
Lectura bíblica: Ro. 1:3-4; 5:15; 8:29; 9:5; 10:12; 1 Co. 1:30; 2:8; 3:11; 5:7; 10:4; 11:3; 12:12; 15:23, 45, 47
El segundo punto crucial hallado en el ministerio completador de Pablo es el Cristo todo-inclusivo. Abordaremos este tema usando dos de sus libros: Romanos y 1 Corintios. Al leer estos libros y ver todos los diferentes aspectos que se presentan de Cristo, nos hará que tengamos una gran y profunda impresión en cuanto a Su Persona.
El capítulo uno de Romanos primero habla de Cristo como Hijo de Dios: “Su Hijo, que era del linaje de David según la carne, que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (vs. 3-4).
Sabemos que Cristo es el Hijo de Dios, el segundo de la Trinidad. Sin embargo, en estos versículos también se incluye Su naturaleza humana. Por haber llegado a ser un descendiente de David, Él ya no era sólo divino. Como Hijo de Dios, Él es Dios; mas como Hijo de David, Él es también hombre. ¿Por qué fue necesario que fuera designado Hijo de Dios? Porque era también un Hijo de Hombre. ¿Cómo podía un hijo de hombre llegar a ser Hijo de Dios? Él tenía que ser designado.
¿Por qué medio fue Cristo designado? Su naturaleza divina designó a Su naturaleza humana. Anteriormente, Cristo era solamente divino; pues no había humanidad en el segundo de la Trinidad. Sin embargo, ahora en Cristo, como Hijo designado de Dios, se halla la naturaleza humana. Esta naturaleza humana ha sido designada con la naturaleza divina.
Examine su propio caso. Usted es hijo de hombre y también es hijo de Dios. ¿Cómo le fue posible a usted, un hijo de hombre, llegar a ser un hijo de Dios? Usted llegó a ser hijo de Dios al recibir la naturaleza divina. Ahora usted posee dos naturalezas, la humana y la divina. Usted es una persona con dos naturalezas; ¡usted es divinamente humano como humanamente divino!
Antes de encarnarse Cristo era solo divino, pero cuando se hizo hombre, Él participó de la naturaleza humana. En Su divinidad, Él era Hijo de Dios, pero en Su humanidad, Él era Hijo de Hombre. Como Hijo de Hombre tenía que ser designado Hijo de Dios, y fue designado por la resurrección. Romanos 1 nos presenta a este Cristo como el Hijo de Dios, no solamente divino sino también humano.
En Romanos 8:29 el Hijo de Dios es llamado “el Primogénito entre muchos hermanos”. Todos estamos familiarizados con Juan 3:16, que hace referencia a Cristo como “Hijo unigénito de Dios”. ¿Qué diferencia hay entre el Hijo primogénito y el Hijo unigénito? Cuando creímos en el Señor Jesús, creímos en el Hijo unigénito. El creer en Él nos hizo hijos de Dios. Ahora que somos hijos de Dios, ¿somos hijos conforme el Hijo unigénito o conforme al Hijo primogénito?
Como Hijo unigénito el Hijo de Dios es único, pues no puede haber nadie más en Su categoría. El Hijo unigénito posee solamente la naturaleza divina. Y llegó a ser el Hijo primogénito sólo después que se puso la naturaleza humana y fue resucitado con la misma. Como hombre en la carne, Él fue engendrado en la resurrección para ser Hijo de Dios (Hch. 13:33). Al recibirle en nuestro ser, llegamos a ser los hijos de Dios conforme al Hijo primogénito. Por tanto, Él es llamado el Primogénito entre muchos hermanos. Como seres humanos que somos, nosotros no poseíamos la naturaleza divina hasta que lo recibimos en nuestro ser. Ahora que Él ha entrado en nosotros, además de poseer la naturaleza humana que hemos recibido por nacimiento, también hemos recibido Su naturaleza.
Muchos de ustedes se acordarán, por haber leído los mensajes del Estudio-vida de Romanos, que la meta puesta en el libro de Romanos consiste en producir los hijos de Dios. Pero muchos cristianos creen que el mensaje de Romanos es la justificación por fe. En realidad, la justificación por fe sólo es una parte del procedimiento por medio del cual se alcanza la meta. La meta es que Dios hace de pecadores hijos Suyos, y éste es el pensamiento subyacente en el libro de Romanos.
Tanto en el Evangelio de Juan como en el libro de Romanos se nos presenta a Cristo como el Hijo de Dios. Sin embargo, Juan describe particularmente a Cristo en Su divinidad como el Hijo unigénito de Dios, mientras que Pablo declara en Romanos que Cristo es “del linaje de David según la carne, que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad”. Pablo habla de que Cristo fue designado Hijo de Dios en Su naturaleza humana, ya que al decir que Cristo era del linaje de David según la carne, él ponía su atención en la naturaleza humana de Cristo. Luego, en 8:29 nos dice que Cristo es el Primogénito entre muchos hermanos; así Pablo deja implícito que por ser Cristo el Hijo primogénito de Dios con Su naturaleza humana, nosotros somos Sus hermanos e hijos de Dios.
¿Cree que usted también fue designado hijo de Dios según el Espíritu de santidad? ¡Sí, ha sido designado como tal! Si tiene fe, ¡estará de acuerdo! Reflexione sobre su vida familiar. Si usted es casado y tiene hijos, ciertamente han habido muchas ocasiones en que las cosas no marchaban bien en su familia. Su cónyuge y sus hijos le han hecho pasar por momentos duros. Sin embargo, cuando parecía que los suyos estaban a punto de hacerlo trizas, usted experimentó una especie de designación en la que simplemente el poder del Espíritu de santidad estaba con usted; ¡y usted no murió! No fue destruido por su familia; en vez de ello, ¡usted estaba en los cielos! Tal vez sus suegros estaban observándolo para ver qué pasaba. Quizás pensaban: “¿Cómo hace para sobrellevar todo esto? ¿Será un ángel? ¿Cómo es capaz de tolerar tanto y, aun así, ser una persona tan celestial?”.
¿No es acaso ésta una experiencia de designación? Si usted no se atreve a afirmar que ha sido designado, ¡tiene muy poca fe! La naturaleza divina está en usted. Usted no solamente posee la naturaleza humana, sino que además, es también un hijo de Dios, no como conforme al Hijo unigénito sino al Hijo primogénito. Anteriormente, usted era un pecador, mas Cristo le hizo un hijo de Dios que posee tanto la naturaleza humana como la divina. Usted es uno de los muchos hijos, y Él es el Primogénito. ¿Le disfruta a Él de esta forma?
Romanos 5:15 dice: “Si por el delito de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia de Dios y el gratuito don en gracia de un solo hombre, Jesucristo”. Aquí Cristo es descrito como un verdadero hombre. Él es llamado ¡un hombre! Él era un hombre entre los hombres. Comparen este versículo con 9:5, donde Él es también “el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Aquí Él es Dios sobre todo. Por consiguiente, a partir de estos dos versículos vemos que Cristo es tanto hombre como Dios.
Es únicamente en los escritos de Pablo donde se da a conocer claramente que Cristo es hombre y es también Dios. Los escritos de Pedro no nos dicen esto con claridad, ni tampoco nos dicen que Cristo vive en nosotros. Es por esta razón que el ministerio de Pablo es el ministerio completador. En el libro de Romanos nos afirma categóricamente que este Cristo, Aquel a quien hemos recibido y a quien experimentamos, es hombre y es también Dios bendito por los siglos.
Romanos 10:12 nos dice: “Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos y es rico para con todos los que le invocan”. Este Cristo es el Señor de todos, o sea, Él es Señor tanto de los judíos como de los griegos. Él está sobre todas las cosas y es rico para con todos los que le invocan.
Si usted ora-lee estos versículos en Romanos, verá ¡cuán maravilloso es Cristo! Él es el Hijo de Dios que posee no sólo la naturaleza divina, sino también la naturaleza humana. Él está produciendo hijos de Dios de los pecadores. Él no sólo es Dios, sino también hombre a fin de que lo disfrutemos. Además Él está sobre toda la humanidad y es rico para con todos los que le invocan. ¡Éste es el Cristo que invocamos y disfrutamos! Pablo es quien nos presenta con tal claridad a esta Persona y así completó la revelación divina.
La epístola de 1 Corintios es muy rica y habla mucho sobre la Persona de Cristo.
En 1:30 se nos dice que Cristo es la sabiduría de Dios: “Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención”. Esta sabiduría consta de tres cosas. Cristo, como sabiduría de Dios, es nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. La justicia se aplica a nuestro pasado, la santificación a nuestro presente y la redención a nuestro futuro. Cristo es nuestra justicia a fin de que seamos justificados y nazcamos de nuevo; Él es nuestra santificación para que seamos transformados y Él es nuestra redención con el objetivo de que seamos transfigurados. La regeneración ocurre en nuestro espíritu, la transformación en nuestra alma y la transfiguración en nuestro cuerpo. Él como nuestra justicia regenera nuestro espíritu; como santificación, transforma nuestra alma y como redención transfigurará nuestro cuerpo. ¡Cristo es nuestra sabiduría todo-inclusiva!
Al referirse a la sabiduría de Dios, Pablo dijo: “La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de gloria” (1 Co. 2:8). ¡Cristo es el Señor de gloria! Ésta es una declaración muy excelente. En Filipenses 3 Pablo dice que estima todas las cosas como pérdida por “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (v. 8). Conocerle a Cristo en todos estos aspectos equivale a poseer la excelencia de Su conocimiento.
¿Qué quiere decir que Cristo es el Señor de gloria? No sabemos cómo explicar esta verdad ya que va más allá de nuestra habilidad para definirla. Conocerle como el Señor de gloria equivale a estimar Su excelencia.
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Co. 3:11). Cristo mismo es nuestro fundamento, y estamos firmes sobre Él. No tenemos otro fundamento.
“Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada” (5:7). Debido a que Cristo es nuestra Pascua, fuimos redimidos, salvos y rescatados del mundo. Según Éxodo 12:1-13, Dios pasó sobre los hijos de Israel porque la sangre del cordero pascual fue rociada en el dintel y en los postes de sus casas. A ellos se les mandó comer la carne del cordero dentro de sus casas. En otras palabras, la casa debía servirles de cobertura mientras ellos comían el cordero. Así, en 1 Corintios 1:30 se nos dice que es por Dios que estamos nosotros en Cristo Jesús. Por tanto, Él es nuestra casa, nuestra cobertura, mientras le ingerimos como nuestra Pascua. (Para más detalles sobre la Pascua, véase los mensajes 23, 24 y 25 del Estudio-vida de Éxodo.)
“Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Co. 10:4). Cristo era la roca espiritual que seguía al pueblo de Dios. Hoy en día Él es la roca que nos sigue en toda la travesía. Dios mandó que se golpeara esta roca y saliera de ella agua, a fin de satisfacer nuestra necesidad y saciar nuestra sed (véase Éx. 17:6). Este es el Cristo que disfrutamos en el recobro del Señor: Aquel del cual fluye agua de vida que apaga nuestra sed.
“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Co. 11:3). Aquí se hace mención de Cristo, no como la Cabeza del Cuerpo, sino como la cabeza de todo varón. ¡Cristo es la Cabeza!
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo” (12:12). Cristo no sólo es la Cabeza, sino también el Cuerpo. Todo el Cuerpo es Cristo. Este Cuerpo nos incluye a todos nosotros. Esto quiere decir que Cristo es todos nosotros. ¡Qué maravilloso es esto!
“Pero cada uno en su debido orden: las primicias, Cristo; luego los que son de Cristo, en Su venida” (15:23). Cristo es las primicias de entre los muertos. Él salió de la muerte y, por ser Él el primero, Él es las primicias. Y todos aquellos que son Suyos le seguirán.
“Así también está escrito: ‘Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente’; el postrer Adán, Espíritu vivificante [...] El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo” (15:45, 47). El primer hombre fue todo un fracaso. Adán cayó y erró en cuanto al propósito de Dios. Pero con Cristo, el segundo hombre, se inició un nuevo comienzo con una naturaleza nueva y una vida nueva. Él es el segundo hombre y también el postrer Adán. Con este postrer Adán no hubo fracaso alguno.
Este postrer Adán se hizo Espíritu vivificante. Si Cristo no fuera el Espíritu, ¿cómo podría Él ser nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención, nuestro fundamento, nuestra Pascua y nuestra roca? Además, ¿cómo podría ser también la Cabeza, el Cuerpo y las primicias? Para que Cristo nos sea hecho todas estas cosas, Él tenía que ser hecho Espíritu vivificante. Es como Espíritu vivificante que Él nos es hecho real en todos estos diferentes aspectos.
¿Ven ustedes cuánto se puede aprender de Cristo en 1 Corintios? Con toda certeza, sin esta epístola de Pablo, la Biblia no estaría completa. Tenemos que conocer a este Cristo y, al igual que Pablo, debemos aspirar a “conocerle” (Fil. 3:10). Debemos también experimentarle y disfrutar de Él. Después, debiéramos ministrar este Cristo que hemos disfrutado a otros. Cuando salgan a visitar a otros, salgan con Cristo y Sus riquezas, y sean llenos de Él. No discutan con ellos sobre doctrinas; más bien, predíquenles a Cristo.
Espero que tengan un nuevo aprecio de 1 Corintios. Sí, este libro hace mención sobre divisiones, fornicaciones, litigios y otras cosas malignas; pero quisiera que presten su atención a este Cristo maravilloso presentado por Pablo. Es únicamente en el ministerio completador de Pablo que se nos presenta a Cristo de una forma tan rica.