
En la primera lección vimos el plan maravilloso y eterno que Dios tiene. En la lección dos vimos que a fin de cumplir Su plan, Dios necesitaba elegir un pueblo. Luego, basado en Su plan y en Su elección, Dios procedió a crear los cielos y la tierra para el hombre. Al final, El creó al hombre de una manera muy especial, y éste llegó a ser el centro de Su creación.
Primero, la Biblia nos dice en Génesis 1:26: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. En este versículo vemos que Dios creó al hombre diferente de todas las demás criaturas. Todas las criaturas fueron creadas según su propia especie; únicamente el hombre fue creado conforme a la especie de Dios. ¿Pueden ver cuán cerca está el hombre de Dios? Podríamos ilustrar esto con un guante. El hombre es para Dios lo que el guante es para la mano. El guante se fabrica en forma de una mano a fin de que ésta pueda entrar en él. De igual manera, el hombre fue creado según la imagen de Dios y conforme a Su semejanza para que Dios pudiera entrar en él. ¿Puede ver ahora cuán maravilloso es usted? Sólo usted, de entre toda la creación de Dios, fue hecho de tal forma maravillosa. Esto hace de usted una persona muy importante en el universo. Usted fue creado como un vaso a la imagen de Dios para contenerle y expresarle. Esto no fue un accidente ni un producto de la evolución; por el contrario, fue algo planeado por Dios en la eternidad pasada y llevado a cabo en Su creación, para el cumplimiento de Su propósito eterno.
En segundo lugar, la Biblia nos dice que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza como un vaso (Ro. 9:2l-23). El propósito de un vaso es contener algo. Una botella puede contener agua; ésta es su función o propósito. Asimismo, el hombre fue hecho para contener a Dios.
Desde luego, no somos vasos simples, sino vasos con tres partes: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Por eso, podemos decir que el hombre es un vaso o un ser “tripartito”.
La primera parte del hombre es su cuerpo, que es la parte física. Dios creó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra (Gn. 2:7). Podemos vivir en la tierra gracias a nuestro cuerpo físico. Con él podemos tocar, ver, oler y oír las cosas que nos rodean. Por ejemplo, mientras usted lee esta lección, necesita las manos para sostener el libro y los ojos para leerlo.
El alma es la parte psicológica del hombre; es su yo, es decir, su persona o personalidad. El alma se compone de tres partes u órganos, a saber, la mente, la parte emotiva y la voluntad. Para entender esta lección, usted necesita usar el órgano de su mente. Al leer, tal vez se sienta emocionado al saber que ha sido creado a la imagen de Dios, y desee conocer más sobre esto. Esta es su emoción siendo animada. Además, cuando decide leer la Biblia para conocer más sobre Dios y el hombre, usted está ejercitando su voluntad. El alma es la parte que Dios creó en el hombre para que éste le pudiera conocer y amar, y así volverse a El para ser saturado por El y expresarle.
El espíritu es la parte más profunda del hombre. La Biblia también lo llama “el hombre interior” (Ef. 3:l6) y “el hombre interior escondido en el corazón” (1 P. 3:4), debido a que el espíritu es la parte más profunda y difícil de conocer. De entre todas las criaturas, sólo el hombre fue creado con un espíritu. La función de nuestro espíritu es tocar a Dios y recibirlo. ¿Sabía usted que no sólo tiene un cuerpo y un alma, sino también un espíritu? Tal vez nunca haya pensado en esto. Si usted jamás ha ido a Dios, nunca ha tenido que usar su espíritu. Usted necesita su cuerpo y alma para existir como ser humano; pero si nunca ha ido a Dios, jamás ha usa- do su espíritu. Así como nuestros oídos sirven para escuchar los sonidos y nuestros ojos para ver los colores, nuestro espíritu es el órgano con el cual podemos recibir la vida de Dios y ser uno con El. ¡Aleluya! ¡Cuán maravilloso es el espíritu humano que Dios creó dentro de nosotros! Con nuestro espíritu podemos tocar a Dios y contenerle, a fin de expresarle en la tierra. Esto es lo que hace feliz a Dios y cumple Su propósito eterno al haber creado al hombre.
¿Tiene usted algunos amigos que no conocen al Señor o que afirman que El no existe? Esto se debe a que nunca han usado su espíritu para tener contacto con Dios. Ellos son como un hombre ciego que no cree que los colores existen porque nunca los ha visto. De igual forma, algunos no creen en Dios porque nunca han usado su espíritu para tocarle.
Quizás sepamos cuidar bien nuestro cuerpo y darle el uso apropiado. Tal vez vayamos a la escuela para desarrollar más nuestra capacidad intelectual. Pero si deseamos ser aquellos que están en completa armonía con el propósito de Dios, necesitamos aprender a usar nuestro espíritu para tocarle, recibirle y contenerle.
Compendium of God’s Full Salvation [Compendio de la salvación completa que Dios efectúa] (LSM),capítulo 1, II.
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