
Este pequeño libro se compone de tres mensajes dados por Witness Lee al concluirse el entrenamiento sobre el libro de Hebreos en el invierno de 1975, en Anaheim, California.
Muchas personas religiosas creen que la iglesia es un edificio material, que incluye tal vez una torre alta y una campana. Cuando dicen: “Vamos a la iglesia”, se refieren a un edificio material hecho de ladrillos, piedras, madera y acero. Cuando yo era joven y vivía en la China, la impresión que tenía de la iglesia era la de un edificio de estilo occidental que incluía una torre alta y una campana. Al sonar la campana, mi madre anunciaba que ya era la hora de ir a la iglesia. Nominar a la iglesia como un edificio material es desviarse, absoluta y completamente, de la revelación divina acerca de la iglesia. En la Inglaterra del siglo dieciocho, cuando Juan Wesley predicaba al aire libre, la llamada Iglesia Anglicana; la Iglesia de Inglaterra, se le opuso. Le acusaron de haber profanado la santa Palabra, debido a que según ellos, la Palabra santa debe enseñarse únicamente en un lugar santo, un santuario, un lugar devoto. Se espantaron de que Juan Wesley predicase la santa Palabra por las esquinas de las calles, pues consideraban que la iglesia era un edificio material.
En el siglo diecinueve, el Señor hizo surgir la Asamblea de los Hermanos. Ellos lograron ver que la iglesia no era ningún edificio material, y que en el griego la palabra que se tradujo “iglesia” era ekklesía, que significa: la congregación de los llamados a salir. Así pues, para referirse a la iglesia ellos eligieron utilizar el término “la asamblea” La Asamblea de Dios imitó a los hermanos en este mismo asunto. Al igual que ellos, yo prefiero usar la palabra “asamblea”, debido a que la palabra “iglesia” ha sido totalmente estropeada, dañada y contaminada. No obstante, el decir que la iglesia, como una ekklesía, es una congregación de los llamados por Dios a salir, es todavía una definición muy superficial.
La Asamblea de los Hermanos también vio el Cuerpo de Cristo. Con el tiempo, otros santos fueron levantados por el Señor, quienes avanzaron y vieron algo con respecto a Cristo como nuestra vida interior. Ellos también reconocieron que la iglesia como Cuerpo de Cristo es un organismo (Ef. 1:22-23). La iglesia no es únicamente una congregación, sino un organismo divino, el Cuerpo. Con este fundamento, algunos empezaron a ver que la iglesia es la continuación de Cristo, el aumento de Cristo y la extensión de Cristo. La iglesia también es la plenitud de Cristo (1:22-23) y la plenitud de Dios (3:19).
Debemos darnos cuenta de que hemos nacido de Dios (Jn. 1:12-13). Aquellos seres humanos que han nacido de Dios, son hijos de Dios. La regeneración significa que Dios ha nacido en nuestro ser. Ahora tenemos la vida divina (1 Jn. 5:11-12) y la naturaleza divina (2 P. 1:4). De lo contrario, ¿cómo podríamos ser la continuación de Cristo, el aumento de Cristo, o la extensión de Cristo, a menos que tengamos a Cristo en nosotros (Col. 1:27) y seamos parte de Cristo (Ef. 5:30)? Sólo podemos ser la continuación de Cristo, el Cuerpo de Cristo, si Cristo está en nosotros. Ciertamente, el Cuerpo de Cristo es parte de El. La iglesia tiene a Cristo en su interior. La iglesia posee la vida y la naturaleza de Cristo, así que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, la continuación de Cristo, el aumento de Cristo, y la extensión de Cristo.
No obstante, a lo largo de los siglos, nadie ha visto, inclusive los santos de mayor peso espiritual, que la iglesia es la reproducción de Cristo. Nosotros podemos afirmar esto debido a que en Exodo vemos un solo candelero pero en Apocalipsis hay siete. El candelero, que era uno solo, se ha reproducido. El único candelero de Exodo llegó a ser un modelo, del cual surgieron siete candeleros. Los siete candeleros son exactamente iguales al único candelero en naturaleza, en esencia, en forma y en todo aspecto. Para hacer una torta, se coloca la masa en cierto molde. Si se usa el mismo molde, podrá hacerse la misma torta varias veces. Cristo es el molde y la iglesia es la reproducción de Cristo. ¿En la actualidad, qué es la iglesia? Decir simplemente que la iglesia es el Cuerpo, así como la continuación, el aumento, y la extensión de Cristo, no es suficiente. Todos debemos ver que la iglesia es una reproducción exacta de Cristo. Cristo era el único candelero, y todas las iglesias son los muchos candeleros y, como tales, poseen la misma naturaleza y esencia, el mismo modelo, la misma forma y la misma función. Podemos decir, en conformidad con el candelero de Exodo, que la iglesia es la reproducción de Cristo, y conforme al candelero de Zacarías, que la iglesia es la réplica del Espíritu. La definición consumada de la iglesia es que la iglesia es la reproducción de Cristo y la réplica del Espíritu Santo.
Al afirmar que somos la iglesia, tenemos que darnos cuenta de que la iglesia es la reproducción de Cristo y la réplica del Espíritu. Cuando decimos que somos la iglesia, debemos comprender que es imprescindible que estemos completamente en el Espíritu. Aun si sólo estemos parcialmente en la carne; seremos una reproducción pobre, una réplica muy deficiente. Si, al reunirnos como hermanos y hermanas, estamos todos en el Espíritu, entonces somos la iglesia. Sin embargo, si estamos fuera del Espíritu, no somos la iglesia. El hecho de que seamos realmente la iglesia, depende de si estamos o no en el Espíritu. Si estamos en el Espíritu, somos la iglesia. Debemos admitir que cuando estamos fuera del Espíritu, somos meramente la raza caída y los descendientes de Adán. Ninguno de nosotros, en nuestro ser natural, es una paloma. La paloma es el Espíritu. ¿Somos la iglesia en nuestra localidad? Entonces, tenemos que estar en el Espíritu. Si no estamos en el Espíritu, no tenemos nada más que ver con la iglesia debido a que la iglesia es la reproducción de Cristo y la réplica del Espíritu.
La sabiduría del Señor se manifiesta en el libro de Apocalipsis. El Señor sabe que un cuadro habla más que mil palabras. Antes de que El escribiese las siete cartas a las siete iglesias, mostró a Juan un cuadro de los siete candeleros de oro (Ap. 1:11-12). ¿Qué es la iglesia? La iglesia es el candelero. En el recobro del Señor, todos debemos ver que la iglesia es algo muy elevado y muy puro. La iglesia es nada menos que Cristo y el Espíritu, debido a que tanto Cristo como el Espíritu son el candelero y también la iglesia es el candelero. Esto es un cuadro de la regeneración y la transformación. En la regeneración, Cristo mismo fue engendrado en nuestro ser y, ahora, nosotros estamos siendo transformados e incorporados en Su Ser (2 Co. 3:18). El es el candelero, y la iglesia también es el candelero. Es menester que llegamos a ver dicha visión de la iglesia, pues si la vemos, tendremos temor de ejercitar nuestra carne. Necesitamos ver que la iglesia está íntegramente constituida de Cristo y existe exclusivamente en el Espíritu. La iglesia es el candelero y, como tal, es la reproducción de Cristo y la réplica del Espíritu.
Los candeleros son necesarios para la obra de edificación que Dios realiza en tres etapas, esto es, para edificar el tabernáculo o templo (Ex. 25:1-39), para edificar el templo recobrado (Zac. 4:2-6); y para edificar la iglesia (Ap. 1:12-13, 20). En otras palabras, el candelero era sumamente necesario a fin de que Dios pudiera edificar el tabernáculo y reedificar el templo, y, en la actualidad, sigue siendo necesario para que Dios edifique la iglesia. Todos los candeleros son de oro, lo cual significa que son divinos e inmensurables.
Las lámparas del candelero son para dar luz, y la luz es para facilitar movimiento (Jn. 9:4-5; 8:12). El tabernáculo carecía de ventana. Así que, si éste no hubiera tenido un candelero, el sacerdote hubiera estado sumido en la oscuridad y habría perdido su sentido de orientación. Por ende, él no habría sabido qué hacer, cómo hacer las cosas, ni adónde ir. Todo movimiento dentro del tabernáculo dependía de la luz que irradiaba del candelero, lo cual indica que el candelero resplandeciente no tiene como fin nutrir, fortalecer ni regar, ni tampoco es el medio para nuestra aceptación; su único fin era posibilitar el movimiento. Es en la mesa de los panes de la proposición que somos nutridos; es en el altar del incienso que somos aceptados por Dios, pero solamente el candelero facilita movimiento. La edificación que Dios realiza constituye Su mover. Dios tiene una obra de edificación y está avanzando en ese sentido. Por eso, se requiere una luz resplandeciente. Si usted se ausenta de la vida de iglesia por un mes, se encontrará en la penumbra, donde perderá su sentido de orientación, no sabrá qué hacer, ni cómo hacerlo ni adónde ir. Es decir, dejará de avanzar. La iglesia es el candelero que resplandece a fin de que todos podamos avanzar. Todos nosotros podemos dar testimonio de que cuando llegamos a la vida de iglesia comenzamos a aprender cómo hacer las cosas, qué hacer y adónde ir, porque la iglesia es el candelero y, como tal, resplandece a fin de que todos podamos movernos hacia adelante.
En Apocalipsis vemos siete candeleros, y cada uno de ellos tiene siete lámparas. En la administración de Dios, el número doce denota perfección absoluta y completamiento eterno; mientras que el número siete designa completamiento con respecto al mover de Dios. Por ejemplo, fueron siete los días necesarios para que se realizaran la obra de la creación y su respectivo descanso (Gn. 1:31—2:3). La creación constituyó el primer “movimiento” hecho por Dios. De igual manera el mover de Dios con respecto a la humanidad tiene siete dispensaciones. Estas dispensaciones son las dispensaciones de la inocencia, de la conciencia, del gobierno humano de la promesa, de la ley, de la gracia y del reino. Además, en el Antiguo Testamento, fueron setenta semanas, diez veces siete, el período en el cual el pueblo de Israel fue dispersado (Jer. 25:11). Asimismo, son setenta las semanas en las que se desarrolla la economía de Dios para con el pueblo de Israel (Dn. 9:24-27). Estas setenta semanas están divididas en tres secciones: la primera sección, que consta a su vez de siete semanas; la segunda sección, que consta de sesenta y dos semanas; y la tercera, que abarca la semana restante. Cada semana representa siete años.
Los siete candeleros son las siete iglesias, lo cual indica que las iglesias son el completamiento del mover de Dios. Los siete sellos mencionados en Apocalipsis sirven para determinar el destino de la tierra (Ap. 5:5); las siete trompetas sirven para enviar la tribulación que vendrá sobre la tierra (8:2); y las siete copas, para derramar la ira de Dios sobre la tierra (15:7). El destino de la tierra, la tribulación que habrá de venir sobre la tierra y la ira que se desatará sobre la tierra se hallan signados por el número siete, debido a que cada uno forma parte del mover de Dios.
Las siete lámparas [del candelero] son los siete ojos [del Cordero] (Zac. 4:2, 10). Las siete lámparas aparecen por primera vez en Exodo, mientras que los siete ojos se mencionan primeramente en Zacarías. Estos siete ojos pertenecen a Cristo, el Cordero, y como tales sirven para redimir (Ap. 5:6); también pertenecen a Cristo, la piedra, y como tales sirven para el edificio de Dios (Zac. 3:9); al final pertenecen a Jehová, y como tales tienen como fin visitar al hombre (4:10).
Las siete lámparas y los siete ojos son los siete Espíritus de Dios (Ap. 4:5; 5:6). Las siete lámparas son los siete ojos, y los siete ojos son los siete Espíritus de Dios. Las lámparas sirven para alumbrar. Los ojos sirven para infundir al observar. Se puede saber si una persona está feliz o enojada al verle a los ojos. El Señor tiene siete ojos con el propósito de infundirnos todo lo que El es. Los siete Espíritus sirven para moverse y laborar. Dado que siete es el número que representa completamiento en la obra de Dios, los siete Espíritus deben de existir para el mover de Dios en la tierra. En esencia y en existencia el Espíritu de Dios es uno; en la función y la obra intensificadas de la operación que Dios lleva a cabo, el Espíritu de Dios es séptuplo. Esto es semejante al candelero mencionado en Zacarías 4:2. En cuanto a su existencia, es un solo candelero, pero en cuanto a la función que ejerce, es siete lámparas. Debido a que la iglesia se ha degradado y a que estamos en una era muy oscura, el Espíritu de Dios siete veces intensificado es necesario para el mover y la obra de Dios en la tierra.