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Mensajes del libro «Economía divina, La»
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CAPITULO DOCE

LA ECONOMIA DIVINA EN EL BAUTISMO QUE CRISTO EFECTUO SOBRE TODOS LOS CREYENTES, EN EL ESPIRITU, DENTRO DE UN SOLO CUERPO

  Lectura bíblica: Lc. 24:49; Hch. 1:5, 8; 2:1-4; 11:15, 16; 7-10, 1 Co. 12:13, 28-31; 14:4-6, 19-25; 3:16; 17, 6:19; 2 Co. 1:21, 22; 3:3, 6, 17, 18; Ap. 1:4

  En el Nuevo Testamento se revelan dos aspectos del Espíritu: el Espíritu de vida y el Espíritu de poder. El Espíritu de vida está dentro de nosotros, mientras que el Espíritu de poder está fuera de nosotros. El Espíritu de vida es esencial, y el Espíritu de poder es económico. Lo que es económico no es tan crucial como lo que es esencial. El Espíritu de vida viene a nosotros, se extiende hacia nosotros y entra en nosotros como la esencia divina para constituirnos en algo divino. Sin embargo, el Espíritu de poder no está relacionado con la esencia divina sino con la economía. Muchos lectores y maestros del Nuevo Testamento no han entendido claramente lo concerniente al Espíritu de vida, el cual es el Espíritu esencial, ni lo relacionado al Espíritu de poder, el cual es el Espíritu económico.

DOS LINEAS Y DOS PROMESAS

  Con respecto al Espíritu, en el Nuevo Testamento existen la línea de vida y la línea de poder. En el Evangelio de Juan se habla del Espíritu de vida (6:63; 20:22), y en las Epístolas de Pablo hay muchas referencias al Espíritu de vida. En Romanos 8:2 Pablo usa el término “el Espíritu de vida”, y en 2 Corintios 3:6 él dice: “El Espíritu vivifica”. Sin embargo, en los escritos de Lucas hay otra línea. Lucas 24:49 dice: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. Aquí el poder se refiere al poder del Espíritu. Esto no es algo que está adentro sino algo que está fuera de nosotros. Lucas incluso compara el Espíritu de poder a una prenda de vestir. La ropa es puesta sobre nosotros con cierto propósito. El uniforme de un policía es su vestidura. Al estar en servicio, él tiene que llevar puesto su uniforme. Sin tal uniforme, el policía no tiene autoridad. De la misma manera, los médicos se ponen sus batas blancas. El Espíritu de poder es comparado a un uniforme que nos cubre para que podamos funcionar. El libro de los Hechos es una continuación de los escritos de Lucas. En Hechos 1:5 el Señor Jesús dijo: “Vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo” (gr.). Esto fue para que recibieran poder de lo alto (v. 8).

  La línea de vida es interior; la línea de poder es exterior. En Juan 14:16-17 el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad” (gr.). Esta es la promesa dada por el Señor Jesús con respecto a la venida del Espíritu. Esta promesa no está relacionada con el Espíritu de poder, sino con el Espíritu de vida, y se cumplió en Juan 20 en el día de la resurrección. Cincuenta días después, en el día de Pentecostés, tuvo lugar el cumplimiento de otra promesa, la de Joel 2:28-32 (Hch. 2:16-21). A esto se refería el Señor Jesús en Lucas 24:49. El cumplimento que vemos en Hechos 2 en el día de Pentecostés fue el cumplimiento de la promesa que Dios el Padre hizo en el Antiguo Testamento. En Joel 2, la promesa de Dios el Padre tenia que ver con el Espíritu como poder, el cual capacitaría a la gente para profetizar, para ver visiones y para soñar sueños. Esto no tiene nada que ver con vida.

LA LINEA CENTRAL DE LA REVELACION CON RESPECTO AL ESPIRITU

  El Espíritu de vida, no el Espíritu de poder, es la línea central de la revelación con respecto al Espíritu. La vida de una persona obviamente es más crucial y central que su ropa. Uno puede ponerse o quitarse una prenda de vestir, pero no puede ponerse la vida y luego quitársela. De la misma manera, el Espíritu de vida es esencial; el Espíritu de poder no es esencial. Ya sea que tengamos al Espíritu de poder o no, estamos vivos puesto que tenemos al Espíritu de vida. El Espíritu de vida es esencial para mi constitución y para mi ser, además es esencialmente vital. Sin embargo, el Espíritu de poder no es tan esencial, sino que sólo es económico. La promesa del Señor en Juan 14 con respecto al Espíritu de vida era que nos vivificaría, que nos regeneraría. Hemos sido regenerados por este Espíritu para ser hijos de Dios, y por este Espíritu de vida somos hijos de Dios. Esto es nuestra esencia; es esencial para nuestro ser espiritual y vital para nuestra constitución espiritual. Sin el Espíritu de vida no podríamos ser hijos de Dios, nunca habríamos podido ser regenerados, y nunca podríamos ser constituidos espiritualmente.

RECIBIR ESENCIAL Y ECONOMICAMENTE AL ESPIRITU SANTO

  Conforme a la economía de Dios, aún existía la necesidad del bautismo en el Espíritu Santo. El bautismo no es la regeneración. No debemos confundir el bautismo con la regeneración, como lo hacen algunos creyentes hoy en día. En el día de la resurrección, el Señor Jesús llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). El vino a los discípulos de noche y sopló dentro de ellos, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). En ese momento los discípulos recibieron el Espíritu Santo. Sin embargo, cincuenta días después, en el día de Pentecostés, el Espíritu descendió sobre ellos.

  El Señor Jesús fue concebido y nació del Espíritu Santo (Mt. 1:18). Ya que El había nacido del Espíritu Santo, sin duda tenía al Espíritu Santo esencialmente. No obstante, después de Su bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre El económicamente (Mt. 3:16). Fue igual el caso de los discípulos. En el día de la resurrección, el Espíritu Santo entró en ellos y recibieron el Espíritu Santo esencialmente para su ser y su existencia espirituales. Pero después de cincuenta días, el Espíritu Santo descendió sobre ellos económicamente, así como el Espíritu Santo había descendido sobre el Señor Jesús después de Su bautismo.

  Algunos cristianos tienen la costumbre de preguntar a otros: “¿Ha recibido usted el Espíritu Santo?” Como respuesta a esta pregunta yo haría otras dos. Primero les preguntaría: “¿Antes de que el Señor Jesús fuera bautizado, había El recibido el Espíritu Santo?” Y luego: “¿Antes del día de Pentecostés, habían recibido el Espíritu Santo los discípulos?” Algunos contestarían que antes del día de Pentecostés los discípulos no habían recibido el Espíritu Santo; el Espíritu Santo descendió sobre ellos en el día de Pentecostés, en Hechos 2. No obstante, en Juan 20, en el día de la resurrección, el Señor vino y sopló sobre ellos y dijo: “Recibid el Espíritu Santo”.

  Algunas personas han dicho que esto fue meramente una demostración en la cual nada sucedió, y que el cumplimiento de esta demostración fue cincuenta días después, en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu vino. En cuanto a esto debemos considerar el caso de Pedro. En los cuatro Evangelios, él cometió muchos errores, pero en Hechos capítulo uno, él llegó a ser muy espiritual. El sabía cómo interpretar las Escrituras, y tomó la iniciativa entre los ciento veinte para orar en común acuerdo por diez días (vs. 13-22). Solamente unas pocas semanas antes de esto, los discípulos habían estado peleándose unos con otros (Mt. 20:20-24), pero ahora ellos podían orar juntos en común acuerdo, aun bajo las amenazas de los judíos. No se preocuparon por las amenazas de los judíos. Ellos guardaron la palabra del Señor de que se quedaran en Jerusalén, y oraron juntos en común acuerdo, no sólo el tiempo de una reunión de oración, sino durante diez días. Si no hubieran tenido el Espíritu dentro de ellos, ¿cómo hubieran podido hacer eso? Hubiera sido imposible. Esto fue una clara señal de que antes del día de Pentecostés, en Hechos 1, ellos ya tenían el Espíritu dentro de ellos. Esto era el Espíritu esencial, el Espíritu de vida. En Hechos 1, Pedro y los ciento veinte discípulos eran verdaderamente espirituales. Estaban totalmente en el Espíritu, y estaban llenos del Espíritu interiormente. Por tanto, ellos pudieron ser uno y pudieron orar juntos en común acuerdo durante diez días. Esto fue maravilloso. Ellos hicieron esto, no por sí mismos, sino por el Espíritu de vida. ¿Cuándo entró en ellos el Espíritu de vida? En el día de la resurrección, en Juan 20:22.

  Los discípulos tenían la vida en su interior, pero aún no tenían el poder. Habían bebido el agua viva, pero no tenían el uniforme adecuado. Beber agua es esencial; ponerse el uniforme es económico. Tal vez usted esté bebiendo agua en su cocina, pero cuando sale a reunirse con alguien no puede salir sin la ropa adecuada. Beber agua es esencial para la existencia, pero ponerse la ropa adecuada es económico para reunirse con alguien. En el día de la resurrección los discípulos empezaron a beber el “agua”, sin embargo, no tenían el poder de lo alto que los revistiera. Todos habían recibido el Espíritu Santo, todos habían sido regenerados y todos habían llegado a ser hijos de Dios; pero no habían sido hechos un solo Cuerpo. Individualmente todavía eran hijos de Dios. Ahora, conforme a Su economía, Dios tenía que reunir a todos Sus hijos para bautizarlos en el Espíritu de Dios, en un solo Cuerpo. Este es el bautismo en el Espíritu Santo.

EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO

  Recibir el Espíritu de vida interiormente es la regeneración del Espíritu de vida. Eso no es el bautismo en el Espíritu Santo. La regeneración es llevada a cabo por el Espíritu de vida para regenerarnos, es decir, hacernos hijos de Dios, pero el bautismo consiste en que el Señor como Cabeza pone a todos los creyentes en este Espíritu para hacer de todos ellos un solo Cuerpo. Por eso 1 Corintios 12:13 dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (gr.). Los creyentes judíos al igual que los creyentes gentiles, tanto los del pasado como los del presente y los del futuro, fueron todos bautizados de una vez y para siempre dentro de un solo Cuerpo.

  En este versículo Pablo nos dice que este bautismo ya sucedió. Para poder saber cuándo sucedió este bautismo, se necesita estudiar la Biblia cuidadosamente. Sólo dos eventos se mencionan como el bautismo en el Espíritu Santo: lo ocurrido en el día de Pentecostés, en Hechos 2, y lo de la casa de Cornelio, en Hechos 10. En Hechos 1:5 el Señor Jesús dijo: “Porque Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (gr.). Esto sucedió en el día de Pentecostés. Luego, después de eso, Pedro fue invitado a la casa de Cornelio a predicar el evangelio (10:1-48). Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre esta familia gentil. En Hechos 11:15-17 Pedro contó que eso correspondía exactamente con lo sucedido a los creyentes judíos en el día de Pentecostés. Solamente estos dos eventos —uno en el día de Pentecostés y el otro en la casa de Cornelio— fueron el bautismo en el Espíritu Santo. Estas fueron las dos partes de un bautismo total en el Espíritu Santo. La primera parte consistió en bautizar a todos los creyentes judíos. Si usted es un creyente judío, tiene que darse cuenta de que fue bautizado en el Espíritu Santo por la Cabeza, quien es el Señor Jesús, en el día de Pentecostés, junto con Pedro, Jacobo y Juan. Todos los creyentes gentiles, por otro lado, fueron bautizados en el Espíritu Santo en la casa de Cornelio. Por medio de estos dos eventos fue completado el bautismo pleno en el Espíritu Santo (1 Co. 12:13). Este es un hecho ya cumplido. El Señor Jesús murió por todos los pecadores de una vez por todas hace casi dos mil años. Si doscientos creyentes nuevos se salvan mañana, no será necesario que el Señor Jesús venga y muera otra vez por ellos. Según el mismo principio, todos los creyentes, tanto judíos como gentiles, de una vez por todas fueron bautizados en el Espíritu Santo para ser un solo Cuerpo. Esto fue hecho por el Cristo resucitado, la Cabeza ascendida.

  Si alguien viene y le pregunta a usted si ha recibido el bautismo del Espíritu Santo, usted debe contestar con toda certeza que sí. Si usted es un hermano judío, puede decir: “En el día de Pentecostés, cuando Pedro fue bautizado, yo recibí el bautismo en el Espíritu Santo”. Si usted es un gentil, puede decir: “Yo recibí con Cornelio el bautismo en el Espíritu Santo”. ¿Cuándo murió el Señor Jesús por usted? Hace dos mil años, aunque usted todavía no había nacido. De la misma manera, 1 Corintios 12:13 nos dice que todos los creyentes, judíos y gentiles, ya habían sido bautizados en el Espíritu Santo. Hace seis mil años caímos. Hace dos mil años fuimos redimidos. Luego, poco después, fuimos bautizados en el Espíritu Santo. Todo esto sucedió y todo fue llevado a cabo antes de que naciéramos. Ahora nosotros hemos nacido en esta bendición.

  No necesitamos que Cristo muera por nosotros otra vez; tampoco necesitamos que la Cabeza nos bautice otra vez. El ya murió por nosotros de una vez y para siempre, y ya nos bautizó de una vez y para siempre. Ahora simplemente decimos: “¡Amén! Señor Jesús, Tú moriste por mí. ¡Amén! Señor Jesús, Tú me bautizaste en el Espíritu. ¡Amén!” Estas son las buenas nuevas, el evangelio. Jesús murió por mí y Cristo me bautizó. No necesito hacer nada sino decir: “¡Amén!” La Biblia nos dice que Jesús murió por nosotros, pero además de eso, nos dice que Cristo nos bautizó dentro de un solo Cuerpo. Esto no es el aspecto esencial sino el económico. Si Cristo nunca nos hubiera bautizado, seguiríamos siendo salvos y seguiríamos siendo hijos de Dios. Pedro y los otros discípulos fueron bautizados el día de Pentecostés, en Hechos capítulo dos, pero antes de eso, ellos ya eran salvos.

EL PROBLEMA DE HABLAR EN LENGUAS

  A principios del siglo veinte el pentecostalismo llegó a los Estados Unidos y se extendió a la costa del oeste donde se tuvo una conferencia en la calle Azusa, en Los Angeles. Después surgieron dos escuelas de doctrina. La menos extremista decía que si uno no hablaba en lenguas, no tenía el bautismo del Espíritu Santo. La escuela más extremista, sin embargo, decía que sin tener este bautismo junto con el hablar en lenguas, uno no podía ser regenerado. Estos pentecostales se dividieron. El hermano A. B. Simpson era uno de los líderes. Debido a que él no estuvo de acuerdo con estas enseñanzas, se apartó y formó La Alianza Cristiana Misionera. Muchos de los que quedaban de los que no eran tan fuertes formaron Las Asambleas de Dios.

  Desde entonces en los Estados Unidos, muchos pentecostales creen que si uno no habla en lenguas, no ha recibido el bautismo del Espíritu Santo. Para algunos esto también significa que uno no ha sido regenerado. Sin embargo, yo tengo la plena seguridad de que yo fui regenerado en 1925, aunque no había hablado en lenguas. Igualmente, muchos santos que nunca hablaron en lenguas también habían sido regenerados. D. L. Moody, C. H. Spurgeon y John Nelson Darby nunca hablaron en lenguas. Tampoco Martín Lutero habló en lenguas. Todos estos grandes hombres, aunque no hablaron en lenguas, eran regenerados. Hudson Taylor, el fundador de La Misión al Interior de China, tampoco habló en lenguas, sin embargo, no se puede decir que él no era regenerado. Muchos grandes oradores de las convenciones de Keswick nunca hablaron en lenguas, pero no podemos decir que no eran regenerados. No hay ningún versículo en toda la Biblia que diga que si no he sido bautizado en el Espíritu y que si nunca he hablado en lenguas, no soy regenerado.

  En 1936 pensamos que posiblemente había algo del Señor en el movimiento pentecostal y consideramos que no debíamos ser estrechos, sino que debíamos permanecer abiertos a ellos. Nosotros fuimos a sus reuniones y estuvimos por un tiempo observándolos. Cuanto más los observaba, más dudaba de que ellos hablaran en lenguas genuinas.

  La palabra griega que se traduce “lenguas” en Hechos 2:4 es glossa, mientras que la palabra griega que se traduce “dialecto”, dialektos, se usa en los versículos 6 y 8. En Hechos capítulo dos estas dos palabras se usan intercambiablemente. Esto indica que la lengua hablada debe ser un dialecto, un lenguaje comprensible, no meramente una voz o un sonido expresado con la lengua. Sin embargo, a medida que observaba a aquellos que hablaban en lenguas, noté que todos hablaban en sonidos que no podían considerarse como un dialecto. Un dialecto no puede consistir de tan pocos sonidos como los expresados por aquellos que hablaban en lenguas. Cuando le pregunté a un líder norteamericano de este movimiento, usando una Biblia griega interlineal, él no pudo darme una respuesta adecuada. Esto me decepcionó mucho. El era uno de los principales líderes del movimiento pentecostal en China y sabía griego, sin embargo, no pudo explicar de qué manera este tipo de hablar pudiera ser un dialecto.

  En una reunión pentecostal posiblemente uno pueda hablar en lenguas usando solamente cuatro sílabas en su expresión. Otro tal vez le interprete diciendo: “Pueblo mío, el tiempo es corto. Yo vengo pronto. Velad y orad. Sed celosos, amaos los unos a los otros y predicad el evangelio”. En el siguiente día todos se reúnen, y la misma persona habla en lenguas otra vez, usando una expresión idéntica a la de la noche anterior. Sin embargo, en esta noche, otra persona interpreta por él, diciendo: “Pueblo mío, la iglesia aquí necesita un salón grande. Todos vosotros que tenéis dinero debéis donarlo para construir un local. El Señor os bendecirá”. En el tercer día quizás el hermano hable en lenguas otra vez de la misma manera, y otro le interprete pero todavía en una tercera forma. Un lingüista podría afirmar que esta expresión simple de cuatro sílabas ha sido la misma cada una de las tres noches. Pero se le ha dado tres interpretaciones muy diferentes a esa expresión. Esto indica que esta clase de hablar en lenguas no es genuina, sino que es totalmente una expresión de fabricación humana.

  No hay ningún verdadero dialecto que consista de cuatro o cinco sílabas solamente. Este tipo de hablar como el que se practica en las reuniones pentecostales sólo es un sonido hecho con la lengua. Cuando los japoneses hablan en lenguas de esta manera, lo hacen con acento japonés. Cuando los chinos hablan en lenguas de esta manera, lo hacen con acento chino. Igualmente, los mexicanos hablan en lenguas con acento mexicano. Yo no estoy en contra del genuino hablar en lenguas, tal como se menciona en la Biblia. Es verdad que el hablar en lenguas se menciona en la Biblia, pero no es como el hablar en lenguas que se practica hoy en día. Las lenguas en la Biblia ciertamente son un dialecto, el cual es totalmente comprensible y con significado. En cuanto a este asunto debemos regresar a la Palabra pura, puesto que actualmente hay semejante influencia que perturba al pueblo que busca a Dios.

TOMANDO EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO POR MEDIO DE UNA FE VIVA

  Nosotros debemos tomar el bautismo en el Espíritu Santo por medio de una fe viva. Si tenemos una relación correcta con el Cuerpo de Cristo, estamos en la posición debida para tomar el bautismo en el Espíritu Santo. Debemos darnos cuenta de que este bautismo ya ha sido realizado y que ahora existe sobre el Cuerpo de Cristo. Como miembros del Cuerpo de Cristo que mantenemos una relación correcta con el Cuerpo, tenemos el derecho de reclamar el bautismo mediante el ejercicio de una fe viva. Debemos tomarlo de la misma manera en que tomamos el valor de la muerte redentora del Señor. No tomamos esto conforme a nuestro estado de ánimo ni conforme a ningún tipo de llamada manifestación. Recibimos la redención del Señor simplemente por medio de creer, y el Señor honró tal acción. Cuando creemos en el hecho consumado de que el Señor murió por nuestros pecados, el Espíritu Santo apaciblemente honra nuestra fe; como consecuencia, el perdón de los pecados y la vida divina nos son impartidos y recibimos paz y gozo en nuestro interior. Simplemente creemos lo que el Señor ha realizado, conforme a lo que se nos dice en el Testamento (el Nuevo Testamento). El Testamento también nos dice que el bautismo en el Espíritu Santo ha sido realizado sobre el Cuerpo de Cristo y que tal bautismo está esperando ser tomado. Los que estemos relacionados correctamente con el Cuerpo de Cristo debemos simplemente tomar con una fe viva este bautismo. Si actuamos en serio con el Señor, El honrará nuestra fe, y experimentaremos el bautismo en el Espíritu Santo.

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