
Lectura bíblica: Hch. 2:46; 5:42; 20:20; 1 Co. 16:19; Hch. 12:12; 1 Co. 14:12; 1:2
Edificar las reuniones en los hogares de cada creyente es lo primero y lo más importante en nuestro nuevo comienzo. Esto no es un asunto de preferencia. Siempre y cuando una persona sea creyente, él es nuestro hermano en el Señor, aun si fuera la persona más débil, fría, indiferente y descarriada. Por consiguiente, tenemos que esforzarnos en lo posible por edificar una reunión en su casa. Les mencioné desde el comienzo, que el grupo pequeño es el fundamento para la edificación de la iglesia, y que ese grupo pequeño tiene que ser edificado sobre el fundamento de las reuniones de hogar.
La base bíblica para los grupos pequeños y las reuniones de hogar es la expresión de casa en casa que se halla en Hechos 2:46 y 5:42. Hace un año y medio señalé con énfasis que en el día de Pentecostés, apenas se levantó la iglesia en la tierra, ésta comenzó a reunirse de casa en casa. Ese fue un mover sin precedentes; fue algo que el judaísmo nunca había hecho antes. No fue una idea que Pedro heredó de la religión judía. Más bien, fue algo totalmente nuevo, un acto creativo de Dios, y algo que Él ordenó. Basado en esto, dijimos enfáticamente que debemos tener reuniones pequeñas, las reuniones de grupo, no sólo las reuniones grandes. Finalmente, las reuniones de grupo introdujeron las reuniones de hogar. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 1: The Vision and Definite Steps for the Practice of the New Way, págs. 318-319)
La práctica de los santos en la iglesia primitiva consistía en reunirse en sus casas (Hch. 2:46; 5:42; 20:20). A fin de lograr el incremento numérico, es indispensable que celebremos reuniones de hogar. La iglesia ha estado muerta, ha permanecido pasiva y su tasa de crecimiento ha sido muy baja, debido a que no tenemos la manera crucial de ganar a la gente por medio de las reuniones de hogar. Necesitamos tener reuniones en las casas de los nuevos creyentes, en los hogares de aquellos que hemos ganado mediante nuestra predicación del evangelio. Si solamente logramos ganar a las personas sin establecer reuniones en sus hogares, esto podría considerarse un fracaso. La manera de más éxito es ganar los hogares para las reuniones de hogar. Las reuniones en los hogares es el trabajo más eficaz. (Entrenamiento para ancianos, libro 9, El ancianato y la manera ordenada por Dios (1), págs. 10-11)
Llevar las reuniones a los hogares es el corazón de la manera ordenada por Dios. Sería un gran fracaso en el recobro del Señor si no podemos llevar las reuniones a los hogares. Por los pasados veinte años en el recobro del Señor hemos estado llevando las personas a los salones de reunión. Cuanto más trabajamos de esta manera, menos personas tenemos, y peor llega a ser la condición de los hogares. Nuestras reuniones se han convertido más y más en una clase de “servicio de domingo en la mañana”. En la cristiandad muchas personas “van a la iglesia” para escuchar himnos y asistir al “servicio”, pero sus hogares son deplorables; en sus mesas tal vez queden piezas del juego de “mah-jongg” esparcidas. En la mañana la familia asiste al servicio, pero en la tarde juegan mah-jongg en los hogares. A fin de derrocar esta degradada situación, tenemos que llevar las reuniones a los hogares. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 1: The Vision and Definite Steps for the Practice of the New Way, pág. 216)
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El libro de Hechos nos dice que las primeras iglesias se reunían en los hogares de los santos. Las Epístolas nos hablan de cuatro hogares diferentes donde se reunía la iglesia (Ro. 16:5; 1 Co. 16:19; Col. 4:15; Flm. 2). Reunirse en los hogares es algo orgánico. Si sólo nos reunimos en el salón de reunión con un horario definitivo y regular, esto hará que toda la iglesia entre en el “cajón” de la organización y hará que perdamos toda nuestra capacidad orgánica. Pero si tomamos el camino que se revela en Hechos, todo lo que hagamos será orgánico y no algo organizado. (El don sobresaliente para edificar la iglesia, págs. 59-60)
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La reunión en las casas de los creyentes es para que funcionen todos los miembros de Cristo. Es difícil que los santos ejerzan su función en una reunión grande. Pero en una reunión pequeña de cuatro o cinco personas, o de dos o tres, hasta un pequeño niño o niña puede funcionar. Él o ella podría decir: “El Señor Jesús me ama, y qué bueno que yo le amo a Él”. Esta es una función pequeña, pero no la menosprecie. Los nuevos creyentes funcionarán muy poquito al principio, pero a partir de ese momento, seguirán progresando en vida y en función. Por medio de la función de todos los miembros, las reuniones pequeñas en casa crecerán y serán edificadas. Cuando un matrimonio nuevo da a luz un niño, ellos tienen la fe de que su familia será edificada. Lo mismo se aplica a las reuniones en casa. Nosotros debemos ejercitar nuestra fe y practicar las reuniones en casa con mucha expectativa. (La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, pág. 54)
Debemos darnos cuenta que la manera que el Señor está tomando es edificar Su iglesia en los hogares de los creyentes. Una vez que la iglesia sea edificada en los hogares, los hogares serán transformados. Los esposos y las esposas tal vez hayan sido parejas que pelean entre sí, pero una vez que tienen reuniones en sus hogares, ellos dejarán de pelear. Los niños también serán preservados, no serán llevados por la corriente de este siglo. Al final la familia llegará a ser apropiada y normal. Si es posible, debemos recopilar algún material para enseñarles a los hermanos y hermanas cómo deben edificar sus hogares. Por ejemplo, debemos tener algo para enseñarles cómo comportarse cómo padres, hijos, esposos y esposas. Esto es bíblico. Un libro tan espiritual como Efesios contiene enseñanzas sobre esposos, esposas, hijos, padres, esclavos y amos apropiados. En el pasado fuimos algo negligentes en este asunto. Todos los hermanos y hermanas prestaban atención a las reuniones grandes y desatendían la edificación de los hogares. En los días por venir, esperamos que podamos recopilar algunos mensajes sobre la edificación de los hogares, con el fin de que el hogar de cada santo sea un hogar apropiado. Una vez que esto acontece, podemos invitar a nuestros familiares a las reuniones de hogar, y ellos verán la situación en nuestros hogares y serán tocados para recibir la salvación del Señor. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 1: The Vision and Definite Steps for the Practice of the New Way, pág. 245)
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La mayoría de los obreros cristianos carecen del concepto, que su obra no debe ser principalmente impartir enseñanzas, sino que debe ser una obra de fomentar. Pablo consideraba que su obra consistía en ayudar a los creyentes a crecer. Por ello, en 1 Corintios 3 él dijo que él plantaba, que Apolos regaba y entonces Dios daba el crecimiento. Esto indica que Pablo consideraba que la obra cristiana era una obra de vida. No es como la obra que se realiza en una escuela, sino más bien como la que se realiza en una labranza, en un huerto o un jardín. Por lo tanto, no es una obra principalmente para enseñar o educar a otros. Sin embargo, actualmente la obra realizada por la mayoría de los cristianos es para educación y, en cierta aspecto, para edificación. No obstante, esta edificación no está relacionada directamente con la vida; más bien, tiene que ver con la ética, la moralidad o el perfeccionamiento del carácter. Sin embargo, el concepto que tenía Pablo respecto a la obra cristiana era totalmente diferente.
Según lo que Pablo dice en 1 Tesalonicenses 2, él consideraba que los creyentes eran miembros de una numerosa familia. Por supuesto, en una familia es necesario impartir ciertas enseñanzas. Tanto la madre como el padre les enseñan a sus hijos. Sin embargo, en una familia lo principal no es enseñarles, sino criarlos, es decir, proveerles un cuidado tierno, nutrirlos y fomentar su crecimiento. Ellos no crecen principalmente en conocimiento, sino en vida. A medida que los niños crecen, espontáneamente reciben más educación. El conocimiento que ellos adquieren siempre corresponde a su etapa de crecimiento. No se les debe dar conocimiento prematuramente. En otras palabras, su conocimiento no debe exceder su crecimiento en vida. Éste es el concepto apropiado de la obra cristiana.
Con respecto a este asunto, nosotros, los que estamos en el recobro del Señor, tenemos que cambiar nuestro concepto. No debemos pensar que en el recobro del Señor damos más importancia a la obra que a la vida. No, debemos concentrarnos en la vida. La iglesia es una familia. La iglesia también puede compararse con una labranza, un huerto. Una familia es un lugar donde los niños crecen, y un huerto es un lugar donde los árboles crecen para dar fruto. Lo que a Pablo le preocupaba en el capítulo 2 era el crecimiento de sus hijos. Él cuidaba de los creyentes jóvenes de tal modo que fomentara el crecimiento de ellos. También podríamos decir que aquí él estaba regando, nutriendo y cuidando con ternura a las plantitas para que crecieran en vida. Es por eso que en lugar de darles a los creyentes muchas enseñanzas, les presentó un modelo de vida. Este modelo de un vivir apropiado era, de hecho, Pablo mismo. (Estudio-vida de 1 Tesalonicenses, págs. 108-109)
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Fomentar el desarrollo de los hijos significa criarlos, hacerlos que crezcan por medio de alimentarlos. Para que crezcan es necesario que los padres les den la instrucción necesaria con respecto a la vida humana, la vida familiar y la vida social. La palabra “amonestación” aquí incluye instrucción. Probablemente Pablo se refería a un mandato del Antiguo Testamento, que requería que los padres instruyesen a sus hijos con la Palabra de Dios (Dt. 6:7). Esto quiere decir que debemos enseñarles a nuestros hijos con la Biblia. Además de instruirlos, a veces es necesario disciplinarlos, castigarlos. Es crucial que los padres aprendan a criar a los hijos en la disciplina y amonestación del Señor. (Estudio-vida de Efesios, pág. 526-527)
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Como una nueva cristiana y madre de cuatro hijos, quisiera saber cuánta enseñanza bíblica debo imponerles y cuánto debo insistir en que se comporten apropiadamente.
Esto es un asunto muy práctico. Como seres humanos, caímos y necesitamos la salvación del Señor. Después de la caída, Dios vino para restringir al hombre. Por ejemplo, Dios puso restricciones a la mujer porque la caída entró por ella (Gn. 3:16); esta restricción fue en verdad una protección. En la sociedad humana actual prevalecería el caos si no existiesen las restricciones de las enseñanzas éticas, la policía, y las cortes judiciales. Éstas han sido ordenadas por Dios para limitar al linaje caído. Nosotros los padres, ya que nuestras familias son parte del linaje humano caído, tenemos que ejercer el orden de Dios para restringir a nuestros niños mediante las enseñanzas éticas, regulaciones y disciplina. Con el fin de llevar un vivir humano apropiado en sus hogares, ustedes tienen que enseñales a sus hijos cómo comportarse apropiadamente al honrar a sus padres, cuidar de sus hermanos y hermanas, respetar a sus vecinos y a no robar.
No diga que las enseñanzas éticas son algo aparte de Cristo y por ende, no tienen valor. Las necesidades de nuestra existencia humana son una cosa y la experiencia de Cristo es otra. Nosotros, con el fin de llevar nuestro vivir humano, tenemos que comprar comestibles, lavar la ropa, cerrar las puertas de la casa para evitar robos, ser cuidadosos para evitar fuegos, abrir y cerrar las ventanas, y cocinar y comer. Además de cuidar de estas cosas terrenales, también tenemos que aprender a experimentar a Cristo. Estas son dos áreas diferentes; las dos son necesarias. (Life Messages, t. 1, págs. 91-92)
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La frase griega [de casa en casa] en Hechos 5:42 indica que ninguna casa fue omitida. Se reunían de casa en casa. No debemos tomar la manera de elegir algunas casas prometedoras, y luego tener las reuniones en esas casas. Esto es incorrecto. Cada casa de los creyentes es prometedora. Necesitamos abrir nuestras casas. Primero podemos reunirnos con nuestros parientes. No necesitamos reunirnos con otros primero. Podemos iniciar nuestra reunión en casa reuniéndonos con los miembros de nuestra familia. Todos nosotros los que tenemos esposas y niños podemos tener una reunión en casa. Sólo nos reunimos con nuestros parientes, con nuestra esposa y con nuestros niños pequeños. Establecer una reunión despertará nuestro corazón y avivará la llama en nuestro corazón y en nuestro espíritu. En primer lugar, nosotros seremos quemados, y luego nuestra familia será quemada. Al establecer una reunión en casa muchas cosas malignas quedarán fuera de nuestras casas. (Las reuniones en casa: la manera única para tener el aumento y la edificación de la iglesia, págs. 19-20)
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Las reuniones en las casas de los creyentes pueden ser un testimonio fructífero para los vecinos y proporcionan una oportunidad para testificar y para predicar el evangelio. Muchas personas que no están dispuestos a ir a un templo irán con gusto a una casa particular. Además, la influencia que producen es lo más provechoso para las familias cristianas. Desde temprana edad, los niños estarán rodeados de un ambiente espiritual y tendrán constantes oportunidades de ver la realidad de las cosas eternas. (La vida cristiana normal de la iglesia, pág. 209)
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Aun en nuestro vecindario debe haber una reunión de niños que no sea considerada como una reunión de niños de la iglesia. Esta es la obra con los niños que se lleva a cabo en el vecindario de los santos. Es fácil establecer dos reuniones de niños. Cada semana una hermana podría encargarse de dos reuniones de niños con la ayuda de cuatro ayudantes. En una reunión, dos hermanas pueden ayudar a cuidar de veinte niños. Quizás en otra tarde, dos hermanas diferentes ayuden a cuidar de otra reunión de unos quince a veinte niños. Podemos juntar en nuestro hogar un grupo de niños de nuestro vecindario. Les podemos pedir a los niños que se sienten en la alfombra. Ni siquiera es necesario que haya un piano. No hay necesidad de materiales o libros; sólo se necesita una persona viviente. Esta persona puede cantarles un canto a los niños. En menos de dos meses podemos levantar dos reuniones de niños. Después de seis meses tendremos seis reuniones de niños. No será necesario que sólo una hermana se encargue directamente de todas las reuniones, porque habrá otras hermanas que sigan su ejemplo y tendrán sus propias reuniones. Es posible que haya diez reuniones bajo la dirección de una hermana. Esto podría extenderse hasta que lleguen a reunirse más de mil niños. Todos estos niños están ligados a sus padres. Así que, por medio de los niños muchas casas se abrirán para que la iglesia las evangelice. Esta es la obra de la comunidad. Estas son las puertas cálidas, y los padres nos darán la bienvenida. Aunque la gente hoy está ocupada en muchas cosas y aparentemente parece que no están abiertos al evangelio, la mejor manera de vencer esto es tener reuniones de niños en nuestros propios hogares. La responsabilidad de dicha obra en la comunidad recae sobre los ancianos. (Talks Concerning Church Services, parte 2, págs. 39-40)
La tercera manera en que podemos predicar el evangelio es predicar el evangelio a los niños. Para esto se requiere que las hermanas asuman la responsabilidad. No es necesario usar el salón de reuniones para realizar esta reunión del evangelio; en vez de ello, lo mejor es reunirse en los hogares de los santos. Aprovechen los fines de semana para reunir a los niños del vecindario en sus casas y también inviten a los hijos de sus familiares y amigos. Muy a menudo los padres son salvos por medio de sus hijos, así que no menosprecien la obra con los niños. Si a partir de hoy en adelante dedicamos nuestros esfuerzos a la obra del evangelio con niños de edades entre seis y doce años, al cabo de diez o doce años, ellos serán los que se levanten para asumir la responsabilidad en el servicio de la iglesia. Esta manera de laborar parece ser muy lenta, pero en realidad es muy rápida, y además es muy provechosa. (La verdad, la vida, la iglesia y el evangelio: Las cuatro grandes columnas en el recobro del Señor, pág. 143)
Un grupo pequeño debe reunirse en los hogares una vez a la semana, y también debemos predicar el evangelio en nuestros hogares. Hablando con propiedad, cada hermano y hermana, sea fuerte o débil, que progresa o es descarriado, debe predicar el evangelio en sus hogares. Debemos guardar el principio de predicar el evangelio en nuestros propios hogares y no pedir a otros que prediquen por nosotros. Todos sabemos que el arroz más sabroso es el que cocinamos nosotros mismos. Incluso, si no sabemos cómo “cocinar”, sólo se necesita un poco de práctica. Por tanto, animamos a los hermanos y a las hermanas a abrir sus hogares. Cada familia debe predicar el evangelio. Algunas veces la esposa puede predicar el evangelio, el esposo puede dar un testimonio, y los niños pueden fortalecer las palabras de sus padres. Algunas veces los niños pueden predicar el evangelio, la madre puede dar un testimonio y el padre puede fortalecer las palabras de los niños y la madre. Es muy significativo cuando toda la familia se levanta y predica el evangelio. Algunos santos que recientemente han sido recobrados, que estaban renuentes a reunirse, están tomando la delantera en este tipo de reuniones de evangelio familiares. Además de las reuniones mencionadas aquí, sugerimos tener una reunión de grupo pequeño cada dos semanas y una reunión familiar del evangelio en las semanas intermedias. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 4: The Increase and Spread of the Church, pág. 153)
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En el pasado las reuniones de niños siempre se llevaban a cabo en el local de reunión y eran principalmente dirigidas por los jóvenes. Ahora la obra del evangelio en los recintos universitarios y en las escuelas intermedias y preparatorias está muy activa y todos los jóvenes tienen servicios específicos en este trabajo. Por ende, ellos no pueden cuidar ya más de los niños. Por tanto, necesitamos depender de los santos mayores, para que ellos inviertan tiempo y esfuerzo en enseñar a los niños [...] Los santos mayores podrían usar sus hogares. Después que los niños salen de la escuela, los santos mayores podrían abrir sus hogares y preparar una merienda para recibir a los niños. Luego pueden cantar con los niños, contarles historias y guiarlos a conocer a Dios.
Cada uno de nosotros puede hacer estas tres cosas: orar cada día, unirse a las reuniones de grupo pequeño, ir a tocar puertas y tener reuniones de hogar cada semana. Lo cuarto es cuidar de los niños. Espero que más personas puedan recibir la carga de abrir sus hogares y cuidar de los niños. Hace veinte años les dije que debemos tener diez mil niños en Taipéi y que diez años después tendríamos diez mil hermanos y hermanas jóvenes. Si los santos hubieran tomado esta palabra y la hubieran puesto en práctica, hoy tendríamos de veinte a treinta mil jóvenes. Además, ganar personas de esta manera es muy seguro, porque ellos son enseñados por nosotros y reciben el evangelio de nosotros desde su juventud. Así que, ellos serán muy sólidos. Si este fuera el caso, muchos santos jóvenes no necesitarán poner a un lado la obra del evangelio que llevan a cabo en la escuela para hacer una obra con los niños. Espero que desde ahora en adelante los santos de mayor edad tomen la carga y tomen la delantera en hacer esto en sus hogares. El efecto a largo plazo es muy prometedor. (Being Up-to-Date for the Rebuilding of the Temple, págs. 46-47)