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Mensajes del libro «Economía de Dios, La»
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CAPITULO DOS

EL ESPIRITU TODO-SUFICIENTE

EL ESPIRITU ES LA TRANSMISION DE DIOS

  En el capítulo uno vimos que la economía de Dios es que El se dispense a Sí mismo dentro de nosotros mediante las tres Personas de la Deidad. Podemos usar la electricidad como ejemplo de la economía de la Trinidad. Esta incluye la fuente, la corriente y la transmisión. Estas parecen ser tres clases diferentes de electricidad, pero en realidad son una sola. La fuente, la corriente y la transmisión son la electricidad misma. Si no existiera la electricidad, tampoco podrían existir la fuente, ni la corriente, ni la transmisión. Así como la electricidad existe en tres diferentes etapas, así mismo existe un solo Dios con tres Personas. En un extremo está la fuente o el depósito de la electricidad, mientras que en el otro extremo está la transmisión de la electricidad a nuestros hogares. Entre los dos extremos está la corriente. Este es un ejemplo de tres etapas de una misma cosa. Dios como el Padre es la fuente; Dios como Hijo es el cauce y la expresión misma del Padre; y Dios como el Espíritu es la transmisión de Dios dentro del hombre. Por lo tanto, el Padre es el Espíritu, el Hijo también es el Espíritu, y el Espíritu, por supuesto, también es el Espíritu. El Padre está en el Hijo, el Hijo está en el Espíritu y el Espíritu está en nosotros como la misma transmisión de Dios, transmitiendo constantemente todo lo que Dios es y tiene en Cristo.

EL ESPIRITU ES LA DOSIS TODO-INCLUSIVA

  En esta era moderna, en el campo de la medicina, el hombre ha perfeccionado muchas drogas. Algunas medicinas están compuestas de una gran cantidad de elementos y pueden ser administradas en una sola dosis. En la aplicación de una sola dosis, algunos de los elementos pueden destruir gérmenes, otros pueden calmar los nervios, e incluso otros elementos pueden nutrir y refrescar el cuerpo. Esta es una dosis todo-inclusiva. ¿Nos hemos dado cuenta alguna vez de que, en todo el mundo, el Espíritu Santo es la mejor “dosis”? Una sola dosis es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. Todo lo que el Padre y el Hijo son y todo lo que Ellos tienen está en este Espíritu maravilloso. Considere cuántos elementos están en esta dosis: la divina naturaleza de Dios, Su naturaleza humana, Su vivir humano con los sufrimientos terrenales, la maravillosa eficacia de Su muerte, Su resurrección, Su ascensión y Su entronización. ¡Oh, no podemos imaginarnos qué clase de dosis es ésta! Sin embargo, alabado sea el Señor, cada día podemos disfrutarla! Ningún científico ni médico sobre la tierra podría analizar esta maravillosa dosis. Esta es la economía de Dios, la cual es nada menos que Dios mismo dispensándose en nosotros.

  No es un asunto de aprender doctrinas. Cuando era joven, aprendí todas las doctrinas acerca de las diferentes dispensaciones. Me enseñaron que había por lo menos siete dispensaciones. Pero, hablando con propiedad, solamente hay una dispensación que necesitamos: la dispensación de Dios mismo. Los sesenta y seis libros de las Escrituras son una narración completa de esta dispensación única: el dispensar de Dios mismo dentro de nosotros. ¡Oh que participemos de El, todo el día, como la dosis todo-inclusiva en este Espíritu maravilloso! Disfrutemos a Dios mismo, no las doctrinas dispensacionales.

  ¿Es usted un hermano débil? Aquí hay una dosis, una maravillosa dosis para fortalecerlo con poder y potencia divina. ¿Es usted un hermano con muchos problemas? La sanidad está en esta dosis. Una dosis del Espíritu Santo sanará todos los problemas de uno.

  Cuando era joven, me enseñaron que nosotros hemos sido crucificados juntamente con Cristo y que yo debo reconocerme como muerto. Así que desde la mañana hasta la noche, estaba yo alerta para considerarme muerto. Pero cuanto más lo hacía, más vivo estaba. Esto no funcionó debido a que la fórmula fue incorrecta. Un día, después de muchos años, el Señor abrió mis ojos para que viera que la realidad de Su muerte no está en mi reconocimiento, sino en mi disfrute del Espíritu Santo. Esto está revelado en Romanos 8. Romanos 6 solamente nos da la definición, pero Romanos 8 nos da la realidad de la muerte de Cristo, debido a que la eficacia de la muerte de Cristo está en el Espíritu Santo. Mientras más comunión tengamos con Cristo en el Espíritu Santo, más seremos inmolados. La dosis del Espíritu Santo todo-inclusivo contiene el elemento aniquilador. No es necesario considerarnos muertos cuando estamos en el Espíritu Santo, debido a que lo disfrutamos como esta dosis maravillosa. Espontáneamente, todos los gérmenes dentro de nosotros serán exterminados.

  Anteriormente cuando yo odiaba a un hermano, me decían que “el yo odiador” estaba crucificado, y que en vez de odiarlo yo debía amarlo. Así que yo trataba de considerarme muerto, pero esto no me daba resultado. Cuanto más me contaba muerto, más odio sentía hacia él. Luego, un día mientras tenía comunión con el Señor fui lleno de Su Santo Espíritu. ¡Oh cómo fluyeron de mí las lágrimas! Me di cuenta de que el poder aniquilador estaba dentro de mí, matando mi odio y mi orgullo. Automáticamente el amor, mezclado con lágrimas, brotó de mi corazón para con este hermano. ¿Qué fue eso? Eso fue el elemento mortífero, en la maravillosa dosis, la eficacia de la muerte de Cristo en el Espíritu.

  Dentro de este Espíritu de Jesús hay una suministración todo-suficiente. En Filipenses 1:19, la palabra “suministración” es una palabra griega especial que implica “la suministración abundante o todo-inclusiva”. El Espíritu de Jesús es una suministración todo-inclusiva, en la cual todas nuestras necesidades son satisfechas. ¿Qué necesitamos? ¿Necesitamos consuelo? Nadie puede verdaderamente consolarnos, ni aún nuestros propios hijos ni nuestros padres ni nuestras queridas esposas. El verdadero consuelo procede del Espíritu de Jesús que mora en nosotros. Cuando tenemos comunión con Jesús en este Espíritu y cuando vivimos en este Espíritu maravilloso, automáticamente tenemos consuelo interior. No importa cuál sea el ambiente exterior, hay reposo y consuelo en nuestro interior.

  Tal vez digamos: “Yo no sé que hacer. Necesito dirección”. La dirección viviente está en el Espíritu Santo. Cuando tengamos comunión con el Señor y andemos en el Espíritu Santo, espontáneamente tendremos luz en nuestro interior para guiarnos. Todo, incluso la dirección, está en el Espíritu Santo. Hoy en día El está en nosotros como dosis todoinclusiva. No necesitamos pedir o clamar. Solamente necesitamos tomarlo a El, disfrutarlo y alabarlo.

  Por ejemplo, una hermana tenía un problema y no sabía qué hacer. Aunque ella no tenía una dirección clara, ella acudió al Señor y le dijo: “Señor, te alabo porque no tengo guía. Te alabo porque no sé qué hacer. Te alabo porque estoy en tinieblas”. ¿Qué fue lo que sucedió? ¡Cuanto más ella alababa más estaba en la luz! Hagamos lo mismo. Cuando estemos débiles acudamos al Señor y digámosle: “Señor te alabo porque en esta situación estoy débil”. Por medio de tener contacto con El, podremos ver qué Espíritu tan maravilloso es El, quien mora dentro de nosotros para ser el suministro abundante y todo-suficiente.

  En el cristianismo, demasiadas doctrinas están distrayendo del Señor mismo al pueblo del Señor, haciendo que ellos yerren el blanco de la economía de Dios. ¿Cuál es este blanco? Es simplemente el Espíritu Santo todo-inclusivo morando en nuestro espíritu humano. Durante todo el día aprenda a tener contacto con el Espíritu Santo y a seguirlo. Aprenda a tener comunión y tratar con El. El cristianismo nos enseña a tratar con formas, reglamentos y doctrinas. Aun las Escrituras se leen de una manera equivocada, ya que al leerlas se tiene poco o ningún contacto con el Espíritu Santo. Solamente aprendemos doctrinas de lo que está impreso. Necesitamos leer las Escrituras por medio de ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con el Espíritu Santo, y no por medio de usar nuestros ojos para ver las palabras y ejercitar nuestra mente solamente para entender las enseñanzas. Desde la mañana hasta la noche, debemos tener trato con Aquél que mora en nosotros, porque El es el suministro abundante del Señor Jesús.

EL ESPIRITU ES LA MORADA MUTUA

  Juan 14:23 dice que el Padre y el Señor vendrán para hacer Su morada con nosotros. ¿Qué significa esto? ¿Ha tenido usted la experiencia de que el Padre y el Hijo vengan para hacer Su morada con usted? Este es el blanco de la economía de Dios, la cual estamos considerando. Esta morada tiene dos aspectos: el Padre y el Hijo llegarán a ser nuestra morada, y nosotros llegaremos a ser Su morada. Esta es una morada mutua. ¿Cómo puede ser posible esta morada mutua? Solamente mientras estamos en el Espíritu, así como el Padre y el Hijo están en el Espíritu, podemos experimentar este morar mutuo. Cuando estamos en el Espíritu, habitamos en el Hijo y en el Padre, y al mismo tiempo Ellos habitan en nosotros. Solamente entonces tendremos una íntima comunicación y comunión con el Padre y el Hijo. Tendremos una “conversación” interior. Conversaremos con el Señor, y el Señor conversará con nosotros. Estas son las experiencias prácticas de la morada mutua.

EL ESPIRITU ES LA VIDA INTERIOR Y LA VESTIDURA EXTERIOR

  El Señor también es el Espíritu de vida dentro de nosotros que, como agua, nos refresca, fortalece y llena con la vida interior (Jn. 7:37-39).

  El Señor como Espíritu Santo también es asemejado a vestiduras (En Lucas 24:49 la palabra “investido”, en griego, significa “vestido”). La vestidura indica poder y autoridad. Hoy en día cuando alguien está realizando un acto oficial que conlleva responsabilidad, necesita un uniforme. Supongamos que vemos en la calle a un policía vestido de civil, sin uniforme. Nadie lo respetaría como policía. El ha perdido su autoridad debido a que le falta el uniforme. Cuando estamos manejando y vemos a un policía con uniforme inmediatamente tomamos precauciones. Cuando el policía trae puesto su uniforme, él está investido de autoridad. El Espíritu Santo dentro de nosotros es nuestro suministro de vida, y por fuera de nosotros es el uniforme que nos da autoridad. Cuando estamos vestidos de El, tenemos la máxima autoridad del universo.

  Después de la resurrección, el Señor vino a Sus discípulos y sopló en ellos (Jn. 20:21, 22). El llamó a ese mismo aliento el “Espíritu Santo”, porque El mismo es el Espíritu Santo. Todo lo que procede de El debe ser el Espíritu Santo. Sabemos que el aliento es algo relacionado con la vida y algo para la vida. Cuando el Señor sopló el Espíritu Santo dentro de los discípulos, impartió Su Espíritu de vida dentro de ellos. Desde aquel día de Resurrección todos los discípulos recibieron el Espíritu de vida dentro de ellos. Recibieron el beber interior del agua de vida.

  Sin embargo, en aquel tiempo ellos no tenían poder. Todavía no les había sido dado el uniforme. Por lo tanto, el Señor les dijo que esperasen (Lc. 24:49) hasta que El ascendiera a los cielos para ser entronizado como Cabeza y Autoridad del universo. Fue por medio de Su ascensión y entronización que El obtuvo la posición para derramarse a Sí mismo en el Espíritu Santo como autoridad. En el día de Pentecostés descendió el Espíritu Santo, no como vida, sino como poder (Hch. 1:8).

  Por lo tanto, en el día de Resurrección, el cual es el día de la vida, el Espíritu Santo procedió del Señor y entró en los discípulos como el aliento de vida. Pero en el día de Pentecostés, el cual es el día del poder, el Espíritu Santo procedió de la Cabeza entronada y ascendida, y equipó a los discípulos con la autoridad para el servicio. Este es el Espíritu Santo de poder como el uniforme.

  Supongamos que un policía se está preparando para irse a su trabajo. ¿Qué es lo que normalmente hace antes de empezar su trabajo? Por las mañanas él toma algunas tazas de alguna bebida para refrescarse y fortalecerse. Pero, ¿el hecho de ser lleno de esta bebida le hará apto para realizar su trabajo como policía? Si él sale así sin uniforme y grita: “Estoy lleno; ahora soy un policía”, nadie lo respetará. La gente dirá que está loco. Aunque él es un verdadero policía, sin embargo, sin el uniforme no tiene autoridad. Pero cuando él se pone el uniforme, está equipado con el poder de autoridad. Luego, cuando él sale a la calle, todos lo respetan como un hombre que tiene la autoridad de la policía local. No podemos menospreciar este uniforme. Este uniforme representa la autoridad del gobierno. Por otro lado, si el policía no bebe nada por la mañana, estará débil. El podría ponerse su uniforme y ejercer su posición de autoridad, pero él no tendría fuerza ni frescura por dentro.

  Algunos cristianos que están llenos interiormente, no tienen el uniforme, mientras que otros tienen el uniforme apropiado, pero están vacíos interiormente. Necesitamos ambos, ser llenos interiormente y ser equipados exteriormente. Necesitamos el Espíritu Santo del día de Resurrección como vida “dentro de” nosotros y el Espíritu Santo del día de Pentecostés como poder “sobre” nosotros. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo interiormente, también necesitamos ser revestidos del Espíritu Santo exteriormente. Si tenemos ambos aspectos, experimentaremos la bendición de la mezcla del Espíritu Santo por dentro y por fuera. Y, ¿quién es el Espíritu? Recuerde que el Espíritu es la realidad misma del Dios Triuno. Mientras somos llenos y vestidos del Espíritu Santo, somos mezclados con el Dios Triuno. Esto es el blanco de la economía de Dios, el cual no debemos errar.

  ¡Oh, que prestemos atención a este centro, la economía de Dios, y no sólo a la doctrina! Algunos tratan de discutir acerca de doctrinas. Ellos dicen: “¿Qué piensa usted acerca del arrebatamiento?” Muchos cristianos se preocupan por el asunto del arrebatamiento después de la tribulación o antes de la tribulación, el arrebatamiento parcial, o alguna otra cosa. Una vez le dije a un querido hermano: “Mientras tú ames al Señor y vivas por El, cuando El regrese, tú serás arrebatado. ¡Eso es suficiente!” Olvidémonos de doctrinas y aprendamos a amarlo a El. Busque el blanco de Su economía, tenga contacto con el Cristo vivo en el Espíritu Santo, y sea lleno de El y sea vestido de El.

  Algunos discuten acerca de la seguridad eterna, pero la verdadera seguridad es Cristo mismo, no la enseñanza acerca de la seguridad eterna. Mientras tengamos a Cristo, tenemos seguridad. Si no tenemos a Cristo, no tenemos seguridad alguna. La doctrina de la seguridad eterna no es Cristo. La doctrina solamente produce divisiones entre los hijos de Dios. Si amamos a Cristo, andamos por el Espíritu vivo y no enfatizamos las doctrinas, seremos uno con todos los santos. Cuanto más hablemos acerca de doctrinas, más pelearemos. Hoy mientras hablamos acerca del Espíritu Santo, la dosis maravillosa, todos decimos: “¡Amén! ¡Aleluya!”. Pero mañana, si hablamos acerca de la seguridad eterna, algunos dirán: “Lo siento, no puedo estar de acuerdo”. Inmediatamente seremos divididos, y esto significa que habremos errado el blanco. Estaremos enseñando cosas que sólo agitan dudas, en vez de concentrar toda nuestra atención en el blanco de la economía de Dios. ¿Cuál es el blanco? Es el Padre en el Hijo, el Hijo en el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo en nosotros.

  Otros arguyen acerca del bautismo. Por ejemplo, algunos tratan de convencer a otros insistiendo en la aspersión. De nuevo, esto es un asunto de doctrina y no un asunto del Espíritu del Cristo vivo. Debemos aprender a tomar una cosa, y a ser tomados por una sola cosa: Cristo mismo. Debemos aprender a tomar a Cristo en el Espíritu Santo, y a ser tomados por el Espíritu Santo. Aunque es cierto que podemos recibir ayuda de la doctrina, el centro principal de la economía de Dios no es la doctrina, sino el Cristo vivo (Viviente) en el Espíritu Santo.

EL ESPIRITU ES EL ESPIRITU QUE DA VIDA, LIBERA Y TRANSFORMA

  Si durante todo el día tenemos contacto en el maravilloso Espíritu Santo con Aquel que vive, sucederán tres cosas dentro de nosotros. Primero, el Espíritu que da vida impartirá vida (2 Co. 3:6). Cada vez que tengamos contacto con este Espíritu maravilloso, tendremos refrigerio, fortaleza, satisfacción e iluminación interiores. Estas son indicaciones de que Cristo como vida está siendo impartido más y más dentro de nosotros. Tal vez hemos sido cristianos por más de ochenta años, sin embargo todavía necesitamos que el Cristo de Dios como Espíritu vivificante se imparta a Sí mismo dentro de nosotros, y que nos refresque, nos fortalezca, nos satisfaga, nos ilumine y nos llene. Este Espíritu maravilloso está dentro de nosotros para impartir a Cristo como nuestra suministración abundante.

  Luego, el Espíritu Santo nos liberará continuamente (2 Co. 3:17). Muchas opresiones y depresiones durante el día tienden a debilitarnos. Algunas veces la cara de una persona enojada nos deprimirá. Algunas veces es posible que su esposa no se sienta bien y cuando usted regrese a su casa del trabajo, ella se moleste con usted. Después, si asiste a una reunión, usted irá alicaído. Las personas le preguntarán: “¿Qué le sucedió hermano?” Usted dirá: “¡Nada!” Usted no se atreverá a decirles que la conducta de su esposa haya influido en usted. Este pequeño asunto puede agobiarlo y deprimirlo. Sin embargo, si usted tiene contacto con el Cristo vivo dentro de usted, El inmediatamente lo liberará. ¡Usted trascenderá muy por encima de su esposa, y toda la depresión estará bajo sus pies! Usted será liberado hasta el trono en el tercer cielo. Muchas veces cuando ya estaba preparado para asistir a una reunión del ministerio, algo sucedía. Pero aprendí la lección. Yo decía: “Señor, yo estoy en los cielos; no seré turbado por todas estas cosas”. Si estamos en el Espíritu Santo, seremos trascendentes, debido a que en este Espíritu maravilloso están los elementos de ascensión y trascendencia. Cuando estamos en El, los elementos que están en el Espíritu nos liberarán todo el día.

  Por último, mientras El nos imparte vida y nos libera, el Espíritu Santo también nos transforma. Segunda Corintios 3:18, según la traducción apropiada, dice: “Y todos nosotros a cara descubierta, mirando y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, vamos siendo transformados en la misma imagen, de gloria en gloria, como por el Señor Espíritu”. En este versículo tenemos la palabra “transformados”, la cual también está en Romanos 12:2: “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Ser transformado no sólo significa ser cambiado exteriormente, sino también ser cambiado por dentro en naturaleza, y por fuera en forma. Mientras miramos y reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen del Señor, de una etapa de gloria a otra. Cuando se pone algo enfrente de un espejo, el espejo refleja lo que se le pone enfrente. Pero si un espejo se cubre con un velo, el espejo queda encubierto; aun si se pusiera un objeto delante de él, no podría reflejarlo. Si somos un espejo que no tiene velos, reflejaremos a Cristo por medio de mirarlo a El. Este es el proceso de transformación. El Señor es el Espíritu que nos transforma por dentro. Aunque somos muy naturales y aun pecaminosos, el Espíritu transforma nuestra imagen natural a Su gloriosa imagen. Durante todo el día, si vivimos en el Espíritu, El nos transformará por medio de renovar nuestra mente, nuestra emoción y nuestra voluntad. Por medio de saturar nuestra mente, emoción y voluntad con El mismo, El ocupará todo el interior de nuestro ser. Nuestro amor, nuestro odio, nuestros deseos, nuestras preferencias y nuestras decisiones, tendrán Su imagen. Seremos transformados en Su imagen, de gloria en gloria, es decir, hoy somos transformados en la primera etapa de gloria, mañana seremos transformados en la segunda etapa de gloria, y el siguiente día, en la tercera etapa. Cada día aumentará la gloria en nosotros.

  La economía de Dios y la meta de Su economía es que Dios se dispensará a Sí mismo en nosotros y nos mezclará con El mismo en Su gloria. Entonces podremos expresarlo. Seamos fieles a este propósito, mantengámonos asidos a este centro, y sigamos adelante para alcanzar esta meta.

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