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Mensajes del libro «Espíritu y el cuerpo, El»
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CAPÍTULO DIECIOCHO

LA UNIDAD DEL CUERPO

  En este mensaje debemos ver algo más acerca del Cuerpo. Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. Aunque esta frase es muy breve y sencilla, incluye toda la vida del Cuerpo. El Cuerpo es uno, y el Espíritu también es uno. El Cuerpo y el Espíritu son inseparables. Podemos comparar el Cuerpo con nuestro cuerpo físico, y al Espíritu con la vida de nuestro cuerpo físico. Si nuestro cuerpo no tuviera vida, no sería un cuerpo, sino un cadáver. El Cuerpo, el cual es la iglesia, no puede ser separado del Espíritu. Donde está el Cuerpo, allí también debe estar el Espíritu; y el Espíritu debe ser uno con el Cuerpo. Si usted tiene el Cuerpo, entonces también tendrá al Espíritu. Pero si no tiene al Espíritu, entonces el Cuerpo está muerto. El Cuerpo, la iglesia, no tiene que ver con la religión, las enseñanzas, la teología, las prácticas y el servicio a Dios, ni con el hecho de realizar una obra para Cristo. En vez de todo esto, el Cuerpo tiene que ver con el Espíritu. Debido a que el Espíritu es uno solo, no puede existir más de un solo Cuerpo.

LOS SIETE UNOS

  En Efesios 4:4-6 Pablo enumera siete “unos”: un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre. El apóstol Pablo mencionó el Cuerpo en primer lugar en esta lista de siete asuntos. Sin embargo, si me hubiera tocado redactar esta lista, yo habría puesto todos estos asuntos en un buen orden teológico. Yo empezaría con un solo Dios y luego continuaría con un Señor, un Espíritu, una fe, un bautismo, un Cuerpo y una esperanza. Hace muchos años, cuando leí este capítulo de Efesios me inquietó mucho el hecho de que Pablo hubiera mencionado el Cuerpo primero y por último a Dios. Me preguntaba por qué Pablo mencionaba una esperanza antes de decir un Señor. Para mí, la secuencia de Pablo estaba al revés. Sin embargo, me he acostumbrado al orden en que Pablo mencionó estos asuntos. En relación con el Cuerpo, Pablo habló separadamente acerca de los tres de la Deidad. Después de hablar de un solo Espíritu, el no habló de un solo Señor, sino de una sola esperanza. Luego de hablar de un solo Señor él no habló de un solo Dios, sino de una sola fe y de un solo bautismo. En este mensaje abarcaremos únicamente el asunto de un solo Cuerpo y de un solo Espíritu. Pablo mencionó primero el Cuerpo porque lo que él decía aquí estaba totalmente relacionado con el Cuerpo.

LA UNIDAD DEL ESPÍRITU

  El tema de esta sección es: guardar la unidad del Espíritu. Efesios 4:3 dice: “Diligentes en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. La palabra diligentes implica que debemos procurar a toda costa guardar la unidad. Ésta no es la unidad de doctrinas ni la unidad teológica, sino la unidad del Espíritu. La unidad del Espíritu es sencillamente el Espíritu mismo. Por lo tanto, guardar la unidad del Espíritu equivale a guardar el Espíritu. Si usted no está en el Espíritu, no está en unidad. Si está en cualquier otra cosa aparte del Espíritu, estará en división. El Espíritu es la unidad. Por esta razón, a la unidad se le llama la unidad del Espíritu. Si usted está en el Espíritu, entonces también estará en la unidad. Pero si se encuentra fuera del Espíritu, ya no estará en unidad, sino en división. Tal vez no se percate de lo serio que es esto. A fin de estar en división, lo único que se requiere es que estemos fuera del Espíritu. Cuando usted está fuera del Espíritu, no está más en unidad. Y mientras no esté en unidad, estará en división, ya que todo lo que no sea unidad es división. Aunque puede haber muchas divisiones, sólo existe la unidad única y la unidad única es el Espíritu.

  Mientras usted no esté en el Cuerpo y con el Espíritu, estará en división; y mientras esté fuera del Espíritu, se encontrará fuera de la unidad. Todo cuanto usted piense, diga y haga en el recobro del Señor debe hallarse en el Espíritu. Si usted no está en el Espíritu, entonces no puede decir que está en el Cuerpo. El Cuerpo es uno con el Espíritu, y el Espíritu es la realidad del Cuerpo. Si usted no está en el Espíritu, entonces tampoco está en la unidad, sino en división. Todos los que están en el recobro del Señor necesitan recibir la clara visión de que el recobro básica y fundamentalmente consiste en recobrar la unidad del Cuerpo.

DIVISIÓN Y CONFUSIÓN

  La historia del cristianismo es una historia de divisiones. ¡Cuán vergonzosas son las divisiones del cristianismo para el Señor! En el cristianismo se da una división tras otra. Los cristianos son conocidos por el hecho de que fácilmente se dividen. Miren cuántas divisiones cristianas hay en la ciudad de Cleveland. En una sola calle uno puede encontrar muchas divisiones. En una esquina puede estar la Iglesia de Cristo, y en la otra, las Asambleas de Dios. ¡Qué fácil es que los cristianos se dividan! Da la impresión de que cualquiera puede empezar algo y llamarlo una iglesia. ¡Esto es iniquidad!

  Esto no es otra cosa que Babel, el origen de Babilonia. Hoy en día todo el cristianismo es una gran Babel, que significa confusión. Algunos cristianos dicen que nosotros no debemos decir que ellos son Babilonia. Sin embargo, es preciso que vean que mientras sean una división, son Babilonia. La división denota confusión, y la confusión es la característica fundamental de Babel. Mientras usted esté en división, estará en confusión. Mientras esté en confusión, será Babel. Cada denominación es babilónica, y cada división es parte de Babel. La Iglesia Católica, las denominaciones protestantes y todos los grupos independientes se encuentran en un estado de confusión. Todos ellos son babilónicos.

CRISTO, EL ÚNICO ESPOSO

  En un sentido espiritual, la división es fornicación. La fornicación es un acto ilegítimo. Conforme a lo dispuesto por Dios, es correcto que una mujer tenga un esposo; sin embargo, ella debe casarse dentro de los confines establecidos por Dios. Todo aquello que esté fuera de lo que Dios dispuso es fornicación, iniquidad. La fornicación genera confusión. La iglesia, la esposa, debe tener un solo esposo, y ese esposo es Cristo. Sin embargo, el hecho de que la iglesia esté dividida, demuestra que ella tiene más de un solo esposo. Usted tal vez pregunte quién es ese esposo aparte de Cristo. Si observa el cristianismo actual verá que cada grupo tiene un esposo diferente con un nombre diferente. Cuando los de la denominación luterana se hacen llamar luteranos, con ello demuestran que están casados con Lutero. Lutero fue un siervo de Dios, pero ninguna iglesia debe ser de Lutero. Cuando los corintios dijeron: “Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”, Pablo les dijo: “¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Co. 1:12-13). Pablo parecía decir: “Ustedes no son míos. Cristo es el único esposo. Todos ustedes son de Cristo”. En 2 Corintios 11:2 Pablo incluso usó la palabra esposo: “Os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. Cualquier persona, cosa o asunto que no sea Cristo y llegue a ser la base de un grupo cristiano, constituye otro esposo. Tener esta clase de esposo es cometer fornicación. ¡Cuántos esposos existen hoy en el cristianismo!

LOS NOMBRES DENOMINACIONALES

  A veces las personas han discutido conmigo, diciendo: “Hermano Lee, los nombres denominacionales no son importantes. Simplemente los usamos por conveniencia, pero no significan nada”. Yo les he contestado: “Si los nombres no significan nada, ¿por qué entonces no se deshacen de ellos? Ustedes dicen que no significan nada, pero todavía insisten en conservar el nombre de Lutero. Es como si usted fuera la señora Smith, pero se pone una etiqueta que dice “señora Jones”. Si usted es la señora Smith, ¿por qué se hace llamar por otro nombre? Si, como ustedes dicen, ese nombre no significa nada y simplemente lo usan por conveniencia, entonces déjelo. Pero si deciden conservar el nombre de señora Jones, eso es seguramente porque el señor Jones es su marido ilegítimo. ¡Cuán absurdo es que dijeran que nunca han conocido al señor Jones, y que simplemente usan su nombre por conveniencia!”.

  A través de los años yo he viajado mucho. Por lo general, prefiero no hablar con los que se sientan a mi lado en el avión porque suelen hacerme preguntas difíciles de contestar. Cuando hablo con las personas, casi siempre después de que se enteran de que soy cristiano, me preguntan qué clase de cristiano soy. Eso para mí es un insulto. Muchas veces les he dicho: “Simplemente soy cristiano. Por favor no me pregunte qué clase de cristiano soy, pues sólo existe una sola clase de cristiano. Si yo le dijera que soy la luna, ¿me preguntaría usted qué clase de luna soy? Eso sería una tontería porque sólo hay una luna. Así que, por favor, no me pregunte qué clase de luna soy”. A veces las personas no creen que simplemente soy cristiano. Ellos insisten en que debo ser cierta clase de cristiano, y por eso a veces les he dicho de manera enfática: “Si no me cree, eso significa que usted está completamente equivocado. Yo no puedo mentirle. Simplemente soy lo que soy. Soy simplemente un cristiano”.

  Hace más de veinte años conocí a un misionero estadounidense en un centro de retiros de las Filipinas. Él me dijo con mucho orgullo que era miembro de la Iglesia del Nazareno. Antes de eso, yo nunca había escuchado acerca de esa denominación. El nombre, la Iglesia del Nazareno, suena anormal; muestra que hay confusión.

LA UNIDAD ÚNICA

  El espíritu babilónico todavía puede estar presente en nuestra sangre. El recobro del Señor consiste principalmente en traernos de regreso a la unidad genuina, al único Marido, al único Cuerpo y al único Espíritu. Si perdemos esta unidad, no estaremos más en el recobro del Señor. Al contrario, estaremos repitiendo la historia del cristianismo, la cual es una historia de divisiones.

  A muchos cristianos no les importa el asunto de la división. Ellos dicen: “El Señor no es estrecho. Dios es omnipresente. ¿Por qué ustedes son tan estrechos?”. Pero si conocemos la Biblia, tendremos muy claro que con respecto a la división, Dios es aún más estrecho. Él no permitirá que tengamos otro esposo aparte de Cristo. Lean Deuteronomio 12, 14, 15 y 16, y vean cuán estrecho es nuestro Dios. Él le dijo al pueblo que ellos no tenían ningún derecho de adorarlo en el lugar que escogieran. En cambio, tenían que ir al lugar único que Él había designado para la adoración a Dios. Al respecto, Dios fue muy estrecho.

  Los que están en el movimiento carismático hablan acerca del Cuerpo, pero no les importa en absoluto las divisiones. Sin embargo, mientras no estemos en unidad, no seremos el Cuerpo, sino que estaremos en división. Este asunto es muy serio.

  La mayoría de aquellos que vinieron la recobro del Señor antes de 1970 entienden claramente lo tocante a la unidad única. Sin embargo, los que vinieron al recobro después de 1970 parecen no tener muy claro este asunto. Durante los primeros siete años del recobro del Señor en este país, hablamos muchísimas veces acerca de la unidad única y acerca del terreno único de la iglesia. Sin embargo, incluso aquellos que tienen claro la unidad de la iglesia, reconocen que esta visión ya no está tan clara. De hecho, a momentos esta visión desaparece. Por consiguiente, es necesario que sea restaurada esta visión del terreno único de la unidad.

EL CUERPO RECOBRADO

  El Cuerpo es uno solo. Tal vez algunos cristianos discutan con nosotros, diciendo: “Ustedes dicen que el Cuerpo es uno solo. Pero el Cuerpo está dividido. ¿Cómo pueden decir ustedes que son ese único Cuerpo?”. Nosotros no decimos que somos el único Cuerpo. Pero sí somos el Cuerpo recobrado. Al menos, somos la parte del Cuerpo que ha sido recobrada.

  Consideren el ejemplo de los hijos de Israel en el Antiguo Testamento. En Deuteronomio 12, 14, 15 y 16, el Señor les encargó una y otra vez que debían adorarlo en el único centro, el cual guardaba la unidad del pueblo de Dios. Finalmente, muchos fueron llevados cautivos, y unos fueron llevados a Siria, otros a Egipto y el resto a Babilonia. De este modo, fueron llevados cautivos y divididos. Ser dividido es ser llevado cautivo. Hoy en día casi todos los cristianos han sido llevados cautivos, unos a la denominación presbiteriana, otros a la denominación bautista y un gran número a la Iglesia Católica. Cuando los hijos de Israel fueron dispersados y esparcidos, ellos perdieron su unidad. Después de setenta años Dios les mandó que regresaran a Jerusalén. Sin embargo, según la historia, sólo un pequeño remanente regresó bajo el liderazgo de Esdras, Zorobabel y Nehemías. Ellos fueron un grupo de israelitas recobrados. Después que ellos regresaron de Babilonia, hubo cuatro grupos: uno estaba en Siria, uno en Egipto, uno en Babilonia y uno en la Tierra Santa. Aparentemente, cada grupo era una división. Sin embargo, aunque los grupos que estaban en Egipto, en Siria y en Babilonia eran divisiones, el grupo de los que habían sido recobrados y estaban en Jerusalén no era una división. Ciertamente eran un grupo, pero no eran una división. Al contrario, ellos eran el Israel recobrado. Del mismo modo, quienes estamos en el recobro del Señor somos el Cuerpo recobrado.

  Consideremos también la situación actual de la nación de Israel. La nación de Israel ha sido reconocida como nación por las Naciones Unidas. Sin embargo, hay más judíos en la ciudad de Nueva York que en la nación de Israel. ¿Diríamos entonces que ellos son la nación de Israel? Por supuesto que no. Sólo los que regresaron a la tierra de sus padres son la nación de Israel. Los judíos que están en la ciudad de Nueva York podrían decir: “Ustedes, los que están en la nación de Israel, son judíos, y nosotros también somos judíos. Además, los que estamos en Nueva York los sobrepasamos en número a ustedes, que están en Israel. ¿Por qué entonces se hacen llamar la nación de Israel? ¿No somos nosotros también la nación de Israel?”. No, no lo son. Los judíos que están en Israel deben decirles a los judíos que están en Nueva York: “Hermanos, ustedes ciertamente son parte de la nación de Israel. Por favor, regresen a la tierra de nuestros padres. No se queden en Nueva York”. Este ejemplo nos permite ver que es absolutamente correcto que los que regresaron a Palestina se hagan llamar la nación de Israel, pues de hecho lo son. Pero los judíos que están en la ciudad de Nueva York no tienen la posición correcta para ser la nación de Israel. Aunque son judíos de sangre, en cuanto a posición son estadounidenses, no israelíes.

  Cuando los que están en las denominaciones me han hecho preguntas acerca de la iglesia, les he dicho: “Si no somos la iglesia de Cristo, ¿entonces qué somos? Dennos un nombre”. Cuando dijeron que ellos también eran la iglesia, les dije: “Puesto que ustedes también son la iglesia, tienen que renunciar a todos sus rótulos denominacionales, tales como presbiteriano y bautista”. Al decirme que no podían hacer esto, les respondí: “En tanto que no dejen sus rótulos, no serán la iglesia, sino una división, una denominación. Esto es una confusión”.

  Si los judíos que viven en Nueva York afirman que ellos son parte de la nación de Israel, yo les diría que entonces deben regresar a Jerusalén. Sin embargo, es posible que digan: “Amamos Israel, pero queremos seguir viviendo en la ciudad de Nueva York para ganar más dinero. Tal vez viva en Nueva York, pero estaré dando dinero para apoyar a la nación de Israel”. Por mucho dinero que den, eso no hará que sean la nación de Israel. La nación de Israel es la nación de Israel. Así que ellos serán la nación de Israel sólo mientras estén en la tierra de Israel y con el gobierno apropiado. Esto nos muestra que el número de personas no es el factor determinante.

  Usemos el ejemplo de la familia Smith. Supongamos que la familia Smith se compone de veintiocho miembros, pero la mayoría de ellos están dispersos en todo el país y sólo tres de ellos todavía viven en la misma casa. ¿No son estos tres la familia Smith? Por supuesto que sí. Supongamos que los miembros de la familia Smith que viven en Hawai dijeran: “¿No somos nosotros parte de la familia Smith? Ustedes tres no son los únicos miembros de la familia Smith”. Desde luego que los que están en Hawai son parte de la familia Smith, pero ellos necesitan regresar a casa para estar con los otros miembros de la familia. Mientras estén en Hawai, estarán lejos de la familia. Si decimos que los miembros de la familia Smith que viven en la casa no son la familia Smith, ¿entonces qué son? Asimismo, nosotros somos la iglesia. Si no somos la iglesia, ¿entonces qué somos? Por supuesto, la iglesia en Cleveland debiera incluir a todos los verdaderos cristianos que viven en Cleveland. Sin embargo, la mayoría de los cristianos genuinos no ha regresado a casa. En lugar de ello, prefieren quedarse en sus divisiones y sólo un pequeño número ha regresado. Los que han regresado son la iglesia en Cleveland. Si adoptaran algún nombre eso sería una señal de división. Así que no deben hacerse llamar de otra manera que no sea la iglesia en Cleveland.

UNO LOCALMENTE Y UNIVERSALMENTE

  Hemos visto que el Cuerpo es uno solo. ¿Significa eso que la iglesia en Cleveland es un Cuerpo, que la iglesia en Nueva York es otro Cuerpo, y que la iglesia en Anaheim es otro Cuerpo? Si fuera así, entonces habría muchos cuerpos locales. Todas las iglesias locales conforman un solo Cuerpo. La iglesia no es una sólo localmente, sino también universalmente. Todas las iglesias locales conforman un solo Cuerpo. Hemos visto que si estamos en división o fuera de la unidad, no estamos en el Cuerpo. Ahora debemos ver que el Cuerpo es uno solo, tanto local como universalmente. En la ciudad de Cleveland hay un solo Cuerpo, y en todo el universo aún existe un solo Cuerpo. Si realmente queremos poner en práctica la vida del Cuerpo, es preciso que veamos que localmente somos el Cuerpo y que universalmente también somos el Cuerpo.

TODAS LAS IGLESIAS LOCALES SON IGUALES

  Hoy en día circula una enseñanza errónea que dice que cada iglesia local es independiente. Cuando era joven, fui influenciado mucho por este concepto, y hasta yo mismo lo enseñé. Les decía a otros que cada iglesia local era independiente. Pero si regresamos a la Biblia, no encontraremos nada de esto en el Nuevo Testamento. Efesios 4:4 habla de un solo Cuerpo. ¿Será que este único Cuerpo se refiere simplemente a la iglesia local en Éfeso? Según los mejores manuscritos, la Epístola a los Efesios no fue dirigida expresamente a los efesios. Al contrario, fue una epístola universal dirigida a todos los creyentes. No importa cuántas iglesias locales haya, no puede haber más que un solo Cuerpo sobre la tierra. ¿Cómo podría Cristo, la Cabeza, tener más de un solo Cuerpo? Una cabeza con dos cuerpos sería una monstruosidad. Universalmente, sólo existe un solo Cuerpo. Puesto que el Cuerpo es uno, ¿cómo podría un hombro decirle al otro que es independiente? Ninguno de los miembros del Cuerpo puede declararse independiente. Sería una tontería preguntar si los oídos son dependientes o independientes. Sin embargo, hoy en día los cristianos hablan de este tipo de cosas. Como Pablo les dijo a los corintios, Cristo no está dividido. Dado que Cristo no está dividido, el Cuerpo tiene que ser uno solo.

  En el Nuevo Testamento los apóstoles consideraban iguales a todas las iglesias. En 1 Corintios 4:17 Pablo habló acerca de la manera que enseñaba “en todas las iglesias”. No hay ningún versículo que indique que el apóstol Pablo enseñaba de manera diferente en las diferentes iglesias. En 1 Corintios 7:17 él dijo: “Así ordeno en todas las iglesias”, y en 11:16 dijo: “Nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios”. En Colosenses 4:16 Pablo dijo: “Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros”. En estos versículos vemos que la enseñanza de los apóstoles era la misma en todas las iglesias. Por lo tanto, Pablo animó a las iglesias a que se imitaran entre sí (1 Ts. 2:14).

  Como sabemos, Apocalipsis 2 y 3 habla de siete epístolas dirigidas a las siete iglesias. Aunque vemos muchas diferencias entre estas siete iglesias, todas estas diferencias tenían que ver con aspectos negativos. En los aspectos positivos, todas las iglesias son iguales. Es por ello que las siete epístolas no fueron enviadas una a cada iglesia por separado y respectivamente, sino que más bien cada iglesia recibió todas las siete epístolas. Más aún, al final de cada una de las siete epístolas encontramos esta frase: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap. 2:7). Por ejemplo, todo lo que fue escrito a la iglesia en Éfeso, era algo que el Espíritu estaba hablando a todas las iglesias. Ésta es una prueba contundente de que todas las iglesias locales deben ser iguales.

  En Apocalipsis 1:20 vemos que las siete iglesias son siete candeleros de oro. Si todos los siete candeleros de oro estuvieran delante de usted, no vería ninguna diferencia entre uno y otro. Todos ellos perderían su identidad particular. Por lo tanto, al final de Apocalipsis tenemos la Nueva Jerusalén con muros en sus cuatro lados (21:18). En cada lado, el muro ha sido edificado con el mismo material: el jaspe. Por lo tanto, los cuatro lados tienen el mismo aspecto. Si consideramos todo esto, quedaremos convencidos de que todas las iglesias locales deben ser iguales. Sin embargo, eso no significa que para ello debamos organizarnos. Al contrario, debemos oponernos al sistema organizativo. Sin embargo, todas las iglesias, como parte del único Cuerpo que existe sobre la tierra, deben ser una sola iglesia en espíritu, en vida y en testimonio.

NO SE DEBE CONTROLAR A LAS IGLESIAS

  Según el Nuevo Testamento no hay iglesias superiores ni iglesias inferiores. Al contrario, todas ellas están en el mismo nivel. Algunos de los que afirman que la iglesia en Jerusalén era superior a las demás usan como argumento la conferencia que se efectuó allí. Esta conferencia se efectuó en Jerusalén debido a que los apóstoles que tenían el ministerio para edificar a las iglesias estaban allí. Sin embargo, eso no significa que la iglesia en Jerusalén fuera superior a las demás iglesias. Había una diferencia, pero ésta no tenía que ver con la iglesia en sí, sino con el ministerio de los apóstoles. Debido a que la iglesia en Jerusalén no era superior a las demás iglesias, habría sido completamente errado que cualquier hermano que saliera de Jerusalén representado a Jerusalén, controlara a otras iglesias. Ninguna iglesia debe controlar a otra iglesia, ni ningún hermano debe ejercer control sobre las iglesias.

LA COMUNIÓN QUE DEBEN TENER LAS IGLESIAS ENTRE SÍ

  Todas las iglesias deben tener comunión unas con otras. Deben abrirse unas a otras y recibir ayuda de las demás. Cualquier iglesia que no se abra a todas las demás no es saludable. Supongamos que la iglesia en Cleveland no es abierta con las demás iglesias, porque teme que éstas se entrometan en sus asuntos. Así, Cleveland estaría muy pendiente y se preocuparía mucho de que las demás iglesias se entrometan en sus asuntos. Esta actitud está errada. En una reunión reciente que tuvimos con los ancianos, los alenté a salir a visitar otras iglesias. Les dije muy enfáticamente que cuando visiten las iglesias no se queden en la “entrada”, sino que entren en el circulo íntimo de la iglesia. Si las iglesias no llevan a los ancianos que están de visita al círculo íntimo, los ancianos deben regresarse a casa.

NO DEBEN GUARDARSE SECRETOS

  Esto significa que nada debe mantenerse en secreto. En las iglesias locales no debe haber secretos. Los hombros no guardan ningún secreto de los demás miembros del cuerpo. Si el hombro reservara algún secreto, eso sería un indicio de que allí hay un cáncer. Cada miembro del Cuerpo debe estar completamente abierto a todos los demás miembros. Entonces la sangre podrá circular libremente, y el Cuerpo estará saludable.

  Al escuchar esto, algunos dirán: “Si somos tan abiertos a los otros ancianos, ellos nos invadirán”. Quien piense de esta manera, él mismo es un invasor. Tenemos que desechar ese concepto. La gloria del templo no necesita ser protegida por ninguna mano humana. El Señor es quien hace que la gloria descienda y luego se aparte.

DEBE HABER CONFIANZA MUTUA

  En el recobro del Señor hoy, debe haber confianza mutua, es decir, todos debemos creer el uno en el otro. Usted tiene que creerme y yo debo creerle a usted. Si una de las iglesias actúa cautelosamente con otras iglesias, esa iglesia es anormal y enfermiza.

  En el pasado, yo estuve bajo la influencia de los Hermanos. Cada uno de ellos era un experto en obrar con cautela. Los Hermanos temían que alguien deseara ser un papa. Algunos de los que temían que otros pudieran constituirse papas pueden haber sido los mismos que ambicionaban ser el papa. Todos necesitamos recibir misericordia para desechar ese concepto, un concepto que puede llevarnos a ser sectarios, incluso en el recobro del Señor. No es necesario estar tan preocupados de que alguien llegue a ser papa. En vez de ello, preocupémonos por nuestro espíritu y de cuánto liberar nuestro espíritu.

  En todo el universo solamente existe un solo Cuerpo. Todas las iglesias deben ser un solo Cuerpo. Pero con esto no estoy diciendo que las iglesias deban organizarse como un solo Cuerpo. Si la iglesia en Cleveland teme que la iglesia en Nueva York los toque, me pregunto qué clase de iglesia es la que está en Cleveland. Sin duda será una iglesia anormal. Si yo temo que la persona que está sentada a mi lado me robe el reloj, debo tener algún tipo de problema. Los animo a todos a que estén en paz y abran su iglesia a las demás iglesias. No mantenga la iglesia en su bolsillo como si ella fuera una versión de bolsillo. La iglesia es de Cristo, de Dios y de los santos (Ro. 16:16; 1 Co. 11:16; 14:33). La iglesia no es de usted ni mía. Sin embargo, algunos desean hacer de la iglesia una versión de bolsillo. En el pasado vi esto muchas veces. Cada vez que alguien intentó hacer esto fracasó, pues los santos no estuvieron de acuerdo con ello. Cada uno de los santos desea estar en una iglesia que es abierta, una iglesia que es de Dios, de Cristo y de los santos. Todas las iglesias locales deben ser abiertas.

  No guarde la iglesia en secreto; en lugar de ello, manténgala abierta y reciba a todos los santos que lo visiten. Cuando ellos los visiten, introdúzcalos en la recámara interna. No es suficiente que sólo los hagan pasar a la sala, sino que también deben introducirlos en la recámara secreta. Puedo gloriarme por los hermanos en Anaheim de que allí no se guarda nada en secreto. Si usted viene a Anaheim, encontrará que todo desde la piel hasta lo más recóndito del ser, está abierto a usted. Nada está en nuestro bolsillo.

  Yo estoy muy familiarizado con las enfermedades que ocurren en el Cuerpo. Sé del daño que causan los microbios escondidos. Por esta razón, he sentido la carga de transmitir estas palabras que sanan al Cuerpo. No sólo los ancianos, sino también todos los jóvenes, deben tener claro que el recobro del Señor consiste en llevarnos de regreso al único Cuerpo y al único Espíritu. No tenemos métodos organizativos ni hay división entre nosotros; tampoco hay confusión, ni control ni una versión de bolsillo de la iglesia. Todas las iglesias deben ser abiertas y todas ellas deben ser un solo Cuerpo. Sin embargo, no se tienen métodos organizativos, ni hay confusión ni ningún tipo de control. En lugar de ello, tenemos un solo Cuerpo. Más aún, nadie debe mantener la iglesia en su bolsillo. Al contrario, todo debe ser público, todo debe ser para los santos, todo debe ser hecho en el Espíritu y todo debe redundar en beneficio del único Cuerpo. Recordemos que el recobro del Señor consiste en que seamos conducidos de regreso al único Cuerpo y al único Espíritu.

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