
Lectura bíblica: 1 Co. 3:20b-23; 7:22b-23a; Ro. 14:7-9; 2 Co. 5:14-15
Himnos, #196
Ningún mortal podrá narrar La libertad de aquel Que vence el cebo terrenal Y a Dios se entrega fiel; Todas las cosas son de él, Presente o por venir; Es Cristo su perfecta paz, Y Cristo es su fin.
Ya que podemos escoger Regir con nuestro Rey, Sería extraño rehusar Ser sólo para Él. De sacrificios, ni hablar; Es gozo sin igual A todo costo componer La armada celestial.
¡Qué ganga tu parte entregar Por la totalidad! Todo hombre y todo evento así Al fiel le servirán. Lo Suyo, todo tuyo es, Si tú a Él te das; Vida abundante hallarás, Y un reino que vendrá.
El himno 196 en nuestro himnario es maravilloso. Cuando yo regresé a Taiwán en octubre de 1984, este himno llegó a ser muy dulce para todos nosotros. No podíamos dejar de cantarlo; dicho himno conmovió muchos corazones. Me gustan todas las líneas del mismo, excepto la última, por lo cual la hemos reemplazado por “Y un reino que vendrá”. La tercera estrofa hace referencia a la ganga, la oferta santa, según la cual podemos dar lo poco que es nuestro y ganarlo todo a cambio. Cuando le entregamos nuestra fragmentaria porción al Señor, ¡ganamos la tierra entera! Cuando le servimos, entonces, ¡todos y todas las cosas están a nuestro servicio! “Todo hombre y todo evento así / Al fiel le servirán” (estrofa 3). Todos nosotros debemos hablar y cantar este himno una y otra vez.
Los versículos que aparecen en la “Lectura bíblica” conforman un solo grupo, como un solo racimo de uvas, el cual es en extremo precioso y dulce. En 1 Corintios 3:20b-23 se nos da a entender que Cristo es nuestro. Puesto que Él es nuestro, todas las cosas son nuestras; incluso la muerte es nuestra. La muerte sirve a un propósito en pro de nosotros, así que incluso la muerte trabaja para nosotros. El versículo 23 concluye con el hecho de que nosotros somos de Cristo. Él es nuestro, y nosotros somos Suyos. Él nos pertenece, y nosotros le pertenecemos a Él (Cnt. 2:16). ¡Esto es maravilloso! En 1 Corintios 7 dice que todos fuimos comprados por Él a fin de ser Sus esclavos. Somos esclavos Suyos que Él compró a cierto precio, así que Él es nuestro Amo, nuestro Dueño. Él es nuestro Señor, y nosotros somos Sus esclavos.
Romanos 14 dice que “para [lit., a] el Señor vivimos” (v. 8). Vivir para Él es un concepto relativamente fácil de entender. Vivir con Él, vivir en Él, vivir por Él e incluso vivirle no son conceptos muy difíciles de entender. Pero vivir atentos a Él, o sea, vivir centrados en Él, probablemente sea un asunto sobre el cual jamás hemos reflexionado debidamente y que no entendemos bien. ¿Qué es vivir atentos a Él? Éste es el punto principal del presente capítulo.
El verdadero significado de servir a tiempo completo es vivir atentos a Él, esto es, vivir centrados en Él. Servir a tiempo completo no significa renunciar a nuestros empleos y dedicarnos a predicar, ni tampoco significa abandonar los negocios para anunciar el evangelio o para dedicarse a laborar en la Palabra todo el tiempo. Servir a tiempo completo es vivir atentos al Señor. ¿Quién puede ser tal persona? La respuesta es: todos los creyentes, sin excepción. Si uno es creyente, debe vivir atento al Señor, no sólo porque Él sea nuestro, sino porque nosotros somos Suyos. Vivimos atentos a Él basándonos en que le pertenecemos. No solamente Él es nuestro, sino que nosotros también somos Suyos.
Después de casarse, un hombre y una mujer comienzan a vivir juntos, como una sola entidad. Ellos viven como si fuesen uno solo. La tercera estrofa del himno 196 declara: “Lo Suyo, todo tuyo es, / Si tú a Él te das”. Por ser una pareja que se ha casado, el esposo y la esposa han llegado a ser uno. Ellos no solamente debieran vivir el uno para el otro, sino vivir atentos uno al otro, es decir, vivir centrados uno en el otro. Él deberá vivir atento a ella, y ella deberá vivir atento a él.
Cuando un esposo le dice a su esposa que él vive para ella y que hace todo para ella, esto no se conforma a la debida norma. En realidad, en tal caso, su corazón no le pertenece mil por ciento a su esposa, sino que hay cierta reserva. Si el esposo le dijera a su esposa que vive atento a ella, esto sería muy diferente. En realidad, vivir atentos al Señor incluye vivir para Él, por medio de Él, con Él y en Él. Esto equivale a que una sola persona es en realidad dos, y dos son uno. Entonces, ya no solamente no existe separación alguna entre nosotros y el Señor sino que, además, ya no se puede distinguir entre uno y otro pues vivimos atentos a Él.
Es debido a que el esposo simplemente vive para su esposa que ella todavía tiene que pedirle permiso antes de usar su dinero. Pero cuando el esposo vive atento a su esposa, ello quiere decir que él y su esposa son uno. El dinero del esposo es de ella, y el dinero de ella es suyo. Cuando ella va a gastar algún dinero, no necesita pedirle permiso a él. Algunas parejas incluso discuten a causa de que uno gastó dinero sin el consentimiento del otro.
Cuando el Señor esté a punto de gastar el dinero de ustedes, tal vez digan: “Señor este dinero es para Ti, pero no hoy”. Cuando nos sentimos felices y contentos, le damos nuestro dinero al Señor; es decir, somos meramente para el Señor. Debido a que solamente somos para el Señor, el Señor también solamente es para nosotros. Siempre que queremos algo del Señor, necesitamos Su permiso para obtenerlo. Quizás ustedes le pidan algo al Señor, y Él les responda: “Todo es para ti, pero no hoy. Hoy no estoy feliz contigo. Esperaré por otra ocasión en la que me hagas feliz”.
Muchos entre nosotros dicen que aman al Señor y que todo nuestro ser y todo cuanto tenemos es para Él. Pero para todo lo que el Señor requiera de usted, Él también necesitará de su permiso. Ustedes no se conforman a la debida norma, esto es, no viven atentos a Él. Si ustedes vivieran atentos a Él, Él no necesitaría su permiso para obtener lo que Él necesita de ustedes. Asimismo, si el Señor vive atento a ustedes, ustedes no necesitarían obtener Su permiso para obtener lo que quisieran de Él; simplemente procederían a usarlo.
Servir a tiempo completo significa vivir atentos al Señor. Uno no meramente vive para Él, sino que vive atento a Él. Éste es un gran privilegio. Servir a tiempo completo no significa lo que nosotros comúnmente podríamos pensar. Un servidor a tiempo completo es una persona que vive atenta al Señor; todo creyente, por haber sido comprado a gran precio por el Señor, debe vivir atento a Él. Él le pertenece a usted, y usted a Él; los dos son uno. Él vive atento a usted, y usted vive atento a Él, al grado que ya no es posible distinguir entre ustedes dos en ningún aspecto. Él no necesita permiso suyo para usarle, ni usted el permiso de Él para usarle. Él está listo, pero tal vez usted no. Quizás usted tenga sus reservas y sus dudas. Tal vez el esposo tenga la suficiente confianza en su esposa como para ser uno con ella y serlo todo para ella, pero es posible que la esposa tenga sus dudas. Ella podría pensar para sus adentros: “Si declaro que he de vivir atenta a él, él podría quitarme todo cuanto tengo. Entonces, ¿qué haría? ¿Tendría alguna seguridad?”. Esto es una ilustración de la situación actual que predomina entre nosotros. En el recobro del Señor, la mayoría de nosotros amamos al Señor y diríamos que todo cuanto somos y todo cuanto tenemos es para el Señor. Sin embargo, no nos damos cuenta de cuán sutil es decir que somos para el Señor.
Independientemente de cuánto ustedes digan que son para el Señor, el Señor no tiene derecho a tocar nada suyo, pues sigue siendo de usted. Lo que usted posee es suyo para Él y usted mismo es para Él, no es que le pertenezca a Él. Supongamos que mi esposa me trajera almuerzo y me dijera: “Estoy trayendo algo de comida para ti”; esto no sería tan bueno como decir: “Estoy llevándote tu comida”. ¿Pueden distinguir entre estas dos expresiones: “Estoy trayendo algo de comida para ti” y “Estoy llevándote tu comida”? En el segundo caso queda claro inmediatamente que la comida es mía y que yo soy su dueño. Si usted dice que algo es “para mí”, entonces, ¿quién es el verdadero dueño? ¿Propiedad de quién es aquello?
Cuando ustedes dicen que son para el Señor y que viven para el Señor, tal vez piensen que eso es bueno. Pero en realidad, quizás no sea tan bueno. Es algo muy sutil. Ello todavía da cabida a que haya cierta reserva en usted. Usted tal vez pueda decir que lo que hace, lo hace para el Señor; pero todavía no se atreve a decir que vive atento a Él. Muchos de nosotros hemos leído los pasajes citados en la “Lectura bíblica” de este capítulo muchas veces, pero jamás prestamos atención alguna a la diferencia que existe entre vivir para el Señor y vivir atentos a Él. Cuando ustedes superen toda sutileza y logren ver esta visión, se darán cuenta de que en el pasado ustedes siempre vivieron para el Señor pero no vivieron atentos a Él. Quizás jamás hayan vivido atentos al Señor. Yo he conocido matrimonios en que tanto el esposo como la esposa reservaban ciertas cosas para sí mismos. Cuando uno de ellos quería usar algo que pertenecía al otro, tenía que conversar largamente con su cónyuge; en realidad, se hacía necesaria una larga negociación. Ellos incluso negociaban los términos, las condiciones. Si el esposo le daba algo a la esposa, él requería que la esposa le diera algo a cambio. Recuerdo un caso en particular en que una persona se casó, pero con la condición de que su esposa no tuviera parte en nada de lo que él había ganado. Tal vez este esposo vivía para su esposa, pero ciertamente no vivía atento a ella. Espero que empecemos a comprender lo que significa vivir para el Señor y lo que significa vivir atentos a Él. ¿Es usted para el Señor? Esto es muy sutil. Son muchos los santos que a lo largo de los años me han dicho que son para el Señor.
Ustedes son para el Señor de la manera que más les conviene o place. Cuando se sienten contentos o cuando les parece conveniente, le dan algo al Señor y hacen algo para Él. Pero cuando no se sienten contentos ni les parece conveniente, no hacen nada para el Señor. Tenemos que ser iluminados para ver que no basta con ser para el Señor de tal manera.
El significado del matrimonio es que la hermana llega a formar una sola pareja con su esposo. El verdadero significado de la vida matrimonial no es que uno viva para el otro, sino que uno viva atento al otro. Si uno vive para el otro, todavía se trata de dos individuos; pero si ellos viven uno atento al otro, esto quiere decir que esa pareja llegó a ser una sola entidad el día de su boda. María perdió por completo el derecho a sí misma el día de su boda, y Juan perdió el derecho a sí mismo ese mismo día; María entregó tal derecho a Juan y viceversa. Así, ellos llegaron a ser una pareja, no en el sentido que uno hace cosas para el otro, sino que uno vive atento al otro. Todo creyente debiera tener tal relación con el Señor. Ustedes han sido comprados como esclavos por el Señor. El Señor es suyo, y usted es del Señor. Él vive atento a usted, y usted vive atento a Él. Todo cuanto usted hace, lo hace centrado en Él. Si usted va a la escuela, al estudiar, estudia atento a Él. Si usted desempeña el oficio de banquero y gana mucho dinero, al hacerlo, lo hace atento a Él. Si usted es una esposa encargada de la crianza de sus hijos, al criarlos, los cría atenta a Él, no para usted misma. Pablo dijo: “Porque ninguno de nosotros vive para [lit., a] sí” (Ro. 14:7). Nosotros no vivimos centrados en nosotros mismos, sino que vivimos atentos a Él. Esto es lo que significa servir a tiempo completo. Todos nosotros debiéramos ser así.
Tenemos que reconocernos a nosotros mismos como cristianos; tal calificativo o designación implica pertenencia. No solamente significa que usted es un “Cristo-hombre”, sino también que usted es un hombre que pertenece a Cristo. Cuando los antiguos romanos llamaron por primera vez cristianos a los creyentes, ellos querían decir que estas personas pertenecían a Cristo. Debido a que le pertenecen a Cristo, todo cuanto se refiere a vuestra persona tendrá que ser Suyo. Así pues, en un sentido práctico, el significado del nombre cristiano no es que seamos nuestras propias personas para Cristo; más bien, ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Cristo. Debido a que le pertenecemos a Él por completo, respiramos, dormimos, comemos y bebemos atentos a Él. Ustedes no precisan decir que hacen algo para Él, pues ustedes mismos le pertenecen a Él. Todo cuanto son, lo son atentos a Él; todo cuanto hacen, lo hacen atentos a Él; todo cuanto poseen, lo poseen atentos a Él; toda propiedad que tienen, la tienen atentos a Él; el dinero que poseen, lo poseen atentos a Él. Si ustedes dicen poseer algo para el Señor, todavía se consideran a sí mismos los dueños legítimos. En tal caso, todavía son ustedes quienes lo poseen y lo guardan, aun cuando lo guardan para Él; o sea, no es que lo posean atentos a Él. Vivir atentos a Él tiene, pues, implicancias mucho más profundas.
Si vivimos atentos al Señor, no habrá necesidad de que hablemos sobre la consagración. Supongamos que después de tres días de que María y Juan se han casado, María se arrepintiese delante de Juan y le dijera: “Juan, durante estos tres días no hice cosas para ti. Ahora, quisiera consagrarme y ofrecerme a ti”. La respuesta de Juan sería: “María, es demasiado tarde. Ya te casaste conmigo. No hay necesidad de que te ofrezcas a mí. Ya me perteneces. Yo soy tu dueño, tu propietario. ¿Por qué habría necesidad de que te ofrecieras a mí? Al hacerlo, considerarías nulo nuestro matrimonio”. Del mismo modo, a veces la consagración de usted en verdad representa una anulación. Tal consagración indica que usted anuló su matrimonio con Cristo. Ustedes tienen que darse cuenta de que el día en que fueron salvos, se casaron con Cristo, y Él los compró. Lo más que podrían decir sería: “Señor, perdóname. Cuando fui salvo, no sabía que me casé contigo y que desde entonces te pertenezco. Ahora que comprendo esto, quiero arrepentirme y aprender a vivir atento a Ti. Quisiera realizar o reanudar la verdadera vida matrimonial a partir de ahora”. El Señor anhela que vivamos atentos a Él, puesto que ya le pertenecemos. No digan que son para Él, pues ello implica que ustedes todavía ejercen el derecho de propiedad sobre sí mismos.
En nuestra comunión en este capítulo, creo que hemos considerado a fondo el significado de servir a tiempo completo. Es posible que los que dejan sus empleos para servir a tiempo completo no se hayan dado cuenta de que deben vivir atentos al Señor. En el mejor de los casos, ellos quizás se han percatado de la necesidad de hacer cosas para el Señor, pero no viven atentos a Él. Vivir para el Señor implica que usted todavía puede permanecer alejado del Señor; pero si usted vive atento al Señor, jamás podrá alejarse de Él. Vivir atentos al Señor significa ser uno con Él; significa que respiramos atentos al Señor, que comemos atentos a Él, que andamos atentos a Él y que, incluso al hacer ejercicio, lo hacemos atentos a Él. Si usted aplica en la práctica el hecho de que Él es verdaderamente su dueño, todo cuanto usted haga lo hará atento a Él.
Espero que todos entiendan la debida connotación de la expresión espiritual a tiempo completo. Servir a tiempo completo no significa que uno deba renunciar a su empleo. No, servir a tiempo completo significa que todo cuanto usted hace, lo hace atento al Señor; todo cuanto usted es, lo es atento a Él; y que todo cuanto usted posee, lo posee atento a Él. Si usted conserva su empleo, lo hace atento a Él; si renuncia, lo hace atento a Él. Siempre y cuando usted viva atento al Señor, usted es un servidor a tiempo completo. Así pues, todo cuanto usted tenga que hacer en términos prácticos dependerá de Aquel en quien usted esté centrado. Él le dirige. Entonces usted sabrá si tiene que conservar su empleo o dejarlo, si tiene que casarse o permanecer soltero. No significa que si usted permanece soltero, entonces usted sirve a tiempo completo, y que si se casa, entonces dejaría de servir a tiempo completo. Servir a tiempo completo simplemente significa vivir atentos al Señor.
Cada uno de los amados santos que toma en serio al Señor debe vivir absolutamente atento a Él. Pablo dijo que incluso cuando morimos, “para (lit., a) el Señor morimos” (Ro. 14:8). Así que, no importa si tenemos una larga vida o si morimos hoy. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. No hay diferencia alguna. Independientemente de lo que yo haga o me suceda, vivo atento al Señor, pues soy uno con Él. Sería un error pensar, entonces, que únicamente quienes dejan sus empleos para involucrarse de lleno en la obra del Señor pueden ser considerados servidores a tiempo completo. Éste es un concepto erróneo; aun así, sigue siendo el concepto predominante que existe bajo la influencia del cristianismo degradado.
Este asunto de servir a tiempo completo es el tema subyacente al grupo de versículos citados como “Lectura bíblica” en el encabezado de este capítulo. Ustedes deben darse cuenta de que han sido comprados por el Señor con Su preciosa sangre. Ahora, Él es su Señor y Amo, y ustedes le pertenecen a Él. Él es suyo, y ustedes son de Él. Todo cuanto ustedes poseen, lo poseen atentos a Él. Todo cuanto hacen, lo hacen atentos a Él. Todo lo que son, lo son atentos a Él. Todo se centra en Él. Esto ciertamente los pone en posición de tomar todo cuanto Él tiene. Ustedes tienen tal privilegio. Debido a que ustedes viven atentos a Él, Él vive atento a ustedes. Siempre y cuando ustedes vivan atentos al Señor, todos sus errores serán corregidos. No podremos abusar de las posesiones del Señor siempre y cuando vivamos atentos a Él. Si hemos estado tan equivocados, hemos sido tan exagerados y nos hemos alejado tanto del carril central, se debe a que simplemente hacíamos cosas para el Señor. Así, es posible discutir con los otros hermanos para el Señor. Pero ustedes no podrían decir: “Hermano Lee, al discutir con usted lo hago atento al Señor”. Si ustedes pueden afirmar que viven atentos al Señor, de inmediato serán corregidos.
Cuando uno dice que sirve a tiempo completo, esto significa que uno vive atento al Señor. Si el Señor realmente quisiera que usted deje su empleo y usted se rehúsa a hacerlo, usted todavía podría afirmar que vive para el Señor; pero en lo profundo de su ser, no podría afirmar que vive atento al Señor. Si usted no puede afirmar que al conservar su empleo vive atento al Señor, esto indica que usted tiene que dejar tal empleo. Debemos examinar la cuestión de si debemos dejar nuestro empleo o no. Si usted dejara su trabajo, ¿podría afirmar en lo profundo de su ser que al dejar su empleo usted lo hace atento al Señor? Y si usted conserva su empleo, ¿lo hace atento al Señor? Así pues, permanecer en su trabajo o no, dependerá de si usted puede afirmar a ciencia cierta que vive atento al Señor. Sólo entonces podrá tener la certeza requerida. No pregunte a alguien si debe dejar su empleo o no. Simplemente examínese interiormente con respecto a si puede afirmar que al dejar su trabajo lo hace atento al Señor, o si al permanecer en su trabajo lo hace atento al Señor. Ustedes deberán optar por aquello sobre lo cual puedan afirmar con toda confianza que es hecho viviendo atentos al Señor. Si no pueden decir que ello es “vivir atentos al Señor”, no debieran hacerlo. Ésta es una prueba muy profunda. Todos nosotros somos servidores a tiempo completo. Puesto que vivimos atentos al Señor, nuestro tiempo y dinero también están centrados en Él. Nada es para nosotros, pues ninguno de nosotros vive para sí, sino atentos a Él.
En octubre de 1984, comprendí plenamente que nos habíamos estancado en el recobro del Señor. Habíamos estorbado mucho al Señor, pues no llevábamos a cabo lo que Él había encomendado a Su recobro. En lo referido a la predicación del evangelio, no ha habido mucha propagación. En lo referido a la enseñanza de las verdades, rara vez nos hemos ejercitado apropiadamente. Comencé entonces a sentir que debía pedirle al Señor que me perdonara, pues muchos santos consideran que yo soy quien ejerce el liderazgo en el recobro del Señor. Mi sentir era, pues, que no había realizado una labor apropiada. Por tanto, en octubre de 1984 hubo una gran revolución, un gran cambio, en mi ser. Tenemos que cambiar la situación imperante entre nosotros a fin de poder cumplir con la comisión que el Señor nos encomendó. La comisión que el Señor nos ha dado es Su recobro, y Su recobro hoy es el recobro de Cristo como vida y de la iglesia como nuestro vivir, es decir, que sea recobrado el disfrute que tenemos de Cristo como nuestro todo y, además, que sean recobrados todos los aspectos significativos de la vida de iglesia con el propósito de no solamente predicar el evangelio sino también propagar la verdad. Creo firmemente que ésta es la única razón por la cual el Señor nos ha confiado casi todas las verdades a nosotros, de entre todo el cristianismo de hoy. Él nos ha dado Sus verdades para que nosotros las propaguemos, no solamente entre los cristianos, sino también entre los incrédulos. Toda la tierra está en tinieblas. Todo ser humano en la tierra necesita escuchar las verdades; sin embargo, la propagación de las verdades preciosas que hemos recibido ha sido seriamente limitada. Hemos escuchado numerosos testimonios de cómo las personas han sido atraídas y cautivadas por las notas de la Versión Recobro, pero ¿quién de nosotros tiene la carga de salir y propagar estas verdades?
Algunos hermanos de entre nosotros no presentan estas verdades cuando enseñan y predican. Simplemente enseñan y predican lo que les parece mejor, y no se dan cuenta de cuán pobres son sus mensajes. Algunos hermanos entre nosotros continuamente publican literatura. Yo fui sincero con ellos y les dije que no encontraba luz ni nada nuevo en lo que ellos habían publicado. Los asuntos que se abordan en nuestras publicaciones están llenos de vida y luz, pero estos hermanos no están dispuestos a presentarlos de la misma manera. No logro entender por qué ellos cambian los mensajes que publicamos para presentar algo que se acomoda a su propio estilo y manera de hacer las cosas. En nada de lo que ellos publican se encuentran nuevos asuntos que contengan vida o luz; antes bien, cualquier asunto que tenga vida o luz, lo han tomado de este ministerio. He observado que ésta ha sido la situación entre nosotros por muchos años. Yo quisiera que entre nosotros el Señor levantara algunos hermanos más jóvenes para que hablaran. Si viera esto, alabaría al Señor. Sin embargo, en lugar de ello, he visto a algunos edificar algo para sí mismos.
Yo he permanecido en la línea que corresponde al recobro del Señor por muchos años, y ahora llevo sobre mis hombros una gran responsabilidad con respecto al recobro del Señor. Miles alrededor de la tierra han venido al recobro debido al ministerio. Ellos sacrificaron su futuro y todas las cosas por el recobro. En estos días, cientos de jóvenes en Taiwán renunciaron a su futuro después de haberse graduado de la universidad. En términos estrictamente humanos, ellos lo han sacrificado todo; así que, en cierto modo, soy responsable por todos ellos. Que ellos sacrifiquen todo su futuro y vengan a un recobro que se encuentra en tal estado, no sería justo. A esto se debe que yo no pueda permitir que esto suceda.
El Señor nos ha encomendado Su recobro; Él ciertamente nos ha abierto el Nuevo Testamento y nos ha revelado muchas verdades muy preciosas y valiosas. Lo que el Señor necesita es que millares de Sus santos le amen, vivan atentos a Él y no les importe nada más que Su recobro y seguir un solo camino. De este modo, aunque los santos sean de Brasil, Australia, Nueva Zelanda, Taiwán, Inglaterra, Tailandia, Indonesia o de los Estados Unidos, todos llevaremos la misma carga, seguiremos el mismo camino y propagaremos las mismas verdades. Impartiremos las verdades corporificadas en la “barra de oro”, la Versión Recobro. ¡No tenemos otra mercancía que ofrecer! Si somos así, ¡conquistaremos toda la tierra!
Me parte el corazón ver que algunos hayan adoptado la práctica de tener otro ministerio, usando el material del ministerio. Todos debiéramos orar: “Señor, rescátame de la ambición de ser alguien en el recobro”. Simplemente deberíamos procurar conocer las verdades de la economía neotestamentaria de Dios. El único camino que seguimos es el camino de la unanimidad, la oración, el Espíritu y la Palabra. Creo firmemente que esto es lo que el Señor busca y lo que todos anhelamos en lo profundo de nuestro ser. Si hacemos esto, todos se sentirán muy contentos.
Todos tenemos que darnos cuenta de que somos servidores a tiempo completo. Si somos banqueros, desempeñamos tal oficio atentos al Señor. Si somos maestros, al enseñar lo hacemos atentos a Él. Si ganamos un dólar o millones de dólares, los ganamos atentos a Él. Entonces, si emprendemos algo, con toda seguridad tendremos el respaldo del Señor. No necesitamos preocuparnos por nuestro sustento, pues el Señor nos respaldará. Al emprender algo, no debiéramos hacerlo en disensión ni con ambiciones personales. Si usted sale con la ambición de llegar a ser alguien importante y yo salgo con la ambición de tener un ministerio muy reconocido, no tendremos futuro. En ese caso, el Señor tendrá que recurrir a otros. Por tanto, todos tenemos que salir de la misma manera, como un solo ejército. Sólo así tendremos la moral en alto y causaremos impacto en nuestro medio.
En realidad no tenemos que hacer mucho. Simplemente tenemos que salir con un corazón puro, sin reservar nada para nosotros mismos, poniendo todo a disposición del Señor. Simplemente salgan con todas las verdades y con la Versión Recobro para leérsela a las personas. Les aseguro que cada semana ganarán una persona. No necesitan predicar sus propias enseñanzas ni su propia doctrina con su propia terminología. Es preciso que veamos lo que es el recobro del Señor. Al recobro del Señor se le ha encomendado la gran tarea de propagar las verdades. Él nos ha dado las verdades que ahora tenemos en nuestras manos. Pero tenemos que ser fieles, puros de corazón, aquellos que no tienen el deseo de vivir para sí mismos sino que viven atentos al Señor, y que salen a propagar las verdades contenidas en la “barra de oro”. No es necesario que ustedes prediquen o enseñen a su manera. Simplemente abran la Versión Recobro y lean algunas de las notas a los que tengan hambre.
Si todos salimos a predicar de este modo, tengo la convicción de que todos y cada uno de nosotros ganaremos nuevos cada semana. Empezaríamos entonces a crecer numéricamente, no solamente en cierto porcentaje, sino que nos multiplicaríamos. Quizás nos tripliquemos en el curso de un año. Si todos ganáramos una persona cada tres meses, tendríamos un incremento cuádruplo en un solo año. Si ustedes se valen de la “barra de oro” (la Versión Recobro), los folletos de la serie en inglés “arco iris” y todos los mensajes del Estudio-vida, y los presentan a los creyentes e incrédulos todo el tiempo, en tres meses ganarán por lo menos una persona. Tengo la convicción que incluso podrían ganar una persona cada semana. En el ministerio del Señor, no edificamos algo para nosotros mismos, sino que edificamos por completo atentos al Señor.
¡Sirvamos todos a tiempo completo! Si el Señor nos dirige a renunciar a nuestros trabajos, entonces hagámoslo atentos a Él y vayamos a ministrar las verdades preciosas contenidas en la Versión Recobro, los folletos de la serie en inglés “arco iris” y el Estudio-vida. Ciertamente podemos ir y leerles a las personas la nota 1 de 2 Corintios 13:14 o la nota 4 de Hebreos 1:3, donde se nos habla de los diversos aspectos de Cristo revelados en cada uno de los libros del Nuevo Testamento. Si salimos a leerles a las personas las notas de la Versión Recobro, ellas serán cautivadas por tales verdades. Nos multiplicaremos grandemente. Sin embargo, en realidad, no me interesa tanto el incremento numérico. Lo que más me interesa es propagar las verdades para que éstas puedan entrar en los corazones de los más necesitados. Si propagamos las verdades, seremos aquellos siervos fieles que dan el alimento al debido tiempo al pueblo del Señor (Mt. 24:45). De este modo, cumpliremos la comisión que el Señor ha dado a Su recobro. No tengo otro interés ni preocupación en mi corazón. Aun estaría dispuesto a morir por esto. Yo les dije a los hermanos del Lejano Oriente que no me detendría hasta que todo mi ser se gastara por completo por este ministerio. Espero que todos ustedes puedan decir lo mismo.
Sirvamos a tiempo completo, ya sea renunciando a nuestros trabajos o permaneciendo en ellos para ganar dinero y darlo todo al mover del Señor. Entonces en Su mover no faltarán ni los hombres ni el dinero, y no careceremos de nada. Si el Señor ganara a diez mil santos en los Estados Unidos que se dedicaran a servir a tiempo completo con una sola clase de enseñanza, una sola clase de predicación, una sola clase de material, una sola clase de publicaciones, un solo camino y todo lo demás de una sola clase, ¡esto ciertamente haría que tuviéramos la moral en alto! Lo más sabio es que todos optemos por el camino de servir a tiempo completo y que todos hablemos una misma cosa, pensemos lo mismo, presentemos lo mismo y enseñemos lo mismo, con la misma esencia, apariencia y expresión. Sólo así tendremos la moral en alto, causaremos impacto en nuestro medio y derrotaremos al enemigo. ¡Esto es lo que el Señor necesita!