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Mensajes del libro «Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El»
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EL EJERCICIO Y LA PRACTICA DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

MENSAJE QUINCE

TENER REUNIONES DE HOGAR PARA PRODUCIR FRUTO QUE PERMANEZCA

  Lectura bíblica: Jn. 15:16; 21:15; Hch. 5:42; 20:20; 1 Ts. 2:7; 1 P. 2:2

  Hemos visto que el primer paso de la manera ordenada por Dios es predicar el evangelio por medio de visitar a la gente en sus hogares. El segundo paso de la manera ordenada por Dios es tener reuniones con los nuevos creyentes en sus hogares. En Hechos 5:42 y 20:20, las palabras “por las casas” indican reuniones de hogar. Debemos tener reuniones de hogar adecuadas a fin de que nuestro fruto permanezca.

LA PALABRA, EL ESPIRITU, EL CANTO Y LA ORACION

  Hay cuatro elementos que constituyen una reunión: la Palabra de Dios, el espíritu mezclado —es decir, nuestro espíritu mezclado con el Espíritu de Dios—, el canto y la oración. Estos elementos son como las cuatro patas de una mesa. Si le falta una, la mesa no se mantendrá de pie. La Palabra, el espíritu, nuestro canto y nuestra oración son las cuatro “patas” que sostienen una reunión. Sin estos cuatro elementos, una reunión no tendrá forma, tal como una mesa que está tirada en el piso sin tener nada que la sostenga. Sin embargo, cuanto más tenemos la Palabra viviente, cuanto más ejercitamos el espíritu, y cuanto más cantamos y oramos, más fortalecida y edificada será la reunión.

  Cuando estamos en una reunión, muchos de nosotros hacemos las cosas para guardar las formas, sin estar genuinamente vivientes. Muchas veces nuestro canto e incluso nuestros gritos pueden ser simplemente formas religiosas. Sin embargo, cuanto más ejercitamos nuestro espíritu para hablar, cantar y orar de modo libre y liberado, tanto mejor y más viviente será la reunión. Pero si venimos y nos sentamos en nuestras sillas en silencio, esto será una reunión muerta. A veces una reunión cristiana es como un cementerio, muy silenciosa y decorosa, pero muerta. Esta clase de reunión es una vergüenza para el Señor.

  Sentarnos en silencio mata la reunión y es un insulto al Dios a quien servimos. En 1 Corintios 12 Pablo indica que los ídolos mudos y silenciosos (v. 2) hacen que sus adoradores también sean mudos y silenciosos. Sin embargo, el Dios viviente hace que Sus adoradores hablen en el Espíritu de El (v. 3). Los adoradores de Dios no deben estar callados, sino que deben dar alguna voz por medio de proclamar al Señor Jesús en el Espíritu de Dios. Cada vez que entremos en una reunión, debemos decir algo. Cantar, orar, gritar “¡Aleluya!” o hablar la Palabra por medio de leer la Biblia o recitar un versículo, son modos apropiados de hablar en las reuniones. Cuanto más tengamos estos cuatro elementos —la Palabra, el espíritu, el canto y la oración— más ricas serán nuestras reuniones.

SER NORMALES Y ESPONTANEOS POR MEDIO DE VIVIR EN EL ESPIRITU

  Cuando visitemos el hogar de una persona que ha sido bautizada recientemente, no debemos ir de modo religioso conforme a nuestra práctica, hábito o costumbre común. Tal vez hagamos planes para orar por cierto período de tiempo antes de salir a visitar, a la gente. No obstante, incluso esto puede llegar a ser parte de nuestra religión. Es fácil tomar cualquier cosa y convertirla en una práctica religiosa.

  Todos debemos aprender a olvidarnos de la religión y vivir en el espíritu. Entonces estaremos muy vivientes de modo muy normal. Puede ser que después del trabajo lleguemos a casa sólo media hora antes de nuestra cita con un nuevo creyente. En tal caso no podremos tener el tiempo de oración que habíamos planeado. Posiblemente ni siquiera tendremos tiempo para comer, así que tal vez tomemos un sandwich para comerlo en el camino. Mientras vamos viajando y comiendo, podemos orar, invocar al Señor, y cantar. Podemos ir de modo muy espontáneo porque somos personas que viven en el espíritu.

  Tal vez cuando usted llegue a la casa de los nuevos creyentes, toque la puerta y comience a cantar. Debe cantar el himno, el canto o el coro que cantó con ellos en su última visita, cuando ellos fueron bautizados, puesto que ya conocen el tono, y antes de que abran la puerta se dan cuenta de quién ha tocado. Si tienen un hijo pequeño, tal vez él se unirá a usted en el canto. Usted estará cantando afuera y él estará cantando dentro de la casa. De esta manera la reunión comienza aun antes de que se abra la puerta.

  Una vez que usted entre en la casa, debe ser muy viviente y espontáneo. En vez de sentarse en el sofá, tal vez se siente en la alfombra delante del niño para hablar con él. Luego, después de una plática breve, tal vez usted se levante. Actuar de tal manera muestra que usted es muy normal, muy humano y muy espontáneo. No habría ningún indicio de religión ni ningún indicio de que usted es un predicador. Si aprende a practicar de esta manera, estará a la mitad del camino al éxito. Toda la casa estará preparada para recibir su palabra porque lo considerarán a usted como amigo. Comportándose de una manera tan normal, usted puede hacerse amigo de ellos dentro de un período de tiempo muy corto. Lo apreciarán mucho, pues, sentirán que usted es una persona muy accesible.

  Además, usted debe ser muy rico en la Palabra y en conocer los himnos y cantos. Si la madre está preocupada por alguna razón, puede ser que usted tenga el sentir de cantar el coro:

  Regocíjate Regocíjate; Es mejor cantar que quejarse: Es mejor vivir que morir; Por eso regocíjate (Himnos, #717)

  No importa cuál sea la situación o el ambiente, usted debe estar capacitado para hablar la palabra apropiada o para cantar el canto apropiado para que la reunión pueda comenzar de una manera muy viva. Esta clase de reunión de hogar no debe ser religiosa ni formal, sino muy espontánea.

  En tal momento, puede ser que el niño le interrumpa para mostrarle que tiene una Biblia pequeña. Esta es una buena oportunidad. Al hablar con este niño pequeño con respecto a la Biblia, usted puede presentar un versículo apropiado a toda la familia. Tal vez usted abra la Biblia en Hechos 16:31 —“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”— y luego pida que el niño lo lea. Después de que lo lea, tal vez usted le pregunte qué es lo que dice el versículo. Con base en esto, es posible que usted pregunte al niño: “¿Has creído en el Señor Jesús? ¿Has sido salvo?” Tal plática hará que su madre vuelva de su ansiedad o su enojo a un gozo o una felicidad con respecto a la salvación de su hijo. Luego, usted también puede volverse a los otros para ayudarles a saber que una vez que han creído en el Señor Jesús, son salvos. De esta manera usted puede enseñar a estas personas recién salvas un punto específico: la certeza de la salvación de Dios. Esta es la manera de tener una reunión de hogar.

  Todos debemos ejercitarnos para no ser religiosos ni formales en nuestra apariencia, en nuestro comportamiento ni en nuestro hablar. Debemos evitar visitar a la gente como si fuéramos un predicador que viene para predicar. Recientemente una pareja de la iglesia visitó a otra pareja. Las dos parejas tenían situaciones parecidas: los esposos eran japoneses y las esposas eran chinas. Se le había dicho a la pareja de la iglesia que la otra pareja no tenía interés en el evangelio, así que decidieron de antemano que no hablarían con ellos acerca del evangelio. Aunque oraron en el automóvil mientras iban, no entraron en la casa de ellos con sus Biblias ni con sus himnarios. Debido a que sus situaciones conyugales eran semejantes, pudieron hablar con ellos de modo muy natural, preguntándoles cuándo se habían casado, cuándo habían venido a los Estados Unidos, y si habían hecho amistad con alguien. La pareja de la iglesia les dijo que, tal como ellos, también habían llegado a los Estados Unidos recientemente y que si en cualquier momento necesitaban ayuda práctica, estarían dispuestos a ayudarlos. La pareja que ellos estaban visitando les dijo que no tenían carro, lo cual hizo difícil que fueran de compras, y el esposo dijo que no tenía amigos. El hermano le dijo que cuando tuvieran tiempo, los visitarían. Los esposos hablaron japonés, y las esposas hablaron chino. Esta clase de plática fue muy natural y agradable, e hizo que esta pareja abriera su corazón a este hermano y hermana y que compartieran con ellos sus necesidades y ansiedades. Finalmente, la esposa le confió algo a la hermana, diciéndole que ellos no habían rechazado absolutamente al Señor Jesús y que permitirían que hablaran acerca del evangelio.

  Ellos hicieron que esta pareja se quedara en un ambiente muy feliz, habiendo preparado el camino para ganarlos para el Señor. Esta no es la manera de un predicador religioso que obliga a otros a que reciban algo. La plática fue espontánea en todo aspecto, y los llevó a un punto muy positivo acerca del evangelio. La esposa, por sí misma abrió su ser a ellos, diciéndoles que ellos no habían rechazado al Señor Jesús. Ahora esa pareja está dispuesta a recibir a este hermano y hermana y a escuchar cualquier cosa que éstos digan. Yo creo que la próxima vez que los visiten, algo pasará, porque ahora sus corazones ya están abiertos y sus espíritus ya están preparados. Esta es la manera sabia de hablar con la gente con respecto al evangelio.

  Muchas veces tenemos un gran deseo de ganar a la gente y hacemos muchas cosas con demasiada rapidez; así que, finalmente ofendemos a la gente y no ganamos nada. Esto cierra la puerta, y luego es muy difícil que regresemos otra vez. A muchas personas no les gustan los predicadores, y a muchas personas cultas que piensan mucho no les gusta la religión. Tenemos que ser hombres y mujeres comunes. Hasta la manera en que nos vistamos debe ser muy normal de modo que no llame la atención de la gente. Debemos visitar a otros como personas comunes, sin ser especiales exteriormente.

  Fue la soberanía del Señor que este hermano y hermana visitaran a tal pareja, puesto que los dos esposos eran japoneses y que las dos esposas eran chinas. Pero debemos saber utilizar tal situación de modo espontáneo y normal. Entonces podremos preparar el camino por medio de abrir los corazones de la gente y preparar sus espíritus para recibir lo que hablemos la próxima vez. Al llevar a cabo las reuniones de hogar, no debemos esperar hacer un trabajo rápido. En lugar de eso, debemos hacerlo despacio. Esta es la manera sabia y eficaz.

APROVECHANDO LA OPORTUNIDAD PARA IMPARTIR LA PALABRA

  Debemos aprender a tomar la oportunidad para ministrar la santa Palabra. No importa cuán espontánea sea su manera de comportarse, usted debe aprovechar el tiempo para ministrar algo de la santa Palabra. Al hablar con aquella mujer, parece que la hermana no le ministró nada de la Palabra. Sin embargo, la mujer respondió diciendo que no rechazaría al Señor Jesús. Además, ella estaba dispuesta a recibir todo lo que la hermana le dijera. Por medio de estos dos puntos podemos comprender que esta mujer ya había recibido algo. Fue sabio no hacer más en aquella ocasión. Sin embargo, en la mayoría de los casos, debemos aprovechar la oportunidad para ministrar algo de la Palabra a quienes visitemos. No debemos hacerlo muy rápido, sin embargo, tampoco debemos desperdiciar nuestro tiempo. Debemos ministrar algo de la santa Palabra a ellos con respecto a Cristo, con respecto a Dios y con respecto a la salvación de Dios. Por una parte, debemos ser muy espontáneos, muy comunes y muy humanos, sin dar a la gente ninguna impresión de que estamos promoviendo algo. Por otra parte, debemos aprender a aprovechar el tiempo con destreza para hablar algo de la Palabra, aun si sólo dura unos cuantos minutos. Siempre es mejor usar un versículo de la Biblia. Debemos impartir este versículo en las personas a quienes visitamos para cumplir con nuestro propósito principal.

  Si tenemos la carga de ayudar a tales personas a saber que todos sus pecados han sido perdonados, debemos esperar el tiempo apropiado y luego abrir la Biblia a un versículo que hable del perdón de Dios. Luego podemos ministrar tal versículo a estas personas. Esto no es fácil, así que todos tenemos que aprender por medio de practicar. Debemos aprovechar el momento oportuno, ministrar el versículo apropiado y ministrarlo de una manera breve pero que los impresione profundamente.

  Escoger un buen versículo que hable del perdón de Dios no es difícil, pero aplicar tal versículo adecuadamente requiere destreza. Hechos 10:43 dice: “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. Para aplicar este versículo, usted podría primero pedir que el nuevo creyente lo leyera. Cuando él lea las palabras “todos los que en él creyeren”, usted debe preguntarle: “¿Todos los que hacen qué?” Deje que él diga: “Que creen”. Entonces en seguida usted puede preguntarle: “¿Ha creído usted?” Tal vez él responda: “Sí, anoche creí”. Haga que siga leyendo: “Que en él creyeren”. Verifique con él palabra tras palabra: “¿Ha creído en El? El se refiere a Cristo el Salvador. ¿Ha creído en El?” Ciertamente dirá: “Sí, he creído en El”. Tal vez usted le pregunte: “Entonces, ¿qué pasará?” y deje que siga leyendo: “Todos los que en él creyeren, recibirán”. Después, usted le pregunta: “¿Recibirán qué?” Y él lee: “Recibirán perdón”. Usted le pregunta: “¿Perdón de qué?” Y él contesta: “Perdón de pecados”. Mientras esté leyendo, usted puede seguir su lectura y preguntarle acerca de cada palabra. Luego, tal vez usted le pida que lea todo el versículo. Esto lo impresionará con alguna palabra viva de la Biblia. Después de que usted ha aplicado este versículo, usted puede preguntarle: “Y ahora, ¿qué de sus pecados?” Tal vez él le diga: “Mis pecados han sido perdonados”. Usted le pregunta: “¿Cómo sabe esto?” El le dirá que el versículo dice esto.

  Meramente leerles a los nuevos creyentes no funciona muy bien. Debemos desarrollar nuestra habilidad de tal modo que podamos hacer que un versículo sea impartido en ellos. Esto es como clavar un pedazo de madera a otra cosa. Debemos clavarlo adecuadamente; de otro modo se saldrá solo. Debemos desarrollar la habilidad de impartir un versículo en alguien de una manera perfecta y completa. Esto cautivará a los nuevos creyentes, y nunca se escaparán porque tal versículo estará en ellos. Es por esto que soy muy repetitivo en mi hablar. Cuando hablo algo, lo digo una y otra vez para que esto cause impresión en los que escuchan, de modo que nunca lo puedan olvidar. Muchas veces hablo de una sola cosa desde muchos ángulos diferentes.

  No piensen que ir a los hogares de otros y tener reuniones de hogar con ellos es algo fácil. Primero debemos aprender a ser espontáneos, y en segundo lugar, debemos aprender a aprovechar la oportunidad para ministrar algo de la Palabra a las personas con quienes tenemos contacto.

COMPORTARSE CONFORME A LA SITUACION

  Recientemente, un sábado por la noche, un equipo evangelístico visitó a una pareja. Al día siguiente esta pareja vino a la mesa del Señor. Durante esa reunión, el esposo fue conmovido profundamente por el Señor, y fue bautizado después de la reunión. Luego, el martes por la noche, este equipo fue a la casa de la pareja para verlos. Durante su primera visita, uno de los hermanos le había dado al hermano nuevo un himnario y un libro que podría usar para el avivamiento matutino. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que la casa había sido preparada para ellos y que estos dos libros habían sido puestos en la mesa. Entonces este hermano nuevo tomó estos libros y se unió a los hermanos, así que les pareció que debían cantar algo del himnario para ayudarlo a saber algo más acerca de Cristo. Después de que cantaron el himno, percibieron que él necesitaba algo, que él no se sentía liberado. Ellos le dijeron que había algo que lo podría hacer realmente libre. Compartieron con él que como cristianos tenemos dos tesoros poderosos: interiormente tenemos el Espíritu de Dios, el cual mora en nuestro espíritu; y exteriormente tenemos la Biblia, la Palabra de Dios, la cual es la verdad (Jn. 17:17). Cuando sentimos que estamos oprimidos, necesitamos adentrarnos en la Palabra, usando nuestro espíritu para tocar la Palabra, y la Palabra nos liberará. Hoy en día el Señor es el Espíritu, y El mora en nuestro espíritu. Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Co. 3:17). Por medio de compartir estas cosas, lo animaron a usar su espíritu invocando al Señor cuando se levante en la mañana para tener su avivamiento matutino. El les dijo a los hermanos que ya había leído casi la mitad del libro para el avivamiento matutino, y al final de su tiempo con él, él se paró y oró con ellos de una manera muy buena. En sólo treinta minutos habían usado la Palabra, mostrándole los versículos que dicen: “la verdad os hará libres” (Jn. 8:32) y “el Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17), y lo habían animado a ejercitar su espíritu con ellos. La reunión terminó de un modo muy agradable, y él estaba dispuesto a asistir a una reunión de grupo pequeño el viernes siguiente y otra vez a la mesa del Señor el día del Señor.

  Estos hermanos hicieron un buen trabajo en aproximadamente treinta minutos. Cuando entraron en la casa de este nuevo y vieron que había dispuesto el himnario y el otro libro de versículos para el avivamiento matutino, se dieron cuenta de que este hombre estaba listo para recibir algo. No era necesario que hicieran algo para prepararlo, sino que pudieron abordar el tema directamente. Simplemente fueron a la casa de este nuevo creyente y se comportaron no conforme a algo preparado sino conforme a la verdadera situación.

  Todos debemos aprender a no ser formales, legalistas ni religiosos, sino a ir y ver cuál es la situación y así comportarnos conforme a esto. Estos hermanos no escogieron un tema de antemano. Sencillamente vieron la situación. Aquel nuevo había dispuesto el himnario y un libro relacionado con la Biblia, mostrando así que estaba contento con estos dos regalos, así que uno de los hermanos tomó la oportunidad de hablar algo. Fue muy sabio hablar con él tomando como base estos dos regalos con los cuales él estaba tan contento.

  Si los hermanos hubieran escogido un tema de antemano, es posible que hubieran presentado su plática preparada sin prestar atención a la situación. Tal plática no habría tenido mucho éxito, ni habría dado un resultado tan positivo. Estuvo muy bien que los hermanos no hicieron esto; actuaron conforme al gusto del nuevo creyente. Esto fue sabio y flexible, e hizo que su plática fuera muy eficaz.

SER EQUIPADOS CON EL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD Y CON LA EXPERIENCIA DE VIDA

  No es muy fácil tomar esta manera porque requiere que estemos adecuadamente equipados con mucho conocimiento de la verdad y con mucha experiencia de vida. Uno debe tener tanta experiencia y tanto conocimiento que pueda enfrentar cualquier situación. También debemos aprender a ser muy perspicaces y estar alerta para conocer los sentimientos y deseos de la gente. Debemos saber qué es lo que hay dentro de las personas con quienes vamos a hablar. Esto requiere mucha experiencia. Yo sé que cuando algunos de los santos jóvenes tienen una cita para visitar a alguien, tienen mucha ansiedad. Puede ser que oren todo el día con respecto a esa cita, y que también lean algunos mensajes o algunos libros mientras están en camino para ver a la gente. Por medio de todas estas cosas ellos se preparan mucho, pero eso no es igual que ser equipados. Esto es una clase de preparación temporal que podría matar la reunión de hogar.

  Todos ustedes deben ser equipados, pero no sólo por medio de la labor de un solo día, sino por medio de la labor de más de dos años. Deben equiparse con el conocimiento de la verdad y con la experiencia de vida. Entonces, serán ricos, y también tendrán una gran percepción para conocer los sentimientos y las intenciones de otros. Necesitan orar mucho pidiendo que el Espíritu Santo esté con ustedes para ayudarles a comprender la verdadera situación de los nuevos. Entonces, cuando vayan, podrán hablar algo rico conforme a la situación y de acuerdo con la verdadera necesidad de las personas con quienes tengan contacto.

LA NECESIDAD DE PRACTICAR

  Todos tenemos que aprender dos cosas: ser normales y espontáneos, y aprovechar la oportunidad para impartir algo de la Palabra. La mejor manera de aprender es que cuatro o cinco de ustedes se reúnan para practicar. Pueden demostrar cómo comenzar una reunión de hogar y cómo hablar con la gente de acuerdo con muchas situaciones diferentes. Esto los ayudará. Yo creo que la mayoría de ustedes tienen suficiente experiencia para ir a las reuniones de hogar. No obstante, no saben cómo expresarse. Algunos jóvenes, especialmente las hermanas, están muy preocupadas por sí mismas cuando asisten a una reunión de hogar. No saben cómo pararse, cómo sentarse ni dónde poner sus manos. Parece que todo les da miedo. Por lo tanto, necesitan practicar. Hace más de sesenta y dos años, en 1927, me di cuenta de que por toda mi vida yo hablaría por Cristo. No estudié en un seminario ni en una escuela de la Biblia, tampoco tuve a alguien que me enseñara a hablar. La compañía en la cual trabajaba en aquel entonces estaba muy cerca del mar. Después del almuerzo, teníamos como media hora, y yo solía ir a una pequeña colina cerca del océano y practicaba allí. Así aprendí a hablar. Por las tardes regresaba a casa y me ponía de pie delante de un espejo largo en el cual podía ver todo mi cuerpo, y practicaba hablando y haciendo ademanes. Esto me ayudó mucho; les aconsejo a todos ustedes que practiquen las cosas que les he compartido. No esperen hasta que vayan a un hogar. Si nunca practican, no sabrán qué hacer cuando vayan a un hogar. Practiquen estas cosas, y podrán tener reuniones de hogar adecuadas, de modo que su fruto permanezca.

  En 1 Pedro 2:2 dice que los niños recién nacidos desean la leche de la Palabra. Los niños recién nacidos no saben beber, pero tenemos que alimentarlos. Si la madre no alimenta al niño recién nacido, éste no puede tomar la leche. Tenemos que ir a los hogares de los nuevos creyentes, no sólo para alimentarlos con leche sino también para enseñarles cómo alimentarse a sí mismos. Entonces podrán crecer por medio de nuestra alimentación. Debemos ir a los nuevos porque ellos no saben qué hacer. Luego tenemos que enseñarles o decirles muchas cosas con respecto a la vida espiritual. Las cuatro primeras cosas que debemos decirles son que deben leer la Biblia, orar al Señor, quien es el Espíritu, guardar la práctica de tener una vigilia matutina, y asistir a las reuniones. Hacer esto requiere mucho aprendizaje y mucha destreza.

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