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Mensajes del libro «Espíritu con nuestro espíritu, El»
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CAPITULO CATORCE

EL ESPIRITU OBRA SOBRE LOS CREYENTES Y EN ELLOS

(6)

LA TRANSFORMACION EFECTUADA POR EL ESPIRITU SANTIFICADOR

  Lectura bíblica: Ro. 12:2b; 11, 2 Co. 4:16; Fil. 3:10; 2 Co. 3:18b; Fil. 3:12-14; Col. 3:10-11; Ef. 4:16

BOSQUEJO

  1. El Espíritu transforma en Su obra de renovación:
    1. La transformación se lleva a cabo mediante la renovación—Ro. 12:2b.
    2. La renovación trata la vejez.
    3. La transformación produce a Cristo en novedad.
  2. La transformación es un metabolismo:
    1. Trae el nuevo elemento: las riquezas del Dios Triuno corporificadas en Cristo.
    2. Desecha el viejo elemento: lo podrido de Adán.
  3. La transformación es un proceso que se efectúa mediante la muerte y la resurrección:
    1. Pasa a nuestro viejo hombre por la muerte de Cristo—2 Co. 4:16.
    2. Lleva adelante a nuestro nuevo hombre en la resurrección de Cristo—v. 11; Fil. 3:10.
  4. Por medio del Señor Espíritu—2 Co. 3:18b:
    1. Por medio del Cristo pneumático en resurrección.
    2. Por medio del Espíritu vivificante como la realidad de la resurrección de Cristo.
  5. Para el crecimiento y la madurez de los creyentes que buscan al Señor:
    1. Siguiendo a Cristo—Fil. 3:12.
    2. Olvidando lo que queda atrás y extendiéndose a lo que está por delante—v. 13.
    3. Para alcanzar la meta y ganar el premio: el Cristo que experimentaron—v. 14.
  6. Para la constitución de los miembros del nuevo hombre y para la edificación del Cuerpo de Cristo:
    1. Para dar constitución a los miembros del nuevo hombre—Col. 3:10-11.
    2. Para la edificación del Cuerpo de Cristo—Ef. 4:16.

  En este mensaje hablaremos del tercer paso de la obra santificadora del Espíritu. El primer paso es la regeneración y el segundo es la renovación. Ahora hablaremos de la transformación efectuada por el Espíritu santificador.

  La Biblia es una revelación total de Dios y revela Su economía. Dios en Su economía desea obtener el Cuerpo de Cristo para que sea el propio organismo del Dios Triuno. Si deseamos entender qué es la regeneración, la renovación y la transformación, tenemos que comprender que Dios toma todos estos pasos para llevar a cabo Su economía y así producir un organismo.

  Dios, para llevar a cabo Su economía, creó al hombre, el cual cayó. Luego Dios vino no sólo a redimir al hombre caído, sino también a regenerar al hombre podrido. Esta regeneración tiene mucho significado. Significa que Cristo murió en la cruz para dar fin al hombre viejo y podrido, para redimir al hombre y devolverlo a Dios, y para poner en Cristo a este hombre redimido. En Cristo se lleva a cabo el proceso de morir y resucitar durante toda nuestra vida cristiana. Todo el tiempo pasamos por la muerte y la resurrección. Esto es lo que Dios dispuso. Con el fin de que pasemos por un proceso de muerte y resurrección todo el tiempo, fuimos redimidos, devueltos a Dios y puestos en Cristo.

  Este proceso comienza en la regeneración y continúa durante la renovación y la transformación hasta llegar a la meta, que es el último paso de la obra que el Espíritu santificador efectúa para transfigurar nuestro cuerpo podrido y maligno (Fil. 3:21). Luego vendrá la glorificación que consuma. Entonces habrá en el universo un Cuerpo ante Dios. Eso constituirá la era del reino, en donde la Nueva Jerusalén será el centro. Al final, después de pasar por la era del reino, llegaremos a la plenitud de los tiempos (Ef. 1:10). La plenitud de los tiempos es la consumación de las edades. Con eso se completará, se consumará la economía de Dios en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén en la eternidad. La obra de transformación que el Espíritu santificador lleva a cabo tiene como fin esta meta.

  Ya fuimos regenerados y ahora estamos siendo renovados día tras día (2 Co. 4:16). La transformación procede de la renovación. Romanos 12:2 dice que somos transformados mediante la renovación. Fuimos regenerados en nuestro espíritu, pero todavía somos viejos en nuestra alma y podridos en nuestro cuerpo. Por tanto, todavía necesitamos que el Espíritu santificador lleve a cabo Su obra de transformación y renueve toda nuestra alma, es decir, nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Cuando nuestra alma sea totalmente renovada, llegaremos a la madurez y estaremos preparados para la glorificación, la transfiguración de nuestro cuerpo.

  Este procedimiento o proceso incluye la obra de la muerte y la resurrección de Cristo. Mediante la obra de la muerte y la resurrección de Cristo, somos renovados y transformados de día en día. Esto transcurre sin cesar desde el día en que fuimos regenerados hasta el día en que seamos maduros. Ser maduros simplemente significa que ya estamos listos para que nuestro cuerpo sea transfigurado a fin de que nuestro cuerpo pueda ser glorificado. Entonces la obra que Dios efectúa en nosotros para producir Su organismo será consumada. Ahora conocemos el lugar que ocupa la transformación en la obra de santificación efectuada por el Espíritu.

  La transformación es un paso del proceso que Dios hace en nosotros. En el transcurso de esta obra transformadora, pasamos por la muerte de Cristo, la cual se encarga de la vieja creación y termina con ella. Luego pasamos por la resurrección de Cristo, la cual nos suministra todas las riquezas del elemento de Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno. La muerte quita el viejo elemento y lo desecha, y la resurrección nos suministra el nuevo elemento, las riquezas de Cristo. Ahora este elemento está constituido dentro de nuestro ser. En este proceso el Dios Triuno se mezcla con los seres humanos que El salvó. Este es el Cuerpo de Cristo, el organismo del Dios Triuno procesado.

  El cristianismo de hoy no ha visto nada de esto. La teología cristiana actual es muy tradicional y objetiva. Sin embargo, la Escritura nos da una revelación divina, no una teología tradicional. Esta revelación divina es muy subjetiva para nosotros. Dios desea forjarse en nosotros. Para forjar a Dios en nosotros, Cristo tuvo que pasar por la muerte para dar fin a la vieja creación, y también tuvo que entrar en la resurrección para producir la nueva creación. El elemento viejo es desechado y el nuevo es suministrado. Este nuevo elemento es Cristo, la corporificación del Dios Triuno. El Espíritu santificador nos transforma constituyendo al Dios Triuno procesado en nosotros, los seres humanos redimidos y regenerados. El producto de esto es el Cuerpo de Cristo, el organismo del Dios Triuno. Todo esto de que hablamos aquí es parte de nuestra nueva cultura. Por consiguiente, necesitamos un lenguaje nuevo con una terminología nueva.

I. EL ESPIRITU TRANSFORMA EN SU OBRA DE RENOVACION

  A propósito uso aquí la palabra transformar, y no el sustantivo transformación.Transformación se refiere a un hecho, mientras que transformar denota que algo se está llevando a cabo.

  Según Romanos 12:2, transformar es renovar nuestra mente, parte emotiva y voluntad, es decir, toda nuestra alma. Renovar significa eliminar nuestra vejez. Necesitamos ser renovados porque somos viejos, decrépitos. Transformar consiste en producir a Cristo en novedad. Para ser renovados se necesita que un elemento nos sea añadido mediante la resurrección de Cristo. Dentro de nosotros algo positivo y subjetivo se está llevando a cabo. Eso es la resurrección de Cristo. En realidad, es el Cristo pneumático. El Cristo pneumático es el Espíritu que nos resucita. El Espíritu que nos resucita es la realidad de la resurrección de Cristo, la cual obra en nosotros todo el tiempo para producir a Cristo. Así que, un elemento nuevo es impartido en nosotros para renovarnos, lo cual produce la transformación. La transformación es otro paso dado por el Espíritu santificador.

II. LA TRANSFORMACION ES UN METABOLISMO

  La transformación es un metabolismo que produce un elemento nuevo. Este elemento es las riquezas del Dios Triuno corporificadas en Cristo, quien hoy es el Cristo pneumático, el Espíritu que nos resucita. El es el nuevo elemento. Esta transformación produce el nuevo elemento y desecha el viejo, lo podrido de Adán. Esto es un metabolismo que quita a Adán y lo reemplaza con Cristo.

  La transformación es una gran sustitución, lo cual no significa que nuestro ser sea eliminado por completo. La transformación elimina sólo la parte caída de nuestro ser, pero conserva la parte que Dios creó y redimió. Por tanto, la transformación efectuada por el Espíritu santificador quita la parte vieja y caída de nuestro ser y conserva la parte creada, redimida y regenerada a fin de que crezca y se incremente hasta madurar en el Dios Triuno procesado. El elemento nuevo es agregado a la parte que Dios creó, redimió y regeneró a fin de que esa parte crezca con lo que Dios es. Entonces el elemento divino se mezcla con el elemento humano y se constituye en él para hacer de esta constitución el organismo del Dios Triuno. Este organismo es el Cuerpo de Cristo.

III. LA TRANSFORMACION ES UN PROCESO QUE SE EFECTUA MEDIANTE LA MUERTE Y LA RESURRECCION

  La transformación es un proceso que pasa a nuestro viejo hombre por la muerte de Cristo (2 Co. 4:16) y lleva adelante a nuestro nuevo hombre en la resurrección de Cristo (2 Co. 4:11; Fil. 3:10). En Filipenses 3:10 Pablo dijo que él deseaba conocer el poder de la resurrección de Cristo y ser conformado a la muerte de Cristo. Esto significa que debemos ser moldeados o configurados por la muerte de Cristo mediante el poder de la resurrección y con el elemento de la misma.

  Los agricultores que cultivan árboles frutales saben que los árboles necesitan fertilizantes. Sin fertilizante, el árbol crecerá, pero no lo suficiente. En cambio, si se añade una cantidad adecuada de fertilizante, el árbol produce mucho fruto. Ese es un cuadro de la transformación. El principio de la transformación puede verse en la creación que Dios hizo. Sin transformación, no existe crecimiento en vida. Crecer en vida significa pasar por la muerte y entrar en la resurrección. En la esfera espiritual, la muerte y la resurrección son de Cristo, y el elemento es Cristo mismo. Su muerte y resurrección le introducen a El en nosotros como el elemento nuevo que nos transforma. En esta transformación se encuentran el metabolismo, la mezcla, la constitución y el organismo, el cual es el Cuerpo de Cristo.

IV. POR MEDIO DEL SEÑOR ESPIRITU

  La transformación se lleva a cabo por medio del Señor Espíritu (2 Co. 3:18b). El Señor Espíritu es un título compuesto. Esta expresión confirma que el Señor Cristo es el Espíritu y que el Espíritu es el Señor Cristo. El Señor Espíritu es una persona compuesta. Está compuesto de todos los elementos de la persona y la obra de Cristo. Jesús era el Dios completo y el hombre perfecto combinados en uno solo, así que El era la combinación de lo divino y lo humano. Ese fue el primer paso de Su constitución. El haber pasado por la muerte y la resurrección representa el segundo paso. En ese paso le fue agregada la muerte y la eficacia de ésta y también la resurrección y el poder de la misma. En resurrección El fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), y hoy El es el Señor Espíritu.

  Nuestra transformación se lleva a cabo por medio del Señor Espíritu, es decir, mediante el Cristo pneumático en resurrección y mediante el Espíritu vivificante como la realidad de la resurrección de Cristo. Hoy día este Espíritu consumado y compuesto es el Espíritu vivificante, y este Espíritu compuesto que tenemos en nosotros es la resurrección. Esto significa que la resurrección de Cristo vive en nosotros y que esta resurrección viviente es el Cristo pneumático. Pneumático es el adjetivo de pneúma, una palabra griega que significa “el Espíritu”. El Cristo pneumático es el Cristo que es el Espíritu.

V. PARA EL CRECIMIENTO Y LA MADUREZ DE LOS CREYENTES QUE BUSCAN AL SEÑOR

  La transformación efectuada por el Espíritu que santifica tiene como fin el crecimiento y la madurez de los creyentes que buscan al Señor. Esto se lleva a cabo al seguir a Cristo (Fil. 3:12). En la actualidad la gente del mundo está en busca de placeres y entretenimientos mundanos, pero nosotros buscamos a Cristo todos los días. Cristo es nuestra meta día y noche. La manera de seguir a Cristo consiste en olvidar lo que queda atrás y extenderse a lo que está por delante (Fil. 3:13). Debemos incluso olvidar las experiencias que hayamos tenido de Cristo en el pasado. No debemos conservar nuestras experiencias pasadas. Debemos darle la espalda a todo lo pasado. Cristo es lo único que está delante de nosotros. Olvidamos lo que queda atrás, y nos extendemos para obtener al Cristo que está delante de nosotros.

  Nosotros seguimos a Cristo y nos extendemos para llegar a la meta y ganar el premio: experimentar a Cristo (Fil. 3:14). Hace poco los padres de dos entrenantes de tiempo completo me enviaron una carta en la cual me agradecían por haber entrenado a sus hijos. En realidad, yo no entreno a la gente, sino que ministro Cristo a la gente y procuro poner el ejemplo de seguir a Cristo. Sólo me importa Cristo.

VI. PARA LA CONSTITUCION DE LOS MIEMBROS DEL NUEVO HOMBRE Y PARA LA EDIFICACION DEL CUERPO DE CRISTO

  Somos miembros del nuevo hombre universal y corporativo, en el cual Cristo es la Cabeza y todos los creyentes son Sus miembros. Estos miembros son constituidos al ser transformados. Esta transformación es una obra de constitución efectuada día tras día en las cosas grandes y también en las pequeñas. En esta obra de constitución, Cristo, quien es la corporificación del Dios Triuno, es agregado a nuestro ser y forjado en él día tras día en todas las cosas. Esto se lleva a cabo no sólo para la constitución de los miembros del nuevo hombre (Col. 3:10-11), sino también para la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:16).

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