
Lectura bíblica: 1 Ti. 1:4; 3:2-4, Ef. 3:9-11; 1:9-10; Col. 1:25-27; Ef. 3:8; 2 Co. 13:14; Ef. 3:10, 3:19; 1:23
A partir de esta mañana nos encontramos en la “escuela graduada” y las lecciones tienen mucho peso espiritual. Lo primero que debemos mencionar hoy, en el siglo XX, es que si queremos conocer la Biblia, debemos aprender del ejemplo de los santos de los primeros siglos. El Señor levantó a muchos estudiosos de la Biblia, los cuales tenían un entendimiento completo de la Biblia. La labor de ellos al estudiar la Biblia puede haber sido muy superior a la nuestra. Al leer sus libros, nos damos cuenta de que ellos laboraron muchísimo.
Consideremos los padres de la iglesia antes del Concilio de Nicea. Éstos eran los estudiosos de la Biblia antes de la época en que el Imperio Romano adoptara el cristianismo como religión estatal. En el año 324 d. C., Constantino tomó poder absoluto del Imperio Romano. Él tenía una gran previsión y era una persona muy talentosa. En aquel tiempo muchos de los pueblos que estaban en los alrededores del mar Mediterráneo estaban bajo el gobierno del Imperio Romano. Debido a la comodidad del transporte, el griego espontáneamente vino a ser el idioma popular en la región mediterránea, así como lo es el inglés hoy en día en la mayor parte del mundo. Las vías romanas a lo largo del mar Mediterráneo permitían que el tráfico fluyera sin problemas entre Europa y Asia. Sin embargo, debido a que el dominio del Imperio Romano era tan amplio y tenía tantos territorios, la mayoría de la población permaneció aislada.
De entre todos los pueblos del Imperio Romano, el más poderoso de todos eran los cristianos. Sin embargo, incluso entre ellos había muy poca unidad. Los padres de la iglesia tuvieron muchos debates sobre las verdades esenciales de la Biblia, los cuales giraban en torno a dos temas principales: el Dios Triuno y la persona de Cristo. Debido a que los debates eran tan acalorados, en el año 325 d. C. Constantino ordenó que todos los maestros del cristianismo celebraran un concilio en Nicea, el cual él mismo presidió. En dicho concilio muchos eruditos de la Biblia debatieron acerca de escritos previos. A partir de entonces, y hasta el año 570 d. C., un periodo de unos 250 años, se celebraron varios concilios, los cuales resolvieron algunas disputas que había en cuanto a la verdad.
Hoy en día la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Griega Ortodoxa no sólo creen en la Biblia, sino también en diferentes credos. Los credos son las resoluciones de todos los concilios. Desde luego, los credos provienen de la Biblia, pero ellos únicamente son un suplemento a la Biblia, o cuando mucho algo auxiliar. No obstante, todavía hay una gran distancia entre los credos y la Biblia. Es muy difícil incluir todos los sesenta y seis libros en un credo. El credo que produjo el Concilio de Nicea sólo incluye una parte de la Biblia; sin embargo, hoy en día muchos protestantes aún recitan el Credo de Nicea en sus servicios de adoración. Incluso un grupo tiene un lema que exhorta a las personas a remitirse al Concilio de Nicea y a aceptar las resoluciones que fueron tomadas. Sin embargo, no podemos negar que los padres de la iglesia hicieron un estudio muy profundo de la Biblia antes del Concilio de Nicea. Después que murieron los padres de la iglesia, un gran número de estudiosos de la Biblia que asistieron a dichos concilios también realizaron muchos estudios.
El papado medieval se estableció en el año 590 d. C. Con excepción de la Iglesia Griega Ortodoxa, todas las iglesias llegaron a conocerse como iglesias romanas. El obispo que tenía la posición más elevada era el papa, que significa “padre viejo” o “aquel que preside”. Cuando la autoridad del papa fue plenamente establecida con el reconocimiento que le dieron las iglesias, la iglesia romana llegó a conocerse como la Iglesia Católica. En aquel entonces la Biblia había sido puesta bajo llave, pues a los creyentes no se les permitía leer la Biblia. El papa era el único árbitro. Debajo del papa estaban los cardenales, debajo de los cardenales, los arzobispos, y debajo de los arzobispos, los obispos, todos los cuales se sometían a la autoridad del papa. Cada vez que había alguna duda en cuanto a la verdad, no había necesidad de entrar en debates ni había cabida alguna para ello. El asunto tenía que ser llevado al Vaticano. El papa y sus arzobispos estudiaban el asunto y luego emitían un “decreto santo”, el cual era la decisión final. De este modo la Biblia estuvo cerrada por diez siglos, desde fines del siglo VI hasta la conclusión de la Reforma a fines del siglo XVI. En la historia Occidental este periodo, el cual duró mil años, se conoce como la Edad de las tinieblas. Hoy en día, debido a la influencia de las iglesias protestantes, la Iglesia Católica ya no controla más la Biblia tan estrictamente como lo hacía antes, y muchos católicos leen la Biblia. Sin embargo, la interpretación final de la verdad la sigue tomando el papa por ellos.
El propósito por el cual les hablo de esto es que ustedes sepan que antes de la Reforma que fue encabezada por Martín Lutero, incluso durante la época en que la Biblia fue puesta bajo llave por la Iglesia Católica Romana, hubo algunos a quienes el Señor levantó para que conocieran la Biblia. Esto nos muestra que hubo tres periodos: desde la época de los apóstoles hasta el Concilio de Nicea (325 d. C.), desde el Concilio de Nicea hasta aproximadamente 590 d. C., y los siglos en los cuales la Biblia fue puesta bajo llave por la Iglesia Católica. Después de la Reforma, la Biblia se hizo pública al estar en poder de las iglesias protestantes, y de ese modo fue liberada de las cadenas del catolicismo. Sin embargo, muy pocos habían abierto este libro; aún seguía siendo un libro cerrado. Por ejemplo, hoy en día en los Estados Unidos el libro de Apocalipsis, en su mayoría, aún es un libro cerrado. No obstante, después de la época de Lutero, las personas continuaron estudiando la Biblia. Ellos descubrieron no sólo la justificación por fe, sino también la santificación por fe. Este descubrimiento hizo que surgieran los grupos de santidad. En la década de 1690 los lectores de la Biblia descubrieron que el bautismo en la Biblia no significa lavar o rociar, sino “sumergir”. La palabra griega baptizo significa “sumergir”. Este descubrimiento dio origen a los bautistas. Aproximadamente en la misma época, los estudiosos de la Biblia también descubrieron que los ancianos son quienes vigilan la iglesia. Ellos vieron que, según la Biblia, esto no debía hacerse como en la Iglesia Católica, donde el papa es el obispo que está por encima de todos y debajo de él están los cardenales, los arzobispos y los obispos. Esta clase de organización surgió como resultado de la influencia de uno de los padres de la iglesia llamado Ignacio. Él pensaba que el obispo era diferente del anciano. Para él, la administración de un anciano era local, mientras que la de un obispo era regional. Por consiguiente, el oficio de un obispo era superior al de un anciano, y podía tener autoridad sobre un anciano. Ésta fue la raíz de una tragedia que aún sigue propagándose hoy en día. No sólo los católicos tienen obispos, sino que también la Iglesia de Inglaterra tiene obispos. Aquellos que vieron el principio bíblico del ancianato en cuanto a la iglesia desistieron de la práctica de tener obispos y consideraron que en cada localidad sólo debía haber ancianos. Por consiguiente, establecieron el presbiterianismo.
En aquel entonces un grupo de personas de Europa recibió luz al leer la Biblia y vio que no debía haber rangos entre los que creen en el Señor. Por consiguiente, ellos se llamaron hermanos. Estos hermanos sufrieron una persecución doble de parte de los católicos y de parte de los protestantes. Más tarde, Zinzendorf fue levantado por el Señor en Bohemia, una región al sur de Alemania. Él recibió a los hermanos del norte que estaban siendo perseguidos. Puesto que el grupo principal venía desde Moravia, llegó a conocerse como los Hermanos Moravos. Zinzendorf también vio en la Biblia que todos los hermanos debían reunirse en un solo lugar y que también debían salir a predicar el evangelio. De este modo, ellos practicaron la vida de iglesia y llevaron una vida de emigración. Sus emigraciones fueron numerosas, especialmente de Europa a América. Hoy en día en los Estados Unidos todavía hay iglesias de los Hermanos Moravos.
John Wesley, George Whitefield y Charles Wesley, el experto escritor de himnos —todos los cuales eran contemporáneos de Zinzendorf— también fueron ganados por el Señor. En la década de 1820 el Señor inesperadamente levantó a los Hermanos de Inglaterra. Ellos eran muy fuertes. Muchos de ellos tenían título de caballero y ocupaban importantes cargos en el gobierno, pero se consagraron de manera absoluta a Dios y abandonaron completamente el mundo. El maestro más destacado y poderoso entre ellos era J. N. Darby. Antes de cumplir treinta años de edad él ya era un ministro de la Iglesia de Inglaterra. Sin embargo, después de asistir a una reunión de hogar de los Hermanos, enseguida fue cautivado. Él llegó a ser el maestro de la Biblia más talentoso y se le conoce como “el rey del estudio expositivo de la Biblia”.
Cien años después de la Reforma con Lutero, el protestantismo cayó en muerte, así como dice en la epístola que dirigió el Señor Jesús a la iglesia en Sardis: “Tienes nombre de que vives, y estás muerto” (Ap. 3:1). En esa época un grupo de personas que estaban en la Iglesia Católica, quienes amaban al Señor, empezaron a procurar la vida interior. En la historia de la iglesia a ellos se les conoce como los místicos. Los que llevaban la delantera entre ellos eran Fénelon, Thomas Campbell, Madame de Guyón, quien era la más influyente, y el hermano Lawrence, un cocinero del ejército. El conocimiento que ellos tenían de la vida interior era tan profundo que el común de la gente no podía practicar sus escritos. Después de cierto tiempo, un hermano llamado William Law, quien era un erudito de Inglaterra, editó los libros de los místicos. Esto permitió que muchas personas se beneficiaran de ellos. Después de esto, Andrew Murray desarrolló aún más los escritos de los místicos usando palabras claras para sacar a luz la verdad profunda. Su libro The Spirit of Christ [El Espíritu de Cristo] fue su obra maestra. Hace cincuenta años el hermano Nee y yo tuvimos una conversación en la cual él mencionó este libro y me dijo que estaba dispuesto a pagarle los costos de publicación a quienquiera que se hiciera cargo de su traducción.
En este libro, The Spirit of Christ, el capítulo 5 es el más valioso. En este capítulo, el cual habla del Espíritu del Jesús glorificado, Andrew Murray señaló que hoy en día el Espíritu Santo es diferente del Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento. El Espíritu de Dios en el Antiguo Testamento solamente poseía el elemento de Dios, mas no el elemento humano. Pero en el Nuevo Testamento, en el Espíritu del Jesús glorificado también se halla el espíritu del hombre, el elemento del hombre. Este capítulo abrió mis ojos y empecé a ver que hoy en día el Espíritu en el Nuevo Testamento es un Espíritu compuesto. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo era solamente el Espíritu de Dios, y poseía únicamente el elemento divino. En el Nuevo Testamento el Espíritu es llamado el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19). No sólo es llamado el Espíritu de Dios (Ro. 8:9), sino también el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7) y el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9); por ende, también se le llama el Espíritu de Jesucristo. Es por esta razón que Él es el suministro todo-inclusivo.
Más tarde, también recibí ayuda de los Hermanos para entender que el aceite de la santa unción de Éxodo 30 no era simplemente aceite, sino un ungüento. En este ungüento había cinco elementos. El aceite de oliva se mezclaba con cuatro especias diferentes para formar un ungüento compuesto. Después que se mezclaban estos elementos, la constitución del ungüento ya no era la misma. Basado en lo que los Hermanos vieron y en lo que Andrew Murray vio, yo estudié los elementos y descubrí que las cuatro especias ciertamente representan el vivir humano, la muerte, la resurrección y la ascensión del Señor. Con base en esto, pude afirmar con toda confianza que el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu de Jesucristo, y que este Espíritu es un Espíritu compuesto. Este ejemplo nos permite ver cuánto nos ayudó la enseñanza de los de la vida interior y también la enseñanza de los Hermanos.
Después de Andrew Murray tenemos a Jessie Penn-Lewis. Ella también pertenecía al grupo de los de la vida interior. Muchas partes del libro El hombre espiritual, escrito por el hermano Nee, son traducciones de sus libros. Después de Jessie Penn-Lewis vino T. Austin-Sparks. Él también puede ser considerado como parte del grupo de los de la vida interior. Todas las personas que acabamos de mencionar pueden ser consideradas como eruditos de la Biblia. Además de ellos, en la década de 1860 hubo una pareja en Inglaterra de apellido Smith. La señora Smith escribió un libro llamado The Christian’s Secret of a Happy Life [El secreto cristiano para una vida feliz]. Esta pareja empezó una conferencia en Keswick, la cual rápidamente se convirtió en la mejor de las conferencias cristianas celebradas en Inglaterra. Muchos de los oradores en esta conferencia eran eruditos de la Biblia.
Podemos ver que desde la época de los apóstoles, hasta el tiempo del Concilio de Nicea, y continuando hasta el siglo XX, ha habido estudiosos de la Biblia en todas las generaciones. Damos gracias al Señor porque la mayor parte de la luz que ellos recibieron fue puesta por escrito. Hace sesenta años o más nosotros fuimos levantados por el Señor. El líder principal entre nosotros fue el hermano Watchman Nee. Él estableció un buen ejemplo de lo que es tener una postura imparcial. Él sabía la manera apropiada de leer, y más importante que eso, sabía cómo seleccionar los libros. De 1923 a 1925, cuando apenas tenía un poco más de veinticinco años de edad, tenía una colección de muchos escritos cristianos muy prominentes y obras maestras cristianas, los cuales sumaban unos tres mil libros. Esta colección incluía libros de los padres de la iglesia, libros de historia de la iglesia, libros de eruditos de la Biblia y biografías de cristianos famosos con muchos de sus mejores sermones. Él los había leído casi todos. Más tarde, yo vine al recobro del Señor y llegué a ser su colaborador. Le doy gracias al Señor porque desde el principio el hermano Nee me estimó mucho. A menudo él se sentaba conmigo para hablarme sobre los libros que había leído. Yo pude retener en mi memoria todo lo que él me habló. Él rescataba muchos puntos positivos de la Iglesia Católica, de la Iglesia Griega Ortodoxa y de muchas denominaciones protestantes. Incluso rescató los puntos positivos del movimiento pentecostal. Algunos de nuestros himnos son del movimiento pentecostal. Uno de ellos es Himnos, #258, que dice: “¡Aleluya! ¡Aleluya! Yo el velo crucé ya”, y otro es Himnos, #153, que dice: “¡Qué libertad tan maravillosa!”. Éstas son obras maestras del movimiento pentecostal.
Cuando fuimos levantados por el Señor, todos éramos jóvenes modernos. Nuestros pensamientos eran bastante avanzados y no seguíamos a nadie a ciegas. Un día, mientras estábamos estudiando en la universidad el Señor nos ganó. Desde entonces empezamos a leer la Biblia diligentemente y a estudiar el cristianismo. Lo dejamos todo a fin de servir al Señor. Nos dimos cuenta de que no podíamos desarrollar nuestra práctica de forma aislada, y que necesitábamos expandir nuestros horizontes leyendo los escritos de otros. Por esta razón, enfocamos nuestra labor en coleccionar y estudiar todos los escritos más prominentes de los dos mil años de historia del cristianismo. Nosotros fuimos imparciales. Tomando la Biblia como la norma, aceptamos todo lo que era según la Biblia y rechazamos todo lo que no era según la Biblia.
Hoy en día lo que hemos puesto por escrito en el Estudio-vida de la Biblia son fruto de este diligente estudio. Todos estos mensajes del Estudio-vida son exposiciones de la Biblia que abarcan los veintisiete libros del Nuevo Testamento y dos del Antiguo Testamento, Génesis y Éxodo. Estos mensajes han sido escritos según lo que hemos heredado en los pasados sesenta años, conforme a todas las revelaciones que los santos vieron en el pasado, el conjunto total de todas sus visiones, y ahora se las presentamos a todos ustedes.
Quisiera señalar que en la tarea de entender la Palabra de Dios, lo más difícil es depender de la enseñanza que hemos recibido de los santos de épocas pasadas. En el mensaje anterior, les hablé de nuestra necesidad de aprender de los santos de los primeros siglos. En primer lugar, debemos depender en gran medida de la enseñanza de los Hermanos. Su enseñanza es la teología más elevada. Hoy en día los Estados Unidos cuentan con la mejor teología, y los dos seminarios más ortodoxos son el Seminario Teológico de Dallas, el cual está en Texas, y el Instituto Bíblico de Moody. Su teología se basa principalmente en la enseñanza de los Hermanos. El Seminario Teológico de Dallas principalmente utiliza la Biblia de estudio de Scofield, y el noventa por ciento de la enseñanza de Scofield proviene de los Hermanos. Por consiguiente, si usted quiere estudiar teología, debe estudiar la teología de los Hermanos. Además, debe familiarizarse con las enseñanzas del grupo de los de la vida interior y tener un conocimiento profundo de dichas enseñanzas. La teología de los Hermanos es demasiado literal y objetiva, y necesita ser equilibrada por la línea de vida de aquellos que cultivaron la vida interior. El énfasis del grupo de los de la vida interior era la vida interior, la realidad, no la explicación de la letra de la Palabra.
Asimismo deben familiarizarse con lo que Calvino vio en cuanto a la enseñanza de la predestinación. Él afirmó categóricamente que Dios nos escogió y predestinó en la eternidad pasada para que fuésemos salvos de una vez para siempre (Ef. 1:4-5). Aunque esta revelación era la correcta, los armenianos se opusieron a este punto de vista. Ellos creían que aunque nuestra salvación es por la gracia de Dios, si no cumplimos con nuestra responsabilidad después de salvos, perderemos nuestra salvación. Por lo tanto, según ellos, uno no es salvo de una vez para siempre, sino que, después de salvos, aún es posible que perezcamos. No obstante, según dicen ellos, si uno se arrepiente, podemos ser salvo una vez más. Puesto que este concepto únicamente subraya la responsabilidad del hombre, se le llama la doctrina de la responsabilidad humana. De estas dos escuelas, aceptamos totalmente la primera, y rechazamos rotundamente la segunda. ¿Cómo entonces podemos resolver la disputa entre estas dos escuelas? ¿Cómo podemos equilibrar estos dos puntos de vista? Según la historia de la teología, después de Calvino y Arminio, surgió otro grupo de teólogos, empezando con Govett, luego con Panton y después con Pember. Su escuela desarrolló una línea en cuanto a la verdad del reino en el Nuevo Testamento. Ellos vieron que una vez que una persona es salva jamás perecerá (Jn. 10:28). Sin embargo, a fin de motivar a aquellos que le siguen fielmente después de salvos, Dios estableció como recompensa el reino, el cual contiene muchos requisitos. Si nosotros somos fieles, seremos recompensados (Mt. 24:45-47; 25:19-23). Si no somos fieles, seremos castigados y perderemos el reino, aunque ciertamente seremos salvos (24:48-51; 25:24-30; 1 Co. 3:10, 12-15). Llamamos a esto la verdad en cuanto a la recompensa y castigo del reino.
Ahora debemos retener estos cinco puntos: depender en gran medida de la teología de los Hermanos, conocer y familiarizarnos con la escuela de los de la vida interior, recibir la revelación de Calvino en cuanto a la predestinación de Dios, rechazar la doctrina armeniana de la responsabilidad humana, y practicar la verdad de la recompensa y el castigo del reino. Les he dicho todo esto aunque tal vez no lo entiendan inmediatamente. Más adelante, cuando ustedes —especialmente los jóvenes— lean nuestros libros, descubrirán que lo que decimos es semejante a la teología de los Hermanos y también a la línea de la vida de los místicos, y que también aceptamos absolutamente la perspectiva de Calvino en cuanto a la predestinación. El problema que señalan los armenianos no tiene que ver con la perdición, sino con el hecho de estar calificados para recibir el reino. Aunque la Biblia en efecto dice que una persona salva todavía puede afrontar problemas, esto se refiere al castigo y a la pérdida que se sufrirá durante la era del reino. Cuando tenemos en cuenta estos cinco puntos, todos los versículos de la Biblia llegan a ser claros para nosotros.
En este mensaje llegamos a un tema muy importante: hay algunas verdades importantes que han sido entendidas erróneamente. Hay muchas verdades bíblicas que se han entendido erróneamente. De hecho, son pocos los que han aprendido la Biblia de una manera ordenada, ortodoxa y paso a paso. Es por ello que en un mensaje anterior les mostré la manera correcta de entender la verdad. Debemos entender la Biblia literalmente, y también debemos tener en cuenta el contexto, usando toda la Biblia para explicar cualquier versículo. Además, debemos ir más allá de la letra a fin de recibir la revelación de la vida. Después de esto, debemos recordar que la teología de los Hermanos es la mejor y que debe ser aceptada. Las enseñanzas de la escuela de los de la vida interior y la visión de Calvino acerca de la predestinación de Dios también deben ser aceptadas. Sin embargo, no debemos aceptar la doctrina armeniana de la responsabilidad humana. Además de esto, también debemos aceptar la verdad en cuanto a la recompensa y el castigo del reino. Si tenemos en cuenta todo esto, nuestra exposición de la Biblia será más o menos del nivel requerido. Después de que se impriman estos mensajes, espero que todos ustedes adquieran una copia. Estos mensajes deben servir como un memorial eterno de que la Biblia no debe ser enseñada de cualquier manera. Si seguimos estos principios, no nos desviaremos en nuestra enseñanza de la Biblia.
Hoy en día cinco de las verdades bíblicas más cruciales son ignoradas y entendidas erróneamente: la economía de Dios, la impartición de Dios, la Trinidad Divina, el Dios-hombre Jesús y la mezcla de Dios con el hombre. En este mensaje examinaremos las primeras dos verdades, y en el siguiente mensaje estudiaremos las otras tres.
En primer lugar, la economía de Dios es la administración, distribución y plan domésticos de Dios. Pese a que la palabra china para “economía” es antigua y quizás no ha sido usada a menudo, con todo, es una buena palabra. Hace más de sesenta años yo escuché a las personas usar la expresión china estar llenos de economía. El significado de esta frase es estar llenos de reglas, planes, ideas y preparativos. Cuando vemos los cielos y la tierra que Dios creó, en seguida nos damos cuenta de que Él es un Dios plenamente capaz y que ha obtenido muchos logros.
Dios tiene una gran familia; por lo tanto, Él tiene una administración doméstica, que es la distribución que Él hace o Su plan. Según la Biblia, esto es Su economía. Efesios 3:9-11 dice: “De alumbrar a todos para que vean cuál es la economía del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; a fin de que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”. El propósito eterno equivale al propósito de los siglos. Aquí vemos que hay un misterio escondido en Dios. Este misterio consiste en obtener una iglesia que exprese Su sabiduría. Por consiguiente, este misterio Suyo vino a ser la manera en que Él distribuye o dispone las cosas, y esta distribución es tanto Su economía como Su plan. Sólo puedo decirles esto por ahora. Les pido que después regresen y lean cuidadosamente este pasaje de la Biblia, el cual es muy profundo.
Efesios 1:9-10 dice: “Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo, para la economía de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”. Efesios 3:9-11 dice que la economía de Dios es Su misterio cuyo propósito es obtener una iglesia. Efesios 1:9-10 dice: “Para la economía de la plenitud de los tiempos, de hacer que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas”. Es por medio de la iglesia que todas las cosas serán reunidas bajo una cabeza. Esta condición se hará manifiesta en la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es la iglesia, y el centro de la iglesia es Cristo. Por medio de la Nueva Jerusalén, Dios logrará reunir todas las cosas bajo una cabeza en Cristo, a fin de que la gloria de Dios sea expresada eternamente. Ésta es la economía de Dios.
Es posible que cuando los hermanos y hermanas jóvenes empiecen a leer la Biblia, no les parezca muy significativo este punto. Pero no deben decir esto, pues este punto será de gran ayuda para ellos. Debido a que muchas personas desconocen este punto, su entendimiento de la Biblia no solamente es superficial, sino también muy corto de vista. Es por ello que no tienen una perspectiva amplia o de largo alcance. Hoy en día muchos cristianos únicamente prestan atención a las doctrinas basadas en los cuatro Evangelios y en una parte de Hechos, pero no van más allá de ese punto. Por esta razón, en su lectura ellos no ven la iglesia ni la Nueva Jerusalén, la cual viene después de la iglesia.
En primer lugar, la administración doméstica de Dios es la manera en que Él organiza y dirige Su casa. Dicha gestión doméstica implica una administración. Pablo era alguien que había recibido el ministerio de esta administración doméstica; de hecho, él recibió el ministerio más grande. Él era un gran mayordomo que servía en la administración doméstica de Dios. Él sabía que el misterio de Cristo era la iglesia (Ef. 3:2-4), y como mayordomo que era, completó la Palabra de Dios, es decir, el misterio que había estado oculto por los siglos y las generaciones. Si Pablo no hubiese escrito sus catorce epístolas, la Palabra de Dios no habría sido completada. La Palabra completada es un misterio, y este misterio es Cristo, quien mora en los creyentes como la esperanza de gloria (Col. 1:25-27). Pablo primeramente entendió que el misterio de Cristo es la iglesia, y luego puso por escrito todo lo que vio. De esta manera, la revelación divina y la Palabra de Dios fueron completadas. Por último, él predicó las inescrutables riquezas de Cristo al pueblo escogido de Dios (Ef. 3:8). De esta manera se produjo la impartición de Dios.
Ahora llegamos al segundo punto: la impartición de Dios. Aunque no encontramos el término impartición en el Nuevo Testamento, es un hecho de que está ahí. En primer lugar, la impartición de Dios es la meta de la economía de Dios, y segundo, ésta tiene como objetivo impartirnos a nosotros, los que creemos en Cristo, las inescrutables riquezas de Cristo en la rica operación del Dios Triuno (Ef. 3:8). Hoy en día las riquezas del Dios Triuno están continuamente actuando y operando a fin de impartir poco a poco en Sus creyentes las inescrutables riquezas que fueron almacenadas por Cristo. En esto consiste la impartición de Dios. En 2 Corintios 13:14 dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia es de Cristo, el amor es del Padre y la comunión es del Espíritu. El amor es la fuente, la gracia es la manifestación y el fluir, y la comunión es la transmisión, la acción de distribuir. El fluir del amor es la gracia, el movimiento de la gracia es la comunión, y cuando nos llega la comunión, todas estas cosas vienen a nosotros. De este modo, recibimos amor, recibimos gracia y también recibimos comunión. Ésta es la operación de las riquezas del Dios Triuno, la cual nos infunde las inescrutables riquezas que han sido almacenadas en Cristo. El propósito de esta impartición es producir la iglesia (Ef. 3:10).
Quisiera ahora darles una palabra de advertencia. Pablo dijo en 1 Corintios 3:17: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él”. Hoy debemos ser muy cuidadosos con respecto a nuestra actitud para con la iglesia. Quienquiera que destruya la iglesia de Dios sufrirá pérdida. Esto es un asunto muy serio porque Dios en Su misterio tiene una economía, un plan, el cual consiste en obtener la iglesia. Por esta causa, Él incluso imparte Sus riquezas en Cristo a Su pueblo escogido, los creyentes en Cristo, a fin de producir una expresión corporativa. Por consiguiente, la iglesia es una perla a los ojos de Dios. Todo el que la hiera o le cause daño sufrirá pérdida e incluso Dios le destruirá a él.
Por último, el resultado de la impartición de Dios es la iglesia, la cual llega a ser la plenitud de Cristo (Ef. 1:23). Recuerden que la plenitud es la expresión. Podemos mostrar esto con el ejemplo del agua en un vaso. Si el vaso no está lleno, el agua no podrá manifestarse. Pero en cuanto el agua se desborda, se hace manifiesta. El hecho de que la iglesia sea la plenitud de Cristo significa que ella es el desbordamiento de Cristo, o sea, la expresión de Cristo. El resultado de ser la expresión de Cristo es que llega a ser la plenitud de Dios, o sea, la expresión de Dios. ¡Alabado sea el Señor! Ésta es la impartición de Dios, la cual es el producto de la economía de Dios. Éstas son dos de las verdades más cruciales halladas en la Biblia.