
Lectura bíblica: Ap. 1:11-13, 16-18, 20; 2:1; 3:1, 21; 5:1-10; 7:2-3; 8:3-5; 10:1-2; 18:1; 20:4, 6; 22:1, 3
En los mensajes anteriores vimos que Cristo ahora ejerce Su soberanía en los cielos con el fin de propagar el evangelio y salvar a Su pueblo; además, Él ejerce Su autoridad como Cabeza para que crezcamos y desarrollemos nuestra función en vida, a fin de que Su Cuerpo sea edificado; Él ejerce Su sacerdocio para interceder por nosotros; Él pone en ejecución el nuevo testamento a favor nuestro; y nos ministra e imparte el suministro de vida. Todos estamos siendo bien cuidados. En cuanto a nosotros, no hay escasez. ¿Pero qué podemos decir con respecto al universo? ¿Qué acerca del propósito de Dios en todo el universo? Para esto necesitamos analizar un aspecto más del ministerio del Señor en los cielos.
Este último aspecto, la administración universal que Cristo realiza en los cielos, nos es revelada en el libro de Apocalipsis. Todo el universo, tanto los cielos como la tierra, se encuentran bajo Su autoridad. Él es el Administrador universal.
En Apocalipsis, primero vemos que Cristo, el Ungido de Dios, cuida de Su iglesia. Él cuida de ella en una manera administrativa. Las iglesias son los candeleros de Dios que irradian Su testimonio. Ellas necesitan someterse a la administración de Cristo. Algunas veces se levantan problemas y dificultades que requieren de Su cuidado administrativo. En tiempos antiguos, el sumo sacerdote cuidaba del candelero asegurándose de que todas las lámparas estuvieran despabiladas para que alumbraran bien. Hoy en día, nuestro Sumo Sacerdote hace la misma labor al andar en medio de los candeleros (Ap. 1:11-13).
Además, Él cuida de las iglesias sosteniendo en Su mano a los que toman la responsabilidad. Los que llevan la delantera en las iglesias son semejantes a estrellas, que brillan en los cielos durante la noche oscura (Ap. 1:16, 20). Los que servimos, debemos darnos cuenta de que no estamos en nuestras propias manos, sino en las de Él. Él administra los candeleros y sostiene las estrellas. La visión descrita en Apocalipsis 1 nos muestra cómo pueden avanzar las iglesias locales en esta era. La situación que existe entre los cristianos es muy lamentable y triste. ¡Debemos alejarnos de lo terrenal y mirar sólo a Cristo! ¡Él es el Primero y el Último! ¡Él es el Viviente, el que vive para siempre! ¡Él es apto! ¡Él es quien sostiene “las siete estrellas en Su diestra” y el que anda “en medio de los siete candeleros de oro” (2:1). Él “abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (3:7). Al poner nuestra mirada en Él, seremos animados. ¡Las iglesias locales nunca fracasarán porque el Administrador anda en medio nuestro, sosteniendo a los que llevan la delantera! Esta es la administración que Cristo lleva a cabo en las iglesias.
El libro de Apocalipsis también dice que Cristo es el Administrador que se encarga de todos los pueblos, a saber: los judíos o elegidos de Dios, los incrédulos o las naciones, y todos los que están en el cristianismo. Necesitamos estar conscientes de que tanto el cristianismo como la manera en que éste progresa, ambos están bajo la administración de Cristo. Después que todos estos diferentes pueblos hayan sido juzgados conforme al gobierno de Cristo, vendrá el milenio, que es el reino de Dios sobre esta tierra. Luego vendrá una nueva era, la eternidad, en la que estarán la Nueva Jerusalén y los nuevos cielos y la nueva tierra. Cristo es el Administrador de todos estos pueblos y de todas las eras.
Esta es la revelación que se nos presenta, empezando con Apocalipsis 4. La escena cambia del cuadro en el que Cristo cuida de los candeleros (los capítulos del uno al tres), a “una puerta abierta en el cielo”, donde se muestran “las cosas que han de suceder después de éstas” (4:1). Cristo es presentado como el Cordero redentor, el Victorioso, quien es apto para tomar el nuevo testamento, abrirlo y ponerlo en ejecución. Esto es lo que significa el libro sellado en la mano derecha del que estaba en el trono (5:1). Cuando un ángel fuerte proclamó: “¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?” (5:2), sólo este León-Cordero, quien es digno, pudo ir y tomar el libro (5:5-7). Él es apto para tomar el nuevo testamento, abrirlo y ponerlo en ejecución.
El nuevo testamento en las epístolas de Pablo nos es revelado principalmente con el fin de que disfrutemos las riquezas de Cristo que nos han sido legadas. Sin embargo, hay otro aspecto del nuevo testamento. Dios juzga el universo de acuerdo con Su testamento. Dios juzgará a los judíos, a las naciones y al cristianismo en concordancia con Su testamento. En este testamento hay legados que nosotros, como creyentes, disfrutamos; en este testamento también se presenta la manera en que Dios juzgará a diferentes clases de pueblos, e incluso a los cielos y la tierra. El Redentor de todo el universo es el único apto para tomar este nuevo testamento, abrirlo y ponerlo en ejecución.
Finalmente, todo el universo tendrá a Cristo como Cabeza. Los judíos, las naciones paganas y el cristianismo, todos serán juzgados, y el reino de Dios será establecido en la tierra. Cuando todas las cosas tengan a Cristo por Cabeza, entonces vendrá la plenitud de los tiempos. Los cielos, la tierra y todo en ella serán nuevos. Todo el universo estará en orden. No habrá más división, confusión, tinieblas, muerte, noche ni lágrimas.
Cuando las personas nos preguntan cómo estamos, a menudo respondemos: “Bien”. Pero, en verdad, no todo está bien. Por el contrario, todo está en desorden, en confusión, en tinieblas y en muerte. Tenemos motivos suficientes como para llorar. Los hombres deberían llorar por el lamentable estado de todas las cosas. Decir que estamos bien o que las cosas están bien, no es verdad. Nadie está bien; ninguna familia está bien; ninguna sociedad está bien.
No obstante, vendrá el día en que habrá un cielo nuevo y una tierra nueva. Todas las cosas tendrán a Cristo como Cabeza. Todo estará en orden. Entonces todo estará bien. ¿Quién es digno de administrar el cielo nuevo y la tierra nueva, junto con la Nueva Jerusalén? Únicamente Cristo. Él murió para redimir a todo el universo; Él venció a Satanás por medio de Su muerte; Él estableció el pacto mediante el derramamiento de Su sangre; Él nos legó el nuevo testamento.
¡Cuán apto es Él! Él es digno de tomar el libro del nuevo testamento, abrirlo, poner en ejecución todo lo que está escrito en él, proveernos todo lo que nos ha sido legado, llevar a cabo cada hecho consumado contenido en él y poner en orden todo el universo. Este es el aspecto final del ministerio celestial de Cristo, a saber, el cumplimiento de todo lo que Dios planeó.
En Apocalipsis, Cristo primeramente es revelado como el Sumo Sacerdote que cuida de las iglesias. Él anda en medio de las iglesias, asegurándose de que éstas alumbren y sosteniendo en Sus manos a todos los que llevan la delantera, a fin de que las iglesias puedan avanzar, incluso en la noche oscura de la presente situación degradada.
Luego, Cristo es revelado como el Cordero que vence, el León-Cordero, quien es apto para poner en ejecución el nuevo testamento.
Más adelante, en los capítulos siete, ocho, diez y dieciocho, se le llama el “otro Ángel”. Por el contexto podemos ver que el título de “otro Ángel” se refiere a Cristo. Dios ha enviado muchos ángeles, pero Cristo, como Aquel que ha sido enviado por Dios, es extraordinario. En cuanto a este aspecto, Él es llamado el otro Ángel.
En el capítulo siete Cristo, como Ángel de Dios, rige todo el universo, dirigiendo a los otros ángeles para que lleven a cabo el juicio de Dios sobre la tierra (7:2-3).
En el capítulo ocho, Cristo es descrito nuevamente como “otro Ángel”, el cual ofrece las oraciones de los santos a Dios (8:3-5). Para llevar a cabo Su administración, Él necesita nuestras oraciones. Las oraciones que ofrecemos son nuestra respuesta a Su ministerio celestial. A medida que oramos, Él administra; y mientras Él administra, nosotros oramos. Él ofrece estas oraciones a Dios, y luego vierte las respuestas de Dios a los que están en la tierra. Este es el significado del versículo 5: “Y el Ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”. La respuesta de Dios a nuestras oraciones equivale a Su administración universal. Este Administrador es apto en todo aspecto; con todo, Él necesita que oremos. Podemos decir que Cristo administra todo el universo por medio de nuestras oraciones.
En el capítulo diez aparece otro Ángel fuerte que desciende del cielo, “vestido de una nube, con el arco iris sobre Su cabeza; y Su rostro era como el sol, y Sus pies como columnas de fuego ... y puso Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra” (10:1-2). Aquí vemos que Cristo, en calidad de “otro Ángel”, ha dejado el trono en los cielos y regresa a la tierra. El hecho de que Él esté vestido de una nube indica que en esta etapa, Su venida es secreta. Él regresará a la tierra secretamente para poseerla en su totalidad. El hecho de que uno de Sus pies esté en el mar y el otro en la tierra, simboliza que Él tomará posesión de forma completa. La tierra es del Señor. Toda ella debe ser Su herencia. Él vendrá con poder a tomar posesión de ella.
En 18:1 dice: “Después de esto vi a otro Ángel descender del cielo con gran autoridad; y la tierra fue iluminada con Su gloria”. Aquí vemos que Él ya no está vestido o cubierto de una nube, sino que es visible y está muy cerca de la tierra. Él viene a ejercer Su autoridad sobre la cristiandad, esto es, sobre la gran Babilonia. Después de juzgar totalmente esa religión maligna, Él vencerá a Satanás y establecerá su reino milenario sobre la tierra.
En dicho reino, Él reinará con todos Sus vencedores, los correyes (Ap. 3:21; 20:4, 6). Él será el principal Administrador del reino. Después de que transcurran esos mil años, aparecerá la Nueva Jerusalén, en cuyo centro estará el trono de Dios y del Cordero (Ap. 22:1, 3). En ella el Cordero redentor será el Soberano por la eternidad. Él es el Administrador por la eternidad. Dicha administración universal es una gran parte del ministerio celestial de Cristo.
Sin el ministerio completador de Pablo —el ministerio que completa la revelación divina—, Cristo no puede llevar a cabo Su ministerio celestial. Estos dos ministerios se complementan uno al otro. Uno está en los cielos, y el otro, entre los santos sobre la tierra. Hoy en día estamos bajo estos dos ministerios. Incluso ahora mismo, Cristo está ministrando en los cielos, y el ministerio completador de Pablo se está llevado a cabo entre nosotros.
El ministerio completador está llevando a cabo la economía de Dios con el fin de preparar un Cuerpo para Cristo. La Cabeza necesita de un Cuerpo. Considere lo que usted podría hacer si sólo tuviera cabeza, pero no tuviera cuerpo. ¡No podría hacer nada! Sin la iglesia, que es Su Cuerpo, Cristo no puede hacer nada. Por consiguiente, el ministerio completador tiene como finalidad producir el Cuerpo, para que la Cabeza pueda llevar a cabo la administración de Dios sobre la tierra.
El ministerio completador de Pablo, como veremos más adelante, se enfoca en Cristo como el centro de la economía de Dios y como la circunferencia del propósito de Dios. Este Cristo debe vivir en nosotros, y nosotros debemos vivir en Él. Cristo es todo-inclusivo.
Luego, tenemos ¡la maravillosa vida de iglesia! Dios ha pasado por un proceso para llegar a ser el Espíritu vivificante y así entrar en nuestro espíritu. Estos dos espíritus llegan a ser uno en el momento en que somos regenerados. De allí en adelante, este Espíritu todo-inclusivo se extiende de nuestro espíritu a nuestra alma, a fin de que ésta sea saturada del Dios Triuno. A este proceso, en el que Dios se extiende en nosotros, se le llama transformación y crecimiento en vida. Por medio de este crecimiento, somos entrelazados para conformar un solo Cuerpo. El Cuerpo de Cristo no es edificado por las enseñanzas, la organización ni las formalidades, sino mediante la transformación de nuestra alma. Así crecemos juntos, no sólo como el Cuerpo, sino también como el nuevo hombre universal. Cristo obtiene Su Cuerpo, y Dios obtiene un nuevo hombre; de esta manera, Cristo puede expresarse, y Dios puede llevar a cabo Su propósito eterno.
Esta es la manera en la que el ministerio completador de Pablo lleva a cabo el ministerio celestial de Cristo. Después de presentar una serie de mensajes acerca del ministerio completador de Pablo, continuaremos con el ministerio remendador de Juan. Por medio de estos tres ministerios, la Biblia llega a su consumación y se producen el nuevo cielo, la nueva tierra y la Nueva Jerusalén.