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Mensajes del libro «Práctica del profetizar, La»
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CAPÍTULO DOS

LOS MODELOS

  Lectura bíblica: Lc. 1:39-45, 46-55

  Oración: Señor, cuánto te agradecemos que cada vez que venimos a Tu Palabra, nos encontramos contigo en Tu presencia. Valoramos Tu presencia a lo sumo. Señor, te damos gracias porque Tú nos has reunido en Tu nombre. Te adoramos por Tu nombre, que es todo-inclusivo, grande, elevado y rico. Nos escondemos dentro de este nombre y nos mantenemos allí. Señor, abre los secretos de Tu Palabra para que aprendamos a profetizar, a fin de que las iglesias sean edificadas. Derrota al enemigo en estos días. Tú estás trabajando y avanzando con nosotros. Deseamos ver la derrota del enemigo. Avergüénzalo, y aun aplástalo bajo nuestros pies. Señor, sé con nosotros en esta reunión de forma triunfante, y cúbrenos con Tu sangre prevaleciente. Amén.

  Como hemos visto en el mensaje anterior, profetizar es hablar por el Señor y proclamar al Señor. En 1937 el hermano Nee vio la revelación en 1 Corintios 14 con respecto a que todos los santos pueden profetizar en la reunión de la iglesia. En una serie de mensajes publicados en Los asuntos de la iglesia, él condenó la practica en una congregación en la cual una sola persona habla, mientras que todos los demás escuchan, llamándola una tradición según la costumbre de las naciones (2 R. 17:33). Él instó a todas las iglesias a que siempre que se reunieran pusieran en práctica 1 Corintios 14:26, que dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene...”. Cuando nos reunamos, cada uno debe tener algo. El hermano Nee nos dijo que necesitábamos reemplazar el “culto” dominical tradicional con algo diferente, pero en aquel entonces, no encontramos la manera de hacerlo. Empezamos a tener reuniones separadas con los hermanos en la iglesia los sábados por la mañana para animarles a que aprendieran cómo hablar. En esa reunión no había un líder designado para pedir himnos u ofrecer oraciones; la reunión estaba abierta para todos. Sin embargo, esa manera de reunirnos no tuvo éxito, así que, finalmente la abandonamos.

  El recobro del Señor vino a los Estados Unidos en 1962, pero en aquel entonces todavía no entendíamos muy claramente lo que era profetizar en las reuniones. No fue sino hasta 1970 que la práctica de profetizar empezó a recobrarse. En ese tiempo las reuniones en el recobro del Señor ascendieron mucho. Desde entonces, el asunto del profetizar, en el sentido bíblico, ha sido aclarado a nosotros. No obstante, todavía no estamos practicando el profetizar de una manera adecuada.

DOS MODELOS EN CUANTO AL PROFETIZAR

  En cuanto al profetizar, Lucas 1:39-45 y 46-55 presentan un cuadro de dos modelos: el profetizar de Elisabet y el de María. En los tiempos de Lucas 1, los santos todavía se encontraban en una atmósfera antiguotestamentaria: Jesús todavía no había nacido, los discípulos del Señor aún no habían sido escogidos y no había creyentes neotestamentarios. Sin embargo, aun en aquel tiempo, hubo dos modelos muy buenos en cuanto al profetizar. Muchos de nosotros no estamos a la altura de Elisabet y María con respecto a profetizar. Elisabet y María aún no habían entrado en la economía neotestamentaria de Dios. Como descendientes de los santos del Antiguo Testamento, estaban todavía en la atmósfera antiguotestamentaria, pero profetizaron conforme a una norma muy elevada. Esto es una vergüenza para muchos de nosotros.

  Hace casi veintiocho años que el recobro del Señor ha estado en este país, y el Señor nos ha liberado mucho de Su palabra, especialmente en los últimos dieciséis años. Muchos de los puntos que han sido liberados son nuevos para los cristianos, tales como la economía neotestamentaria de Dios, la impartición divina de la Trinidad Divina, la mezcla de la divinidad con la humanidad y el Espíritu como consumación del Dios Triuno. Hemos escuchado estos puntos una y otra vez, pero nuestra oración y nuestra alabanza siguen siendo tradicionales y viejas. Los puntos de estos hechos divinos no han sido incluidos en nuestro hablar, y no se oyen comúnmente en nuestra oración y servicio. Por esta razón todavía nos vemos obligados a publicar libros que contienen “el abecedario”, las cosas elementales, de la santa Palabra. Sin embargo, el contenido de ambos modelos del profetizar que vemos en Lucas 1 no es elemental.

EL MODELO DEL PROFETIZAR DE ELISABET

Vive en la presencia de Dios y en comunión con el Señor

  El modelo visto en el profetizar de Elisabet se encuentra en Lucas 1:39-45. El contenido de estos siete versículos implica que Elisabet, la madre de Juan el Bautista, vivía en la presencia de Dios y en comunión con el Señor, en comunicación constante y continua con Él. Sin vivir en la presencia de Dios y en comunión con el Señor, nadie podría expresar tal alabanza, tal bendición, junto con una profecía de predicción. Elisabet era una persona que estaba lista para hablar por el Señor. Cuando María vino y le saludó, la criatura que estaba en el vientre de Elisabet saltó, y ella empezó a profetizar. Si ella no hubiera estado lista para hablar por el Señor habría tomado más bien, el camino de una conversación natural.

  Puesto a que Elisabet vivía en comunión con el Señor, dudo mucho que ella pudiera hablar de manera liviana o que pudiera chismear. No obstante, en la vida de la iglesia hoy en día, hay mucho chisme, especialmente por teléfono. Algunos tal vez digan que ellos están demasiado ocupados y cansados para orar, sin embargo, pueden pasar mucho tiempo hablando chismes por teléfono. Algunos afirman que no tienen veinte minutos para visitar a otros a fin de alimentarles con Cristo, pero parece que sí tienen suficiente tiempo para chismear. La razón por la cual muchos santos no pueden profetizar en las reuniones es que han pasado demasiado tiempo hablando chismes. Aun el hecho de reñir con nuestro cónyuge por un corto tiempo puede impedirnos hablar en las reuniones por muchos días.

  Romanos 6:19 dice: “Así como presentasteis vuestros miembros como esclavos a la inmundicia y a la iniquidad para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación”. Muchos de nosotros necesitamos tomar una decisión en cuanto a presentar nuestra lengua y nuestros labios al Señor, con un voto de hablar Cristo y de abstenernos de hablar chismes. Semejante voto nos librará de chismear. Siempre que venga a nuestra boca una palabra de chisme, recordaremos que nuestra boca ha sido presentada al Señor para hablar Cristo. Si detenemos nuestro chisme así, no sólo nosotros seremos avivados, sino también toda la iglesia será avivada. Si el chisme se detuviera en todas las iglesias, todas ellas serían avivadas.

Posee el conocimiento espiritual y la preocupación por el mover del Señor

  La profecía de Elisabet también muestra claramente que ella poseía mucho conocimiento espiritual. Todas sus palabras y expresiones eran muy espirituales. También poseía una preocupación genuina por el mover del Señor. Ella estaba muy preocupada por el mover del Señor en la tierra en aquel tiempo que ni siquiera le importaba su propio bienestar. Cuando la criatura saltó en su vientre (Lc. 1:44), ella no se preocupó por su salud ni su embarazo. Más bien, estaba completamente preocupada por los intereses del Señor.

  Si vamos a profetizar en las reuniones de la iglesia, tenemos que ganar mucho conocimiento espiritual y adquirir muchos términos espirituales, y debemos tener un interés adecuado por el mover del Señor hoy en día. Cuando venimos a la reunión en la mañana del día del Señor, es posible que no tengamos nada que decir, porque nuestra preocupación no está ligada al interés del Señor, sino a nuestra propia seguridad y bienestar. Cuando venimos a la reunión, nada de las cosas de esta tierra debe permanecer dentro de nosotros. Tenemos que venir con una preocupación por el mover del Señor, Sus intereses y Su reino. Si hacemos esto, ciertamente tendremos algo que decir.

El saludo de María estimuló su espíritu

  Cuando Elisabet oyó el saludo de María y la criatura saltó en ella, fue estimulada en su espíritu (vs. 41, 44). Es evidente, por sus palabras y expresiones, que ella estaba en su espíritu, y no en su mente. Si no hubiera estado en su espíritu, habría hablado algo de su mente o habría ejercitado sus emociones. Pero, en vez de eso, ella dijo: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”. Tal expresión de bendición muestra que Elisabet estaba totalmente en su espíritu, y no le importaba las cosas de la mente.

Recibe la inspiración para el momento del Espíritu Santo y tiene palabras al ejercitar su espíritu

  Al ser estimulada en su espíritu, Elisabet recibió inmediatamente la inspiración para el momento del Espíritu Santo (v. 41b), y tenía las palabras al ejercitar su espíritu (v. 42a). El versículo 42 dice: “Y alzó la voz en una gran exclamación...”. Hablar así, en voz alta, es ejercitar el espíritu. En las reuniones, a menudo los hermanos y las hermanas no hablan con denuedo; esto es, no hablan en voz alta ejercitando su espíritu. El hecho de hablar sin ejercitar nuestro espíritu nos trae muerte, a nosotros y también a aquellos que nos escuchan. Al hablar por el Señor, necesitamos ponernos a un lado a nosotros mismos y hablar en voz alta ejercitando nuestro espíritu.

Para bendecir a María

  En la profecía de Elisabet, ella bendijo a María, quien había venido a ella. El versículo 42 dice: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”. El fruto del vientre de María era Cristo. La Biblia nos dice que Cristo es la simiente (Gn. 3:15; 17:8; Gá. 3:16), la raíz (Is. 11:10; 53:2; Ap. 5:5; 22:16), el árbol (Jn. 15:1; Ap. 2:7; 22:2) y el renuevo (Is. 4:2; Jer. 23:5), pero sin la bendición de Elisabet, no sabríamos que Cristo también es el fruto; pues nos faltaría una de las figuras que describen lo que Cristo es. La profecía de Elisabet, es la única porción de la Palabra que nos dice que Cristo es el fruto, y esto completa las figuras con respecto a Cristo. Él es la simiente, la raíz, el árbol, el renuevo y el fruto. La simiente, la raíz, el árbol y el renuevo son todos para el fruto.

  La bendición de Elisabet a María implica mucho. Las palabras que Elisabet usó al decir: “¡Bendito el fruto de tu vientre!”, no eran comunes y corrientes. María vino a Elisabet en el sexto mes del embarazo de Elisabet, poco después que María había concebido (Lc. 1:26, 39-40). Y ella se dio cuenta de que María estaba encinta y que el fruto de su vientre era Cristo. Esto fue la presciencia de Elisabet. Así que, lo que dijo acerca de que Cristo era el fruto del vientre de María fue una profecía de predicción.

  Elisabet también bendijo a María al decir: “Bienaventurada la que creyó” (v. 45a). Esto fue un indicio de que Elisabet se había dado cuenta de la fe que María tenía en el Señor. El hecho de bendecir a María de este modo indica que Elisabet podía ver bajo la iluminación divina cual era la situación de María.

Reconocer lo que el Señor hacía

  Al ejercitar su espíritu, Elisabet pudo reconocer lo que el Señor hacía. En el versículo 43 dijo: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”. Elisabet se dio cuenta de que la criatura que estaba en el vientre de María era su Señor, Cristo, el único fruto para alimentar a la humanidad; esto debe haber sido por revelación espiritual o por visión. A fin de componer una profecía apropiada, debemos tener nuestra vista bajo la iluminación divina a fin de ver la situación y el medio ambiente en que nos encontramos. Si no hubiese tenido su vista bajo la iluminación divina, Elisabet no habría podido reconocer que la criatura que estaba en el vientre de María era Cristo, el Señor, como fruto único para alimentar a la humanidad. Más bien, hubiera preguntado: “¿Cómo estás? ¿Qué ha estado pasando contigo?”. En realidad, preguntar a alguien cómo está indica que estamos en tinieblas acerca de su situación. Pero si estamos bajo la luz y tenemos la habilidad de ver y discernir el medio ambiente, sabremos cuál es la situación de cada uno. Podríamos saludar a un hermano diciendo: “Hermano, yo sé que usted ha tenido algunos problemas”. Hablar así le indicará al hermano que alguien entiende su situación, y quizás servirá de verdadero consuelo para él. Para profetizar, necesitamos que espiritualmente se nos quiten estos velos. Y al quitarlos conoceremos nuestra situación personal, la situación de los santos y la de la iglesia, la situación de las personas que están a nuestro alrededor, e incluso la situación del mundo y del país donde vivimos. Necesitamos ser aquellos que tienen este tipo de perspicacia acerca de nuestro medio ambiente. Esto nos ayudará a profetizar.

Para predecir el cumplimiento de las cosas habladas por el ángel a María, para confirmarlas

  En el versículo 45, Elisabet dijo de María: “Tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor”. Por medio de ejercitar su espíritu, Elisabet tuvo las palabras para predecir el cumplimiento de las cosas que el ángel había hablado a María en los versículos del 30 al 37, y confirmarlas. La perspicacia de Elisabet le ayudó a confirmar las cosas que el Señor le había hablado a María por medio del ángel, al predecir su cumplimiento.

  Al leer la profecía de Elisabet podemos ver qué tipo de persona era. Lo que ella profetizó consta de todos los elementos de una profecía apropiada.

EL MODELO DEL PROFETIZAR DE MARÍA

  La profecía de María en Lucas 1:46-55 es más profunda y más elevada que la de Elisabet. Aunque Elisabet tenía más años y más experiencia que María, el contenido espiritual en lo que María habló fue más elevado y más profundo.

Primero su espíritu exulta en Dios su Salvador, luego su alma magnifica al Señor

  En los versículos 46-47 María dijo: “Mi alma magnifica al Señor; y mi espíritu ha exultado en Dios mi Salvador”. Los tiempos verbales usados en esta frase indican que primero el espíritu de María había exultado en Dios su Salvador; luego su alma magnificó al Señor. Exultar es más que meramente estar alegre o gozoso; es regocijarse con gritos y entusiasmo. Magnificar al Señor es demostrar o declarar que el Señor es grande, exaltado o ensalzado. La expresión poética de María indica que ella tenía la adecuada experiencia espiritual.

La expresión de la profecía de María

Basada en su conocimiento de las Escrituras: compuesta con citas del Antiguo Testamento

  La expresión de la profecía de María estaba basada, primeramente, en su conocimiento de las Escrituras. Toda su profecía estaba compuesta de citas del Antiguo Testamento. Con esto podemos ver que María era una joven que estaba muy familiarizada con el Antiguo Testamento. María era la persona correcta, el vaso apropiado, seleccionada por Dios a fin de ser el canal para la encarnación del Salvador. En los tiempos antiguos, las mujeres no tenían tanta educación como los varones. Sin embargo, aunque María y Elisabet eran mujeres, las dos habían ganado mucho conocimiento del Antiguo Testamento.

  Espero que algunos hermanos y hermanas, especialmente los jóvenes, compongan una alabanza o una oración citando todos los términos especiales del ministerio actual del recobro del Señor, tales como “la economía neotestamentaria de Dios”, “el sacerdocio neotestamentario del evangelio”, “el dispensar divino de la Trinidad Divina” y “la mezcla de la divinidad con la humanidad”. Para poder hacer esto tenemos que familiarizarnos bien con estas expresiones espirituales. Muchos cristianos pueden cantar cánticos acerca de la bondad y misericordia de Dios, ¿pero quién ha compuesto un cántico acerca del sacerdocio neotestamentario del evangelio que cumplirá Su economía neotestamentaria? La bondad y misericordia de Dios son asuntos rudimentarios; pero el sacerdocio neotestamentario de Dios del evangelio que cumplirá Su economía neotestamentaria es mucho más elevado.

Basada en su conocimiento y experiencia de Dios

  La expresión de la profecía de María se basaba también en su conocimiento y experiencia de Dios, esto es, en lo que Dios había hecho sobre ella y por ella. Los versículos del 48 al 50 se refieren a los tratos que Dios había hecho con María misma en particular. En el versículo 48, María dijo: “Porque ha mirado la bajeza de Su esclava”. María se consideraba a sí misma no solamente una sierva sino una esclava de Dios. Además, se consideraba de una condición baja porque era pobre. María era un descendiente de David, pero en aquel entonces ella era una virgen humilde, que no vivía en Jerusalén ni en Belén, la ciudad de David, sino en Nazaret, una ciudad menospreciada de una región despreciada. No obstante, Dios la cubrió con Su sombra en su bajeza, en su situación humilde, y la seleccionó para que fuera el vaso para Su encarnación.

  En el versículo 48 María profetizó, diciendo: “Pues he aquí, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones”. Todas las generaciones han bendecido a María. Dios la levantó de su bajeza y la puso en una posición elevada, para que fuese “la madre de mi Señor” (v. 43). Una mujer joven de Nazaret fue elevada por Dios para ser la madre del Señor. En el versículo 49 María continuó: “Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; santo es Su nombre”. Esto es un indicio que María creyó en la palabra que el ángel le había hablado en los versículos del 30 al 37. En el versículo 50 ella continuó: “Y Su misericordia es de generación en generación a los que le temen”. María era una joven que temía a Dios. Por consiguiente, la misericordia de Dios vino a ella como viene de generación en generación a los que le temen. El pensamiento aquí es maravilloso y la composición, la expresión, es muy poética. María no era catedrática, sino una “campesina” de Nazaret, sin embargo podía expresar una profecía tan poética. Esto es una vergüenza para nosotros. Nosotros no somos “campesinos”; muchos de nosotros tenemos títulos universitarios, y algunos han obtenido hasta doctorados. No obstante, muy pocos podríamos componer una profecía como esta, con tanto significado y tan poética.

Basada en su conocimiento de como Dios trata con las personas

  La profecía de María también se basaba en su conocimiento de como Dios trata con las personas en general. Los versículos del 47 al 50 hablan de la manera en que Dios trataba con María en específico, mientras que los versículos del 51 al 53 tienen que ver con los principios por los cuales Dios trata con las personas en general. En los versículos del 51 al 52 María dijo: “Hizo proezas con Su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes”. Dios puede tratar con todos. En vista de los principios revelados en estos versículos acerca de la manera en que Dios trata con las personas, no debemos ser arrogantes. En su arrogancia, Mussolini, el dictador de Italia, invadió a Etiopía en 1935. Asimismo, Hitler en su arrogancia rompió su promesa con el primer ministro de Gran Bretaña e invadió Checoslovaquia y Polonia en 1939. Estos eventos dieron comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, Dios esparció estos dos hombres sumamente arrogantes. Hasta el día de hoy nadie sabe dónde yace el cadáver de Hitler. Dios quitó de sus tronos a los poderosos, incluyendo a Mussolini y a Hitler, y exaltó a los humildes. Durante toda la historia Dios ha hecho esto con frecuencia.

  En el versículo 53 María continuó: “A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos despidió vacíos”. Dar cosas buenas es algo externo y objetivo, pero llenar es algo interno y subjetivo. Dios nos ha colmado de bienes y a los ricos despidió vacíos; no meramente sin nada en las manos, sino vacíos interna y subjetivamente. Si nos consideramos ricos, seremos pobres; en todo estaremos vacíos. Pero si somos pobres y tenemos hambre, seremos llenos. En Mateo 5:3 y 6 el Señor Jesús habló acerca de este principio: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos [...] Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”.

Basada en su conocimiento de las misericordias de Dios a sus antepasados

  La profecía de María también se basaba en su conocimiento de las misericordias de Dios a sus antepasados. En Lucas 1:54-55 ella dijo: “Socorrió a Israel Su siervo, acordándose de la misericordia, tal como habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre”. Dios ejerció Su misericordia para con Abraham y su descendencia, incluyendo a María. María heredó las bendiciones de los tratos que Dios tuvo con sus antepasados.

  Los versículos del 46 al 55 constituyen una profecía completa y significativa. En su hablar, María cubrió su propia experiencia de Dios, la manera en que Dios trata con las personas de modo general, y las misericordias que Dios realizó a sus antepasados. En la profecía de esta hermana joven, se encuentran las riquezas del conocimiento de la Biblia, el conocimiento del trato de Dios con el pueblo y el conocimiento de las misericordias que Dios hizo son sus antepasados. Después de ver todos estos puntos elevados con respecto a la profecía de María, ciertamente debemos sentirnos humillados y darnos cuenta que necesitamos aprender mucho para poder hablar como María.

APRENDER A HABLAR, PEDIR HIMNOS Y ORAR EN LAS REUNIONES

  A veces se piden himnos en la reunión de la mesa del Señor que no son apropiados para esa reunión. El propósito de la mesa del Señor es recordar al Señor. El Señor Jesús dijo: “Haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí” (1 Co. 11:25). Sin embargo, algunos de los himnos que se piden en la reunión de la mesa del Señor no son para hacer memoria del Señor. Puede que un himno sea muy bueno, pero tal vez no corresponda con la naturaleza de la mesa del Señor. Cuando se pide semejante himno, no debemos discutir, sino que debemos escoger un himno apropiado que lo reemplace. De este modo, todos los que asisten a la reunión aprenderán a pedir los himnos apropiados.

  Además, algunas de las oraciones ofrecidas en la reunión de la mesa del Señor no son apropiadas para esa reunión. Por tanto, todos nosotros necesitamos aprender a hablar, a pedir himnos y a orar. María no podría haber expresado su profecía en Lucas 1 sin haber aprendido. Tal vez ella practicaba hablando día tras día en su hogar en Nazaret. Necesitamos practicar el modo de ofrecer nuestras oraciones en la reunión de la mesa del Señor. Podemos aprender a decir: “Señor, te damos gracias de que estamos en Tu mesa. Sobre la mesa la copa está separada del pan, lo que significa que Tu sangre fue separada de Tu cuerpo. Por lo tanto, esta mesa nos exhibe Tu muerte. Gracias por la copa, y gracias por el pan”. Luego otro hermano o hermana puede continuar: “Señor, esta copa representa el pacto que Tú promulgaste por nosotros con Tu sangre”. Luego, otro puede añadir: “Señor, el pan representa Tu cuerpo físico que Tú diste por nosotros en la cruz, y también representa Tu Cuerpo místico, el cual es la iglesia, que me incluye a mí y a todos los santos”. Si tres santos oraran de esta manera en la reunión de la mesa del Señor, la reunión se elevaría al tercer cielo.

  Si se piden himnos y se ofrecen oraciones que no corresponden con la reunión de la mesa del Señor, será difícil repartir el pan y el vino, aun después de que haya pasado un tiempo considerable, debido a que no se ha levantado la atmósfera adecuada. Por otro lado, si se piden himnos correctos y se ofrecen oraciones adecuadas, la atmósfera se levantará, y el partimiento del pan puede ocurrir muy temprano en la reunión. A veces en la reunión se pide un himno correcto, pero después de cantar el himno, no se ofrece ninguna oración. Esto se debe a que los asistentes no tienen la capacidad de ofrecer alabanzas que correspondan a un himno cómo ese. Por lo tanto, todos tenemos mucho que aprender.

  Muchos de nosotros no nos damos cuenta de cuán escasos estamos del aprendizaje espiritual adecuado. Ésta es la razón por la cual nuestras reuniones son pobres, viejas, vacías y carecen de un rico contenido. Todos tenemos que aprender, a fin de mejorar nuestra situación. No hay muchos entre nosotros, incluyendo a los ancianos y colaboradores, que hayan sacrificado suficiente tiempo y energía para aprender las lecciones espirituales. Los ancianos y los colaboradores deben dedicar más tiempo para aprender las lecciones espirituales. Este aprendizaje nos constituirá con una mejor capacidad para las reuniones, y estas serán más elevadas. Todos necesitamos aprender, no sólo a hablar en las reuniones, sino también a hablar algo que tenga mucho significado de acuerdo a una capacidad mejorada.

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