
Lectura bíblica: Ef. 1:17; 2:22; 3:5; 5:18; 6:18; 4:23; Col. 1:9-10; Fil. 2:1; 2 Ti. 1:7; 4:22; He. 12:9; Ap. 22:6; 1:10; 4:2; 17:3; 21:10; 1 Ts. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47; Fil. 1:27; 1 Co. 6:17
Efesios 1:17 dice: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación en el pleno conocimiento de él” (lit.). Para conocer a Dios, para conocer a Cristo y para conocer la iglesia se necesita un espíritu de sabiduría y revelación. Esto sólo puede ser posible si estamos dispuestos a ejercitar nuestro espíritu.
Hay cuatro versículos en Efesios con la pequeña frase “en espíritu” (lit.): 2:22; 3:5; 5:18 y 6:18. En el capítulo dos “en espíritu” es para el edificio de Dios. En el capítulo tres “en espíritu” es para ver la revelación del misterio de Cristo. Luego en el capítulo 5 se encuentra el llenar del Espíritu residente en nuestro espíritu: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos en espíritu” (lit., 5:18). En espíritu tenemos el llenar: no el derramamiento, ni el llenar exterior, sino el llenar interior del Espíritu Santo en nuestro espíritu.
Así como las personas embriagadas están llenas de vino en sus cuerpos, tenemos que estar llenos de Dios en nuestro espíritu. El cuerpo de ellos se convierte en un recipiente de vino y nuestro espíritu, de la misma manera, se convierte en el recipiente de Dios, Dios es nuestro vino divino y espiritual (Jn. 2:10; Mt. 9:17; Sal. 104:15). Contenemos este vino con nuestro espíritu, así que tenemos que estar llenos de Dios en espíritu. Efesios 6:18 nos exhorta que oremos “en todo tiempo en espíritu” (lit.). La vida de la iglesia es absolutamente un asunto en nuestro espíritu. La morada de Dios, la iglesia, está en nuestro espíritu (Ef. 2:22). Ver el misterio de Dios concerniente a la iglesia, el Cuerpo de Cristo, es en espíritu. El ser llenados con Dios en Su economía es en espíritu. La vida de la iglesia es absolutamente un asunto en nuestro espíritu, así que todos tenemos que aprender cómo estar en espíritu.
Si estuviéramos atentos a nuestro espíritu, no discutiríamos, sino que seríamos uno en la iglesia. Si seis hermanos se reunieran y se olvidaran de su espíritu, inmediatamente pelearían. Los del sur pelearían contra los del norte y los viejos pelearían contra los jóvenes. Pero, ¡alabado sea el Señor, tenemos un lugar adonde ir! Tenemos el medio de llegar. Cuando logremos entrar en nuestro espíritu y lo ejercitemos todos seremos uno. La unidad está en nuestro espíritu. La vida de la iglesia está en nuestro espíritu.
Efesios 4:23 nos dice que necesitamos ser renovados en el espíritu de nuestra mente. Normalmente con las personas mundanas, la mente está absolutamente separada de su espíritu. En Efesios 4:23, sin embargo, el espíritu es uno con la mente y llega a ser el espíritu de la mente. Cuando nuestro espíritu es uno con nuestra mente, y cuando nuestra mente está sujeta a nuestro espíritu, nuestro espíritu se convierte en un espíritu renovador. Vamos siendo renovados día tras día en tal espíritu que es uno con nuestra mente.
Colosenses 1:9-10 revela que cuando tenemos tal espíritu renovador en nuestra mente, tenemos el entendimiento espiritual. El entender es la función de nuestra mente. Nuestro entendimiento necesita ser espiritual. Puede que algunos de los hermanos que son estudiantes tengan el entendimiento de matemáticas, de la física o de cierta ciencia, pero no el entendimiento espiritual. Sólo podríamos tener el entendimiento espiritual teniendo nuestra mente sujeta a nuestro espíritu. Si su mente es independiente, separada del espíritu, es imposible tener el entendimiento espiritual. Cuando su mente está sujeta al espíritu, bajo el control de su espíritu, una con su espíritu, inmediatamente el entendimiento de su mente será renovado para ser un entendimiento espiritual. Tendrá la capacidad de entender cosas en una forma espiritual.
El resultado de ser “llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Col. 1:9) es “que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo” (Col. 1:10). Debido a que usted tiene el entendimiento espiritual, puede agradar a Dios. Puede conocer Su voluntad. Conocer la voluntad de Dios es un asunto del entendimiento espiritual. Si su mentalidad todavía es tan mundana sin tener nada que ver con el espíritu, es bastante difícil que entienda la voluntad de Dios porque la voluntad de Dios se revela siempre a su espíritu. Sin mis dos ojos, no podría ver cosas en la esfera física. De igual manera, sin el entendimiento espiritual, no podría conocer la voluntad de Dios.
En Filipenses 2:1 se encuentra la “comunión del espíritu” (lit.). Nuestra comunión en la iglesia local entre los hermanos y hermanas es algo del espíritu. Cuando no está en el espíritu es bastante difícil que alguien tenga comunión con usted. Si estoy fuera de mi espíritu y usted viene a tener comunión conmigo, es precisamente como si viniera a hablar a una vaca. No puede tener comunión. Para tener comunión unos con otros todos necesitamos estar en el espíritu. Cuando estamos en el espíritu, es maravilloso. En 1968 muchos santos fueron al Lejano Oriente. Algunas veces fueron frustrados con el lenguaje diferente, pero cuando los hermanos del Lejano Oriente venían a ellos, aun sin entender el lenguaje uno del otro, había cierta clase de fluir dentro de ellos y entre ellos. Esta es la comunión del espíritu. La comunión cristiana es un asunto en nuestro espíritu cristiano.
Segunda de Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de una mente sobria” (lit.). Nuestro espíritu es el centro de nuestro ser. Entonces tenemos nuestra alma, con tres partes, rodeando nuestro espíritu: nuestra mente, emoción y voluntad. Dios nos ha dado un espíritu de poder. El poder es un asunto en la voluntad. El también nos ha dado un espíritu de amor, relacionado con la emoción, y un espíritu de una mente sobria. Se mencionan tres aspectos acerca del espíritu porque el espíritu está rodeado con el alma en tres aspectos. Dios nos ha dado tal espíritu que es tan poderoso en nuestra voluntad, tan amoroso en nuestra emoción y tan sobrio en nuestra mente.
No debemos olvidar jamás 2 Timoteo 4:22: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. Si el Señor Jesús está aquí en nuestro espíritu, ¿qué debemos hacer? Tenemos que permanecer en nuestro espíritu todo el tiempo. Podemos unirnos al Señor porque El está precisamente en nuestro espíritu. ¡Alabado sea el Señor! Ahora podemos localizar al Señor Jesús. ¿Dónde está el Señor? ¡Aleluya, El está en mi espíritu! ¡El Señor Jesús está en nuestro espíritu!
Hebreos 12:9 dice que Dios es “el Padre de los espíritus”. En el margen de la versión American Standard en inglés, dice “nuestros espíritus”. Dios es el Padre de nuestro espíritu. Nuestro cuerpo no nació de El sino nuestro espíritu. Nuestro espíritu nació de Dios (Jn. 3:6). Es por eso que Gálatas 4:6 y Romanos 8:15 revelan que si deseamos llamarlo “Abba, Padre”, tenemos que hacerlo en espíritu porque El es el Padre de nuestro espíritu. Apocalipsis 22:6 dice que el Señor es “el Dios de los espíritus de los profetas”, y Números 16:22 y 27:16 dicen que el Señor es el “Dios de los espíritus de toda carne”. Todos estos versículos nos dicen que Dios es el Dios, el Señor y el Padre de nuestro espíritu. Así que tenemos que conocer nuestro espíritu y tenemos que saber cómo ejercitar nuestro espíritu, cómo usar nuestro espíritu. De otra manera, no podríamos tener contacto con Dios.
Apocalipsis 1:10; 4:2; 17:3 y 21:10 usan el término “en espíritu” (lit.). Juan el apóstol, en la isla de Patmos, dijo cuatro veces que vio algo “en espíritu”. En espíritu Juan vio los siete candeleros de oro. En otras palabras, en espíritu vio las iglesias locales (1:10). En espíritu vio el trono de Dios (4:2) con todo Su juicio divino sobre el mundo. También, en espíritu vio la Gran Babilonia (17:3). Finalmente, en espíritu él vio la santa ciudad, Jerusalén (21:10). El libro de Apocalipsis está compuesto de estas cuatro visiones. Si deseamos verlas tenemos que estar en espíritu.
Si usted está en espíritu verá la situación verdadera. Verá lo que es una iglesia local, lo que es una cosa babilónica, lo que es el destino, el juicio final de este mundo y lo que es la Nueva Jerusalén, el Cuerpo de Cristo. Si desea entender todas estas cosas con claridad, necesita estar en espíritu. En espíritu verá las iglesias locales. En espíritu verá el juicio final, el destino, del mundo de hoy. En espíritu verá que Babilonia está caída (17:3, 5; 18:2). Finalmente, en espíritu verá que la iglesia local es simplemente una expresión de la Nueva Jerusalén. Si está en una iglesia local, está en una expresión de la Nueva Jerusalén. Todos necesitamos estar en espíritu.
Primera de Tesalonicenses 5:23 muestra que el alma y el espíritu no son lo mismo, sino que son dos cosas distintas. Hebreos 4:12 revela que el espíritu y el alma pueden ser divididos así como el tuétano puede ser dividido de las coyunturas. Las coyunturas son los huesos y dentro de los huesos está el tuétano. El tuétano está escondido dentro de los huesos así como el espíritu está escondido dentro del alma. El espíritu está tan escondido en el alma que necesita ser dividida del alma por la palabra viviente y operativa de Dios la cual es “más cortante que toda espada de dos filos” (4:12). A veces es realmente difícil separar el espíritu del alma; así que la Palabra viviente es necesaria.
El espíritu y el alma pueden ser divididos porque son dos cosas, dos entidades, dos clases de sustancias. A pesar de cuán escondido esté el tuétano dentro del hueso, todavía son dos cosas. A pesar de cuan escondido esté nuestro espíritu dentro del alma, todavía son dos cosas, dos órganos, dos asuntos. Tenemos que aprender como dividir nuestra alma de nuestro espíritu.
En Lucas 1:46-47 María dice: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se ha regocijado en Dios mi Salvador” (lit.). Primeramente, nuestro espíritu se regocija en el Señor, luego nuestra alma puede engrandecerle a El. Los tiempos de los verbos en estos dos versículos muestran el orden: mi alma engrandece (tiempo presente) y mi espíritu se ha regocijado (tiempo perfecto).
Filipenses 1:27 dice que estemos “firmes en un mismo espíritu, combatiendo con una sola alma por la fe del evangelio” (lit.). Estar en un mismo espíritu es una cosa. Estar con una sola alma es otra. Primeramente, necesitamos estar en un mismo espíritu. Luego todos necesitamos estar con una sola alma. Para estar firmes unos por otros para la vida de la iglesia necesitamos estar en un mismo espíritu, pero si algunos hermanos fueran a predicar juntos el evangelio sin ser de una sola alma, tendrían muchos problemas. Muchos hermanos jóvenes en el recinto universitario son realmente uno en el espíritu, estando firmes por la vida de la iglesia. Pero cuando van a predicar el evangelio, a veces difieren en cuanto al alma. Necesitamos no sólo estar en un mismo espíritu, sino también con una sola alma. “En un mismo espíritu” es para la posición y “con una sola alma” es para actuar, trabajar, luchar juntos.
Alabado sea el Señor por 1 Corintios 6:17: “Porque el que se une al Señor un espíritu es con él”. El Señor es el Espíritu vivificante, y tenemos un espíritu tan maravilloso. El Señor está dentro de nuestro espíritu. Así que somos un espíritu con el Señor. “El postrer Adán se hizo espíritu vivificante” (lit., 1 Co. 15:45). “Porque el Señor es el Espíritu” (2 Co. 3:17). “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). “Porque el que se une al Señor un espíritu es con él” (1 Co. 6:17). Me gustan estos cuatro versículos y nunca podría olvidarlos. El Señor es el Espíritu vivificante, y nosotros tenemos un espíritu tan maravilloso. Hoy somos simplemente un espíritu con el Señor porque estos dos espíritus están mezclados juntos como un solo espíritu.