
Lectura bíblica: 1 Co. 1:2, 24, 30; 2:7, 9-10, 12; 3:16; 6:11b
Muchos cristianos piensan que el libro de Romanos es más profundo que los libros de 1 y 2 Corintios. En un sentido, es cierto que Romanos es más profundo que 1 y 2 Corintios, pero en lo que se refiere a la vida de iglesia, estas dos epístolas son más profundas que Romanos, pues son más prácticas. De las catorce epístolas escritas por Pablo, las más prácticas son los libros de 1 y 2 Corintios.
Cada vez que tratamos el aspecto práctico de la vida de iglesia, encontramos dificultades. Si nos quedamos en el ámbito de la doctrina o si abordamos el tema de la iglesia teóricamente, todo tal vez parezca bien. Pero cuando llegamos al aspecto práctico de la iglesia, afrontamos dificultades. En 1 y 2 Corintios hay muchos problemas, pero Pablo nos provee el remedio para todos ellos. Por esta razón, en estos libros las profundidades de Dios se revelan de manera práctica.
En los mensajes sobre 1 y 2 Corintios examinaremos la impartición divina de la Trinidad Divina. Creo que nosotros acuñamos la expresión impartición divina. La impartición divina definitivamente no es un asunto doctrinal; al contrario, la impartición divina tiene que ver con el hecho de experimentar de manera práctica las profundidades de Dios.
Como lo indica el título de este mensaje, conforme a 1 Corintios, la impartición divina de la Trinidad Divina redunda en la vida práctica de una iglesia local y en una iglesia local. Por lo tanto, al considerar la impartición divina de la Trinidad Divina en esta epístola, llegamos a algo muy práctico, y este asunto práctico es el vivir de una iglesia local.
En Efesios 2:10 Pablo dice: “Porque somos Su obra maestra, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. La palabra griega traducida “obra maestra” aquí es póiema. Esta palabra griega significa algo que ha sido hecho, una obra de artesanía, o algo que ha sido escrito o compuesto como poema. La palabra poema no solamente se aplica a un escrito poético, sino también a una obra de arte que expresa la sabiduría y diseño del autor. Nosotros, la iglesia, la obra maestra de Dios, somos también un poema, que expresa la infinita sabiduría de Dios y Su divino diseño.
La iglesia, como un poema escrito o redactado por Dios, es la obra maestra de Dios creada en Cristo Jesús. Crear es llamar algo que no es como existente; es decir, crear es llamar algo para que exista. Todo lo que es creado es completamente nuevo. Debido a que la iglesia fue creada en Cristo Jesús, ella es una nueva creación. Nosotros, la iglesia, como obra maestra de Dios, somos algo absolutamente nuevo en el universo, algo recién producido por Dios. Fuimos creados por Dios en Cristo por medio de la regeneración para ser Su nueva creación (2 Co. 5:17).
Puesto que la iglesia es una nueva creación, nosotros no somos la iglesia cuando vivimos en nuestra vieja naturaleza o cuando nos valemos de la vieja creación. La iglesia es algo absolutamente nuevo, algo creado a partir de Dios, por Su Espíritu y en Cristo. Por consiguiente, la Trinidad —Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu— está dedicada a la producción de la iglesia. De hecho, la iglesia es producida mediante la impartición de la Trinidad Divina. Esto significa que la iglesia es una nueva creación producida por medio de la impartición divina de la Trinidad Divina. Debido a que la iglesia ha sido creada a partir de Dios, por el Espíritu y en Cristo, ella es la obra maestra de Dios, Su poema.
¿Cuáles son las letras con las cuales la iglesia como poema de Dios ha sido “escrita”? ¿Cuál es el alfabeto usado para escribir este poema? En el último libro del Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, vemos que el Dios Triuno mismo es el alfabeto. Apocalipsis 1:8 dice: “Yo soy el Alfa y la Omega dice el Señor Dios, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. El alfa es la primera letra del alfabeto griego, y la omega es la última. No solamente Dios es la primera letra del alfabeto y también la última, sino que también es las demás letras, todas las letras comprendidas entre el alfa y la omega. Por lo tanto, Él es las letras con que se forman las palabras que componen este poema. Así como toda poesía está compuesta por palabras que son escritas con las letras del alfabeto, de igual manera la iglesia como poema de Dios está compuesta de Dios mismo, quien es las letras.
Hemos visto que en Apocalipsis 1:8 el Señor Dios declara que Él es el Alfa y la Omega. Pero en Apocalipsis 22:13 el Señor Jesús dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin”. ¿Significa esto entonces que existen dos alfabetos, uno relacionado con Dios y el otro relacionado con el Señor Jesús? No, estos versículos indican que Dios y el Señor Jesús son uno. En el primer capítulo de Apocalipsis Dios declara que Él es el Alfa y la Omega, y luego en el último capítulo de Apocalipsis el Señor Jesús hace esta misma declaración con respecto a Sí mismo. Esto indica que toda la Deidad es el alfabeto divino. Nuestro Dios Triuno es el alfabeto completo: el Alfa, la Beta, la Gamma, la Delta y todas las demás letras hasta la Omega. De hecho, el Nuevo Testamento no se compone de las letras del alfabeto griego; todo el Nuevo Testamento se compone de las letras del alfabeto divino y celestial, las letras que de hecho son el Dios Triuno mismo.
Puedo testificar que por más de sesenta años he estado aprendiendo a escribir algo valiéndome de las letras que son el propio Dios Triuno. Me he acostumbrado a usar estas letras celestiales. Quisiera alentarlos a todos ustedes a que aprendan a escribir con estas letras y que se den cuenta de que el Nuevo Testamento en realidad ha sido escrito con Dios mismo. El Dios Triuno es cada letra del alfabeto usada para escribir el Nuevo Testamento.
Algunos lectores quizás se pregunten qué significa escribir algo valiéndose del Dios Triuno como las mismas letras del alfabeto. Tal vez pueda usar como ejemplo una experiencia que tuve recientemente mientras ministraba la Palabra de Dios. No hace mucho di unos mensajes sobre la revelación básica hallada en las Santas Escrituras. En dichos mensajes hablé acerca del plan de Dios, de la obra redentora de Cristo (incluyendo Su encarnación, crucifixión, resurrección y ascensión), la aplicación del Espíritu, los creyentes, la iglesia, el reino y de que la Nueva Jerusalén es la máxima consumación. Al dar todos estos mensajes usé el Dios Triuno como las letras del alfabeto espiritual. La iglesia como poema de Dios se compone, en todo aspecto, del Dios Triuno, quien es el alfabeto del mismo.
No creo que en siglos pasados muchos cristianos se hayan dado cuenta de que la existencia de la iglesia depende de la impartición divina. La iglesia no llega a existir por haber sido organizado como tal. La iglesia llega a existir mediante la impartición divina de la Trinidad Divina. Por lo tanto, la impartición del Dios Triuno da a la iglesia su existencia.
La iglesia llega a existir por medio de la impartición divina de lo que el Dios Triuno es. Cuando la Trinidad Divina se imparte en los creyentes, esta impartición hace que la iglesia llegue a existir. Todos debemos conocer la iglesia a tal profundidad. Es preciso que sepamos que la iglesia no llega a existir por ninguna otra cosa que no sea la impartición del Dios Triuno en los creyentes.
La iglesia es producida a partir de Dios, quien es la fuente. Es por ello que 1 Corintios 1:2 habla de “la iglesia de Dios que está en Corinto”. Aquí vemos que la iglesia a la cual esta epístola fue dirigida era de Dios y estaba en Corinto. Si nosotros hubiésemos escrito esta epístola, probablemente habríamos dicho simplemente “a la iglesia que está en Corinto”. Sin embargo, Pablo primero dice que la iglesia es de Dios y después dice que está en Corinto.
Aquí vemos que la iglesia es divina y también local; es una iglesia que procede de Dios y también es una iglesia local, pues es de Dios y está en Corinto. La iglesia a la cual se dirige esta epístola es una iglesia local, una iglesia que está en una ciudad, y no la iglesia que está en una región o en determinada calle. La frase “de Dios” alude a la fuente de la iglesia, mientras que la frase “en Corinto” nos habla del lugar donde ella está ubicada.
La iglesia en Corinto estaba constituida del Dios universal, pero existía en Corinto, una localidad específica en la tierra. En cuanto a su naturaleza, la iglesia es universal porque está en Dios, pero en cuanto a su práctica, la iglesia es local porque está en un lugar definido. Por consiguiente, la iglesia tiene dos aspectos: el universal y el local. Sin el aspecto universal, la iglesia carece de contenido; sin el aspecto local, es imposible que la iglesia tenga expresión y práctica. Por eso, el Nuevo Testamento también da énfasis al aspecto local de la iglesia (Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11).
Leamos todo el versículo de 1 Corintios 1:2: “A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Aquí vemos que “la iglesia de Dios” es equivalente a “los santificados en Cristo Jesús”. Esto indica enfáticamente que la iglesia está compuesta de los santos, y que los santos son los constituyentes de la iglesia. No debemos considerar a la iglesia ni a los santos como entidades separadas. Individualmente, somos los santos; y corporativamente, somos la iglesia.
Ya vimos que en 1:2 la frase “de Dios” alude a la fuente y “en Corinto” se refiere al lugar. En este versículo también encontramos la frase “en Cristo Jesús”. Como veremos, esto significa en el elemento y esfera de Cristo. Cristo es el elemento y la esfera que nos apartó para Dios, nos hizo santos, para Dios cuando creímos en Él, es decir, cuando fuimos unidos orgánicamente con Cristo por medio de nuestra fe en Él.
Según el versículo 2, los miembros de la iglesia son llamados santos. Debemos desechar el concepto a que se aferra la Iglesia Católica Romana con respecto a lo que es un santo y permitir que nos impresione el hecho de que todos nosotros somos santos, verdaderos santos que han sido santificados en Cristo Jesús. Fuimos hechos santos, apartados para Dios, para el cumplimiento de Su propósito. En el versículo 2 Pablo no dice, como se tradujo en la versión King James del inglés, que los creyentes son llamados para ser santos, sino más bien que los creyentes en Cristo son los santos llamados. Esto es un asunto de posición, se trata de una santificación en nuestra posición con miras a la santificación en nuestro modo de ser.
En 1:2 la preposición con es muy significativa. Pablo no dice “y todos los que [...] invocan”, sino “con todos los que [...] invocan”. Esto indica que una iglesia local, tal como la iglesia en Corinto, se compone sólo de los creyentes que están en aquella localidad, y no de todos los creyentes que están en todo lugar. Además, indica que esta epístola está dirigida no sólo a los creyentes en aquella iglesia en Corinto, sino a todos los creyentes que están en todo lugar. Por lo tanto, esta epístola es para todos los creyentes de cualquier lugar y tiempo.
En este versículo Pablo habla acerca de invocar el nombre del Señor Jesucristo. Invocar el nombre del Señor implica creer en Él (Ro. 10:14). Todos los creyentes en el Señor deben ser personas que lo invocan (Hch. 9:14, 21; 22:16). Nosotros hemos sido llamados a invocarle, hemos sido llamados por Dios para invocar el nombre del Señor Jesús.
Las palabras “de ellos y nuestro” que usa Pablo en 1:2 demuestran que Cristo, Aquel que es todo-inclusivo, pertenece a todos los creyentes. Él es la porción que Dios nos ha asignado (Col. 1:12). El apóstol agregó esta frase especial al final de este versículo para recalcar el hecho crucial de que Cristo es el único centro de todos los creyentes en cualquier lugar o situación. Para todos los problemas, especialmente para el problema de la división, la única solución es el Cristo todo-inclusivo. Todos hemos sido llamados a la comunión de Cristo, o sea, a la participación en Él (1 Co. 1:9).
El versículo de 1 Corintios 1:2 es un versículo muy rico. Todas las riquezas contenidas en este versículo están relacionadas con la iglesia.
Ya hicimos notar que, según 1:2, la iglesia es de Dios. Esta frase no sólo denota el hecho de que la iglesia le pertenece a Dios, sino también muestra que la fuente de la iglesia es Dios mismo. La iglesia procede de Dios. Dado que la iglesia procede de Dios, ella es de Dios.
Para ejemplificar el hecho de que la iglesia procede de Dios, nosotros podemos decir que los hijos son de sus padres. Esto significa que ellos son el fruto, el producto, que procede de sus padres. De manera semejante, la iglesia es el producto que procede de Dios, puesto que todos los miembros de la iglesia han nacido de Dios.
Todos nosotros nacimos de Dios, esto es, todos experimentamos el nacimiento divino. Es por medio del nacimiento divino que la iglesia llega a existir. Así como no se puede formar una familia humana sin el nacimiento humano, tampoco puede existir una iglesia, que es una familia divina, sin el nacimiento divino. Una familia es una entidad que procede de los padres humanos mediante el nacimiento. De igual manera, la iglesia es de Dios y procede de Dios por medio del nacimiento divino.
El hecho de engendrar hijos tiene que ver con la impartición. Cuando los padres engendran hijos, ellos imparten su vida y naturaleza en ellos. Por lo tanto, el nacimiento es en realidad una impartición. Nosotros nacimos de Dios, y en nuestro nacimiento divino estaba implícita la impartición divina. De hecho, la impartición divina empezó a partir del momento de nuestra regeneración.
¿Cómo puede ser producida la iglesia? ¿Cómo puede la iglesia llegar a existir? La existencia de la iglesia depende del nacimiento divino. Por medio del nacimiento divino Dios se ha impartido en nuestro ser. Aquella parte de nuestro ser que ha recibido la impartición divina es parte de la iglesia. Cuando fuimos regenerados, todos recibimos la impartición del Dios Triuno en nuestro ser. La iglesia se compone de esa parte de los creyentes que ha recibido la impartición divina. Cuando sumamos todas estas partes, el resultado es la iglesia.
La iglesia es de Dios porque ella es producida con el elemento que procede de Dios. Con respecto a los corintios, la iglesia también estaba en Corinto. Esta iglesia estaba compuesta de todos los santificados, con los que invocan el nombre del Señor Jesucristo, es decir, de todos los que poseen a esta persona todo-inclusiva. Al considerar todos los asuntos presentados en 1:2, vemos que la iglesia es el resultado de la impartición de la Trinidad Divina.