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Mensajes del libro «Era del nuevo hombre, La»
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CAPÍTULO SIETE

EXPRESAR EL NUEVO HOMBRE EN NUESTRO VIVIR

  En este capítulo consideraremos cómo el Señor creó un solo y nuevo hombre en la cruz y cómo nosotros deberíamos expresar este nuevo hombre en nuestro vivir.

EN LA CRUZ EL SEÑOR DIO MUERTE A LA ENEMISTAD Y ABOLIÓ LAS ORDENANZAS

  Efesios 2:14-16 dice que el Señor Jesús “derribó la pared intermedia de separación, la enemistad, aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, habiendo dado muerte en ella a la enemistad”. El Señor creó un solo y nuevo hombre en Sí mismo y dio muerte a la enemistad en la cruz. Según el contexto de estos versículos, la enemistad es la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas. La enemistad está relacionada con las ordenanzas, que son las distintas maneras de vivir que existen entre las personas.

  Por ejemplo, según la ordenanza judía, cada varón tiene que ser circuncidado ocho días después de nacer (Gn. 17:12). Esto ocurre una sola vez en la vida de una persona. Los judíos también tienen que guardar el Sábado cada siete días (Éx. 20:8-11). Esto se observa cada semana de la vida de una persona. Además, a diario lo que ellos pueden o no pueden comer tiene que cumplir con las ordenanzas de la ley. Por ejemplo, no pueden comer peces que no tengan aletas ni escamas (Lv. 11:9-12). Ellos pueden comer aves que se alimenten de semillas, es decir, de vida, pero no pueden comer aves que se alimenten de cadáveres, es decir, de muerte (vs. 13-19; cfr. Gn. 8:7 y la nota, Versión Recobro). El ganado y los animales que rumian y tienen pezuña dividida son limpios y pueden comerse (Lv. 11:3). Por consiguiente, los camellos, que rumian pero que no tienen una pezuña dividida, y los cerdos, que tienen pezuña dividida pero no rumian, ambos son inmundos y no pueden comerse (vs. 4, 7). Los bueyes y las ovejas rumian y tienen una pezuña dividida; por ende, ellos son limpios y pueden comerse. Por causa de las ordenanzas acerca de la circuncisión, el Sábado y las regulaciones alimenticias, los judíos no se mezclan con otros pueblos. Sin embargo, según Efesios 2:15-16, el modo de vivir judío en conformidad con la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas fue abolido por el Señor Jesús en la cruz.

  La mayoría de los cristianos saben que el Señor Jesús quitó el pecado del mundo en la cruz, pues Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Sin embargo, en cuanto a lo que el Señor logró en la cruz, la Biblia habla de cinco cosas. Primero, el Señor Jesús quitó el pecado del mundo. Segundo, Él destruyó al diablo, que tiene el imperio de la muerte (He. 2:14). Tercero, nuestro viejo hombre y la carne fueron crucificados (Ro. 6:6). Cuarto, el mundo ha sido crucificado (Gá. 6:14). Quinto, el Señor Jesús abolió las ordenanzas (Ef. 2:15). Puesto que hemos visto los logros del Señor en la cruz, estamos siendo conducidos a avanzar paso a paso en nuestro conocimiento y nuestra experiencia del Señor.

  Cuando fui salvo, sólo sabía que el Señor quitó mi pecado. Un día leí que el Señor Jesús destruyó al diablo en la cruz. Éste era el evangelio para mí, y lo recibí. Por ende, adelanté un paso en mi conocimiento del Señor. Luego, leí en otro libro que mi viejo hombre fue muerto en la cruz. Estaba gozoso sobremanera al aprender esto. Leí otro libro más que citaba lo dicho por Pablo en Gálatas 6:14: “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. No tenemos que tomar la decisión de no amar el mundo; el mundo ha sido crucificado. ¿Por qué alguien habría de amar al mundo que fue colgado en la cruz y aniquilado? Vi una visión ese día: el mundo ha sido clavado en la cruz y ya no me puede atraer. Ésta es la manera en que mi conocimiento y experiencia del Señor avanzaron a otro nivel.

  No vi estos hechos al leer la Biblia por mi propia cuenta. Cuando los creyentes nuevos leen la Biblia, comúnmente ignoran las cosas más profundas porque no pueden entender lo más profundo. La mente humana caída no es como el papel chino de alta calidad que absorbe la tinta tan pronto como se le aplica. La mente humana caída es como vidrio y mármol, que no pueden absorber tinta. Por ende, no importa cuánto leamos la Biblia, no la podemos comprender en su totalidad. Es por esto que necesitamos recibir ayuda de la luz que otros han visto. Espero que este capítulo nos lleve a todos al quinto nivel, de modo que podamos tener el conocimiento adicional de que el Señor abolió las ordenanzas en la cruz.

Las ordenanzas y barreras producidas por nuestras maneras de vivir

  Nuestras distintas maneras de vivir producen distintas ordenanzas que resultan en barreras que se interponen entre las personas. Los judíos, debido a su manera de vivir, no se pueden asociar con los gentiles. Por causa de las diferencias que existen en su manera de vivir, aun las personas en un condado no se pueden asociar con personas de otro condado. En la provincia de Shandong, hay tres condados: el condado Teng, el condado Lai y el condado Ching. Las personas del condado Teng no se quieren casar con alguien del condado Ching, y se rehúsan a comer panqueques puesto que la gente del condado Ching los comen. Las personas del condado Teng comen panes grandes cocidos al vapor, pero se niegan a tocar un pequeño panqueque. La gente se niega a asociarse unas con otras incluso respecto a algo tan insignificante como comer.

  También es muy difícil que las personas del norte de la China se casen con personas del sur de China. Los hombres del norte de la China consideran a las sureñas como salvajes y no quieren tomarlas por esposas; las mujeres del sur de China consideran que los norteños son presumidos y no se quieren casar con ellos. Los norteños desprecian a los sureños considerándolos incivilizados. Los norteños siempre usan calcetines cuando utilizan zapatos; pero los sureños usan zapatos sin calcetines y, por ende, los norteños los consideran como incivilizados. Si un joven del norte se casa con una joven del sur, sus padres le reprenderán por ser rebelde y no seguir la piedad filial. Por lo tanto, no sólo es difícil que los chinos se casen con extranjeros, sino que también el matrimonio entre los norteños y los sureños es extremadamente difícil. Con base en esto podemos ver las barreras que se han creado en las comunidades humanas debido a las distintas maneras de vivir.

En la cruz el Señor abolió las ordenanzas propias del vivir humano y la religión

  Las personas en Taiwán no entienden las diferencias que existen entre los chinos del norte y del sur respecto a su manera de vivir, debido a que Taiwán es como un crisol cultural que mezcla personas de distintos lugares de China. Muchos estudiantes de Taiwán que estudian en los Estados Unidos se han casado con personas caucásicas o de otros grupos étnicos. Esto constituye una gran mezcla. En los Estados Unidos las personas de distintas razas están todas mezcladas. En la cruz el Señor Jesús abolió las ordenanzas que existían entre los pueblos, dando muerte a la enemistad y creando el nuevo hombre. Dios también dispone del entorno para que las personas se mezclen conjuntamente. Tales ambientes tienen como finalidad la manifestación práctica del nuevo hombre.

  Además de las ordenanzas creadas por las distintas maneras de vivir, también hay ordenanzas religiosas. Por ejemplo, algunos cristianos favorecen bautizar personas por inmersión, pero otros insisten en bautizar personas por aspersión. Esto ha llegado a ser una ordenanza que separa a los cristianos. También, la forma en que los cristianos practican la mesa del Señor puede llegar a ser una ordenanza que divide a los creyentes. Tenemos que ver que en la cruz el Señor abolió todas las ordenanzas, incluso las ordenanzas propias del vivir humano, la cultura y la religión (Ef. 2:15). El deseo del Señor no sólo consiste en que seamos librados del pecado, el diablo, el viejo hombre y el mundo, sino también en que seamos librados de las ordenanzas. Ser librados de las ordenanzas no significa que las distinciones de posición y edad quedan abolidas. Si hiciéramos esto, habría confusión y desorden.

ABOLIÓ LAS ORDENANZAS A FIN DE CREAR UN SOLO Y NUEVO HOMBRE

  El Señor nos ha librado del pecado, del diablo, del viejo hombre y del mundo. A la postre Él nos librará de las ordenanzas con el propósito de que seamos manifestados como un solo y nuevo hombre. Por ende, Efesios 2:15 dice: “Aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre”.

La intención y el propósito de Dios al crear al hombre

  Necesitamos luz al leer la Biblia. El deseo que Dios tiene de obtener un solo y nuevo hombre fue revelado cuando creó a Adán. Cuando Dios creó al hombre, no creó muchas personas. Dios creó un solo hombre, Adán (Gn. 2:7), pero Adán era un hombre corporativo. La Biblia dice que Dios creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza (1:26). Esto significa que el hombre es una fotografía de Dios a fin de reflejar a Dios. Dios colocó a este hombre en una posición alta. Dios no creó miles de hombres que le reflejaran; Él creó un solo hombre para que fuese Su reflejo. Sin embargo, el hombre fue arruinado por Satanás. Por ende, se vio frustrado el propósito que Dios tenía de que el hombre fuese Su reflejo. Puesto que el primer hombre, Adán, fue dañado, el Señor Jesús vino a la tierra para ser el segundo hombre (1 Co. 15:47) a fin de lograr el propósito original que Dios tuvo al crear al hombre. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, Él era la imagen, el reflejo, de Dios (Col. 1:15).

Todos los creyentes llegan a ser un solo y nuevo hombre en Cristo

  Puesto que hemos creído en el Señor Jesús, hemos sido regenerados en Él para llegar a ser Su reproducción (Jn. 1:12; 3:6; 2 Co. 3:18). Por ende, así como el Señor Jesús es un reflejo de Dios, nosotros también deberíamos ser un reflejo de Dios. Desde la perspectiva de Dios, los creyentes no son personas individuales; somos un solo hombre corporativo. En Cristo somos el nuevo hombre. Efesios 4:24 dice que el nuevo hombre fue “creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. Por ende, este nuevo hombre ha reemplazado al viejo hombre como reflejo de Dios. En el viejo hombre, Satanás no sólo utiliza el pecado para dañar al hombre y el mundo a fin de usurparlo, sino que también utiliza las maneras de vivir para crear divisiones entre los hombres. Por ende, existe una discordia no sólo entre países, sino que incluso las personas dentro del mismo país están separadas por las diferencias en sus maneras de vivir. Como resultado, el propósito de Dios al crear al hombre como Su reflejo ha sido anulado por completo. Sin embargo, Cristo, quien es la imagen de Dios (2 Co. 4:4), fue encarnado. Cuando fuimos salvos e introducidos en Cristo, llegamos a ser Su reproducción. En Cristo hemos sido librados del pecado, del diablo, del viejo hombre, de la carne, del mundo y de las ordenanzas relacionadas con las distintas maneras de vivir, y hemos llegado a ser un solo y nuevo hombre.

VESTIRNOS DEL NUEVO HOMBRE

  Efesios 2:15 dice que la creación del nuevo hombre fue efectuada por Cristo en Sí mismo, pero el versículo 24 del capítulo 4 dice que los creyentes tienen que vestirse del nuevo hombre. Aunque la creación del nuevo hombre ha sido efectuada, todavía necesitamos vestirnos del nuevo hombre en un sentido práctico. Esto podría compararse a una vestimenta que ha sido cosida, pero que todavía tiene que ser puesta. Vestirnos del nuevo hombre significa vestirnos de la vida de iglesia. El vivir que se encuentra en la sociedad humana es el vivir del viejo hombre; la mayoría de las personas que no han sido salvas llevan una vida confusa. Su vida social es el viejo hombre, pero la vida de iglesia es el nuevo hombre. Cuando nos vestimos del nuevo hombre, nos vestimos de la vida de iglesia.

EXPRESAR EL NUEVO HOMBRE EN NUESTRO VIVIR

Los detalles del vivir del nuevo hombre vistos en Efesios

  Vestirnos del nuevo hombre equivale a vestirnos de la vida de iglesia, que significa vivir la vida de iglesia. No obstante, meramente vivir la vida de iglesia no es suficiente; necesitamos seguir adelante y expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. Ésta es mi carga en este capítulo. El nuevo hombre ha sido creado, y sabemos que necesitamos vestirnos del nuevo hombre; pero mucho más necesitamos expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. El versículo 24 del capítulo 4 habla de vestirnos del nuevo hombre. La sección desde el versículo 25 hasta el versículo 9 del capítulo 6 trata acerca de los detalles de la expresión práctica del nuevo hombre en nuestro vivir. El versículo 25 del capítulo 4 dice: “Desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo”. El versículo 1 del capítulo 5 dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. Ser imitadores de Dios no es lo mismo que ser monos que simulan a las personas. Los monos no tienen la vida humana, así que ellos meramente pueden simular a la gente. Sin embargo, nosotros podemos imitar a Dios porque tenemos Su vida. Dios es nuestro Padre, y nosotros somos Sus hijos amados. Es fácil que los hijos imiten a sus padres puesto que ellos tienen la vida y la naturaleza de su padre. Ya que tenemos la vida y la naturaleza de nuestro Padre Dios, podemos imitarle y expresar Su vida en nuestro vivir.

  Los versículos 7 y 8 dicen: “No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. La palabra ellos en el versículo 7 se refiere a la gente en la sociedad. No deberíamos ser partícipes con ellos, lo cual equivale a vestirnos del viejo hombre. En otro tiempo éramos tinieblas, como las personas en la sociedad. Sin embargo, ahora somos luz en el Señor, así que debemos andar como hijos de luz. El versículo 15 dice: “Mirad, pues, atentamente cómo andéis, no como necios sino como sabios”. Los versículos subsiguientes describen cómo andar como los sabios: al redimir el tiempo (v. 16), al estar sujetas las casadas a sus propios maridos (v. 22), al amar los maridos a sus mujeres (v. 25), al honrar los hijos a sus padres (6:2-3), al criar los padres a sus hijos en la disciplina y la amonestación del Señor (v. 4), al ser obedientes los esclavos a sus amos y servirles de buena voluntad (vs. 5-8) y al tratar bien los amos a sus esclavos (v. 9). Somos necios si no honramos a nuestros padres. Igualmente, los padres son necios si ellos no crían a sus hijos apropiadamente. Los maridos que no aman a sus mujeres y las mujeres que no se sujetan a sus maridos también son necios. Esta sección extensa trata acerca de cómo expresar el nuevo hombre en nuestro vivir.

La expresión del nuevo hombre es el reflejo de Dios

  Cuando nos vistamos del nuevo hombre y vivamos la vida de iglesia, tendremos la expresión del nuevo hombre. Esta expresión no es un asunto de ser ángeles o de gritar “Aleluya” y “Amén” a diario. La expresión del nuevo hombre es un ser humano verdadero. El hombre fue creado conforme a la imagen de Dios a fin de ser el reflejo de Dios. El elemento intrínseco de la naturaleza humana creada es cercano a la naturaleza de Dios. Confucio dijo que el camino del gran saber consiste en desarrollar la “virtud brillante”, la virtud moral brillante y resplandeciente, que es la conciencia que está dentro del espíritu humano. La virtud resplandeciente también es “el conocimiento y la habilidad innatos”, lo cual fue enseñado por Wang Yang-ming, un filósofo chino de la dinastía Ming. Zacarías 12:1 dice que cuando Dios creó los cielos y la tierra, Él también creó un espíritu dentro del hombre. Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, / que escudriña lo más profundo del ser”. El espíritu del hombre es la lámpara de Dios dentro del hombre, y tiene la función de la conciencia, lo que capacita al hombre para reflejar a Dios. Esta función no se halla en las aves o los animales. Por esta razón la gente dice que alguien que no actúa conforme a su conciencia es igual a un animal.

  Es lamentable que el espíritu humano haya sido dañado por Satanás. Sin embargo, este órgano todavía está en el hombre. Aun si una persona está sumergida en el pecado, de todos modos su conciencia le dirá si su comportamiento es apropiado. Honrar a los padres de uno no proviene de la enseñanza. Cuando una persona crece y se familiariza con los asuntos humanos, espontáneamente tiene el sentir de honrar a sus padres. Este sentir viene de su conciencia. Los sabios chinos les enseñaron a las personas cómo desarrollar la conciencia utilizando su habilidad humana innata. Sin embargo, la conciencia del hombre ha sido dañada. Por ende, aunque todavía tiene un poco de resplandor, es deficiente.

El espíritu de una persona regenerada tiene la justicia y la santidad propias de la realidad de Dios

  El espíritu del hombre, que es la lámpara de Jehová, fue dañado cuando el hombre cayó. Esta lámpara se enciende cuando una persona es regenerada. La regeneración significa que otra vida entra en nosotros. Esta vida es la vida de Dios. Esta vida divina entra en nosotros con la naturaleza divina a fin de ser nuestra vida, de modo que nuestro espíritu pueda ser regenerado. Esto se menciona en Efesios 4:24. El nuevo hombre fue creado según Dios, y en el nuevo hombre se hallan la justicia y santidad de la realidad. La justicia significa una conformidad con los caminos de Dios, y la santidad, una conformidad con la naturaleza de Dios. Esto significa que el nuevo hombre creado por Dios es igual a Dios en los caminos de Dios y en Su naturaleza. Si tenemos los caminos y la naturaleza de Dios, reflejaremos a Dios.

  Por ende, lo que una persona regenerada expresa en su vivir no tiene su origen en el conocimiento y la habilidad innatos de su vida natural, sino de la vida y la naturaleza divinas que ella obtuvo por medio de la regeneración. Nosotros somos personas regeneradas que participamos en el nuevo hombre y, como tales, necesitamos expresar en nuestro vivir esta vida más excelente. Dios no dijo que un creyente debía separarse de su comunidad o de su familia. Sakyamuni enseñó a las personas a llegar a ser budas, y el taoísmo les enseña a las personas a llegar a ser inmortales. Sin embargo, la salvación que el Señor nos otorga tiene por finalidad que seamos humanos verdaderos que reflejan a Cristo. Después que el hombre cayó, Dios vino para regenerar y recobrar al hombre de modo que éste pudiera ser elevado. Confucio enseñó a las personas a ser apropiadas al desarrollar y mejorar la virtud resplandeciente dentro de los límites de la habilidad innata del hombre. Sin embargo, la salvación que el Señor nos da tiene como meta que el hombre tenga la vida de Dios, y de ese modo sea elevado. Por ejemplo, todos los seres humanos tienen un deseo creado por Dios de honrar a sus padres. Incluso antes que fuésemos salvos teníamos este deseo. Las enseñanzas de Confucio son principios en cuanto a las relaciones humanas que instan a la gente a desarrollar y mejorar la virtud resplandeciente dentro del hombre. Tales enseñanzas son buenas. No obstante, el día que oímos el evangelio y creímos en el Señor Jesús, nuestro ser fue elevado, y el respeto y amor que teníamos por nuestros padres fue profundizado. Éste es el resultado de que la vida de Dios entre en nosotros.

  Tenemos que reconocer que a veces todavía expresamos nuestra naturaleza caída en nuestro vivir, aunque somos salvos. Una hermana podría sentir que su madre es amable, pero cuando su madre haga o diga algo desagradable, la hermana la mirará con enojo. Sin embargo, puesto que la hermana es cristiana, no tendrá paz en su conciencia y le pedirá al Señor Su perdón y la purificación de Su sangre. Además, ella confesará su error a su madre, y podría incluso llorar. Muchos de nosotros podemos testificar que después de creer en el Señor, nuestra humanidad fue elevada. Esta elevación no vino de la enseñanza, ni es el resultado de nuestro esfuerzo. Más bien, la vida divina ha entrado en nosotros y ha elevado nuestra humanidad. En esto consiste la expresión del nuevo hombre en nuestro vivir según se describe en Efesios.

EL VIVIR PRÁCTICO DEL NUEVO HOMBRE Y LA PROPAGACIÓN DEL EVANGELIO

  La revelación que se ve respecto al nuevo hombre en Efesios es elevada, pero lo que Pablo dijo respecto al vivir práctico del nuevo hombre no parece ser tan elevado. Por ejemplo, 4:28 dice: “El que hurta, no hurte más”. Algunos podrían pensar que esta palabra es algo baja. Sin embargo, si nos examinamos a nosotros mismos, reconoceremos que todos hemos hurtado algo. Los esposos muchas veces hurtan a sus esposas y las esposas hurtan a sus esposos con frecuencia. Los estudiantes de escuela primaria hurtan tiza de las escuelas o lápices de sus compañeros de clase. El robo es prevalente en este mundo. Casi todo el mundo ha robado algo. Por esta razón, después de dar una revelación elevada acerca del nuevo hombre, Pablo tuvo que decir: “El que hurta, no hurte más”.

  Debido a que hemos sido regenerados, el sentir de nuestra conciencia es elevado y más sensible. La conciencia de un cristiano es más elevada que la de un ser humano común, puesto que la vida divina está en nosotros. Si tenemos el testimonio de expresar la vida divina en nuestro vivir delante de nuestros padres, hermanos y parientes, nuestros padres podrían estar en desacuerdo con que creamos en Jesús; pero con el tiempo ellos comprenderán que hemos cambiado. Nuestros padres incluso darán testimonio de nuestro vivir a nuestros parientes. Esto constituye una predicación del evangelio, la cual no se lleva a cabo con palabras, sino con la expresión del nuevo hombre en nuestro vivir. Tal testimonio es poderoso.

  Después que fui salvo, nadie me enseñó cómo comportarme; pero la vida divina que operaba en mí me hizo amar al Señor, leer la Biblia y orar. En aquel tiempo yo tenía diecinueve años de edad, cuatro años más que mi hermano. Anteriormente, nos gustaba jugar y divertirnos. Sin embargo, después que fui salvo, disfrutaba orar y leer la Biblia en vez de jugar. No le aconsejé ni exhorté a mi hermano menor que me siguiera; tampoco le prediqué el evangelio ni le di testimonio alguno. Sin embargo, cuando él vio que yo oraba y leía la Biblia cada día, él comenzó a leer la Biblia también. Como resultado de ello, él también fue salvo. Debido a que yo cambié, él también cambió. Por cosiguiente, mi madre creyó en el Señor. Anteriormente, sin importar cómo ella nos disciplinara, no podía subyugarnos; éramos muchachos jóvenes, fuertes y aficionados a las diversiones. Sin embargo, ella quedó asombrada de que comenzáramos a disfrutar leyendo la Biblia y orando en vez de jugar o causar problemas. Como consecuencia, mi madre también fue salva. Necesitamos tener tal testimonio viviente hoy en día. No sólo deberíamos predicar el evangelio verbalmente; deberíamos mostrar un cambio en nuestro vivir. Tenemos que expresar el nuevo hombre en nuestro diario vivir.

La predicación del evangelio requiere que el nuevo hombre sea expresado en nuestro vivir

  Efesios revela una visión elevada que nos muestra cómo el Señor creó el nuevo hombre y cómo nos vestimos del nuevo hombre. A esta visión le sigue el asunto crucial de expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. Por un lado, el nuevo hombre es universal; por otro, el nuevo hombre ha sido elevado. El viejo hombre es bajo, pero el nuevo hombre es noble. Puesto que somos el nuevo hombre, nuestro vivir tiene que ser más elevado que el vivir de quienes no son parte del nuevo hombre. El vivir del nuevo hombre consiste en despojarnos del viejo hombre y continuamente vestirnos del nuevo hombre. Ya que nos hemos vestido del nuevo hombre, es imprescindible que expresemos el nuevo hombre en nuestro vivir. A fin de que el testimonio del Señor se propague desde Taiwán, necesitamos comenzar a laborar en las escuelas. Taiwán tiene muchas escuelas. Cada escuela es un estanque de peces, y los santos jóvenes que estudian son pescadores. Estos estudiantes deberían aprovechar la buena oportunidad que tienen de pescar y también deberían tener la realidad, el vivir y el testimonio del nuevo hombre. Si cada escuela tiene algunos hermanos y hermanas que se visten del nuevo hombre y expresan el nuevo hombre en su vivir, se manifestará una situación floreciente y gloriosa.

  Los santos jóvenes que desempeñan sus respectivos trabajos deberían recibir una carga de ir a los pueblos pequeños y trabajar como maestros de escuela primaria e intermedia al vestirse del nuevo hombre y expresarlo en su vivir. Entonces el evangelio será fácil y ampliamente aceptado por las personas en estos pueblos pequeños. Si los niños en las escuelas aceptan el evangelio, ellos a la vez influenciarán a sus padres. Cuando los padres observen que los santos tienen un carácter, un hablar y una conducta extraordinarios, ellos reconocerán en su interior que los santos son nobles. Sin embargo, si el vivir de los santos que van a predicar el evangelio en los pueblos pequeños es un desorden, y si su vivir, hablar y conducta son peores que los de un joven promedio, entonces nuestro testimonio será anulado.

  Quienes vayan a los pueblos pequeños no deberían tener prisa por predicar el evangelio a las personas. En lugar de ello, primero deberían expresar en su vivir la vida del nuevo hombre y permitir que las personas vean que ellos son distintos de otros maestros. Entonces estas personas en el pueblo comprenderán que nuestra diferencia se debe a que Jesús está en nosotros, y serán convencidos. Si predicamos a Jesús sin expresar el nuevo hombre en nuestro vivir, nuestra predicación será inefectiva, y podríamos provocar la antipatía de otros. Éste será el resultado si nuestro vivir es inferior al vivir de quienes van en pos del budismo y del taoísmo. En vez de estar ansiosos por levantar rótulos acerca de Jesús, primero tenemos que vestirnos del nuevo hombre y expresarlo en nuestro vivir.

  De manera similar, aquellos de ustedes que sean jóvenes no deberían predicarles a sus padres meramente con palabras. Si ustedes corren al salón de reunión cada día, pero siguen llevando la vida del viejo hombre, no serán exitosos en convencer a otros y además perjudicarán el testimonio del Señor. Si ustedes expresan la vida del nuevo hombre en su vivir, sus padres con el tiempo serán convencidos y percibirán que ustedes han cambiado. Cuando ellos pregunten acerca de la razón por la cual han cambiado, ustedes podrán testificar que su cambio es el resultado de creer en el Señor Jesús. Quizás ellos, por causa de sus tradiciones y costumbres, no puedan aceptar al Señor Jesús de inmediato; tal vez incluso los reprendan. Sin embargo, no hay necesidad de discutir, pues con el tiempo ellos tendrán un cambio de corazón. Al final ustedes ganarán su corazón, y ellos reconocerán que ustedes son nobles puesto que tienen más amor por ellos y son más considerados para con ellos. Sin embargo, esto no es obra de ustedes; es el Señor Jesús quien ha llevado esto a cabo en ustedes. Si tienen tal testimonio, sus padres, hermanos y parientes aceptarán el evangelio uno por uno. Si ustedes tienen tal testimonio, podrán conducir a tres o cinco personas a la salvación cada año y producir racimos de fruto.

  Puesto que he viajado a muchos lugares del mundo y he tenido contacto con toda clase de persona, puedo decir que las personas chinas han sido guardadas por el Señor. Pocos chinos son supersticiosos. Aunque muchas personas en Taiwán celebren festivales, no son muy supersticiosos. Los chinos son prácticos. Primero, prestan atención a ganarse la vida, de modo que puedan vivir en paz, vestir cómodamente y habitar de manera segura. Segundo, ellos prestan atención a la educación o a aprender una destreza, de modo que puedan ganarse la vida. Tercero, ellos prestan atención a los parentescos y la ética. Éstas son buenas tradiciones chinas. Si alguien se vuelve rico, pero no honra a sus padres o no es generoso con sus hermanos, será despreciado. Es fácil que los chinos acepten el evangelio, pues tienen una mentalidad muy práctica y se preocupan por ganarse la vida, por la educación y por la ética. Siempre y cuando tengamos un buen testimonio delante de los hombres y ellos vean que somos estudiosos y tenemos una buena conducta, reconocerán que nuestra humanidad es elevada. La manera en que podemos predicar el evangelio en Taiwán es vestirnos del nuevo hombre y expresarlo en nuestro vivir. Nuestros padres, hermanos, parientes, compañeros de clase y vecinos observan nuestra conducta. Si expresamos el nuevo hombre en nuestro vivir, seremos capaces de producir racimos de fruto. Tengo la certeza de que cada joven fácilmente puede conducir a dos o tres personas a la salvación cada semestre. Esto depende de si los jóvenes tienen o no el vivir del nuevo hombre.

Tener comunión constantemente con el Señor y con los santos, amarnos unos a otros y expresar el testimonio del nuevo hombre en nuestro vivir

  Dios ha creado el nuevo hombre, y nosotros podemos vestirnos del nuevo hombre en la iglesia; pero necesitamos la gracia para expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. Nuestra voluntad no puede lograr esto, porque el querer el bien está en nosotros, pero no el hacerlo (Ro. 7:18). Por lo tanto, no deberíamos tomar la decisión de expresar el nuevo hombre en nuestro vivir. La gracia del Señor nos basta (2 Co. 12:9). Si tenemos comunión frecuentemente con el Señor y con los hermanos y hermanas, espontáneamente expresaremos en nuestro vivir las virtudes excelentes de Cristo desde nuestro espíritu. En esto consiste el vivir del nuevo hombre. Esto es lo que el Señor busca hoy.

  En las escuelas se promueven cuatro aspectos de la educación: la educación moral, la educación intelectual, la educación física y la educación social. Aunque en las escuelas hay un aspecto de la educación social, muchas personas no pueden trabajar en grupo. En la iglesia no necesitamos enseñar cómo trabajar en grupo, pues en Cristo hemos llegado a ser un solo grupo. Cuando los hermanos y las hermanas jóvenes se cuiden unos a otros y se amen unos a otros, sus padres, hermanos, compañeros de clase y amigos serán convencidos al observar las virtudes excelentes que los jóvenes exhiben como grupo. Los santos manifiestan estas virtudes al vestirse del nuevo hombre y expresarlo en su vivir. El nuevo hombre no consiste en muchas personas individuales; más bien, es un hombre corporativo en Cristo. Este nuevo hombre es la iglesia, que es diferente de un vivir social. La sociedad es oscura, pero la iglesia está llena de luz. Éste es el testimonio del nuevo hombre. El nuevo hombre es una lámpara que resplandece en las tinieblas. Muchos de nuestros parientes y amigos están en las tinieblas de la sociedad, pero serán atraídos a esta lámpara que resplandece fuertemente y la iglesia espontáneamente tendrá aumento.

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