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Mensajes del libro «Cultivar la siguiente generación para la vida de iglesia»
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LECCIÓN TRES

DEBEMOS MANTENERNOS EN EL ÚNICO FLUIR DE LA OBRA DEL SEÑOR PARA LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO UNIVERSAL DE CRISTO

  Lectura bíblica: Mt. 16:18; Ez. 47:1-12; Ef. 2:21-22; 3:17a; Fil. 2:13; Mt. 7:21-24; Ap. 21:2

  1. El libro de Hechos revela que en el mover del Señor sólo existe una corriente divina de la obra del Señor y que debemos mantenernos en esta corriente:
    1. La corriente divina, la cual ha estado fluyendo por todas las generaciones, es una sola; debido a que sólo hay una corriente divina y ya que el fluir es único, nosotros debemos mantenernos en este fluir único—1 Jn. 1:3; Ap. 22:1.
    2. Cuando le damos la preeminencia al Señor en todo nuestro ser, haciendo que Él sea nuestro primer amor, Él llega a ser la corriente divina para nosotros, que fluye dentro de nosotros y sale de nosotros como las primeras obras; estas primeras obras son obras motivadas por el Señor como nuestro primer amor y son el resultado y la expresión del Señor como nuestro primer amor; sólo las obras motivadas por el primer amor son oro, plata y piedras preciosas—v. 1; 2:4-5; 1 Co. 2:9; 3:12.
    3. El fluir de la vida divina que comenzó en el día de Pentecostés y ha estado fluyendo por todas las generaciones hasta el día de hoy, es una sola corriente con miras a la meta de Dios de edificar la iglesia para Su expresión corporativa—Mt. 16:18; cfr. Ez. 47:1-12.
    4. Tenemos que ser fieles al fluir de esta corriente de la vida divina, que trae la comunión del Cuerpo, el testimonio del Señor Jesús y la obra de Dios—Gn. 2:10-14; Sal. 36:8-9; 46:4a; Jn. 7:37-39; Ap. 22:1.
  2. En el recobro existe una obra definida que es para edificar las iglesias locales con el fin de edificar el Cuerpo universal de Cristo—Ef. 2:21-22; 1 Co. 16:10:
    1. Todos los colaboradores deben hacer la misma obra universalmente con miras al único Cuerpo; el punto de partida es la unidad del Cuerpo—3:12; 15:58; 16:10; Ef. 4:4, 11-16.
    2. Nuestra obra es la obra del recobro del Señor para la edificación del Cuerpo de Cristo—vs. 4, 16:
      1. Hoy en día el Cuerpo es la ley que gobierna la vida y la obra de los hijos de Dios—1:22-23; 1 Co. 12:4-6, 12-13, 27.
      2. La obra del Dios Triuno en nosotros es producir el Cuerpo de Cristo, cuya realidad es el Espíritu, el Cristo pneumático—Ef. 3:16-21; 4:4-6, 12, 16.
      3. La obra en el recobro del Señor es la obra de Su economía, la obra del Cuerpo de Cristo—1 Co. 15:58; 16:10; Col. 4:11.
      4. Según El Cantar de los Cantares 7:11, la que ama a Cristo desea llevar a cabo junto con su Amado una obra para todo el mundo (los campos), al peregrinar de un lugar a otro (morando en las aldeas); esto es mantener una sola obra en un solo Cuerpo—Ef. 4:12.
  3. Debemos ver cuál es la obra de Dios y tenemos que conocer cuál es la obra central que Dios realiza en el hombre—3:17a; Fil. 2:13:
    1. La obra principal de Dios hoy en día es forjarse a Sí mismo dentro del hombre; sólo cuando Dios se forja en el hombre se puede cumplir el propósito eterno de Dios—Gá. 4:19; Ef. 3:17a; 4:16.
    2. La meta principal de Dios no son las obras, sino ganar a las personas a través de las obras; si Dios no gana a una persona, Él no tendrá obra ni camino—Hch. 9:15; 13:1-2:
      1. Tenemos que recordar todo el tiempo que la necesidad hoy en día es que Dios se forje a Sí mismo en nosotros en vez de que nosotros trabajemos para Dios—Ef. 2:10; Fil. 2:13.
      2. Lo que importa no es que nosotros obremos para Él, sino que Él obre en nosotros; nosotros no debemos ser simplemente Sus obreros, sino Su obra—Ef. 2:10.
      3. La clase de persona que somos determina la clase de fruto que produzcamos; si nuestra persona es incorrecta, puede que edifiquemos algo por medio de lo que hacemos, pero que derribemos más por medio de lo que somos—Mt. 7:17-18.
  4. Según toda la revelación del Nuevo Testamento, la única meta de la obra cristiana debe ser la Nueva Jerusalén, que es la meta final y máxima de la economía eterna de Dios—1 Co. 3:10; He. 12:22; Ap. 21:2:
    1. Los colaboradores tienen que ver que nosotros debemos hacer sólo una obra, la cual es hacer al pueblo escogido de Dios personas que han sido regeneradas, santificadas, renovadas —el nuevo hombre— transformadas, conformadas —personas conformadas a la imagen del Hijo primogénito de Dios— y glorificadas. Todos los que estarán en la Nueva Jerusalén son esta clase de personas—1 Co. 14:26; Ef. 4:12.
    2. De esta manera, nosotros subimos de un nivel a otro nivel hasta que alcanzamos el punto más elevado, donde llegamos a ser lo mismo; ya no hay más carne ni ser natural; todos están en el espíritu; todos son el reino de los cielos y todos son seres de la Nueva Jerusalén; este es el punto más elevado—Ap. 4:3; 21:19-21 Gá. 5:16.

Extractos de las publicaciones del ministerio:

LA CORRIENTE DE LA OBRA DE DIOS

  Esta corriente también es la corriente de la obra de Dios. Donde fluye la corriente, allí está la obra de Dios. Esto está claro en el libro de Hechos, un libro que nos habla de la obra de Dios. ¿Qué clase de obra es la obra de Dios? Es una obra que está en la corriente del agua viva. Donde fluye la corriente del agua viva, allí está la obra de Dios. Dios obra en el fluir de la corriente de la vida divina. Si usted considera todo el relato del libro de Hechos, verá el cuadro claramente. En el día de Pentecostés, la corriente de la vida divina fluyó de Dios mismo en Cristo con el poder que rige desde el trono. Empezó a fluir desde Jerusalén. De allí fluyó a Antioquía, y de Antioquía se tornó hacia el occidente; fluyó a Asía, y al pasar por Asia fluyó a Macedonia, a Europa. Este es un cuadro del fluir de la corriente de la vida divina, y en el fluir de esta corriente está la obra de Dios. Al fluir, Dios obra; al fluir, Dios predica Su evangelio; al fluir, Dios lleva a las personas a la salvación. Existe una corriente que podríamos llamar la corriente o el torrente de la obra. Donde ésta fluye, allí está la obra de Dios.

  Esta corriente fluyó de regreso al mundo occidental como suministro a Su Cuerpo. Acudimos al Señor para que ésta aumente en este país y a todas las partes del mundo. Recordemos esto en nuestras oraciones, estemos listos para ir con el Señor a fin de que esta corriente pueda tener una vía libre para que fluya sin obstáculo en nosotros. Debemos ser fieles al fluir de esta corriente de la vida divina, que trae la comunión del Cuerpo, el testimonio del Señor Jesús y la obra de Dios.

UNA SOLA CORRIENTE

  El fluir de la vida divina, que empezó el día de Pentecostés y que sigue fluyendo por todas las generaciones hasta hoy, es una sola corriente. Adondequiera que va, dondequiera que fluye, no son muchas, sino una sola corriente. Lea el libro de Hechos y allí verá que hay una sola corriente. Esta corriente empezó en Jerusalén y fluyó a Antioquía, y de Antioquía se tornó a Asia y fluyó allí. Luego un día el Señor quiso que la corriente fuera a Europa, a Macedonia, pero el apóstol que estaba obrando en el fluir de la corriente no lo vio claramente. Pero con el tiempo vio claramente que el fluir iba de Asia a Europa, y que él tenía que cooperar con ese fluir. Es una historia conocida. De Macedonia la corriente siguió su senda a Corinto, a Roma, a España y a toda parte de Europa. Según la historia, de Europa fluyó hacia el occidente, a América; del occidente fluyó al oriente y al sur. Al leer la historia de la iglesia descubrimos que esta corriente nunca ha cesado, y vemos que en cada lugar donde fluyó esta corriente, era una sola corriente. Era una en Jerusalén, en Antioquía, en Asia, en Europa y una en todo lugar donde fluyó. Necesitan ver claramente que nunca han existido dos corrientes. Hay una sola corriente, y ustedes deben permanecer en esta corriente única. (La corriente divina, págs. 6-7, 8, 12)

LA INTENCIÓN DE REALIZAR UNA OBRA ADICIONAL DENTRO DE LA ÚNICA OBRA DEL RECOBRO DEL SEÑOR

  El problema que actualmente existe entre nosotros vino de algo que, en el pasado, estaba escondido. Una de esas cosas que estaban escondidas era la intención de realizar una obra adicional dentro de la única obra del recobro del Señor. En el recobro existe una obra definida, la cual tiene como finalidad la edificación de las iglesias locales para la edificación del Cuerpo universal de Cristo. En esto consiste la obra. Pero entre nosotros se dio el caso de alguien que quería realizar una obra adicional dentro de la obra. Esta persona no estaba dispuesta a dejar el recobro ni a renunciar a la vida de iglesia, sino que insistía en tener una obra particular por su propio esfuerzo dentro del recobro. Éste fue un factor causante de división. (Entrenamiento para ancianos, libro 10: El ancianato y la manera ordenada por Dios (2), págs. 20-21)

  * * *

  Los colaboradores en todas las regiones deben llevar a cabo una misma obra universalmente, con miras al único Cuerpo. Debemos llevar a cabo una sola obra. En el recobro del Señor no deben existir diversas obras. En el pasado tuvimos varias obras en el recobro, y esto todavía perdura entre nosotros. Existe el riesgo y el peligro de que estas diferentes obras resulten en divisiones. Tenemos que considerar nuestra situación actual a fin de que las diferentes obras sean eliminadas. Sólo debe haber una sola obra. Ni siquiera Pablo y Pedro llevaron a cabo dos obras distintas. Aunque ciertamente laboraron en regiones diferentes, ellos realizaron una sola obra, que consistía en edificar el Cuerpo de Cristo. (Entrenamiento para ancianos, libro 11: El ancianato y la manera ordenada por Dios (3), págs. 134-135)

EL PUNTO DE PARTIDA DE LA OBRA ES LA UNIDAD DEL CUERPO

  El punto de partida de la obra en Antioquía fue enviar dos o tres hombres. Sin embargo, si los obreros son enviados por la obra, entonces puede que surja la cuestión de la organización. Para estas reuniones han venido hermanos de diferentes localidades por cuenta propia. Este tipo de reuniones no es el producto de una organización, de enseñanzas o doctrinas; sino de la necesidad que tiene el Cuerpo. Hay un sólo Cuerpo. Lo que se manifiesta en todo lugar es la misma vida; esta vida es la realidad del Cuerpo. La obra procede de esta realidad. Este es el estándar del Señor. Si comparamos nuestra obra con el estándar del Señor, ciertamente veremos que estamos escasos. El Señor nos ha mostrado hoy que las obras individuales nunca alcanzarán el estándar del Cuerpo. Si no vemos esto y más bien insistimos en nuestras obras individuales, chocaremos contra un muro de piedra. Todas las obras que no sean el resultado de la vida del Cuerpo tarde o temprano chocarán contra un muro de piedra. El Señor nos guiará al punto donde tendremos que tomar el camino del Cuerpo. Él nos guiará al punto donde no podremos seguir adelante ni incluso vivir si no tomamos el camino del Cuerpo. Si un hombre cae al río, de seguro que gritará para que lo ayuden. De la misma manera, el Señor nos obligará a pedir ayuda para ser rescatados de nuestras obras individuales. Este es el punto de partida de la obra. El punto de partida de la obra es la unidad del Cuerpo. (The Collected Works of Watchman Nee, t. 57, págs. 74-75)

REALIZAR ÚNICAMENTE LA OBRA DEL RECOBRO DEL SEÑOR

  Cualquiera que tenga la visión fácilmente puede darse cuenta de que ni el hermano Nee ni yo llevamos a cabo una obra personal; nuestra obra es la obra de recobro que el Señor realiza a favor de la edificación del Cuerpo de Cristo. Digo esto con la esperanza de poder influenciarlos. El hermano Nee ejerció una gran influencia sobre mí, y espero que él también pueda ejercer tal influencia sobre ustedes.

  Si todos hacemos la obra del recobro del Señor, existiría un solo Cuerpo. Pero si tres o cinco personas que tienen la misma idea salen a la obra en una pequeña región, el resultado no será unidad ni unanimidad; más bien, ese resultado creará división. Ésta es la razón por la que en disturbios.

  Si miramos en retrospectiva, ¿cuál fue el fruto de la labor del hermano Nee, y cuál ha sido el fruto de mi labor? Todo este fruto queda aquí para que el Señor pueda mostrar gracia a Sus hijos; la obra que llevamos a cabo es el recobro del Señor. Espero que todos podamos ver esto. Tenemos que ver el Cuerpo de Cristo y ver esta visión con toda claridad. Esta visión debe convertirse en la visión que nos rige y nos regula. Debemos hacer la obra del recobro del Señor bajo esta visión. La obra del recobro del Señor es la obra de Su economía, la obra del Cuerpo de Cristo. (La visión que nos rige y nos regula según se halla en la Biblia, págs. 35, 36)

  * * *

  La iglesia es la vida del Cuerpo en miniatura; el ministerio es la función que realiza el Cuerpo en servicio; la obra es la propagación del Cuerpo en crecimiento. La iglesia, el ministerio, ni la obra pueden existir como una entidad separada. Cada uno tiene que obtener su existencia del Cuerpo, encontrar su lugar en el Cuerpo, y laborar por el bien del Cuerpo. Los tres son del Cuerpo, están en el Cuerpo, y existen para el Cuerpo. Si este principio de relación con el Cuerpo y correlación entre sus miembros no es reconocido, no puede haber iglesia, ni ministerio, ni obra. La importancia de este principio no puede enfatizarse lo suficiente, porque sin él, todo es obra de hombres, no es la creación de Dios. El principio básico del ministerio es el Cuerpo. El principio básico de la obra es el Cuerpo. El principio básico de las iglesias es el Cuerpo. Hoy en día, el Cuerpo es la ley que gobierna la vida y la obra de los hijos de Dios. (La vida cristiana normal de la iglesia, págs. 228-229)

LA REALIDAD DEL CUERPO DE CRISTO

  Ahora pasaremos a ver la realidad del Cuerpo de Cristo. La realidad del Cuerpo de Cristo es el Espíritu, y el Espíritu es la resurrección. El hermano Nee dijo: “El Espíritu Santo es la realidad de la resurrección; sin el Espíritu Santo, no hay resurrección”. En Juan 11:25 el Señor Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”. Él no sólo es la vida, sino también la resurrección. Sin embargo, casi todos nosotros entendemos que el Espíritu es vida, pero no podemos comprender que el Espíritu es resurrección. El Señor Jesús dijo que Él es la resurrección. ¿Qué es esta resurrección? Esta resurrección es la máxima consumación del Dios Triuno. La obra del Dios Triuno en nosotros tiene como fin producir el Cuerpo de Cristo, cuya realidad es el Espíritu, el Cristo pneumático. Este Espíritu es el Dios Triuno consumado, la resurrección, y como tal, obra en nosotros. Cuando tenemos el Cristo pneumático, el Dios Triuno consumado, la resurrección, somos en la práctica el Cuerpo de Cristo. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, pág. 43)

EL DESEO DE LLEVAR A CABO, JUNTO CON SU AMADO, LA OBRA QUE ESTÁ DIRIGIDA AL MUNDO ENTERO

  “Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas” (v. 11). En este versículo se revela que ella desea llevar a cabo juntamente con su Amado la obra destinada al mundo entero, al peregrinar de un lugar a otro. Esto indica que ella no es sectaria. En la obra del Señor, no es fácil mantener nuestra obra abierta a los demás y no hacer de ella una obra exclusivamente nuestra. Debemos aprender a mantener la obra abierta, para que otros puedan venir y peregrinar allí, y para que nosotros podamos peregrinar a otra parte. Esto es mantener una sola obra en el Cuerpo único. (Estudio-vida de Cantar de los Cantares, págs. 59-60)

LA OBRA CENTRAL DE DIOS

  Hoy en día nosotros debemos ver cuál es la obra de Dios y tenemos que conocer cuál es la obra central de Dios en el hombre. Tenemos que ser guiados para ver la manera de recibir la vida de Dios. Después que recibimos esta vida, debemos conocer cómo vivir en esta vida, a fin de que Dios pueda tener un camino entre nosotros. Esta es la obra central de Dios [...] Lo que necesitamos hoy en día no son obras periféricas, sino la obra central de Dios. (Messages Given During the Resumption of Watchman Nee’s Ministry, t. 1, págs. 151-152)

LA OBRA CENTRAL DE DIOS: FORJARSE A SÍ MISMO DENTRO DEL HOMBRE

  Efesios 3:19 habla de la plenitud de Dios. Esta plenitud es el contenido. El deseo de Dios es llenarnos con este contenido. El versículo 20 nos muestra cómo Dios lleva esto a cabo, es decir, cómo Él nos llena con Su plenitud. La obra principal de Dios hoy en día es forjarse a Sí mismo dentro del hombre. A menos que nuestro vivir, nuestro andar y nuestra obra estén ligadas con el centro de Dios, todos éstos desaparecerán. Incluso las que llaman bendiciones y paz se acabarán. Lo único que permanecerá es la obra central de Dios dentro de nosotros. Sé que muchos pensarán que lo que estoy diciendo es incorrecto, y sé que muchos malentenderán mis palabras. Pero si un hombre ama al Señor con un corazón puro, él verá la revelación.

LA OBRA DE DIOS EN EL TIEMPO CONSISTE EN FORJARSE A SÍ MISMO DENTRO DEL HOMBRE

  Todo aquello que no pertenezca a Dios mismo, aun si fue creado por Él, todo se acabará. Los cielos, la tierra y todas las cosas, incluso nosotros mismos, todas desaparecerán, porque los cielos, la tierra, y todas las cosas, incluso nosotros, no somos Dios mismo. Esta es la razón por la cual todo esto se acabará. Sin importar cuán buenos ustedes sean, y cuán agradables y limpios parezcan ser, todo perecerá. Claro está, hablando en términos humanos, siempre es mejor hacer lo bueno que lo malo. Pero lo bueno y lo malo proceden del árbol del conocimiento del bien y del mal y son iguales delante de Dios. Todo aquello que no provenga de Dios se acabará. Los chinos tienen un dicho: “La humildad produce ganancia, mientras que la arrogancia produce pérdida”. Pero ambas cosas también desaparecerán. Hoy no estamos evaluando los asuntos desde un punto de vista temporal, sino más bien, los estamos evaluando desde un punto de vista eterno. Muchas cosas parecen ser buenas en el tiempo, pero no perdurarán por la eternidad. El bien es algo que existe en el tiempo; no puede entrar en la eternidad. Hacer el bien es la meta de los que están en el mundo, pero la meta de los cristianos pertenece a la eternidad. En la eternidad existe solo lo que le pertenece a Dios. Solamente las cosas de Dios son eternas. Si bien es cierto que las cosas de Dios pasan a través del tiempo, sin embargo éstas proceden de la eternidad y se extienden por la eternidad. Todo aquello que Dios lleva a cabo en el tiempo y en el mundo es para el cumplimiento de Su propósito eterno, el cual es forjarse a Sí mismo dentro del hombre. Sólo cuando Dios se forja en el hombre se puede cumplir el propósito eterno de Dios. Dios pasa por el tiempo a fin de poder forjarse a Sí mismo dentro del hombre, es decir, con miras a que Él se mezcle a Sí mismo dentro del hombre. (págs. 125-126)

A DIOS LE IMPORTA MÁS LA PERSONA QUE LAS COSAS

  En la iglesia lo más importante es la persona. La importancia de la persona excede mucho más que cualquier obra. En el mundo es lo opuesto; pues allí la obra es más importante que la persona. Pero para nosotros la persona es más importante. El tiempo está entre las dos eternidades; y tanto la creación como la redención se efectuaron del tiempo. En el período del tiempo, Dios hace muchas cosas. Sin embargo, la meta principal de Dios no son las obras, sino ganar personas a través de las obras. Dios no trabaja por amor al trabajo, sino por el bien de ganar hombres a través de Sus obras. Dios no está aquí meramente para llevar a cabo una obra, sino para usar Su obra a fin de ganar a algunas personas. Por ende, nuestra perspectiva tiene que cambiar. (pág. 189)

LA PERSONA ES EL MÉTODO QUE DIOS TIENE Y LA MANERA EN QUE HACE LAS COSAS

  El servicio de los ancianos tiene que ver con la persona del anciano. No depende del método, sino de la persona. En el Nuevo Testamento es muy difícil encontrar cuál es el método o la manera de servir. En algunos lugares parece como si hablara acerca del método o la manera de hacer las cosas, pero en verdad el énfasis aún está en la persona misma. La persona es el camino y la persona es la obra de Dios. Si Dios no gana a la persona, no tendrá obra ni tendrá un camino. El camino es el curso que toma la persona. Si Dios no gana al hombre, Él no tendrá un curso que tomar. El hombre piensa que lo más importante que puede hacer es encontrar un buen camino. Sin embargo, la obra de Dios no incluye darnos las maneras de hacer las cosas, sino en ganar a las personas. Si Dios puede ganar a dos o tres hermanos aquí, Él tendrá un camino. Aunque les presente a ustedes la mejor manera de ser un anciano, ésta será inútil si la persona es incorrecta. Nosotros, las personas, debemos ser ganados por Dios. Tenemos que aprender a ser personas apropiadas más que aprender a hacer las cosas apropiadamente. No tiene sentido hacer las cosas apropiadamente si la persona no es la apropiada. Lo que usted es, eso es lo que hace. Usted no puede servir a Dios más allá de lo que usted es como persona. Hudson Taylor dijo en su libro Unión y comunión que lo que somos es más importante que lo que hacemos. Esta palabra dejó una profunda impresión en mí. Nosotros debemos saber cómo ayudar a los hermanos y a las hermanas apropiadamente. (págs. 59-60)

  * * *

  Tenemos que recordar todo el tiempo que la necesidad hoy en día es que Dios se forje a Sí mismo en nosotros en vez de que nosotros trabajemos para Dios. Todos aquellos que sólo trabajan para Dios y no permiten que Dios se forje en ellos finalmente serán rechazados. Sólo aquellos que permiten que Dios se forje en ellos por las varias circunstancias, personas, asuntos y eventos serán bendecidos por Él. (pág. 111)

  * * *

  Amar al Señor Jesús no significa laborar para Él. Esto no tiene ningún valor para el Señor Jesús. Si no cree esto hoy, algún día lo creerá. Pero entonces será demasiado tarde. Lo que importa no es que nosotros obremos para Él, sino que Él obre en nosotros. No debemos ser simplemente Sus obreros, sino Su obra (Ef. 2:10). Debemos absorber al Señor para que Él pueda perfumarnos y transformarnos. Entonces avanzaremos de una figura a la otra y llegaremos a la etapa representada por el palanquín y la corona. Sin embargo, después de esto aún tendremos que avanzar hasta ser el huerto y la ciudad. ¡Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y llevarnos hasta esta consumación! La vida y la edificación son los dos puntos principales del recobro del Señor. Es por ello que debemos llegar a ser el huerto y la ciudad. (La vida y la edificación como se presentan en Cantar de los Cantares, págs. 90-91)

EL BUEN ÁRBOL DA BUENOS FRUTOS, UN ÁRBOL MALO DA MALOS FRUTOS

  No creo que haya nada más real que las cosas en la esfera espiritual. Una persona no puede engañar a Dios. Tampoco puede engañarse a sí mismo, y no puede engañar a los santos. De aquí a dos años usted verá el efecto de mis palabras de hoy día. La clase de persona que usted sea determinará la clase de hijos que producirá. Aquellos que aman el mundo producirán cristianos que aman el mundo. Aquellos hermanos y hermanas que buscan la moda moderna, si es que pueden traer algunos a la salvación, traerán a los que son poco serios y superficiales. Aquellos que tienen un temperamento fuerte ciertamente traerán cristianos que tienen mal genio. Un buen árbol da buenos frutos y un árbol malo da malos frutos (Mt. 7:17-18). La clase de persona que somos determina la clase de frutos que producimos. (Messages Given During the Resumption of Watchman Nee’s Ministry, t. 1, págs. 62-63)

  * * *

  El hermano Watchman Nee solía decirnos que algunos hermanos edifican doce pulgadas por lo que hacen y derriban catorce con lo que son. Esto quiere decir que ellos derriban más de lo que edifican; por eso es mejor que no hagan nada. Podemos edificar algo con nuestra doctrina y conocimiento bíblicos, pero hacemos más daño de lo que edificamos debido a la carencia que tenemos de la humanidad de Jesús. En la vida de iglesia necesitamos la humanidad de Jesús mucho más que los dones, mucho más que el llamado bautismo o el conocimiento de la Biblia. (Cristo como la realidad, pág. 122)

LA META ÚNICA DE LA OBRA CRISTIANA

  Según la revelación del Nuevo Testamento en su totalidad, la meta única de la obra cristiana debe ser la Nueva Jerusalén, que es la meta final de la economía eterna de Dios.

LA CAUSA PRINCIPAL DE LA DEGRADACIÓN DE LA IGLESIA

  La degradación de la iglesia se debe principalmente a que casi todos los obreros cristianos se distraen con muchas cosas que no tienen como meta la Nueva Jerusalén.

VENCER TODO LO QUE REEMPLAZA A LA NUEVA JERUSALÉN COMO NUESTRA META

  Así que, durante la degradación de la iglesia, para ser un vencedor que responde el llamado del Señor, se requiere que venzamos no sólo lo negativo, sino aún más lo positivo que reemplaza a la Nueva Jerusalén como la meta.

LA META DE UN VENCEDOR

  La meta de un vencedor debe ser única y exclusivamente la meta de la economía eterna de Dios: la Nueva Jerusalén. (Los grupos vitales, pág. 135)

LA COMUNIÓN QUE DIO EL HERMANO LEE EL 6 DE ABRIL DE 1997

  Lo siguiente es una comunión dada por el hermano Witness Lee el 6 de abril de 1997:

  Los colaboradores tienen que ver que nosotros sólo debemos hacer una obra, la cual es hacer al pueblo escogido de Dios personas que han sido regeneradas, santificadas, renovadas —el nuevo hombre— transformadas, conformadas —personas conformadas a la imagen del Hijo primogénito de Dios— y glorificadas. Todos los que estarán en la Nueva Jerusalén son esta clase de personas.

  Específicamente, Dios procede paso a paso para hacer que un escogido de Dios sea una persona regenerada, santificada, renovada, transformada, conformada a la imagen del Hijo primogénito de Dios e incluso glorificada por Dios. De esta manera, nosotros subimos de un nivel a otro nivel hasta que alcanzamos el punto más elevado, donde todos llegamos a ser lo mismo. Ya no hay más carne ni ser natural. Todos están en el espíritu. Todos son el reino de los cielos y todos son seres de la Nueva Jerusalén. Este es el punto más elevado. Si usted entiende esto, podrá explicarlo a los hermanos y hermanas, y podrá pedirles que hablen lo mismo. (The Ministry, t. 1, núm. 1, octubre 1997, pág. 49)

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