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Mensajes del libro «Cristo como la realidad»
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CAPÍTULO SIETE

LA HUMANIDAD DE JESÚS SEGÚN LOS EVANGELIOS DE MATEO, MARCOS Y JUAN

  Lectura bíblica: Mt. 3:15; 4:4, 7, 10; 8:20; 11:29; 12:19-20; 17:27; 20:28; 21:27; 26:63-64; 27:12, 14; Mr. 1:35; 3:20-21; 6:31, 39-40; Jn. 6:12; 7:6, 46; 11:33, 35, 38; 13:4-5

  Los cuatro Evangelios presentan un cuadro completo del Señor Jesús desde cuatro perspectivas distintas. Creo que todos sabemos que Mateo revela al Señor Jesús como el Rey. Marcos nos muestra un cuadro de Él como el Esclavo, el Siervo de Dios. Lucas lo retrata como el hombre perfecto. El último Evangelio, el de Juan, revela que Cristo es Dios mismo; Él es el Hijo de Dios. En estos cuatro Evangelios tenemos cuatro palabras: Rey, Siervo, Hombre y Dios. ¡El Señor Jesús es tantas cosas! Él es Rey, Él es Siervo, Él es Hombre y Él es Dios mismo. Sin embargo, todo lo que Él es, en todas estas perspectivas y aspectos, depende de Su humanidad. Ésa es la razón por la cual todos los Evangelios contienen versículos que nos hablan de Su humanidad.

LA MADERA RECUBIERTA CON ORO

  Permítanme ejemplificar esto de esta manera. Según la tipología del Antiguo Testamento, el Arca fue construida con madera recubierta de oro. La madera, y no el oro, constituía la estructura del Arca. El oro le daba belleza y valor, y lo hacía preciado, pero no era la estructura. El oro era el decorado que se ponía sobre la madera. El armazón y estructura básica principal era la madera que servía de sostén y apoyo al oro. En la tipología la madera tipifica la humanidad; por tanto, la madera del Arca representa la humanidad de Cristo. La humanidad de Cristo es la estructura básica que soporta el oro del arca.

  El tabernáculo fue edificado con cuarenta y ocho tablas de madera, las cuales formaban el armazón del tabernáculo. Esto quiere decir que la humanidad de Jesús es el armazón del tabernáculo. Si Él no fuese un hombre apropiado, Él nunca podría ser el Rey, el Siervo y el Hombre perfecto. El Dios que se revela en el Evangelio de Juan no es solamente Dios, sino un Dios-hombre; Él es Dios en el hombre. Pero ¿si Él no fuese un hombre perfecto, cómo habría podido Dios encarnarse en Él? Si Jesús no fuese perfecto y Dios se hubiera encarnado en Él, Dios sería depreciado y perdería Su valor. Sin embargo, el valor divino estaba complementado por una humanidad perfecta; era una humanidad cabal, sólida y perfecta que pudo contener a Dios de una forma completa. Aun para que Jesús sea Dios se requiere la humanidad de Jesús. Si Él no fuese un hombre perfecto, jamás podría ser el Rey, el Siervo, el Hombre o el Dios mismo encarnado en un hombre. Todos estos aspectos del Señor Jesús dependen de Su humanidad.

  ¡Cuánto necesitamos de esta humanidad hoy en día en la vida de iglesia! Ya vimos que el Arca es un tipo de Cristo y que el tabernáculo es un tipo de la iglesia. El tabernáculo es el agrandamiento del Arca, y de la misma manera, la iglesia hoy en día es el agrandamiento de Cristo. Si es necesario que Cristo tenga tal humanidad a fin de ser el testimonio de Dios, entonces nosotros como la iglesia también necesitamos esta misma humanidad sólida y perfecta.

LA ESTRUCTURA BÁSICA

  La madera constituía la estructura básica del Arca y también la estructura principal del tabernáculo. Así que, la humanidad de Jesús es la estructura principal de Cristo como el testimonio de Dios, y la humanidad de Jesús es la estructura básica de la vida de iglesia. Si no tenemos tal humanidad, tipificada por la madera de acacia, es imposible tener una iglesia apropiada como el Cuerpo de Cristo. Para tener la verdadera edificación del Cuerpo de Cristo en una localidad, todos necesitamos la humanidad de Jesús. Hay solamente una clase de madera que es buena tanto para edificar el Arca como el tabernáculo, y ésta es la madera de acacia. Hoy en día hay una sola clase de humanidad que es buena para exhibir el testimonio de Dios en la iglesia local, y ésta es la humanidad de Jesús.

  Nuestra humanidad no es buena para el edificio de Dios. Muchos de nosotros podemos ser buenos, pero no importa cuán buenos seamos, nuestra humanidad no es útil. Puede ser útil para muchas cosas, pero no para la vida de iglesia. Para la edificación del Arca y del tabernáculo solamente hay una clase de madera que es útil, y es la madera de acacia, la humanidad de Jesús.

  Muchos afirman que lo único que necesitamos es el bautismo del Espíritu Santo, el derramamiento que viene de lo alto. Eso es maravilloso, pero considérense a ustedes mismos: ¿qué clase de humanidad tiene usted? El Espíritu es tipificado por el oro, pero ya dijimos que el oro no es la estructura básica. La estructura básica es la madera. Supongamos que vamos a edificar un tabernáculo y que tenemos toneladas de oro, pero la madera que usamos está deteriorada. Ese tabernáculo no estaría bien edificado. No importa cuánto oro tengamos, si la madera no es apropiada, nunca podremos edificar el tabernáculo. He visto a personas que oran, buscan y claman por el bautismo del Espíritu Santo, y finalmente lo recibieron. Pero lo que ellas edificaron se desmoronó, no debido al oro, sino a la pobre calidad de la madera. Esto es lo que han descuidado en el cristianismo actual. En la actualidad los cristianos prestan mucha atención al bautismo del Espíritu Santo, pero ¿dónde está la humanidad apropiada? El tabernáculo, que es un tipo de la iglesia, no solamente fue edificado con oro, sino con madera como la estructura principal. El oro era solamente la decoración; por supuesto, sin el recubrimiento de oro no tendría mucho valor ni belleza, pues la madera en sí no tiene mucho valor. Sin embargo, pese a que el valor está en el oro, el oro no es la estructura principal. El oro requiere algo sólido que le sirva de sostén, y este sostén es la humanidad sólida, fuerte y perfecta. ¿Tenemos nosotros tal humanidad? No, en nosotros mismos no la tenemos, pero sí la tenemos en Cristo. Él es la humanidad perfecta dentro de nosotros.

LA HUMANIDAD DE JESÚS SEGÚN EL EVANGELIO DE MATEO

  Si verdaderamente leemos-oramos los versículos en Mateo acerca de la humanidad del Señor, veríamos qué clase de humanidad se requiere para ser un rey. Hace muchos años un maestro cristiano discutió conmigo diciendo que todos seríamos reyes cuando el Señor regrese. Yo le respondí: “Hermano, mírese a usted mismo. ¿Cree que podría ser un rey?”. ¿Creen ustedes que ahora podemos ser tan sueltos en nuestra humanidad, y aun así cuando el Señor Jesús regrese inmediatamente nos hará reyes? Tal enseñanza no tiene sentido.

Sin excepción

  Todo lo que el Señor es en Su persona depende de Su humanidad. Veamos estos versículos de Mateo. Juan el Bautista estaba bautizando en el río Jordán. Incluso él mismo vio que no era necesario que el Señor Jesús se bautizara. Él era el Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús dijo: “Permítelo por ahora, pues conviene que cumplamos así toda justicia” (3:15). Debemos ser rectos con Dios en todo lo que Él desee. A veces nosotros, y especialmente los hermanos y hermanas jóvenes, podemos pensar que otros necesitan hacer ciertas cosas, pero nosotros no. Sin embargo, lo que Jesús en realidad dijo a Juan fue: “No importa quién sea Yo, mientras sea un hombre que vive en esta era, debo ser bautizado por ti. Esto es lo que Dios está haciendo hoy en día. Siempre y cuando yo esté viviendo en este día de la dispensación de Dios, debo ser uno con la justicia de Dios”. Ésta es la humanidad de Jesús. Nunca debemos considerar que somos la excepción. Nosotros necesitamos cumplir toda la justicia de Dios.

Se mantuvo en la posición de hombre

  Después de Su bautismo, el hombre Jesús fue conducido al desierto para ser tentado por el maligno. Satanás es muy sutil y le dijo: “Si eres Hijo de Dios...”. Pero el Señor de inmediato contestó: “No sólo de pan vivirá el hombre...” (Mt. 4:3-4). En cierta forma, el Señor le dijo a Satanás: “No me pongas en la posición de Hijo de Dios; Yo estoy aquí como hombre. Si estuviese aquí en la posición de Hijo de Dios, ¿cómo podrías tentarme? Sólo puedo ser tentado porque soy un hombre. No hay duda alguna de que soy el Hijo de Dios, pero no estoy aquí en esa posición; estoy aquí en la posición de hombre”.

  Entonces el sutil lo llevó al pináculo del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: ‘A sus ángeles les encargará acerca de Ti, y, en sus manos Te sostendrán, no sea que tropiece Tu pie contra una piedra’. Jesús le dijo: Escrito está también: ‘No tentarás al Señor tu Dios’” (4:6-7). Jesús le dijo que Él mismo, quien era un hombre, nunca tentaría a Dios. Finalmente, Satanás intentó persuadir al Señor para que lo adorase, ofreciéndole los reinos del mundo. Pero Jesús le contestó: “¡Vete, Satanás! Porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás’” (v. 10). El Señor siempre se mantuvo en la posición de hombre.

  Hay otro asunto interesante en estos versículos sobre la tentación en el desierto. Satanás tentó al Señor usando el salmo 91. Satanás incluso puede citar la Biblia. Pero el Señor le contestó: “Escrito está también”. No es simplemente un asunto de citar un pasaje de la Escritura; debe haber otros versículos que lo confirmen. Ésta es la humanidad de Jesús, Él citó la Escritura, pero no de forma aislada, sino confirmándola.

Sin tener un lugar de descanso

  Mateo 8:20 dice: “Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar Su cabeza”. Como hombre, el Señor no siempre tuvo comodidades. Apliquemos esto de esta manera. Supongamos que cinco hermanos se mudan a un departamento de tres dormitorios. ¿Quién de ellos tomaría una habitación para él solo? Si buscamos la manera de tener un cuarto sólo para nosotros, significa que estamos tomando la humanidad de las zorras, no la humanidad de Jesús. Si verdaderamente tomamos la humanidad del Señor, no tendremos ningún deseo de tener nuestra propia habitación. Muchas veces sólo seguimos a las zorras y a las aves del aire. La humanidad que gusta de tener su propia madriguera no sirve en la vida de iglesia; sólo la vida que está dispuesta a no tener dónde recostar su cabeza, es útil para la iglesia. Ésta es la humanidad de Jesús y es la manera apropiada de edificar la morada de Dios. Todos necesitamos tal humanidad.

Humilde de corazón

  Después en Mateo el Señor Jesús dijo: “Tomad sobre vosotros Mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón” (11:29). Jesús no dijo que era manso y humilde de apariencia, sino de corazón. Muchas veces nosotros aparentamos ser mansos y humildes, pero interiormente somos altivos y orgullosos. Esto nunca puede edificar la vida de iglesia. Nuestra propia vida sólo puede aparentar, pero nosotros tenemos por dentro la humanidad de Jesús que es mansa y humilde de corazón. No debemos imitarlo a Él; si lo hacemos, fracasaremos. Simplemente debemos alimentarnos de Él como nuestra ofrenda de harina. ¿No es esto maravilloso? Esta humanidad perfecta puede ser nuestro alimento. Entonces viviremos por lo que comemos, y Su humanidad llegará a ser nuestra persona.

Su amor por los débiles

  Mateo 12:19-20 es una cita de Isaías: “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles Su voz. La caña cascada no quebrará, y el pábilo humeante no apagará, hasta que saque a victoria el juicio”. A mí me gustan mucho estos versículos. La humanidad del Señor es tan fina; Él nunca contiende, ni vocifera ni hace que su voz sea famosa en las calles. Muchas veces queremos que la gente oiga nuestra voz; pero así no es la humanidad del Señor. Además, Él nunca quebraría la caña cascada ni apagaría el pábilo humeante. Para entender esto tenemos que ver algo del trasfondo del pueblo judío.

  En los días del Antiguo Testamento, los niños judíos tocaban música con cañas de paja. Pero cuando la caña estaba cascada, dejaba de producir una música apropiada, y entonces la quebraban. Algunos de nosotros somos como cañas cascadas que no producen música apropiada; pero ¡aleluya que el Señor Jesús nunca quebrará esas cañas cascadas!

  Además, en los tiempos del Antiguo Testamento los judíos usaban como antorchas un pábilo de lino empapado en aceite, para alumbrarse en las noches. Cuando se acababa el aceite, el pábilo ya no podía dar luz; sólo humeaba. Entonces el que lo usaba los apagaba y los desechaba. Pero Jesús nunca hizo tal cosa. Muchas veces algunos creyentes están “humeando”, porque se les acabó el aceite, y nuestra tendencia es hacerlos a un lado; pero la humanidad de Jesús no hace eso. ¡Cuánto necesitamos la humanidad de Jesús en la vida de iglesia!

  Todos amamos la caña que produce música hermosa. Pero si alguno es como una caña cascada que sólo produce malos sonidos, nosotros simplemente decimos: “Quiébrenla”. A nosotros nos simpatiza cierto hermano porque es muy brillante y resplandeciente, pero no nos gusta el otro porque “humea”. Ésta es la razón por la que muchas veces no podemos conservar a los jóvenes ni a los débiles. Verdaderamente necesitamos la humanidad de Jesús, para no quebrar las cañas cascadas y no apagar el pábilo humeante. La humanidad del Señor ama a todas las personas cascadas y a todos los que humean. Necesitamos Su humanidad en la vida de iglesia. Al comer a Jesús, podemos participar de Su humanidad.

Flexible

  Todos estamos familiarizados con la historia de Mateo 17. Ya que Jesús era el Hijo de Dios, estaba exento de pagar el impuesto para el templo de Dios, lo cual dijo claramente a Pedro. Entonces Jesús añadió: “Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por Mí y por ti” (v. 27). Jesús era muy flexible. Él no tenía que pagarles el costo del impuesto, pero para no ofenderles, lo pagó. Él hizo que Sus discípulos entendieran claramente la situación, pero no insistió. Él estaba claro, pero procedió de una manera muy flexible. Ésta es Su humanidad.

  Nuestra humanidad es completamente diferente. Tanto los hermanos de más edad como los jóvenes, siempre insisten en su propia manera de hacer las cosas. Solamente la humanidad de Jesús puede ser flexible. Recientemente estuve en cierto lugar donde me procuraron algunos hermanos de más edad y algunos jóvenes. Los mayores dijeron que no podían tolerar a los jóvenes, porque eran muy atrevidos, bulliciosos y salvajes. Tal vez los jóvenes, por supuesto, sean más propensos a esto. Pero ¿saben lo que les dije a los mayores? Les dije: “Ustedes pueden estar en lo correcto, y ellos equivocados, pero aun así el Señor Jesús los ama. ¿No creen ustedes que es mucho mejor que ellos alaben al Señor de esta manera a que se vayan a los cinemas?”. Tuvieron que aceptar que esto era correcto desde esa perspectiva. Los alenté a ser un poco más flexibles y a clamar varias veces junto con los jóvenes alocados: “Aleluya”.

  Luego me volví a los jóvenes. Ellos me dijeron que los de más edad estaban muy muertos; entonces les dije que ellos necesitaban a los mayores para equilibrarlos. Sin los mayores ellos serían como un automóvil sin frenos. Ellos también estuvieron de acuerdo en ser un poco más flexibles y en aceptar el balance que les proveen los de más edad. No hace mucho recibí un informe de ese lugar. Ahora la vida de iglesia allí es maravillosa. Me dijeron que hay una coordinación maravillosa entre los jóvenes y los mayores. Ambos grupos han aprendido a ser flexibles.

  Ésta es la humanidad de Jesús. Como el Hijo de Dios era absolutamente correcto que Él no pagara nada al templo; sin embargo, lo pagó. Y a fin de no ofender a la gente, no sólo pagó por Sí mismo sino también por Pedro. En la vida de iglesia debemos aprender a ser flexibles y nunca insistir en nada. Entonces no ofenderemos a otros. Ésta es la humanidad de Jesús.

Una humanidad para servir

  En Mateo 20:28 el Señor dijo: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”. Muchos de los jóvenes, especialmente aquellos que viven juntos, quieren ser servidos, pero no quieren servir. No limpian la casa; no lavan los trastos; no cuidan su ropa; no quieren hacer nada. Ellos sólo prefieren dormir, descansar y disfrutar la vida que llevan entre los hermanos y hermanas. Ésta no es la humanidad que se necesita en la vida de iglesia. La humanidad para la vida de iglesia es una que sirve, y no una que es servida. Tenemos que servir aun al costo de nuestra vida. Necesitamos tal espíritu para servir a otros. Esto solamente puede proceder de la humanidad de Jesús.

Un hombre verdadero

  Cuando el Señor Jesús vino a Jerusalén por última vez, los sacerdotes principales y los ancianos le preguntaron de dónde había obtenido autoridad para hacer las cosas que Él hacía. El Señor Jesús era un hombre apropiado y no les contestó. A veces es mejor no contestar nada, sino más bien responder con una pregunta; y esto fue lo que Jesús hizo. Él les preguntó si el bautismo de Juan era del cielo o de los hombres. Si ellos le contestaban, Él también les respondería de dónde había obtenido Su autoridad. Ellos entonces se pusieron a discutir entre sí y se dieron cuenta de que si decían que el bautismo de Juan era del cielo, Él les preguntaría por qué no le habían creído; y si decían que era de los hombres, el pueblo los apedrearía, porque todos tenían a Juan por profeta. Así que su mejor respuesta era mentir, y por tanto contestaron que no sabían. El Señor también les dijo: “Tampoco Yo os digo con qué autoridad hago estas cosas” (21:27). Por medio de esto el Señor les indicó que no era que no sabían, sino que ellos no querían contestarle. Ellos mintieron, pero Él no mentiría. Puesto que no le contestaron, Él tampoco les contestó. Él tenía tal humanidad.

  Antes de Su crucifixión, cuando Él estaba siendo juzgado, el sumo sacerdote le preguntó si Él era o no el Hijo de Dios. El Señor Jesús contestó: “Tú lo has dicho; pero además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo” (26:64). Al comienzo del Evangelio de Mateo el Señor tomó Su posición como hombre, y al final del evangelio se mantuvo en la posición de hombre. Él dijo que el Hijo del Hombre se sentaría en los cielos a la diestra de Dios y que el Hijo del Hombre vendría en las nubes del cielo. Él será el Hijo del Hombre para siempre y nunca dejará esa posición.

  Más tarde, cuando fue acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, Él tampoco les contestó, de tal manera que se maravillaron. “Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió [...] Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravilló mucho” (27:12, 14). Muchas veces, si estuviésemos callados, otros se maravillarían de nosotros. Nosotros nos rebajamos al hablar mucho. Cuanto más hablamos, menos valor tenemos. Cuando no era necesario, el Hombre que vemos en el Evangelio de Mateo no dijo nada. ¡Qué humanidad es ésta que vemos en este libro!

LA HUMANIDAD DE JESÚS SEGÚN EL EVANGELIO DE MARCOS

Diligente

  Ahora veremos el Evangelio de Marcos, el cual nos dice claramente que Cristo es el Siervo de Dios. Pero ¿qué clase de hombre es este siervo? Primero que todo es un hombre muy diligente. Marcos 1 revela que Él era una persona excesivamente ocupada. Yo creo que se acostaba bastante tarde; sin embargo, en el versículo 35 dice: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Muchas veces la gente se excusa diciendo que no se levantan temprano porque se acuestan muy tarde. Ellos sienten que sólo pueden atender el “servicio de las once de la mañana”. Pero la humanidad que sólo es buena para el mentado servicio de las once de la mañana nunca es buena para la vida de iglesia; sólo es buena para el servicio de las once de la mañana. La vida de iglesia necesita una humanidad que sea diligente y dinámica. A veces el Señor estaba tan ocupado que no tenía tiempo ni para comer. Sus parientes decían que estaba fuera de Sí (3:20-21); pero a veces necesitamos ser la clase de persona que está fuera de sí misma. Los que nunca han estado fuera de sí son por lo general los ociosos. Si una persona es diligente en las cosas del Señor, otros dirán que está fuera de sí.

  Lo mismo ocurrió en Marcos 6. El Señor y Sus discípulos estaban muy ocupados, y muchos iban y venían, de manera que ni siquiera tenían oportunidad para comer: “Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (v. 31). Aunque algunas veces estaba fuera de Sí, otras veces se alejaba de todos. Él hizo esto no sólo para descansar en Su cuerpo, sino también en Su espíritu. Era tan equilibrado. A veces debemos estar ocupados, y otras veces necesitamos alejarnos para dar descanso a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu. Ésta es una humanidad verdaderamente balanceada.

Ordenado

  Luego en Marcos 6 vemos algo más de la humanidad del Señor. Cuando Él alimentaba a los cinco mil, mandó a los discípulos que hicieran recostar a todo el pueblo por grupos. Ésta era Su sabiduría. Si aquellos no se hubiesen recostado, los discípulos no hubieran podido distribuirles el pan. El Señor Jesús no les dijo que se sentaran en una forma desordenada, sino de una forma muy ordenada: “Y les mando que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. Y se sentaron por grupos de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta” (vs. 39-40). Todo estaba arreglado y en orden. Yo creo que Pedro y los otros discípulos aprendieron, por medio de esto, a cómo dirigir grandes números de personas. Por eso no les fue difícil dirigir a los tres mil que fueron salvos el Día de Pentecostés (Hch. 2:41). Ellos aprendieron del Señor cómo dirigir una multitud y cómo realizar los arreglos apropiados. Hacer tales arreglos requiere la humanidad apropiada.

LA HUMANIDAD DE JESÚS SEGÚN EL EVANGELIO DE JUAN

No era descuidado

  El Evangelio de Juan también nos relata algo de la humanidad del Señor. Este evangelio añade algo más acerca de la alimentación de los cinco mil. El Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que recogieran los pedazos que habían sobrado, para que no se perdiera nada (6:12). Aquí vemos una humanidad muy sólida. No hay nada suelto en Su conducta. La mayoría de nosotros nos olvidaríamos de los fragmentos, pero el Señor fue cuidadoso de no dejar nada en desorden.

Limitado por el tiempo

  En Juan 7:6 vemos que el Señor estaba siempre limitado por el tiempo: “Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto”. Todos nosotros, especialmente los jóvenes, necesitamos aprender a no ser tan libres. Mucha libertad indica iniquidad; la libertad debe estar siempre dentro de los límites de la ley. No debemos decir que nuestro tiempo siempre está presto. La humanidad de Jesús no siempre era así; Su humanidad no tenía mucha libertad. Si aprendemos a participar de Su humanidad, sabremos que hay limitaciones.

Excepcional

  Algo más de la humanidad de Jesús se ve en Juan 7:46. Los principales sacerdotes y fariseos enviaron a los alguaciles a capturar al Señor, pero cuando ellos regresaron, dijeron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”. Ellos nunca habían visto un hombre como Jesús. Nosotros necesitamos ser hombres así, que otros digan que nunca han visto a nadie como nosotros. Debemos ser excepcionales, porque disfrutamos de esta humanidad excepcional.

Sabía cuando llorar

  Cuando Lázaro murió, leemos que Jesús se indignó en Su espíritu y lloró (11:33, 35). Muchas veces pensé que Jesús nunca podría llorar, pero en Su humanidad había tiempo para llorar. No debemos ser tan fuertes que nunca podamos llorar. Temo que si yo llorase delante de ustedes, pensarían que no soy muy fuerte. Éste es un concepto religioso; a veces necesitamos llorar. Ésta es la verdadera humanidad.

Humilde

  Jesús no sólo servía, sino que también estaba dispuesto a lavar los pies de los discípulos. Él “se levantó de la cena, y se quitó Su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido” (13:4-5). Jesús tenía tal humanidad. Él estaba dispuesto a lavarles los pies a ellos, en vez de esperar que ellos se los lavaran a Él. ¡Cuánto necesitamos esta humanidad en la vida de iglesia! Está claro en estos Evangelios que la humanidad de Jesús es la humanidad más alta. Ésta es la verdadera ofrenda de harina.

EL ALIMENTO PARA LOS SACERDOTES

  De nuevo, debemos darnos cuenta de que la mayor parte de la ofrenda de harina era el alimento de los sacerdotes. Si hemos de tener la vida sacerdotal, debemos tomar a Jesús como la ofrenda de harina. Hay una verdadera escasez de sacerdotes hoy en día debido a que no hay alimento para ellos. Si no se dispone del alimento apropiado para el sacerdote, no puede haber sacerdocio. Esto no puede ser sólo una doctrina entre nosotros. Necesitamos la vida del sacerdocio, y la vida del sacerdocio puede ser sustentada solamente por esta clase de alimento. Ésta no es una dieta ordinaria, sino una dieta extraordinaria que requiere de mucha labor en Cristo. Debemos preparar algo de Cristo y traerlo a la Tienda de Reunión para presentarlo a Dios como un memorial. Entonces lo que sobra será nuestro alimento, y este alimento sustentará la vida del sacerdocio.

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