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Mensajes del libro «Encarnación, inclusión e intensificación»
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CAPÍTULO DOS

ENCARNACION, INCLUSION E INTENSIFICACION

(2)

  Lectura bíblica: Jn. 1:14; 1 Co. 15:45; Jn. 20:22; Ap. 1:4; 5:6

  En el mensaje anterior empezamos a examinar las tres etapas de Cristo. En este mensaje tengo la carga de presentar un mensaje particular y actual acerca de Cristo en las tres etapas de encarnación, inclusión y intensificación.

UNA PERSONA MARAVILLOSA EN TRES ETAPAS

  Si queremos conocer a Cristo en estas tres etapas, debemos tener en cuenta toda la Biblia. El Antiguo Testamento contiene muchos tipos y profecías acerca de Cristo, el Mesías, el que ha de venir. En el Nuevo Testamento tenemos el cumplimiento de los tipos y las profecías que se relacionan con Cristo, los cuales se encuentran en el Antiguo Testamento. (Hemos estudiado éstos en detalle en The Conclusion of the New Testament [La conclusión del Nuevo Testamento], mensajes del 34 al 45.) El tema de todo el Nuevo Testamento es una persona: Cristo. El Nuevo Testamento revela claramente que Cristo, como cumplimiento de los tipos y las profecías del Antiguo Testamento, es una persona maravillosa de tres etapas. El, como la persona maravillosa, es profundo, misterioso y muy complejo.

La primera etapa: la encarnación, la etapa de Cristo en la carne

  A través de los siglos el Nuevo Testamento ha sido leído, estudiado y examinado por millones de personas. Yo mismo he leído y estudiado el Nuevo Testamento por setenta años. Lo he estudiado en tres etapas: la primera etapa tuvo lugar en la China continental, la segunda, en Taiwán y la tercera, en los Estados Unidos. Cuando estuve en China el hermano Nee me ayudó mucho, incluso me dio clases privadas. Estudié todos los libros del Nuevo Testamento, y también muchas interpretaciones de las Escrituras. Aunque el hermano Nee me ayudó muchísimo, mientras estuve en China lo que estudié estaba limitado principalmente a la primera etapa de Cristo, es decir, la etapa de Cristo en la carne, Cristo en Su encarnación.

  Como lo indica el relato de los cuatro evangelios, esta etapa duró sólo treinta y tres años y medio. Este fue el período en el cual el Señor Jesús logró la obra redentora de Dios jurídicamente. Los cuatro evangelios revelan a Cristo en la carne como Aquel que llevó una vida humana en la tierra y que después fue crucificado y murió por nuestros pecados para poder redimirnos y devolvernos a Dios. Hablando estrictamente, éste no es un asunto de la salvación sino de la redención jurídica.

  La redención jurídica incluye el perdón de los pecados (Lc. 24:47), la purificación de los pecados (He. 1:3), la justificación (Ro. 3:24-25), la reconciliación con Dios (Ro. 5:10a) y la santificación en cuanto a posición (1 Co. 1:2; He. 13:12). En el aspecto jurídico uno que es perdonado, lavado, justificado por Dios, reconciliado con El y santificado para El es una persona salva.

  La redención jurídica no es la salvación completa. La redención jurídica es simplemente la parte inicial, la parte básica, de la salvación completa; es la base sobre la cual la salvación completa y orgánica está edificada.

La segunda etapa: la inclusión, la etapa de Cristo como Espíritu vivificante

  Ahora examinaremos la manera en que terminan los cuatro evangelios. Los evangelios terminan con un relato acerca del Cristo resucitado, quien llegó a ser el Espíritu todo-inclusivo, compuesto y vivificante. El, en la noche del día de Su resurrección, regresó a Sus discípulos de un modo totalmente místico (Jn. 20:19-22). No podemos decir que se apareció a ellos sólo de modo espiritual, porque tenía un cuerpo de carne y hueso. Les dijo: “Mirad Mis manos y Mis pies, que Yo mismo soy; palpadme, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que Yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies (Lc. 24:39-40). Los discípulos podían ver la marca de los clavos en Sus manos y tocar Su cuerpo. Aunque el Cristo resucitado tenía un cuerpo de carne y hueso que podía ser visto y palpado, de repente se apareció a los discípulos sin pasar por la puerta (Jn. 20:19). No tocó la puerta, y nadie la abrió; sin embargo estuvo en medio de ellos. Al entrar de este modo, El se manifestó (21:1, 14). El apareció de repente a los discípulos y luego desapareció repentinamente. Aunque el Señor Jesús tenía un cuerpo físico, repentinamente apareció en el cuarto cuyas puertas estaban cerradas. Su manifestación y desaparición al final de los cuatro evangelios no es meramente espiritual; es mística, es algo que no se puede explicar.

Pneumático

  Juan 20:22 dice: “Sopló en ellos, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Esto indica que Cristo estaba allí con los discípulos no sólo de una forma física sino también como Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), como el Cristo pneumático. Si hubiese estado presente sólo físicamente y no como Espíritu, Sus discípulos no lo habrían podido recibir a El, el pneuma santo, el aliento santo. Si el Señor no hubiera ido a ellos como Espíritu, podrían haber tocado Su cuerpo físico de carne y hueso y podrían haberlo abrazado, pero no habrían podido recibirlo inhalándolo. En Juan 20 el Cristo resucitado se infundió como aliento en ellos y los discípulos lo inhalaron, recibiéndolo. Esto muestra claramente que en la resurrección El llegó a ser el Cristo pneumático, el Cristo que es el Espíritu vivificante.

  En la resurrección Cristo como postrer Adán en la carne llegó a ser el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante no es sencillo, porque incluye lo divino, lo humano, la muerte y la resurrección. El Cristo que apareció a los discípulos en Juan 20 tenía cuatro elementos, que eran cuatro factores y cuatro credenciales. El era Dios con el elemento divino y era un hombre con los elementos de humanidad, muerte y resurrección. El como Aquel que había llegado a ser el Espíritu vivificante en la resurrección tenía estos cuatro factores.

El Espíritu compuesto

  El Espíritu vivificante es el Espíritu compuesto y todo-inclusivo tipificado por el ungüento de la unción descrito en Exodo 30:23-25. Ahora el Espíritu ya no es sólo el Espíritu de Dios, tipificado por el aceite de oliva, sino el Espíritu compuesto tipificado por el ungüento formado al añadir al hin de aceite de oliva cuatro especias: la mirra y la canela (las cuales representan la muerte de Cristo y su eficacia) y el cálamo y la casia (que representan la resurrección de Cristo con el poder de ésta). El como el Espíritu compuesto, vivificante y todo-inclusivo ahora es un ungüento compuesto de cuatro factores: Dios, el hombre, la muerte de Cristo y Su resurrección.

Los dos “llegar a ser” de Cristo

  El Espíritu llegó a ser un compuesto cuando Cristo como postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante. Este no fue un asunto sencillo. Como dijimos en el mensaje anterior, Cristo pasó por dos “llegar a ser”. Primero, experimentó la encarnación: “El Verbo se hizo carne” (Jn. 1:14). Esto fue sencillo, porque lo divino entró en lo humano y se mezcló con ello, pero no estaba incluida ni la muerte ni la resurrección. En segundo lugar, experimentó la resurrección: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante” (1 Co. 15:45). Esto era muy complicado porque incluía lo divino, lo humano, la muerte de Cristo y Su resurrección.

Las complicaciones relacionadas con la muerte de Cristo

  La muerte de Cristo fue muy complicada. Su muerte fue una muerte todo-inclusiva. En Su muerte todo-inclusiva El crucificó la carne de pecado (Gá. 5:24; Ro. 8:3b); condenó el pecado y quitó el pecado y los pecados derramando Su sangre (Ro. 8:3b; Jn. 1:29; He. 9:26b, 28a; Jn. 19:34b); destruyó al diablo, quien tiene el imperio de la muerte (He. 2:14; Jn. 12:31b); juzgó al mundo y echó fuera el príncipe de éste (Jn. 12:31; Gá. 6:14b); crucificó al viejo hombre (Ro. 6:6; Gá. 2:20a; 6:14b); puso fin a la vieja creación crucificando al viejo hombre (Ro. 6:6); abolió la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (Ef. 2:15a); y liberó la vida divina (Jn. 12:24; 19:34b). Por un lado, la muerte de Cristo resolvió el problema de todo lo negativo; por otro, Su muerte liberó la vida divina. Cuanto más de cerca miramos esto, más entenderemos las complicaciones relacionadas con la muerte todo-inclusiva del Señor.

Las complicaciones relacionadas con la resurrección de Cristo

  La resurrección de Cristo también fue muy complicada. Su resurrección produjo al Hijo primogénito de Dios elevando la humanidad de Cristo e introduciéndola en Su divinidad y haciendo que Cristo naciera de Dios (Hch. 13:33; Sal. 2:7), es decir, al designar la simiente de David (la naturaleza humana de Cristo) por el Espíritu de santidad (la divinidad de Cristo) en el poder de la resurrección para que fuera el Hijo primogénito de Dios (Ro. 1:3-4). En la resurrección de Cristo todas las personas que Dios escogió fueron regeneradas y llegaron a ser los muchos hijos de Dios y los muchos hermanos del Hijo primogénito de Dios (1 P. 1:3; He. 2:10; Ro. 8:29). En la resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios fue consumado y se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45): el Espíritu de Cristo, el Cristo pneumático, el Cristo hecho pneuma (Ro. 8:9); la consumación final del Dios Triuno procesado y consumado, quien está corporificado en el Cristo hecho pneuma, el Espíritu vivificante; y la realidad de la resurrección, que es Cristo mismo y el Dios Triuno procesado y consumado (Jn. 11:25; 1 Jn. 5:6). Con esto vemos que la resurrección de Cristo está llena de complicaciones.

  Puesto que hay muchas complicaciones en el hecho de que Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo en la resurrección, podemos usar la palabra inclusión para referirnos a la segunda etapa de Cristo. El producto de esto no fue algo sencillo sino algo compuesto, es decir, no simplemente el aceite, que representa el Espíritu de Dios, sino el ungüento, que representa el Espíritu vivificante, el Espíritu que da vida. Este Espíritu es el Cristo pneumático, el Cristo que está en la segunda etapa, la etapa de inclusión.

  Aunque es común que los cristianos enseñen acerca de la encarnación, muy pocos enseñan acerca de la inclusión. La encarnación produjo al Cristo que estaba en la carne, pero la inclusión produjo a un Cristo que se hizo el Espíritu compuesto, vivificante y todo-inclusivo. Vemos este Espíritu compuesto en el libro de Hechos y en las veintiuna epístolas, desde Romanos hasta Judas.

Cristo en la primera etapa produjo un grupo de redimidos, y Cristo en la segunda etapa produjo la iglesia

  En la primera etapa, la etapa de Cristo en la carne, Cristo produjo un grupo de redimidos, tales como Pedro y los demás discípulos. Aunque había sido producido un pueblo redimido, la iglesia todavía no había sido producida. La iglesia fue producida por Cristo en la segunda etapa. En esta etapa Cristo es el Cristo pneumático, el Espíritu compuesto y vivificante que produjo la iglesia el día de Pentecostés. Los santos redimidos, que fueron producidos por Cristo en la carne, llegaron a ser la iglesia producida por Cristo como Espíritu vivificante.

La tercera etapa: la intensificación, la etapa de Cristo como Espíritu siete veces intensificado

Resuelve el problema de la degradación de la iglesia

  Poco después de que fue producida la iglesia, ésta empezó a degradarse. Esto se ve claramente en Hechos. En el capítulo cinco Ananías y Safira mintieron al Espíritu Santo; en el capítulo seis los helenistas murmuraron contra los hebreos en cuanto a la dispensación diaria; y en el capítulo quince hubo un problema relacionado con la circuncisión. El hecho de que Bernabé se separó de Pablo (15:35-39) también debe considerarse parte de la degradación. Con el tiempo la iglesia se degradó a tal extremo que el Señor ya no lo podía tolerar, y en respuesta se intensificó siete veces para llegar a ser el Espíritu siete veces intensificado (Ap. 1:4; 5:6). Se intensificó siete veces para resolver el problema de la degradación de la iglesia.

Produce el Cuerpo de Cristo para dar consumación a la Nueva Jerusalén

  Pablo, en sus epístolas, habla del Cuerpo (Ro. 12:5; 1 Co. 12:12, 27; Ef. 1:23; 4:4, 16; Col. 2:19), pero no creo que Pablo haya visto la verdadera edificación del Cuerpo. Pablo podía ver la iglesia expresada en varias localidades, pero no podía realmente ver la iglesia como Cuerpo de modo perfecto y completo. Se necesita la tercera etapa de Cristo, la etapa de intensificación en la cual Cristo llega a ser el Espíritu siete veces intensificado, para que el Cuerpo sea producido de modo completo.

  Después de que Pablo murió, el Señor dejó pasar más de veinte años hasta que Juan escribió el libro de Apocalipsis. El Apocalipsis es una epístola, pero su carácter es muy diferente del de todas las otras epístolas del Nuevo Testamento. En este libro Cristo, quien llegó a ser el Espíritu vivificante, compuesto y todo-inclusivo, llegó a ser el Espíritu siete veces intensificado. En Apocalipsis 1:4 el tercero de la Trinidad Divina, el Espíritu, llegó a ser los siete Espíritus y es clasificado como el segundo de la Trinidad Divina.

  Hemos mencionado que Cristo, en Su segunda etapa, la etapa de ser el Espíritu vivificante, compuesto y todo-inclusivo, produjo las iglesias, pero no mucho del Cuerpo fue producido y edificado de manera práctica. Por esta razón Cristo se hizo el Espíritu siete veces intensificado que venció la degradación de la iglesia para que los vencedores fueran producidos a fin de producir al Cuerpo.

  Cristo en la carne produjo un grupo de personas redimidas, y Cristo como el Espíritu vivificante, compuesto y todo-inclusivo produjo las iglesias. Se necesita que el Espíritu vivificante, compuesto y todo-inclusivo sea intensificado siete veces para que el Cuerpo sea producido. Esta intensificación séptuplo trata con la situación séptuplo de las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3.

  La Asamblea de los hermanos y los que siguieron su enseñanza vieron algo relacionado con el significado profético de las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3. Ellos, al estudiar estos dos capítulos, descubrieron que la iglesia tiene siete condiciones, siete etapas las cuales se dan en siete períodos. Sin embargo, no vieron el aspecto de vencer. Jessie Penn-Lewis vio esto y publicó un periódico llamado The Overcomer [El vencedor]. Aunque la señora Penn-Lewis escribió con respecto a las siete iglesias que producen los vencedores, la luz que recibió no era completa, y por eso no vio que los vencedores tienen como fin la edificación del Cuerpo para llevar la Nueva Jerusalén a su consumación. La etapa de la encarnación produjo un grupo de personas redimidas, y la etapa de la inclusión produjo la iglesia. En la etapa de intensificación se edificará el Cuerpo para llevar la Nueva Jerusalén a su consumación.

HACER UNA OBRA DE TRES SECCIONES

  Tengo la carga de que todos los colaboradores del recobro del Señor entiendan que necesitamos hacer una obra de tres secciones. Debemos hacer la obra de no sólo la primera sección, la encarnación, que produce un pueblo redimido, sino también la obra que cumpla el propósito de la segunda sección, la inclusión, que produce las iglesias. Además, debemos poder hacer una obra que edifique al Cuerpo de Cristo, el cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Esta es la obra de la etapa de intensificación.

  La primera etapa, la encarnación, está en la esfera física y en ella se efectúa la redención judicial, la cual es un asunto físico. La segunda etapa, la inclusión, es divina y mística. En la tercera etapa, la intensificación, se llegará a la madurez en la esfera divina y mística, y el Cuerpo será edificado para llevar la Nueva Jerusalén a su consumación.

  Al presentar este mensaje me preocupa que los colaboradores no lleven a cabo una obra triple: la obra en la etapa de encarnación, en la etapa de inclusión y en la etapa de intensificación. Si llevamos a cabo esta obra triple, laboraremos no sólo para producir personas redimidas y para establecer iglesias sino también para edificar al Cuerpo, lo cual lleva la Nueva Jerusalén a su consumación.

  Pido a los colaboradores que tengan en cuenta la clase de obra que han hecho en el pasado y que se pregunten si han hecho una obra en tres secciones. En cuanto a mi propia obra, puedo decir que la labor que hice en la China continental lo llevé a cabo primordialmente para producir personas redimidas. Sólo una pequeña parte de la obra que hice allí la hice para producir iglesias. Esto indica que mi labor en China era principalmente una obra en la primera etapa. Pero cuando fui a Taiwán, empecé a hacer una obra que estaba en la etapa de inclusión, y muchas iglesias fueron levantadas. Ahora tengo la carga de hacer una obra en la etapa de intensificación. Por tanto, oro al Señor diciendo: “Señor, me esfuerzo hasta donde me es posible por ser un vencedor a fin de que Tu Cuerpo sea edificado y la Nueva Jerusalén llegue a su consumación”.

  Espero que todos los colaboradores vean las tres etapas, las tres secciones, de Cristo: la encarnación, la etapa de Cristo en la carne; la inclusión, la etapa de Cristo como Espíritu vivificante; y la intensificación, la etapa de Cristo como el Espíritu vivificante siete veces intensificado. Estas tres etapas son las tres secciones de la historia de Cristo. Esto significa que la historia de Cristo se divide en la sección de Su encarnación, la sección de Su inclusión y la sección de Su intensificación. Por consiguiente, recalcamos estas tres palabras —encarnación, inclusión e intensificación— y ponemos énfasis en que la encarnación produce personas redimidas, la inclusión produce iglesias y la intensificación produce vencedores que edifican el Cuerpo, cuya consumación es la Nueva Jerusalén, la meta única de la economía de Dios. Esta es la revelación del Nuevo Testamento.

  ¿Qué clase de obra debemos hacer hoy? Debemos hacer una obra de tres secciones. Me preocupa que muchos de los colaboradores sigan laborando sólo en la primera sección, la sección de la encarnación. Si ésta es su condición, necesitan mejorar y avanzar. Lo que han aprendido y hecho en el pasado no es suficiente. Por supuesto, no deben desechar lo de la primera etapa, porque es el fundamento. Ahora deben edificar sobre este fundamento y finalmente terminar el edificio. El fundamento es la obra en la etapa de encarnación; la edificación es la obra en la etapa de inclusión; y terminar el edificio es la obra en la etapa de intensificación.

AVANZAR DE LA INCLUSION A LA INTENSIFICACION

  Uso la palabra inclusión basándome en nuestro uso de la palabra inclusivo. El hecho de que el postrer Adán se hiciera el Espíritu vivificante equivale a que Cristo llegara a ser el Espíritu todo-inclusivo, lo cual no sólo era un asunto de encarnación sino también de inclusión. Como hemos mencionado, la inclusión incluye muchas complicaciones. En la etapa de la inclusión, muchas cosas se añaden en el Cristo pneumático, en el Cristo quien es el Espíritu vivificante. Ahora debemos ver que el Espíritu vivificante y todo-inclusivo fue intensificado siete veces.

  Les insto a examinar el asunto de la intensificación y a orar desesperadamente diciendo: “Señor, tengo que avanzar. Necesito que Tu gracia me lleve adelante. No quiero permanecer en la obra de encarnación ni en la obra de inclusión. Quiero avanzar de la inclusión a la intensificación. Señor, fuiste intensificado siete veces, y oro para que también yo sea intensificado siete veces a fin de vencer la degradación de la iglesia, con el propósito de que el Cuerpo sea edificado y tenga su consumación en la Nueva Jerusalén”.

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