cristo venga como aquella piedra que hiere a la imagen, Él no vendrá solo; más bien, vendrá con Su novia, pues cuando Cristo venga a combatir contra el anticristo y su ejército, Él vendrá como Hijo del Hombre. Como Hijo del Hombre, Él requerirá de un complemento que sea igual a Él y lo complete. Este complemento será Su novia. Después de obtener la iglesia como Su novia y casarse con ella, Cristo vendrá como aquella piedra que hiere a la imagen. Si Cristo no tuviera una novia, tendría que combatir solo contra el anticristo y su ejército. Sin embargo, Cristo tendrá un ejército, y este ejército será Su novia. El día de Su boda, Cristo se casará con los que han estado combatiendo en la batalla contra el enemigo de Dios por años. Esto significa que Cristo se casará con los vencedores, quienes ya han vencido al maligno, el diablo (Ap. 12:11). Como piedra cortada por Dios, Cristo con Sus vencedores —el Cristo corporativo— aniquilará a los diez reyes y el anticristo (19:11-21), representados por los diez dedos de los pies de la gran imagen humana. Al hacerlo, el Cristo corporativo aplastará la gran imagen desde los pies hasta la cabeza (Dn. 2:35); es decir, el Cristo corporativo —Cristo con Su novia recién casada compuesta por los vencedores— vendrá como piedra cortada no con manos y herirá el gobierno humano desmenuzándolo. De este modo Cristo con Su novia aniquilarán todo gobierno humano.

f. En Su vestidura y en Su muslo tiene escrito un nombre: Rey de reyes y Señor de señores

  A continuación, Apocalipsis 19:16 dice: “En Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. El Rey de reyes se refiere a Su autoridad, y el Señor de señores se refiere a Su posición como cabeza. Él es la autoridad y la cabeza del universo entero.

  En Su ascensión, Jesús como hombre fue investido en la nueva posición de Rey de reyes y Señor de señores a fin de ser Cabeza sobre todas las cosas. Él ha recibido toda la autoridad y tiene un nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:9). Él se encuentra en una posición más elevada que la de todos los presidentes de la tierra. A lo largo de los siglos ha habido muchos grandes hombres, pero todos ellos murieron y sólo unos cuantos son recordados. Sin embargo, el caso del Señor Jesucristo es distinto. Cuanto más personas se oponen a Él, más Él trasciende sobre todas ellas y más las personas creen en Él; cuanto más personas procuran oprimirle, más Él se multiplica. Si leemos la historia cuidadosamente, veremos que los reyes más perspicaces no persiguieron a los cristianos, pues sabían que todo el que persigue a los cristianos jamás termina bien. Hitler, quien fue el peor perseguidor del pueblo de Dios en tiempos modernos, tuvo un fin miserable y murió sin tener sepultura apropiada. La historia también nos dice que los gobiernos que persiguieron a Jesucristo han caído rápidamente. La dinastía manchú en China llegó a su fin debido a que instigó a los bóxers a matar a los cristianos. Este suceso es conocido como la rebelión de los bóxers en la historia moderna china. Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Ninguno de los emperadores romanos, ni Napoleón ni Hitler llegaron a ser el Señor; únicamente Jesucristo es el Señor.

  Viene el día cuando Cristo se manifestará ante el universo como el Rey de reyes y el Señor de señores. El hecho de que Él es el Rey de reyes y el Señor de señores ya no estará escondido ni será misterioso. Este nombre estará escrito sobre Su vestidura y sobre Su muslo; por tanto, será revelado públicamente y conocido por todos. Entonces, Él combatirá por Su reino. La vestidura representa los atributos de Cristo, especialmente Su justicia en Su humanidad, y el muslo representa la posición de fortaleza de Cristo, Su firme estabilidad. Su título Rey de reyes y Señor de señores es exhibido en Su justicia y estabilidad.

g. El anticristo y los reyes de la tierra con sus ejércitos se reúnen para guerrear contra el Señor y Su ejército

  Apocalipsis 19:19 dice: “Vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra Aquel que montaba el caballo, y contra Su ejército”. Según este versículo, los enemigos de Cristo son la bestia, el anticristo (incluyendo obviamente a su socio: el falso profeta) y los reyes de la tierra con sus ejércitos. Los reyes de la tierra (16:12-14) incluyen especialmente a los diez reyes que están sujetos al anticristo (17:12-14), y los ejércitos incluyen a los doscientos millones de jinetes procedentes “de donde el sol sale” (9:16; 16:12).

  La guerra mencionada en Apocalipsis 19:19 es una guerra real y física, no meramente espiritual; es una guerra entre Dios y el hombre. Específicamente, Cristo —como Hijo del Hombre, Rey de reyes y Señor de señores— junto con Sus seguidores, los cuales son seres humanos, combatirá contra el anticristo, quien es también un ser humano, y contra los reyes de la tierra y sus ejércitos. El anticristo combatirá directamente contra Cristo de manera directa y personal.

h. El anticristo y su falso profeta son apresados y lanzados vivos dentro del lago de fuego

  Apocalipsis 19:20 continúa diciendo: “La bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro del lago de fuego que arde con azufre”. El anticristo y el falso profeta conformarán el primer grupo en ser lanzado al lago de fuego, el “basurero” universal. Estos dos ya habían muerto pero fueron revividos, no por Dios sino por Satanás. Ahora ellos serán los primeros en ir directamente al lago de fuego, sin pasar por muerte y resurrección tal como acontece con todos los demás que perecen.

i. Los demás son muertos con la espada que salía de la boca del Señor

  Apocalipsis 19:21 continúa diciendo: “Los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca de Aquel que montaba el caballo”. Como resultado de la guerra en Armagedón, Cristo derrotará al anticristo, quien, juntamente con el falso profeta, será lanzado vivo al lago de fuego. Entonces, el resto de los ejércitos del anticristo serán muertos con la espada que sale de la boca de Cristo, quien es el Rey de reyes y Señor de señores (v. 16). Nuevamente, este versículo indica que el Señor combatirá simplemente por medio de Su palabra, la cual será el arma para aniquilar a Sus enemigos.

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