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Mensajes del libro «Cristo como el Espíritu en las Epístolas»
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CAPÍTULO CINCO

CRISTO COMO ESPÍRITU: DESDE EFESIOS HASTA HEBREOS

  Lectura bíblica: Ef. 1:13-14; 2:18; 3:16; 4:3-4, 23; 6:17; Fil. 1:19; 3:3; 4:12-13; Col. 1:8; 1 Ts. 1:5; 4:8; 3:13; 5:19; 2 Ts. 2:13; 2 Ti. 1:14; Tit. 3:5; He. 3:7; 9:8, 9:14; 10:15, 10:29; 6:4-5

EL ESPÍRITU PARA EL CUERPO DE CRISTO, PRESENTADO EN EFESIOS

  Efesios 1:13 y 14 hablan del Espíritu que es el sello y las arras (cfr. 2 Co. 1:22), o podemos decir, el anticipo. Efesios 1:11 dice que fuimos designados como herencia de Dios. Somos la herencia, la posesión y la propiedad de Dios. Por tanto, Dios nos selló con el Espíritu para testificar que somos Suyos. Por otra parte, Dios ha puesto Su Espíritu dentro de nosotros para que sea el anticipo y la garantía de que Dios es nuestro. Ser sellados es evidencia de que somos de Dios, y el Espíritu que es las arras, el anticipo, garantiza que Dios es nuestro.

  El versículo 18 del capítulo 2 dice de los creyentes judíos y gentiles: “Por medio de Él los unos y los otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre”. El Espíritu es revelado en Efesios como el Espíritu que une, puesto que este libro trata del Cuerpo de Cristo. En el Cuerpo, el Espíritu es el Espíritu que une.

  En Efesios 3, el Espíritu es el espíritu que fortalece, el Espíritu que nos fortalece en nuestro hombre interior (v. 16), y en el capítulo 4 el Espíritu es, de nuevo, el Espíritu que une (vs. 3-4). El versículo 23 dice: “[Que] ... os renovéis en el espíritu de vuestra mente”. Éste es el espíritu regenerado de los creyentes, el cual está mezclado con el Espíritu de Dios que mora en nuestro interior. Por tanto, en este versículo queda implícito el Espíritu que renueva (Tit. 3:5). Efesios 6:17 menciona la espada del Espíritu, y esto se refiere al Espíritu que lucha. Efesios menciona el espíritu humano varias veces. En estos versículos la palabra espíritu debe escribirse en minúscula porque se refiere al espíritu humano. Estos versículos hablan de un espíritu de sabiduría y de revelación (1:17), de la morada de Dios en el espíritu (2:22), de la revelación dada a los santos apóstoles y profetas en el espíritu (3:5), de ser llenos en el espíritu (5:18) y de orar en el espíritu (6:18).

  Cuando el apóstol Pablo escribió Efesios, él tenía una carga particular que conllevaba cierto entendimiento y concepto. El concepto particular hallado en Efesios es que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, el cual está compuesto por muchas personas redimidas, tanto del pueblo judío como de los gentiles. Estas personas redimidas son la posesión, la propiedad y la herencia de Dios, así que Él puso el Espíritu como Su sello en ellos. En tiempos antiguos Dios prometió que Él les daría Su Espíritu a Sus redimidos. Ahora este Espíritu se nos ha dado por sello para comprobar y testificar que todos los redimidos son la herencia de Dios. Este sello no es nada menos que Dios mismo. Por otra parte, el sello que Dios les pone a Sus redimidos llega a ser las arras, un anticipo, una entrega inicial, un depósito, que garantiza que Dios es nuestro disfrute y nuestra posesión. Como sello y anticipo este Espíritu une a todos los redimidos juntamente y los hace el Cuerpo de Cristo, del cual son miembros. Él también nos fortalece en el interior, nos renueva y nos llena con Él mismo. Luego el andar diario de los redimidos procede de este proceso de llenarnos, y Él llega a ser el Espíritu que lucha y que nos equipa para luchar la batalla por Dios en el Cuerpo. Si consideramos Efesios con este punto de vista, este libro llegará a ser nuevo para nosotros.

EL ESPÍRITU QUE SUMINISTRA PRESENTADO EN FILIPENSES

  Filipenses 1:19 dice: “Sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. La frase abundante suministración en griego es un término particular que se usaba en tiempos antiguos para referirse al director del coro. El director del coro era responsable de proveer todo lo que necesitaban los miembros del coro. Cuando necesitaban alimento, bebida, vestido o una vivienda, el director les proveía de esas cosas. Cuando necesitaban instrumentos y música, él también les proveía de eso. Por esta razón, la frase se puede traducir como “abundante suministración” o “suministración todo-inclusiva”.

  El Espíritu mencionado en 1:19 no sólo es el Espíritu de Jesús o el Espíritu de Cristo, sino el Espíritu de Jesucristo. El Espíritu hoy ya no es simplemente el Espíritu de Dios. Él es el Espíritu de Jesucristo, el cual incluye la divinidad de Cristo, Su encarnación, Su humanidad, Su vida humana, Su sufrimiento y muerte, Su resurrección, Su ascensión, y todo lo que Cristo ha logrado y obtenido. Puesto que es tal Espíritu, puede darnos una suministración que es todo-suficiente.

  Filipenses 3:3 dice: “Nosotros somos la circuncisión, los que servimos por el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne”. En el libro de Filipenses, el Espíritu se revela como el Espíritu que suministra, el cual nos provee de un suministro todo-suficiente, y también como el Espíritu que sirve, el cual nos capacita para servir y adorar a Dios. Además, 4:12 y 13 dicen: “Sé estar humillado, y sé tener abundancia; en todas las cosas y en todo he aprendido el secreto, así a estar saciado como a tener hambre, así a tener abundancia como a padecer necesidad. Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. Estos versículos se deben poner junto con 1:19. Por ser el Espíritu que suministra, Cristo logra revestirnos de poder. Si Cristo no fuera el Espíritu que suministra, ¿cómo podría revestirnos de poder? Cristo es el Espíritu (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17), y es como Espíritu que nos reviste de poder.

  Filipenses es un libro sobre la vida y el vivir cristianos. La vida cristiana es una vida que siempre tiene el suministro todo-inclusivo y abundante del Espíritu de Jesucristo, y es una vida donde siempre se sirve y se adora a Dios por el Espíritu. Además, el Espíritu que suministra y el Espíritu que sirve es el mismo Cristo que nos reviste de poder interiormente, en quien todo lo podemos.

EL ESPÍRITU QUE SANTIFICA, PRESENTADO EN 1 Y 2 TESALONICENSES

  La única mención explícita que se hace del Espíritu en Colosenses es en 1:8, donde se habla del amor de los creyentes en el Espíritu. Este libro no habla mucho sobre el Espíritu porque trata directamente de Cristo, la Cabeza. Así que, continuaremos con 1 Tesalonicenses 1:5, que dice: “Nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis qué clase de personas fuimos entre vosotros por amor de vosotros”. Luego 4:8 dice: “Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también os da Su Espíritu Santo”. Su Espíritu Santo en griego literalmente es “el Espíritu de Él, el Santo”. El Espíritu Santo dado a nosotros por Dios es el Santo, Aquel que nos santifica, haciéndonos santos ante Dios. El versículo 23 del capítulo 5 se nos dice que Dios mismo nos santificará por completo en todas las tres partes de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.

  En 2 Tesalonicenses 2:13 se nos dice: “Dios os haya escogido desde el principio para salvación en santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad”. Si ponemos todos estos versículos juntos, vemos que el Espíritu mencionado en 1 y 2 Tesalonicenses es el Espíritu que santifica. Estos dos libros del Nuevo Testamento abarcan completamente el tema de la santificación y de “el Espíritu, el Santo”, el Espíritu que santifica. Esta santificación tiene como fin prepararnos para la venida del Señor. El versículo 13 de 1 Tesalonicenses 3 dice: “Para afirmar vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos Sus santos”. Según estos libros, el Espíritu Santo dentro de nosotros es “el Santo”, que hace la obra de santificación para que la santidad sea forjada en nosotros. Por tanto, puesto que este Espíritu siempre está trabajando dentro de nosotros, no debemos apagarlo (5:19).

EL ESPÍRITU QUE GUARDA, PRESENTADO EN 2 TIMOTEO, Y EL ESPÍRITU QUE RENUEVA, PRESENTADO EN TITO

  En 2 Timoteo 1:14 se nos dice: “Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. Éste es el Espíritu que guarda, que mora en nosotros a fin de guardar el buen depósito. En las epístolas que Pablo escribió a Timoteo, el apóstol exhortó a Timoteo a guardar, por el Espíritu que moraba en su interior, todas las cosas que había recibido de Pablo y que no las perdiera. Así que, el Espíritu que mora en nuestro interior es el Espíritu que guarda.

  Tito 3:5 habla de la renovación efectuada por el Espíritu Santo. Por tanto, podemos decir que en este libro el Espíritu es el Espíritu que renueva (cfr. Ef. 4:23).

EL ESPÍRITU QUE HABLA Y EL ESPÍRITU DEL CUAL PARTICIPAMOS, PRESENTADOS EN HEBREOS

El Espíritu que habla

  Hebreos primero revela que el Espíritu Santo es el Espíritu que habla. El versículo 7 del capítulo 3 comienza diciendo: “Como dice el Espíritu Santo”. Hebreos no nos dice quién es el escritor de este libro y nos presenta citas del Antiguo Testamento sin decirnos de qué libros se toman. Al contrario, el libro comienza así: “Dios, habiendo hablado en muchas ocasiones y de muchas maneras en tiempos pasados a los padres en los profetas, al final de estos días nos ha hablado en el Hijo, a quien constituyó Heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (1:1-2). Es Dios, y no meramente un escritor humano el que habla; es decir, el escritor es Dios mismo. En tiempos antiguos Dios habló por medio de los profetas, y Dios hoy aún habla, mas por medio del Hijo. Por tanto, este libro no nos indica el nombre del escritor, sino que simplemente dice: “El Espíritu Santo dice”. Hebreos 9:8 confirma este concepto del Espíritu que habla, diciendo: “Dando el Espíritu Santo a entender”. Esto significa que el Espíritu Santo nos habla, nos indica el camino y nos dice cuál es el camino. El versículo 15 del capítulo 10 dice de igual manera: “Nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo”. Por tanto, en este libro el Espíritu es el Espíritu que habla.

El Espíritu como nuestro disfrute

  Los versículos 4 y 5 del capítulo 6 dicen: “Es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero”. Estos versículos hablan de gustar de ciertas cosas y de participar del Espíritu Santo. El Espíritu Santo presentado en este libro es nuestro disfrute. Ser partícipe del Espíritu significa que hemos gustado del Espíritu Santo. Entonces en 10:29 este Espíritu se llama el Espíritu de gracia. Puesto que es el Espíritu de gracia, Él puede ser nuestro disfrute; Él puede ser degustado por nosotros. Por tanto, en el libro de Hebreos, el Espíritu es revelado en dos aspectos principales: es el Espíritu que habla y es el Espíritu que nosotros podemos gustar y disfrutar.

Cristo se ofrece a Dios mediante el Espíritu eterno

  En el libro de Hebreos, los puntos principales sobre el Espíritu son el Espíritu que habla y el Espíritu como nuestro anticipo. Sin embargo, hay un punto adicional en 9:14, donde nos dice que Cristo se ofreció a Dios mediante el Espíritu eterno, o sea, “el Espíritu, el eterno” [gr.]. Esto significa que el Espíritu no sólo es eterno, sino que es la eternidad. En cuanto a Cristo como sacrificio, como ofrenda a Dios, no existe el elemento del tiempo. Podemos decir que Cristo se ofreció a Dios hace dos mil años, pero hablar de esta manera implica el tiempo. La Biblia, más bien, dice que Cristo se ofreció a Dios mediante el Espíritu eterno fuera de los límites del tiempo. Apocalipsis 13:8 habla de “aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo”. Cristo como Cordero de Dios fue inmolado desde la fundación del mundo. Esto es posible porque Cristo se ofreció a Dios mediante el Espíritu eterno.

  En 1 Pedro 1:19 y 20 se nos dice que Cristo como Cordero fue “ya conocido desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. Ser conocido de antemano significa haber sido preparado. Cristo fue preparado antes de la fundación del mundo. En Apocalipsis 13:8, sin embargo, se usa una preposición diferente, diciendo que el Cordero fue inmolado desde la fundación del mundo. Él fue preparado antes de la fundación, pero fue inmolado desde la fundación del mundo.

  La última frase del versículo 8 también puede traducirse: “Escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado”. Es difícil determinar a partir del texto griego si la frase desde la fundación del mundo modifica la acción de haber inmolado al Cordero o la de haber sido escrito en el libro de la vida. Ciertas versiones, tales como Darby’s New Translation, parecen indicar lo último. Sin embargo, los mejores traductores concuerdan en que la frase desde la fundación del mundo se refiere tanto a que el Cordero fue inmolado como a que los nombres fueron escritos en el libro de la vida. Al mismo tiempo que Cristo como Cordero fue inmolado por nuestra redención, nuestros nombres fueron escritos en el libro de la vida del Cordero.

  Dios nos designó de antemano antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4), pero en Su presciencia Él previó que Su pueblo escogido iba a caer, así que designó anticipadamente a Cristo como el Cordero antes de la fundación del mundo, es decir, antes de la creación. Luego después de la creación, en la fundación del mundo, el hombre cayó. Por tanto, a los ojos de Dios, Cristo fue inmolado desde entonces. Nosotros fuimos designados, ordenados de antemano y predestinados por Dios, pero caímos y nos perdimos. Así pues, cuando caímos, Cristo fue inmolado, nosotros fuimos redimidos, y nuestros nombres fueron escritos en el libro de la vida.

  Podemos dar un ejemplo del hecho de que se escribieran nuestros nombres en el libro de la vida. Mientras que un grupo de personas sean honestas y fieles, no es necesario que se guarde un historial de su estado. Sin embargo, si algunas personas no se comportan correctamente, es necesario llevar un historial para poder distinguir entre ellas. Antes de la caída, todo era correcto delante de Dios, así que no era necesario que existiera un historial de los nombres de las personas según su estado. Fue después de la caída que surgió una distinción entre los hombres. Dios hizo una redención eterna por el hombre y se la presentó. Ahora se necesita el libro de la vida como un historial de aquellos que reciben la redención preparada por Dios. En el futuro cuando Dios juzgue la humanidad, Él llevará a cabo Su juicio según este historial. Por esto el libro de la vida se menciona varias veces en Apocalipsis. Llegó a ser necesario debido a la caída del hombre.

Obtener una eterna redención por nosotros

  Hebreos 9:14 dice que Cristo se ofreció a Dios mediante el Espíritu eterno. La palabra eterno abarca todo el tiempo. Esta palabra se menciona varias veces en Hebreos, de las cuales se incluyen la salvación eterna (5:9), la eterna redención (9:12), el Espíritu eterno (v. 14), la herencia eterna (v. 15) y el pacto eterno (13:20). El versículo 12 del capítulo 9 dice: “No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, obteniendo así eterna redención”. El Espíritu eterno que vemos en el versículo 14 corresponde a la redención eterna, que está en contraste con una redención temporal. En tiempos antiguos, las personas sólo tenían una redención temporal en tipo. Si alguien cometía un pecado, él ofrecía una ofrenda por el pecado. Esto le daba una redención temporal. Sin embargo, si él cometía otro pecado al día siguiente, tenía que ofrecer otra ofrenda por el pecado. Además, si dos personas diferentes cometían un pecado, las dos tenían que ofrecer dos ofrendas diferentes por el pecado. La redención que recibieron en tipo era sólo temporal, y sólo se hacía cargo de los pecados en situaciones específicas. No era una redención eterna.

  Cristo ahora ha efectuado una redención que es eterna, la cual se hace cargo de los pecados dondequiera que sea necesario. Si necesitamos la redención hoy, la eterna redención de Cristo está aquí; y si mañana necesitamos la redención otra vez, la tenemos otra vez. Si los judíos necesitan la redención, está allí, y si los gentiles necesitan la redención, está allí para ellos también. Esta redención siempre está aquí para hacerse cargo de todos los pecados en cualquier condición en la que nos hallemos y dondequiera que se necesite la redención. Éste es el significado apropiado de la eterna redención según las Escrituras. La redención efectuada por Cristo es eterna, y la salvación que resulta de esta redención también es eterna. Todo esto se debe a que Cristo se ofreció, pero no mediante un agente temporal, sino mediante el Espíritu eterno.

  Podemos comparar la redención temporal y la redención eterna con la jurisdicción que tienen los gobiernos. Lo que diga el gobernador de California sólo se aplica a California, y lo que diga el gobernador de Nueva York sólo se aplica a Nueva York. Estos decretos tienen un alcance estrecho. Sin embargo, si el presidente emite una orden, ésta se aplica a todos los cincuenta estados. Sólo las órdenes del presidente logran sustituir a toda otra jurisdicción. De igual manera, que algo sea eterno significa que se aplica en todas partes, sin importar espacio y tiempo.

  Algunas ofrendas se hicieron en Silo, y más adelante las ofrendas se hicieron en Jerusalén. Estas ofrendas estaban sujetas a espacio y tiempo. Sin embargo, un día Cristo vino y se ofreció a Dios, no simplemente en Jerusalén en un momento dado, sino en el Espíritu eterno. No debemos decir que Cristo únicamente se ofreció en Gólgota hace dos mil años. Ése es el punto de vista humano. El punto de vista divino es que Cristo se ofreció a Dios mediante el Espíritu eterno. Esta ofrenda abarca a todas las personas, desde Adán hasta el último que será salvo, sin importar el lugar o el continente y sin importar en cuál generación nacieron. Tenemos a Cristo como nuestra ofrenda, quien se ofreció mediante el Espíritu eterno.

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