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Mensajes del libro «Los de corazón puro»
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Los de corazón puro

PREFACIO

  Este libro se compone de una serie de mensajes dados por el hermano Witness Lee, un siervo del Señor, en la ciudad de Taipei en 1950. Estos diez mensajes nos hablan de la manera en que podemos progresar en la vida cristiana; un creyente avanzará siempre y cuando: sea puro de corazón, quite todo lo que cubra la luz de Dios que está en él, confiese sus pecados, suplique por la iluminación divina, se consagre a Dios, mantenga una conciencia sin ofensa, viva delante de Dios y rinda un servicio apropiado en Cristo. Estos mensajes han permanecido ocultos durante medio siglo; ahora que son publicados, la abundancia de vida contenida en ellos será impartida nuevamente.

EL HOMBRE DEBE COOPERAR CON DIOS Y PERMITIR QUE DIOS OPERE EN EL

  Dios desea forjar Su vida en cada parte de nuestra alma, es decir, en nuestra mente, voluntad y parte emotiva. ¿Cómo logra Dios hacer esto? El requisito básico de la obra de Dios consiste en que el hombre debe cooperar con El; el hombre debe permitir que Dios opere en él. Esto no significa que Dios no hace nada, sino que muchas personas simplemente no cooperan con El. Algunos niños, cuando están enfermos, no quieren tomar su medicamento. Cuando sus madres los llevan al médico, a pesar de que éste y las madres esperan que los niños tomen el medicamento, ellos sencillamente se niegan a tomarlo. De manera similar, no es que Dios no desee forjarse en nuestro ser, sino que somos nosotros los que permanecemos reacios y renuentes.

  Entonces, ¿qué puede hacer Dios? Los médicos y las madres saben que hay tres métodos para ayudar a un niño a tomar su medicamento. Primero, pueden valerse de “una treta”; pueden endulzar el medicamento para que el niño piense que es un caramelo y, de esta manera, hacer que lo ingiera. Segundo, pueden contentar al niño, ya que cuando esté alegre y satisfecho, estará dispuesto a tomar el medicamento. Todos los médicos y enfermeras se valen de este método para “engañar” a sus pacientes; sin embargo, lo único que ellos desean es ayudar a sus pacientes para que cooperen. Tercero, si el niño se niega a tomar el medicamento, los médicos y enfermeras pueden ponerle una inyección. Este método es el más drástico. Le atan los pies y las manos para vencer toda resistencia y, entonces, le inyectan el medicamento. Para poder llenar lo más profundo de nuestro ser, Dios usa métodos similares a estos. Posiblemente algunas personas pregunten: “¿Usa Dios este tipo de tretas?”. En realidad no es que Dios use tretas para engañarnos. El es como los médicos o las enfermeras que aparentemente “engañan” a sus pacientes con el fin de hacerles tomar el medicamento, pero en realidad lo único que intentan obtener es la cooperación de sus pacientes. Dios hace lo mismo; El desea que el hombre coopere con El.

  Una pareja de incrédulos fue a estudiar a los Estados Unidos. La esposa, que era la hija de un pastor, tenía dinero y una posición social elevada; no obstante, ella no tenía a Dios, y sufría y sentía un gran vacío en su ser interior. Un día, Dios le dio a esta pareja un hijo muy bueno. Ellos amaban mucho a este hijo y reconocían que Dios se los había dado. La pareja dijo: “Si Dios no nos hubiera dado este hijo, no habríamos podido tenerlo por nosotros mismos”. No obstante, ellos recibieron el don pero no al Dios que les dio el don. Ellos amaron al niño, pero no amaron a Dios. Dos años más tarde, el niño se ahogó en un río. La pareja se sintió muy triste, y parecía que había perdido los cielos y la tierra. Fue en ese momento que un creyente vino a ellos y les dijo: “En el pasado, ustedes sólo quisieron al hijo que Dios les dio, pero no a Dios mismo. Ustedes tuvieron un hijo, pero él no pudo consolarlos”. Al escuchar esto, la pareja se arrodilló delante de Dios y confesó sus pecados, diciendo: “Oh Dios, perdónanos; en el pasado habíamos oído el evangelio, pero no quisimos recibirte a Ti”. Fue así como recibieron al Señor, y Dios pudo entrar en ellos. Con frecuencia Dios permite que nos sucedan cosas similares a éstas, para mostrarnos que le necesitamos.

  En Shangai había una hermana que era enfermera. Ella se casó a los cuarenta años de edad y llegó a tener un hijo, al cual ella y su esposo amaban mucho más que a Dios mismo. La condición en la que se encontraba esta hermana era como aquella parte nudosa de la madera que no se puede quebrar fácilmente. Un día, su hijo murió. Muchos hermanos y hermanas fueron a ayudarla. Cuando estaban a punto de poner al niño en el ataúd, la madre lloraba y decía que quería que la pusieran con su hijo dentro del ataúd. Al contemplar tal situación, los hermanos y hermanas se sintieron acongojados sin saber qué hacer. Pero, pocos días después, esta hermana fue a visitar a un hermano y le dijo: “Doy gracias a Dios de todo corazón. El ha hecho lo correcto conmigo”. Después de decir esto, prorrumpió en llanto. Si estas cosas no hubieran sucedido, Dios no habría podido entrar en la mente, voluntad y parte emotiva de ella. Sin embargo, ahora Dios llenaba todo su ser.

VOLVER NUESTRO CORAZON A DIOS PARA SER PUROS DE CORAZON

  Si Dios desea obrar en nosotros, pero nosotros no cooperamos con El, El usará algunos medios para que estemos dispuestos a cooperar. Aquí vemos que si deseamos que Dios opere en nosotros, tenemos que cooperar con El; de lo contrario, nos veremos en problemas. Pero, ¿cuál es la manera en que cooperamos con Dios? En primer lugar, esto tiene que ver con nuestro corazón. Si queremos cooperar con Dios y permitirle que trabaje en nosotros, primero que todo debemos volver nuestro corazón a Dios, porque los de corazón puro verán a Dios. En la Biblia, un corazón puro se refiere principalmente a un corazón que desea a Dios. La meta de aquellos que son puros de corazón es Dios mismo. Ellos no desean dinero, posición, ropa bonita ni perfumes caros. Ellos tampoco tienen sus ojos puestos en su cónyuge o en sus hijos. El corazón de ellos se halla completamente entregado a Dios. En Mateo dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios” (5:8); y en Salmos dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (73:25). Los de corazón puro tienen un corazón tan puro que sólo desean a Dios y nada más que a Dios mismo.

  Si los cristianos están dispuestos a permitir que Dios opere en ellos, lo primero que deben hacer es volver su corazón a Dios. Dios no puede trabajar en muchas personas porque su corazón no está puesto en El. No podemos decir que estas personas no desean al Señor, porque verdaderamente sí lo quieren; sin embargo, ellas también quieren algo más aparte del Señor mismo. Las hermanas de mayor edad aman al Señor, pero muchas de ellas también aman a sus hijos, e incluso quieren conseguirles una buena esposa. Hay muchos que, por un lado, aman al Señor, pero por otro, también aman el dinero y buscan ser respetados por los santos. Ellos vienen al salón de reuniones a limpiar las sillas, lo cual muestra que verdaderamente aman al Señor; sin embargo, después de limpiarlas, si los hermanos responsables no les demuestran su aprecio, se sienten molestos. Así que, si decimos que ellos no aman al Señor, seríamos injustos con ellos; pero si afirmamos que ellos aman al Señor, no estaríamos siendo justos delante del Señor. El ser interior de ellos es muy complicado, pero el amor debe ser simple. Una esposa debe amar a su esposo, pero no por el dinero que él le da. De igual manera, los cristianos deben amar a Dios, pero no porque Dios les da dinero. No obstante, muchas personas aman a Dios como Aquel a quien pueden acudir cuando desean algo. Salmos 73:2 dice: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”. Aun el salmista dijo que por poco resbalaron sus pasos. ¿En qué situación nos encontramos nosotros?

  Muchas veces nos quedamos perplejos y nos preguntamos por qué los que son de corazón puro, con frecuencia, no son prósperos, mientras que aquellos que no aman al Señor frecuentemente prosperan. Podemos obtener una clara respuesta a esta pregunta cuando entramos en el santuario de Dios (v. 17). Otras personas solamente obtienen gozo terrenal y paz terrenal, pero los de corazón puro obtienen a Dios mismo. Esto es lo que el de corazón limpio posee. Tenemos que tener en mente que la razón por la que Dios no puede trabajar en nosotros se debe a que nuestro ser interior no está lo suficientemente limpio. Le es difícil a Dios trabajar en nosotros porque nuestro corazón no es puro. Cuando nuestro corazón no es adecuado, nuestra manera de ver las cosas también es incorrecta. Por eso la Biblia dice que cuando nuestro corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado (2 Co. 3:16). Es por este motivo que resulta tan difícil ver la obra de Dios en muchos de Sus hijos. El problema de ellos estriba en si tienen su corazón puesto en el dinero y en su familia, o en Dios mismo. No hay provecho en juzgar a otros, ni tampoco sirve sólo estudiar las Escrituras; lo único que nos beneficia es volver nuestro corazón a Dios. Algunas personas tienen la mitad del corazón vuelto a Dios, mientras que otras tienen el corazón totalmente alejado de Dios. Debemos tener en mente que el grado en que nuestro corazón esté entregado a Dios, determina cuánto podrá realizar Dios en nosotros. ¡Ojalá todos nosotros seamos personas cuyo corazón es puro para con El!

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