Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO VEINTE

ANDAR EN CRISTO

  “De la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en Él; arraigados y sobreedificados en Él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Col. 2:6-7). ¿Ya recibió usted a Cristo? Si es así, ¿cómo lo recibió? Usted abrió su ser a Él, se arrepintió y confesó sus pecados, y le pidió que entrara. Él entró en su espíritu (2 Ti. 4:22), no en su corazón, aunque usted haya cantado ese cántico conocido que dice: “Entra en mi corazón”. Cristo se está propagando en el interior de usted, desde su espíritu, el centro de su ser, hasta las partes que lo rodean —la mente, la parte emotiva, la voluntad y la conciencia— las cuales componen su corazón.

  Por esta causa Pablo oró diciendo: “Para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe” (Ef. 3:17). Cristo es como un invitado que ha entrado en nuestra casa. Al principio, cuando Él viene, se queda en la sala (nuestro espíritu). Pero es posible que después de algún tiempo lo invitemos al dormitorio, la cámara interna (nuestro corazón), y le pidamos que haga Su hogar allí. ¿Ya invitó usted al Señor Jesús en la cámara interna de su corazón? Cuando Cristo se propague a todas las partes internas alrededor de nuestro espíritu, entonces habrá hecho Su hogar en nuestros corazones. Consideraremos cómo andar en Él después que contestemos a algunas preguntas.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

  Me parece como si yo viviera dos vidas, una en el trabajo y otra fuera de mi trabajo. Desde el momento en que entro a la oficina estoy tan ocupado que parece que pierdo contacto con el Señor todos los días. ¿Cómo puedo asirme de Él en medio de todas mis ocupaciones?

  Es una sutileza del enemigo aprovecharse de algunos hechos de nuestro vivir y engañarnos. Él miente al hablar con la verdad. Lo que él dice es aparentemente cierto, pero su intención es mentirnos. Así que, primeramente usted tiene que declararle a él y a todo el universo que usted andará conforme a una sola vida, no dos.

  En segundo lugar, cada día lo primero que usted debe hacer es dedicar unos cinco, diez o quince minutos para adorar al Señor y contactarlo. Dígale: “Señor, hoy es otro día para vivirte a Ti. Te pido que estés conmigo; susténtame y fortaléceme. Sostenme con Tu mano. Aunque todos los días te descuido a Ti, Tú nunca te olvidas de mí. No confío en mi fidelidad; así que pongo toda mi confianza en Ti”. Incluso durante el día, en cualquier momento que tenga, ore de la misma manera: “Señor, te pido que estés conmigo. No puedo vivirte por mi propia cuenta, pero Tú sí puedes vivir a través de mí”.

  No se ponga a pensar en cómo todo esto funcionará. Nosotros como cristianos tenemos demasiadas consideraciones, que provienen de nuestro pasado y de nuestro entorno. Debemos rechazar todas estas consideraciones, pues simplemente son estorbos y distracciones. No crean en ellas. Nosotros únicamente creemos en el Dios vivo. Nuestra confianza está puesta en Él. No hagamos planes ni preparativos con respecto a lo que debemos hacer para vencer cierta situación. No debemos tener expectativas ni planes; lo único que tenemos es al Señor viviente.

  Todo el día, desde la primera hora de la mañana, contáctelo y pídale que lo sustente. Usted verá los resultados. No se preocupe por el día de mañana. No esté preocupado durante la reunión, pensando en que el mensaje es maravilloso pero qué hará mañana cuando llegue a la oficina. Simplemente viva el día de hoy. No tome prestado el día de mañana; ¡usted no lo tiene! Cada día debemos vivir el día de hoy; el día de mañana nunca viene. El diablo siempre quiere hacernos preocupar por el día de mañana. Así que, mientras escuche un mensaje, simplemente regocíjese y alabe al Señor. Él es muy sencillo, muy real y muy viviente. Si usted pregunta: ¿Y qué de la próxima hora? Yo le diría que no existe una próxima hora. Cada hora para nosotros es la hora presente.

  Soy nuevo en la iglesia y todavía me siento en gran medida bajo la influencia del cristianismo. Cuando estaba estudiando para ser predicador del evangelio en una organización, me inculcaron mucho que tenía que tener carga por las almas. Yo me sentía culpable si no hablaba del Señor a todo el que me encontrara en la calle, o si al menos no le daba un tratado. Es cierto que tenemos que cumplir la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19), pero ¿cómo es posible que vaya sin ser enviado (Ro. 10:14-15)?

  Deje todas esas complicaciones, aunque todas ellas se basan en las Escrituras. Regrese a la simplicidad de Cristo. Disfrútelo a Él cada día. Vívalo, cultívalo y prodúzcalo. Él nos llevará adelante.

  Permítanme contarles mi testimonio personal. Yo fui salvo en 1925. Amaba al Señor y Su Palabra con todo mi corazón. Siete años y medio más tarde, el Señor levantó una iglesia en mi ciudad natal, principalmente por medio de mí. Yo no tenía ningún plan; el Señor simplemente me envió a las personas. Las noticias se propagaron acerca de la reunión, y las personas vinieron y fueron atraídas. Ellas percibieron que Cristo estaba allí. Así que en menos de un año el número creció de dos personas a alrededor de cien.

  La dirección que recibimos de parte del Señor era que debíamos ser Su testimonio en China. En ese entonces no teníamos la menor intención de venir al mundo occidental para propagar Su recobro por todo el mundo. Sin embargo, cuando vino el momento, el Señor nos dispersó y yo fui enviado a este país. ¿No es una ironía que un chino de un país pagano fuera enviado por el Señor a este país tan avanzado donde el cristianismo ha ejercido una poderosa influencia por tantos años? Esto ciertamente no fue conforme a mi plan. Sin embargo, el recobro del Señor se ha propagado, no solamente en todos los Estados Unidos, sino también en Europa, América del Sur, África y Australasia.

  Esto es un testimonio muy convincente de que si amamos al Señor, lo contactamos, le vivimos y lo hacemos crecer, Él se propagará por medio nuestro. Nosotros somos pámpanos de la vid y, como tales, ramificamos al propio Cristo, mas no conforme a nuestros planes o actividades, sino simplemente mediante nuestro vivir. Es así como la vida opera.

  ¿Cómo puedo conocer la dirección del Señor en el asunto de predicar el evangelio? Muchas veces siento, cuando estoy solo con alguien, que debería decirle algo acerca del Señor; pero, por otro lado, siento que hago el ridículo cuando me acerco a personas completamente extrañas.

  Éste es otro ejemplo de un buscador del Señor que se ha vuelto complicado, ya sea por culpa del cristianismo o por culpa de sí mismo. Para salirse de ese enredo, necesita dejar todas sus consideraciones. Contacte al Señor de una manera sencilla y vívalo día tras día. Puede ser que, mientras usted espontáneamente busca Su dirección, sienta la carga de hablarle a alguien acerca del Señor; si es así, hágalo. En otra ocasión el Señor podría mandarle alguien. Entonces, simplemente hable conforme a su sentir interior. No analice las cosas. No tome la decisión de que de ahora en adelante le hablará a cierto número de personas cada día. No decida hablarle a nadie en el trabajo acerca del Señor. Simplemente permanezca en Él. Es posible que el Señor lo guíe a alguna persona o le envíe a alguien. Entonces espontáneamente puede decir algo. Líbrese de toda lucha y esfuerzo. La vida cristiana es un yugo fácil, una carga placentera. Considere los racimos de uvas en la vid. Sin decisión alguna, sin programas ni planes, estos racimos son producidos, conforme a la vida interior de los pámpanos. A medida que la vida interior crece, los racimos espontáneamente aparecen.

  Siéntase en paz y descanse en el Señor. Rechace todo lo que se presente a usted como un problema. El Señor no nos envía complicaciones, sino únicamente vida, paz y reposo.

CÓMO ANDAR EN CRISTO

  El versículo que citamos (Col. 2:6) nos exhorta a andar en Cristo de la misma manera en que le hemos recibido. Debemos tener claro que Cristo hoy no simplemente está muy lejos en el tercer cielo; ahora Él es también el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), que reside en nuestro espíritu. En 1 Corintios 6:17 se nos dice además que “el que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Estos dos espíritus —Cristo, el Espíritu vivificante, y nuestro espíritu humano— son un solo espíritu. Andar en Cristo es andar en este espíritu mezclado. Esto tiene que ver con estar atentos a Su vida en nosotros, no con recibir instrucciones sobre cómo orar, cómo predicar el evangelio, cómo honrar a nuestros padres o cómo sujetarnos a nuestro esposo o amar a nuestra esposa.

  Hace más de cincuenta años muy lejos en China el Señor en Su gracia nos concedió Su visitación y pudimos ver que en realidad Su salvación no es un camino, sino una persona viva. Cuando Él entra en nosotros para ser nuestra vida, Él es también todas las demás cosas que necesitamos: santidad, justicia, humildad, amor, bondad, paciencia, perseverancia y fidelidad. El día en que vimos la visión de que lo único que necesitamos se halla en esta persona, esto acabó con todos nuestros métodos y caminos. Él es el camino de Dios (cfr. Jn. 14:6).

  No es necesario que luchemos y nos esforcemos; simplemente andemos en Cristo. En Él están Dios y el hombre; en Él habita toda la plenitud de Dios. Debido a que esta persona todo-inclusiva está en nuestro espíritu, nosotros podemos andar en Él.

UN MODELO DIARIO

  Cada mañana, en cuanto nos levantemos, debemos volvernos al Señor y orar: “Señor, te doy gracias por otro día en que puedo vivirte a Ti. Recuérdame todo este día que debo rechazarme a mí mismo, no confiar en mí mismo ni vivir por mí mismo. Fortaléceme para vivir por Ti. Haz que este día yo pueda vivirte, tomándote como mi todo y permaneciendo en Ti como un pámpano en la vid”. Ésta debe ser nuestra oración durante todo el día. No dedique tiempo para orar tanto por su trabajo, por sus hijos o para ser protegido de accidentes automovilísticos. El Señor se hará cargo de todas esas cosas. Simplemente preocúpese por este único asunto de andar en Él.

  Debido a que es tan fácil salirnos de Cristo y empezar a vivir nuevamente en nosotros mismos, haciendo las cosas por nosotros mismos, hablando en nosotros mismos o amando a otros por nosotros mismos, Pablo nos exhorta a llevar a cabo nuestra salvación “con temor y temblor” (Fil. 2:12). Necesitamos ser salvos diariamente, incluso a cada hora, de todo lo que está fuera de Cristo. Debemos llevar a cabo nuestra salvación momento a momento con temor y temblor, no sea que digamos algo fuera de Él, respondamos alguna pregunta aparte de Él o reaccionemos en nuestros sentimientos en vez de reaccionar en Él.

LA MANERA DE PREDICAR EL EVANGELIO

  La manera de predicar el evangelio es andar en Cristo. Esta afirmación puede parecernos abstracta, porque estamos acostumbrados a buscar diferentes métodos, a planear actividades o a llevar a cabo cosas. Algunos de nosotros a lo mejor piensen que la manera de predicar el evangelio es usar instrumentos musicales o tener un cuarteto para que cante canciones del evangelio. También está el camino de la elocuencia, que consiste en un orador talentoso que dé un mensaje entretenido. Entre nosotros se ha dicho que la manera de ganar a las personas es ir adonde ellas están; así que me he enterado de que algunos han ido al cine, a los bares y a lugares donde danzan ballet con el propósito de “atrapar los peces”. Todas estas propuestas son diferentes métodos, diferentes caminos; y todos ellos están carentes de Cristo.

  A fin de predicar el evangelio, es imprescindible que Cristo sea el vivir diario de usted. Este vivir siempre impresionará a los que lo conocen a usted: a sus parientes, amigos, compañeros de clase, colegas y otras personas con quienes usted se relaciona durante el día. Es posible que al cabo de un año el Señor se mueva en el corazón de uno de ellos debido a alguna circunstancia, y que dicha persona esté constreñida a hablar con usted. Con muy poco esfuerzo de su parte, quizás simplemente usted sugiera a dicha persona que oren juntos, y ella sea salva. Al siguiente año, es posible que haya un colega en la oficina que sufre un accidente automovilístico; mientras está hospitalizado se acuerda de la manera en que usted vive y le pida que venga a hablar con él. Con pocas palabras o simplemente con una breve oración, puede ser que él también sea salvo. Al año siguiente es posible que alguien más sea salvo.

  Debido a que vivimos a Cristo, Él es el camino por el cual predicamos el evangelio. No tenga el concepto de que éste es un camino muy lento para obtener un incremento. Si simplemente una persona al año es salva por medio de cada uno de nosotros, tendremos un incremento del ciento por ciento. Además, quienes sean salvos de esta manera llegarán a ser fruto que permanece. Esto no sucederá con los que traigamos por medio de trucos; la mayoría de ellos no permanecerá.

  Sin duda alguna, el Señor se refería a nuestra manera de vivir cuando dijo: “Seréis Mis testigos” (Hch. 1:8). Nosotros vivimos como testigos, como un testimonio, de Él; este testimonio gradualmente atraerá a otras personas que conocemos para que también lo conozcan a Él.

  No estamos diciendo con esto que la iglesia no deba tener regularmente reuniones para predicar el evangelio. Periódicamente, quizás un sábado por la noche, pueda apartarse un tiempo para este propósito. Entonces podremos orar para pedirle al Señor que nos dirija respecto a quién debemos invitar. Cada uno de nosotros puede entonces traer a una o dos personas. Ésta es la manera apropiada de predicar el evangelio tomando a Cristo como el camino.

LA MANERA DE ORAR

  No sólo al predicar el evangelio, sino también en todo lo demás, no debemos tener otro camino aparte de Cristo. Es posible que nunca antes hubiéramos aprendido a orar; pero debido a que sabemos andar en Cristo, espontáneamente nos encontremos orando durante el día. Cristo es nuestro camino para orar. Debido a que somos uno con Él, andamos en Él y espontáneamente nos encontramos orando.

LA MANERA DE SER HUMILDE

  Aprender a ser humilde no sirve para nada, pues cualquier humildad que usted aprenda vendrá a ser su orgullo. Tal vez usted piense que es la persona más humilde de su familia, y que todos sus hermanos y hermanas son orgullosos y obstinados. Esa humildad que usted ha desarrollado es orgullo. La verdadera humildad tiene un nombre: Cristo. Si usted anda en Cristo día tras día, será humilde aun sin darse cuenta. Al andar en Él, Él vendrá a ser su humildad, aunque usted no se percate de ello.

LA MANERA DE AMAR

  Así como no debe esforzarse por ser humilde, tampoco tiene sentido que se esfuerce por amar a otros. Todos sus esfuerzos por amar a su esposa, por someterse a su esposo, por controlar su enojo y por ser bondadoso, son vanos. Simplemente ande en Cristo, quien es el Espíritu vivificante que mora en su espíritu. Cuando se levante por la mañana, ore-lea Su Palabra y hable con Él. Esto lo llevará a andar con Él. No preste atención a sus sentimientos, a sus decisiones ni a lo que otros digan. Simplemente ande en Cristo, y encontrará que Él mismo es el amor que usted necesita para amar a otros.

EL EFECTO QUE ESTO TIENE EN LAS REUNIONES

  Si empezamos nuestro día contactando al Señor y continuamos andando en Él durante el día, tendremos ricas experiencias de Él que podremos traer a las reuniones. Entonces cuando sea necesario compartir cierto aspecto de nuestra experiencia de Cristo, podremos dar un testimonio acerca de esto. Las riquezas que acumulemos beneficiarán a toda la iglesia.

  La vida cristiana normal consiste en andar en Cristo. Al andar en Él, seremos arraigados y sobreedificados.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración