
Lectura bíblica: Jn. 1:1-2; 14:16-20; 1 Co. 15:45
En el capítulo anterior vimos que somos los vasos de Dios, los recipientes que pueden contener a Dios. Ahora, tenemos que saber lo que Dios es. Como el contenido para nosotros los que le contenemos El es el Espíritu. Solamente como el Espíritu existe la posibilidad de que El entre en nosotros.
El Evangelio de Juan muestra que el Señor Jesús es el mismo Dios quien es el Espíritu. Comienza de esta manera: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios” (1:1). Luego, Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu”. En el principio era el Verbo, el Verbo era Dios y Dios es Espíritu. ¿Quién es Dios? Tenemos que decir que Jesús es Dios. Juan 4:24 es una continuación del versículo 14 del mismo capítulo. En el versículo 14 Jesús le dijo a la mujer samaritana que El es el agua viva. El agua viva es Jesús, quien es Dios mismo como el Espíritu. Jesús, el agua viva, Dios y el Espíritu son cuatro títulos que se refieren a una misma entidad. Jesús es el agua viva, el agua viva es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Dios es Dios mismo, y Dios llega a ser Jesús en la carne.
Algunos heréticamente dicen que Cristo es solamente un hombre y no Dios. Existe un grupo de personas en una llamada iglesia en las Filipinas que no creen que Jesús es Dios. Incluso algunos dicen que Jesús es simplemente el Hijo de Dios, que El no es ni el Padre ni el Espíritu. Ellos enseñan de esta manera debido a que ellos quieren sistematizar la Biblia. Pero no podemos sistematizar la Biblia. Isaías 9:6 dice que un niño nos es nacido cuyo nombre es el Dios fuerte y que un hijo nos es dado cuyo nombre es el Padre eterno. Esto muestra que Jesús es tanto el Hijo como el Padre. Si pudiéramos entender esto cabalmente y lo pudiéramos explicar al máximo El dejaría de ser admirable. Isaías 9:6 dice que Su nombre será llamado “Admirable”. Debido a que El es Admirable, no podemos explicarlo cabalmente. Si usted me pregunta “Hermano Lee, ¿es Jesús el Hijo de Dios o el Padre?” Yo le contestaría El es Admirable; su primer título es Admirable. ¿Es El, el hijo o el Dios fuerte? Yo diría “Admirable”.
Un niño pequeño es el Dios fuerte. ¿No es esto maravilloso? Los del judaísmo no creen que el niño pequeño nacido en el pesebre en Belén es el Dios fuerte. Sin embargo, Isaías 9:6 nos dice esto. No podemos explicar esto debido a que El es Admirable. Si usted me puede explicar esto, entonces El deja de ser maravilloso. ¡Aleluya, El es Admirable!
En Juan 14 Jesús habló con Sus discípulos de una manera maravillosa. El dijo: “Si me conocieseis, también a Mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta”. El Señor le dijo: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre” (vs. 7-9). ¡El Señor Jesús es maravilloso! El no solamente es el Hijo sino también el Padre; El no es solamente el Hijo y el Padre, sino también el Espíritu (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17). Cristo lo es todo. El es el niño; El es el Dios fuerte. El es un ser humano; El también es el Ser Divino. Las personas tratan de sistematizar la Trinidad Divina, sin embargo es imposible hacer esto. ¡Nuestro Señor Jesús es el todo en todo! ¡El es maravilloso! El es Dios, hombre, el Hijo, el Padre y el Espíritu.
El Señor Jesús les dijo a los discípulos que ya habían visto al Padre porque El había estado con ellos y lo habían visto por tres años y medio. Esto quería decir que ellos habían visto al Padre. El Señor continuó y dijo: “¿No crees que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí? Las palabras que Yo os hablo, no las hablo de Mí mismo, sino que el Padre que permanece en Mí, El hace Sus obras” (v. 10). Mientras el Señor hablaba, el Padre estaba obrando.
La pregunta que Felipe le hizo al Señor para que le mostrara al Padre era como si alguien me preguntara a mí: “Hermano Lee, por favor, muéstrenos a Witness Lee”. Yo le diría: “¿No cree usted que el hermano Lee está en Witness Lee y que Witness Lee está en el hermano Lee? Si usted ha visto al hermano Lee, sin duda ha visto a Witness Lee. Ahora habla el hermano Lee, pero Witness Lee hace el trabajo”. Realmente Jesús es Admirable. El es tanto el Hijo como el Padre. No piense que fuera de El se encuentra el Padre. El Padre está en El. Si usted lo ha visto a El, entonces ha visto al Padre.
Después de aclararles a Sus discípulos que El es el Hijo y el Padre, El les dijo algo más. El dijo: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de realidad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros” (Jn. 14:16-20). Es como si El dijera: “Ahora estoy entre ustedes, pero Mi intención es entrar en ustedes. Como el Hijo, puedo estar aquí entre ustedes, pero no puedo estar dentro de ustedes. Así que, necesito convertirme en el Espíritu de realidad. Vendré como el Espíritu, para permanecer con ustedes y estar en ustedes, porque ustedes son Mi envase y Yo su contenido. La única manera en que puedo estar en ustedes es siendo el Espíritu”. El mismo “El” quien es el Espíritu de realidad en el versículo 17 llega a ser el mismo “Yo” quien es el Señor mismo mencionado en el versículo 18. El Señor dijo: “El ... estará en vosotros ... y Yo en vosotros” (vs. 17, 20). Esto quiere decir que el Señor dijo que El es Yo, y Yo soy El. El es el Hijo, El es el Padre y El también es el Espíritu.
¿Qué es su Jesús? ¿Es El solamente el Hijo? ¿Es El solamente el Salvador? ¿Es El solamente el Redentor? ¿Es El solamente el Señor? Tiene usted que decir: “¡Aleluya! ¡El lo es todo!”. El es el todo en todo. El es el Padre, el Hijo, el Espíritu, el Redentor, el Salvador, el Señor, Dios y hombre. El es Maravilloso. Nunca debemos tratar de sistematizar la Biblia. Juan 1:1 nunca puede ser sistematizado. Este versículo dice que en el principio era el Verbo y que el Verbo estaba con Dios. Parece que el Verbo y Dios son dos entidades distintas porque uno está con la otra. Pero más adelante dice: “El Verbo era Dios”. ¿Son la Palabra y Dios uno o dos? Todo lo que podemos decir de una manera “tonta” es “¡Maravilloso!” ¿Es Jesús el Hijo o el Padre? “¡Maravilloso!”. ¿Es Jesús el Hijo o el Espíritu? “¡Maravilloso!”.
Primera Corintios 15:45 dice: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. El postrer Adán era Dios encarnado para ser un hombre. Cristo no solamente es el segundo hombre (v. 47), sino también el postrer Adán. Después de este postrer Adán, no hay más Adán. El postrer Adán está compuesto de la divinidad más la humanidad. El hombre fue creado como el primer Adán y este primer Adán cayó. Luego, Dios prometió que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15). La simiente de la mujer es el postrer Adán y este postrer Adán era un niño, nacido de una virgen. Este niño era la simiente de la mujer, sin embargo, El fue engendrado por el Espíritu divino (Mt. 1:18, 20). En este niño hubo humanidad más divinidad. El postrer Adán no era simplemente un hombre, ni simplemente Dios mismo. El postrer Adán era Dios mezclado con el hombre. El era algo divino mezclado con algo humano.
Este postrer Adán vivió en la tierra físicamente, espiritualmente y psicológicamente por treinta y tres años y medio. El fue crucificado al ser clavado en la cruz. El murió allí por nuestros pecados. Luego, El fue sepultado y fue levantado. El fue como un grano de trigo sembrado en la tierra, que murió y resucitó (Jn. 12:24). En la resurrección de Cristo, El fue transfigurado en Su forma para llegar a ser el Espíritu vivificante. Esto, en breve, es la historia, la historia todo-inclusiva, del postrer Adán.
Así que, el postrer Adán incluye al Dios encarnado, la simiente de la mujer y el niño engendrado por el Espíritu Santo y nacido de una virgen humana. El postrer Adán también incluye la vida humana de Jesús en la tierra por treinta y tres años y medio, Su sepultura y Su resurrección. El postrer Adán incluye la redención y la impartición de la vida divina en los seres humanos. Este postrer Adán todo-inclusivo llegó a ser el Espíritu vivificante.
Hoy en día, el mismo Jesús quien fue el postrer Adán es el Espíritu vivificante. ¿Por qué es El el Espíritu? Porque El tiene que entrar a nuestro espíritu. Solamente el Espíritu puede entrar en nuestro espíritu. Nada es capaz de entrar en nuestro espíritu excepto el Espíritu vivificante. Hoy día, Jesús es tal Espíritu vivificante.
Quizás algunos de ustedes se pregunten por qué hablo de esto tan a menudo. Tal parece que no puedo apartarme de 1 Corintios 15:45: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. Tenemos que darnos cuenta de que ni por la eternidad podemos apartarnos de este versículo. En la Nueva Jerusalén hay un trono del cual procede un río viviente (Ap. 22:1). Ese río es el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante será el río de vida fluyendo por siempre. Este río es Jesús, nuestro Dios y nuestro Redentor. En la eternidad usted verá al postrer Adán en forma de Espíritu vivificante.
Somos vasos, recipientes, que deben desear ser llenos de Jesús. Y ¿qué es Jesús? Jesús es el Espíritu vivificante. Se nos ha enseñado que Jesús es el Salvador, el Redentor y el Señor. Esto es absolutamente correcto, pero, todos tenemos que darnos cuenta que este mismo Jesús, quien es nuestro Redentor, Salvador y Señor es el Espíritu vivificante.
La Biblia también dice: “Y el Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17). El es el Espíritu y tiene el propósito de llenarnos consigo mismo. El es el Espíritu vivificante, y nosotros somos los que le contienen. El es la “Coca-cola” y nosotros somos las botellas de Coca-cola. No existe la necesidad de que nosotros hagamos algo excepto ser llenos de El. Quizás usted quiera saber cómo predicar el evangelio. La mejor manera de predicar el evangelio es contener a Cristo y trasmitirlo a otros. No trate de predicar mediante la doctrina. Usted tiene que ser lleno de Cristo. Tiene que contener a Cristo y transmitirlo a otros.
Algunos quizás digan que necesitamos ser humildes y amables. La mejor manera de ser humildes y amables es contener a Cristo. Contener a Cristo es la manera todo-inclusiva. Las esposas no deben tratar de amar a sus esposos. Más bien, ellas deben hacer todo lo posible para ser llenas de Cristo. Cuando usted venga a las reuniones, no trate de obtener más ayuda de los mensajes. Más bien, abra su ser para una vez más ser lleno de Jesús. Cuando venimos a las reuniones venimos a la estación celestial de gasolina para ser llenos de Jesús. Espero que cuando nos reunamos, tengamos la sensación de que vamos para ser llenos de nuevo. Somos los envases que contienen a Jesús. Necesitamos ser llenos de una manera fresca y nueva todo el tiempo.
Hoy en día los hijos del Señor tienen el concepto de que necesitan más enseñanzas. Somos como Nic 2). Esto indica que él pudo haber pensado que necesitaba mejores enseñanzas para mejorarse. Pero el Señor le dijo que él necesitaba ser regenerado, lo cual significa que él necesitaba recibir al Señor como el Espíritu vivificante. Espero que tengamos un cambio de nuestro concepto. No necesitamos enseñanzas para mejoramiento propio. Necesitamos ser llenos de Cristo. Somos vasos, recipientes. Como tales, no nos preocupamos por tener conocimiento o enseñanzas doctrinales. Simplemente nos preocupamos por ser llenos de Jesús. Para llenarnos, Jesús necesita ser el Espíritu vivificante.
En un sentido, les animo a que confiesen todas sus fallas. Pero en otro sentido, no trate de resolver sus malas acciones y errores. Debe usted olvidarse de todo y venir a Jesús y ser lleno. En algunas ocasiones las iglesias han hecho una hoguera a fin de dar a los santos la oportunidad de deshacerse de cosas pecaminosas y mundanas (Hch. 19:18-19). Pero si usted simplemente quema algo, eso no significa nada. Usted quema cosas para quitar todas las cosas equivocadas que a usted lo llenan, pero si usted quita todas estas cosas y no se llena de Jesús, esto no significa nada. La vida cristiana es una vida de ser lleno de Jesús.
Necesitamos vaciar nuestro ser interior para dar más espacio, más lugar, a Jesús. ¿Por qué tiene usted que arrepentirse y confesar? Porque usted tiene que vaciarse. Usted tiene que sacar todas las cosas equivocadas que hay en usted. El propósito principal de arrepentirse, confesar y deshacerse de todas las cosas malignas es vaciarse de uno mismo para ser llenos vez tras vez, todo el tiempo, del Espíritu viviente, quien es Jesús mismo.
Dios es el Padre, el Padre es el Hijo y el Hijo es el Espíritu. A fin de que Dios sea el Espíritu y lo recibamos dentro de nosotros, El tuvo que pasar por un proceso. El tuvo que pasar por la encarnación, el vivir humano, la muerte en la cruz, la sepultura en la tumba y la resurrección. En la resurrección El llegó a ser el Espíritu todo-inclusivo. La vida cristiana, hablando de manera todo-inclusiva, es un asunto de ser llenos de El. Si usted es lleno de El, es salvo, redimido, regenerado y vuelto de nuevo a Dios mismo. Debemos olvidarnos de todo lo demás y decir: “Oh Señor, soy el envase que te contiene. Necesito ser lleno de Ti”.
Cristo es el tesoro, y El es la esperanza de gloria (2 Co. 4:7; Col. 1:27). Todo el tiempo tiene que atesorarlo. Cada vez que usted piensa en El, lo menciona o le invoca, tiene una dulce sensación en su interior. Esta dulzura interna, nos hace “locos” con El. No importa si usted es joven o viejo, si usted nunca ha estado loco con Jesús, usted no está calificado para ser un buen cristiano. La mejor calificación para que usted sea un cristiano es estar loco con Jesús. Quizás algunos de las generaciones viejas digan que esto solamente es bueno para los jóvenes. Sin embargo, nosotros los viejos también necesitamos estar locos. Espero que las reuniones de la iglesia sean llevadas por los gritos y alabanzas de la generación vieja. Todos debemos declarar: “¡Aleluya! ¡Amén! ¡Jesús es el Señor! ¡Alabado sea el Señor! ¡Cristo es victorioso!” Esta clase de alabanza debe ser parte de nuestro vivir. No somos actores ni actrices. Debemos vivir de esta manera. Tenemos que estar locos con Jesús en nuestro diario vivir. Si usted no tiene a un ser humano para hablarle de Jesús, puede hablarle a su perro. Usted puede decir: “Perrito, soy mucho mejor que tú. Tengo un espíritu que tú no tienes. Soy el envase que contiene a Jesús, y Jesús está dentro de mí”. No estoy bromeando. Somos muy religiosos. Si los cristianos fuéramos muy locos con Jesús, mucha gente sería traída al Señor. Cuando estamos locos con Jesús, somos llenos de Jesús.
Cuando era joven, se me enseñó cómo ser santo. Después de leer algunos libros acerca de cómo ser santo, traté de ser santo. Se me dijo que para que fuera santo, tenía que hacer las cosas lentamente. Hice todo lo posible tratando de ser lento, pero fallé. Más tarde, leí algunos libros más espirituales, que me decían que hace dos mil años fui crucificado con Cristo en la cruz, resucitado, y sentado en el tercer cielo con El. Luego, se me dijo que tenía que creer lo que decía la santa Palabra. Dice que he sido crucificado, así que tenía que creer que había sido crucificado. Dice que he resucitado y que he sido sentado en el tercer cielo con Cristo, así que, tenía que creer esto. Pero, esto no funcionó conmigo. Traté toda clase de prácticas enseñadas por el cristianismo. Finalmente, me di cuenta de que la vida cristiana no es un asunto de aprender algo, o tener ciertas prácticas. Es un asunto de ser lleno del Señor Jesús.
Si usted está loco por Jesús en su vida diaria, usted realmente estará en el tercer cielo. Si en su hogar usted está loco por Jesús, usted se dará cuenta de que verdaderamente ha resucitado. Estar loco significa ser lleno de Jesús. La última vez que el Señor Jesús entró en Jerusalén mientras estuvo en la tierra, las personas alrededor de El estaban locos. Ellos esparcieron sus ropas en las calles. Lucas 19:37 dice: “Todas las multitudes de los discípulos comenzaron a regocijarse y adorar a Dios con grande clamor”. Algunos de los fariseos, los “razonables”, los “lógicos”, los “sobrios”, vinieron a Jesús y le dijeron que reprendiera a Sus discípulos (v. 39). Jesús dijo: “Si estos callaran, las piedras gritarían” (v. 40). Mateo 21 nos dice que cuando los niños gritaban y alababan al Señor, los principales sacerdotes y escribas se indignaron. Luego, Jesús les dijo: “¿Nunca han leído ‘de la boca de los niños y de los que maman Tú has perfeccionado la alabanza’?” (vs. 15-16). Somos los envases que contienen a Cristo. Tenemos que estar locos para alabarle porque El es la esperanza de gloria y el tesoro celestial como nuestro contenido. El es digno de ser alabado.