
Saber qué es el mundo y cómo deshacernos de su sistema es muy importante en el inicio de nuestra vida cristiana; por lo tanto, debemos estudiarlo cuidadosamente.
La contaminación del pecado y la del mundo son distintas. [La contaminación del pecado es feroz, grotesca y repugnante, mientras que la contaminación del mundo es más civilizada y refinada, frecuentemente atractiva para los hombres. La contaminación del pecado es como una salpicadura de lodo o de tinta negra en una camisa blanca. En cambio, la contaminación del mundo es como un hermoso y colorido diseño impreso en una camisa blanca.] [El mundo aparenta ser mejor que el pecado, pero en cuanto a pureza, ambos contaminan igualmente y debemos separarnos de los dos. En efecto, el daño que causan el pecado y el mundo en el hombre difieren enormemente: el pecado contamina al hombre, mientras que el mundo no sólo lo contamina, sino que también lo posee. Es mucho más grave ser poseído por el mundo que ser contaminado por el pecado.]
[El pecado es el paso inicial, rudimentario y superficial en la caída del hombre, pero el mundo es el paso final, grave y trascendente de la caída. Muchos sólo le dan importancia a la victoria sobre el pecado, pero la Biblia le da aún más importancia al hecho de vencer el mundo (1 Jn. 5:4). Es imprescindible para el creyente vencer el mundo. Si deseamos crecer en vida y que el Señor nos posea completamente, tenemos que hacer todo lo posible por separarnos del mundo esclavizante.]
La Biblia [divide las necesidades del hombre en tres categorías principales: provisión, protección y placer. Para mantener su existencia, el hombre no sólo necesita provisiones tales como ropa, comida, etc., sino también protección, y alguna forma de diversión para obtener felicidad. Todas las necesidades del ser humano están incluidas en estas tres categorías.
Antes de la caída, Dios era responsable de satisfacer estas tres necesidades básicas del hombre. Primero, antes de que el hombre fuera creado, Dios hizo provisión para todas las necesidades de la vida humana. Cuando Adán estaba en el huerto del Edén, Dios le proveyó toda clase de frutas y vegetales, así como agua, aire, luz solar y un lugar donde albergarse.
Segundo, al principio la protección del hombre era también la responsabilidad de Dios. Hoy, el hombre ejerce su propia protección y defensa, pero al principio, Dios mismo era su defensa y protección. Cuando el hombre está bajo el cuidado de Dios, él está libre de todo ataque o peligro.
Tercero, la satisfacción del hombre era también la responsabilidad de Dios. Algunas personas piensan que tener diversión es pecaminosa, pero este concepto es erróneo. La felicidad es esencial para la vida humana, y ésta se encuentra en la diversión. “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer” (Gn. 2:9). Todos los árboles del huerto del Edén no sólo producían fruto para comer, sino que también eran agradables y deleitosos a la vista, pues hacía al hombre feliz. Dios no sólo preparó un ambiente agradable, sino que El mismo era el gozo del hombre. Cuando el hombre tiene a Dios como su disfrute, el gozo del hombre es completo.
En el principio Dios proveyó y suplió todo lo necesario para que estas tres grandes necesidades del hombre —el sustento, la protección y la diversión— fueran satisfechas.]
[El hombre cayó al pecar y fue expulsado del huerto del Edén. Como consecuencia, su relación con Dios se volvió anormal. Sin embargo, Dios, con miras a la redención del hombre, le preparó un abrigo de pieles, permitiéndole así permanecer en Su presencia. Hasta aquí, el hombre no había perdido completamente a Dios. Sin embargo, en el tiempo de Caín, el hombre cayó aún más en pecado. Caín le dijo a Dios: “He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé” (Gn. 4:14). “Salió, pues, Caín de delante de Jehová” (v. 16). De este modo, el hombre abandonó la presencia de Dios completamente y perdió su comunión con Dios.
Al perder su comunión con Dios, el hombre, obviamente, perdió el sustento, la protección y el placer que Dios le proveía. Cuando perdió el cuidado que Dios le rendía para su subsistencia, primeramente le entró temor por la falta de sustento, protección y diversión. En otras palabras, tuvo temor de llevar una vida de escasez, peligro y hastío. Por consiguiente, para afrontar las necesidades de la vida y para poder sobrevivir, el hombre usó su propia fuerza y concibió sus propios medios de sustento, defensa y diversión. Desde ese momento, el hombre creó una civilización sin Dios.
Génesis 4 revela esta situación claramente. Después de la caída de Caín, él procreó a los fundadores de una civilización autosuficiente, que prescindía de la ayuda de Dios para satisfacer estas tres necesidades primordiales del hombre. Estos fundadores fueron los tres hijos de Lamec: Jabal, Jubal y Tubal-caín. Jabal fue el padre de los que habitaban en tiendas y criaban ganado. Las tiendas y el ganado proveen para la subsistencia del hombre, y por lo tanto, pertenecen a la categoría de las provisiones. Jubal, el segundo hijo, fue el padre de todos los que tocaban el arpa y la flauta. Tocar el arpa y la flauta se relaciona con el placer, así que estas actividades pertenecen a la categoría de la diversión. Tubal-caín, el tercer hijo, fue el artífice de todo instrumento de bronce y hierro; estos instrumentos se crearon con el propósito de defenderse, por lo tanto, pertenecen a la categoría de la protección. Debido a que estos tres importantes inventos se originaron en ese tiempo, la humanidad no tuvo más necesidad de Dios, pues el hombre procuraba satisfacer por sí mismo su necesidad de sustento, protección y diversión. Esta fue la civilización que se produjo una vez que el linaje humano hubo perdido su comunión con Dios, originándose así el estilo de vida creado por el hombre: una vida sin Dios.]
[Cuando la humanidad comenzó a llevar una vida sin Dios, Satanás inmediatamente se disfrazó y utilizó los inventos humanos como medios para poseer al hombre. El hizo que el hombre invirtiera todos sus esfuerzos en conseguir alimento y vestido para su propio sustento, que inventara armas para defenderse y que diseñara formas de diversión para entretenerse.]
[Al principio, las diversas ocupaciones en que se envolvió el hombre buscando satisfacer sus necesidades parecían actividades triviales, aisladas y espontáneas. Pero después, Satanás las organizó y creó un mundo sistematizado, enredando de ese modo a la humanidad en un sistema cada vez más complejo.]
[Por consiguiente, la formación del mundo consta de cinco pasos. Primero, el hombre abandonó a Dios. Segundo, nació en el hombre el temor y la desesperación por causa de sus necesidades. Tercero, desarrolló un estilo de vida carente de Dios. Cuarto, Satanás se disfrazó y utilizó las propias necesidades del hombre. Quinto, Satanás organizó las maneras en que el hombre abastecía sus necesidades para formar un sistema. Mediante estos cinco pasos, el mundo quedó finalmente formado.]
En 1 Juan 2:15 leemos: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. La palabra griega traducida mundo, es kósmos, y tiene más de un significado. [En Mateo 25:34, Juan 17:5, Hechos 17:24, Efesios 1:4 y Apocalipsis 13:8, denota un universo material como un sistema creado por Dios. En Juan 1:29, 3:16 y Romanos 5:12, denota la humanidad caída, a la cual Satanás corrompió y usurpó para que los humanos fueran los componentes de su sistema mundial maligno. En 1 Pedro 3:3 denota adorno u ornamento. Aquí, como en Juan 15:19; 17:14 y en Jacobo 4:4, denota un orden, una forma establecida, un arreglo, por lo tanto, un sistema ordenado (establecido por Satanás, el adversario de Dios) y no la tierra. Dios creó al hombre para que viviese en la tierra con miras al cumplimiento de Su propósito. Pero Su enemigo, Satanás, a fin de usurpar al hombre creado por Dios, estableció en la tierra un sistema mundial opuesto a Dios al sistematizar a los hombres usando la religión, la cultura, la educación, la industria, el comercio, el entretenimiento, etc., valiéndose de la naturaleza caída de los hombres, de sus concupiscencias, placeres, pasatiempos, y aun del exceso con que atienden a las cosas necesarias para su subsistencia, tales como el alimento, la ropa, la vivienda y el transporte.]
[Hemos visto que el mundo presentado en 1 Juan 2:15 denota un sistema que se opone a Dios, un sistema maligno y satánico compuesto de las cosas que Dios había creado. Satanás usó estas cosas para formar su sistema. Sin embargo, las cosas creadas por Dios no son el contenido mismo del satánico sistema mundial.] Entonces, ¿cuál es el contenido de este sistema satánico?
[En 1 Juan 2:16 dice: “Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.
Estos tres constituyen el sistema satánico: La concupiscencia de la carne se refiere al apetito insaciable del cuerpo; la concupiscencia de los ojos, al apetito del alma, lo cual es estimulado por lo que vemos; y la vanagloria de la vida, tiene que ver con el orgullo, la jactancia, la confianza, la seguridad y la exhibición vana de las cosas materiales de la vida presente.]
[Podemos usar la posesión de un automóvil para ilustrar la diferencia que existe entre lo que Satanás usa para formar su sistema, y el verdadero contenido de ese sistema. ¿Cómo puede el enemigo utilizar un automóvil para formar su sistema maligno? El automóvil en sí no es el problema, ni tampoco forma parte del contenido del sistema satánico. El problema está en la concupiscencia de la carne, en la concupiscencia de los ojos y, en particular, en la vanagloria de la vida presente. Si no fuera por la vanagloria del hombre, un automóvil no podría convertirse en un problema. Sin embargo, muchos desean comprar un automóvil caro sólo para presumirse. En este caso, se valen del automóvil que conducen para su propia vanagloria. En la actualidad, el automóvil es una necesidad del hombre. Así que, el problema no está en el automóvil, sino en la concupiscencia de los ojos y en la vanagloria de la vida. Cuando usted ve cierto tipo de automóvil, quizás desee tenerlo. Algunos pueden pensar día y noche en determinado automóvil. El automóvil no es el problema, las personas son el problema. El problema no es que necesiten un automóvil; más bien, el problema reside en la concupiscencia de la carne, en la concupiscencia de los ojos y en la vanagloria de la vida.]
[Mediante el bautismo somos liberados del mundo a través del agua. La familia de Noé fue salva por medio del diluvio que destruyó el mundo, y de este modo fue librada del mundo corrupto. Los israelitas fueron salvos por medio de las aguas del Mar Rojo que ahogaron al ejército egipcio; de esta manera fueron librados del mundo egipcio que los gobernaba. El bautismo está tipificado por estos dos eventos en los que se pasaron por las aguas de la muerte (1 P. 3:20-21; 1 Co. 10:1-2). El bautismo por inmersión nos libera del mundo. Por lo tanto, cuando un creyente ha sido bautizado, ha pasado tanto por el diluvio como por el Mar Rojo. Y el hecho de que haya emergido de las aguas, nos da a entender que ha sido separado del mundo.]
[El mundo, en nuestra vida diaria, consiste en las personas, las actividades y las cosas que usurpan el lugar de Dios en nosotros. Por eso, tenemos que hacer frente a estas cosas.
¿Cómo sabemos qué es lo que nos usurpa y cómo determinamos esto? En primer lugar, tenemos que ver si hay cosas que exceden nuestras verdaderas necesidades diarias. Podemos decir que todo lo que excede nuestras necesidades básicas, usurpa el lugar de Dios y nos posee; por ende, tal cosa tiene que ser juzgada. Nuestra existencia depende de ciertas personas, actividades y cosas, tales como nuestros padres, esposo, esposa, familia, ropa, comida, vivienda, transporte, ocupación, etc., los cuales son indispensables para nuestra existencia. Si estas cosas contribuyen a una vida que es dedicada a Dios, tales cosas no conforman nuestro mundo. Pero si estas personas, actividades o cosas exceden a nuestras necesidades diarias, entonces, vienen a ser nuestro mundo. Por ejemplo, el vestido como necesidad primordial no es mundano, pero si uno presta mucha atención al atavío y a los adornos, o si malgasta el dinero por el afán de seguir la moda, entonces está excediendo el límite de sus necesidades básicas. En consecuencia, tales excesos llegan a ser su mundo. Otro ejemplo sería los lentes. Cuando son usados para corregir la vista defectuosa, no son mundanos, pero muchos los usan para estar a la moda, entonces, esto ya no es una necesidad, sino que constituye el mundo que ellos aman.
¿Cuál es la norma que debe regular nuestras necesidades diarias con relación a las personas, actividades y cosas? En la Biblia no se menciona ninguna norma específica que gobierne estos asuntos.] [Así que, nosotros mismos, al orar buscando conocer la mente de Dios, debemos imponernos la norma por la cual determinamos cuáles son nuestras necesidades diarias. No podemos comparar nuestra norma personal con la de otros, ni exigir que otros estén de acuerdo con nuestro punto de vista o con nuestro sentir. Además, nuestros propios tratos delante de Dios también deben concordar con la norma de nuestro diario vivir ante El. No debemos ir más allá ni tampoco quedarnos cortos.]
[Desde la perspectiva divina, existe cierta regla de medida en cuanto al mundo. Esta regla es Dios mismo. Así como medimos el pecado conforme a la ley de Dios, también debemos medir nuestra relación con el mundo según Dios. La norma que seguimos en cuanto al trato que tenemos con el mundo se basa en Dios. Si Dios está ausente en nuestra vida, no podremos percibir qué es el mundo. Dios y el mundo se oponen el uno al otro. Dondequiera que esté el mundo, allí no estará Dios; y donde esté Dios, no estará el mundo].
[La base para hacer frente al mundo es la misma que para hacer frente al pecado. Depende del sentir de la vida divina que obtenemos en nuestra comunión con Dios. Dios no pide que nos separemos inmediatamente de todo lo profano y de todas las cosas que nos usurpan, sino que quiere que nos deshagamos de las cosas que consideramos profanas y que nos usurpan. En la práctica, puede ser que haya cien cosas profanas en nosotros, pero durante nuestra comunión con Dios sólo estamos conscientes, quizás, de diez. Entonces, Dios sólo nos hace que seamos responsables de estas diez; y no de las noventa restantes. No es sino hasta que hayamos alcanzado cierto grado de comunión en vida que podremos percibir las noventa restantes, y tratar con ellas.]
[Hay dos factores que influyen decisivamente en nuestro sentir interior hacia el mundo: nuestro amor hacia Dios y nuestro crecimiento espiritual en la vida divina. Hemos dicho que Dios mismo es la norma en que nos basamos para deshacernos del mundo. Si estamos lejos de Dios, no estaremos conscientes de nuestra condición mundana. Pero una vez que nos acercamos a El, descubriremos muchas cosas mundanas en nosotros. Sólo aquellos que aman a Dios desean acercarse más a El. Por lo tanto, si deseamos deshacernos del mundo, debemos primero amar a Dios.]
[Nuestro sentir interior hacia el mundo también depende de nuestro crecimiento espiritual. Cuanto más avancemos en la vida espiritual y en el conocimiento de Dios, discerniremos el mundo con mayor profundidad. Este discernimiento es el sentir interior que tenemos hacia el mundo, y constituye la base para tratar con el sistema mundial. El grado de nuestro crecimiento espiritual siempre es proporcional al grado en que nos hemos separado del mundo.]
[Los extremos a los cuales llegamos para separarnos del mundo están determinados por la “vida y paz” (Ro. 8:6) que tengamos. Siempre que decidamos separarnos de aquel aspecto del mundo del cual estamos conscientes, debemos hacerlo hasta que tengamos paz y vida interiormente. Ya que estas decisiones dependen del sentir de vida que deriva de la comunión con Dios, en realidad son experiencias de la vida divina. Adoptar esta posición frente al mundo de esta manera hace que experimentemos vida y nos sintamos frescos, radiantes, satisfechos, fuertes, gozosos y en paz. En otras palabras, debemos separarnos del mundo a tal punto que tengamos vida y paz].
[En 1 Juan 2:15 se nos manda que no amemos al mundo ni las cosas que están en el mundo. Nos dice que si amamos al mundo, el amor del Padre no está en nosotros. No amar al mundo es la base para vencer al maligno. Si amamos al mundo aunque sea sólo un poco, le estamos dando al maligno terreno para que nos venza y nos subyugue.] Cada vez que abrimos nuestro ser al mundo, al sistema de Satanás que es contrario a Dios, perdemos la batalla contra él.]
[Conforme a 1 Juan 5:4, todo lo que es nacido de Dios vence al mundo.] En este versículo “todo” se refiere al espíritu humano. [Por lo tanto, el espíritu humano regenerado es el que vence al mundo. En cuanto a vencer al mundo, no debemos confiar en nuestra propia habilidad o esfuerzo. Nuestro espíritu tiene la capacidad de vencer a Satanás y al mundo, o sea, al sistema maligno. Pero por nosotros mismos no podemos vencer. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, permanecemos en nuestro espíritu y andamos conforme a él, descubriremos que nuestro espíritu tiene la capacidad, mediante la vida divina, de vencer a todas las cosas negativas. Es por eso que necesitamos ejercitar nuestro espíritu para tener comunión con el Señor y orar buscando disfrutarle. Necesitamos también ejercitar nuestro espíritu al invocar el nombre del Señor y al orar-leer la Palabra. Este ejercicio estimula la habilidad de nuestro espíritu para vencer al mundo.
La vida divina en nuestro espíritu es la que tiene la capacidad de vencer al mundo maligno y satánico. Estamos rodeados de tentaciones. ¿Cómo entonces podemos vencer? La vida divina en nuestro espíritu puede vencer a la tentación. Tenemos que ver que nuestro espíritu está mezclado con la vida divina y que es el órgano capaz de vencer al mundo.]
Fuimos creados por Dios, redimidos por Cristo y regenerados por el Espíritu; por lo tanto nosotros somos sólo para El. Pertenecemos a Dios; por consiguiente, debemos ser poseídos y ocupados únicamente por El. Tenemos que deshacernos de cualquier cosa del mundo que nos usurpe. Experimentamos vida y crecemos en vida a medida que renunciamos al mundo. El Espíritu es la fuente de estos tratos disciplinarios y El los lleva a cabo con miras a que crezcamos en la vida hasta alcanzar la madurez en vida.