
Lectura bíblica: 2 Co. 1:19; 2:14-15; 3:3, 18; 4:4-7, 10-11; 5:14-17, 21; 8:9; 10:1, 5; 11:2-3, 10; 12:9; 13:3-5, 14
En el capítulo anterior, vimos los cuatro temas de 1 Corintios. Ahora queremos comparar lo que se dice en 1 Corintios en cuanto a Cristo con lo que Pablo dice en 2 Corintios.
En 2 Corintios se nos presenta un cuadro verdadero de cómo experimentar a Cristo de mejor manera. En la primera epístola, los aspectos relacionados a Cristo se mencionan de manera más o menos doctrinal. Pero necesitamos todos estos aspectos para poder experimentar a Cristo de manera más profunda como se ve en la segunda epístola de Pablo. Primero, tenemos los aspectos doctrinales de Cristo. Luego, tenemos al Cristo que está en nuestra experiencia.
En 2 Corintios 1:19 Pablo dice: “Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido sí y no; mas nuestra palabra ha sido sí en El”. Podemos ver que Pablo cambió del lado doctrinal al lado de la experiencia. Cristo no es sí y no. Cristo es sí en su experiencia, no en su entendimiento. Podemos decir que Cristo es el Sí sólo por nuestra experiencia.
En 2:14 Pablo dice: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en el Cristo, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de Su conocimiento”. Si quiere disfrutar a Cristo y experimentarlo, tiene que ser un cautivo. Tiene que ser llevado cautivo. Puede decir que Cristo es poder y sabiduría de Dios (1 Co. 1:24), pero si quiere experimentar a Cristo como poder y sabiduría de Dios, tiene que ser un cautivo. ¿Le gusta ser llevado cautivo? Tiene que ser guiado por Cristo en Su séquito de enemigos vencidos (Ef. 4:8). En este universo Dios celebra la victoria de Cristo con un séquito triunfal de enemigos vencidos. Usted debe ser uno de estos enemigos que haya sido vencido y llevado cautivo.
Saulo de Tarso era un hombre joven, ambicioso y fuerte que iba en contra de Cristo. Cuando el Señor se encontró con él mientras éste iba en camino a Damasco, le dijo: “Dura cosa te es dar coces contra los aguijones” (Hch. 26:14). Un aguijón en un arado es un palo agudo que se usa para hacer que un buey que está uncido al arado siga adelante. Mientras Saulo daba coces contra los aguijones, el Señor se estaba riendo de él en los cielos (Sal. 2:4). De hecho, Saulo estaba bajo el control del Señor. Este rebelde fue hecho apóstol al ser llevado cautivo por Cristo. Dios lo guió como cautivo de ciudad en ciudad para celebrar la victoria de Cristo. Pablo podía decirle a la gente: “¡Una vez era un rebelde, pero ahora soy cautivo!” Esto es una celebración. Saulo se rebeló contra Cristo, pero fue llevado cautivo por Cristo. Como uno que estaba en el séquito de enemigos vencidos fue de ciudad en ciudad para predicar a Cristo a fin de celebrar la victoria de Cristo.
Tenemos que aplicar esta experiencia a nosotros mismos. Tenemos que ser llevados cautivos por Cristo antes de predicarle a los demás. Mientras predicamos, los demás deben tener la impresión de que somos cautivos en el séquito de enemigos vencidos que celebran. Podemos decirles a los demás que antes nos rebelamos en contra de Cristo, pero ahora somos los cautivos de Cristo. Esto llegará a ser algo dulce, un olor fragante de Cristo, el cual los demás podrán oler (2 Co. 2:15-16). La verdadera predicación no se trata de meras palabras, sino que consiste en mostrar que somos llevados cautivos en el séquito de enemigos vencidos que pertenece a Cristo. Cuando somos estos cautivos, podemos experimentar a Cristo de manera más profunda. Esta es la manera pura de experimentar a Cristo al hacer El de nosotros una fragancia de Cristo para Dios (v. 15).
En 2 Corintios 3:3 Pablo dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. Cristo tiene que ser escrito en nosotros, forjado en nosotros, tiene que hacernos cartas vivas de Cristo. La gente debe poder leer a Cristo en nuestro ser. Podemos predicar de Cristo, pero ¿cuánto de Cristo puede leerse en nosotros? Cuando las personas observan la manera en que vivimos, ¿pueden leer a Cristo?
Esto nos muestra una vez más que 2 Corintios no es un libro de doctrina sino de experiencia. Debemos ser cautivos de Cristo y cartas de Cristo. Necesitamos que más de Cristo sea escrito sobre nosotros. Esto significa que necesitamos que más de Cristo sea forjado en nosotros. Cristo tiene que ser forjado en nuestro modo de pensar, en nuestro amor, en lo que escogemos y en todo nuestro ser. Esto no está relacionado con la doctrina, sino exclusivamente con la experiencia.
Pablo nos dice que somos cautivos de Cristo y cartas de Cristo. Luego en 3:18 nos dice que somos espejo de Cristo. Como espejo de Cristo, necesitamos mirarlo para poderle reflejar. Al mirarle y reflejarlo, somos transformados a Su imagen, de un grado de gloria a otro. Esto está relacionado con la experiencia. Nuestra cara tiene que ser descubierta para que podamos mirar a Cristo. Cuando se quitan todos los velos, el espejo puede reflejar la imagen a cara descubierta. Luego el espejo puede reflejar la imagen. Necesitamos que todos los velos nos sean quitados para poder tener un espíritu abierto a fin de mirar a Cristo. Luego, seremos transformados de gloria en gloria a Su imagen.
En 4:7 Pablo dice que tenemos este tesoro en vasos de barro. Cristo es el tesoro, y nosotros somos los vasos de barro que le contienen. El capítulo cuatro revela que necesitamos ser quebrantados, consumidos y disminuidos para que Cristo como el tesoro pueda manifestarse desde nuestro interior (vs. 8-12, 16-17). No piensen que si aprenden más doctrinas o si reciben más dones, crecerán. Necesitamos ver que crecer en vida significa disminuir uno mismo.
El capítulo cuatro habla de “la muerte de Jesús”, o de hacerle morir (v. 10). Cristo nos mata. El no sólo es el Espíritu vivificante sino también el Espíritu que mata. Cristo siempre nos hace morir para hacernos disminuir y consumirnos en nuestro hombre exterior, nuestro hombre natural, a fin de que nuestro hombre interior tenga la oportunidad de desarrollarse y de ser renovado (v. 16). Tal vez piense que si aprende todas las doctrinas de la Biblia, madurará. Pero no madurará, sino que se envanecerá (1 Co. 8:1). El verdadero crecimiento consiste en disminuir. Necesitamos disminuir, ser quebrantados. El hombre exterior es consumido para que el hombre interior sea renovado de día en día. Esto es el verdadero crecimiento en vida. La muerte de Jesús puede hacer que nuestra vida natural disminuya.
Si todo lo que está en nuestro entorno estuviera bien con nosotros, no necesitaríamos ser disminuidos. Necesitamos que las cosas malas nos disminuyan. Dios en Su soberanía arregla todo nuestro entorno para permitir que nos pasen cosas malas. Esto no es Cristo en doctrina, sino Cristo en la experiencia que nos mata y en nuestra experiencia de dolor. Pablo dice que experimentó la muerte de Jesús para que la vida de Jesús fuera manifiesta en su cuerpo (2 Co. 4:10). Sin esta muerte, no podemos disfrutar la vida de Cristo.
En 2 Corintios 5 Pablo habla del amor de Cristo que nos constriñe a fin de que vivamos para Cristo. Los versículos 14 y 15 dicen: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, habiendo juzgado así: que uno murió por todos, por consiguiente todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió por ellos y fue resucitado”. Tenemos que ser constreñidos hasta el extremo que perdamos nuestro ser, nos olvidemos de nosotros mismos y vivamos para Cristo.
El versículo 21 dice que Cristo fue hecho pecado y que nosotros venimos a ser justicia de Dios en El. Esto no significa que somos justos, sino que somos la justicia misma por medio de la redención de Cristo. Eramos el pecado. Costó mucho trabajo volver el pecado en justicia. Cristo fue hecho pecado por nosotros para ser juzgado y hecho a un lado por Dios a fin de que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en Cristo.
El capítulo diez habla de la experiencia que Pablo tuvo de la mansedumbre y ternura de Cristo (v. 1). Esto no puede lograrse con la enseñanza. Algunos tal vez hagan el comentario que Cristo era tan tierno y manso mientras estuvo en la tierra y que usted debe aprender de El, pero esto no funciona. Necesitamos que Cristo sea forjado en nosotros para que Su mansedumbre y ternura sean nuestras.
En 10:5 Pablo dice: “Al derribar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y al llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Nuestros pensamientos deben ser llevados cautivos. Tienen que ser llevados cautivos para obedecer a Cristo. Muchas veces somos rebeldes en la mente. Nuestra mente es salvaje, natural, rebelde y no está renovada. Por eso necesitamos ser transformados por la renovación de la mente (Ro. 12:2). Al ser renovada, nuestra mente será sometida y llevada cautiva a la obediencia a Cristo. ¿Cuánto de nuestra mente ha sido renovado, sometido y llevado cautivo? Esto no es un asunto de doctrina sino de experiencia.
Hasta ahora, hemos visto que somos los cautivos de Cristo, las cartas de Cristo, los espejos de Cristo y los vasos de Cristo. El capítulo nos dice que somos vírgenes de Cristo que han sido desposadas con Cristo (v. 2). Casarse con alguien no es un asunto de doctrina sino de experiencia. ¿Tenemos la verdadera experiencia de ser una virgen para Cristo?
En 11:10 Pablo dice que la veracidad de Cristo estaba en él. Todo lo que Cristo es llegó a ser la virtud de Pablo en su proceder porque él vivió por Cristo. Esta virtud tiene que ser forjada en nosotros.
En 12:9 el Señor le dijo a Pablo: “Bástate Mi gracia”. En aquellos tiempos Pablo tenía un aguijón que le picaba, le molestaba, le hería y le daba dolor todo el tiempo (v. 7). Pidió al Señor tres veces que quitara el aguijón (v. 8), pero el Señor dejó el aguijón con él para que experimentara la gracia suficiente del Señor. Si el Señor hubiera quitado el aguijón, Pablo no habría experimentado Su gracia suficiente.
En el capítulo trece Pablo dice que Cristo hablaba en él (v. 3). Esto no es doctrina. ¿Ha tenido usted la experiencia de que Cristo habla en usted?
Este Cristo que está en nosotros es poderoso, y no es débil. Pero si queremos experimentar a Cristo como poder, tenemos que aprender a ser débiles en El (v. 4). Siempre se nos enseña a ser fuertes, pero debemos aprender a ser débiles. Somos muy fuertes en nosotros mismos, en nuestro hombre natural. Necesitamos aprender a ser débiles para que Cristo sea poderoso en nosotros.
Pablo concluyó 2 Corintios diciendo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia de Cristo es el pleno disfrute de Cristo. Pablo quería que este disfrute junto con el amor de Dios y la comunión del Espíritu fueran con nosotros en nuestra experiencia.
Ahora que vimos los versículos relacionados con Cristo en 2 Corintios, podemos darnos cuenta de que cada aspecto de esta epístola está completamente relacionado con la experiencia. En 1 Corintios vimos que hay cuatro temas: el tema de Cristo, el de los dones, el del espíritu y el de la iglesia. En 2 Corintios el tema de Cristo es grandemente enriquecido y desarrollado en experiencia. También podemos ver el tema del espíritu y el tema de la iglesia en 2 Corintios. Pero el tema de los dones no se ve aquí. Las sanidades, los milagros, el hablar en lenguas, la interpretación de las lenguas y el conocimiento no se mencionan en 2 Corintios.
El Señor usó a Pablo para hacer algunos milagros, pero el Señor no quiso hacer el milagro de quitar el aguijón de su carne. El Señor permitió que se quedara con Pablo para que éste pudiera aprender a experimentar al Señor como la gracia suficiente. Un esposo tal vez pida al Señor que cambie a su esposa, pero el Señor permite que la esposa se quede igual para que él aprenda a experimentar a Cristo como gracia. Si el Señor cambia la esposa de este hermano, no hay posibilidad de que experimente al Señor como la gracia suficiente. ¿Quiere una esposa mejor o la gracia suficiente? El Señor deja que nuestro cónyuge, nuestros hijos y nuestro entorno nos molesten para que tengamos la oportunidad de experimentar a Cristo como la gracia suficiente.
No hay nada milagroso en 2 Corintios porque éste es un libro relacionado con una experiencia más profunda de Cristo. Cuando estamos en la etapa de principiante, tal vez deseemos los dones, pero cuando somos avanzados en Cristo, cuidamos de las experiencias más profundas de Cristo. En 2 Corintios no se habla de milagros ni de dones que se aumentan en nosotros. Al contrario, habla de que Cristo se aumenta en nosotros todo el tiempo por medio de muchos sufrimientos.
Todo lo que está en 2 Corintios ha sido desarrollado de manera más profunda, y todas las enseñanzas exteriores y los dones se terminaron. No digo que los dones no se necesiten ni que las enseñanzas sean inútiles. Son buenos para el principio. Pero una vez que algo empieza por medio de las enseñanzas y los dones, tiene que apartarse de ellos. Las enseñanzas doctrinales y los dones dividen.
Si nuestros dones se aumentan de manera regular, dentro de poco seremos divididos por causa de ellos. Los dones son buenos para el principio. Pero una vez que empieza con los dones, tiene que volverse al Cristo que mora en usted. En 2 Corintios ya no hay dones. Sólo está el Cristo que mora en nosotros, el cual será forjado en nosotros mediante las dificultades, las pruebas, los problemas y los sufrimientos. Si actuamos en serio con el Señor y le seguimos, le experimentaremos por medio de los sufrimientos, las dificultades y las pruebas.
No podemos ser divididos por la experiencia de Cristo en el espíritu, pero es fácil ser dividido por las enseñanzas y los dones. Si prestamos atención al aumento de los dones, es posible que estos dones aumentados lleguen a ser algo que nos divida, y la iglesia local nunca será edificada. Por eso en 2 Corintios los dones no se aumentan, sino que son anulados. En su lugar, Cristo se desarrolla y se aumenta todo el tiempo. Por medio de esto podemos tener el verdadero crecimiento en vida a fin de que la iglesia local sea edificada.
El aumento de las enseñanzas y los dones no es el crecimiento en vida. El crecimiento en vida está completamente relacionado con el Cristo que se desarrolla en usted y es experimentado por usted. El Cuerpo de Cristo es edificado con el aumento y el desarrollo de Cristo, no con el aumento de la doctrina ni con el desarrollo de los dones. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que estemos dispuestos a apartarnos de los dones del principio. Los dones son cosas buenas para el principio. Una vez que algo empieza, debemos apartarnos del principio y empezar a tener verdaderas experiencias de Cristo.