
En los últimos cinco capítulos señalamos que en el recobro del Señor predicamos el evangelio con el propósito de que Dios logre lo que desea. Dios desea que un grupo de Sus escogidos experimenten plenamente a Cristo de manera subjetiva. La experiencia que ellos tienen de Cristo no tiene como objetivo la religión, sino la vida de iglesia apropiada que redunda en la expresión de Cristo como la centralidad y universalidad de la economía de Dios. Esto define el recobro del Señor. Hoy en día el recobro se compone de dos asuntos: la experiencia de Cristo y la vida de iglesia apropiada. El recobro no está en pro del conocimiento objetivo de Cristo, la cual sirve para la doctrina de la religión, sino en pro de la experiencia subjetiva de Cristo, la cual sirve para la práctica de la vida de iglesia. Esto siempre provoca el odio del enemigo. Satanás, el diablo, el astuto enemigo de Dios, instiga a las personas religiosas para que se nos opongan, nos ataquen y propaguen rumores en contra nuestra. Estos rumores atañen principalmente a la doctrina de la Trinidad y de la iglesia. Los que se oponen nos acusan de heréticos en estos dos asuntos. Los que nos critican me acusan de que mi enseñanza acerca de la Trinidad es una herejía. Ellos dicen que Witness Lee enseña que el Hijo es el Padre y el Espíritu, y que esta enseñanza es el modalismo. Una definición del modalismo se encuentra en un folleto titulado Modalism, Tritheism, or the Pure Revelation of the Triune God according to the Bible.
A lo largo de los diecinueve siglos pasados, todos los eruditos cristianos más destacados han abordado este asunto de la Trinidad. En el transcurso de los siglos, emergieron tres escuelas importantes de enseñanza respecto a la Trinidad, a saber: el modalismo, el triteísmo y la revelación pura según la Biblia. El modalismo enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu no son eternos y que no existen al mismo tiempo, sino que son meramente tres manifestaciones temporales del único Dios. El triteísmo enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres Dioses. ¿A cuál de estas escuelas pertenecen ustedes? ¿Son ustedes modalistas? Ruego que ustedes no tengan nada que ver con el modalismo, pues esa perspectiva extrema es una herejía. También es una gran herejía enseñar que hay tres Dioses. Probablemente muchos de ustedes sin darse cuenta hayan abrigado la idea de que hay tres Dioses. Quizá ésta era la perspectiva que tenían antes de entrar en la vida de iglesia.
En 1965 recibí la visita de un hermano. En Hong Kong él se había opuesto a mí cuando señalé que la Biblia dice que el Hijo es el Padre y que el Señor es el Espíritu. Fue el primero en censurarme a causa de esto. Todos los rumores acerca de mis supuestas herejías se originaban en él como fuente. Este hermano esperaba que yo no siguiera diciendo que el Hijo es el Padre y que el Señor es el Espíritu. Cuando le pregunté que en cuántos Dioses creía él, respondió categóricamente: “¡En tres Dioses!”. De inmediato le dije: “Usted nunca debería decir esto. Ciertamente es una herejía”. Cuando me preguntó acerca de Salmos 82:6, que dice: “Vosotros sois dioses”. Le expliqué que la palabra dioses en este versículo no se refiere a Dios, sino a los ángeles. Menciono este ejemplo para mostrarles que hubo realmente una persona que me dijo que creía en tres Dioses. Aunque muchos de los llamados cristianos fundamentalistas no se atreven a declarar públicamente esta noción acerca de tres Dioses, interiormente ellos mantienen dicho concepto.
Según la ley natural de la creación efectuada por Dios, existe la ley del equilibrio. Nada puede existir si no tiene dos lados. Por ejemplo, la tierra existe debido a dos fuerzas: la fuerza centrífuga hace que la tierra se aleje, y la fuerza centrípeta hace que ésta se acerque de regreso. Éste es el equilibrio del poder. Todas las verdades halladas en la Biblia también poseen dos lados. Esto se aplica incluso a la verdad sobre la justificación. Aunque muchos cristianos sólo conocen un lado de la justificación, el lado de la justificación por fe, el libro de Jacobo claramente dice que la justificación no es sólo por la fe, sino también por las obras (2:17-26). Para mantener una verdad apropiadamente, tenemos que asirnos de sus dos lados. La revelación pura del Dios Triuno ocupa una posición central entre estas dos herejías extremas: el modalismo y el triteísmo.
En el catolicismo prevalece una gran herejía que dice que la virgen María es la madre de Dios y que debemos adorarla. Hay cierta base bíblica para afirmar que María es la madre de Dios, porque el Señor Jesús, quien es Dios, nació de ella. Es absolutamente correcto decir que María era la madre del Señor Jesús. Pero afirmar que en vista de que Jesús es Dios y que María es la madre de Jesús, entonces María es la madre de Dios, es afirmar algo que va demasiado lejos y desemboca en una herejía extrema. Es bíblico decir que María es la madre de Jesús, pero decir que ella es la madre de Dios es herejía. Este mismo principio se aplica a la Trinidad. Debido a que las verdades en la Biblia poseen dos lados, hay dos aspectos relacionados con la Trinidad: el aspecto de “uno en tres” y el aspecto de “tres en uno”. El modalismo es un extremo que se inclina hacia el aspecto de “tres en uno”. Por supuesto, en las Escrituras hallamos cierto fundamento que sirve de soporte a dicho aspecto, pero el modalismo, al caer en un extremo que excede los confines de la Biblia, pasa por alto e incluso anula el aspecto de “uno en tres”. El modalismo ha ido más allá de los confines de las Escrituras en cuanto al aspecto de que Dios es tres. Por lo tanto, es una herejía que se ubica en el otro extremo, a saber, el aspecto de que Dios es uno. El triteísmo cae en el extremo opuesto. El triteísmo recalca el aspecto de que es la Trinidad es tres en número y pasa por alto el aspecto de que es una sola. Esta escuela también tiene su base bíblica, porque el Padre, el Hijo y el Espíritu ciertamente son tres. Pero el triteísmo, al igual que el modalismo, también sobrepasa los confines de la Biblia y viene a ser una herejía. Por consiguiente, tanto el modalismo como el triteísmo son escuelas extremistas y, como tales, son herejías. El diagrama siguiente nos ayudará a visualizar esto.
La Biblia no se ubica en ninguno de estos dos extremos; ella permanece en el centro y, como tal, testifica de la dualidad de la verdad acerca de la Trinidad. En cuanto a este asunto, las Escrituras se hallan en equilibrio. Siendo fiel al principio del equilibro que existe en la creación efectuada por Dios, la Biblia es equilibrada y permanece en el centro; no se va a ningún extremo. ¿Está seguro de que ustedes se hallan en el centro en lo concerniente a la verdad sobre el Dios Triuno?
Debemos ver ahora la revelación pura del Dios Triuno en la Biblia. Primero, leamos Isaías 9:6. “Un niño nos es nacido, / un Hijo nos es dado; / y el gobierno / está sobre Su hombro; / y se llamará Su nombre / Maravilloso Consejero, / Dios Fuerte, / Padre Eterno, / Príncipe de Paz”. Según este versículo, un niño nos es nacido, y un Hijo nos es dado. Las palabras nos es indican que esto no es una doctrina, sino una experiencia. Si yo le doy un reloj a usted, ese reloj no es una doctrina, sino una experiencia que usted tiene. En la Biblia no se halla tal cosa como la doctrina acerca de la Trinidad. Se halla la doctrina de la justificación por la fe, pero no la doctrina de la Trinidad. Cada vez que se menciona al Dios Triuno es para nuestra experiencia. En Isaías 9:6 se habla del Dios Triuno como un niño que nos es nacido y como un Hijo que nos es dado. ¡Aleluya por “nos es”! No interpreten mal estas palabras. Un niño es simplemente un niño, y un Hijo es simplemente un Hijo. Cuando la Biblia dice “un niño”, creo que habla de un niño; y cuando la Biblia dice “un Hijo”, creo que habla de un Hijo. Este versículo también dice que “se llamará Su nombre Maravilloso”. Le llaman Maravilloso porque es imposible entenderle a cabalidad o hablar de Él adecuadamente. Él es indescriptible, inefable. Si pudiésemos entenderle por completo, Él dejaría de ser maravilloso. Además, este versículo nos dice que Su nombre es “Consejero”. Después de esto, le llaman “Dios Fuerte” y “Padre Eterno”.
Cualquier persona de mente sana entendería que la expresión Dios Fuerte debe referirse al niño, y Padre Eterno debe referirse al Hijo. Así como ninguno tergiversaría las palabras niño o Hijo, nadie tergiversaría el nombre Dios Fuerte. Todos los cristianos creemos que el niño Jesús que nació en un pesebre en Belén es el Dios Fuerte. Ningún cristiano podría tergiversar esta parte del versículo. El que no crea que el niño que nació en Belén sea el Dios Fuerte, no es un cristiano genuino; antes bien, es un incrédulo. Aunque puede ser un judío, pero no es un cristiano. Siguiendo este mismo principio, también debemos creer que el Hijo es el Padre Eterno. En resumen, el niño es Dios, y el Hijo es el Padre. ¿Quién podría tergiversar esto? Un día Martín Lutero declaró que siempre que él estuviera apoyado en la Biblia, nadie podría condenarle. Aunque jamás me compraría con Martín Lutero, también digo lo mismo. Mientras yo esté firmemente apoyado en la palabra pura de la Biblia, nadie puede levantarme una acusación. Si alguien lo hiciera, no me estaría acusando a mí, sino a la Biblia. Yo no enseño acerca de Isaías 9:6 ni lo interpreto; simplemente lo cito.
Isaías 9:6 revela claramente que el niño es el Dios Fuerte y que el Hijo es el Padre Eterno. Ésta no es sólo una palabra escrita por Isaías; es una expresión propia de la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo dice que al niño le llaman Dios Fuerte y que al Hijo le llaman Padre Eterno. ¿Por qué habla el Espíritu Santo de esta manera? La razón es que el niño vino con el propósito de traer Dios a nosotros. El niño Jesús vino al linaje humano para traer Dios al hombre. ¿Era Él un niño o era Dios?
Ciertamente Él era ambos, puesto que el niño y Dios son uno solo. Dado que Él es el Dios Fuerte, cuando las personas lo contactan, contactan a Dios. El niño era la corporificación de Dios y trajo a Dios al hombre. Este mismo principio se aplica al Hijo. El Hijo trae al Padre a nosotros. Sin el niño, nadie puede tocar a Dios, y sin el Hijo nadie puede alcanzar al Padre. El niño trae a Dios a nosotros, y bajo el mismo principio, el Hijo trae al Padre a nosotros. ¿Desea usted tener contacto con Dios? No tiene otra manera excepto por medio del niño Jesús. ¿Desea llegar al Padre? No tiene otra manera sino por medio del Hijo (Jn. 14:6). Cuando recibimos al niño, tenemos a Dios, y cuando recibimos al Hijo, tenemos al Padre.
Tenemos aquí la verdad básica de que Dios no sólo es nuestro Dios, sino también nuestro Padre. El hecho de que Dios sea Dios para nosotros tiene que ver principalmente con la creación, pero el hecho de que Él sea el Padre para nosotros está relacionado principalmente con la regeneración. Como criaturas de Dios, necesitamos que Dios sea nuestro Dios. Pero como hijos de Dios, necesitamos que Dios sea nuestro Padre. No somos simplemente las criaturas de Dios que tenemos a Dios como nuestro Dios; también somos Sus hijos y, como tales, tenemos a Dios como nuestro Padre. ¿En la actualidad, Dios es para usted sólo Dios y no el Padre? Muchas veces digo: “Oh Dios, Padre mío, te adoro”. Cuando digo: “Oh Dios, Padre mío”, estoy indicando que soy una pequeña criatura, pero que he sido regenerado para ser un hijo del Padre. No soy solamente una pequeña criatura de Dios; también soy un hijo del Padre. Esto corresponde a la verdad básica revelada en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento muy raras veces se le llama a Dios, Padre. Las pocas veces que hace mención de ello, es principalmente en Isaías. Sin embargo, en casi todas las epístolas del Nuevo Testamento, los escritores hablan de Dios el Padre. El apóstol Pablo también dice: “Dios nuestro Padre” (Ro. 1:7; 1 Co. 1:3; Gá. 1:4; Ef. 1:2). ¡Alabado sea el Señor que no somos meramente criaturas del Dios creador, sino también hijos nacidos del Padre que engendra! Nuestro Dios hoy no sólo es el Creador que crea; Él también es el Padre que engendra. Ésta es la verdad básica acerca de Isaías 9:6, y nadie puede argumentar contra ella. Creo que el Señor Jesús era el niño, y creo que Él también era el Hijo. Como niño, Él trajo Dios a nosotros y, como Hijo, trajo al Padre a nosotros. De manera que, nuestro Dios hoy es Dios el Padre.
Les invito a que ejerciten su espíritu y su mente en torno a Isaías 9:6. Este versículo primero dice que un niño nos es nacido y que Su nombre es Dios Fuerte. Luego, dice que un Hijo nos es dado y que Su nombre es Padre Eterno. ¡Oh, Jesús es todos ellos! Él no solamente trajo Dios a nosotros, sino que también trajo al Padre a nosotros. ¡Cuán equilibrado es Él! Él no sólo era el niño, sino también el Hijo. Esto es maravilloso. Dado que ustedes creen que el niño es el Dios Fuerte, ¿también creen, conforme a Isaías 9:6, que el Hijo es el Padre? No digan que esto es lo que enseña el hermano Lee. Eso no sería justo. Ustedes deben decir: “Isaías 9:6 me dice que el Hijo es el Padre”. Esto no es el modalismo. Ésta es la revelación pura hallada en la Biblia. Yo ruego a quienes nos critican que determinen en conciencia quién es herético. ¿Quién es herético, un hombre que cree exactamente lo que dicta la palabra pura de Dios o aquellos que tergiversan este versículo? ¡Sean justos! Prefiero ser honesto y hacer uso de mi conciencia. Les ruego que sean hombres de conciencia y que sean justos. ¿Pueden decir con honestidad que Witness Lee es un herético por enseñar, conforme a Isaías 9:6, que el Hijo es el Padre?
Ahora quiero citarles un pasaje de la transcripción de un debate que hubo sobre nosotros. El orador es el autor de un folleto que se publicó contra nosotros:
En cualquier caso, Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, / un Hijo nos es dado [...] y el gobierno / está sobre Su hombro [...] Se llamará Su nombre / Maravilloso Consejero, / Dios Fuerte, / Padre Eterno, / Príncipe de Paz”. Allí a Jesús se le llama Padre, ¿correcto? Así que, Él es el Padre. Esto es Isaías 9:6. Ahora, por lo regular no decimos esto debido a que está de por medio la tradición. Jesús es llamado el Padre; Él tiene que ser el Padre.
Después de reconocer la verdad, el orador comienza a tergiversar este versículo, diciendo:
Se nos enseñó que debía haber otra interpretación de esta palabra hebrea. En lugar de traducirse “Padre eterno”, debe decirse Padre de la eternidad, o el originador [...] en ese caso un término figurativo sería aquel que engendró la eternidad, el que la estableció. Y así [...] al consultar con la Biblia, vemos que revela estas dos personas distintas, así que Jesús no puede ser el Padre. Nos han dado muchos versículos sobre este tema, y tenemos que estudiarlos cuidadosamente. Esto no puede ser así. Es imposible que sea de esta manera.
Por lo tanto, el orador concluye que es imposible que Jesús sea el Padre.
No me interesa cómo los demás tergiversen este versículo ni cómo interpreten la palabra Padre—bien sea como el Padre imperecedero, el Padre de la eternidad, el Padre eterno, el Padre que engendró la eternidad, el Padre de la creación, el Padre de Israel, el Padre de alguna invención o el Padre de la era venidera, como lo indica la nota de una versión de la Septuaginta—, Él es el Padre, y nadie puede negar que Él es el Padre. ¿Creen ustedes que además del Padre divino de la Deidad haya otro Padre divino? Dado que los críticos no pueden alejarse de este versículo, ellos hacen cuanto pueden por tergiversarlo. Pero por muchas tergiversaciones que le hagan, no pueden eliminar la palabra Padre.
En este universo existe un solo Padre divino. ¿Cómo puede haber dos Padres divinos? Los que nos critican dicen: “El Padre en Isaías 9:6 no es el Padre Santo, con el Hijo y el Espíritu Santo. Este Padre es el Padre de la era venidera, el Padre de Israel, o el Padre de algo más”. Sin embargo, ¿creen ustedes que el Padre en Isaías 9:6 está separado del Padre único de la Deidad? Es necesario que publiquemos un folleto que se titule ¡Qué herejía: dos Padres divinos, dos Espíritus vivificantes y tres Dioses!
En la Biblia casi todas las verdades cuentan con más de un versículo que les da sustantividad. Isaías 9:6 es confirmado y fortalecido por Juan 14:7-11, donde el Señor mostró claramente a los discípulos que Él y el Padre son uno. En Juan 10:30 Él dijo lo mismo a los judíos. ¿Quién puede negar, en conformidad con la revelación pura de la Biblia, que el Hijo es el Padre? No presten oídos a las palabrerías tradicionales. Tal vez a otros les interesen sus tradiciones, pero a nosotros solamente nos interesa la revelación pura que es según la Biblia.
Con respecto a que el Señor es el Espíritu, veamos 1 Corintios 15:45, que dice: “‘Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente’; el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Sin duda alguna, el postrer Adán aquí era Cristo en la carne. El postrer Adán se hizo el Espíritu vivificante mediante el proceso de resurrección. En 1 Corintios 15 se habla de la resurrección. Debido a que Cristo, el postrer Adán, se hizo el Espíritu vivificante mediante la resurrección, Él ahora es el Espíritu vivificante. ¿Quién puede negar esto? La palabra pura y clara dice que Cristo hoy es el Espíritu vivificante. Los que nos critican y se nos oponen también tergiversan este versículo. Algunos de ellos dicen: “El espíritu aquí no es el Espíritu Santo. Más bien, es el espíritu humano de Jesús”. Desde luego, éste no es el espíritu humano de Cristo, dado que antes de morir, ya poseía un espíritu humano. No era necesario que Él llegara a ser el espíritu humano por medio de la muerte y la resurrección. Alabamos al Señor porque, bajo la inspiración del Espíritu Santo, Pablo tuvo la sabiduría de decir que el postrer Adán se hizo el Espíritu vivificante. ¿Cree usted que además del Espíritu Santo haya otro Espíritu que dé vida? ¿Quién se atrevería a decir esto? No importa cómo usted interprete la palabra Espíritu en 1 Corintios 15:45, usted tiene que admitir que la Biblia dice que este Espíritu es el Espíritu vivificante. Según el Nuevo Testamento, únicamente el Espíritu Santo es el Espíritu que da vida (2 Co. 3:6; Jn. 6:63). No puede haber dos Espíritus vivificantes. El hecho de que nuestros oponentes no creen que Cristo hoy sea el Espíritu Santo indica que, para ellos, hay dos Espíritus vivificantes. Ellos dicen que el Espíritu vivificante en 1 Corintios 15:45 es otro Espíritu además del Espíritu Santo. Según tal interpretación, hay dos Espíritus vivificantes. ¡Esto es más que una herejía! Yo apelo a su conciencia y le pido que sea justo. ¿Quién es herético, un hombre que cree la palabra pura en conformidad con 1 Corintios 15:45, el cual dice que Cristo hoy es el Espíritu vivificante, o los que tergiversan este versículo e implican con eso que hay dos Espíritus vivificantes?
Mientras consideraba la posibilidad de publicar un folleto sobre la herejía acerca de dos Padres divinos, dos Espíritus vivificantes y tres Dioses, comencé a orar acerca del título. Me preocupaba que yo fuese a censurar a otros injustamente. Sin embargo, cuanto más oraba y consideraba, más comprendía que éste no sería un título incorrecto. Son muchos los que inconscientemente creen que hay dos Padres divinos y dos Espíritus vivificantes, y algunos, tal vez no todos, tienen a tres Dioses. ¡Y ellos se atreven a decir que las iglesias y yo somos heréticos! Debido a todas las mentiras y rumores, nos hemos visto forzados a publicar una refutación. Los que nos critican basan sus opiniones en el Credo de Nicea. De hecho, sus opiniones son una interpretación del Credo de Nicea. No me interesa ese credo; lo único que me interesa es la palabra pura de la Biblia. Siempre que yo mantenga la misma posición que la Biblia, nadie tendrá base alguna para acusarme de herético.
Algunos me han aconsejado que no diga que el Hijo es el Padre y que el Señor es el Espíritu. Pero cuantos más consejos me daban, más fuerzas yo tenía para hablar lo que la Biblia decía. Conforme a la Biblia, dije que hoy nuestro Cristo, quien es el Hijo, quien se hizo hombre, quien murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó de los muertos, no sólo es el Hijo, sino también el Padre y el Espíritu. Cuando lo tenemos a Él, tenemos al Padre, y cuando le invocamos a Él, recibimos al Espíritu. En 1 Juan 2:23 leemos: “Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre”. Si el Hijo no fuera el Padre, ¿cómo entonces podríamos tener al Padre cuando confesamos al Hijo? Además, Hechos 2:17 y 21 muestran que si invocamos el nombre del Señor Jesús, recibimos al Espíritu. Esto no es cuestión de doctrina, sino de experiencia. Si ustedes analizan su experiencia, se darán cuenta de que cuando creyeron en el Señor Jesús y le recibieron, ustedes recibieron al Padre, y que cuando invocaron el nombre del Señor Jesús, recibieron al Espíritu. En este capítulo estoy recalcando los hechos en la Biblia a fin de comprobar que todo cuanto el Señor nos ha mostrado a lo largo de los años y todo lo que ministramos, es absolutamente conforme a la palabra pura de la Biblia. Ninguno debe acercarse a mí con su conocimiento tradicional. A mí no me interesa. No debe valerse de sus conceptos para discutir conmigo. Debe indicarme los versículos hallados en la Biblia que corresponden con los conceptos suyos.
Quiero pedirles a todos que estudien el libro Concerning the Triune God—the Father, the Son, and the Spirit. En este libro cité a varios de los grandes maestros cristianos que han afirmado que Cristo, el Señor, es el Espíritu. Entre ellos, el más destacado es Andrew Murray. La historia de la iglesia testifica que muchos grandes eruditos, en especial aquellos de los tiempos antiguos, han dicho que en nuestra experiencia Cristo es igual al Espíritu.
En 2 Corintios 3:17 se nos dice: “El Señor es el Espíritu”. ¿Quién puede tergiversar este versículo? Recientemente, escuché que una persona lo tergiversó y dijo que ahí el Señor es Dios, no Jesucristo. Sin embargo, por mucho que los críticos intenten tergiversar la verdad revelada en la Biblia, la Biblia sigue siendo la Biblia. Es ridículo e incluso absurdo negar que hoy Cristo sea el Espíritu. Si usted niega esta verdad, significa que no cree la Biblia. Si usted cree la Biblia, entonces debe decir: “Señor, gracias por ser el Espíritu”.
Algunos de los críticos dicen: “Mateo 3:16-17 dice que el Hijo estaba ahí en pie, que el Padre hablaba desde el cielo y que el Espíritu descendía sobre el Hijo. Los tres actuaban al mismo tiempo. Por la manera que usted habla, ciertamente no cree esto”. Nuestra respuesta es que creemos esto mucho más que quienes nos critican, porque creemos la Biblia en conformidad con la palabra pura. Creemos todo lo que la Biblia dice. Puedo mostrarles muchos versículos en los cuales el Padre, el Hijo y el Espíritu aparecen al mismo tiempo. En 2 Corintios 13:14 se nos dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. En este versículo vemos que están los tres, el Hijo, el Padre y el Espíritu. En Efesios 3:14-17 Pablo dobló sus rodillas ante el Padre, orando para que Él fortaleciera a los santos por Su Espíritu a fin de que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones. Aquí vemos al Padre, al Espíritu y a Cristo. Éste es el Dios Triuno.
¿Cuál es el error del modalismo? El modalismo enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu no son todos eternos ni existen al mismo tiempo. Antes bien, afirma que la revelación del Hijo concluyó con la ascensión y que después de la ascensión el Hijo dejó de existir. El modalismo ha ido demasiado lejos, ya que no cree en la coinherencia y coexistencia del Padre, del Hijo y del Espíritu. A diferencia de los modalistas, nosotros creemos en la coinherencia y coexistencia de los tres de la Deidad; esto es, que el Padre, el Hijo y el Espíritu existen todos al mismo tiempo y bajo las mismas condiciones. También creemos que los tres son eternos. Isaías 9:6 dice que el Padre es eterno, Hebreos 1:12 y 7:3 indican que el Hijo es eterno, y Hebreos 9:14 habla del Espíritu eterno. El Padre, el Hijo y el Espíritu son eternos; no existen de manera temporal.