
Lectura bíblica: Ap. 21:11, 18-21; Gn. 2:11-12; 1 Co. 3:12a; 1 P. 2:4-5; Mt. 13:45-46; 2 P. 1:4; 2 Co. 3:18
Los elementos básicos de la estructura de la Nueva Jerusalén son oro, perlas y piedras preciosas (Ap. 21:11, 18-21). El oro es un elemento creado por Dios y caracterizado por su inmutabilidad. Las perlas son producidas por las ostras. Cuando una ostra es herida por un grano de arena, secreta su fluido vital sobre la arena y hace de ella una perla preciosa. Un grano de arena es algo creado por Dios, sin embargo, el fluido vital de la ostra es añadido a este grano por medio del proceso de la secreción y así de manera maravillosa se produce una perla. Las piedras preciosas no son creadas, sino que son transformadas a partir de las cosas creadas. Debido al calor y a la presión intensos, estas piedras fueron transformadas de su forma y naturaleza original, a una forma y naturaleza transformada.
En la tipología bíblica, el oro se refiere a la naturaleza increada y divina de Dios. Si cuando estudiamos la Biblia prestásemos atención a este asunto del oro, nos daríamos cuenta de que el oro es una cosa especial en la Biblia. En Génesis 1 y 2 vemos la creación del hombre por Dios, el árbol de la vida, el fluir del río y el oro. Génesis 1 y 2 hablan de manera muy económica, y comprenden una gran extensión en cuanto a la creación del universo y nos revelan el propósito eterno de Dios, es decir, Su intención original con el hombre. Después del oro en Génesis 2 vemos el bedelio. El bedelio es una especie de perla que se produce de la secreción de un árbol. Cuando la resina del árbol, la cual es la secreción vital del árbol, es decir, la savia del árbol, se solidifica haciéndose goma, esta goma se considera como una especie de perla. Después del bedelio en Génesis 2, se menciona el ónice, la piedra preciosa (v. 12b). Finalmente, vemos una mujer llamada Eva que era el complemento de Adán. El Señor Dios tomó una costilla del costado de Adán y de esa costilla edificó una mujer. En realidad, en Génesis 1 y 2 vemos diez cosas significativas: Dios, la creación, el hombre, el árbol de vida, el río que fluye, el oro, el bedelio, el ónice, una esposa, y una pareja que llegaron a ser una sola carne. Si usted entiende estas diez cosas, conoce usted el verdadero significado de la creación de Dios, especialmente Su creación del hombre, la cual consta en los primeros dos capítulos de Su revelación divina.
En la conclusión de la revelación divina, la cual se encuentra en los dos últimos capítulos de la Biblia, Apocalipsis 21 y 22, vemos una ciudad edificada con oro, perlas y piedras preciosas. En la estructura de un edificio, lo primero es la base o fundamento. Sobre la base se colocan las puertas y se edifica la pared para que encaje con las puertas. En cualquier edificio se necesita la base, las puertas y la pared. En la Nueva Jerusalén el oro es para la base, las perlas son para las puertas, y las piedras preciosas son para la pared. El registro de estos tres materiales en Génesis 2:12 está en este orden debido a que éste es el orden de la edificación.
En 1 Corintios 3:12 Pablo se refiere a la edificación de la iglesia. Para la adecuada edificación de la iglesia Pablo menciona tres clases de materiales: el oro, la plata y las piedras preciosas. En vez de mencionar el bedelio o la perla, Pablo menciona la plata en 1 Corintios 3. En Génesis 2, en 1 Corintios 3 y en Apocalipsis 21 vemos los materiales para el edificio de Dios. En estas tres porciones de las Escrituras lo primero que se menciona es el oro, y lo último es las piedras preciosas. La segunda cosa que se menciona en estas tres porciones es un poco diferente en cada una de ellas. En Génesis se menciona el bedelio, en 1 Corintios la plata, y en Apocalipsis las perlas. Es maravilloso ver la conformidad que existe en la revelación divina. En Génesis 2:12, en tipología, vemos tres materiales para el edificio de Dios, y en 1 Corintios 3 también vemos tres materiales para la edificación misma de la iglesia. Pablo dice que él puso el fundamento único y que debemos edificar sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas. Pablo, por supuesto, no está hablando de un edificio material, sino de la edificación del Cuerpo de Cristo. Decir que el Cuerpo de Cristo puede ser edificado con oro, plata y piedras preciosas indica que estos tres materiales son señales que significan algo.
El oro, la plata y las piedras preciosas representan las diferentes experiencias que tenemos de Cristo en las virtudes y atributos del Dios Triuno. Con estas experiencias los apóstoles y todos los creyentes espirituales edifican la iglesia sobre el fundamento único de Cristo. La plata, en tipología, según Exodo 30, siempre tipifica la redención (vs. 11-16; cfr. 38:25-28). Los materiales de la edificación de la iglesia son primeramente el oro, el cual alude a Dios con Su naturaleza divina, y en segundo lugar la plata, la cual alude al Redentor con Su redención.
También tenemos que estudiar el significado de las piedras preciosas. Según Juan 1, Andrés fue y halló a su hermano Simón Pedro y lo trajo a Jesús (vs. 41-42). Para entonces Pedro era una persona “de barro”. Cuando Jesús vio a Pedro, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (Jn. 1:42). El nombre Pedro (gr.) significa “una piedra”. En ese tiempo Simón no era un pedazo de piedra, sino un pedazo de barro. Sin embargo, cuando vino al Señor, el Señor inmediatamente le cambió el nombre. Al llegar al libro de Apocalipsis vemos que en las doce piedras del cimiento de la santa ciudad hay doce nombres (21:14). Sin duda, Pedro es la primera piedra del cimiento: jaspe.
Todos los Apóstoles fueron creados como pedazos de barro, pero fueron regenerados y transformados en piedras preciosas para el edificio eterno de Dios. En el Evangelio de Juan, el Señor le dio a Pedro el nombre “una piedra”, y en el Apocalipsis de Juan, este mismo Pedro es una de las doce piedras del cimiento. La palabra del Señor en Juan 1 acerca de Pedro como piedra, fue una profecía que se cumplió totalmente en Apocalipsis 21. Aun cuando el Señor iba a ser crucificado, Pedro todavía era un pedazo de barro y no una piedra. Primero él se jactó de que nunca negaría al Señor, y finalmente, en esa misma noche negó al Señor tres veces. En ese momento ninguno de nosotros podría reconocer o admitir que Pedro fuera la primera capa del cimiento de la Nueva Jerusalén, la cual es la habitación eterna de Dios. El todavía era de barro.
Entre el Evangelio y el Apocalipsis de Juan están las epístolas de Pedro. En su primera Epístola, Pedro nos dice que el Señor es la piedra viva y que todos nosotros debemos venir a El como piedras vivas para que Dios edifique Su habitación (2:4-5; Ef. 2:22). Todos los creyentes, incluyendo a Pedro, somos las piedras vivas para el edificio de Dios. Después de que él experimentó a Cristo en Su resurrección y ascensión, Pedro declaró que él era una de las piedras preciosas para la edificación de una casa espiritual. Los tres capítulos, Juan 1, 1 Pedro 2 y Apocalipsis 21 se refieren a Pedro. En Juan 1 se predijo que Pedro sería una piedra, en 1 Pedro 2, llegó a ser una piedra, y es una piedra del cimiento de la Nueva Jerusalén. Pedro fue un pedazo de lodo o barro transformado en un pedazo de piedra y fue transformado aún más para ser una piedra preciosa para la edificación de la morada de Dios en el universo.
En el tipo que se menciona en Génesis, en el edificio mismo que se menciona en 1 Corintios y en el cumplimiento que se menciona en Apocalipsis sólo se encuentran tres categorías de materiales para el edificio de Dios. Además, el orden en que se presentan es igual. El oro se menciona primero y las piedras preciosas al final. Entre estas dos cosas vemos el bedelio en Génesis, la plata en 1 Corintios, y las perlas en Apocalipsis. El bedelio no es algo que provenga de la vida animal, sino de la vida vegetal. En la Biblia, la vida animal, la cual tiene sangre, es para la redención. Sin derramamiento de sangre no hay perdón (He. 9:22). Además, en la Biblia la vida vegetal representa la vida que produce, se multiplica y se propaga. En Génesis 2 el bedelio proviene de la vida vegetal y en Apocalipsis 21 la perla proviene de la ostra, es decir, de la vida animal. La razón de esto es que en Génesis 2 el pecado todavía no había entrado. Que se produjera bedelio de la vida vegetal significa que en ese tiempo no había necesidad de redención. Después de Génesis 3, cuando entró el pecado, Dios todavía quería producir las perlas, pero ahora ya existía la necesidad de la redención. Por lo tanto, en el proceso de la edificación misma en 1 Corintios 3, la segunda cosa es la plata, la cual representa la redención. Luego, en la conclusión o cumplimiento de la revelación divina, una señal de la obra redentora de Dios permanecerá para siempre, las perlas, las cuales significan el producto de Cristo en Su obra redentora, con Su vida que secreta, para la entrada del edificio de Dios.
En Génesis 2 solamente estaba el árbol de vida, sin el Cordero. Pero en Apocalipsis 22 está el árbol de la vida con el Cordero. El árbol de la vida crece en el río de agua de vida, el cual fluye del trono que no solamente es de Dios sino también del Cordero. El Cordero no está implícito sino hasta Génesis 3 cuando Jehová Dios hizo túnicas de pieles para vestir a Adán y a Eva después de la caída del hombre. En la eternidad la perla no será una clase de bedelio producido de la vida vegetal, es decir, de la vida productiva, sino una perla producida de la vida animal, es decir, de la vida redentora y productiva, una perla producida por el Cristo crucificado y resucitado y que procede de El.
En las tres secciones que tratan del edificio eterno de Dios, los materiales siempre son tres y se presentan en un orden único: oro, perlas y piedras preciosas. Estos materiales son tres porque el verdadero material para el edificio de Dios es el Dios Triuno procesado: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu. Para edificar Su morada, Dios nunca usaría otra cosa que El mismo en Su Trinidad procesada. Sería imposible que un hombre edificara una casa para sí, usándose a sí mismo como material. La única manera de que un contratista pudiera edificar una casa consigo mismo como material sería “matarse a sí mismo”.
Ahora tenemos que hacer la pregunta, ¿Quién mató a Jesús? Para el martirio de Jesús, los judíos lo mataron, pero para la redención de Jesús, Dios lo mató. Pilato sentenció a Jesús a muerte, pero esta sentencia fue una persecución para el martirio. Isaías 53 nos dice que Dios juzgó a Jesús, que Dios lo condenó y que Dios dio el veredicto de muerte (vs. 4, 6, 12). Fue Dios mismo quien mató a Jesús. Quien fue muerto en la cruz fue el Hombre Jesús, pero no era solamente un hombre sino un Triuno Dios-hombre. En la cruz, Dios mismo mató al Triuno Dios-hombre con el propósito de redimirnos y secretarse a Sí mismo como fluido vital sobre Sus redimidos a fin de hacer de ellos perlas para la edificación de Su morada. Así que, podemos decir que Dios se mató a Sí mismo en el hombre, a fin de ser el material de edificación para Su morada eterna.
El apóstol Pedro era una persona inculta e indocta. Como pescador galileo tenía muy poca educación. A pesar de esto, Pedro en su primera epístola nos dijo que Jesucristo su Señor es la piedra viva. También nos dijo que los que venimos a este Jesús también somos piedras vivas. Para hablar tal palabra se necesita mucha comprensión que provenga del conocimiento adecuado. En la segunda epístola de Pedro, él también nos dijo que todos nosotros somos participantes de la naturaleza divina (1:4). Nosotros no solamente heredaremos la naturaleza divina en el futuro, sino que somos participantes de la naturaleza divina, que participan y disfrutan de la naturaleza divina hoy en día. Aunque Pedro fue un pescador inculto, él pudo decirnos que el Señor es la piedra viva, que él también era una piedra viva, que todos nosotros somos piedras vivas, y que todos participamos y disfrutamos de la naturaleza divina. Esta es la enseñanza pura de la Biblia, no las enseñanzas éticas o filosóficas de Confucio u otros filósofos. No hay comparación entre los libros filosóficos y la Biblia. La Biblia le enseña a la gente de una manera divina, mostrándonos que los creyentes tenemos la naturaleza divina de Dios. Esta no es una doctrina sino una realidad.
El oro representa la naturaleza divina de Dios para la base del edificio de Dios. Esta naturaleza divina es la base de oro en nosotros para el edificio de Dios. Cuanto más participamos de la naturaleza divina, más tenemos la base para el edificio de Dios. No me importa la humildad de la gente, ni el orgullo de la gente. El orgullo humano y la humildad humana son lo mismo. Ni el orgullo humano ni la humildad humana sirven para el edificio de Dios. A mí sólo me importa cuánto de Dios tiene usted, de cuánta naturaleza divina ha participado usted, y de cuánta naturaleza divina está usted participando día tras día. Es posible ser una esposa muy buena o un esposo muy amable, y todavía así tener muy poco de la naturaleza divina de Dios. Todos tenemos que preguntar cuánto poseemos de Dios. Esta es la base para la edificación de la iglesia. Según me he dado cuenta, el Señor ha hecho mucho en los Estados Unidos en estos últimos veintitrés años. Muchos de los santos verdaderamente han participado de la naturaleza divina y tienen en ellos una considerable cantidad de la naturaleza divina. Esta es la base para el edificio de Dios, y ésta es la base en la cual pongo mi confianza para la obra. La humildad del hombre nunca puede ser la base para la edificación de la iglesia. Solamente la naturaleza de Dios, Dios mismo, puede ser tal base. Ni una persona orgullosa ni una persona humilde sirve para la edificación de la iglesia. Solamente los que participan de la naturaleza divina diariamente sirven para la edificación de la iglesia. Lo básico en el recobro del Señor no es un gran número de personas, sino cuánta naturaleza divina haya como base para la edificación de Su Cuerpo.
Debemos darnos cuenta de que no estamos simplemente alegorizando la Biblia, sino señalando las cosas verdaderas que existen en las alegorías bíblicas. Toda la Nueva Jerusalén es una alegoría. Hasta en el lenguaje humano existe la necesidad de alegorías, porque algunas cosas no pueden expresarse o describirse meramente por medio de palabras claras y directas. Debido a que esta edificación de la morada eterna de Dios es completamente misteriosa, espiritual, celestial y divina, se necesita una alegoría para expresarla y describirla. El oro, las perlas y las piedras preciosas son parte de esta alegoría para expresar y describir la realidad divina.
Desde que era un joven creyente me di cuenta de que había sido regenerado, de que había nacido de nuevo. Sin embargo, nunca me di cuenta de que en mí había algo divino. No fue sino hasta varios años después de que había recibido al Señor, que comencé a comprender un poco que por medio de la regeneración Dios había entrado en mí. Como ser humano que ha sido regenerado por Dios, usted no solamente tiene la naturaleza humana sino también la naturaleza divina. La naturaleza siempre denota cierta clase de esencia. Cualquier elemento o substancia tiene su esencia. Como elemento, Dios es el oro divino, y en este elemento se encuentra la esencia con su naturaleza. Hoy en día los creyentes tenemos esta naturaleza divina.
Todos nosotros tenemos que pelear la batalla para mostrarle a la gente que la Biblia nos revela que los creyentes tenemos a Dios en nosotros como la naturaleza divina. Nosotros no meramente estudiamos la Nueva Jerusalén. Nosotros estamos aquí para excavar todas las verdades divinas a fin de comprender lo que somos hoy en día, dónde estamos hoy en día, hacia dónde vamos, y qué es lo que deberíamos ser. Tenemos que darnos cuenta de que somos las personas que tienen la naturaleza divina, el elemento divino, la substancia divina, y la esencia divina, en nuestro ser. Como creyente usted es “un hombre de oro”. Usted no es un hombre de barro. Todas las hermanas tienen que darse cuenta de que no son mujeres de barro sino “mujeres de oro”. Debido a que tenemos tanto oro, no podemos irnos a bailar. ¿Piensa usted que un hombre de oro pelearía con su esposa? El oro nunca cambia. A pesar de lo que usted le haga, permanece igual. ¡Hoy en día los que creemos en Cristo somos de oro! ¡Somos divinos! ¡Tenemos la naturaleza divina! Todos tenemos que declarar que no somos de barro, sino de oro. El oro es la base para la edificación de la morada de Dios por la eternidad.
El Señor Jesús le dijo a Pedro que él era una piedra (Jn. 1:42) y en Mateo 16 le recordó que él era una piedra (v. 18). También le dijo que El edificaría Su iglesia. Hoy en día el Señor está haciendo una obra de edificación. A partir del día de Pentecostés, el Señor comenzó a edificar la iglesia tomándonos a usted y a mí como piedras, tomando como base la naturaleza divina de Dios. Las piedras son edificadas sobre la base de oro, la cual es el sitio. Todos los materiales son edificados en este sitio, y el sitio es la base. Hoy día, la base para el edificio de Dios es la naturaleza divina de Dios. No es el conocimiento de usted, su educación, su buen carácter, su bondad, su humildad, ni siquiera su amor. La base es la naturaleza de Dios. Yo tengo la seguridad y la confianza de decir que en el recobro del Señor hay una base firme de la naturaleza divina en muchos de los que amamos al Señor.
Lo que hemos visto en este capítulo es conforme a la revelación divina. La base para el edificio eterno de Dios y para Su presente obra de edificación es Su naturaleza divina. Todos nosotros debemos decir: “Señor Jesús, gracias. Por medio de Tu redención tengo la posición, la postura y el derecho de tomar a mi Dios como mi naturaleza divina. Gracias, Señor, que te he tomado y todavía estoy tomándote y disfrutándote como mi naturaleza divina”. Los elementos básicos de la estructura de la Nueva Jerusalén son: el oro como la base del edificio de Dios (Ap. 21:18b, 21b), las perlas, las cuales representan el producto de Cristo en Su obra redentora con Su vida que secreta, para la entrada (Ap. 21:21a) del edificio de Dios (1 Co. 3:12a; Jn. 3:5), y las piedras preciosas (Ap. 21:11, 18a, 19-20), las cuales representan el producto del Espíritu en Su obra transformadora (2 Co. 3:18) con Su elemento divino para la edificación del edificio de Dios. Estos tres materiales preciosos son edificados para ser una esposa universal, es decir, la esposa del Cordero (Ap. 21:2, 9), el Dios redentor. Esta esposa corresponde y refleja a la esposa que se menciona en Génesis 2, la cual era un tipo de la esposa universal del Dios redentor.