
Lectura bíblica: Ap. 1:2, 4-5a, 9-13, 17-18, 20; 2:7, 11, 17, 26-29; 3:5-6, 12-13, 21-22; 19:10b
En nuestra comunión en este capítulo, hemos llegado al último libro del Nuevo Testamento: Apocalipsis. En los cuatro Evangelios vemos al Hijo con el Padre y por el Espíritu. En los veintidós libros abarcados de Hechos a Judas vemos al Espíritu como el Hijo y con el Padre. Este Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante. En el libro de Apocalipsis, el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante ahora ha sido intensificado siete veces. El es el Espíritu siete veces intensificado. El Espíritu vivificante como la máxima consumación del Dios Triuno procesado está siete veces intensificado. En Juan 20:22 vemos al Espíritu como el aliento, el Espíritu esencial. En Hechos 2 y 10 vemos al Espíritu económico. En 1 Corintios 12 vemos la manifestación del Espíritu. Finalmente, en Apocalipsis vemos al Espíritu vivificante como la máxima consumación del Dios Triuno procesado, siete veces intensificado. Los siete Espíritus son las siete lámparas del candelero (Ap. 4:5) y los siete ojos del Cordero (Ap. 5:6).
Esencialmente, el Espíritu es solamente uno, pero económicamente, El es siete. En la economía de Dios y en Su función, El llega a ser el Espíritu siete veces intensificado. En Apocalipsis no es asunto de la esencia sino de la función, de la economía. En cuanto a lo económico, el Espíritu está siete veces intensificado. En substancia y existencia el Espíritu de Dios es uno; en la función intensificada y en la obra de la operación de Dios, el Espíritu de Dios es séptuplo.
En cuanto a lo económico, el Espíritu de Dios en la administración de Dios es los ojos del Hijo administrador, los siete Espíritus. Esto es para la función, no para la existencia. Para hacer cualquier cosa, necesitamos nuestros ojos. En la administración divina Cristo necesita que el Espíritu sea Sus ojos. Sin los siete Espíritus, Cristo no tiene ojos. Cristo es el Ejecutor central de la economía de Dios, sin embargo, para llevar a cabo la economía de Dios El necesita a los siete Espíritus como Sus ojos.
El credo niceno, formulado en el año 325 d. de C., no está completo debido a que no dice nada acerca de los siete Espíritus. Este credo habla de manera general acerca de la Deidad del Dios Triuno, la Trinidad divina, pero no abarca nada de lo que se encuentra en Apocalipsis. Cuando el credo niceno fue escrito en el año 325 d. de C., todavía había desacuerdo en cuanto a si Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 Juan, 3 Juan, Judas y Apocalipsis debían ser incluidos o no en la Biblia. Así que este credo fue escrito sin abarcar la verdad contenida en el libro de Apocalipsis. No fue sino hasta el año 397 d. de C., en el concilio celebrado en Cartago, en la parte norte de Africa, que Apocalipsis, junto con los otros seis libros, fue reconocido como parte del Nuevo Testamento. El credo niceno no está completo debido a que no abarca el libro de Apocalipsis, el cual es la máxima consumación de la revelación divina.
Por la misericordia del Señor, hemos visto que en el libro de Apocalipsis se encuentra el Espíritu siete veces intensificado para ser el testimonio de Jesús. “El testimonio de Jesús” (Ap. 1:2, 9; 20:4) es una expresión todo-inclusiva. Esta expresión todo-inclusiva no es fácil de definir. El testimonio de Jesús es el testimonio del Hijo, quien vino con el Padre y por el Espíritu, para vivir en la tierra por treinta y tres años y medio, y para morir en la cruz a fin de limpiar el universo, liberar la vida divina, y resucitar de los muertos para llegar a ser el Espíritu vivificante; el Espíritu vivificante viene como el Hijo y con el Padre, compuesto de la divinidad, la humanidad, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección, incluyendo todos los atributos divinos y todas las virtudes humanas. Tal testimonio compuesto es el testimonio de Jesús. Este testimonio tiene un símbolo: el candelero de oro. El candelero de oro es el testimonio de Jesús.
Como el testimonio de Jesús, el candelero de oro es la incorporación del Dios Triuno. En el candelero de oro hay tres factores principales. En primer lugar, todo el candelero es de oro. No es solamente dorado, sino que es de oro. En tipología, en la Biblia el oro siempre representa la naturaleza divina de Dios el Padre. Además, el candelero de oro no es un pedazo de oro, sino una pieza de oro cuya forma es definida y cuya figura tiene propósito. Esto representa la incorporación de la Deidad, la incorporación de la naturaleza del Padre, y esta incorporación es el Hijo, Cristo (Col. 2:9). Cristo es la incorporación de Dios. El tercer factor es las siete lámparas, las cuales brillan para la expresión de Dios. Estas siete lámparas son los siete Espíritus de Dios. Así que, en el candelero vemos la naturaleza, la incorporación y la expresión. Basado en esto, podemos decir que el candelero de oro es la incorporación del Dios Triuno.
Apocalipsis 4:5 nos dice que las siete lámparas son los siete Espíritus. Puesto que las siete lámparas son los siete Espíritus, la esencia y la forma del candelero también debe de ser algo que pertenece al Dios Triuno. Así que, la esencia de oro representa a Dios el Padre, y la figura, la forma, la apariencia, de la lámpara representa a Dios el Hijo. En el candelero vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu, así que el candelero de oro es la incorporación del Dios Triuno. Dios el Padre está incorporado en el Hijo, y el Hijo es expresado por medio del Espíritu: éste es el testimonio de Jesús.
Según Apocalipsis 1, los candeleros de oro son las iglesias (vs. 11-12). Cada iglesia local es un candelero de oro, y el candelero de oro es la incorporación del Dios Triuno como el testimonio de Jesús. Así que, las iglesias locales son la incorporación multiplicada del Dios Triuno. Esta definición es muy elevada, muy profunda. El apóstol Pablo no dijo nada acerca de este elevado y profundo aspecto de la iglesia. En la Epístola de Pablo a los Efesios, la iglesia es revelada como el Cuerpo de Cristo (1:22-23), el nuevo hombre (2:15), el reino de Dios, la familia de Dios (2:19), el templo, la habitación de Dios (2:21-22), la plenitud del ilimitado Dios (3:19), la novia (5:25-27), y el guerrero (6:10-20). Sin embargo, Pablo nunca nos dijo que las iglesias eran los candeleros.
Como el candelero, la iglesia debe ser algo que pertenece pura y completamente a la naturaleza divina de Dios. En esencia debe ser de oro. También debe tener la imagen de Cristo, la apariencia de Cristo. Debe tener la forma, la figura de Cristo. Además, las siete lámparas, que son los siete Espíritus de Dios, deben ser la expresión de la iglesia. Esto es la iglesia local. ¿Son como candeleros de oro las iglesias locales que usted ve? Cuando usted ve una iglesia local, ¿ve usted un candelero como la incorporación del Dios Triuno, con la naturaleza divina del Padre, con la forma y la imagen del Hijo, y mediante la expresión del Espíritu? La visión acerca de las iglesias como los candeleros se encuentra en Apocalipsis 1, pero la verdadera situación, el aspecto práctico, de las iglesias locales está en Apocalipsis 2 y 3, donde vemos la iglesia en Efeso, la iglesia en Esmirna, la iglesia en Pérgamo, la iglesia en Tiatira, la iglesia en Sardis, la iglesia en Filadelfia y la iglesia en Laodicea. La visión es un asunto, y la verdadera situación, el aspecto práctico, es otro. Si decimos que hemos visto un candelero de oro en nuestra localidad, tenemos que comprender estos dos aspectos: la visión y la verdadera situación, lo práctico. Lo que verdaderamente existe en las iglesias, no es lo mismo que la visión de las iglesias, sin embargo, Dios está obrando para hacer que lo ahí existente sea igual que la realidad de la visión. Por último, lo que en las iglesias existe estará verdaderamente acorde a la realidad de la visión de las iglesias como los candeleros de oro.
En Apocalipsis 1, Juan vio la visión de los siete candeleros de oro representando o simbolizando las siete iglesias locales. Juan también vio al Hijo del Hombre, a Jesús, en medio de los candeleros (1:13). En el Evangelio de Juan podemos ver que Juan tenía una relación muy cercana con el Señor Jesús (13:23; 19:26). Después de la ascensión del Señor, Juan lo vio de nuevo. Esta vez el Señor Jesús apareció en medio de las iglesias como el Sumo Sacerdote. El está “vestido de una ropa que llegaba hasta los pies” (v. 13), la cual es la vestidura sacerdotal (Ex. 28:33-35), y El anda en medio de los candeleros (Ap. 2:1). El es como el sacerdote del Antiguo Testamento, que iba al Lugar Santo a poner en orden las lámparas (Ex. 27:20-21; Lv. 24:1-4). Para poner en orden las lámparas, el sacerdote primero tenía que despabilarlas. El pábilo de las lámparas ardía con aceite para que diera luz. Cuando el pábilo se quemaba, se ponía negro, así que el sacerdote tenía que ir y cortar la parte negra del pábilo. Esto es lo que significa despabilar, es decir, limpiar la lámpara a fin de que brille mejor. Al mismo tiempo, para poner en orden las lámparas el sacerdote tenía que añadir más aceite.
El Señor Jesús aparece en Apocalipsis como el Sumo Sacerdote que anda en medio de los candeleros para despabilarlos y para añadirles más aceite. El pábilo quemado representa algo que no es conforme al propósito de Dios. Esto puede ser algo mundano, pecaminoso, carnal, o hasta satánico. El pábilo quemado es algo que no es nada bueno. Estas cosas necesitan ser despabiladas, tienen que ser cortadas. Las iglesias también necesitan más aceite. El aceite tipifica al Espíritu (Is. 61:1), y en Apocalipsis el aceite es el Espíritu siete veces intensificado. El Señor Jesús desea añadir más aceite a los candeleros. En Apocalipsis 2 y 3 el Señor aparece como el Sumo Sacerdote que corta los pábilos y añade más aceite a los candeleros. Casi en todas las epístolas a las siete iglesias el Señor Jesús quitó ciertas cosas malas y al mismo tiempo añadió más aceite, lo cual significa que añadió más Espíritu a la iglesia. El está despabilando los candeleros y añadiéndoles más aceite para hacer que todos los candeleros de oro sean puros y brillantes.
En cada iglesia local, vez tras vez hay algunos pábilos quemados. Tal vez el candelero no brille muy bien. Antes bien, hay pábilos negros y quemados. Luego es necesario que el Señor venga a cortar, despabilar, los pábilos negros y quemados. Frecuentemente, una iglesia local está falta de aceite, falta del Espíritu, así que el Señor tiene que venir a llenar la iglesia local con el aceite. Entonces la iglesia local estará limpia del pábilo quemado y estará más llena del Espíritu para resplandecer con mayor brillo como el testimonio de Jesús. Es de esta manera que una iglesia local es edificada poco a poco y más y más hasta que llega a ser un candelero de oro en realidad. Conforme a la visión, una iglesia local es un candelero de oro, pero en nuestra localidad, quizás la verdadera situación, el aspecto práctico de la iglesia, no se parezca mucho a lo que vemos en la visión. Pero tenemos que creer que llegará el día en que las iglesias del Señor serán candeleros de oro conforme a la realidad.
Es posible que nos demos cuenta de que la iglesia en nuestra localidad todavía no sea conforme a la visión del candelero de oro, como vemos en Apocalipsis 1. Pero decir “todavía no”, indica que hay esperanza de que llegará el tiempo en que todas las iglesias serán de oro en realidad. En el ministerio celestial del Señor, Su intención es cortar todos los pábilos quemados de las iglesias locales, cortar las cosas negativas e innecesarias. Sin duda, hay ciertas cosas negativas en las iglesias locales, pero debemos tener cuidado de no enfocar nuestra atención en estas cosas ni hablar de ellas con un espíritu crítico. Si criticamos, llegamos a ser parte del pábilo quemado. Nosotros creemos que en las reuniones de la iglesia y en las reuniones de ministerio el despabilar y el llenar de aceite que hace el Señor a los candeleros se está llevando a cabo.
Año tras año las iglesias están siendo introducidas más y más en la realidad de los candeleros de oro. Más de la naturaleza del Padre como el oro está siendo agregada a las iglesias, y las iglesias están siendo moldeadas cada vez más a la forma del Hijo, a la imagen de Cristo. Además, a medida que se añada el aceite a los candeleros, las iglesias llegarán a ser más brillantes. Año tras año, podemos ver más luz en las iglesias locales. Esto quiere decir que el Señor como el Sacerdote está limpiando las lámparas por medio de cortar los pábilos quemados, y está llenando los candeleros con aceite de modo que ellos están aumentando en cuanto a la naturaleza del Padre, la imagen del Hijo, y la expresión del Espíritu. Al meternos de lleno en la Palabra con la ayuda de las notas de la Versión Recobro y de los Mensajes Estudio-vida, participamos más de la naturaleza de oro del Padre (2 P. 1:4), y esto permite que el Señor nos moldee más y más a la imagen de Cristo y que añada más del aceite del Espíritu dentro de nosotros para que el candelero resplandezca con mayor brillo. Cada iglesia local necesita ser una incorporación del Dios Triuno que brille en su localidad.
Cuando yo era joven, se me enseñó que las iglesias no deberían ser iguales. Estos maestros decían que las iglesias son diferentes, basándose en las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3. Pero conforme a la revelación bíblica, por el lado positivo las siete iglesias deben ser iguales debido a que las iglesias, representadas por los siete candeleros de oro, son exactamente iguales en su esencia, en su apariencia y en su expresión. Como la incorporación multiplicada del Dios Triuno los candeleros son idénticos. En el sentido positivo, todas las iglesias locales deben ser idénticas. La iglesia en São Paulo debe ser igual que la iglesia en Nueva York, y la iglesia en Nueva York debe ser idéntica a la iglesia en Hong Kong, a la iglesia en Tokio, a la iglesia en París, a la iglesia en Londres, y a la iglesia en Stuttgart.
En las siete epístolas a las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3, las iglesias son diferentes en el sentido negativo. Las siete epístolas son diferentes una de la otra, pero son diferentes en las cosas negativas. La característica particular de la iglesia en Efeso era la pérdida del primer amor (2:4). La iglesia en Pérgamo se había hecho mundana; la mundanalidad era su característica particular (2:13). Las características específicas y particulares de la iglesia apóstata en Tiatira eran Jezabel, la adoración de ídolos, la fornicación y el adulterio (2:20-22). La característica de la iglesia en Sardis era la muerte (3:1), y la característica de la iglesia en Laodicea era el ser tibia (3:16). Las iglesias son diferentes unas de otras en las cosas negativas, pero los candeleros en Apocalipsis 1, en medio de los cuales Cristo como la Cabeza estaba andando, son totalmente idénticos. En el sentido positivo, como el testimonio de Jesús, los candeleros no deben ser diferentes. Jesús no tiene diferentes testimonios. El solamente tiene un testimonio, es decir, la incorporación del Dios Triuno. Así que, todas las iglesias locales, no sólo en las ciudades de una sola nación, sino también en todas las ciudades de todas las naciones, deben ser exactamente iguales.
En 1968 un grupo de santos norteamericanos visitó las iglesias en Taiwan. Después de visitar las iglesias, un santo en particular me dijo que estaba muy desilusionado. Me dijo que en cada parte que visitamos de la isla de Taiwan las iglesias locales eran exactamente iguales. Cuando me dijo esto, yo pensé que eso era maravilloso. Si uno ve una iglesia local, ya ha visto todas las iglesias locales. Supongamos que usted visitara todas las iglesias locales en toda la tierra y que se diera cuenta de que todas eran exactamente iguales. ¡Eso sería maravilloso!
Debido al orgullo humano, no nos gusta ser igual que otros. A los británicos no les gusta ser igual que los franceses y a los franceses no les gusta ser igual que los norteamericanos. Es posible que los hermanos británicos estén orgullosos del hecho de que ellos tienen mucha paciencia y quizás miren despectivamente a los hermanos norteamericanos, quienes no tienen tanta paciencia. Tal vez una iglesia local en Inglaterra tenga mucha paciencia, mientras que una iglesia local en los Estados Unidos actúe rápido y sin paciencia. Al orgullo humano siempre le gusta hacer que el yo sea diferente de otros. Puede ser que alguien hable una cosa, pero yo nunca hablaría lo mismo debido a mi orgullo. Yo quiero hablar algo diferente de lo que otros hablan, algo nuevo, algo mejor. Esto es el yo, y esto es orgullo carnal. Todos tenemos que aprender a seguir a las otras iglesias, a ser uno con las iglesias, y a ser igual que las otras iglesias.
Tal vez no queramos ser iguales a las otras iglesias debido a nuestro orgullo, pero conforme a la economía divina, cuanto más somos iguales, más gloriosos somos. Es glorioso imitar a otros, seguir a otros, y ser uno con otros en el espíritu. Debemos aprender unos de otros, ser ajustados unos por otros, y recibir gracia unos de otros. La iglesia en São Paulo ayuda a la iglesia en Los Angeles, y la iglesia en Los Angeles recibe ayuda de la iglesia en Stuttgart. Si todos recibimos la ayuda divina unos de otros, seremos moldeados a la misma imagen, a la misma apariencia. La imagen que llevamos como el candelero no debe ser una de las características nacionales. Las iglesias en Alemania no deben llevar una imagen de características alemanas, ni las iglesias en los Estados Unidos deben llevar una imagen de características estadounidenses. Las iglesias en toda la tierra no deben tener diferentes sabores. Todas las iglesias deben tener un solo sabor, el sabor del Dios Triuno. Todas las iglesias deben tener una sola característica, la característica del Hijo con el Padre y por el Espíritu.
Espero que todos veamos esta visión. La visión controla. Proverbios 29:18 dice: “Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena” (Biblia de las Américas). Nosotros no nos desenfrenamos porque estamos bajo la regulación, bajo el control, de la visión celestial. Conforme a la visión celestial, vemos que todas las iglesias son candeleros de oro, que ellas son lo mismo en esencia, en apariencia y en expresión. Todos los candeleros de oro tienen la misma apariencia y testifican de la misma persona: la persona todo-inclusiva de Cristo. El Señor está obrando y se está moviendo en Su ministerio celestial para introducir una situación así de gloriosa que consista en que las iglesias sean candeleros de oro en realidad conforme a su verdadera situación.