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Mensajes del libro «Especialidad, la generalidad y el sentido práctico de la vida de la iglesia, La»
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CAPITULO SEIS

EL SENTIDO PRACTICO DE LA VIDA DE IGLESIA

(2)

  Lectura bíblica: 2 Co. 3:17; 2 Ti. 4:22; 1:7; 2:22; 3:16a; 4:3; 1:13; Ef. 6:17-18; Ro. 10:12; 1 Co. 12:3, 13b; 14:31-32

  En el último capítulo vimos que la vida es la cosa fundamental en el sentido práctico de la vida de iglesia. Necesitamos la vida y el crecimiento en vida, y para la vida y el crecimiento en vida necesitamos comer al Señor. El comer resulta en el crecimiento hacia un hombre plenamente maduro. Entonces, después de comer, debemos alimentar a los corderos. El resultado de todo esto es la edificación.

EL COMER A JESUS

  Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida. El que me come, él también vivirá por mí” (Jn. 6:35, 57). Jesús es el pan de vida, ¿pero cómo nos comemos este pan? La mayoría de los cristianos saben que Jesús es el pan de vida, pero ellos no saben cómo comerle. También, no saben dónde está El, y además, no saben qué es El. Si vamos a comer algo, ante todo necesitamos conocer la naturaleza, el elemento, la esencia, del alimento que vamos a comer. Dependiendo de la naturaleza del alimento, sabremos qué tipo de utensilio usar al comerlo. La forma en que comemos algo depende del elemento, la esencia, del alimento. Por lo tanto, necesitamos saber qué es Jesús.

LA SUBSTANCIA DE JESUS

  ¿Qué es Jesús? En 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu”. Este versículo nos dice no solamente quién es Jesús, sino también qué es Jesús. Jesús es el Espíritu. El Espíritu es Su substancia, Su esencia.

  Para comer a Jesús, ante todo debemos saber que El es el Espíritu. El no es Dios solamente, ni Hombre solamente, ni nuestro Redentor solamente, ni nuestro Salvador solamente, ni nuestro Señor solamente; El incluso es el Espíritu. Algunos dicen que Jesús ahora está en los cielos, y que El obra en nosotros a través del Espíritu. Otros dicen que El está en el Espíritu. Sin embargo, es realmente difícil encontrar algunos versículos en el Nuevo Testamento que digan que Jesús obra en nosotros a través del Espíritu, y no hay versículos que digan que Jesús está en el Espíritu. Pero es fácil encontrar versículos que nos digan que Jesús hoy es el Espíritu (Jn. 14:16-20, 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). Porque muchos cristianos no tienen una comprensión clara de que hoy el Señor es el Espíritu, ellos no saben comerle.

  En Juan 6, cuando el Señor dijo que El era el pan de vida y que ellos debían comerle, los discípulos judaicos se perturbaron. Algunos no comprendieron. Así que el Señor Jesús les respondió diciendo: “El Espíritu es el que da vida” (lit., v. 63). Esto indicó que si El iba a ser el pan que da vida, El tenía que ser el Espíritu. Más tarde fue a la cruz, murió allí, y fue resucitado, haciéndose un Espíritu que da vida (1 Co. 15:45). ¿Qué es Jesús? El es Espíritu.

DONDE ESTA JESUS

  En 2 Timoteo 4:22 se nos dice claramente dónde está el Señor Jesús. Dice: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. ¿Dónde está el Señor Jesús hoy día? ¡Alabado sea el Señor por 2 Timoteo 4:22! Nunca debemos olvidar este versículo. Nos dice dónde está el Señor Jesús hoy día. El está en nuestro espíritu. Estos dos espíritus, el Señor Jesús como el Espíritu que da vida y nuestro espíritu, están unidos como un espíritu (1 Co. 6:17).

UN ESPIRITU FUERTE

  Entonces tenemos el tercer versículo, 2 Timoteo 1:7. El espíritu que tenemos, nuestro espíritu humano, no es un espíritu de cobardía. No es un espíritu débil, sino un espíritu de poder, y de amor, y de una mente sobria.

PERSIGUIENDO CON LOS QUE INVOCAN AL SEÑOR

  Después de darnos cuenta de que tenemos tal espíritu, ¿qué haremos? Hay un cuarto versículo, 2 Timoteo 2:22. Dice: “Persigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor desde un corazón puro” (lit.). Este versículo nos dice que debemos perseguir las virtudes espirituales invocándole desde un corazón puro. Número uno, el Señor Jesús es el Espíritu. Número dos, El está en nuestro espíritu. Número tres, nuestro espíritu es un espíritu que es fuerte. Número cuatro, tenemos que perseguir con los que invocan al Señor desde un corazón puro ejercitando nuestro espíritu.

ORANDO-LEYENDO LA PALABRA

  Ahora tenemos el quinto versículo, 2 Timoteo 3:16: “Toda Escritura es soplada por Dios” (lit.). El Señor no es solamente el Espíritu dentro de nuestro espíritu; El también es la Palabra en la Escritura. Cada palabra en la Biblia es Su aliento. Las Escrituras nos ayudan a invocar al Señor, a aspirar al Señor. La palabra griega pneúma, traducida como “Espíritu”, también significa “aliento”, o “aire” o “viento”. Por lo tanto, el Señor Jesús como el Espíritu es el aliento de vida para nosotros. Si ustedes saben que el Señor Jesús es el Espíritu, el aliento, es fácil aspirarle. Alguien que no sepa respirar, puede decir que invocar al Señor es demasiado simple. Para él decir: ¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!, es demasiado simple. Sin embargo, si a él no le gusta ser tan simple, hay sesenta y seis libros que se pueden usar. El puede abrirla en cualquier capítulo, en cualquier versículo, en cualquier línea, y empezar a orar. Como un ejemplo, él puede orar: “En el principio Dios creó. ¡Amén! En el principio, oh, en el principio. ¡Amén! Dios creó. Dios creó los cielos y la tierra. ¡Aleluya!” (Gn. 1:1).

  La Biblia es un almacén maravilloso. Vengan a las Escrituras y recojan todas las riquezas de Cristo (Ef. 3:8). No vengan solamente para leer ejercitando su mentalidad. Eso puede secarles totalmente. Junto con su lectura, deben ejercitar su espíritu para orar lo que leen. Sí quieren hacerlo, seguramente serán llenos del Señor. Esto es alimentarse del Señor. Muchos pueden testificar que esto es verdadero. Cuando ustedes lo hayan gustado, nunca lo renunciarán. Sin embargo, no insistamos en ello como un punto de nuestra fe cristiana.

EL INVOCAR Y EL ORAR-LEER COMO EL MAYOR SENTIDO PRACTICO

  Romanos 10:12 dice: “El mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan”. ¿Cómo podrían ustedes disfrutar de las riquezas de Cristo? El mejor medio es invocarle. El Señor es rico para todos los que le invocan. A cualquier hora, en cualquier tipo de situación, simplemente invoquen: “¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!”. No traten de liberarse de sus circunstancias. Si no saben responder a alguien, si no saben qué hacer, si tienen miedo de que se enojarán, si están temerosos de que serán tentados, invoquen el nombre del Señor. El Señor es rico para todos los que le invocan.

  Primera de Corintios 12:13 dice que “a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Nosotros hemos sido colocados para beber, ¿pero cómo bebemos? En el mismo capítulo, el versículo 3, dice que “nadie puede decir: Señor Jesús, sino en el Espíritu Santo” (lit.). En otras palabras, cuando ustedes dicen Señor Jesús, están en el Espíritu Santo. Por lo tanto, todos necesitamos ensayarnos a decir: “Oh Señor Jesús”. Esto es el invocar real al Señor. No es sólo orar. No es sólo pedir. Es invocarle.

  Lamentaciones 3:55-56 dice: “Invoque tu nombre, oh Jehová, desde el calabozo profundo; oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros (mi respirar)” (lit.). Me gusta la palabra: “Invoqué tu nombre, desde el calabozo profundo”. A veces nuestras queridas esposas o esposos son nuestro calabozo profundo. Desde su calabozo profundo, invoquen el nombre del Señor.

  Estos versículos también nos muestran claramente que nuestro clamar, nuestro invocar el nombre del Señor, es nuestro respirar. En el respirar es el beber, y en el beber es el comer. Cuando ustedes respiran, beben; cuando beben, comen. Abranse desde su espíritu, y con su boca invoquen: “Oh Señor Jesús”. Es tan dulce, tan refrescante, tan confortante, y tan alumbrante. También, es muy fortalecedor y aun muy regador. Luego intenten el orar-leer.

  Estos dos asuntos son muy prácticos para la vida de iglesia. Los primeros creyentes practicaron el invocar el nombre del Señor. Era una evidencia de que ellos eran seguidores de Jesús como el pueblo de la iglesia (Hch. 9:14). Y el apóstol Pablo, en Efesios, un libro sobre la iglesia, encargó a los creyentes “recibid ... la palabra de Dios, por medio de toda oración” (lit., 6:17-18). Recibir la palabra de Dios por medio de la oración es orar-leer la Palabra. Esto es para que la iglesia sea prevaleciente contra el poder maligno de Satanás, como se muestra en Efesios 6.

  Nadie puede decir que el hecho de orar-leer no está en la Biblia. Alguien puede decir que en la Biblia no hay tal término como orar-leer. La palabra Trinidad tampoco está en la Biblia, pero el hecho de la Trinidad está en la Biblia. El hecho de orar-leer también está en la Biblia. Por lo tanto, necesitamos recibir la Palabra de Dios por la oración. Pero no piensen que yo estoy enseñando esto como una parte de nuestra fe cristiana. No estoy enseñando el invocar al Señor y el orar-leer la Biblia como la fe cristiana, pero los recomiendo como el mejor sentido práctico para la vida de iglesia.

LA ENSEÑANZA SALUDABLE

  En la lectura de la Escritura al principio de este capítulo incluimos 2 Timoteo 4:3 y 1:13. Estos versículos son acerca de la palabra saludable, la enseñanza saludable. ¿Por qué al final de su ministerio el apóstol Pablo dijo a Timoteo que se ocupara de la enseñanza saludable? Fue porque por ese tiempo había enseñanzas que no eran saludables. La versión King James dice “sana doctrina” y “sanas palabras” en estos versículos. Otras traducciones usan las palabras “enseñanza fundamental”, o “palabras fundamentales”, pero sana y fundamental no expresan adecuadamente el significado de la palabra griega. La mejor traducción es “saludable”. Es posible que haya enseñanzas, pero puede que estas enseñanzas no sean saludables. Ellas no ministran nada de alimentación. Nosotros debemos ocuparnos de las enseñanzas saludables.

  La salud se relaciona con nuestra vida física. También necesitamos alguna enseñanza saludable relacionada con nuestra vida espiritual. Pablo dice que vendrá el tiempo cuando la gente no tolerará la enseñanza saludable (2 Ti. 4:3). Ellos serán como el pueblo de Israel en el desierto, que consideró que el maná era demasiado simple. Ellos deseaban comer un poco de ajo y algunas cebollas de Egipto. Ellos no podían soportar el alimento simple. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando declaró que vendrá el tiempo cuando la gente no soportará las enseñanzas saludables. Estos tendrán oídos con comezón, amontonándose maestros sobre maestros.

  Muchos de los cristianos de hoy tienen oídos con comezón, deseando oír enseñanzas, pero pocas de estas enseñanzas son saludables. Nosotros no necesitamos enseñanzas que satisfacen los oídos con comezón. Necesitamos las enseñanzas saludables que alimentan nuestro espíritu. Puede que algunos pregunten: “¿No necesitamos algunas enseñanzas?”. Si, las necesitamos, pero no necesitamos la especie de enseñanzas que satisface los oídos con comezón. Necesitamos las enseñanzas que son saludables, que pueden nutrir nuestro espíritu.

  Las enseñanzas que el Señor ha dado a Su recobro son saludables, llenas de nutrición. Si uno no se preocupa por sus oídos con comezón, sino solamente por su espíritu hambriento, seguramente apreciará todas estas enseñanzas. El Señor es el Espíritu, el Señor esté con su espíritu, ustedes tienen un espíritu fuerte, tienen que ejercitar su espíritu para invocar al Señor, y tienen que orar-leer Su palabra: éstas son las enseñanzas saludables que el Señor nos ha dado para la práctica de la vida de iglesia.

PROFETIZANDO EN LAS REUNIONES

  Ahora señalaré una cosa más que también es una parte del sentido práctico de la vida de iglesia. Cuando era un cristiano joven, se me enseñó que no debemos decir nada ni hacer nada en una reunión, a menos que tengamos la inspiración del Espíritu Santo de Dios. Más tarde, supe que el movimiento pentecostal les dice a las personas que oren y esperen hasta que algo caiga sobre ellas desde los cielos. Pero en 1 Corintios, respecto a las reuniones, no hay un versículo que nos diga que tenemos que obtener la inspiración del Espíritu Santo antes de que podamos funcionar en una reunión. Ni hay un versículo en este libro que nos diga que tenemos que esperar hasta que algo caiga sobre nosotros desde los cielos. Sin embargo, 1 Corintios 14:31 sí dice: “Podéis profetizar todos uno por uno”. El versículo siguiente dice: “Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”. Esto significa que nosotros, como profetas, tenemos que dar la orden a nuestro espíritu. Supongamos que ustedes están para caminar. ¿Esperan por alguna inspiración? ¿Esperan hasta que algo descienda sobre ustedes desde los cielos? Como personas vivas, tenemos dos pies. Nuestros pies están sujetos a nosotros. Cuando es el momento de caminar, simplemente damos la orden a nuestros pies. Cuando ustedes vienen a la reunión, o cuando están en casa, o cuando están en otros lugares, digan algo, profeticen, por el Señor. Tomen la iniciativa y den la orden a su espíritu. Ejerciten su espíritu y digan algo. Este es el concepto de la Biblia, pero no es el concepto del hombre natural o del hombre religioso. Religiosa y naturalmente, nosotros no tenemos tal concepto. El concepto religioso y natural es que tenemos que esperar la inspiración del Señor, o que tenemos que orar y esperar hasta que algo caiga desde los cielos sobre nosotros en una forma milagrosa y sobrenatural. Sin embargo, el concepto de la Biblia es que hoy día el Señor Jesús como el Espíritu que da vida está en nuestro espíritu (1 Co. 15:45; 2 Ti. 4:22), y que tenemos un espíritu fuerte (2 Ti. 1:7). No solamente tenemos un espíritu fuerte; también tenemos un espíritu rico porque el Señor quien es rico está dentro de nuestro espíritu. ¿Qué haremos ahora? Debemos profetizar. Debemos hablar algo por el Señor. Si creemos que la palabra en 1 Corintios 14:31 es la palabra de Dios, debemos recibirla y ponerla en práctica. Tomen la iniciativa y empiecen a decir algo por el Señor. Digan a su espíritu que les siga, y tendrán algo que decir.

  A veces cuando llegamos a las reuniones un poco cansados o aun un poco perezosos, queremos pedir que el Señor nos dé unas vacaciones, un reposo, para no hablar. Cuando hacemos esto, perdemos la oportunidad. Sin embargo, muchas veces cuando nos sentimos cansados y tenemos el sentimiento de que no podemos hablar nada, todavía hay una clase de instancia adentro a que digamos algo. Cuando es así y hablamos, ésa siempre es la mejor palabra. En otras ocasiones, ustedes vienen a una reunión, pensando que tienen una palabra para hablar, y la dijeron, pero la palabra era pobre. ¿Por qué? Porque tenían que ejercitar su mente por lo menos un poco para recordar qué habían recibido esa mañana. Esto llegó a ser una distracción que les llevó de su espíritu a su mente. Sin embargo, si sienten que no tienen nada que decir, pero se les insta a que hablen y lo hacen, ésa será una palabra maravillosa.

  Tenemos una fuente maravillosa dentro de nosotros. Tenemos un espíritu tan fuerte, y tenemos un Espíritu tan rico y divino dentro de nuestro espíritu. Esto es nuestro capital. Al hacer negocio, ustedes necesitan capital. Como cristianos, tenemos un capital por valor de billones de dólares. Sean fuertes para usarlo.

UNA PALABRA FINAL

  No consideremos lo que he presentado en este capítulo como algo de nuestra fe cristiana. Estos puntos no son partes de nuestra fe cristiana. Sin embargo, son el sentido práctico, aun el mejor sentido práctico, el sentido práctico más provechoso, de la vida de iglesia. Ellos no se requieren para la salvación; son recomendables para la práctica de iglesia. Yo espero que todos pongamos estos puntos en práctica.

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