
La transformación es el resultado de la santificación y se relaciona con el alma del hombre. La transformación es un proceso mediante el cual una sustancia cambia de naturaleza y forma; es un cambio interno de naturaleza que produce un cambio externo de forma.
[Este proceso es un cambio metabólico, es decir, no se trata meramente de un cambio exterior, sino de un cambio efectuado tanto en la constitución interna como en la forma externa. Tal tipo de cambio ocurre mediante un proceso metabólico. Por ejemplo, en nuestro cuerpo ocurre un proceso metabólico cuando un elemento orgánico lleno de vitaminas entra en nuestro ser y cambia químicamente nuestra vida orgánica. Esta reacción química transforma la constitución de nuestro ser de una forma a otra. En esto consiste la transformación.
Supongamos que una persona tiene un rostro muy pálido y desea cambiar su apariencia aplicando maquillaje a su piel. Esto sólo produciría un cambio externo, pero no sería algo orgánico, no sería un cambio en vida. ¿Cómo puede esta persona tener verdaderamente un rostro lozano? La única manera es ingiriendo diariamente alimentos nutritivos que contengan los elementos orgánicos necesarios. Debido a que nuestro cuerpo es un organismo viviente, cuando una sustancia orgánica entra en él, forma un compuesto químico que inicia un proceso orgánico y metabólico. Gradualmente, este proceso interno hará que el color de nuestro rostro cambie. Esta clase de cambio no es externo, sino un cambio que se da desde el interior, un cambio que proviene de dicho proceso metabólico].
[Mediante tal proceso metabólico, un elemento nuevo es impartido al organismo. Tal elemento nuevo reemplaza al elemento viejo y hace que éste sea eliminado. Así que, a medida que se da este proceso dentro del organismo viviente, algo nuevo se genera dentro de él, que reemplaza al elemento viejo y lo desecha. El metabolismo, por ende, incluye tres asuntos: primero, suple un elemento nuevo; después, reemplaza el elemento viejo con el nuevo; y finalmente, elimina el elemento viejo, produciendo algo nuevo.]
De igual manera, el elemento nuevo de la vida de Dios se añade a nuestro ser mediante el proceso de la santificación y reemplaza nuestro viejo ser, el cual es pecaminoso y lleno de muerte. El proceso de la transformación hace avanzar la salvación que Dios lleva a cabo dentro de nosotros. Debemos permanecer en este proceso desde el día en que creemos.
[El deseo del Señor, desde el momento en que fuimos regenerados en nuestro espíritu, es que este proceso en vida se extienda a todo nuestro ser, a fin de que nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad sean totalmente transformadas. Nuestro espíritu ya fue regenerado y cambiado, pero nuestra mente, parte emotiva y voluntad aún necesitan ser transformadas, ya que permanecen iguales. Aunque ahora Cristo mora en nuestro espíritu como vida, aún no se extiende a nuestra alma. Así que, necesitamos que Cristo se extienda desde nuestro espíritu hacia nuestra alma, hasta lograr que cada una de sus partes sea transformada a Su imagen (2 Co. 3:18). Entonces pensaremos como El piensa, amaremos como El ama y escogeremos lo que El escoge. Una vez que nuestra alma haya sido completamente saturada con Sus elementos divinos, tendremos la semejanza del Señor en nuestra vida diaria.]
[¿Cuál es el elemento nuevo que efectúa este cambio interno? Es Cristo, el Dios Triuno y el Espíritu todo inclusivo. Inicialmente, dicho elemento viene a nuestro espíritu, pero se encuentra confinado allí, sin tener libertad para extenderse a nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Si no le permitimos que salga y se extienda, nuestro espíritu se convertirá en una prisión para El. Por eso necesitamos recibir la enseñanza acerca de la transformación, la cual se efectúa mediante la renovación de nuestra mente. El Espíritu desea extenderse a nuestra alma, a fin de añadir el nuevo elemento divino capaz de reemplazar nuestro yo. Cuando este elemento nuevo que reemplaza al viejo se añade a nuestra alma, experimentamos un cambio radical en nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad.]
En 2 Corintios 3:18 dice que somos transformados al contemplar al Señor a cara descubierta. Esto significa que debemos abrir nuestro ser al Señor en oración, no para pedirle que haga algo por nosotros, sino principalmente para tener comunión con El. No debemos permitir que ningún velo se interponga y nos separe de El. Al abrir nuestro ser a El, tal vez nos diga que la manera en que le hablamos a nuestra madre fue incorrecta. Si confesamos nuestros pecados delante del Señor y le decimos “Señor, perdóname”, El se extenderá a nuestra alma para transformarla. Nosotros podemos acelerar el proceso de la transformación, manteniendo nuestro ser abierto a El todo el tiempo. Todos debemos pasar por este proceso, pues es la única manera en que nuestra vida cristiana puede progresar.
Compendium of God’s Full Salvation [Compendio de la salvación completa que Dios efectúa] (LSM), capítulo 18.
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