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Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

EN NUESTRO ESPÍRITU: EL BENEPLÁCITO DE DIOS

  No hay otra cosa que los cristianos descuiden tanto como su espíritu. De hecho, la mayoría de los cristianos ni siquiera saben que tienen un espíritu. ¿Cuántos saben que es allí donde ocurre la regeneración?

  La regeneración significa que otra vida es añadida a nuestra vida natural. No se trata simplemente de un cambio en el comportamiento ni de ser renovados; incluso Confucio enseñó acerca de la necesidad de esto. La regeneración es un nuevo nacimiento, que introduce la vida eterna e increada de Dios en nuestro ser. Dicha regeneración es efectuada por el Espíritu de Dios en nuestro espíritu.

  Nuestro primer nacimiento es una maravilla, pero el segundo nacimiento es aún más asombroso. ¿Quién diseñó la compleja estructura de nuestros ojos? ¿Quién formó nuestros dos oídos? Es para nosotros algo insondable cómo Dios forma todos los miembros de nuestro cuerpo en tan sólo nueve meses, y de manera tan detallada y apropiada para su función. Sin embargo, por maravilloso que sea nuestro nacimiento natural, nuestro segundo nacimiento es mucho más maravilloso.

  Contestemos a algunas preguntas antes de continuar este mensaje.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

  Yo vengo de una localidad pequeña y siento que debo tener la costumbre de participar en las reuniones. Pero desde que hemos estado escuchando que nuestra vida de reunión debe resultar de nuestra vida privada, he tenido dificultad para compartir porque mi vida privada no es tan gloriosa. A veces paso mi tiempo con el Señor durmiéndome sobre la Biblia. Luego, cuando estoy en la reunión y examino cómo fue mi tiempo con el Señor, siento que si digo algo, eso será vano y vacío.

  Debe dejar de tener por costumbre el participar en las reuniones. Uno no debe ejercer su función como una costumbre. La vida apropiada de iglesia ciertamente depende de que uno lleve una vida diaria apropiada. Día a día debemos vivir y andar en nuestro espíritu. Esto nos llevará a tener algunas experiencias de Cristo. Venga a las reuniones con las riquezas que ha experimentado de Cristo. Durante la reunión, manténgase en su espíritu. No decida si va a participar o no. No piense en que debe ejercer su función porque ésa sea su costumbre. Si permanece en su espíritu, cuando llegue el momento, el Espíritu le mostrará que debe ejercer su función. Entonces comparta en el espíritu las riquezas que ha experimentado en su vida diaria. Nuestra vida cristiana debe ser un andar que se lleva a cabo en el espíritu. Las riquezas en las reuniones son el desbordamiento de este andar diario.

  En cierta reunión, yo estaba tratando de cantar un himno con los santos, pero el hermano que estaba sentado a mi lado no paraba de hablarme acerca del Señor. Eso me resultaba muy frustrante, porque yo estaba esforzándome por estar en mi espíritu y recibir algo del himno. Me esforzaba por estar en mi espíritu y por amar a ese hermano, pero no podía hacerlo. ¿De qué forma nuestra mente, parte emotiva y voluntad interactúan para que podamos entrar en el espíritu?

  Mientras usted se esfuerce y piense en cómo manejar la situación, se encontrará fuera de su espíritu. Si usted está en su espíritu, no se molestará con el hermano que lo interrumpe. Ni siquiera le prestará tanta atención a la manera apropiada de cantar el himno. Todas sus consideraciones respecto a cómo tratar la situación con este hermano son ajenas a su espíritu. Cuando usted permanece en su espíritu, usted llega a ser la persona más sencilla. Ni el cantar, ni el hermano que lo contraría, lo afectarán. En su espíritu usted simplemente se unirá a lo que debe unirse. Esto no quiere decir que no tengamos problemas. Pero estar en el espíritu es como estar en el cielo; los problemas no lo perturban. Sé que al principio no es fácil ejercitarnos de esta manera, pero debemos seguir practicando.

  ¿Cómo podemos mantenernos en el sendero de la vida cuando acudimos a la Palabra? He estado intentando hacer esto y pidiéndole al Señor que me ayude a experimentar la vida en Su Palabra. Pero por muchos años estuve acudiendo a la Biblia para obtener conocimiento y, por eso, aun en medio de mi búsqueda del Señor, me doy cuenta de que he vuelto al conocimiento.

  Lo más crucial aquí es que usted necesita un cambio en sus conceptos. Es cierto que anteriormente acudíamos a la Biblia buscando conocimiento, pero ahora usted debe comprender que necesita recibir el suministro de vida. Cuando acuda a la Biblia, no analice si está buscando el conocimiento o la vida. Si hace esto, estará buscando el conocimiento. Simplemente acuda a la Biblia para obtener el suministro de vida. Muchas veces este suministro vendrá a usted por medio del conocimiento apropiado. ¡Pero ahora no empiece a preguntarse cuál es el conocimiento apropiado y cómo puede obtenerlo! Simplemente cambie sus conceptos con respecto a la Biblia. Usted está acudiendo para recibir el suministro de vida. De ese modo, ya sea que lea, ore-lea o estudie, el resultado de ello será que la vida le será suministrada.

  ¿Es acertado decir que la sangre limpia nuestra alma? Uno de los himnos que cantamos habla de “la sangre, que tu alma ahora puede limpiar”.

  La sangre redentora nos limpia de todo pecado o contaminación. Tal vez sea mejor evitar usar esa expresión en nuestra conversación común, aunque yo no diría que esté equivocada. El alma significa el yo. La sangre nos limpia de nuestros pecados, pero no es necesario que la llamemos la sangre “que limpia el alma”. En nuestros escritos tratamos de evitar cualquier terminología que sea cuestionable. No condenamos las expresiones que otros usen, pero tampoco necesariamente las adoptamos.

  ¿Podría usted darnos un consejo práctico de qué hacer con nuestra mente cuando nos damos cuenta de que nos hemos distraído? Muchas veces me doy cuenta de que mi mente está en otro lugar, especialmente cuando estoy en las reuniones. ¿Cómo puedo llevarla de regreso a mi espíritu y permanecer en él?

  No se desaliente de que sus esfuerzos por estar en su espíritu muchas veces resulten en fracaso. Cuando usted empiece a ejercitarse para sustraer los sentimientos de su mente, voluntad y parte emotiva, ¡descubrirá que en lugar de ello usted está “añadiendo”! Sin embargo, siga practicando esto. Al comienzo, usted debe ejercitarse de forma legalista; esta práctica en su etapa inicial es en realidad una “adición”. Pero con el tiempo, cuando esta práctica de “sustraer” se convierta en un hábito, será espontáneo. Entonces experimentará la verdadera “sustracción”.

UNA SEMILLA EN NUESTRO ESPÍRITU

  Cuando somos salvos, sentimos que algo nos ha ocurrido en lo profundo de nuestro ser. No somos los mismos de antes. Sin embargo, empiezan a surgir ciertas preguntas: ¿Por qué hemos cambiado tan poco? ¿Por qué nuestra mentalidad todavía está tan oscura? ¿A qué se debe que nuestros sentimientos sean todavía impuros? ¿Por qué nuestro corazón no es verdaderamente honesto?

  La regeneración significa que una semilla ha sido plantada en nuestro espíritu. La vida divina, increada, eterna e ilimitada ha entrado en nuestro espíritu. Al comienzo esta semilla no ocupa mucho espacio ni siquiera en nuestro espíritu. Es probablemente por ello que seguimos avanzando como lo hacíamos en el pasado. Sin embargo, debido a esta semilla, jamás seremos los mismos.

PRESTAR ATENCIÓN A NUESTRO ESPÍRITU

  Incluso nosotros, quienes estamos en el recobro del Señor, prestamos muy poca atención a nuestro espíritu. El mejor ejercicio en nuestra vida cristiana consiste en traer nuestro ser de regreso a nuestro espíritu. Pensar es una distracción; en lugar de prestar atención a sus pensamientos, vuélvase a su espíritu. Cada vez que los cristianos buscan la santidad o la victoria, indefectiblemente nunca logran alcanzarlas. Su moralidad en cierto modo puede mejorar; pero mientras no comprendan que la vida cristiana es una vida en nuestro espíritu, donde experimentamos y disfrutamos la vida de Dios, no podrán llevar una vida victoriosa.

  En un viaje que hice recientemente al noroeste de los Estados Unidos, me hospedé en el hogar de una pareja. Ellos me alojaron en el mejor cuarto que tenían. Todo estaba muy bien, excepto que cuando oscureció no podía encontrar el interruptor para encender la luz. Así que lo busqué a tientas aquí y allá, pero mis esfuerzos por encontrarlo fueron vanos. Al final tuve que ir a preguntar dónde estaba. El interruptor estaba escondido detrás del espejo del tocador. Nunca se me hubiera ocurrido buscarlo allí.

  ¿No describe este cuadro a los cristianos que se esfuerzan por ser victoriosos pero buscan esto a tientas en la oscuridad, porque no saben dónde se encuentra el interruptor?

NO PRESTAR ATENCIÓN A NUESTRA MENTE

  Quizás nosotros ya sepamos que el espíritu es el interruptor, pero en nuestra vida diaria continuemos usando nuestra mente, en vez de nuestro espíritu. Incluso mientras estamos sentados en la reunión, nuestra mente puede estar distraída en otras cosas. O podemos estar escuchando el mensaje ejercitando nuestra mente, buscando todos los versículos de referencia y tratando de determinar si lo que se dice es correcto. El resultado de ejercitar nuestra mente es que siempre nos surgirán preguntas.

  Sin el ejercicio de nuestro espíritu, nuestra experiencia de Cristo será muy pobre. Estaremos desviados, aunque no retrocedamos al mundo ni caigamos en pecado. Tal vez estemos muy cerca y a la vez desviados, al igual que una lámpara puede estar muy cerca del tomacorriente, pero no recibir ninguna corriente eléctrica por no estar enchufada.

  Dios desea que nosotros nos apartemos de todas las consideraciones de nuestra mente y nos ejercitemos para contactarlo, para gustar de Él y para procurar conocer Su voluntad. A Él le agrada que nosotros nos ejercitemos de esta manera. Es justamente de esta manera que oramos sin cesar.

LA SABIDURÍA Y LA REVELACIÓN SE HALLAN EN NUESTRO ESPÍRITU

  Hay riquezas en nuestro espíritu que están allí para que las aprovechemos. Pablo en su oración pidió que tuviéramos un “espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él” (Ef. 1:17). Debemos pedirle al Señor que haga de nuestro espíritu regenerado un espíritu de sabiduría. Si lo hacemos, en poco tiempo encontraremos que, en nuestra relación con nuestros padres y con otros, hablamos y nos comportamos con sabiduría, en vez de la manera necia en que nos conducíamos en el pasado. Incluso otros notarán nuestra sabiduría. No tendremos artimañas ni tretas llenas de astucia, sino un espíritu de sabiduría.

  Necesitamos tener un espíritu de sabiduría y de revelación. La revelación nos permitirá ver claramente todo el universo, tanto físico como espiritual. Cuando todavía no éramos salvos, estábamos como en una celda oscura, confinados por gruesas paredes. Pero ahora que somos salvos, debemos estar como en un cuarto transparente y cristalino. Nuestra visión debe ser tan clara como cuando estamos en un auto; no importa en qué dirección miremos, el vidrio transparente nos permite ver todo con claridad.

  Los seres vivientes mencionados en Apocalipsis 4:6 están “llenos de ojos delante y detrás”. Nuestros ojos permiten que la luz entre en nuestro ser. Necesitamos estar llenos de ojos, a fin de ver todo con claridad. Esta capacidad de ver con claridad es el espíritu de revelación.

  A fin de entender lo que vemos, necesitamos, además de un espíritu de revelación, un espíritu de sabiduría. Con los ojos podemos ver las palabras impresas en una página, pero sin el debido entendimiento no podremos captar su significado.

  Esto puede sucedernos cuando leemos la Biblia; leemos las palabras, pero el significado permanece escondido. Si seguimos orando para que nos sea dado un espíritu de sabiduría y de revelación, encontraremos que las palabras de la Biblia se abren a nosotros, y que al leer sus páginas, tendremos cierta medida de entendimiento.

ORAR

  El beneplácito de Dios es que nosotros andemos en este espíritu mezclado. Sin embargo, nosotros no tenemos este hábito. Para acostumbrarnos a ello, es preciso que continuamente nos volvamos al Señor en oración durante el día, diciendo: “Señor, haz que mi espíritu regenerado sea un espíritu de sabiduría y de transparencia. Te pido que cuando mire a la iglesia o a los santos, pueda ver todo transparente, y que cuando lea la Biblia, cada página sea clara para mí”.

  No confíe en su propia inteligencia. No importa cuán aguda sea su mente, ella es muy baja y pequeña para que usted ponga su confianza en ella. Si usted choca otro auto, su inteligencia quizás le diga que se escape rápidamente; pero ésa no será la voz de sabiduría en su espíritu.

  Pida esta sabiduría. Ore a Dios pidiéndole que le dé un espíritu de sabiduría y de revelación.

LA REVELACIÓN ACERCA DE LA IGLESIA

  Pablo nos dice que Dios nos reveló el misterio de Cristo en el espíritu (Ef. 3:4-5). En Efesios la iglesia es llamada el misterio de Cristo. Cristo es el misterio de Dios (Col. 2:2), puesto que Dios está corporificado en Él. Dado que Cristo es hecho real para nosotros en la iglesia, ella es el misterio de Cristo. Si no recibimos revelación en nuestro espíritu, no podemos conocer la iglesia. Son muchos los cristianos para quienes la iglesia sigue siendo un misterio; ellos no saben cómo acudir al Señor por medio de su espíritu. El misterio únicamente es revelado en el espíritu.

UN CORAZÓN PURO Y SENCILLEZ DE MOTIVOS

  Nuestro corazón es como un sobre, que contiene el espíritu (1 P. 3:4). A fin de tener un espíritu transparente que sea capaz de ver la revelación de Dios, debemos purificar completamente nuestro corazón. “Señor, purifica mi corazón. Te pido que no solamente lo limpies, sino que lo purifiques de cualquier velo que lo cubra. Haz que sea sencillo en mis motivos, de tal manera que mi única preocupación sea verte a Ti, ver Tu recobro y ver el misterio”.

  Si no tenemos un corazón puro ni sencillez de motivos, nuestra perspectiva de las cosas será borrosa. Nuestra visión de la iglesia será como un arco iris, que en breve desaparece de la vista. El problema que tenemos con nuestra vista no tiene que ver con nuestro espíritu; antes bien, el problema tiene que ver con el “sobre” que envuelve nuestro espíritu. Es posible que nuestro corazón no sea puro; puede ser que estemos motivados por el deseo oculto de obtener algún rango o estatus.

  Pídanle al Señor que lleve a cabo esta obra purificadora en ustedes. Entonces verán continuamente la revelación. El misterio de Cristo, que es la iglesia, les será revelado a su espíritu.

SUSTRAER

  Los cristianos no son personas mundanas ni seculares. Como hijos de Dios y miembros de Cristo que somos, debemos aprender a “sustraer” cómo nos sentimos en nuestra mente, en nuestra parte emotiva, en nuestra voluntad y en nuestro corazón, y prestar atención a nuestro espíritu. Cuando usted esté a punto de discutir con un hermano, ¡haga estas cuatro sustracciones! Los deseos de discutir se irán, y el espíritu se manifestará. No debemos ser personas que viven en la mente, en la parte emotiva o en la voluntad. Nuestra mente podrá ser muy sagaz, pero aun así ¡sustraigámosla! Nuestra parte emotiva tal vez sea muy fuerte, pero ¡no vivamos en ella! Nuestra voluntad probablemente sea muy firme, pero ¡alejémonos de ella!

  No importa qué cosas nos sobrevengan —sean grandes o pequeñas, buenas o malas, correctas o incorrectas— debemos estar en nuestro espíritu. Debemos permanecer allí. “Permaneced en Mí” (Jn. 15:4). Este maravilloso “Mí” está precisamente en nuestro espíritu. Permanecer en Él es el lugar donde debemos estar. Permanezcamos allí. Si usted se sale de allí, debe inmediatamente regresar.

LO QUE A DIOS LE AGRADA

  Dios está contento cuando ve que nosotros permanecemos en nuestro espíritu. Nuestro espíritu es nuestra esperanza. Es nuestro hogar. Es nuestro territorio. No hay otro lugar donde debamos estar. ¡Aleluya por este maravilloso hogar donde podemos estar! Si queremos agradar al Señor, debemos asegurarnos de que Él siempre nos encuentre allí.

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