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Mensajes del libro «Economía de Dios, La»
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La economía de Dios

PREFACIO

  Los siguientes capítulos son mensajes que fueron dados en Los Angeles en la conferencia de verano de 1964. Se ha conservado la forma hablada en que fueron dados. El autor ruega a todos los lectores que pongan su atención en las realidades espirituales que estos mensajes conllevan, más que en el lenguaje en sí.

  Tal vez la palabra “economía” usada en el título de este libro parezca un poco extraña al lector. “La economía de Dios” es una cita de 1 Timoteo 1:4, conforme al griego. La palabra “economía” en griego es “oikonomía”, que primordialmente significa administración de una casa, manejo de una casa, arreglo y distribución, o dispensación (de riquezas, propiedades, asuntos, etc.). Se usa con la intención de dar énfasis al punto central de la divina empresa de Dios, la cual es distribuirse o dispensarse a Sí mismo en el hombre.

  Las tres Personas de la Deidad son para la economía de Dios, para la distribución divina, para la santa dispensación. El Padre como fuente está incorporado en el Hijo, y el Hijo como cauce es hecho real en el Espíritu, quien es la transmisión. Dios el Padre es Espíritu (Jn. 4:24), y Dios el Hijo, el postrer Adán, fue hecho Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Todo está en Dios el Espíritu, quien es el Espíritu Santo revelado en el Nuevo Testamento. Hoy día, este Espíritu Santo, con la plenitud del Padre, en las riquezas del Hijo, ha entrado en nuestro espíritu humano y habita allí a fin de impartir en nuestro mismo ser todo lo que Dios es. Esto es la economía de Dios, la dispensación divina. El Espíritu Santo de Dios habitando en nuestro espíritu humano para dispensar en nuestro ser todo lo que Dios es en Cristo, es el foco, el centro mismo de esta misteriosa distribución del Dios Triuno. Este es el campo de batalla de la guerra espiritual. De qué manera, por medio de muchas cosas buenas y hasta bíblicas, el enemigo sutil ha estado y está todavía distrayendo de este centro de la economía de Dios a los santos de Dios, aun a los que le buscan diligentemente. En semejante tiempo de confusión, tal como en los tiempos en que fueron escritas las Epístolas a Timoteo, debemos ser reducidos y aun dirigidos al Espíritu divino y todo-inclusivo en nuestro espíritu humano a fin de que seamos guardados de errar el blanco de la economía divina. Por lo tanto, hoy día es básicamente necesario regresar a nuestro espíritu humano así como permanecer en él y ejercitarlo a fin de hacer real el Espíritu de Dios. Haciendo esto podemos participar de toda la plenitud de Dios por medio de disfrutar las inescrutables riquezas de Cristo. Que el Señor nos conceda la gracia para que seamos introducidos en tal entendimiento y para que lo pongamos en práctica en nuestra vida diaria y en todo lo que hagamos.

  A fin de lograr una aplicación adecuada y un mejor resultado, todos los mensajes de este libro deben leerse con un espíritu de oración. Será del mayor beneficio orar-leer todas las citas bíblicas de cada capítulo y acompañar siempre la lectura con oración. Que la presencia del Señor y Su dulce unción interior sea reconocida por todos los lectores en su lectura de estos mensajes en el espíritu.

  Witness Lee Los Angeles, California, EE.UU. 11 de enero de 1968

LAS ETAPAS DE LA ECONOMIA DE DIOS

  Hemos visto el propósito de Dios y qué es lo que Dios dispensa; ahora debemos comprender cómo Dios es dispensado por medio de Su economía. En otras palabras, lo que Dios dispensa en el hombre es Espíritu, pero ahora necesitamos ver los medios por los cuales El hace esto. Es mediante Su Trinidad. El Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es la verdadera economía de la Deidad. Durante los siglos pasados el cristianismo ha tenido muchas enseñanzas acerca de la Trinidad, pero la Trinidad no puede ser adecuadamente entendida a menos que se le relacione con la economía divina. ¿Por qué se requieren las tres Personas de la Deidad para el desarrollo de Su economía? Sabemos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres Dioses diferentes, sino un Dios que se expresa en tres Personas. Sin embargo, ¿cuál es el propósito de que haya tres Personas en la Deidad? ¿Por qué existen Dios el Padre, Dios el Hijo y también Dios el Espíritu Santo? Se debe a que sólo por medio de la Trinidad pueden ser provistos los medios esenciales por los cuales Su Espíritu es dispensado en nosotros.

  Segunda Corintios 13:14 muestra las etapas de la economía de Dios mediante la Trinidad. “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Aquí tenemos la gracia del Hijo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. ¿Qué significa esto? ¿Son éstos tres Dioses diferentes? ¿Acaso el amor, la gracia y la comunión son tres cosas diferentes? No. El amor, la gracia y la comunión son un solo elemento en tres etapas: el amor es la fuente, la gracia es la expresión del amor y la comunión es la transmisión en gracia de este amor. Del mismo modo, Dios, Cristo y el Espíritu Santo son un solo Dios expresado en tres Personas: Dios es la fuente, Cristo es la expresión de Dios, y el Espíritu Santo es la transmisión que introduce en el hombre a Dios quien está en Cristo. Por lo tanto, las tres Personas de la Trinidad vienen a ser las tres etapas sucesivas del proceso de la economía de Dios. Sin estas tres etapas, la esencia de Dios no podría jamás ser dispensada en el hombre. La economía de Dios se desarrolla desde el Padre, en el Hijo y mediante el Espíritu.

(1) Desde el padre

  Dios el Padre es la fuente universal de todas las cosas. El es invisible e inaccesible. ¿Cómo puede Dios el Padre, que habita en luz inaccesible (1 Ti. 6:16), estar dentro de nosotros? ¿Cómo podemos ver al Padre invisible? Si Dios fuera solamente Padre, sería inaccesible y no podría ser dispensado en el hombre. Sin embargo, mediante el arreglo divino de Su economía, El se puso a Sí mismo en Su Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, a fin de hacerse disponible para el hombre. Toda la plenitud del Padre habita en el Hijo (Col. 1:19; 2:9) y se expresa por medio del Hijo (Jn. 1:18). El Padre, la inagotable fuente de todo, está incorporado en el Hijo. El Dios inaprehensible está ahora expresado en Cristo, la Palabra de Dios (Jn. 1:1); el Dios invisible está revelado en Cristo, la imagen de Dios (Col. 1:15). Así que, el Hijo y el Padre son uno (Jn. 10:30), y aun el Hijo es llamado el Padre (Is. 9:6).

  Anteriormente era imposible que el hombre tuviera contacto con el Padre. El era exclusivamente Dios, y Su naturaleza era exclusivamente divina. El Padre no tenía nada para llenar el vacío que había entre Dios y el hombre. Pero ahora El no sólo ha tomado cuerpo en el Hijo, sino que también se ha encarnado en la naturaleza humana. Al Padre le ha placido combinar en el Hijo Su propia divinidad con la humanidad. Por medio de la encarnación del Hijo, el Padre que era inaccesible es ahora accesible al hombre. Mediante esto, el hombre puede ver al Padre, tocar al Padre y tener comunión con el Padre por medio del Hijo.

  Podemos mostrar esta relación por medio de sumergir un pañuelo blanco en un tinte azul. La divinidad del Padre podría asemejarse originalmente al pañuelo blanco. Este pañuelo sumergido en el tinte azul representa al Padre en el Hijo, encarnándose en la humanidad. Ahora la prenda blanca se ha tornado azul. Exactamente así como el color azul fue añadido al pañuelo, así la naturaleza humana fue añadida a la naturaleza divina, y las dos naturalezas, que antes estaban separadas, se han hecho una sola. Por lo tanto, la primera etapa del dispensar de Dios en el hombre se efectúa mediante el habitar corporalmente y el encarnarse en el Hijo como hombre, de este modo reproduciéndose a Sí mismo en el hombre.

(2) En el hijo

  La segunda etapa para introducir a Dios en el hombre se lleva a cabo mediante la segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios. Para comprender la segunda etapa de la economía de Dios, necesitamos saber lo que Cristo es. ¿Cuáles son los elementos que constituyen a Cristo? ¿Cuáles son los ingredientes que, combinados, constituyen a Cristo?

  Son siete los elementos básicos que constituyeron esta maravillosa Persona, seis de los cuales fueron añadidos a lo largo de Su historia. En primer lugar, Cristo es la divina forma corpórea de Dios. Este primer elemento de Cristo es la divina esencia y naturaleza de Dios.

  El segundo elemento, Su encarnación, es el mezclar de Su naturaleza divina con la naturaleza humana. Mediante Su encarnación, El introdujo a Dios en el hombre y mezcló la divina esencia de Dios con humanidad. En Cristo existe no solamente Dios, sino también hombre.

  El tercer elemento que fue añadido a Sus naturalezas divina y humana fue Su vivir humano. Este glorioso Dios-hombre vivió en la tierra por treinta y tres años y medio y experimentó todas las cosas comunes y corrientes que constituyen la vida humana cotidiana. El evangelio de Juan, el cual enfatiza que El es el Hijo de Dios, también nos dice que El se cansaba, que le daba hambre y sed, y que lloraba. Los sufrimientos que experimentó también eran parte de Su vida cotidiana, e incluyeron muchas dificultades, problemas, pruebas y persecuciones terrenales.

  Su experiencia de la muerte es el cuarto elemento. El descendió a muerte. Sin embargo, El no sólo entró en la muerte sino que pasó por muerte. Esto produjo una muerte muy eficaz. La muerte de Adán es terrible y caótica, pero la muerte de Cristo es maravillosa y eficaz. La muerte de Adán nos esclavizó a la muerte, mientras que la muerte de Cristo nos liberó de la muerte. Aunque la caída de Adán introdujo en nosotros muchos elementos malignos, la eficaz muerte de Cristo que está dentro de nosotros es el poder aniquilador que mata todos los elementos de la naturaleza de Adán.

  Por lo tanto, en Cristo se encuentran la naturaleza divina, la naturaleza humana, la vida humana cotidiana con sus sufrimientos, y también la eficacia de Su muerte. Pero además hay otros tres elementos en Cristo. El quinto elemento es Su resurrección. Después de Su resurrección, Cristo no se despojó de Su humanidad para hacerse solamente Dios de nuevo. ¡Cristo todavía es hombre! Como hombre, El tiene mezclado con Su humanidad el elemento adicional de la vida de resurrección.

  El sexto elemento que se encuentra en Cristo es Su ascensión. Por Su ascensión a los cielos, El está por encima de todos los enemigos, principados, potestades, dominios y autoridades. Todos están bajo Sus pies. Por lo tanto, mezclado con El está el poder trascendente de Su ascensión.

  Finalmente, el séptimo elemento que se encuentra en Cristo es Su entronización. Cristo, el hombre que tiene la naturaleza humana, está entronizado en el tercer cielo como Cabeza exaltada de todo el universo. El está en los lugares celestiales como Señor de señores y Rey de reyes.

  Necesitamos por lo tanto recordar estos siete elementos maravillosos que están en El: la naturaleza divina, la naturaleza humana, la vida humana cotidiana con sus sufrimientos, la eficacia de Su muerte, el poder de resurrección, el poder trascendente de Su ascensión y la entronización. Todos estos elementos están mezclados en este maravilloso Cristo.

(3) Por el espiritu

  Sin embargo, Dios no puede entrar en nosotros por el Hijo. Conforme a las primeras etapas de Su economía, el Padre se puso en el Hijo y el Hijo tiene los siete elementos mezclados dentro de Sí. Pero todavía necesitamos otra etapa, una tercera y última etapa para que Dios se dispense a Sí mismo en el hombre. La primera etapa fue que el Padre mismo se incorporó en el Hijo; la segunda etapa fue que el Hijo se encarnó en humanidad a fin de mezclar en El estos siete maravillosos elementos; la tercera etapa consiste en que tanto el Padre como el Hijo están ahora en el Espíritu. Todo lo que está en el Padre, está en el Hijo, y tanto el Padre como el Hijo, con todos los elementos que se encuentran en Cristo, son introducidos en el Espíritu.

  Después de la ascensión del Señor, el Espíritu Santo ya no es lo mismo que el Espíritu de Dios de los tiempos antiguotestamentarios. El Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento sólo tenía un elemento: la divina naturaleza de Dios. Como Espíritu divino, El no tenía los elementos de la naturaleza humana, la vida humana cotidiana, la eficacia de la muerte, la resurrección, la ascensión y la entronización. Hoy día, sin embargo, bajo la economía neotestamentaria, los siete elementos de Cristo han sido puestos en el Espíritu, y este Espíritu todo-inclusivo ha entrado en nosotros y está sobre nosotros. En otras palabras, El está en nosotros y nosotros en El. Este es el verdadero mezclar de Dios con el hombre, que podemos experimentar en cualquier momento. Estamos interna y externamente mezclados con el Espíritu Santo.

  ¿Qué es el Espíritu Santo? Es el Espíritu de Verdad (Jn. 15:26). Pero, ¿qué es la verdad? El significado de la palabra “verdad”, en griego, es realidad. Por lo tanto, el Espíritu Santo es el Espíritu de Realidad, la realidad plena de Cristo. Así como Dios habita corporalmente en Cristo, también Cristo es hecho real en la maravillosa Persona del Espíritu Santo. Cristo no está separado de Dios y el Espíritu no está separado de Cristo. Cristo es Dios expresado y el Espíritu es Cristo hecho real en la realidad misma.

  “Porque el Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17). Este versículo prueba que el Espíritu Santo no está separado de Cristo. El Señor es Cristo mismo y es mencionado como el Espíritu. “Fue hecho ... el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Co. 15:45). Una vez más las Escrituras señalan que Cristo, el postrer Adán, es el Espíritu. Debemos admitir que este Espíritu vivificante es el Espíritu Santo.

  Además, Dios el Padre también es el Espíritu (Jn. 4:24). Por tanto, las tres Personas de la Deidad son el Espíritu. Si Dios el Padre no fuera el Espíritu, ¿cómo podría El estar en nosotros y cómo podríamos nosotros tener contacto con El? Más aún, si Dios el Hijo no fuera el Espíritu, ¿cómo podría El estar en nosotros y cómo podríamos experimentarlo a El? Puesto que tanto el Padre como el Hijo son el Espíritu, nosotros podemos fácilmente tener contacto con Dios y experimentar a Cristo.

  Veamos los siguientes versículos: “Un Dios y Padre ... el cual es ... en* [*El énfasis, expresado en bastardilla en citas de las Escrituras, es nuestro.] todos” (Ef. 4:6). “Jesucristo está en vosotros” (2 Co. 13:5). “...su Espíritu que mora en vosotros” (Ro. 8:11). Estos tres versículos revelan que Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu están en nosotros. Entonces, ¿cuántas Personas están en nosotros? ¿Tres o una? No debemos decir que en nosotros hay tres Personas separadas, ni tampoco debemos decir que en nosotros hay una sola Persona, sino que el Tres-en-uno está en nosotros. Las tres Personas de la Deidad no son tres Espíritus, sino un solo Espíritu. El Padre está en el Hijo, y el Hijo, con Sus siete maravillosos elementos, está en el Espíritu. Cuando este maravilloso Espíritu Santo entra en nosotros, la Deidad es dispensada en nosotros. Debido a que las tres Personas están en un Espíritu, tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo dentro de nosotros. Más adelante veremos que el Dios Triuno está en nuestro espíritu humano para ser nuestra vida espiritual interior. Esto es el centro mismo de la economía de Dios y éste es el método por el cual la Deidad se dispensa en nosotros. La meta de la economía divina es dispensar al Dios Triuno en un solo Espíritu dentro de nuestro espíritu humano. Por lo tanto, ahora debemos enfocar toda nuestra atención en vivir por el Dios Triuno, quien habita en nuestro espíritu humano. Si nos distraemos de esto, no obstante lo bueno y bíblico que otras cosas sean, sin duda erraremos el blanco de la economía de Dios. Hoy día el Señor está recobrando a Sus hijos por medio de hacer que se centren en esta meta de Su economía divina.

  ¡Señor, la vida en mí eres Tú,     Y todo para mí! Subjetivo y disponible     Te experimento en mí.

      Coro:     Tú, el Espíritu eres,     Querido y cerca a mí;     ¡Cómo disfruto que estás         Tan disponible a mí!

  En todas mis necesidades     Tú eres rico suplir; Suficiente y preparado     Para aplicarte a mí.

  Tu unción tan dulce con Tu poder,     Sostiene al débil hoy; Con Tu suplir de energía,     Fortalecido soy.

  Tu ley de vida en mi corazón,     Regula mi andar; Las riquezas de Tu realidad     Me van a saturar.

  Siempre uno conmigo eres Tú,     Unidad sin igual; ¡Un solo espíritu conmigo     Por la eternidad!

  Himno número 47 de 100 Himnos Seleccionados publicado por Living Stream Ministry

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