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LECCIÓN NUEVE

EL LAVAMIENTO DE LA REGENERACIÓN Y LA RENOVACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

  Lectura bíblica: Tit. 3:5; 2 Co. 5:17; Ez. 36:26-27a; 2 Co. 3:18; Ro. 12:2a; Col. 3:10

BOSQUEJO

  1. El lavamiento de la regeneración:
    1. La regeneración es un cambio de posición, una nueva condición—cfr. Mt. 19:28.
    2. El lavamiento consiste en que, por el lado negativo, el lavacro elimine lo viejo de nuestra vida natural—2 Co. 5:17:
      1. Orgánicamente.
      2. Metabólicamente.
  2. La renovación del Espíritu Santo:
    1. Para reconstituir, por el lado positivo, nuestro ser:
      1. Con la vida divina—Jn. 1:13b; 3:5b.
      2. Con la naturaleza divina—2 P. 1:4.
      3. Al renovar nuestro corazón.
      4. Al renovar nuestro espíritu—Ez. 36:26.
    2. Para transformarnos—2 Co. 3:18:
      1. Al morar en nosotros—Ez. 36:27a; Ro. 8:9, 11.
      2. Al renovar nuestra alma—12:2a.
      3. Al renovar el nuevo hombre hasta que llegue al conocimiento pleno, conforme a la imagen de Dios—Col. 3:10.

  Punto central: el lavamiento de la regeneración tiene como fin eliminar todo lo viejo de nuestra vida natural, y la renovación del Espíritu Santo tiene como fin reconstituirnos y transformarnos a la imagen de Dios con la vida y la naturaleza divinas.

  En esta lección queremos ver lo que son el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo mencionadas en Tito 3:5.

I. EL LAVAMIENTO DE LA REGENERACIÓN

A. La regeneración es un cambio de posición, una nueva condición

  La palabra griega que se traduce “regeneración” en Tito 3:5 no es la misma que se usa en 1 Pedro 1:23. Aparte de este caso, solamente se usa en Mateo 19:28, donde alude a la restauración durante el milenio. La regeneración mencionada en Tito 3:5 es un cambio de posición, una nueva condición. Cuando una persona nace de nuevo, la vida divina entra en ella. Entonces, se produce un cambio de posición y se halla en una condición nueva. Tito 3:5 habla del lavamiento de lo que ha experimentado un cambio de posición o ha pasado a una condición nueva. Nacer de nuevo es el comienzo de ese cambio de una condición a otra.

B. El lavamiento consiste en que, por el lado negativo, el lavacro elimine lo viejo de nuestra vida natural

  Tito 3:5 habla de “el lavamiento de la regeneración”. La palabra griega traducida “lavamiento” es la palabra que se traduce literalmente “lavacro”. Esta misma palabra se usa en Efesios 5:26, donde se traduce también “lavamiento”: “el lavamiento del agua en la palabra”. El lavacro que estaba en el tabernáculo antiguotestamentario se usaba para lavarse las inmundicias. El lavamiento de la regeneración es un lavacro que nos purifica de todo lo viejo de nuestra vida natural. En 2 Corintios 5:17 se nos dice: “Si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas”. Todo lo que pertenece a nuestra vida natural es viejo y debe ser eliminado por el lavamiento, el lavacro, que ocurre con una nueva posición y una nueva condición.

  Este lavamiento es un proceso orgánico; no es conocimiento doctrinal, ni mejoras en la conducta, ni preceptos externos. El lavamiento de la regeneración se relaciona con otra vida, la cual entra en nuestro ser orgánicamente. Si una persona se traga un perla, ésta entra en su organismo, aunque de modo inorgánico porque la perla no posee ningún elemento de vida. Pero cuando una persona se alimenta de la comida nutritiva, ésta es digerida y asimilada. El alimento entra en su ser como su suministro vital de modo orgánico y llega a ser los tejidos que constituyen su cuerpo. El alimento entra en su ser orgánicamente, pues es algo que está absolutamente relacionado con la vida. El lavamiento de la regeneración, que viene con un cambio de posición y una nueva condición, opera en la esfera de la vida y se vale de la vida. Se trata de un lavamiento orgánico e interno en la esfera de la vida que depura nuestro ser de todo lo negativo, eliminando todas las cosas pertenecientes a la vieja naturaleza de nuestro viejo hombre.

  Además, el lavamiento es metabólico porque nos imparte algo nuevo, y lo nuevo de la vida divina reemplaza todo lo viejo de nuestra vida natural. En el metabolismo de nuestro cuerpo físico, lo viejo y lo negativo es eliminado y reemplazado con el nuevo suministro de vida a fin de que seamos fortalecidos y crezcamos. El lavamiento de la regeneración también es un proceso metabólico; se trata de un lavamiento metabólico en el cual lo viejo y lo negativo de nuestra vida natural es eliminado y reemplazado por lo nuevo de la vida divina, lo cual nos abastece y nos hace crecer en la vida divina.

II. LA RENOVACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

A. Para reconstituir, por el lado positivo, nuestro ser

  El lavamiento, por el lado negativo, principalmente elimina todo lo viejo de nuestra vida natural; y la renovación del Espíritu Santo, por el lado positivo, tiene como fin reconstituir nuestro ser. Algo nuevo, verdadero y sólido de la vida divina es depositado en nuestro ser para renovar nuestra vieja vida.

  La renovación del Espíritu Santo siempre se lleva a cabo con la vida divina. Juan 1:13b dice que somos engendrados de Dios, y en 3:5b dice que nacemos del Espíritu. Nacer de Dios o nacer del Espíritu es recibir en nuestro ser la vida divina. Ahora la vida divina es el elemento renovador en nuestro ser. El Espíritu Santo renueva nuestro ser por medio de este sólido elemento, es decir, por medio de la vida divina. El Espíritu Santo no sólo nos renueva con la vida divina, sino también con la naturaleza divina. En 2 Pedro 1:4 se nos dice que somos participantes de la naturaleza divina. La vida y la naturaleza divinas son los elementos de la renovación que lleva a cabo el Espíritu Santo.

  También debemos hacer notar que el Espíritu Santo lleva a cabo esta renovación en nosotros al renovar nuestro corazón y nuestro espíritu. Ezequiel 36:26 dice que Dios nos da un corazón nuevo y pone un espíritu nuevo dentro de nosotros. En realidad, el corazón nuevo y el espíritu nuevo son el corazón y el espíritu renovados. Esto se puede comparar con el primer cielo y la primera tierra, los cuales son renovados y llegan a ser el cielo nuevo y la tierra nueva. Nuestro viejo ser es renovado de modo que llega a ser el nuevo ser. Cuando nacimos de nuevo, Dios nos dio un corazón nuevo y un espíritu nuevo. En otras palabras, renovó nuestro corazón y nuestro espíritu por obra del Espíritu.

  El corazón es el órgano con el cual amamos, y el espíritu es el órgano con el cual recibimos. Amamos a Dios con nuestro corazón y le recibimos con nuestro espíritu. Pero tanto nuestro espíritu como nuestro corazón eran viejos y no podían ejercer sus correspondientes funciones. Cuando nacimos de nuevo, el Espíritu de Dios renovó nuestro corazón para que amara a Dios, y nuestro espíritu para que le contuviera. Esto es plenamente demostrado por nuestra experiencia. Podemos testificar que cuando nacimos de nuevo, empezamos a amar a Dios y a desear recibirle al tener contacto con Él en nuestro espíritu.

B. Para transformarnos

  La renovación del Espíritu Santo no sólo tiene como fin reconstituir nuestro ser por el lado positivo, sino también transformarnos. En 2 Corintios 3:18 se nos dice: “Nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”.

  El Espíritu Santo nos transforma primero al morar en nosotros. Ezequiel 36:27a dice que además de darnos un corazón nuevo y de poner dentro de nosotros un espíritu nuevo, Dios también puso Su propio Espíritu en nuestro ser. Romanos 8:9 y 11 también muestran que el Espíritu de Dios mora en nosotros para saturar nuestro ser con la vida divina, la vida de resurrección.

  El Espíritu Santo mora en nosotros con el fin de transformarnos renovando nuestra alma. Romanos 12:2a dice que somos transformados por la renovación de nuestra mente. Esto significa que el Espíritu de Dios, el cual mora en nosotros, renueva nuestra alma, la cual se compone de nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad.

  Además, en conformidad con Colosenses 3:10, el Espíritu Santo nos transforma al renovar el nuevo hombre hasta el conocimiento pleno, conforme a la imagen de Dios, quien lo creó.

  Esto significa que el Espíritu que mora en nosotros nos renueva de día en día, hasta el pleno conocimiento de Dios según lo que Dios es, según Su imagen. La obra renovadora del Espíritu Santo nos hace parte del nuevo hombre renovado, a fin de que éste sea igual a Dios en plenitud. El nuevo hombre es el Cuerpo de Cristo, la iglesia. Debemos hacer hincapié en que la renovación del Espíritu Santo, con el tiempo, tendrá su consumación en hacernos exactamente iguales a la imagen de Dios en plenitud.

  El punto central de esta lección puede expresarse así: el lavamiento de la regeneración tiene como fin eliminar todo lo viejo de nuestra vida natural, y la renovación del Espíritu Santo tiene como fin reconstituirnos y transformarnos a la imagen de Dios con la vida y la naturaleza divinas. Esto hace que seamos lo mismo que Dios es, no de modo individual, sino de modo corporativo.

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