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Mensajes del libro «Gran misterio: Cristo y la iglesia, El»
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CAPÍTULO QUINCE

EL EVANGELIO COMPLETO Y LA MANIFESTACIÓN DE LOS CANDELEROS DE ORO

LOS CUATRO EVANGELIOS CONTIENEN UN EVANGELIO DE TRANSICIÓN

  Necesitamos discernir la diferencia entre el evangelio predicado en los cuatro Evangelios y el evangelio predicado en Hechos. Cuando el Señor Jesús, durante Su ministerio terrenal y antes de Su crucifixión, envió a Sus discípulos a predicar el evangelio, éste mayormente consistía en sanar a los enfermos, echar fuera los demonios y proclamar que el reino de los cielos se había acercado, esto es, decirle a la gente que la era antiguotestamentaria de la ley había cambiado a la era neotestamentaria de la gracia (Mt. 10:5-8; Mr. 6:7-13; Lc. 9:1-2, 6). En aquel tiempo la realidad del evangelio, esto es, la vida contenida en el evangelio, aún no estaba disponible (cfr. Jn. 7:39).

  Podemos decir que el evangelio predicado en los cuatro Evangelios era una preparación y una transición; su finalidad era hacer que las personas salieran de la era de la ley de la letra y fueran introducidas en la era de la gracia de la vida. Este período de transición incluía la sanidad, echar fuera demonios y la proclamación de que la era de la ley pronto terminaría porque la era de la gracia estaba por iniciar. Así pues, se centraba en que se necesitaban la gracia y la vida, pero no la ley de la letra. Los tres años y medio que duró el ministerio terrenal del Señor fueron un período de transición; no era un período completamente según la letra ni la vida, ya que la realidad de la vida iba a llegar, pero aún no había llegado.

  A fin de que la vida llegara a ser la realidad del hombre, el Señor Jesús tenía que resucitar de los muertos y llegar a ser el Espíritu vivificante de modo que pudiese entrar en todos los que creyesen en Él (1 Co. 15:45). Sólo cuando el Señor Jesús llegara a ser el Espíritu vivificante y entrara en los que habían creído en Él, para ser la vida de ellos, podía la vida contenida en el evangelio llegar a ser una realidad. El evangelio que fue predicado después de la resurrección del Señor no se centraba en la sanidad, ni en echar fuera demonios ni en proclamar doctrinas; este evangelio era acerca de Cristo como la realidad de la vida que entraría en el hombre. La predicación de este evangelio comenzó en Hechos y resultó en que los hombres recibieron la vida de Cristo y llegaron a ser miembros en el Cuerpo de Cristo (12:12-13).

  Necesitamos discernir la diferencia entre el evangelio predicado en los cuatro Evangelios y el evangelio predicado en Hechos. El evangelio que se predica en los cuatro Evangelios principalmente estaba relacionado con sanar al enfermo y librar al hombre de la esclavitud de los demonios; no poseía aún la realidad de que la vida regenera al hombre. Lamentablemente, los cristianos predican principalmente el evangelio revelado en los cuatro Evangelios; aún no han entrado en el evangelio de la vida. Esto equivale a dar un paso atrás, o retroceder en el tiempo.

ROMANOS REVELA EL EVANGELIO COMPLETO

  Además de los cuatro Evangelios, los libros de Hechos y Romanos también pueden considerarse evangelios. La Epístola a los Romanos puede llamarse el “Evangelio a los Romanos”, puesto que el evangelio de Dios es el tema de Romanos. El evangelio predicado en este libro es el evangelio completo. Por tanto, en el primer versículo del capítulo 1 Pablo dice: “Pablo, esclavo de Cristo Jesús, apóstol llamado, apartado para el evangelio de Dios”. El libro de Romanos es sobre el evangelio de Dios; es el evangelio completo que Dios ha dado al hombre.

  Hablando con propiedad, los cuatro Evangelios no contienen el evangelio completo, mientras que Romanos sí contiene el evangelio completo. El evangelio revelado en Romanos puede dividirse en cuatro secciones. Estas cuatro secciones pueden compararse con cuatro estaciones a lo largo de una jornada. Una vez que pasemos por estas cuatro estaciones, llegaremos a nuestro destino. Romanos tiene dieciséis capítulos, y cada estación consiste en cuatro capítulos.

  La primera estación comprende los capítulos del 1 al 4 y concluye con la justificación. La segunda estación abarca los capítulos del 5 al 8 y concluye con la santificación. Esto indica que luego que las personas son justificadas por la fe, ellas deben ser santificadas. La tercera estación comprende los capítulos del 9 al 12 y concluye con el Cuerpo de Cristo. Esto indica que aquellos que han sido justificados y santificados deben ser transformados a fin de llegar a ser el Cuerpo de Cristo. La cuarta estación incluye los capítulos del 13 al 16 y concluye con las iglesias locales. El capítulo 16 usa las palabras iglesia o iglesias cinco veces: la iglesia en Cencrea (v. 1); la iglesia que estaba en la casa de Prisca y Aquila (vs. 3-5), refiriéndose a la iglesia en Roma; las iglesias de los gentiles (v. 4); las iglesias de Cristo (v. 16); y toda la iglesia (v. 23). Esto claramente indica que sin las iglesias locales, el Cuerpo de Cristo carece de un sentido práctico y no tiene manera de ser expresado. Así que, Romanos presenta el evangelio completo, el cual incluye la justificación, la santificación, el Cuerpo de Cristo, y la iglesia que se expresa localmente. Éste es el evangelio completo.

  La justificación está relacionada con nuestra posición externa. La santificación tiene que ver con la operación de la vida dentro de nuestro ser. Romanos del 1 al 3 revela que éramos pecadores bajo la condenación de Dios, pero que cuando nos arrepentimos y creímos en la redención de Cristo, fuimos justificados en Cristo (3:24, 26). Después nuestra posición cambió, de una posición de condenación a una de justificación. Mediante la justificación, podemos estar en pie delante de Dios, estamos en posición de recibir gracia y somos aptos para disfrutar todas las riquezas de Dios. Además, fuimos reconciliados con Dios; ya no hay problemas entre nosotros y Dios. Esto está representado en Lucas 15:22 por el vestido que se le puso al hijo pródigo cuando regresó a casa.

  El hijo pródigo se hallaba muy lejos de su padre y en una posición miserable. Cuando él se arrepintió y regresó a casa, su padre le puso un vestido a fin de que su hijo pudiera estar delante de él y reconciliarse totalmente con él. Sin embargo, vestir al hijo pródigo sólo daba solución al problema de la posición que éste tenía, pues aún se hallaba hambriento. Por consiguiente, el padre dijo a sus esclavos: “Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y regocijémonos” (v. 23). Comer del becerro gordo era un paso adicional, ya que el hijo pródigo recibió el disfrute interior de la vida después que el problema de su posición exterior fuera resuelto. Romanos del 5 al 8 habla de disfrutar a Cristo, esto es, de comer del becerro gordo. El becerro gordo representa a Cristo como nuestra vida. Cuando disfrutamos a Cristo, Él llega a ser nuestra vida. Esta vida nos santifica y nos lleva a crecer en vida. También nos conforma a la imagen del Hijo primogénito de Dios para que Cristo pueda ser el Primogénito entre muchos hermanos (8:29). Juan 12:24 dice que Cristo es el grano de trigo que cayó en la tierra a fin de morir y llegar a ser muchos granos en resurrección. Estos granos son los hijos de Dios. Cristo es el Primogénito, y nosotros somos los muchos hijos. Como los muchos hijos que somos, portamos la semejanza del Primogénito porque tenemos la vida del Primogénito y las riquezas del Primogénito.

  La primera estación en Romanos es la justificación. Aquí los pecadores reciben una nueva posición y están calificados para disfrutar las riquezas de Dios. La segunda estación en Romanos es la santificación. La vida santificadora hace que el hombre sea igual a Cristo conforme a Su vida e imagen. Cristo es el grano de trigo que nos produjo a nosotros, los muchos granos. Él es el Hijo unigénito que llegó a ser el Primogénito a fin de producirnos a nosotros, los muchos hijos. Nosotros los muchos hijos somos compenetrados en un solo Cuerpo, así como los muchos granos son compenetrados en un solo pan. Esto nos trae a la tercera estación: el Cuerpo de Cristo. Nosotros, con ser muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo (1 Co. 10:17). Sin embargo, el Cuerpo es espiritual y abstracto; por lo cual necesita una expresión práctica, una manifestación. Esta expresión son las iglesias locales descritas en Romanos 16. Por tanto, la cuarta estación en Romanos son las iglesias locales. La iglesia que se expresa en cada localidad es la manifestación del Cuerpo de Cristo. Éste es el evangelio completo revelado en Romanos.

  Sin embargo, el cristianismo no conoce este evangelio completo. El cristianismo fundamentalista hace énfasis en las doctrinas, y el movimiento pentecostal recalca el hablar en lenguas; además, hasta cierto punto los dos practican la sanación y el echar fuera demonios. Ni el cristianismo fundamentalista ni el movimiento pentecostal predican el evangelio revelado en Romanos, sino más bien el evangelio revelado en los cuatro Evangelios. El evangelio predicado por la mayor parte de los cristianos puede ser considerado como un evangelio de transición, y no el evangelio completo. Los santos que están en el recobro del Señor deben predicar fielmente el evangelio revelado en Romanos a fin de llegar a su destino. Debemos preguntarnos cuál evangelio predicamos. En otras palabras, ¿predicamos el evangelio de echar fuera demonios, de hacer sanidades, de realizar milagros y de exponer doctrinas, o predicamos el evangelio de la vida al anunciar las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio? En Efesios 3:8 Pablo dice: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio”. Esto indica que Pablo no predicó el evangelio de echar fuera demonios, hacer sanidades, hacer milagros o exponer doctrinas; él predicó la impartición de las inescrutables riquezas de Cristo.

  Necesitamos una clara visión del evangelio en Romanos. Este evangelio incluye la justificación, la santificación, el Cuerpo de Cristo y las iglesias locales; este evangelio comienza con los pecadores y concluye con las iglesias locales. Romanos 1 declara que la humanidad caída se halla bajo la condenación de Dios; por lo cual, todos somos pecadores. Sin embargo, mediante los procesos de la justificación, santificación y transformación, los pecadores llegan a ser el Cuerpo de Cristo. Finalmente, el capítulo 16 no habla de los pecadores, pues los creyentes han llegado a ser una iglesia local que se manifiesta en una localidad como la expresión corporativa de Dios. Éste es el evangelio completo revelado en Romanos, y es el evangelio que Pablo predicó.

  Si predicamos el evangelio que fue anunciado en los cuatro Evangelios, nos quedaremos en el período de transición. Aunque el período de transición es mejor que la era de la ley, no se halla por completo en la era de la gracia, ni puede alcanzar el propósito de la salvación de Dios. Sin embargo, si predicamos el evangelio revelado en Romanos, estaremos en la era de la gracia, y avanzaremos de estación en estación en cuanto al propósito de la salvación de Dios.

JUAN HACE UNA OBRA REMENDADORA

  Durante el tiempo de Pablo, las iglesias fueron introducidas en el propósito de la salvación de Dios. Pero esta maravillosa condición fue pasajera y muy pronto fue dañada (2 Ti. 1:15; 4:10, 16). Para el tiempo del martirio de Pablo, alrededor del año 67 d. C., las iglesias decayeron y se degradaron. Un cuarto de siglo después, la visión de Pablo casi había desaparecido. Fue entonces que Juan comenzó a hacer una obra remendadora.

  El Evangelio de Juan, sus Epístolas y Apocalipsis fueron escritos por Juan alrededor del año 90 d. C. La revelación divina fue completada mediante el ministerio de Pablo, pero fue dañada debido a la degradación de la iglesia. Después de un cuarto de siglo, Dios usó a Juan para que hiciera una obra remendadora. Como resultado, algunos aspectos de la revelación divina se volvieron incluso más sólidos que antes. En Apocalipsis Juan revela que el Espíritu es ahora los siete Espíritus, el Espíritu siete veces intensificado (1:4; 3:1; 4:5; 5:6). Juan también revela que las iglesias locales son candeleros de oro (1:12, 20). Esta revelación indica una intensificación. Tenemos que ver que no solamente nos hallamos en la visión completa que Pablo recibió, sino también en la visión remendadora que Juan recibió. La visión de Juan no sólo corresponde a la visión de Pablo; es incluso más poderosa que la visión de Pablo.

LA IGLESIA SE DIVIDE A CAUSA DE LA DOCTRINA Y LA MIXTURA DE LA POLÍTICA Y LA RELIGIÓN

  Después de la muerte de Juan, a principios del siglo II la revelación divina de nuevo estaba casi perdida por causa de muchas contiendas doctrinales con respecto a la persona de Cristo y la Trinidad Divina. Algunos decían que Cristo es Dios, no hombre. Otros decían que Cristo es hombre, no Dios. Otros incluso decían que Cristo no era completamente Dios ni completamente hombre. Estas enseñanzas sobre la persona de Cristo eran herejías que terminaron en batallas por la verdad.

  Aparentemente, la disputa respecto a la persona de Cristo era una salvaguarda de la verdad, una protección de la fe y una contienda por la verdad. Sin embargo, cuando los cristianos cayeron en contiendas doctrinales y se dividieron, dejaron de prestar atención a la verdad de la vida y a la experiencia de vida. Ellos no conocían el Cuerpo de Cristo, ni veían la revelación y la luz acerca de las iglesias locales.

  En 306 d. C. Constantino llegó a ser emperador de Roma. Con el fin de detener los debates religiosos que existía entre los cristianos y para mantener la paz y el orden en el Imperio romano, él convocó a los grandes maestros de la Biblia y sostuvo un concilio en Nicea en 325 d. C. Este concilio produjo el Credo de Nicea, el cual aún se recita en la Iglesia Católica Romana y en las denominaciones protestantes. Entre 325 d. C. y 570 d. C., casi por doscientos cincuenta años, tomaron lugar muchos concilios, y numerosos asuntos acerca de la verdad fueron resueltos.

  Aunque Constantino el Grande fue considerado líder del cristianismo, también retuvo el título pagano de Pontifex Maximus. Valiéndose de la plata, el vestido y muchas otras cosas materiales, animó a miles de inconversos a bautizarse, e hizo del cristianismo la religión estatal. De esta manera, corrompió la iglesia e introdujo en ella muchas costumbres de las naciones. Ésta era la condición externa de la iglesia en aquel tiempo. Sin embargo, algunos hombres piadosos no aprobaron dichas acciones, y se reunían en secreto para salvaguardar la verdad. No obstante, la iglesia del Señor sobre la tierra se había dividido y corrompido.

  Alrededor de 590 d. C. el papado fue establecido formalmente, y la autoridad del papa fue confirmada y reconocida. Por consiguiente, la Iglesia Romana también es conocida como la Iglesia Católica Romana. La palabra católico significa “universal”. La Iglesia Católica Romana le prohibió al laicado leer la Biblia; sólo se le estaba permitido al clero, y únicamente debían hacerlo conforme a las interpretaciones del papa. De manera que, la Biblia permaneció cerrada hasta la Reforma, a comienzos de 1500; la Biblia estuvo cerrada por diez siglos. Los historiadores llaman a este período en la Edad Media como la Edad Oscura, puesto que la verdad y la luz halladas en la Biblia estaban encerradas; por consiguiente, todo el mundo cayó en oscuridad espiritual.

UNA PRESENTACIÓN DEL RECOBRO SEGÚN EL EVANGELIO REVELADO EN ROMANOS

  La Reforma comenzó a finales del siglo XV. Martín Lutero recobró la verdad de la justificación por la fe y abrió la Biblia. Por consiguiente, la Biblia vino a ser un libro abierto. Después de la Reforma, algunos que amaron la verdad descubrieron muchas verdades en la Biblia y estuvieron dispuestos a practicar lo que veían. Así que, se establecieron muchas congregaciones independientes. Tales congregaciones fueron el comienzo de las denominaciones del presente. Por ejemplo, algunos vieron que el bautismo según la Biblia se realiza por inmersión en el agua, no por rociamiento. Conforme a esta luz, ellos practicaron el bautismo por inmersión en agua. Esto dio como resultado la Iglesia Bautista. Otros vieron la verdad de que la iglesia es gobernada por un cuerpo de ancianos, así que ellos predicaron esta verdad, lo cual resultó en la Iglesia Presbiteriana. La Iglesia Wesleyana, o Iglesia Metodista, fue el resultado de las enseñanzas de John Wesley. El término Metodista proviene de la palabra método y se refiere al seguimiento de métodos y reglamentos. Los creyentes que formaron la Iglesia Metodista valoraban altamente la disciplina, y vivieron estrictamente por las normas de una vida santa. Sin embargo, les hacía falta el conocimiento y la visión genuinos con relación a Cristo y la iglesia.

  La Reforma no avivó a la iglesia. No fue sino a comienzos del siglo XIX que el Señor hizo surgir a la Asamblea de los Hermanos en Inglaterra, quienes continuaron abriendo la verdad hallada en la Biblia y recobraron la vida de iglesia. Al inicio, los Hermanos le prestaban mucha atención a Cristo. Pero luego fueron distraídos y volvieron su atención a las diferentes doctrinas y prácticas, lo cual trajo divisiones. Como resultado, en menos de cinco décadas ellos se marchitaron y se amortecieron. Aunque los Hermanos practicaban la vida de iglesia, se basaban demasiado en la línea del conocimiento. Era muy común que los creyentes no le prestaran atención al Espíritu Santo. Sin embargo, otros creyentes reaccionaron ante esta condición y, como resultado, se inició el movimiento pentecostal. El movimiento pentecostal enfatiza el hablar en lenguas, la interpretación de las lenguas, la profecía que predice, la sanidad y el echar fuera demonios. Este movimiento fue una reacción ante las doctrinas muertas de los Hermanos. Sin embargo, si bien los creyentes en el movimiento pentecostal no están muertos, ellos no enseñan la verdad, ni poseen gran medida de Cristo.

  En la historia de la iglesia hubo ciertas personas que poseían conocimiento y experiencia de la vida interior de manera profunda. Ellos fueron conocidos como el grupo de la vida interior. El movimiento de la vida interior comenzó en el siglo XVII con los místicos católicos, tales como Francisco de Fénelon y Madame de Guyón. Estos creyentes fueron muy prevalecientes en términos de la vida interior y dieron énfasis a negar el yo y llevar la cruz. Sin embargo, no tenían conocimiento acerca de que Cristo es el Espíritu y que, como tal, puede ser la vida del hombre y hacer del hombre Su Cuerpo, el cual es expresado en las localidades.

  William Law surgió en el siglo XVIII. Él hizo mejoras con base en los escritos de los místicos y ayudó a mucha gente. Luego, Andrew Murray desarrolló los escritos de William Law. Andrew Murray es una figura importante porque él recobró la verdad con respecto a que Cristo es la vida interior y la experiencia de los creyentes. Su obra maestra es el libro El Espíritu de Cristo. Él conocía a Cristo en calidad de Espíritu, a Cristo en calidad de vida y a Cristo en resurrección. Sin embargo, no tenía conocimiento acerca del Cuerpo de Cristo y tampoco vio la expresión local del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, su revelación no fue más allá de Romanos 8.

  El último maestro notable acerca de la vida interior, el hermano T. Austin-Sparks, conocía la resurrección de Cristo y del Cuerpo de Cristo en principio. Sin embargo, no vio cómo el Cuerpo de Cristo podía ser expresado en una localidad de manera práctica. Además, se opuso y condenó la práctica de la iglesia local. Por lo mismo, la revelación que él recibió sólo pudo llegar hasta Romanos 12.

EL RECOBRO DE LA IGLESIA LOCAL COMO UN CANDELERO DE ORO QUE SE MANIFIESTA EN UNA LOCALIDAD

  A la postre, el Señor no pudo avanzar más en el Occidente y se vio forzado a ir a China, una tierra de paganos y gentiles. El pueblo de China no conocía a Cristo; por ende, era un terreno virgen que no había sido afectado por la confusión en que se hallaba el cristianismo. El recobro del Señor ha permanecido en China por sesenta años. Durante este tiempo, el Señor poco a poco nos ha revelado que la primera sección de Romanos trata de la justificación, la segunda sección de Romanos trata de la santificación, la tercera sección de Romanos trata del Cuerpo de Cristo y la cuarta sección de Romanos trata de las iglesias locales. Los libros espirituales que hemos publicado durante los últimos sesenta años también pueden clasificarse dentro de estas cuatro secciones: la justificación, la santificación, el Cuerpo de Cristo y las iglesias locales. Sin embargo, no debemos ser orgullosos y pensar que hemos llegado a la estación final. En algunos aspectos aún no hemos llegado a la estación final. Aun si lo hubiésemos alcanzado, debemos tener cuidado, ya que si no permanecemos firmes, habremos de caer de la condición victoriosa de la iglesia en Filadelfia a la condición degradada de la iglesia en Laodicea (Ap. 3:7-22). Por esta razón, las iglesias locales tienen que examinar su condición espiritual para que sepan si ellos han llegado a la última estación y para que sean cuidadosos y velen a fin de no caer.

  El Señor también nos condujo de las iglesias locales en Romanos 16 a las siete iglesias locales en Apocalipsis 1. Las siete iglesias locales en Apocalipsis 1 son siete candeleros de oro intensificados por los siete Espíritus (vs. 12, 4). Por lo tanto, debemos prestar suma atención a los siete Espíritus, los cuales son el Espíritu siete veces intensificado. El Espíritu siete veces intensificado es Cristo, quien está haciendo Su hogar en nosotros (Ef. 3:17).

  Los siete Espíritus no son siete Espíritus diferentes, sino un solo Espíritu siete veces intensificado. Podemos usar como ejemplo una lámpara de pie que tiene siete lámparas. Cuando no necesitamos una luz intensa, basta con encender sólo una lámpara. Si se necesita una luz más fuerte, podemos encender más lámparas hasta que todas las siete lámparas estén encendidas. En este momento la luz está siete veces intensificada. No tenemos siete candeleros, sino un solo candelero con siete lámparas, el cual produce una luz siete veces intensificada. Los siete Espíritus están en nosotros; por tanto, nuestro espíritu está siete veces intensificado.

  Nuestra urgente necesidad es permitir que Cristo haga Su hogar en nosotros y ocupe todo nuestro ser. A fin de que la expresión local de la iglesia sea resplandeciente, el resplandor del candelero de oro debe ser siete veces intensificado. Si cada santo permite que Cristo haga Su hogar en él, las iglesias resplandecerán como candeleros de oro en cada localidad. Entonces la gente en Tokio, en Osaka y en Tokushima verá un solo candelero de oro como la expresión de la iglesia universal, el candelero único.

  No debemos detenernos en la experiencia de la mezcla del Dios Triuno con el hombre; también debemos permitir que Cristo crezca y aumente en nosotros. Además, diariamente tenemos que experimentar la renovación, la transformación, el despojarnos del viejo hombre y el vestirnos del nuevo hombre (Ef. 4:22-24); debemos permitir que Cristo sea nuestra persona a fin de que seamos un solo y nuevo hombre en Él (2:15). Por lo cual, tenemos que recibir la palabra del Señor, ya que Cristo con Sus riquezas se halla en Su palabra. Además de esto, la capacidad de crecer, de ser renovados y de ser transformados también se halla en la palabra del Señor. La palabra del Señor en nosotros puede lavarnos de la vieja creación y traer la nueva creación, y hace esto hasta que seamos transformados en la misma imagen de Cristo para ser Su iglesia gloriosa y santa, la cual no tiene mancha ni arrugas (2 Co. 3:18; Ef. 5:27). Éste es el recobro del Señor.

NUESTRA VISIÓN ES CRISTO Y LA IGLESIA

  Nuestra visión es Cristo y la iglesia. Esta visión nos salvará de cometer muchos errores y de centrarnos en asuntos triviales, tales como la sanidad, echar fuera demonios, el bautismo por inmersión o por rociamiento, y el gobierno de la iglesia ejercido por los ancianos. Tenemos que preguntarnos: ¿En qué medida ha hecho Cristo Su hogar en nosotros? ¿Cuánto hemos crecido en vida? ¿Cuánto hemos sido renovados? ¿Cuánto experimentamos el estar mezclados con el Dios Triuno? ¿Disfrutamos la Palabra del Señor diariamente? ¿Nos suministra Su Palabra nuestra comida y bebida? ¿Estamos siendo renovados y transformados por la Palabra? Debemos prestar atención a estos asuntos a fin de que se manifieste la iglesia gloriosa.

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