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Mensajes del libro «Manera viva y práctica de disfrutar a Cristo, La»
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CAPITULO SIETE

BABILONIA

  Lectura bíblica: Gn. 11:4, 7, 9; 2 Cr. 36:6-7; Esd. 1:11; Ap. 17:3-5; 18:2a, 4

EL PRINCIPIO DE BABILONIA

  En este capítulo y en el siguiente, queremos ver dos ciudades en la Biblia: Babilonia y Jerusalén. Hemos visto que la intención de Dios es tener un vaso universal y corporativo que lo contenga, y este vaso será la Nueva Jerusalén. Así que, la última ciudad mencionada en la Biblia es Jerusalén. Jerusalén es la consumación máxima de la operación de Dios a través de todas las generaciones.

  Pero antes de Jerusalén, hay una falsificación llamada Babilonia. En la Biblia, Babel, o Babilonia, se menciona primero en Génesis 11, pero el nombre de Jerusalén no se menciona hasta mucho después. Babel es la palabra hebrea para Babilonia. Babel es Babilonia. Babilonia aparece primero porque el enemigo de Dios, Satanás, sabe que el propósito de Dios es tener una ciudad viviente compuesta de personas vivientes que sean un vaso corporativo para contenerle a El. Así que, el enemigo de Dios hizo todo lo posible para hacer una falsificación, y esta falsificación fue la ciudad de Babel.

El hombre quiere hacer un nombre para sí mismo

  En Génesis 11 con Babel usted puede ver cuatro puntos principales. Primero, en ese tiempo el hombre trataba de hacer algo en contra de Dios intentando hacer un nombre para sí mismo (v. 4). Esa fue la razón por la cual el hombre trataba de edificar una ciudad con una torre que alcanzara los cielos. Babilonia es buena para que el hombre se haga un nombre, no para que el hombre invoque el nombre del Señor. El propósito de Babilonia es hacer un nombre para el hombre.

Confusión

  Segundo, Babilonia significa confusión. Por supuesto, usted puede decir que Dios vino a confundir a la gente que estaba ahí. Pero tiene que comprender que esta confusión de parte de Dios era un castigo para el hombre debido a que éste había tratado de hacer un nombre para sí mismo. El los confundió haciendo que tuvieran diferentes idiomas. Yo hablo mi idioma y usted habla el suyo. Yo tengo mi opinión, usted tiene su idea, y todos somos diferentes; yo no le entiendo a usted, ni usted me entiende a mí. Esto es un castigo de Dios.

  El cristianismo está bajo tal castigo. Las denominaciones no hablan la misma cosa, ni se entienden la una a la otra. Los presbiterianos no entienden a los bautistas, ni los bautistas entienden a los presbiterianos. Los metodistas entienden a los metodistas, pero no entienden a los episcopales, etc. Cada denominación es diferente la una de la otra. Esta situación de división y confusión es un castigo de parte de Dios. Las Escrituras revelan que las iglesias locales no están confundidas como Babel, sino que están unidas como un solo Cuerpo. Con Babel el segundo punto es la confusión. Los de Babel no se entendieron entre sí. Esto fue hecho por Dios. El ejerció Su juicio sobre los seres humanos rebeldes.

Esparcidos

  El tercer punto con los de Babel es que todos ellos fueron esparcidos. En lugar de ser reunidos, fueron esparcidos. En las iglesias locales tenemos una reunión, no un esparcimiento. La Biblia revela que el pueblo de Dios siempre se reunía en Jerusalén. En los tiempos antiguos todos los israelitas se reunían tres veces al año (Dt. 16:16). Tuvieron la “solidaridad”, la congregación. Se juntaban en Jerusalén, sin embargo, en Babel estaban esparcidos.

  En el cristianismo de hoy, el primer punto es que el hombre va a hacer un nombre. El segundo punto es la falta de entendimiento entre todos los grupos y denominaciones cristianas. El tercer punto es el esparcimiento. Cada uno va por su propio camino y dirección. El intento del hombre de hacer un nombre para sí mismo, la confusión y la dispersión son los puntos significativos con relación a Babel. Todos estos puntos aún permanecen con el cristianismo porque éste ha llegado a ser la Babilonia de hoy.

Una mezcla

  La Biblia nos dice que Dios escogió a Jerusalén como el lugar para poner Su nombre y edificar Su habitación. Dios le dijo a Su pueblo que cuando entraran a la buena tierra, no tendrían el derecho de escoger el lugar donde lo adorarían a El. Tenían que ir al lugar escogido por El. El escogería un lugar de entre todas sus tribus para poner allí Su nombre y edificar Su habitación (Dt. 12:5). Todos ellos tenían que venir a ese lugar específico para adorar al Señor. Esto guardaba la unidad. Fue por este lugar único de adoración a Dios, que la unidad de su pueblo se mantuvo por generaciones. Este lugar único fue Jerusalén. En Jerusalén la casa de Dios fue edificada y la gloria de Dios llenó esa casa (1 R. 8:10-11). Esa fue la era de oro de la historia del pueblo de Israel.

  Después, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino para destruir a Jerusalén. Quemó la casa de Dios en Jerusalén, se llevó todos los vasos de la casa de Dios que se usaban en la adoración de Dios, y los puso en el templo de sus ídolos en Babilonia (2 Cr. 36:6-7). Qué contradicción fue ésta. Esto nos muestra que incluso en Babilonia hay algunas cosas relacionadas con Dios. En el templo de los ídolos en Babilonia, hay algunos vasos que pertenecen a la casa de Dios. Esto nos introduce en el cuarto punto en cuanto a Babilonia: es una mezcla de las cosas de Dios con las cosas de los ídolos. Los vasos usados en la casa de Dios estaban en el templo de los ídolos.

  En el Nuevo Testamento esta mezcla se agranda. Juan, estando en el espíritu vio una visión de la gran Babilonia (Ap. 17:3-5). Babilonia está decorada, con un brillo falso de oro, con todas las cosas de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén está edificada con tres materiales preciosos: oro, piedras preciosas y perlas (Ap. 21:18-21). La gran Babilonia tiene un brillo falso de oro, piedras preciosas y perlas. Le da al pueblo la apariencia de que es lo mismo que la Nueva Jerusalén, pero no está edificada de una manera sólida con estas cosas preciosas; solamente está cubierta con esos tesoros como ornamentos para una apariencia externa. Esto es un engaño para seducir a las personas. Es la apariencia falsa de la ramera.

  La diferencia entre la cristiandad apóstata y la iglesia genuina es que una es una mezcla, pero la otra es pura. En la Nueva Jerusalén no hay mezclas. Todo es puro. Apocalipsis 21:18 dice que la ciudad es de oro puro. También, el río de agua de vida es brillante como el cristal (Ap. 22:1). Es absolutamente pura, sin mezcla.

  La descripción de Apocalipsis 17 dice que esta mujer malvada, la Babilonia maligna, tiene en su mano una copa de oro. Pero esta copa de oro está “llena de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación” (v. 4). Externamente es dorada, pero en su interior hay cosas malvadas. Es una mezcla. Tiene personas espirituales, algunas piedras preciosas, como Madame Guyon, el Padre Fenelon y el hermano Lawrence, quienes demuestran algo de la apariencia exterior. Pero interiormente está llena de toda clase de maldades.

  Las iglesias locales tienen que ser transparentes como el cristal, sin mezcla. Los que estuvimos en el cristianismo podemos testificar con respecto a su hipocresía y falsedad. Allí hay muchas cosas buenas que dan una apariencia buena. Pero cuando uno entra en ella, ve la mezcla malvada. No debemos ser engañados por la apariencia externa de Babilonia. Lo que tiene es un brillo exterior, una decoración externa, pero interiormente la situación es diferente.

LA GRAN RAMERA

  Finalmente, Babilonia es llamada “la gran ramera” (17:1) y “LA MADRE DE LAS RAMERAS” (v. 5). De ella se produjeron muchas rameras. Ella es la ramera-madre con sus hijas-rameras. Una ramera es una mujer que tiene contacto con los hombres sin un principio gobernante. Una esposa apropiada es una mujer que mantiene el principio gobernante, que es el principio de una esposa para un esposo.

  Un día los fariseos vinieron al Señor Jesús y trataron de discutir con El en cuanto al asunto del divorcio. Le dijeron al Señor Jesús que Moisés les dio permiso de divorciarse de sus esposas. Mas el Señor Jesús les dijo que Moisés lo hizo por la dureza de su corazón, pero que no fue así en el principio (Mt. 19:3-9). ¿Qué es el recobro? El recobro significa regresar al principio. Usted tiene que regresar a Génesis 2 donde había solamente una esposa para un esposo. Este es el principio gobernante sin ninguna confusión.

  Una mujer con muchos hombres no tiene ningún principio gobernante. Hoy ella está con este hombre, y al siguiente día está con otro. Esto es confusión. En cierto sentido, muchos cristianos son así. Este mes están en cierta denominación. Dos meses más tarde estarán en otra denominación. Viajan de denominación en denominación. Esto es confusión. No hay principio gobernante. La confusión causa división, y la división produce confusión. La división y la confusión son hermanas cercanas. Siempre van juntas. ¡Este es el carácter de la ramera!

  Tenemos que ver que hay solamente un Cristo. Hay solamente una iglesia. Hay solamente una Cabeza. ¡Hay solamente un Cuerpo! No importa de dónde seamos, debemos estar en la única iglesia. La única iglesia puede compararse con la única luna alrededor de la tierra. La luna que vemos en Chicago es la misma luna que vemos en Los Angeles. Así como la única luna aparece en diferentes localidades, la única iglesia aparece en diferentes localidades, tal como la iglesia en Chicago y la iglesia en Los Angeles. La iglesia es una local y universalmente.

  Según el Nuevo Testamento, debe haber solamente una iglesia para una ciudad y una ciudad con solamente una iglesia (Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11). Este es el principio gobernante de una esposa con un esposo. Pero la situación actual consiste en una mujer con muchos hombres. Esta mujer es Babilonia, una ramera sin principio gobernante. Algunas personas dicen que somos muy cerrados. Pero, ¿es cerrado que una esposa tenga solamente un esposo? Tenemos que rechazar el principio de la ramera. Una esposa apropiada siempre debe ser cerrada; debe tener solamente un esposo.

  Algunos de ustedes quizás digan que se reúnen con la iglesia porque la iglesia está llena de vida. Pero quizá después decida abandonarla debido a que no le caen bien algunos de los hermanos. Este es el principio de una ramera. Ella está con un hombre porque le gusta. Después, ve a alguien que le gusta más y va con él. Ya sea que a una esposa le guste o no su marido, él de todas maneras es su marido. Su destino es siempre estar con él. De la misma manera, ya sea que a usted le guste la iglesia local o no, no tiene alternativa.

  Tenemos que ver que Babilonia es una confusión que procede de la división. El principio de Babilonia es el principio de una ramera. A los ojos del Señor, el cristianismo de hoy es la gran ramera. Esto no es lo que yo digo. Esta es la visión que nuestro hermano Juan vio en el libro de Apocalipsis. Cuando el Señor Jesús le preguntó a la mujer samaritana que le hablara a su marido, ella le dijo que no tenía marido. Entonces El le dijo que decía la verdad, porque había tenido cinco maridos y el que ahora tenía no era su marido. Esto describe a una mujer que es una ramera (Jn. 4:16-18).

  El Señor abrió nuestros ojos, y vimos el principio de la unidad: una Cabeza, un Cuerpo; un esposo, una esposa; un Cristo, una iglesia. Adondequiera que vayamos, dondequiera que estemos, solamente hay una iglesia. En un pueblo pequeño, hay una iglesia; en la ciudad más grande, también hay una iglesia. Cuando entremos en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva, ¡todavía habrá una sola iglesia! Ya no habrá confusión, ni división.

  Admitimos que en el cristianismo hay oro, piedras preciosas y perlas. La copa es dorada, y hay muchos vasos de la casa de Dios. Pero esas cosas son utilizadas por Babilonia para hacer una exhibición a fin de atraer a los verdaderos cristianos. El cristianismo de hoy trata de atraer a los verdaderos cristianos utilizando todo brillo externo. Pero nuestros ojos tienen que abrirse para ver más allá de la apariencia externa de la verdadera situación. Tenemos que ver que dentro de la copa dorada hay muchas abominaciones con confusión, división e idolatría. Babilonia es una gran mezcla.

  ¿Qué haremos? ¡El llamado del Señor en el libro de Apocalipsis es para que Su pueblo salga de ella (Ap. 18:4)! A los ojos de Dios, Babilonia ha caído (v. 2). Todo el cristianismo de hoy es la gran Babilonia en el principio de una ramera. Debemos obedecer el llamado del Señor y salir de ella.

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