
Para seguir adelante en la nueva manera del Señor, la manera ordenada por Dios de reunirse y de servir, se requiere mucho estudio. Hemos hablado y enseñado mucho acerca de la nueva manera, y hemos descubierto muchos puntos cruciales al respecto. Este hablar ha sido impreso en mensajes y está disponible para leer. Aunque hemos seguido adelante en la nueva manera sin interrupción, nuestro avance ha sido muy lento. Ahora necesitamos levantarnos para practicar la nueva manera.
El primer paso en la nueva manera del Señor es tener contacto con otros para llevarles el evangelio del reino, el cual es el evangelio de Cristo. A fin de tener contacto con la gente para predicarles el evangelio, no debemos simplemente quedarnos en casa para orar por ellos e invitarlos a venir a nosotros. Hemos aprendido que esto no es adecuado. Una manera de tener contacto con otros para el evangelio, la cual es eficaz y ahorra tiempo, es usar el teléfono. Esta manera ha sido usada mucho por la industria del comercio. Algunos santos han comenzado a llamar a la gente para hacer citas con ellos a fin de predicarles el evangelio. Esto es un mejoramiento en la manera de tener contacto con otros. Algunas personas tal vez no estén dispuestas a hacer una cita con nosotros, pero debido a las llamadas telefónicas tal vez vengan a la reunión que tenemos en la mañana del día del Señor. Cierta iglesia ha comenzado a mantener un libro de invitados para apuntar muchos detalles acerca de cada persona nueva que viene a las reuniones. Una vez que alguien nuevo asiste a la reunión, los santos le escriben una carta o lo visitan. No debemos contar con que los nuevos se pondrán en contacto con nosotros. Más bien, debemos ejercitarnos para tener contacto con ellos de muchas maneras.
Hay muchas maneras de visitar a la gente, y todavía debemos aprender más en cuanto a esto. Si queremos ganar a otros, debemos tener contacto con ellos. Si un negocio sólo recibe tres respuestas por cada cien folletos que manda, recuperará sus gastos. Asimismo, para nosotros sería provechoso y valioso si ganásemos al menos una de entre quinientas personas con quienes tenemos contacto. No esperamos un gran aumento. Sólo esperamos que cada miembro en el recobro del Señor gane una persona al año. Por medio de tal aumento, cada año duplicaremos nuestro número. Sin embargo, conforme a nuestro estudio de la historia de la iglesia, es difícil encontrar una iglesia que haya tenido siquiera un aumento anual del treinta por ciento.
No es bueno ser estéril e infructífero. La comisión más grande que el Señor dio a Sus discípulos es ir y hacer discípulos a todas las naciones (Mt. 28:19), y el encargo más grande que se ha dado a los creyentes neotestamentarios es que lleven fruto (Jn. 15:4-8), que salven a la gente. No es correcto ser un cristiano por muchos años y, sin embargo, quedar sin fruto. No debemos valernos de ningún pretexto para no llevar fruto.
Es un gozo tener bajo nuestro cuidado a ciertos queridos santos que son más jóvenes o más débiles que nosotros. La gente del mundo busca diversiones para alegrarse. Nuestro gozo es Cristo, pero no podemos disfrutarlo bien sin llevar fruto. Sin llevar fruto, nuestro disfrute de Cristo es en vano. Tener hijos físicos es un gozo, pero a los ojos de Dios los hijos espirituales son aún más preciosos que los hijos físicos. Si tenemos dos o tres hijos espirituales bajo nuestro cuidado, ellos serán nuestro consuelo, nuestra fortaleza, nuestro aliento y nuestro gozo diario por todo el año, y nos parecerá que conocemos mejor el significado de nuestra vida cristiana. En contraste, si no tenemos a nadie bajo nuestro cuidado espiritual, tal vez nos preguntemos cuál es el propósito de ser un cristiano, y con el tiempo nuestro disfrute de Cristo perderá su sabor.
Todos tenemos que orar, diciendo: “Señor, aborrezco la esterilidad y amo llevar fruto. Si no puedo tener dos o tres de Tus hijos como mis hijos, no estaré feliz. Año tras año quiero tener bajo mi cuidado a dos o tres cristianos más jóvenes”. Debemos esforzarnos para llegar a la meta de llevar fruto. Entonces nuestra vida cristiana tendrá sentido, y nuestro disfrute de Cristo siempre será fresco. Si nuestro disfrute de Cristo es fresco o no, depende de que demos fruto como resultado, como producto, de nuestro disfrute de Cristo. Permanecer en Cristo es el encargo principal de Juan 15 (v. 4a), pero este encargo tiene como fin otro encargo: llevar fruto (vs. 4b-8). Permanecer tiene como fin llevar fruto. Es imposible que un pámpano que permanece en la vid y disfruta de todas las riquezas y el jugo vital de la raíz de la vid, se quede sin llevar fruto. El pensamiento de que podemos permanecer en Cristo sin llevar fruto es un autoengaño que proviene de la fuente de Satanás. Debemos condenar este pensamiento. No debemos promover el concepto de disfrutar a Cristo sin llevar fruto. No debemos estar satisfechos con disfrutar a Cristo en vano. El disfrute de Cristo debe tener un resultado. Este resultado no es meramente el crecimiento del pámpano, sino también que lleve fruto. Debemos llevar fruto y debemos tener hijos a quienes cuidar. En Juan 15:16 el Señor dijo: “Os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. Ir significa tener contacto con la gente, y hacer que nuestro fruto permanezca se logra al cuidar a los creyentes más jóvenes. Si no cuidamos a los nuevos creyentes, nuestro fruto no puede permanecer.
Si nos levantamos para llevar fruto y cuidar a los más jóvenes, nos daremos cuenta de nuestras deficiencias. Veremos que no tenemos suficiente crecimiento en la vida divina. Para ser cristianos, necesitamos crecer, pero es posible que hayamos estado en el Señor y en la iglesia por muchos años, sin crecer en vida adecuadamente. Tal vez hemos estado contentos con meramente asistir a las reuniones, sin sentir ninguna urgencia por el crecimiento en vida. Nos preocuparíamos si nuestro hijo no creciera después de muchos años. De igual manera, todos debemos preocuparnos por nuestra falta de crecimiento en vida. La manera en que algunos queridos santos hablan y piensan de las cosas tocantes a la iglesia indica que no sólo son pueriles, sino también infantiles. Tienen muy poco crecimiento en vida. La razón por la cual tal vez nos falte el crecimiento en vida y todavía estemos contentos es que no nos ocupamos de llevar fruto ni de cuidar a los jóvenes. Una vez que nos levantemos para llevar fruto y cuidar a los hijos espirituales, nos daremos cuenta de que necesitamos el crecimiento en vida.
Muchos santos han quedado incapacitados espiritualmente por la falta de crecimiento en vida y por la falta de habilidad. Por una parte, tal vez nos falte el crecimiento en vida. Por otra, aun si vamos para tener contacto con las personas, tal vez no tengamos la habilidad de conversar con ellos. Hablar adecuadamente con la gente requiere mucho aprendizaje y mucho entrenamiento. Sin que un “entrenador” nos enseñe, no podremos “jugar pelota”. Sólo “jugaremos” de modo natural, lo cual no es eficaz. Necesitamos ser entrenados en todo aspecto en cuanto al asunto de hablar con la gente. Después de ser entrenados por corto tiempo, podremos hablar con mucha habilidad.
No es correcto estar sin fruto, pero dar fruto requiere habilidad. Por lo tanto, se necesita mucho aprendizaje. Debemos esforzarnos para aprender. Todos podemos usar nuestro tiempo libre para aprender algo para el Señor. Diariamente tal vez necesitemos ocho horas para dormir y ocho horas para trabajar. Esto nos deja algún tiempo libre. Los pasatiempos mundanos nos llevan al pecado, pero usar nuestro tiempo libre para asuntos espirituales nos lleva a la comunión con el Señor. Usar nuestro tiempo libre de esta manera nos beneficiará a nosotros mismos, a nuestros parientes y a la sociedad.
Debemos aprender cómo tener contacto con las personas, cómo llegar a las personas y cómo conversar con las personas. Anteriormente predicamos el evangelio de modo casual. Cada dos o tres meses simplemente invitábamos a la gente a una reunión del evangelio. No era necesario aprender a hablar ni a predicar. Un buen orador se encargaba de la predicación en la reunión. Tal manera ociosa de dejar que otros sirvan al Señor en nuestro lugar, ofende al Señor y es una afrenta al principio del Cuerpo de Cristo. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y así como cada parte de nuestro cuerpo funciona, todos los miembros del Cuerpo de Cristo funcionan. Simplemente invitar a la gente a una reunión no es suficiente.
No podemos esperar que haya muchos oradores excelentes entre nosotros. Incluso puede ser que en cierta iglesia local no haya buen orador alguno. No obstante, esa iglesia todavía debe hacer algo para llevar fruto. No todos pueden ser buenos cocineros, pero todos pueden cocinar algo. Ninguna familia puede sobrevivir simplemente invitando buenos cocineros para que cocinen algo para ellos. Con el tiempo, tal familia morirá de hambre. Todos pueden cocinar. Después de cocinar por cierto tiempo, aprenderemos a cocinar bien. Si no podemos cocinar bien, se debe a que no lo hemos practicado. Depender de un gran evangelista para llevar fruto está mal. Entre nosotros no hay muchos grandes evangelistas, y aquellos que sean tales deben restringir su manera de funcionar a fin de dejar que todos los santos ejerzan su función. Por ejemplo, no está bien que un hombro funcione de tal manera que anule la función de los otros miembros. La anulación de las funciones de los miembros es una parálisis en el Cuerpo de Cristo. Tenemos que mantener todas las partes del Cuerpo activas y en función. Entonces el Cuerpo estará sano.
Debemos estar molestos por nuestra falta de aumento. Si esto no nos perturba hoy, puede ser que un día el Señor Jesús sí nos moleste. Éste es un asunto serio. Cuando vayamos a comparecer delante de Él, Él nos preguntará acerca de nuestro fruto. Según la parábola de Mateo 25:14-30, el Señor nos ha entregado Sus talentos, y un día Él vendrá y arreglará cuentas con nosotros. En esta parábola, tanto el que había recibido cinco talentos como el que había recibido dos talentos, dieron cuenta de lo que habían hecho y recibieron una recompensa. Pero el que tenía un solo talento, recibió un castigo. Un día tendremos que dar cuenta al Señor. Si recibiremos una recompensa o un castigo depende de lo que hacemos en esta era. Ser cristiano no es cosa insignificante. Se requiere mucha preparación para comparecer delante del Señor. Debemos salir para ganar a las personas, diciéndole al Señor: “Me diste un talento. Ahora quiero ganar otro talento como ganancia”.
Tenemos que levantarnos. No tenemos otra alternativa que ser cristianos. Por lo tanto, debemos ser cristianos normales, no cristianos anormales y desobedientes. En la sociedad, si una persona no consigue una educación, causará que él mismo sufra. Ella tiene que estudiar y sacar buenas calificaciones. Entonces será una mejor persona y vivirá una mejor vida. De la misma manera, nosotros debemos levantarnos para aprender algo con respecto a llevar fruto. Cuando lo hagamos, descubriremos que necesitamos el crecimiento en vida y creceremos. Con esto, nuestra oración cambiará. Anteriormente, tal vez sólo sabíamos orar de una manera vana. No orábamos en serio. Sin embargo, cuando nos levantemos para laborar en serio con el Señor, oraremos desesperadamente con mucho contenido. Es posible que incluso ayunemos, no conforme a una enseñanza, sino conforme a una urgencia interior.
Para tener reuniones de grupo que sean adecuadas, se requiere mucho aprendizaje. No debemos tomar la manera fácil y natural de reunirnos, en la cual varias personas se reúnen, cantan un himno, oran y testifican de modo natural. Debemos adquirir la habilidad de tener comunión y aprender cómo estimular a otros a tener comunión. Como ya hemos señalado, en las reuniones de grupo debe haber comunión, oración, cuidado mutuo y pastoreo. Hablar de estas cuatro palabras es fácil, pero necesitamos aprender la manera de practicar estas cosas orgánica y vivamente, y de estimular a otros a que cooperen para que las pongan en práctica con nosotros en las reuniones. Creo que en las iglesias habrá grupos pequeños llenos de comunión, intercesión orgánica, cuidado orgánico y pastoreo orgánico. Eso será un gran disfrute y aliento para todos los creyentes. Todos disfrutan platicar libremente con sus amigos. Si tenemos una plática agradable y libre, a todos les gustará participar en ello. Las reuniones de grupo son unas cuantas personas que se reúnen para tener tal clase de plática agradable. Reunirse de esta manera hace que todos estén contentos. Con el tiempo, los que están en el grupo conocerán a todos los demás. Esta clase de reunión es un gozo. Sin embargo, tenemos que aprender cómo tener tal reunión. Hemos hablado suficientemente sobre este tema. Nuestra necesidad hoy en día es más hacia el lado de la práctica.
Reunirnos en los grupos pequeños también es reunirnos para enseñar y para ser enseñados. Sin enseñanza, nunca podremos llevar a cabo la meta central de la reunión de grupo, la cual es perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12). Si no sabemos cómo enseñar y cómo recibir enseñanza, no podremos alcanzar la meta de la reunión de grupo, y nuestras reuniones serán muy pobres.
En la práctica de la nueva manera, enseñar no es meramente abrir la Biblia o algún libro para señalar ciertas verdades. Esto es muy legalista, muerto y vano. Enseñar según la nueva manera principalmente es contestar preguntas prácticas. Debemos hacer que todos los que asisten a la reunión sepan que tienen la libertad de hacer cualquier clase de pregunta. Puede ser que un nuevo creyente en la reunión haga una pregunta acerca del origen de la Biblia. Los que asisten a la reunión deben proveer alguna respuesta y, para poder hacer esto, deben tener algún aprendizaje. Por esta razón, hemos publicado muchos libros, incluyendo uno que nos dice de dónde vino la Biblia y cómo fue escrita (véase la primera lección en las Lecciones de la verdad, nivel uno, tomo 1, publicado por Living Stream Ministry). Los libros que hemos publicado son verdaderos y prácticos, y satisfacen nuestras necesidades. Debemos dedicar nuestro tiempo libre a leerlos. Al hacer eso, acumularemos un gran almacén y un rico depósito del conocimiento espiritual apropiado. Entonces estaremos equipados para asistir a las reuniones de grupo. Cuando se haga cualquier pregunta, tendremos algo con que contestar. Al contestar las preguntas, puede ser que haya nueva luz y nuevos descubrimientos en la Biblia.
Todos los santos deben estar equipados. Con respecto a esto, no esperamos que ninguno de los santos en el recobro del Señor tome la manera del cristianismo tradicional. Cada santo debe tener el conocimiento adecuado. Todos deben tener la capacidad de enseñar y todos deben saber qué hacer en las reuniones de grupos pequeños. Debemos cuidar a otros, pero si no tenemos el crecimiento en vida ni conocemos las cosas espirituales, las cosas de Dios en Su economía, no podremos cuidar a los creyentes más nuevos. Para asistir a las reuniones de grupo y cuidar a los más jóvenes, tenemos que esforzarnos por estar capacitados, equipados y ser perfeccionados. Esforzarnos por estar equipados así es un asunto de toda la vida. No debemos dejar de aprender. Más bien, debido a que somos serios delante del Señor, debemos estar desesperados por aprender.
Nadie es demasiado viejo para llevar fruto y cuidar a los nuevos creyentes. Los santos mayores que están entre nosotros al menos pueden orar y cuidar a los mayores de entre sus familiares, vecinos y amigos. Necesitamos tener a nuestro cargo constantemente dos o tres creyentes más jóvenes. Debemos orar por ellos y cuidar de todas sus necesidades, incluyendo sus necesidades físicas. Hay muchas maneras en que podemos cuidar a los santos. Mientras cuidamos a los santos, el Cuerpo de Cristo recibirá el cuidado y espontáneamente será edificado. Nuestro cuidado por otros no debe llevarse a cabo según la manera del cristianismo tradicional, en la cual se establece una reunión que tiene una persona dotada como orador. Esta clase de cuidado no es genuino. Si nuestro cuidado por otros es así, no tendremos un buen informe cuando comparezcamos delante del Señor para arreglar cuentas con Él. En aquel momento Él no escuchará nuestras excusas. Antes bien, tal vez nos pregunte si oímos o leímos estos mensajes con respecto a llevar fruto. Oír estos mensajes tal vez nos sea de provecho. No obstante, oír estos mensajes nos pone bajo cierta obligación. Ahora que el Señor nos ha mostrado la manera ordenada por Dios, no tenemos pretexto. Tenemos que llevar fruto y cuidar a los nuevos creyentes. Éste es un asunto serio y está relacionado con la economía de Dios. Si todos cumplimos con nuestras obligaciones con respecto a llevar fruto, la economía de Dios se cumplirá.