Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Llevar fruto que permanece, tomo 2»
1 18 19 20
21 22 23 24 25 26 27 28 29
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO DIECIOCHO

EL CONTENIDO DE LAS REUNIONES CRISTIANAS

LOS RESULTADOS DE PREDICAR EL EVANGELIO MEDIANTE LA PRÁCTICA DE TOCAR A LAS PUERTAS SON ILIMITADOS

  Al observar a los nuevos creyentes cuando vinieron a la reunión de la mesa del Señor, descubrimos que la parte más dulce fue la comunión que tuvimos acompañada de un ligero refrigerio después de la reunión. Este tiempo de comunión presenta muchas ventajas. Primero, los hermanos y las hermanas pueden tener más contacto con los nuevos creyentes. Por medio de más comunión y más contacto con ellos, podemos llegar a conocer su verdadera situación. Esto es muy provechoso para los nuevos creyentes, pues permite que lleguen a ser estables en Cristo y en la iglesia. Más aún, durante el tiempo de comunión y refrigerio podemos invitar a los nuevos creyentes a que visiten el salón de reuniones. Así, ellos podrán ser introducidos en el servicio de la iglesia, lo cual los llevará a conocer un poco más la vida de iglesia.

  No sólo un gran número de nuevos creyentes asistió a la reunión, sino que la manera en que ellos entraron a la reunión fue también muy ordenada. Aproximadamente dos mil personas asistieron. La asistencia de dos mil personas indica que detrás de la escena aún hay cinco o seis mil personas, y la mayoría de ellas tienen reuniones en sus hogares. Esto es definitivamente muy alentador.

  Por los testimonios que dieron los nuevos creyentes vemos que son ilimitados los resultados de predicar el evangelio mediante la práctica de tocar a las puertas. Un hermano testificó que después de ser salvo, su primo y sus colegas también fueron salvos. ¡Cuán maravilloso es esto! Cuando el evangelio sale, puede propagarse ampliamente. Creemos que esta propagación no tiene límites. Otro hermano testificó que mientras tocaba a la puerta de una casa, el amigo que se encontraba allí estaba a punto de suicidarse. Si el hermano no hubiera ido a su casa ese día, ese amigo podría haberse suicidado. Esto realmente nos anima mucho, pues sentimos que esta manera de proceder no sólo es viable, sino también excelente. Probablemente no haya otra manera en que el evangelio pueda propagarse de una manera tan ilimitada.

  Además hubo otros que testificaron que consideraban hacerse cristianos, pero no sabían cómo y deseaban que alguien los visitara. Los hermanos y las hermanas llegaron allí en el momento preciso. Esta situación es semejante a cuando el Señor envió a Pedro para que visitara la casa de Cornelio en Hechos 10. Por un lado, el Señor quería que Pedro fuera, pero, por otro, Él ya había hecho toda la obra de preparación en la casa de Cornelio. Es por eso que cuando los pequeños “Pedros” salimos a tocar a las puertas, ya hay tantas personas esperándonos. Esta situación también demuestra que si hubiésemos tocado a las puertas de forma selectiva y no de casa en casa, no habíamos obtenido semejantes resultados. Si siguiéramos haciendo las cosas como lo hacíamos en el pasado, poniendo anuncios en el periódico, haciendo publicidad e invitando a las personas por teléfono, no habríamos obtenido esta clase de resultados. Por otra parte, el evangelio no se habría propagado tanto ni tampoco habría sido predicado de una manera tan apropiada. La predicación del evangelio por medio de la práctica de tocar a las puertas ciertamente es positiva y provechosa.

LOS HIJOS DE PAZ EN EL EVANGELIO DE LUCAS

  El Señor en Su Palabra nos ha mostrado la práctica de tocar a las puertas de casa en casa. Mateo 9:36 dice que el Señor Jesús “al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban afligidas y dispersas como ovejas que no tienen pastor”. El Señor les dijo a Sus discípulos que ellos debían orar. Él les dijo: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que lance obreros a Su mies” (vs. 37-38). En este breve pasaje, el Señor, por un lado, asemejó al pueblo escogido de Dios a ovejas y, por otro, las asemejó a Su mies. Las ovejas necesitan ser halladas, mientras que la mies necesita ser cosechada y llevada a la casa.

  Tanto en el Evangelio de Lucas como en el Evangelio de Mateo el Señor dijo que enviaba a Sus discípulos como corderos en medio de lobos (Lc. 10:3; Mt. 10:16). Lo que el Señor dijo aquí parece contradictorio. Primero dijo que estas personas eran Sus ovejas, quienes estaban afligidas y dispersas y sin pastor; por otro, dijo que enviaba a Sus discípulos como a ovejas en medio de lobos. Sin embargo, el Señor mismo explicó esto, pues con Sus palabras pareció decir: “Yo os envío. Simplemente id de casa en casa y no seáis selectivos”. Luego dijo: “Y si hay allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre aquélla” (Lc. 10:6). Este hijo de paz es alguien que fue escogido y predestinado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, esto nos muestra que aunque hay una manada de lobos, en medio de ellos están las ovejas de Dios. Incluso podría parecernos que todos son lobos; sin embargo, en medio de esos lobos están las ovejas escondidas y de manera silenciosa y segura. Estas ovejas son los hijos de paz. Si dependemos únicamente de los anuncios que ponemos en los periódicos y de las llamadas telefónicas que hacemos, es posible que nunca los encontremos; en vez de ello, tal vez lo único que encontremos sean lobos. Sin embargo, si salimos a tocar a las puertas de casa en casa, nos estarán esperando muchas ovejas, muchos hijos de paz.

TOCAR A LAS PUERTAS DE CASA EN CASA EN TODA LA TIERRA COMO UNA PREPARACIÓN PARA LA VENIDA DEL SEÑOR

  Damos gracias al Señor por habernos revelado esta manera de proceder. Espero que los hermanos y hermanas que están en la iglesia puedan salir a tocar a las puertas en todo el mundo y de casa en casa. Ello dependerá de si estamos dispuestos a hacerlo. Por un lado, tenemos muchas reservas en cuanto a motivar a las personas a que sirvan a tiempo completo, pero, por otro, esperamos que haya un grupo de estudiantes universitarios que puedan servir al Señor a tiempo completo después de que se gradúen. Hablando figurativamente, ellos serían como un “escuadrón suicida” con un espíritu del evangelio, armados con El misterio de la vida humana, propagando el evangelio desde Taiwán a Tailandia, a Birmania, a India, al mundo árabe, luego a Grecia, hasta Asia menor, el Mar Egeo, y de allí a Europa Oriental y a Egipto, a Sudáfrica y así sucesivamente. Para entonces, habrá por todo el mundo estaciones del evangelio e iglesias locales. El evangelio del reino será predicado en toda la tierra habitada, y entonces vendrá el fin (Mt. 24:14).

  La posibilidad de que el evangelio sea predicado en toda la tierra ciertamente nos llena de emoción, pero ello también significa que debemos pasar por muchas aflicciones y sufrimientos, como el hecho de no poder comer ni dormir bien. Sin embargo, en medio de la amargura experimentaremos dulzura, y en medio de la dulzura, amargura, hasta que, al final de la amargura, vendrá la parte más dulce: la venida de nuestro Señor. Es menester que nosotros apresuremos Su venida, pues, si no lo hacemos, Él no regresará. A fin de apresurar Su venida, tenemos que preparar el ambiente en la tierra. Es sólo cuando el ambiente esté bien preparado que el Señor regresará.

  En los pasados dos mil años, el cristianismo ciertamente ha intentado hacer algo en la tierra conforme a la Biblia. Sin embargo, hoy la situación general del cristianismo en la tierra no es muy alentadora. Por esta razón, el Señor ha levantado Su recobro en la tierra, el cual no es motivado por los hombres. En los pasados veinticinco años, además de las iglesias del Lejano Oriente, el Señor ha levantado más de quinientas cincuenta iglesias locales en los otros continentes grandes. ¿Quién hizo esto? No hemos contratado predicadores, ni tenemos misiones ni hacemos recaudaciones de fondos, pero el Señor nos ha guiado a propagarnos de continente en continente de esta manera. Todo esto ha sido hecho por el Señor. Cuando recordamos cómo a veces en una reunión se requiere proveer traducción a diez o quince idiomas, nos resulta difícil imaginar todo lo que el Señor ha hecho por medio de Su recobro.

  La práctica de tocar a las puertas ciertamente puede atraer a todo tipo de personas, y el resultado es difícil de medir. Por consiguiente, dondequiera que estemos, tenemos que practicar el salir a tocar a las puertas. Después de salir a tocar a las puertas por un mes, es posible que ganemos al menos dos o tres hermanos y hermanas. Luego podemos formar un grupo con ellos y nuevamente salir a tocar a las puertas. Después de tocar a las puertas por un mes, ocho o diez personas serán ganadas de una manera sólida. Luego, si salimos nuevamente a tocar a las puertas por un mes más, podremos ganar a otras treinta, y al mes siguiente, ganar a sesenta. Si esto continúa de esta manera, el resultado será tremendo. Si los santos del recobro en diferentes lugares escuchan esto, y se proponen lograr esto y lo ponen en práctica, entonces la propagación y el incremento en el recobro del Señor serán ilimitados.

  Algunos quizás pregunten: “¿Qué sucederá si en medio de todas esas personas hay falsos creyentes?”. En principio, la cizaña no fue sembrada primero y después el trigo. No, en vez de ello, la Biblia dice que el trigo fue sembrado primero y luego vino la cizaña (Mt. 13:37-40). Por lo tanto, los creyentes verdaderos siempre vienen primero y luego los falsos. En ese sentido, la existencia de los creyentes falsos demuestra que los verdaderos ya estaban presentes. Diez creyentes falsos pueden ser un indicio de que hay cien creyentes verdaderos. El Señor Jesús nos dijo en Mateo 13 que las semillas fueron sembradas aquí y allá, pero al final, la cizaña (hierbajo parecido a cola de zorra) creció en medio del trigo. ¿De dónde vino la cizaña? Tal vez la única respuesta es que fue esparcida por el viento. Es sorprendente que el viento enviara cizaña únicamente a los campos de trigo y no a los campos de algodón. Creo que no es fácil encontrar una respuesta para ello, y cualquier explicación podría ser desacertada. Es muy significativo que el Señor Jesús usara esto como una parábola. Lo que Él quiso decir es que no debemos tener temor de hablar o de tocar a las puertas. Al contrario, debemos tocar al mayor número de puertas posible. Debemos bautizar a todo el que desee ser bautizado. Tenemos que creer que de entre los que son bautizados, el número de creyentes falsos será mínimo comparado con el número de los creyentes verdaderos. Si cien personas son bautizadas, quizás sólo una de ellas sea un creyente falso. Por lo tanto, no se preocupen; simplemente sean valientes hasta que llegue el día en que todas las personas de la tierra sean visitadas mediante la práctica de tocar a las puertas.

COMUNIÓN EN CUANTO A LAS REUNIONES CRISTIANAS

Los factores de las reuniones cristianas: el espíritu, la Palabra, la oración y la lectura

  A menudo los nuevos creyentes vienen a las reuniones llenos de gozo, pero parece que todos nosotros nos olvidamos de nuestro deber. Como resultado, los nuevos creyentes no son satisfechos, y se van de la reunión decepcionados. En otras palabras, los que asisten a las reuniones con regularidad no están bien preparados, así que las reuniones no tienen la debida cantidad de suministro y riquezas. Cuando hablamos de riquezas no estamos hablando simplemente de gritar o de cantar a voz en cuello. En vez de ello, nos referimos a una reunión en la que se hacen oraciones de peso espiritual, oraciones que están llenas de luz, de vida, de verdad, de experiencia y de suministro. El simple hecho de entusiasmarnos en la reunión y de cantar con gritos de júbilo no es la adoración apropiada a Dios ni la manera apropiada de hacer memoria del Señor; al contrario, todo esto puede ser acciones vanas y sin sentido. Esto revela que no hemos recibido un entrenamiento adecuado en cuanto al contenido de las reuniones.

  Una reunión debe tener contenido, pero el contenido no debe depender de un programa rígido, que ha sido previamente establecido. En una reunión grande, como por ejemplo, una reunión donde están congregadas diez mil personas, el número de personas nos obliga a tener cierto programa y a dejar que varios hermanos dirijan la reunión. Sin embargo, en realidad una reunión no tiene un programa previamente establecido, pero sí un fluir y ciertos factores. Los factores de una reunión son nada menos que el espíritu, la Palabra, la oración y la lectura. El espíritu es Dios el Espíritu con nuestro espíritu. La Palabra es la Palabra de Dios, o sea, la Biblia. La oración incluye las alabanzas, y la lectura de la Palabra de Dios incluye la oración. Estos cuatro elementos forman el contenido de una reunión. Así como una deliciosa comida tiene sus ingredientes principales —como arroz, fideo, pollo, pato, pescado y carne, junto con las verduras y la fruta— nuestras reuniones deben tener el espíritu, la Palabra, la oración con alabanzas y la lectura y proclamación de la palabra de Dios. Todos estos elementos son necesarios en una reunión.

  En algunas de nuestras reuniones de la mesa del Señor cantamos demasiado. Siendo aún más franco, diría que a veces los santos cantan himnos de tal manera que simplemente están jugando o entreteniéndose sin ningún control. Esto no está bien, pues hará que quienes vengan por primera vez se sientan desconcertados acerca de un lugar tan extraño, y se pregunten si están en un estadio deportivo o en un salón de adoración. En efecto, es un salón de adoración, pero es posible que no se ofrezca allí ninguna adoración. Aunque se cantan canciones sagradas, no se percibe que se estén cantando canciones sagradas. ¿Qué debemos hacer entonces? Simplemente orar inmediatamente, y con una oración apropiada llevar a todos a la presencia de Dios. Los asuntos mencionados anteriormente nos muestran que si en los diferentes lugares únicamente salimos a tocar a las puertas, guiando a las personas a que sean bautizadas y estableciendo reuniones de hogar, pero no tenemos el debido contenido espiritual en las reuniones, habrá una gran deficiencia.

Compartir la responsabilidad en las reuniones al ejercitarnos para orar

  Además de los ancianos, cada persona debe compartir las responsabilidades importantes en las reuniones, ejercitándose para orar, de modo que las reuniones tengan un rico contenido del espíritu, de la Palabra, de las oraciones y de la lectura y proclamación de la palabra de Dios. En lo que se refiere a la oración, no hay diferencia entre hermanos y hermanas. Cuando estamos delante de Dios, no hay distinción. Quizás la oración de una hermana no logre inmediatamente “mover el timón” de la reunión en la dirección correcta. La razón por la cual el timón no se mueve probablemente sea que una sola persona está tratando de moverlo. En ese momento, otra hermana debe añadir otra oración. Luego, si aún no se logra cambiar el rumbo, un hermano debe añadir otra oración y, de ser necesario, otro hermano debe continuar con otra oración. De este modo, todos estarán unánimes y el timón se moverá. Si una, dos o tres oraciones no bastan, es necesario que se añada una cuarta o una quinta oración hasta que la dirección cambie. Esto alejará la reunión de una atmósfera lúdica, y llevará a todos a un espíritu de oración. Más aún, nuestras oraciones deben tener como contenido la vida, la luz, la verdad, algunas experiencias y el suministro.

El contenido de las reuniones necesita ser enriquecido a fin de impartir el mejor suministro de vida

  Si laboramos arduamente para llevar a los nuevos creyentes a la reunión, pero solamente los llevamos allí sólo para ver una demostración de entusiasmo, esto sería un completo fracaso en términos del contenido apropiado. Sin duda alguna, todos los nuevos creyentes que traemos son personas recién salvas y tal vez no tengan mucha percepción espiritual. A ellos tal vez les parezca muy bueno visitar el salón de reuniones donde hay tantas personas llenas de emoción y gozo, algo que raras veces se ve en otros lugares. ¿En qué otro lugar del mundo puede alguien encontrar una reunión tan placentera? Sin embargo, los que verdaderamente conocen al Señor saben lo que realmente estamos haciendo. No hemos dado nada a las personas, salvo algunas risas y entusiasmo. ¿Dónde está el contenido? En esa reunión, aparte de cantar algunos himnos, ¿qué contenido realmente hemos dado a las personas? Tal vez no les hayamos dado nada. Cuando mucho, sólo les hemos mostrado un poco de entusiasmo.

  Debido a que esta clase de entusiasmo puede parecerles muy buena, muchos estarán dispuestos a asistir a la reunión nuevamente. Es difícil encontrar otra situación semejante a la de la iglesia, donde varios cientos de personas se reúnen, hablan y disfrutan sin pelearse ni discutir; esto sin duda es poco común. Sin embargo, después de que vengan un par de veces más, algunos de los nuevos creyentes decidirán no volver. Esto se debe a la carencia de contenido. Las personas desean algo que tenga contenido, y no debemos darles otro contenido que no sea la verdad, la luz, la vida y los testimonios. Por consiguiente, cuando conduzcamos las reuniones de hogar de casa en casa, no sólo debemos enseñarles a las personas Lecciones de vida tema por tema, lección por lección, sino también tener más comunión con ellas. Por medio de esta comunión, la vida será sembrada en ellas, y en cada visita les impartiremos más suministro de vida. Esta manera de laborar es ilimitada; es muy completa y tiene múltiples aspectos.

  En la práctica de las reuniones de hogar, debemos apartar tiempo para compartir con ellos: tres minutos al principio de la reunión y cinco minutos al final de la reunión. Estos dos segmentos de tres y cinco minutos son muy importantes. Debemos preparar de antemano lo que les vamos a suministrar para que, por medio de lo que compartimos, puedan ser sembradas en ellos las riquezas del Señor, y la vida del Señor les pueda ser suministrada. Ésta es una lección que todos necesitamos aprender. Más aún, debemos aprender a usar Lecciones de vida. Al proceder según esta nueva manera, estudiamos las cosas mientras conducimos los entrenamientos, poniendo todo en práctica, observando las necesidades prácticas y luego procurando mejorar. Nuestra mayor deficiencia actual es que el contenido de nuestras reuniones no es rico. Por consiguiente, debemos hacer todo lo posible por suplir esta carencia lo antes posible.

Las reuniones no deben ser lúdicas sin ningún control

  Es un grave error ser lúdicos en las reuniones. Esto nunca debió haber ocurrido en nuestras reuniones en el pasado y definitivamente fue algo inapropiado. Por ejemplo, al cantar el himno “Desde que Jesús vino a mí”, algunos cantaron la línea “Bulle el gozo en mi alma como olas del mar...” prolongando la palabra mar de una manera peculiar y excesiva. Esto no es ni alabanza ni adoración, sino algo que desde todo punto de vista es un juego, algo que es inapropiado. Debemos liberar nuestro espíritu y elevar el tono de nuestra voz, pero no debemos gritar exageradamente con el propósito de divertirnos. No estamos viendo un juego de pelota en la reunión; estamos reunidos en torno al Señor para adorarlo, alabarlo y recordarlo. Debemos regocijarnos delante del Señor, como lo hizo David al saltar de regocijo delante del Señor (2 S. 6:14-16), pero nunca debemos jugar. Debemos prestar más atención a este asunto y no tomarlo a la ligera.

  Nuestros ojos necesitan ser abiertos, y nuestro sentir debe ser agudo. Muchas veces es fácil perder el control cuando las personas están reunidas. Debemos regocijarnos e incluso cantar alegremente; sin embargo, no debe percibirse un sabor de juego en los cánticos gozosos, ni debemos rebajar su importancia. Todo lo que haga reír a las personas y añada un sabor de juego debe evitarse por completo. El propósito por el cual nos hemos reunido es adorar a Dios y recordar al Señor. Por un lado, ministramos la verdad y el suministro de vida para que las personas al venir a la reunión puedan ver allí una situación fresca y viviente; por otro, debemos hacer que la gente sienta respeto, percibiendo que Dios está aquí, debido a que estamos delante de Dios y delante del Señor.

  Nunca debemos menospreciar a los recién salvos, porque todo hombre creado por Dios tiene en su interior un deseo, un sentimiento, de adorar a Dios. Podemos comparar esto a una persona sedienta que desea ser satisfecha interiormente al beber un vaso de agua fría; si en vez de ello le damos un vaso de agua caliente, no podrá beberlo. Cuando las personas vienen a las reuniones, no han venido a una fiesta escolar, ni a un club nocturno ni a un partido de básquetbol. No, las personas han venido a la reunión a buscar a Dios. Éste es el concepto básico del hombre. Por consiguiente, no nos reunimos para divertirnos, sino para adorar a Dios, para recordar al Señor y para suministrar vida a las personas.

PREDICAR EL EVANGELIO, HACIENDO HINCAPIÉ EN EL ASUNTO DEL PECADO

  Debemos prestar atención al hecho de guiar a los nuevos creyentes a confesar sus pecados delante del Señor. En las reuniones hemos escuchado muchos testimonios de cómo las personas fueron salvas, pero no es común escuchar a alguien testificar que sentía que era pecaminoso, que confesó sus pecados delante del Señor y que creyó que la preciosa sangre que derramó el Señor Jesús en la cruz por él lo limpió de todos sus pecados. Es raro que alguien testifique acerca de esto. Ésta es una gran deficiencia en nuestra predicación del evangelio. Por lo tanto, cuando contactemos a los nuevos creyentes, ya sea antes o después del bautismo, debemos dedicar un buen tiempo para tener comunión con ellos acerca del asunto del pecado, a fin de que tengan un sentimiento apropiado al respecto.

  Las personas deben entender que en la Biblia la primera palabra del evangelio es “arrepentíos” (Mt. 3:2). El día de Pentecostés, después que la multitud oyó el evangelio predicado por Pedro, le preguntaron a éste: “¿Qué haremos?”. Pedro entonces les dijo: “Arrepentíos” (Hch. 2:37-38). Por supuesto, el método que hemos descubierto de usar El misterio de la vida humana para predicar el evangelio es correcto, pero esta publicación es simplemente útil para abrir la puerta. Podemos comparar esto a quitarle el corcho a una botella; después de abrir la botella, debemos estudiar muy cuidadosamente cuál debe ser el contenido de la botella. El primer elemento que debemos poner en el hombre es el arrepentimiento para que sepa que es pecaminoso. Esto es algo que nos hizo falta en el pasado, y ahora todos debemos suplir esta carencia. Debemos aprender cómo guiar a las personas al arrepentimiento, cómo ayudarles a que presten atención a su conciencia y a que perciban el sentir interior. Por ejemplo, si alguien fue deshonesto y ofendió a sus padres, hermanos y hermanas, ciertamente no podemos reprenderlo cara a cara. En vez de ello, primero debemos orar delante del Señor. Luego, cuando vayamos a predicarle el evangelio, debemos aprender cómo guiarlo al arrepentimiento y a sentirse convencido de pecado. Cuando el Espíritu venga, Él convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8). La palabra griega traducida convencer es difícil de traducir; denota un exhaustivo arrepentimiento y confesión, así como la condenación del yo. Esto es algo que hace falta en nuestra predicación del evangelio, y tenemos que esforzarnos por suplir esta carencia.

LAS REUNIONES DE LA MESA DEL SEÑOR NECESITAN UN SUMINISTRO ESPECÍFICO DE LA PALABRA

  Por causa de los nuevos creyentes que estén presentes en la reunión del día del Señor, debemos tener comunión en cuanto al significado del partimiento del pan y dedicar un tiempo al ministerio de la Palabra. Cada día del Señor, debemos tener un mensaje que compartir a los santos. Hablando con propiedad, la iglesia debe ser viviente y estar llena de las riquezas al grado en que no haya necesidad de dar a los santos una copia impresa del extracto de un mensaje. En vez de ello, debe haber un hermano que simplemente se ponga en pie para compartir sobre un pasaje por diez minutos. El hablar debe ser viviente, iluminador, real y rico. Aunque desde la época del hermano Nee, nosotros hemos hecho lo posible por mejorar en este asunto, hasta hoy no lo hemos logrado. La vieja manera que practicamos en el pasado anuló este asunto. Ahora somos como un hombre cojo, que anda con muletas. Esperamos que después de seis meses o un año, sean producidos algunos hermanos que sean hábiles en esto. Deben haber recibido cierto adiestramiento y pueden usar de diez a quince minutos en la reunión para guiar a todos los santos a leer unos cuantos pasajes de la Biblia, a orar-leer juntos y a decir algo para que las personas puedan recibir el beneficio y ser alimentadas.

  Si en una reunión de dos mil personas, prácticamente no se oye ni una sola palabra de vida de principio a fin, eso no estará nada bien. No podemos simplemente darles himnos a las personas, porque cuando ellas cantan himnos, raras veces prestan atención al significado del himno y sólo suelen prestar atención a la melodía, al sonido y a la expresión. Por consiguiente, en cada reunión debemos tener el espíritu y la palabra en vez de entretenimiento, festejo y juego, todo lo cual debe evitarse completamente. Las reuniones deben ser vivientes y liberadas, y de ninguna manera debe haber una atmósfera de juego y de festejo. Esto no significa que debamos estar en la reunión con caras largas; antes bien, significa que debemos hacer que las personas perciban cierta solemnidad. Después de todo, el propósito de la reunión del día del Señor es recordar al Señor y adorar a Dios. Aunque hoy estamos en la era de la gracia, siempre que las personas contacten al Señor y se encuentren con Él, se postrarán delante de Él. La presencia del Señor muchas veces hace que las personas sientan reverencia y no es algo tan liviano como quizás hayamos pensado. No les digo esto para desanimarlos, sino para que seamos ayudados a practicar esto diligentemente, a fin de que todas las actividades de la reunión puedan llevarse a cabo de una manera apropiada delante del Señor.

FORTALECER EL ENTRENAMIENTO Y PRÁCTICA DE LAS REUNIONES DE HOGAR

  Aunque el camino que estamos siguiendo es el correcto, es muy difícil tener éxito totalmente en este último paso de practicar las reuniones de hogar. Ésta es una carga muy pesada que tenemos en nuestro interior. En el pasado bautizamos a las personas, pero no pudimos retenerlas porque no teníamos las reuniones de hogar, ni sabíamos cómo llevarlas a cabo. Ahora hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo para ponerlo en práctica con la esperanza de que por medio de las reuniones de hogar en nuestras localidades podamos establecer a las personas en la vida de iglesia y lograr que crezcan en vida.

  El despliegue de entusiasmo es momentáneo, y la emoción es temporal. Es necesario alimentar a las personas continuamente, al igual que una madre prepara comidas en su casa varias veces al día, alimentando continuamente a sus hijos desde que nacen hasta que cumplen veinte años o más. Esto no es nada fácil. Cuando pongamos en práctica las reuniones de hogar, tenemos que verlas desde esta perspectiva. Es necesario que primeramente nosotros mismos seamos enriquecidos con la vida, equipados con la verdad y seamos diestros en nuestro método. Es imprescindible que estas tres cosas estén bien atendidas: ser enriquecidos con la vida, ser equipados con la verdad, y usar y practicar las lecciones con miras a las reuniones de hogar. Nosotros debemos experimentar con las reuniones de hogar personalmente, asistiendo a ellas para aprender cómo se conducen y cómo se llevan a cabo. La misma Biblia y Lecciones de vida en manos de otros pueden ser muy ricas, vivientes, frescas e iluminadoras, pero en nuestras manos quizás no sean tan eficaces. No debiera ser así. Todos ayudamos a las personas a leer la Biblia; sin embargo, mientras algunos lo hacen de una manera viviente e iluminadora, es posible que nosotros lo hagamos de una manera muerta y rígida y que trae las tinieblas. Esto nos muestra que todos necesitamos ser adiestrados.

  Si las reuniones de hogar se practican con éxito, la nueva manera será exitosa; de lo contrario, toda nuestra labor relacionada con la nueva manera será en vano. Este asunto es muy serio. Por consiguiente, debemos orar pidiéndole al Señor que nos dé una visión clara del camino que tenemos por delante. Aparentemente hay muchas cosas que son loables y alentadoras; sin embargo, el contenido de las reuniones no merece alabanzas ni es tan alentador. No debemos decir que el contenido nuestro al menos es mejor que el del cristianismo. No debemos comparar el cuadro nuestro con un cuadro negro; nuestro estándar de comparación no es la tierra amarilla sino el oro. ¿Cuánto oro hay en nosotros? Tenemos que ser enriquecidos continuamente con la vida, la verdad, la luz y la experiencia, y aplicar continuamente nuestros métodos hasta que tengamos la debida destreza.

  (Mensaje dado el 28 de abril de 1987 en Taipéi, Taiwán)

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración