
Lectura bíblica: Lc. 2:40, 51-52
Esperamos que la obra con los niños sea muy prevaleciente entre nosotros. Por lo tanto, necesitamos una comprensión y preparación apropiadas para este trabajo. Cuando hablamos de la obra con los niños, nos referimos a los niños que no se han graduado de la escuela primaria, pero que tienen más de cinco años de edad. Hacia éstos se dirige nuestra obra con los niños. Si no podemos cuidar de los niños que son menores que este grupo, los dejaremos al cuidado de sus padres. Sabemos que tenemos que estar preparados para darles un mensaje a los jóvenes o a los estudiantes universitarios. Pero, algunos podrán pensar que es muy fácil cuidar a los niños de entre cinco y doce años de edad sólo al darles un dulce. Sin embargo, tratar a los niños de esta manera no dará buenos resultados. Conforme a lo que he observado, el trabajo más difícil de hacer de forma eficaz es la obra con los niños.
En la cristiandad, llevar a cabo la obra con los niños es lo mismo que manejar una escuela; por ende, se le llama escuela dominical. En los países occidentales hay una escuela dominical para cada edad: para los de mayor edad, los jóvenes adultos, los de edad universitaria, los adolescentes y los niños. Las denominaciones tienen clases de escuela dominical y luego todos se reúnen para el “servicio” dominical de la iglesia. En las clases de la escuela dominical aun usan libros de texto. No estamos de acuerdo con este método. Sentimos que nuestras reuniones de niños no deben tener el sabor de una escuela dominical. Conforme a nuestra experiencia, sentimos que si consideramos la obra con los niños como una escuela y les enseñamos a los niños usando libros de texto, esto les hará más daño que beneficio. Este método educa a los niños con un conocimiento prematuro. Más tarde, cuando los niños crezcan, ellos no estarán muy abiertos para escuchar la verdad. Los niños escuchan demasiadas historias bíblicas en la escuela dominical, y su oído se endurece. Cuando crecen, lo que escuchen no los conmoverá. Esto es un problema.
Por lo tanto, el material que se usa en las escuelas dominicales en la cristiandad no debe ejercer influencia en el material que preparamos para la obra con los niños. No solamente no debemos usar su material, sino que ni siquiera debemos usarlo como referencia. Debemos abandonar el método de la escuela dominical que usa la cristiandad. Nunca debemos consultar su material. Su material no nos ayudará en la obra con los niños; al contrario, hará que nuestra obra se desvíe.
¿Qué material debemos usar para enseñar a los niños? Debemos comenzar enseñando a los niños cómo ser un ser humano apropiado. Debemos mostrarles que el hombre es diferente a los animales y es diferente a los árboles, las plantas y las flores. Después de esto, podemos hablar acerca del carácter y la conducta del hombre. Debemos enseñarle a los niños a honrar a sus padres, a ser amorosos, puros, obedientes, honestos y con una conducta apropiada. Debemos ser cuidadosos de no darles un pensamiento o concepto religioso.
Cuando hablamos acerca de la diferencia entre el hombre y los animales, podemos mencionar que el hombre fue creado por Dios y que los cielos y la tierra también fueron creados por Dios. También podemos hablar un poco acerca de cómo el hombre fue creado a la imagen de Dios. No necesitamos decir más al respecto. No estoy de acuerdo con explicar todo Génesis 1 y 2 a los niños. Aun si tocamos la caída del hombre en Génesis 3, debemos hablar de esto brevemente y no contar toda la historia de la caída. Cuando hablamos a los niños, debemos contarles historias que tengan que ver con experiencias; no debemos darles demasiadas doctrinas. No es necesariamente un beneficio para los niños saber demasiado.
Necesitamos entrenar a los maestros de las reuniones para los niños de tal manera que ellos mismo puedan encontrar ejemplos usando las situaciones prácticas. Por ejemplo, pueden preguntarle a los niños: “¿Ustedes están siendo honestos si le roban un dulce a su hermano mayor?” o “Supongamos que su mamá le guarda un pedazo de dulce más grande a su hermana menor, y esto te hace infeliz y celoso. ¿Todavía sigues amando a tu mamá y a tu hermana?”. Cuando hablamos a los niños, debemos usar ejemplos prácticos. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, págs. 311-312)
Al cuidar de los niños, debemos tener cuidado de no hacerlos religiosos. No debemos darles mero conocimiento religioso de la Biblia y no debemos contarles demasiadas historias bíblicas. Más bien, debemos guardar algunas porciones para después. Además, no debemos obligarlos a orar. Si practicamos estos asuntos, podremos tener éxito. Por el lado positivo, lo primero que debemos hacer con los niños de primaria es ayudarles a saber cómo ser personas que tienen una humanidad apropiada. Tenemos que ayudarles a conocer lo qué es una humanidad apropiada y cómo comportarse como seres humanos. Con este fin, podemos tener muchas lecciones y usar demostraciones y ejemplos. Podemos traer un animal pequeño o algunas flores y hablar de la diferencia entre el hombre y estas cosas. Entonces podemos decirles cómo se deben comportar por ser personas totalmente diferentes a las criaturas inferiores.
También debemos ayudarles a saber cómo honrar a sus padres, a amar a otros y a conocer los elementos apropiados de la moralidad humana, tales como la humildad, la paciencia y la bondad. De esta manera los podemos formar como materiales apropiados para el uso del Señor. A fin de recibir al Señor y disfrutarle requiere que tengamos una humanidad apropiada como un buen material. En los seis años de la escuela primaria hay alrededor de trescientos días del Señor para cultivar el carácter humano de los niños. Es de mucha ayuda que hagamos esto.
El error que hace la cristiandad con la así llamada escuela dominical es que tratan de hacer religiosos a los niños al darles demasiado conocimiento y demasiadas historias bíblicas. Con el tiempo, esto causa que sea difícil ayudarlos. Cuando crezcan y hagamos referencia a la historia de la caída de Adán, tal vez nos digan: “Desde que tenía cinco años supe cómo Eva tomó la fruta y se la dio a Adán, y el hombre cayó. No hay necesidad de que me digan esto otra vez”. Debido a esto, no podrán recibir inspiración de la Palabra. Por eso debemos retener algunas historias de la Biblia y guardarlas para después. Al principio, simplemente debemos ayudarlos a crecer como personas adecuadas con la comprensión y el entendimiento plenos de lo que es una humanidad apropiada. (págs. 503-504)
* * *
Necesitamos un número de hermanos que conozcan la verdad y que tengan la habilidad de escribir para recopilar el material para los maestros. El material no tiene que estar en cinco o seis niveles. Sólo necesitamos tres niveles: elemental, intermedio y avanzado. Cada nivel puede ser usado por dos años.
El material para el nivel elemental debe ser completamente desde la perspectiva de un niño. Cuando hablamos acerca del hombre, debemos preguntar a los niños si el hombre es igual a un perro, a un gato o a un tigre. Debemos decirles que el hombre no es igual a los animales, y explicarles porqué el hombre es diferente. Esto es suficiente. No debemos presentarles una explicación doctrinal, sino que debemos usar sólo ejemplos prácticos.
Gradualmente, mientras avanzamos al nivel intermedio, podemos darle a los niños un poco más de conocimiento de la Biblia. Podemos transmitirles una profunda impresión acerca de que existe un Dios en el universo, que el hombre cayó y cometió pecado, y que el Señor Jesús es nuestro Salvador. No debemos darles demasiada doctrina, sino que debemos impresionarlos con los hechos en la Biblia. Entonces cuando los niños proceden a un nivel avanzado, estarán casi listos para recibir los mensajes en las reuniones grandes. Los niños no necesitan mucha doctrina; sólo necesitan un conocimiento general de la verdad. Esto requiere una labor cuidadosa por parte de los hermanos que recopilan el material que se usará para enseñar, a fin de que los niños no reciban un conocimiento prematuro. (págs. 312-313)
No debemos juntar a todas las edades. Los de cinco a seis años podrían ser un grado, luego los de siete a ocho años, los de nueve a diez años y los de once a doce años. Debemos tener por lo menos tres grados para los seis años de primaria. Al principio podríamos usar una serie de reuniones para entrenar a los maestros de estos grados según la manera de la cual hemos tenido comunión en este capítulo. Hace falta que algunos hermanos y hermanas inviertan tiempo en preparar las lecciones y dar las instrucciones de cómo usarlas. No hace falta componer toda la lección; simplemente damos algunas directrices, tales como que semana hablaremos acerca de honrar a sus padres y dar algunas sugerencias de cómo traer ejemplos de la lección. Cada maestro, después de ser entrenado puede escoger los ejemplos específicos que usará. No debemos preparar lecciones impresas uniformes para que se lean en cada clase; quizás sea adecuado solo tener media página con puntos, ejemplos, e instrucciones; debe ser fácil preparar lecciones de esta manera. (págs. 506-507)