
Lectura bíblica: Hch. 2:36; 5:31; Ap. 1:5; Ef. 1:22; Col. 1:18; 1 Co. 11:3; He. 13:24; Ro. 12:8; 1 Ti. 5:17; 3:2; 1 P. 5:2-3; 1 Ts. 5:12; He. 13:17; Gá. 2:7; Ro. 11:13; 1 Co. 16:12; 1 Ti. 1:3-4; 2 Jn. 9-11; 2 Co. 13:10; 1 Co. 4:17b-21; 7:17b; 16:1; 11:2; 2 Ts. 3:6, 9, 12, 14; 1 Co. 1:10; 5:11-13; 11:34b; 2 Co. 10:6; Hch. 14:23; Tit. 1:5; 1 Ti. 5:19-20 Ex. 28:29-30; Nm. 27:15-23; 1 S. 3:1, 19-21; Hch. 15:6, 23, 28; 2:42; 13:1
En este capítulo tendremos más comunión en cuanto al liderazgo neotestamentario. El liderazgo apropiado es indispensable. En cualquier institución humana se necesita liderazgo. Si un país tiene un presidente excelente, ese país será un país excelente. Por otro lado, si el liderazgo es pobre, el pueblo de tal país sufrirá. Incluso en una familia, tener el liderazgo apropiado ayuda a todos los miembros de la familia. Hay confusión y desorden si falta el liderazgo apropiado. Dios no es un Dios de confusión, sino de paz y de orden (1 Co. 14:33, 40). Ninguna situación confusa proviene de Dios; todo lo relacionado con El siempre está en orden. El universo es inmenso, pero los billones de seres que están en él están en orden. Debido a que toda creación está en orden, la tierra está en una condición pacífica y reposada. Sin embargo, un pequeño desequilibrio a este orden haría que la tierra fuera inhabitable.
Debido a que Dios creó al hombre, todo lo relacionado con su cuerpo físico está en orden. Si nuestro cuerpo experimenta el más pequeño desorden, nos enfermamos y sufrimos. Del mismo modo que nuestro cuerpo físico está en un orden apropiado, la iglesia, el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:27; Ef. 1:22-23), también tiene orden. Algunos han dicho que puesto que la iglesia es de los santos, los santos que están en la iglesia son iguales en todo aspecto, y no hay liderazgo ni autoridad delegada entre ellos. Este es un viento de enseñanza (Ef. 4:14) que perturba a la iglesia y le trae desorden. La Biblia dice que la iglesia es la iglesia de Dios (1 Co. 1:2; 10:32), la iglesia de Cristo (Ro. 16:16) y la iglesia de los santos (1 Co. 14:33). No existe versículo en la Biblia que nos diga que la iglesia es la iglesia de los apóstoles. Los apóstoles nunca se proclamaron dueños de la iglesia, sino que predicaban que Cristo Jesús es el Señor y que ellos eran esclavos de las iglesias (2 Co. 4:5). Sin embargo, esto no significa que todos los miembros del Cuerpo sean cabezas. La igualdad de todos los miembros sin que haya liderazgo entre ellos no concuerda con lo que Dios dispuso.
Cuando el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento llegó a ser una entidad colectiva, existía un orden entre ellos. Del mismo modo, en todo el Nuevo Testamento podemos ver que Dios está en contra de cualquier confusión. Debemos ver la verdad en cuanto al liderazgo neotestamentario conforme a la Palabra pura de Dios. La Biblia es nuestra “constitución”. En un país democrático como los Estados Unidos, la autoridad más elevada no reside en el presidente ni en el congreso, sino en la constitución. Para resolver cualquier caso, debemos regresar a nuestra “constitución”, la Biblia.
En cuanto al liderazgo neotestamentario, la Biblia primero habla de Cristo como Cabeza. La Cabeza de todo el universo es el Señor Jesucristo.
Dios hizo a Cristo Señor y Cristo (Hch. 2:36). El Señor, como Dios, era el Señor siempre (Lc. 1:43; Jn. 11:21; 20:28). Sin embargo, en Su encarnación, se hizo hombre; el Creador se hizo un ser creado. Como hombre fue hecho Señor en Su ascensión después de que introdujo Su humanidad en Dios al resucitar. Además, El como Aquel que Dios envió y ungió, era Cristo desde el momento en que nació (Lc. 2:11; Mt. 1:16; Jn. 1:41; Mt. 16:16), pero como tal, fue hecho oficialmente el mismo Cristo de Dios en Su ascensión.
Dios hizo del hombre Jesús Señor para que sea la Cabeza y el dueño de todo. Ningún fundador de ninguna religión, como por ejemplo Mahoma o Buda, fue llamado Señor. Sólo Cristo Jesús es el Señor. Nosotros como cristianos entendemos que Jesús es nuestro Señor. Especialmente en tiempos difíciles o incluso cuando algo bueno se nos presenta, frecuentemente lo primero que decimos es: “¡Oh Señor!” ¡Cuán bueno es tener a Jesús como Señor! Jesús fue hecho Señor de todos (Hch. 10:36), para ser el dueño de todos. Si uno no tiene a Jesús, carece de dueño. Jesús también fue hecho el Cristo en Su resurrección y en Su ascensión para llevar a cabo la comisión de Dios, o sea, Su plan y Su economía eterna. El Señor es el dueño, y Cristo es el que actúa. El es dueño de todo y cumple la comisión de Dios.
Cristo fue exaltado por Príncipe sobre todos los gobernadores. Hechos 5:31 dice: “A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. El nos salva como Príncipe, el que dirige. Puesto que El controla todas las cosas, El tiene el poder, la autoridad y la capacidad de salvarnos. Fuimos salvos bajo Su liderazgo. El tiene la autoridad y el poder, si desea, incluso para deponer a un rey para salvar a uno de entre Su pueblo. El relato de Faraón y el pueblo de Israel en Exodo demuestra la autoridad y el poder del Señor para salvar. En Egipto Faraón tenía a todo el pueblo de Israel bajo esclavitud, y Dios envió a Moisés para que le dijera que dejara salir a Su pueblo (Ex. 5:1). Cuando Faraón se negó a hacerlo, el Señor envió sobre él las plagas, y éste pidió a Moisés que rogara al Señor por él (8:8, 28; 9:27-28; 10:16-17). Finalmente, Faraón fue sometido, y dejó libre al pueblo de Israel (11:1; 12:31). El Salvador rescató a Su pueblo mediante Su poder y autoridad.
La autoridad y el poder del Señor como Soberano de todos los gobernantes se refleja en el control que ejerce sobre la situación mundial. He tenido la intención desde los primeros años de 1940 de evangelizar las regiones del noroeste de China y Mongolia. Nunca pensé que vendría a los Estados Unidos. Sin embargo, por la providencia del Señor en la situación mundial, estoy aquí. Aquel que me trajo a este país es el Soberano sobre todos los gobernadores.
Cristo fue hecho Soberano de los reyes de la tierra (Ap. 1:5). En la tierra han existido muchos reyes, reinas y presidentes, pero el Soberano que está sobre todos éstos es Cristo. Dios hizo a Cristo el Soberano y le exaltó por Príncipe.
Además, Dios dio a Cristo como Cabeza sobre todas las cosas y le dio a la iglesia (Ef. 1:22). Todo lo que Cristo es va dirigido a la iglesia. Cristo es la Cabeza de la iglesia (Col. 1:18). Todo lo que la Cabeza es, ha sido transmitido a la iglesia por la vida que circula en el Cuerpo.
Cristo también es la Cabeza de todo varón que esté bajo la autoridad de Dios (1 Co. 11:3). Cristo es la Cabeza de la iglesia, corporativamente y la Cabeza de cada varón, individualmente. Al mismo tiempo, El mismo está bajo la autoridad de Dios. Qué orden tan maravilloso tenemos en el universo. Dios está sobre Cristo, y Cristo está sobre todas las cosas. El como Cabeza de todas las cosas es la Cabeza de la iglesia y de todo varón.
El liderazgo neotestamentario abarca a los ancianos de la iglesia y los que dirigen en el ministerio. No es correcto decir que no existe liderazgo en la iglesia. Incluso en la vida familiar normal hay liderazgo. Cuando los padres no están en casa, se le deja al hermano o a la hermana mayor como el liderazgo sobre los otros hijos. Si los padres y los hijos mayores están ausentes, se deja la nana allí encargada del resto de los hijos. En toda situación se necesita un líder. En la vida de iglesia los ancianos ejercen el liderazgo diligentemente (He. 13:24; Ro. 12:8). Todos los ancianos dirigen en la iglesia. Sin líderes no podríamos tener una vida de iglesia ordenada con sus muchos aspectos, sino que tendríamos confusión.
El liderazgo en la vida de iglesia se lleva a cabo por la labor de los ancianos al enseñar a los santos (1 Ti. 5:17; 3:2) y al pastorear a la iglesia como rebaño de Dios, velando sobre ella conforme a Dios, siendo ejemplos del rebaño, sin ejercer señorío sobre el rebaño (1 P. 5:2-3). Los dirigentes en la iglesia deben guiar en todo aspecto. Deben ser las ovejas que van al frente, las ovejas principales. Cuando las ovejas que están al frente del rebaño andan, las demás siguen, y cuando las ovejas que están al frente no hacen nada, todo el rebaño tampoco hace nada. Si los servicios sanitarios del local necesitan ser limpiados, los ancianos deben ser los primeros en hacerlo. Los ancianos también deben ser los primeros que salen a predicar el evangelio tocando puertas. Si los ancianos salen a predicar el evangelio, muchos en la iglesia les seguirán. Por otra parte, si los ancianos no toman la iniciativa para salir, sino que simplemente exhortan a los otros santos a que lo hagan, pocos santos saldrán. La manera de ser un anciano no es dar órdenes sino tomar la iniciativa. Si los ancianos laboran enseñando y si pastorean, velan y son ejemplos del rebaño, todos los santos les respetarán y obedecerán su liderazgo.
Los santos deben respetar, obedecer y honrar a los ancianos (1 Ts. 5:12-13; He. 13:17; 1 Ti. 5:17). El honor dado a los ancianos puede incluir bienes materiales. Algunos ancianos no tienen un trabajo secular porque están muy ocupados en los asuntos prácticos de la iglesia. No tienen ingresos pues viven por fe. Los santos deben honrarles con bienes materiales. Este es el debido orden apropiado con una situación apropiada y bella en la vida de iglesia.
El liderazgo neotestamentario también incluye el oficio de tomar la iniciativa en el ministerio. Pedro lo hizo en el ministerio neotestamentario entre los judíos (Gá. 2:7b). Podemos ver cómo Pedro dirigía en el ministerio en los primeros doce capítulos de Hechos. Pablo dirigía en el ministerio neotestamentario entre los gentiles (Gá. 2:7a; Ro. 11:13) en los últimos dieciséis capítulos de Hechos.
El liderazgo en el ministerio neotestamentario reside más en la enseñanza neotestamentaria que en los líderes del mismo. En los Estados Unidos el liderazgo del país reside más en la constitución que en el presidente. El factor crítico del gobierno es la constitución. Del mismo modo, el liderazgo del Nuevo Testamento no se encontraba en la persona de Pedro ni en la de Pablo, sino en su enseñanza. Si Pedro o Pablo se hubiera apartado de su enseñanza, los santos no les habrían seguido. Las iglesias siguieron la enseñanza de los apóstoles y a ellos mismos porque tenían la enseñanza neotestamentaria. Los apóstoles guardaban su enseñanza, estaban en ella y eran uno con ella.
En 1934 hubo un conflicto en la iglesia en Shanghai dirigido principalmente contra el hermano Nee. En aquellos tiempos le aseguré que yo le seguía incondicionalmente, no por quién era él, sino por la enseñanza y la revelación que había traído al recobro del Señor. El hermano Nee y yo no nos habíamos conocido antes; no nos unía ningún afecto personal. El dirigía, y yo le seguía porque él tenía la revelación en su enseñanza y guardaba la revelación. También le dije que si un día se desviaba de la revelación que nos había presentado, yo seguiría la revelación, mas no a él.
Hoy día, debido a la rebelión actual en el recobro del Señor, algunos santos están tratando de vindicarme. Pero a mí no me interesa ser vindicado. Lo que se debe vindicar es la enseñanza que tenemos en el recobro del Señor. Las iglesias del recobro del Señor no siguen a un hombre, sino la enseñanza de este ministerio. No obstante, seguir la enseñanza y no al ministro no significa que se deba rechazar al ministro. Algunos han torcido lo que dije en cuanto a que no se sigue a un hombre sino su enseñanza y afirman seguir mi enseñanza, pero al mismo tiempo me rechazan a mí. Ni siquiera los estudiantes de una escuela pueden recibir la enseñanza y rechazar al maestro. Lo que el ministerio en el recobro del Señor ha presentado a las iglesias concuerda con la enseñanza neotestamentaria de los apóstoles. Por esta razón, tengo paz. No me preocupan los conflictos que surjan en la iglesia, pues no pueden derribar el ministerio neotestamentario.
Algunos han enseñado erróneamente que las iglesias locales son autónomas, que una vez que un apóstol establece una iglesia local y nombra a los ancianos, ya no tiene relación con esa iglesia ni debe inmiscuirse en sus asuntos. Esto no concuerda con la Biblia. El apóstol Pablo estableció iglesias, y nombró a los ancianos de las iglesias (Hch. 14:23. Tit. 1:5). Sin embargo, después de esto no se los dejó a su suerte. Visitó la iglesia en Efeso después de que ésta había sido establecida y permaneció allí tres años. Después, mientras regresaba a Jerusalén, no se olvidó de la iglesia en Efeso. Hechos 20 nos dice que de Mileto envió palabra a Efeso y llamó a los ancianos de la iglesia (v. 17). Ellos vinieron a él, y les habló por largo rato advirtiéndoles, instruyéndoles e incluso exhortándoles. Hechos 20:31 dice: “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”. El versículo 20 dice: “Y como nada de cuanto os pudiera aprovechar rehuí anunciaros y enseñaros, públicamente y de casa en casa”. Sin duda, les enseñó a los santos de Efeso en cuanto a la economía de Dios y en cuanto a su vida diaria, declarándoles todo lo que era provechoso. Les dijo a los ancianos en los versículos 29 y 30: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Esto muestra cuánto le preocupaba a Pablo el futuro de la iglesia en Efeso. Pablo también les escribió una epístola a los efesios. Esto demuestra que los apóstoles nunca se apartaron de las iglesias que establecieron.
Los que dirigían en el ministerio no eran estrictos en cuanto a dirigir a sus colaboradores. En 1 Corintios 16:12 dice: “Acerca de nuestro hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera quiso ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”. Sin embargo, los dirigentes sí eran estrictos en la enseñanza del Nuevo Testamento (1 Ti. 1:3-4; 2 Jn. 9-11). En 1 Timoteo 1:3 dice: “Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te quedases en Efeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes”. En 2 Juan 9-10 dice: “Cualquiera que se extravía, y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios ... Si alguno viene a vosotros, y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate!” Los apóstoles no eran estrictos al dirigir a un colaborador, como en el caso de Apolos, para que fuera a cierto lugar. Sin embargo, eran estrictos en cuanto a la enseñanza neotestamentaria. Esto comprueba que el verdadero liderazgo en el ministerio yace en la enseñanza de los apóstoles.
El Nuevo Testamento nos muestra la autoridad delegada de Dios que yace en los dirigentes en el ministerio. En una familia existe una autoridad delegada, y en el gobierno humano también. Sin las autoridades delegadas, el mundo entero sería una anarquía y un caos, y no se podría vivir en él. Hoy, un viento de enseñanza existe en el recobro del Señor que dice que no hay autoridad delegada en la iglesia. Según esa enseñanza, el hermano Nee está equivocado en su libro Authority and Submission [Autoridad y sumisión]. Si el hermano Nee estuviera equivocado, la Biblia también estaría equivocada porque la Biblia revela claramente la autoridad delegada de Dios en la vida de iglesia y en el ministerio.
La autoridad que Dios delegó a quienes puso en el ministerio tenía como fin que ellos edificaran y no derribaran (2 Co. 13:10). Pablo tenía autoridad, no para destruir, sino para edificar. La autoridad delegada de Dios radicaba en la enseñanza de los dirigentes (1 Co. 4:17b-21; 7:17b; 16:1; 11:2; 2 Ts. 3:6, 9, 12, 14). Pablo ejercía su autoridad en su enseñanza. El enseñaba lo mismo en todos los lugares y en todas las iglesias (1 Co. 4:17b), y las iglesias le obedecían. Esta fue una demostración de la autoridad delegada de Pablo. La autoridad siempre sigue las palabras apropiadas. Un maestro de escuela habla con autoridad. Cuando el maestro habla, todos los estudiantes están bajo su autoridad.
El liderazgo en el ministerio se ejercía resolviendo los problemas y los asuntos prácticos de las iglesias (1 Co. 1:10; 5:11-13; 11:34b). Pablo era firme al relacionarse con la iglesia en Corinto. En 1 Corintios 4:21 dijo: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” En 11:34 dijo: “Las demás cosas las pondré en orden cuando yo vaya”.
El liderazgo en el ministerio también se ejercía castigando la desobediencia de los santos. En 2 Corintios 10:6 Pablo dijo: “Y estamos prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”. Pablo tenía la intención de castigar toda la desobediencia cuando los corintios mismos hubieran aprendido la obediencia.
El liderazgo en el ministerio también se ve en el nombramiento de los ancianos y la relación con ellos (Hch. 14:23; Tit. 1:5; 1 Ti. 5:19-20). En 1 Timoteo 5:19-20 se demuestra que los apóstoles tenían la autoridad no sólo de nombrar ancianos, sino también de juzgarlos, incluyendo la autoridad de deponerlos. Esto nos muestra que los apóstoles eran la autoridad delegada de Dios.
Incluso entre los hijos de Israel en el Antiguo Testamento, Dios tenía un gobierno para llevar a cabo Su administración a fin de cumplir Su propósito. Dios también tiene Su gobierno en la administración de las iglesias en el Nuevo Testamento.
El gobierno de Dios no es una autocracia ni una democracia, sino una teocracia. Una autocracia es una dictadura, y en la democracia gobierna el pueblo. Hablando en términos humanos, la democracia es maravillosa, pero introducir la democracia en la iglesia es introducir las opiniones del pueblo. Esto es similar a lo que ocurría en la iglesia en Laodicea que se menciona en Apocalipsis 3. La palabra Laodicea en griego significa “la opinión del pueblo”. En el gobierno de los Estados Unidos, los congresistas y los senadores representan los estados para expresar la opinión del pueblo. Dios no gobierna la iglesia de esa manera. El gobierno de Dios en la iglesia es una teocracia.
El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento se llevaba a cabo mediante el sacerdocio con el Urim y el Tumim (Ex. 28:29-30; Nm. 27:15-23). Los sacerdotes que estaban en el sacerdocio tenían una íntima relación con Dios, eran uno con El. Dios se podía abrir a ellos, y ellos podían abrirse a El, para entenderse mutuamente. Tenían la capacidad de recibir la revelación de Dios, Sus palabras, Su oráculo.
El sumo sacerdote llevaba un pectoral con doce piedras preciosas que llevaban los nombres de las doce tribus de Israel. Dos entidades eran añadidas al pectoral, llamadas el Urim y el Tumim. Urim significa luz, y Tumim significa perfección. El Urim iluminaba las piedras que estaban en el pectoral. Los nombres de las doce tribus de Israel que estaban en las doce piedras contenían sólo dieciocho de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Por tanto, al pectoral le faltaban cuatro letras hebreas. El Tumim era añadido al pectoral que llevaba estas letras adicionales para completar el alfabeto hebreo. Esto significa la perfección.
Cuando el sumo sacerdote entraba en la presencia de Dios, recibía las palabras de Dios al iluminarse el Urim sobre las doce piedras del pectoral, incluyendo las veintidós letras del alfabeto hebreo, incluyendo el Tumim. El pectoral era como una máquina de escribir que formaba palabras, frases y oraciones. Por consiguiente, Dios hablaba a los hijos de Israel mediante el sumo sacerdote con el Urim y el Tumim. (Para ver más detalles en cuanto al pectoral con el Urim y el Tumim, véanse los mensajes 123 a 129 de Life-study of Exodus, págs. 1381-1434).
El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento también se llevaba a cabo mediante la coordinación de los profetas (1 S. 3:1, 19-21). Estos fortalecían el sacerdocio cuando éste estaba débil. Por esta razón, se necesitaban tanto los sacerdotes como los profetas.
El gobierno teocrático en las iglesias en el Nuevo Testamento se lleva a cabo por medio del Espíritu que mora en el espíritu de los apóstoles y los ancianos, que son los sacerdotes neotestamentarios, con la revelación de la enseñanza neotestamentaria (Hch. 15:6, 23, 28; 2:42; 1 Ts. 5:12; 1 Ti. 3:2; 5:17). El Urim y el Tumim que estaban en el pectoral del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento tipifican al Espíritu revelador, el Espíritu Santo, quien mora en nuestro espíritu receptor, nuestro espíritu regenerado. Estos dos espíritus mezclados constituyen en conjunto el Urim y el Tumim de hoy. Cuando los apóstoles y los ancianos como sacerdotes neotestamentarios van al Señor y le esperan para que El administre en la iglesia, ciertamente reciben luz y palabras del Señor. De este modo, recibimos las palabras de Dios en la administración de la iglesia para llevar a cabo Su gobierno teocrático.
Este gobierno también se lleva a cabo por medio de la coordinación de los profetas neotestamentarios (Hch. 13:1). En una iglesia local siempre debe haber profetas que confirmen nuestro sentir interior. Este es el gobierno teocrático del Nuevo Testamento por el cual Dios administra la iglesia para llevar a cabo Su economía neotestamentaria.
Ahora examinemos la aplicación práctica de todo lo mencionado, en una iglesia local. Cuando los ancianos de una iglesia local van al Señor, lo hacen como sacerdotes. Puesto que llevan la responsabilidad de ser ancianos, quieren saber cómo dirigir, enseñar, pastorear, vigilar y cómo ser ejemplos. Por consiguiente, tienen que orar juntos y esperar al Señor. Mientras oran y tienen comunión, el Espíritu, que mora en ellos, les habla y los ilumina internamente. En su espíritu regenerado recibirán algo del Señor. Luego se dan cuenta de la manera en que el Señor quiere que dirijan, pastoreen, vigilen y sean ejemplos. Puesto que esto tal vez no sea suficiente, se encuentran los profetas en las iglesias. Lo que los profetas hablan fortalece la manera en que los ancianos entienden la voluntad de Dios. Los ancianos y los profetas funcionan de este modo, lo cual constituye el gobierno en el que Dios administre en Su iglesia a fin de cumplir Su propósito eterno.
El gobierno teocrático en las iglesias en el Nuevo Testamento concuerda con el Espíritu vivificante como la consumación del Dios Triuno que mora en los que dirigen. Cuando éstos acuden al Señor en busca de ser guiados por El, reciben entendimiento interno. Cuando los profetas profetizan, lo que dicen fortalece el sentir de los que dirigen. El resultado de esta coordinación divina entre los sacerdotes y los profetas neotestamentarios en el Cuerpo de Cristo es la bendición enviada por Dios (Sal. 133:3). Espero que todos nosotros entendamos claramente el liderazgo neotestamentario, incluyendo Cristo como Cabeza, el liderazgo en la vida de iglesia, el liderazgo en el ministerio y el gobierno de Dios en la administración de las iglesias.