
Este libro consiste de mensajes dados en el verano de los años 1963, 1965 y 1969 en Los Angeles, California. Estos mensajes contienen una clara presentación de la verdad básica concerniente a nuestro espíritu humano. Esta verdad no ha sido comprendida por la mayoría de los cristianos, y casi todos los que la han visto en cierto grado, la han desatendido. Pocos se dan cuenta de la importancia estratégica de nuestro espíritu humano.
La Biblia revela que el hombre es un ser tripartito que posee un espíritu y un alma y un cuerpo (1 Ts. 5:23). Hace una distinción clara entre estas tres partes (Lc. 1:46-47; He. 4:12; Fil. 1:27). Teniendo un cuerpo, el hombre posee conciencia en cuanto al mundo y puede tener contacto con el mundo material. Teniendo un alma, el hombre posee conciencia de sí mismo, la cual le concede su personalidad, su yo (Mt. 16:26 comp. Lc. 9:25), y es capaz de razonar, escoger y responder emocionalmente. Teniendo un espíritu, el hombre posee conciencia en cuanto a Dios, y puede tener contacto con el Dios Triuno, así como recibirle y adorarle (Jn. 4:24; Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22). Dios es Espíritu (Jn. 4:24), y cuando formó al hombre (Gn. 2:7), lo creó con un espíritu (Zac. 12:1). Si el hombre no tuviera un espíritu, no podría tener contacto con Dios.
Es en nuestro espíritu donde nacimos de nuevo (Jn. 3:6); es en nuestro espíritu donde fuimos vivificados (Ef. 2:5; Ro. 8:10); es en nuestro espíritu donde mora Dios (Ef. 2:22; 2 Ti. 4:22; Ro. 8:16); es en nuestro espíritu donde somos unidos al Señor (1 Co. 6:17); y es en nuestro espíritu donde nos ponemos en contacto con Dios y le adoramos (Jn. 4:24). Ahora debemos andar y tener todo nuestro ser conforme a nuestro espíritu: sirviendo en nuestro espíritu (Ro. 1:9), orando en espíritu (Ef. 6:18), siendo llenados en espíritu (Ef. 5:18), viendo la revelación de Dios en espíritu (Ef. 1:17; 3:5; Ap. 1:10; 4:2; 17:3; 21:10), teniendo comunión con los hermanos y hermanas en espíritu (Fil. 2:1), y siendo edificados juntamente con otros para ser una habitación de Dios en espíritu (Ef. 2:22).
El Nuevo Testamento también revela tres diferentes clases de vida: bíos, psujé, y zoé. Bíos, la vida física, está en el cuerpo; psujé, la vida humana, está en el alma; y zoé, la vida divina, está en el espíritu. Antes de que fuésemos regenerados, teníamos sólo la vida física y la vida humana, la vida del alma. En el momento de nuestra regeneración, recibimos la tercera vida, la vida divina, la cual es Dios como vida. Sin embargo, la mayoría de los cristianos, aunque son regenerados en su espíritu, siguen viviendo y comportándose conforme a sus propias consideraciones y razonamientos, gustos y aversiones, o conforme a si algo es correcto o equivocado, bueno o malo. Estos son del alma (1 Co. 2:14), hombres del alma que toman su vida humana como la fuente de su vivir. Otros andan conforme a su espíritu. Estos son espirituales (1 Co. 2:15), hombres del espíritu que toman a Dios como la fuente de su vivir. Todos debemos aprender a andar, no conforme a la vida que está en nuestra alma, sino conforme a la vida que está en nuestro espíritu (Mr. 8:35-36; Jn. 12:25; Ro. 8:4-6).
Malaquías 2:15-16 (lit.) nos dice que necesitamos prestar atención a nuestro espíritu. En nuestra vida diaria cristiana, debemos ejercitar nuestro espíritu continuamente. Es aquí donde adoramos a Dios, tenemos comunión con otros y nos llenamos del Espíritu. Es aquí donde disfrutamos la frescura, la dulzura, el avivamiento y el suministro de Cristo. También, en la iglesia debemos ejercitar continuamente nuestro espíritu. La adecuada vida de la iglesia es un asunto absolutamente en el espíritu. Cuando nos volvemos a nuestro espíritu, somos uno.
Nosotros oramos para que los puntos que se presentan en este libro lleguen a ser una visión a todos los que los leen, y para que muchos empiecen a vivir conforme a esta visión. Es muy necesario hoy que todos los hijos del Señor lleguen a ser los que anden y vivan conforme a su espíritu. Oramos también para que el Señor conceda tal realidad en todas las iglesias locales.
Abril, 1984 Benson Phillips Irving, Texas
Zacarías 12:1 nos dice que en la creación de Dios hay tres cosas principales. Primero, Dios extendió los cielos. En segundo lugar, Dios fundó la tierra. En tercer lugar, Dios formó el espíritu del hombre. En la creación de Dios existen estas tres cosas principales. En los cielos hay muchas cosas, en la tierra hay muchos detalles y en el hombre hay muchas partes, pero Zacarías 12:1 solamente menciona los cielos, la tierra y el espíritu del hombre.
En cuanto al hombre, la parte más importante es el espíritu, porque el espíritu del hombre es el centro de su ser, y este centro es el mismo lugar donde Dios entra en el hombre (Jn. 3:6; 2 Ti. 4:22; Ro. 8:16; 1 Co. 6:17). Este es el punto estratégico. Si no captamos este punto, erramos el blanco. A pesar de que la electricidad ha sido instalada en un edificio, lo crucial es el interruptor. El receptor de un radio es el lugar estratégico donde entran las ondas radio eléctricas. De igual manera, el mismo lugar central donde Dios entra en el hombre es el espíritu del hombre.
Job 12:10 menciona el alma de todos los seres vivientes y el espíritu del hombre. La versión King James dice “el aliento de todo el género humano” porque la palabra rúaque puede significar aliento así como espíritu. La traducción de Darby lo traduce como “el espíritu de toda carne del hombre”. La versión American Standard lo traduce como “el aliento de todo el género humano” en el texto, pero en la nota dice nuestro espíritu, el espíritu del hombre.
Todos los otros seres vivientes simplemente tienen alma; no tienen espíritu. Sólo nosotros los seres humanos tenemos espíritu. Un perro tiene alma, pero no tiene espíritu. Un mono es bastante inteligente porque tiene alma, pero tampoco tiene espíritu. ¿Ha visto usted alguna vez unos monitos construir un relicario con un ídolo y adorarlo? Durante toda la historia nunca ha habido semejante cosa. Ningún animal jamás ha adorado nada, pero todos los seres humanos, sean cultos o bárbaros, adoran algo porque tienen un espíritu de adoración. Hay un espíritu dentro del hombre que le hace especial. Un perro no tiene esto. Un gato no tiene esto. Sólo nosotros los seres humanos tenemos tal espíritu.
Job 12:10 dice que en la mano de Dios está el alma de todo viviente y el espíritu de todo el género humano. Todos los seres vivientes tienen alma, pero nosotros, los seres humanos, no sólo tenemos un alma sino también un espíritu. Somos absolutamente diferentes. En este asunto, estamos totalmente en desacuerdo con Darwin. Somos diferentes de los monos. Los monos sólo tienen un alma, pero nosotros tenemos un espíritu.
En Números 16:22 y 27:16 Dios es el Dios de los espíritus de toda carne. Toda carne representa al género humano caído. Todos llegamos a ser y aún somos la carne, pero alabado sea el Señor, dentro de la carne tenemos un espíritu. El Señor Dios no es el Dios de la carne; El es el Dios de los espíritus. Así que si deseamos conocer a Dios, tener contacto con Dios y tratar con Dios, y si deseamos tomar a Dios como nuestra vida, tenemos que conocer nuestro espíritu porque Dios es el Dios de nuestro espíritu.
Apocalipsis 22:6 nos dice que el Señor es el Dios de los espíritus de los profetas. Además, 1 Corintios 14:32 dice: “Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”. Los espíritus de los profetas se refiere no al Espíritu Santo, sino al espíritu humano de los profetas. Cuando yo era un cristiano joven, me enseñaron que con el profeta de Dios siempre es necesario el Espíritu Santo. Nunca me dijeron que con los profetas de Dios se encuentra también el espíritu humano.
Por el lado de Dios está el Espíritu divino, el Espíritu de Dios. Por nuestro lado está el espíritu humano. Cuando estos dos espíritus se encuentran el uno con el otro hay un “trato” divino. Tenemos tal trato divino cuando se encuentran Dios como el Espíritu divino y nuestro espíritu humano. En tratar con Dios, el espíritu humano y el Espíritu divino son igualmente importantes. Sin el Espíritu divino, no hay manera de que tengamos contacto con Dios. En el mismo principio, sin el espíritu humano, no existe el medio, no hay órgano con el cual tener contacto con Dios.
Todos debemos saber que tenemos tal espíritu. Si deseamos ser un buen médico, debemos dedicar un largo tiempo para estudiar el cuerpo. Para ser cristianos adecuados, debemos estudiar el espíritu.
En Romanos, Pablo dice que a Dios “sirvo en mi espíritu” (Ro. 1:9). El mismo Dios a quien sirvo, lo sirvo en mi espíritu. No piensen que “mi espíritu” es simplemente un término neotestamentario. Salmos 77:3 dice: “Me acordaba de Dios, y me conmovía; me quejaba, y desmayaba mi espíritu”. También, Salmos 77:6 dice: “Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría”.
“Mi espíritu” no es sólo un término neotestamentario, sino también antiguotestamentario. Cuando me acordaba de Dios y consideraba todos los problemas, mi espíritu desmayaba. Yo medito en mi corazón y mi espíritu inquiere. Hermanos y hermanas, ¿alguna vez han ejercitado su espíritu? ¿Han usado alguna vez su espíritu? ¿Tienen esta clase de experiencia?
En Hechos 17:16 Pablo fue enardecido cuando vio tantos ídolos en la cuidad de Atenas. Cuando él vio los ídolos fue enardecido en su espíritu. El servía a Dios en su espíritu y fue enardecido en su espíritu por las cosas malignas.
En 1 Corintios 5:4 Pablo dice que aun él se reunía con los santos en Corinto mediante su espíritu. Mientras él estaba ausente dijo: “Reunidos vosotros y mi espíritu”. El estaba lejos de Corinto, pero asistía a la reunión de ellos. Su cuerpo estaba ausente, pero su espíritu asistía a la reunión de ellos. ¿Ha asistido usted alguna vez a una reunión de la iglesia mediante su espíritu mientras estaba ausente de esa iglesia? Mientras Pablo estaba ausente de Corinto físicamente, él aún asistía a la reunión de ellos.
Además, Pablo dice en 2 Corintios 2:13 que no pudo encontrar a su hermano Tito, así que no tuvo reposo en su espíritu. Entonces en 2 Corintios 7:13 Pablo dice que Tito fue refrescado en su espíritu por los corintios. También 1 Corintios 16:18 dice que algunos de los santos han “refrescado mi espíritu y el vuestro” (lit.). El espíritu de Pablo y los espíritus de los santos en Corinto habían sido refrescados por algunos queridos hermanos.
En Lucas 1:46-47 María dijo: “Engrandece mi alma al Señor” (tiempo presente) y “mi espíritu se ha regocijado” (lit.) (tiempo perfecto) “en Dios mi Salvador”. Primero, mi espíritu se regocijó en Dios. En segundo lugar, mi alma lo engrandece a El. El espíritu viene primero, luego el alma. El espíritu se ha regocijado en Dios, luego el alma engrandece al Señor. Estas son dos cosas. Regocijarse en Dios es tener comunión con Dios en el espíritu. Engrandecer al Señor es expresar al Señor con nuestra alma.
Debemos tener comunión con el Señor en nuestro espíritu y debemos expresar al Señor en nuestra alma. Primero, tenemos comunión con El; luego le expresamos. Primero nos regocijamos en El; luego le engrandecemos. Nos regocijamos en El en nuestro espíritu y le engrandecemos con nuestra alma. Estos dos órganos son para dos clases de uso. Si usted desea tener contacto con el Señor, tiene que usar su espíritu. Si desea expresar al Señor, tiene que usar su alma. Mi espíritu se regocijó en Dios y mi alma engrandece al Señor.
Segunda de Corintios 7:1 dice que nos purifiquemos a nosotros mismos de toda contaminación en la carne y también en el espíritu. Tenemos la carne y tenemos el espíritu. En estas dos partes tenemos que ser purificados de toda clase de contaminación. Seguramente, esto no se refiere al Espíritu Santo. El Espíritu Santo no necesita ser purificado de ninguna clase de contaminación, pero nuestro espíritu sí.
Primera de Tesalonicenses 5:23 es un versículo al cual debemos prestar atención y recordar: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu y alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Nunca crea que el espíritu es el alma y el alma es el espíritu. Algunos maestros cristianos dicen que el espíritu y el alma son simplemente sinónimos. Sin embargo, en 1 Tesalonicenses 5:23 ellos no lo son porque allí se halla la conjunción “y”: “espíritu y alma y cuerpo”. Dos conjunciones unen tres cosas. El alma es diferente del cuerpo y el espíritu es diferente también del alma. Dios entra en nuestro espíritu y se extiende del espíritu al alma y finalmente del alma al cuerpo. Entonces seremos santificados por completo: espíritu, alma y cuerpo.
Si dice usted que el espíritu es lo mismo que el alma, entonces yo le señalaría a los monos, a los tigres, a todas las bestias y a todo el ganado. Job 12:10 se refiere al alma de todo viviente. Todo viviente incluye a los animales. Nosotros somos seres vivientes y también tenemos un alma, pero además de un alma tenemos algo superior, algo más elevado: el espíritu humano. Somos distintos de los animales porque ellos tienen un alma, pero no tienen espíritu. Nosotros tenemos un espíritu. Tenemos algo más, algo superior, algo más elevado, para tener contacto con Dios. Fuimos creados a la imagen de Dios con tal órgano superior, el espíritu humano, para tener contacto con Dios.
Hebreos 4:12 dice que nuestra alma puede ser dividida de nuestro espíritu, como los tuétanos de las coyunturas. Sabemos que las coyunturas forman parte de los huesos y que dentro de estos huesos se encuentra el tuétano. El tuétano está contenido y escondido en los huesos, pero es absolutamente diferente de los huesos. Los huesos son como el alma y el espíritu es como el tuétano. El espíritu está escondido y contenido en el alma, y el alma puede ser dividida del espíritu.
Filipenses 1:27 dice: “Estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo con una sola alma por la fe del evangelio” (lit.). Para estar firmes necesitamos estar en un mismo espíritu. Para luchar juntos para la predicación del evangelio, para la expansión del reino de Dios, necesitamos ser de una sola alma. Para estar firmes necesitamos estar en un mismo espíritu, pero para propagar el evangelio necesitamos ser de un mismo pensamiento, de un mismo sentir, de una misma opinión, de un mismo concepto. Esto significa que necesitamos ser de una sola alma. Así que en un mismo espíritu es una cosa, con una sola alma es otra.
Por último, debemos ver que el Señor Jesús como vida entra en nosotros, pero, ¿en qué parte de nosotros? Segunda de Timoteo 4:22 dice: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. Nada puede ser más claro o más definido. El Señor Jesús hoy está en nuestro espíritu. ¡Aleluya! Cristo hoy está en nuestro espíritu. Nunca se olvide de que Cristo es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) en nuestro espíritu.
Primera de Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. Ya que Cristo hoy es el Espíritu vivificante, y nosotros tenemos una parte interior, el espíritu humano, estos dos espíritus simplemente se juntan y se mezclan y llegan a ser un espíritu. El que se une al Señor, un espíritu es con El. Ahora tenemos un espíritu mezclado. Es bastante difícil determinar si éste es el Espíritu Santo o el espíritu humano porque los dos espíritus están mezclados como uno.
Por eso Romanos 8:4 nos dice que andemos conforme al espíritu. ¿Cuál espíritu es éste? Nosotros debemos andar no sólo conforme al Espíritu Santo y no sólo conforme al espíritu humano, sino conforme al espíritu mezclado. Ahora el Espíritu Santo y el espíritu humano están mezclados como uno. Aquí en esta tierra, en este universo, existe un lugar donde Cristo como el Espíritu vivificante es uno con nosotros. Ahora debemos andar conforme a este maravilloso espíritu mezclado. Cristo es el Espíritu vivificante en nuestro espíritu.
Si nosotros queremos conocer, experimentar y disfrutar este Espíritu vivificante, tenemos que conocer nuestro espíritu humano. Es por eso que nuestro espíritu humano es tan estratégico. Nuestro espíritu humano es el centro de nuestro ser y el único órgano con el cual podemos tener contacto con el Señor. En nuestro espíritu podemos ser uno con el Señor.