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Hemos visto que después de que Dios hizo al hombre, El puso al hombre delante del árbol de vida, para que el hombre tuviera contacto con el árbol de vida y que recibiera Su vida la cual es la vida increada. Pero antes de que el hombre pudiera hacer contacto con el árbol de vida y unirse con Dios en vida, Satanás aprovechó la oportunidad para llegar primero. El tentó al hombre a hacer contacto con el árbol de la ciencia del bien y del mal, y causó que el hombre tuviera una unión ilegal con él. Esto llegó a ser el primer paso de la caída del hombre.
Según el registro en Génesis del capítulo 3 hasta el 11, la caída de la humanidad tuvo cuatro pasos. El primer paso es la caída de Adán, la cual está anotada en el capítulo tres; el segundo es la caída de Caín, anotada en el capítulo cuatro; el tercero es la caída de la generación torcida y perversa antes del diluvio, anotada en el capítulo seis; y el cuarto es la caída de toda la raza humana al levantarse colectivamente para rebelarse contra Dios, la cual está anotada en el capítulo once. Estos cuatro pasos de la caída siguieron uno tras otro. En estos cuatro pasos, la sutileza de Satanás fue expuesta al máximo.
Si la serpiente no hubiera venido para engañar y tentar al hombre, el hombre no hubiera caído. La serpiente tentadora es la encarnación de Satanás. El maligno era astuto; él entró furtivamente. En vez de entrar de manera abierta, él se escondió en la serpiente sutil para tentar al hombre. Por lo tanto, Apocalipsis 12:9 dice que Satanás (la serpiente antigua) engaña a toda la tierra habitada.
La manera en que Satanás tienta es haciendo preguntas al hombre (Gn. 3:1, 4), causando que el hombre dude de la palabra de Dios. Dios claramente mandó al hombre, diciendo: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. (Gn. 2:17). Pero Satanás le dijo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho?” De nuevo, él dijo: “No moriréis”. Después de que Eva recibió la proposición de Satanás, ella empezó a dudar de la palabra de Dios. De esta manera, ella tomó del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal y lo comió. Hasta hoy en día, Satanás todavía utiliza el mismo método para tentar al hombre al pecado o para instigarle a rechazar la salvación de Dios. Sin embargo, la Biblia nos dice que el cielo y la tierra pasarán, pero las palabras del Señor de ninguna manera pasarán (Lc. 21:33). La palabra del Señor no es si y no (2 Co. 1:18).
La propuesta hecha por la serpiente también causó que el hombre dudara del corazón de Dios. La serpiente le dijo a la mujer: “Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:5). La serpiente quería que el hombre pensara que cuando Dios le prohibió al hombre comer del árbol de la ciencia El estaba tratando de engañarlo porque El temía que el hombre llegase a ser como El en saber el bien y el mal. Esto es también una de las estrategias maliciosas más frecuentemente usada por Satanás. Hoy día el hombre está lejos de Dios y no está dispuesto a acercarse a la presencia de Dios, porque ha sido engañado por Satanás. Así que, él mal entiende al amor de Dios y no conoce el corazón de Dios.
Otra causa de la caída del hombre fue que la mujer asumió la posición de la cabeza (Gn. 3:2-3,6). Originalmente, Dios creó solamente un hombre. Había sólo una cabeza y no dos. Adán era la cabeza; Eva no la era. Eva fue edificada de la costilla del costado de Adán (Gn. 2:22). La cabeza de Eva era Adán. La razón por la cual Eva fue tentada por la serpiente fue que ella asumió la posición de la cabeza, hizo la decisión por su propia cuenta, y cayó en la trampa de Satanás. Aun antes de que ella comiera del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, ya había sido atrapada en una trampa por el maligno. Ella pasó por alto al hombre y asumió la posición de la cabeza para tratar con la situación. Esto resultó en que ella fue engañada. Por lo tanto, la Biblia dice que Adán no fue engañado, sino que la mujer siendo bastante engañada, incurrió en transgresión (1 Ti. 2:14).
Aquí vemos un gran principio. En el universo la Cabeza única es Dios mismo. Cada vez que nosotros asumimos la posición de la cabeza al tratar con cualquier situación, negando la posición de la cabeza que pertenece a Dios y a Cristo, seguramente seremos engañados.
El primer paso en el proceso de la caída del hombre fue que no usó su espíritu. Después de que el hombre fue creado, siempre debería haber usado su espíritu para tener contacto con Dios y vivir ante El. Cuando el hombre vive conforme al espíritu, es preservado por Dios. Pero cada vez que el hombre no usa su espíritu para tener contacto con Dios, él evita a Dios y pone a Dios a un lado; consecuentemente, cae en la mano del maligno.
El segundo paso fue el ejercitar del alma (Gn. 3:2, 3, 6). Cuando Eva habló a la serpiente, primero ella razonó en su mente. Entonces ella fue tentada en su emoción y deseó el fruto del árbol de la ciencia. Finalmente, ella decidió en su voluntad a tomar del fruto y comerlo.
El tercer paso fue la acción del cuerpo. Cuando se ejercita el alma, el cuerpo naturalmente sigue. El alma dirige al cuerpo. Al ser tentada de esta manera, seguramente ella tomaría y comería. Que ella tomara del fruto para comerlo fue la acción del cuerpo. Primero, el ojo ve. En segundo lugar, la mano toma. En tercer lugar, la boca come.
En nuestro diario vivir, debemos usar primero nuestro espíritu, y luego dejar que nuestro espíritu dirija nuestra alma, la cual a su vez dirige nuestro cuerpo. Si no usamos nuestro espíritu sino, en cambio, usamos nuestra alma, asumimos la posición de la cabeza y nuestra alma toma la iniciativa. Una vez que el alma toma la iniciativa, dirigirá al cuerpo a hacer cosas que ofenden a Dios.
El primer resultado de la caída fue que el alma fue contaminada, corrompida y ocupada. Aun antes de que Eva tomase del árbol de la ciencia, su mente ya había sido contaminada. Mientras ella hablaba con la serpiente, el concepto de la serpiente penetró su mente y la corrompió. Por tanto, su mente fue corrompida. Al fin y al cabo, su mente fue completamente ocupada por el maligno después de que comió del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal.
El segundo resultado fue que el cuerpo fue cambiado en cuanto a su naturaleza, teniendo añadido el elemento del árbol de la ciencia del bien y del mal, el elemento de Satanás; haciéndolo la carne (Gn. 3:7). El cuerpo humano originalmente creado por Dios era puro. Sin embargo, ahora contiene el elemento maligno de Satanás. Este elemento maligno es el pecado residente que hace su hogar en la carne del hombre. En Romanos 7:17 Pablo dice: “Ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”. Esta substancia maligna, la naturaleza de pecado, ha contaminado nuestro cuerpo, haciéndolo carne, lleno de maldad y concupiscencia.
El tercer resultado fue que el espíritu del hombre fue amortecido, volviéndose aislado de Dios y perdiendo su función respecto a Dios. Efesios 2:5 nos dice que antes de que fuéramos salvos estábamos muertos. No estábamos muertos en nuestro cuerpo ni en nuestra alma sino en nuestro espíritu. Estar muerto es estar sin función ni sensación. Cuando el espíritu del hombre fue amortecido, el hombre ya no poseía la habilidad de hacer contacto con Dios y tener comunión con El.
El cuarto resultado fue que el hombre caído fue constituido pecador (Ro. 5:19). Debido a la caída del hombre, cierto elemento se ha inyectado en el hombre, un elemento que la Biblia llama pecado. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre”. Así que, todos nosotros hemos sido constituidos pecadores. El pecado ya ha entrado dentro de nosotros y se ha hecho nuestro elemento subjetivo por dentro. Por tanto, no somos pecadores porque pecamos; pecamos porque hemos sido constituidos pecadores.
El quinto resultado fue que el hombre caído fue condenado (Ro. 5:18). Todos nosotros estábamos en Adán. La condenación incluye no sólo a Adán sino también a toda la raza humana. Toda la raza humana fue condenada en Adán.
El sexto resultado fue que la maldición fue introducida (Gn. 3:17-19). Por el pecado de un hombre, toda la creación está sujetada a vanidad, gimiendo y sufriendo dolores de parto bajo la esclavitud de corrupción (Ro. 8:20). La tierra fue maldita y produjo espinos y cardos. Además, con el sudor de su rostro el hombre comerá pan durante toda su vida. Estas son las cosas de la maldición introducida mediante la caída del hombre.
El séptimo resultado fue que el hombre fue echado fuera del paraíso (Gn. 3:23-24). El paraíso era el dominio de vida el cual incluía el árbol de la vida y la esfera en la cual el hombre puede recibir la vida. Así que el ser echado del paraíso significa el ser arrojado de la esfera de la vida.
El octavo resultado fue la muerte (Gn. 3:19; Ro. 5:12). Primero, el espíritu del hombre fue amortecido, y finalmente su cuerpo morirá. Mediante la transgresión de Adán el pecado entró al mundo y la muerte por medio del pecado. La muerte reina sobre todos los hombres (Ro. 5:14). Por eso, en Adán todos mueren (1 Co. 15:22).
Después de que Adán y Eva pecaron, se escondieron de la presencia de Dios. Pero Dios vino a buscarlos y prometió que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15). Al oír Adán esto, inmediatamente llamó a su esposa Eva (Gn. 3:20). Eva significa “viviente”. Esto demuestra que Adán creyó la promesa de Dios y recibió el evangelio de Dios. Entonces, Génesis 4:1 dice: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: He adquirido un varón, Jehová” (hebreo). Caín significa “adquirido”. Cuando Eva dio a luz a Caín ella declaró: “¡Yo lo he obtenido!” Según el concepto de Eva, Caín fue la simiente de la mujer prometida en Génesis 3:15. Sus palabras en Génesis 4:1 demuestran que ella había creído esa promesa y había recibido el evangelio de Dios.
Con tal trasfondo, el hombre debía haber obtenido la salvación de Dios por la misericordia de Dios. Sin embargo, qué lamentable es que el hombre cayera de nuevo.
Génesis 4 nos muestra dos clases de ejemplos. Abel fue un ejemplo de uno que creía el evangelio y vivía por el evangelio, mientras Caín fue un ejemplo de uno que se apartó del camino de la salvación de Dios. Este causó el segundo paso de la caída.
Una razón para que Caín continuara la caída fue que el diablo le había ganado interiormente. En el tiempo de Génesis 4, Satanás ya había entrado en el cuerpo del hombre. Por esto, en la segunda caída del hombre, aparentemente fue Caín quien rechazó las buenas noticias de Dios; en realidad fue Satanás el que le impidió del camino de la salvación de Dios y aun causó que cayera más abajo. Así que, el segundo paso de la caída del hombre fue instigado por el sutil quien había ganado a Caín y obraba dentro de él.
Dios había mostrado al hombre Su camino de salvación: al vestirlo con pieles de corderos de sacrificio (Gn. 3:21). Sin embargo, Caín fue presuntuoso en que él abandonó el camino de Dios para la salvación. El siguió a Satanás y renunció a la salvación de Dios. Esta fue la causa de la caída adicional del hombre.
“Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya” (Gn. 4:3-5). Ambos presentaron ofrendas a Dios. Uno ofreció según su propia opinión y el otro ofreció según el concepto de Dios. Abel siguió el camino de la salvación de Dios el cual es ofrecer un sacrificio como su substituto por medio del derramamiento de la sangre. Pero Caín rechazó el camino de Dios en su servicio y su ofrenda; él inventó una religión del concepto del hombre, conforme a sus propias ideas.
Cuando se enteró de que Dios no miró con agrado a su ofrenda, “se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Gn. 4:5). Esto es el resultado de su servicio a Dios conforme a su propio concepto.
“Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (Gn. 4:8). Caín comenzó con servir a Dios, luego continuó con enojo, y finalmente terminó matando. No es de extrañar que el Señor Jesús diga: “Aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios” (Jn. 16:2). La cuestión no es si servimos a Dios o si cometemos pecado, sino si actuamos conforme al camino de Dios o conforme a nuestra propia opinión. No debemos dar ningún lugar p. nuestros conceptos en ninguna cosa que hagamos.
“Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Gn. 4:9). La respuesta de Caín a Dios no sólo era mentira, sino que también mostró cuán arrogante era. El hombre estaba algo temeroso de Dios después de la primera caída. Pero aquí el hombre se atrevió a mostrar su arrogancia para con Dios.
Como resultado del segundo paso de la caída, Dios pronunció una maldición más grande: que el hombre labraría la tierra, pero la tierra no le volvería a dar su fuerza. Además, él vendría a ser un vagabundo que erraría en la tierra, y fue echado fuera de la presencia de Dios, incapaz de ver la faz de Dios (Gn. 4:11b-12, 14).
Con el tiempo Caín y sus descendientes inventaron una cultura sin Dios. Esta cultura incluyó la edificación de una ciudad para la existencia propia, la invención de la crianza de ganado para ganarse la vida, la invención de música para entretenerse, y la invención de armas para su defensa (Gn. 4:17, 20-22). Cuanto más el hombre se desvía de Dios, menos tiene Su presencia. Habiendo perdido a Dios, el hombre fue forzado a inventar una cultura sin Dios. Esto es el resultado de la caída del hombre.
En el primer paso de la caída, el enemigo de Dios estaba fuera del hombre. En el segundo paso de la caída, este enemigo estaba dentro del hombre. Ahora, el enemigo tomó otro paso, haciendo que el hombre cayera aún más.
Génesis 6 nos dice que los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres. Aquí los hijos de Dios eran los ángeles. En Job 1:6 y 2:1 se nos dice que los ángeles son llamados los hijos de Dios. También, la Versión Siriaca del Antiguo Testamento traduce “los hijos de Dios” como “los ángeles” en Génesis 6. Los ángeles que se casaron con las hijas de los hombres fueron los que no guardaron su principado, como está registrado en Judas 6 y 7. Algunos de los ángeles caídos bajo Satanás se bajaron a la tierra y tomaron cuerpos humanos. Ellos formaron matrimonios ilegales con las hijas de los hombres. Cometieron fornicación mediante los cuerpos de los hombres, de modo que la raza humana ya no era pura sino que se convirtió en una mezcla de la naturaleza humana con los espíritus caídos. Por esto, Dios decidió mandar el diluvio para exterminar la raza humana.
Génesis 6:3 dice: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne”. En el primer paso de la caída, el hombre no ejercitó su espíritu. En el segundo paso de la caída, el hombre siguió su propia voluntad y vivió por el alma. En el tercer paso de la caída, el hombre abusó su cuerpo caído y se volvió carne. Romanos 7 y 8 nos revela que la carne es completa y absolutamente odiada por Dios. Dios no puede tolerarla. Por lo tanto, cuando toda la raza humana vino a ser carne, Dios intervino y le dijo a Su siervo Noé que El iba a destruir toda esa generación junto con la tierra (Gn. 6:11-13).
El primer paso fue la satisfacción de las concupiscencias de la carne. El hombre vivió y se entregó a lujurias, y todo designio de sus pensamientos era de continuo solamente el mal. (Gen. 6:5). El segundo paso era que el hombre no sólo era perverso, sino también corrupto a tal grado que hasta el Dios de toda tolerancia no podía tolerarlo más (Gn. 6:11-13).
Primero, el Espíritu Santo se retiró. El Señor dijo: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre” (Gn. 6:3). Antes de ese tiempo aunque el hombre había caído, el Espíritu de Dios estaba continuamente contendiendo con el hombre y moviéndose en el hombre. No obstante, llegando a este punto Dios no pudo hacer algo más. Cuando el hombre vino a ser carne, el Espíritu de Dios tuvo que retirarse. El hombre estaba completamente separado de Dios y abandonado por Dios. En segundo lugar, el diluvio trajo el juicio de destrucción. Con la excepción de Noé y los que estaban en el arca con él, todos fueron destruidos por el diluvio.
Hay dos factores en cada paso de la caída. El primer factor es Satanás y el segundo es el hombre.
Antes del diluvio no existía el gobierno humano. Fue solamente después del diluvio que Dios estableció una autoridad delegada en la tierra. El hombre empezó a ejercitar la autoridad de Dios para gobernar a otros. En el cuarto paso de la caída Satanás utilizó la autoridad que Dios dio al hombre para formar las naciones y para instigar una rebelión contra Dios mediante las naciones. De esta manera, el hombre colectivamente entró en una rebelión abierta contra Dios.
La rebelión es la negación del derecho y de la autoridad. En la rebelión en Babel, el hombre declaró que él negaba el derecho de Dios y que él fue absolutamente libre de la autoridad de Dios. Toda la raza humana fue provocada, habiendo sido instigada a rebelión, a declarar que no les importaba el derecho de Dios ni la autoridad de Dios.
En su caída en el principio, la intención de Satanás era la de derribar la autoridad de Dios, pero no tuvo éxito en su intento. Por tanto, él de nuevo entró a la raza humana caída para inyectar el mismo pensamiento dentro del hombre, incitando al hombre a levantarse colectivamente contra la autoridad de Dios.
Primero, Dios entró para esparcirlos. Como ellos se rebelaron contra Dios colectivamente, Dios entró para esparcirlos para que ya no vivieran juntos en un lugar. En segundo lugar, Dios confundió su idioma con el resultado de que ya no podían tener el mismo idioma. En tercer lugar, se introdujo confusión. Babel significa “confusión”. Esto es debido a la maldición y el juicio.
Cuando el hombre llegó al cuarto paso de la caída, había caído al máximo, de modo que aun Dios no podía hacer nada para recobrar la raza caída. Finalmente, Dios fue forzado a olvidar la raza de Adán y tuvo que llamar a Abraham como la cabeza de una nueva raza para el cumplimiento de Su propósito con el hombre.
El hombre creado por Dios era muy bueno y sin pecado, pero fue engañado por el enemigo de Dios, el diablo, para que comiera del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; así que él cayó y vino a ser pecador. Por un lado, él había pecado delante de Dios, y por otro, ahora tenía la naturaleza pecaminosa, la naturaleza maligna de Satanás, dentro de él. La naturaleza caída del hombre hizo que sus descendientes cayeran una y otra vez hasta que llegaron al punto de rebelarse contra Dios y resistirlo. En esta etapa, el hombre estaba sumamente caído y sufrió el rechazo de Dios.
