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Mensajes del libro «Impartición divina de la Trinidad Divina, La»
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CAPÍTULO DIECIOCHO

LA IMPARTICIÓN DIVINA DE LA TRINIDAD DIVINA REDUNDA EN QUE EL CUERPO DE CRISTO SEA EDIFICADO HASTA SER UN HOMBRE DE PLENA MADUREZ

  Lectura bíblica: Ef. 4:1-32

LA GRACIA ES DADA CONFORME A LA MEDIDA DEL DON DE CRISTO

  Efesios 4 es un capítulo extenso que contiene muchos “diamantes”. El primero de estos diamantes es la gracia revelada en este capítulo. El versículo 7 dice: “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”. Aquí la gracia es dada conforme al don, pero en Romanos 12:6 los dones difieren según la gracia. La gracia es la vida divina que produce y abastece los dones. En Romanos 12 la gracia produce los dones y, por tanto, los dones son dados según la gracia. Pero en Efesios 4 la gracia abastece los dones y, por tanto, la gracia es dada conforme a la medida del don. En primer lugar, la vida divina produce el don, y luego abastece el don. Esta vida que produce y abastece es la gracia, la cual es dada conforme a la medida del don.

  La medida del don de Cristo se refiere al tamaño de un determinado miembro de Su Cuerpo. Podemos comparar esta medida con la manera en que la sangre es suministrada a los miembros de nuestro cuerpo físico según su tamaño. Un hombro, por ser un miembro de mayor tamaño, recibe un volumen considerable de sangre, mientras que un dedo, por ser un miembro más pequeño, recibe una pequeña cantidad de sangre. El suministro de sangre varía según el tamaño de los miembros de nuestro cuerpo. En el Cuerpo del Señor, el Cuerpo de Cristo, algunos miembros son grandes. Estos miembros incluyen a los apóstoles, a los profetas, a los evangelistas y a los pastores y maestros. Pablo, Pedro y Juan eran miembros grandes del Cuerpo, y a ellos les fue suministrada mucha gracia y vida divina.

  Según Efesios 4:7, la gracia es algo elevado y profundo. La gracia es, de hecho, la vida divina que se imparte a nuestro ser para abastecernos como miembros que somos en el Cuerpo del Señor.

  La gracia se menciona también en el versículo 29: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación según la necesidad, a fin de dar gracia a los oyentes”. La gracia es Cristo como nuestro disfrute y suministro, y nuestras palabras deben transmitir esta gracia a otros. Las palabras que edifican a otros siempre suministran gracia a los oyentes. En los versículos 7 y 29 la gracia se refiere a Cristo, quien se imparte como vida divina en nuestro ser para nuestro disfrute y nuestro suministro.

LA REALIDAD QUE ESTÁ EN JESÚS

  Otro diamante en Efesios 4 es la realidad: “Si en verdad le habéis oído, y en Él habéis sido enseñados, conforme a la realidad que está en Jesús” (v. 21). La realidad que está en Jesús es la verdadera condición de la vida de Jesús según se describe en los cuatro Evangelios. En el andar impío de los gentiles, las personas caídas, hay vanidad. Pero en la vida piadosa de Jesús hay verdad, realidad. Jesús llevó una vida en la que lo hacía todo en Dios, con Dios y para Dios. Dios estaba en Su vida, y Él era uno con Dios. Ésta es la realidad que está en Jesús. Nosotros los creyentes, quienes hemos sido regenerados con Cristo como vida y hemos sido enseñados en Él, aprendemos de Él conforme a la realidad que está en Jesús. La realidad que está en Jesús es Dios mismo. Según los Evangelios, la vida que Jesús llevó no era una vida de moralidad o ética, sino una vida que correspondía a Dios, es decir, una vida que expresaba a Dios. Dios era la realidad de Su vida, y dicha realidad es la verdad. Por lo tanto, en vez de decir “conforme a la realidad que está en Jesús”, podemos decir “conforme a Dios que está en Jesús”.

  En cuanto a la realidad, el versículo 24 dice: “Y os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. El artículo definido antes de la palabra realidad en este versículo es enfático. Así como el engaño mencionado en el versículo 22, el cual está relacionado con el viejo hombre, es la personificación de Satanás, de igual manera la realidad aquí, que está relacionada con el nuevo hombre, es la personificación de Dios. Como se menciona en el versículo 21, esta realidad siempre se exhibió en la vida de Jesús. En la vida de Jesús siempre se manifestaron la justicia y la santidad de la realidad. El nuevo hombre fue creado en la justicia y la santidad de esta realidad, la cual es Dios hecho real y expresado.

UN DESARROLLO DEL DIOS TRIUNO

  En el capítulo 4 de Efesios se abarcan tanto la gracia como la realidad. En el capítulo 1 del Evangelio de Juan, también se mencionan la gracia y la realidad. La Palabra era Dios, y la Palabra se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, llena de gracia y de realidad (Jn. 1:1, 14). La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo (Jn. 1:17). Efesios 4 nos presenta una definición completa de la gracia y la realidad mencionadas en Juan 1. Por lo tanto, a fin de entender la gracia y la realidad reveladas en Juan 1, es necesario estudiar Efesios 4.

  La gracia y la realidad son los elementos con los cuales está constituido el capítulo 4 de Efesios. Efesios 1 está estructurado con la elección y la predestinación del Padre, la obra redentora del Hijo y el sello y las arras del Espíritu. En Efesios 4 no sólo tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu, sino también la gracia y la realidad. Esto nos muestra un desarrollo y un progreso.

  Tanto en Juan 1 como en Efesios 4 observamos un desarrollo en el Dios Triuno. Juan 1:14 dice que la Palabra, que era Dios, se hizo carne. La frase se hizo nos muestra un desarrollo. Aquel que se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros estaba lleno de gracia y de realidad. Esto muestra un desarrollo adicional. Como Dios, Él se desarrolló para llegar a ser un hombre en la carne; y como Dios encarnado, experimentó un desarrollo adicional para llegar a ser gracia y realidad para nosotros. En Efesios 1 vemos al Dios Triuno, pero no vemos un desarrollo completo de la gracia y la realidad. Si queremos ver este desarrollo, debemos proseguir a Efesios 4.

  El libro de Efesios es profundo. No podemos entender este libro simplemente leyéndolo conforme a la letra. Necesitamos recibir revelación. Es por ello que Pablo oró pidiendo que el Padre les diera a los creyentes un espíritu de sabiduría y de revelación (Ef. 1:17). La inteligencia o la aptitud naturales no nos ayudarán a entender este libro tan profundo. Para ello necesitamos la sabiduría y la revelación divinas.

  En Efesios 1 vemos que la impartición del Dios Triuno produce la iglesia, el Cuerpo de Cristo. En este capítulo notamos muy poco desarrollo. Pero en los capítulos 2 y 3 vemos un desarrollo que da por resultado el Cuerpo. El tema de Efesios 4 es el Cuerpo; el tema de este capítulo no es el Dios Triuno. Sin embargo, el Cuerpo tiene mucho que ver con el Dios Triuno. En el capítulo 1 encontramos indicios de que el Cuerpo sería producido; pero es en el capítulo 4 que realmente tenemos el Cuerpo.

  En Efesios 4 Pablo primero habla de un solo Cuerpo y luego de un Espíritu, un Señor y un Dios, quien es el Padre. Esto nos muestra que el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— se ha desarrollado en el Cuerpo. Esto corresponde a Juan 1, donde vemos que el Dios eterno se hizo carne y experimentó un desarrollo en la carne. En Efesios 4 el Dios Triuno experimentó un desarrollo no simplemente en la carne, sino en el Cuerpo de Cristo. Además, en Juan 1 vemos que el desarrollo de Dios en la carne redundó en gracia y realidad. En Efesios 4 también encontramos que el desarrollo del Dios Triuno redunda en gracia y realidad. En Juan el Dios eterno se desarrolló en la carne y esto redundó en gracia y realidad, y en Efesios el Dios Triuno se desarrolló en el Cuerpo y esto redundó en gracia y realidad. A fin de entender Efesios 4 es preciso que veamos este desarrollo.

LA VIDA DE DIOS

  Otro diamante en Efesios 4 es la vida de Dios hallada en el versículo 18: “Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón”. Los gentiles, que andan en la vanidad, son ajenos a la vida de Dios y han quedado excluidos de ella por la ignorancia que en ellos hay y por la dureza de su corazón. Ellos han perdido toda sensibilidad y se han entregado a cosas pecaminosas. La vida de Dios que se menciona en Efesios 4:18 corresponde a la vida mencionada en Juan 1:4, donde dice: “En Él estaba la vida”. En Juan 1 tenemos la gracia, la verdad y la vida de Dios. En Efesios 4 tenemos también estos mismos asuntos. La diferencia es que en Juan 1 se halla la carne, mientras que en Efesios 4 se halla el Cuerpo. En Juan 1 la carne es la esfera, el elemento, en el que Dios se desarrolla; mientras que en Efesios 4 la esfera, el elemento, donde el Dios Triuno se desarrolla es el Cuerpo místico, la iglesia. Sin embargo, en ambos casos el resultado es el mismo: la gracia y la realidad de la vida. Tanto la gracia como la realidad pertenecen a la vida, y la vida es en realidad Dios mismo.

EL CUERPO ESTÁ MEZCLADO CON EL DIOS TRIUNO

  Efesios 4 gira en torno al Cuerpo de Cristo como el desarrollo del Dios Triuno. El Cuerpo está mezclado con el Dios Triuno porque la Trinidad se menciona de manera detallada con relación al Cuerpo. En Efesios 4:4-6 tenemos un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios, el Padre. Por lo tanto, el Dios Triuno está estrechamente relacionado con el Cuerpo.

Un Dios y Padre de todos

  Cuando Pablo habla de un Dios y Padre de todos en el versículo 6, él dice que el Padre es sobre todos, por todos y en todos. Esto nos habla de la mezcla del Dios Triuno con el Cuerpo. ¿Cómo puede Dios el Padre estar en tres posiciones, es decir, estar sobre todos, por todos y en todos? Esto es posible porque Dios es triuno. Incluso Dios el Padre es triuno. La posición del Padre es sobre todos, la posición del Hijo es por todos y la posición del Espíritu es en todos. Por lo tanto, Dios el Padre posee todas las posiciones del Padre, del Hijo y del Espíritu. Él está sobre todos como Padre, por todos como Hijo y en todos como Espíritu. Por consiguiente, la iglesia como Cuerpo místico está mezclada con el Dios Triuno.

Un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza

  Con respecto al único Cuerpo y el único Espíritu, tenemos una sola esperanza (v. 4). En el presente nuestro cuerpo todavía se halla en la esfera de la vida física, pues aún no ha sido transfigurado. Sin embargo, tenemos la esperanza de que algún día nuestro cuerpo físico será transfigurado, es decir, glorificado. Ese día el Cristo que mora en nosotros será manifestado en gloria. Esta gloria es una esperanza para el Cuerpo, el cual tiene al Espíritu. Así, pues, tenemos un Cuerpo y un Espíritu con una sola esperanza. El Cuerpo místico de Cristo es maravilloso, y el Espíritu que está mezclado con este Cuerpo místico es también maravilloso.

Un Señor

  En Efesios 4:5 Pablo prosigue a hablar de un Señor. En tanto que el Cuerpo se mezcle con el Espíritu, estará unido al Señor. En realidad, el Espíritu es el Señor (2 Co. 3:17). No podemos separar al Espíritu del Señor. Como ya señalamos en un mensaje anterior, cuando el Hijo viene, el Padre viene también, y cuando el Espíritu viene, junto con Él vienen tanto el Hijo como el Padre. Ahora el Cuerpo está mezclado con el Espíritu, y el Espíritu no puede ser separado del Hijo y el Padre. Así que tenemos al Espíritu, al Hijo y al Padre. Por ello, debido a que el Cuerpo está mezclado con el Espíritu, tenemos también al Señor.

Una fe y un bautismo

  Con respecto al Señor tenemos una fe y un bautismo. La fe nos une al Señor. Cuando creemos en el Señor, entramos en una unión orgánica con Él. En esta unión de vida nos unimos al Señor como un solo espíritu (1 Co. 6:17). La fe nos une al Señor debido a que hemos creído en Él.

  El bautismo tiene dos aspectos. Por un lado, fuimos bautizados en Cristo; por otro, llegamos a nuestro fin y terminamos con Adán. Nacimos en Adán, pero por medio del bautismo fuimos trasladados de Adán a Cristo. Por lo tanto, en un sentido negativo, el bautismo significa cierta finalidad, y en el sentido positivo, significa unión. Por medio de la fe y el bautismo fuimos trasladados de Adán a Cristo. Ahora tenemos una unión orgánica con Cristo el Señor.

  Debido a que tenemos al Espíritu, tenemos al Señor y también al Padre, quien es sobre todos, por todos y en todos. Éste es el resultado de la impartición divina.

  La Trinidad revelada en Efesios 1 se ha impartido en todos los creyentes, y esta impartición da por resultado el Cuerpo. En Efesios 4 vemos que el Cuerpo está mezclado con el Dios Triuno quien se imparte a nosotros. El Dios Triuno se imparte en los creyentes a fin de constituirlos un Cuerpo orgánico, el cual se mezcla con el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.

VIVIR EN LA REALIDAD

  Como miembros del Cuerpo que somos, ya no debemos andar como los gentiles, quienes andan en la vanidad de su mente (v. 17). En vez de ello, debemos andar en la realidad; debemos andar conforme a la realidad que está en Jesús. Según los cuatro Evangelios, cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él nunca anduvo en vanidad, sino que siempre anduvo en Dios, quien es la realidad. Ahora nosotros debemos andar en el mismo Dios, en Aquel que se ha impartido en nosotros como gracia para nuestro disfrute y como verdad para ser nuestra realidad. Hoy en día es posible llevar esta vida, este andar, lleno de disfrute y realidad. La gracia y la realidad son el resultado de la impartición de la Trinidad. El disfrute es Dios como nuestra gracia, y la realidad es Dios como nuestra verdad. Por lo tanto, podemos andar en disfrute y realidad; podemos disfrutar y experimentar a Dios como gracia y realidad. Si hacemos esto, viviremos en la realidad, y no en la vanidad. Éste es el resultado de que la Trinidad se imparta en nosotros como vida.

  La gracia y la realidad, o la gracia y la verdad, pertenecen a la vida. La vida es la esencia de la gracia. La vida divina, la vida eterna, la vida increada de Dios, es también la esencia de la realidad. Esta vida es Dios mismo. Esto significa que el ser del Dios Triuno es vida. El Señor Jesús claramente dijo que Él es la vida (Jn. 11:25; 14:6). Asimismo, Dios es vida. Refiriéndose a Dios, Juan 1:4 dice que en Él estaba la vida. Además, el Espíritu es el Espíritu de vida (Ro. 8:2). Por lo tanto, la vida es el ser del Dios Triuno. En contraste, Satanás es muerte. El ser de nuestro Dios es vida, pero el ser de Satanás es muerte.

  Cuando Dios se imparte a nosotros, tenemos vida. Por un lado, esta vida es nuestra gracia para nuestro disfrute; por otro, es nuestra realidad que nos permite llevar una vida verdadera. Nuestra vida diaria no debe ser una vida vana. No debemos vivir en vanidad ni vaciedad, sino vivir en la realidad, en la verdad. Esta verdad es el Dios Triuno que se imparte a nosotros como nuestra vida.

UNA MEZCLA EN VIDA

  Aunque el capítulo 4 de Efesios abarca muchos asuntos, los asuntos cruciales que se revelan en este capítulo son el Cuerpo, la mezcla con el Dios Triuno, la vida, la gracia y la verdad o realidad. Este capítulo revela que el Cuerpo se mezcla con la Trinidad Divina. Esta mezcla está relacionada con la vida. Afirmar que el Cuerpo se mezcla con la Trinidad Divina equivale a decir que la vida satura, impregna y empapa el Cuerpo. Esta vida es nada menos que el Padre, el Hijo y el Espíritu. En nuestro diario andar, esta vida es nuestro disfrute. Esto es la gracia. Además, esta vida es también nuestra realidad, la cual nos permite llevar una vida verdadera. Por lo tanto, no debemos vivir en vanidad; debemos vivir en la realidad. En la vida divina, que en realidad es el Dios Triuno que se mezcla con la iglesia, tenemos la gracia, el disfrute. Esta vida es también nuestra realidad. Nuestra experiencia de la vida divina como gracia y realidad se debe a la impartición de la Trinidad Divina.

EL CRECIMIENTO, LA CONTINUACIÓN DE LA IMPARTICIÓN DE VIDA

  Otro diamante en Efesios 4 se halla implícito en el verbo crecer. La forma verbal se halla en el versículo 15, y la forma sustantivada, crecimiento, se halla en el versículo 16, y en el versículo 13 la palabra madurez implica crecimiento. La filiación en Efesios 1 es cuestión de la impartición de vida. ¿Qué es el crecimiento? El crecimiento es la continuación de la impartición de vida. La impartición de vida tuvo su inicio en el nuevo nacimiento y continúa con el crecimiento. Esta impartición de vida nunca cesa. Inicialmente, cuando la impartición de vida llegó a nosotros, nos hizo nacer de nuevo. Ahora la impartición de vida continúa diariamente, y a medida que esto ocurre, nosotros crecemos. Me siento muy contento de ver a los santos crecer en las iglesias. Esto es el crecimiento en vida mediante la gracia y la realidad. Con relación a los santos en las iglesias locales en el recobro del Señor, vemos el disfrute de la gracia y también la realidad de la verdad. La gracia provee el suministro, y la verdad resplandece. Estamos recibiendo este suministro y resplandor, lo cual nos hace crecer.

  No espere crecer muy rápidamente. Si uno hace flores artificiales, puede producir muchas de la noche a la mañana. Pero no se puede producir flores verdaderas igual de rápido, sino que se necesita paciencia para dejar que éstas crezcan. En las iglesias lo que debe importarnos es el crecimiento genuino. Me siento muy contento de ver que las iglesias están creciendo por medio de la impartición de la vida divina.

SER RENOVADOS EN EL ESPÍRITU DE NUESTRA MENTE

  El crecimiento mediante la impartición de la vida también equivale a la renovación. Los versículos 23 y 24, en algunas versiones [de habla inglesa], dicen: “Siendo renovados en el espíritu de vuestra mente y habiéndoos vestido del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. En estos versículos hay una aparente contradicción. Por un lado, se nos dice que nos hemos vestido del nuevo hombre; por otro, se nos dice que estamos siendo renovados. Puesto que ya nos hemos vestido del nuevo hombre, ¿por qué necesitamos ser renovados? Es debido a la situación de nuestra alma y nuestro cuerpo que necesitamos ser renovados. Nuestro espíritu ya fue renovado, pero nuestra alma y nuestro cuerpo aún no lo han sido. Por lo tanto, en lo que se refiere a la parte física de nuestro ser, la renovación es necesaria.

  ¿Dónde ocurre esta renovación? Pablo nos dice claramente que la renovación ocurre en el espíritu de nuestra mente. Nuestra mente es la parte principal de nuestra alma. Esto indica que nuestro espíritu debe extenderse a la mente de nuestra alma hasta llegar a ser el espíritu de nuestra mente. Nuestra mente necesita ser saturada del espíritu, y necesita estar bajo el control y dirección del espíritu. Nuestra mente no debe ser el principal factor que nos gobierne; más bien, el espíritu tiene que ser el principal factor que nos gobierna, reina sobre nosotros y nos dirige en todas las cosas.

  Desde que nacimos, nos hemos comportado conforme a nuestra mente. El versículo 17 dice que los gentiles andan en la vanidad de su mente. Nosotros, como aquellos que aman a Cristo, no debemos tener nuestra mente ocupada con vanidad. En vez de ello, debemos tener el espíritu en nuestra mente. Nuestra mente ya no debe estar llena de vanidad, sino que debe ser saturada del espíritu.

  No debemos nunca menospreciar nuestro espíritu. Cuando usted creyó en el Señor Jesús, Él entró como Espíritu vivificante en su espíritu y lo regeneró consigo mismo como vida. Por lo tanto, el espíritu regenerado de usted es muy significativo. Debido a que usted no simplemente tiene un espíritu humano, sino un espíritu regenerado que ha nacido de Dios, en el cual mora Cristo como su vida, usted ha llegado a ser una persona de peso espiritual y de una norma elevada. Todos tenemos un maravilloso espíritu mezclado. Este espíritu mezclado es nuestro hombre interior. En Efesios 3 Pablo dice que nosotros necesitamos ser fortalecidos por Dios el Padre en el hombre interior (3:16). Ahora, en Efesios 4 vemos que este hombre interior debe extenderse de nuestro espíritu a nuestra mente.

  Necesitamos ser renovados continuamente en el espíritu que satura nuestra mente. Esto significa que no debemos pensar nada sin antes ser regulados por el espíritu. Debemos tener una mente que esté llena y saturada del espíritu. Cuando nuestra mente es saturada del espíritu regenerado, ella es saturada del Dios Triuno, quien está en nuestro espíritu regenerado. Esto significa que nuestra mente está llena del espíritu, el cual a su vez está lleno del Dios Triuno. De este modo, somos renovados.

  La renovación equivale al crecimiento. Diariamente estamos creciendo y siendo renovados. Tanto la renovación como el crecimiento se producen mediante la impartición de vida del Dios Triuno. Por consiguiente, debemos tener contacto con Él, orar a Él, invocarlo y tener comunión con Él. Además de esto, necesitamos leer Su Palabra. Si hacemos estas cosas, permaneceremos con Él y nos mantendremos abiertos a Su impartición de vida. A medida que el Dios Triuno se imparte en nosotros como nuestra vida, disfrutamos la gracia y la realidad, somos renovados y crecemos.

MINISTRAR LA GRACIA

  Todo miembro del Cuerpo, sea grande o pequeño, ha recibido algo de parte del Dios Triuno en calidad de suministro, o sea, en calidad de gracia ministrada. Los miembros grandes, como lo eran Pedro y Pablo, podían ministrar las riquezas de Cristo en todas las iglesias. Sin embargo, incluso los miembros pequeños pueden recibir gracia y ministrar esta gracia a otros. Por ejemplo, en su casa usted puede ministrar gracia a su esposa o a su esposo por medio de sus palabras, y esta gracia los edificará. Éste es el ministerio de vida. No piense que usted es un miembro demasiado pequeño como para ministrar gracia a otros. Todo miembro del Cuerpo puede ministrar gracia.

  Efesios 4:16 habla de la función de cada miembro en su medida. Según la medida de cada miembro, el Cuerpo disfruta del suministro mediante el cual crece. Por supuesto, también tenemos las coyunturas del rico suministro, los cuales son los miembros más grandes como Pablo. Estos miembros son coyunturas de vida llenas de suministro. Pero incluso nosotros que somos miembros pequeños tenemos una medida, y conforme a la medida de cada miembro, el Cuerpo recibe el suministro para crecer. Ésta es la impartición de vida del Dios Triuno con miras a la edificación del Cuerpo.

  A través de los años, he visto a muchos hermanos y hermanas, que son pequeños miembros del Cuerpo, ministrar gracia a otros como su suministro de vida. Debido a que están bajo la impartición del Dios Triuno, disfrutando de la gracia y conociendo la realidad, espontáneamente hablan a los demás miembros. Este hablar transmite gracia a los otros miembros para que sean nutridos y crezcan. Todos los miembros que están en las iglesias locales pueden suministrar vida. Ya sea que nos dirijamos a otros al dar un mensaje o hablemos con ellos en nuestra vida diaria, podemos ministrar gracia porque estamos bajo la impartición de vida del Dios Triuno. Tanto en las reuniones como en nuestra vida diaria el principio es el mismo: se trata de ministrar gracia mediante la impartición divina de la Trinidad Divina.

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