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Mensajes del libro «Práctica del profetizar, La»
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CAPÍTULO TRES

LOS CONSTITUYENTES BÁSICOS DE UNA PROFECÍA

  Lectura bíblica: Mt. 4:4, 7, 10; Ro. 1:17; 3:4, 10-18; Mt. 22:31-32; He. 2:5-9; Hch. 13:33; Gá. 4:22-26; Ef. 4:8-10; 1 Co. 14:26; Ap. 1:11; Ef. 1:10; 3:9; 1 Ti. 1:4; Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9

  En este mensaje consideraremos los constituyentes básicos de una profecía.

EL CONOCIMIENTO PERSONAL DE LAS ESCRITURAS

Familiarizarnos con la Palabra de Dios literalmente

  El primer constituyente básico de una profecía es el conocimiento personal de las Escrituras. Para ganar tal conocimiento, tenemos que familiarizarnos con la Palabra de Dios de manera literal. Incluso debemos memorizar muchos versículos cruciales de la Biblia. Por ejemplo, debemos memorizar el primer versículo de libros tales como Génesis, Salmos, Mateo, Juan y Hebreos. Además, debemos memorizar versículos como Juan 3:6, 16, y 36; Juan 14:26 y 15:26; y Juan 15:16 y Romanos 15:16. Además, necesitamos inventar una manera particular que nos permita recordar el libro, capítulo y versículo de los versículos cruciales.

Familiarizarnos como el Señor lo hizo en Mateo 4:4, 7, 10

  Según Mateo 4:4, 7 y 10, el Señor Jesús estaba familiarizado con la Palabra de Dios literalmente. Cuando el Señor reprendió a Satanás en Mateo 4, Él recitó tres versículos de Deuteronomio (8:3; 6:16, 13). Esto nos muestra que Él estaba muy familiarizado con ese libro.

Familiarizarnos como el apóstol lo hizo en Romanos 1:17; 3:4, 10-18

  El apóstol Pablo también estaba muy familiarizado con la Palabra de Dios literalmente. Las palabras de Pablo en Romanos 1:17 y 3:4, 10-18 son citas del Antiguo Testamento. Ya sea que Pablo hubiera tenido el Antiguo Testamento delante de sí o que hubiera memorizado estos versículos, él estaba muy familiarizado con ellos.

Conocer las denotaciones profundas y los significados espirituales de la Palabra de Dios

  Para tener un conocimiento personal de las Escrituras, no debemos conocer sólo el texto de las Escrituras, sino también las denotaciones profundas y los significados espirituales de la Palabra de Dios. Muchas personas pueden entender superficialmente ciertos versículos, como por ejemplo Juan 3:16, pero no conocen las denotaciones más profundas de estos versículos. Casi todos pueden entender un versículo literalmente, es decir, según las letras en blanco y negro impresas en el papel, pero uno debe tener la perspicacia, una vista que profundice, para ver las denotaciones más profundas. Casi todos los versículos de la Biblia contienen denotaciones profundas. Ciertos versículos, como por ejemplo Juan 3:16, no sólo contienen una denotación superficial, sino que también contienen algo más profundo. La Biblia es profunda, y nadie puede entenderla por completo. Debajo de su superficie hay muchos secretos y misterios. Si tratamos de entender la Biblia de modo superficial, no alcanzaremos a tener una comprensión adecuada, debido a que la profundidad de la Biblia es ilimitada.

Conocer las denotaciones profundas

  El entendimiento que el Señor tenía en cuanto a Éxodo 3:6, que se revela en Mateo 22:31-32, nos da un cuadro de lo que es conocer las denotaciones profundas de la Palabra de Dios. Éxodo 3:6 dice: “Yo soy [...] el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Es fácil ver la denotación superficial de este versículo, pero nadie pudo ver la denotación más profunda hasta que vino el más sabio de todos, el Señor Jesús. En Mateo 22:31-32 el Señor dijo: “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. Conforme a la interpretación que el Señor dio de este versículo, Dios es Dios de vivos y no Dios de muertos; por lo tanto, aunque Abraham, Isaac y Jacob murieron y fueron sepultados, serán resucitados. Ellos son seres vivos, y Dios es su Dios. Con esta breve palabra podemos ver que el Señor Jesús entendió la Palabra de Dios en su denotación profunda.

  El entendimiento del apóstol Pablo respecto a Salmos 8:4-6, que se revela en Hebreos 2:5-9, es otro ejemplo de lo que es conocer las denotaciones profundas de la Palabra de Dios. Salmos 8:4-6 dice: “¿Qué es el hombre mortal, para que te acuerdes de él, / y el hijo del hombre, para que le visites? / Lo has hecho a Él un poco inferior a los ángeles / y lo has coronado de gloria y de honra. / Pues le has hecho señorear sobre las obras de Tus manos; / todo lo has puesto bajo Sus pies”. Tal vez pensemos que nosotros entendemos estos versículos. Sin embargo, la frase lo has coronado de gloria y de honra implica algo muy alto y profundo que es difícil de comprender. Dios le dio a Adán dominio sobre todas las cosas, pero no lo coronó de gloria y de honra. Además, Dios tampoco sometió todo bajo los pies de Adán. Estos versículos hablan de Aquel cuya cabeza tiene una corona de gloria y de honra y bajo cuyos pies están sometidas todas las cosas. Pablo entendió estos tres versículos más profundamente que todos los maestros judíos. Estos maestros tal vez decían que estos versículos se referían a Adán, pero Pablo se dio cuenta de que debían tener un significado más elevado y más extenso. Así que, en Hebreos 2 él interpretó esta porción de la Palabra de Dios conforme a una denotación más profunda. Según la interpretación de Pablo, estos versículos se refieren a Cristo en Su ascensión, en Su segunda venida y Su reino de mil años, y en la eternidad. En Su ascensión Cristo fue coronado de gloria y de honra, y en Su reino y en la eternidad, Dios someterá todas las cosas bajo Sus pies. Pablo entendió esta porción de la Palabra de Dios en su denotación más profunda.

  También podemos ver el conocimiento que Pablo tenía de las denotaciones más profundas de la Palabra de Dios según lo que Él entendía de Salmos 2:7, como se revela en Hechos 13:33. Salmos 2:7 dice: “Contaré el decreto de Jehová; / Él me dijo: Mi Hijo eres Tú; / Yo te he engendrado hoy”. Aparentemente, esta fue una palabra que Dios habló a David, el rey de Israel. Sin embargo, Hechos 13:33 dice: “La cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: ‘Mi Hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy’”. Según su denotación más profunda, Salmos 2:7 se refiere a la resurrección de Cristo. Pablo nos dice claramente que la resurrección de Cristo fue Su nacimiento. Cristo fue engendrado por Dios cuando resucitó. Cristo era el Hijo unigénito de Dios (Jn. 3:16) cuando se encarnó, pero nació como Hijo primogénito de Dios en Su resurrección. El nacimiento de Cristo como Hijo primogénito indica que muchos otros lo seguirían por medio de nacer de Dios y llegar a ser los muchos hijos de Dios (Ro. 8:29). Con esta interpretación podemos ver cuán profundo era el entendimiento que el apóstol tenía de la Biblia. Nuestro entendimiento de la Biblia es muy superficial comparado con el de Pablo.

  La denotación profunda de las Escrituras puede encontrarse también en Juan 3:16, que fue entendido superficialmente por muchos creyentes a través de los siglos. Juan 3:16 es uno de los versículos más profundos de la Biblia. Para comprender cualquier versículo de la Biblia, debemos prestar atención al contexto del versículo. Juan 3:16 se encuentra en un capítulo que consta de treinta y seis versículos. Así que, para entender este versículo, debemos tomar en cuenta todo el capítulo.

  El tema de Juan 3 es la regeneración. Para ser regenerados, necesitamos dos cosas: la cruz y el Espíritu. Los versículos 14 y 15 de este capítulo dicen: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, tenga vida eterna”. Podemos ser regenerados porque el Señor Jesús fue crucificado por nosotros. Al ser mordidos por la serpiente antigua, es decir, el diablo, Satanás, llegamos a ser serpientes, (Gn. 3:1, 13-15; Ap. 12:9a). Pero el Señor Jesús murió en la cruz en la forma de la serpiente, o sea, en la forma nuestra. Él murió como nuestro sustituto para que tuviéramos vida eterna. El versículo 6 de Juan 3 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. El Espíritu que se menciona aquí es el Espíritu vivificante. Así que, somos regenerados por medio de la crucifixión de Cristo y por medio de Cristo mismo, quien llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45).

  El capítulo 3 de Juan también nos dice claramente que la regeneración tiene como fin el aumento de Cristo. Los versículos anteriores al versículo 16, nos dicen de qué modo podemos ser regenerados, y los versículos posteriores nos dicen que aquellos que han sido regenerados son el aumento de Cristo, y que este aumento, es el complemento de Cristo, Su novia. Así que, estos versículos revelan que el Señor Jesús vino en la forma de una serpiente, es decir, “en semejanza de carne de pecado” (Ro. 8:3), para morir por nosotros, y ahora, después de haber muerto y resucitado, Él es el Novio que espera tenernos como Su novia. El matrimonio del Novio y la novia acontecerá en Apocalipsis 19, pero la preparación para ese matrimonio se ve en Juan 3.

  Juan 3:16 dice que Dios dio a Su Hijo unigénito, no al hombre, sino al mundo. Este versículo no dice que Dios amó al hombre, sino al mundo, y el mundo no está compuesto de hombres, sino de “serpientes”. Todas las naciones de esta tierra son naciones de “serpientes”. El mundo mencionado en Juan 3:16 no denota la tierra, sino al hombre caído que ha sido sorbido por Satanás, la serpiente, y se ha convertido en un sistema satánico. Ésta es la razón por la cual el Señor Jesús dijo que Él sería levantado y moriría como serpiente, como nuestro Sustituto. Así que, Dios amó a las “serpientes”, y dio Su Hijo a estas “serpientes”. Además, Su Hijo vino a ser una serpiente para que todas estas serpientes moribundas pudieran ser vivificadas al recibir la vida eterna. Esta vida eterna produce los creyentes en Cristo y también forma y edifica el Cuerpo de Cristo como Su novia.

  Juan 3:16 indica además que el Dios que amó al mundo serpentino es triuno. El hecho de que se mencione al Hijo en este versículo es una indicación del Dios Triuno. El Dios simple no tiene un Hijo; es el Dios Triuno quien tiene un Hijo.

  Todo esto es la denotación más profunda de Juan 3:16. En breve, esta denotación es que el Dios Triuno, revelado en Génesis 1, de tal manera amó a la gente serpentina del mundo satánico que les dio a Su Hijo unigénito, el Segundo de Su trinidad divina en encarnación, para que muriera por ellos en la forma de la serpiente como Sustituto y llegara a ser el Espíritu vivificante, para que los que creyeran en Él como el Redentor fuesen regenerados con Su vida eterna por medio de Él mismo como el Espíritu vivificante, a fin de que fuesen los muchos hijos de Dios (Jn. 1:12; He. 2:10) y Sus muchos hermanos (Ro. 8:29), para constituir Su Cuerpo, la iglesia (Ef. 1:23), como Su aumento y Su novia, con el propósito de satisfacerlo y expresarlo; esto será consumado en la Nueva Jerusalén, como se revela en Apocalipsis 21 y 22, a fin de manifestar al Dios Triuno procesado y consumado para el cumplimiento de Su economía eterna. Así que, tal denotación no sólo es profunda, sino también profundamente amplia en su extensión, la cual abarca toda la Biblia, desde el primer capítulo en Génesis 1, hasta el último capítulo en Apocalipsis 22.

Conocer los significados espirituales

  Para tener un conocimiento personal de las Escrituras, también debemos conocer los significados espirituales de la Palabra de Dios. El conocimiento que Pablo tenía de los significados espirituales de la Palabra de Dios se puede ver en su interpretación de Génesis 16:15 y 21:2, como se revela en Gálatas 4:22-26. Según la letra impresa de Génesis 16:15 y 21:2, podemos ver a dos mujeres: Sara, la esposa de Abraham, y Agar su concubina. Sin embargo, en Gálatas 4:22-26 Pablo dijo que estas dos mujeres son figuras: Agar representa el antiguo pacto, que produce hijos para esclavitud, mientras que Sara representa al nuevo pacto, que produce hijos que son libres. Estas dos mujeres tienen un profundo significado.

  El conocimiento que Pablo tenía acerca de los significados espirituales de la Palabra de Dios, también puede verse en su interpretación de Salmos 68:18 en Efesios 4:8-10. Salmos 68:18 dice: “Has subido a lo alto; has llevado cautivos a los que estaban bajo cautiverio”. En la superficie, este versículo dice que alguien que es poderoso subió a lo alto y capturó al pueblo que estaba bajo cautiverio. Sin embargo, el significado espiritual de este versículo es mucho más difícil de ver. En Efesios 4:8-10, Pablo interpretó Salmos 68:18 refiriéndose a la ascensión de Cristo a la cumbre más alta del universo, el tercer cielo, simbolizada por el monte Sion (Sal. 68:15-16). Además, en Su ascensión, Cristo capturó a todos los que eran cautivos de Satanás, y los hizo Sus cautivos. The Amplified New Testament traduce Efesios 4:8 de esta manera: “Llevó un séquito de enemigos vencidos”. Esto significa que Cristo venció, derrotó y cautivó a Sus enemigos y los llevó a los cielos como Sus cautivos. En los cielos ofreció a estos cautivos como regalo, como ofrenda a Su Padre. Esto complació al Padre, quien los devolvió a Cristo como dones. Luego Cristo dio estos dones, incluyéndonos a todos nosotros, a la iglesia. ¡Qué significado tan profundo vio el apóstol Pablo en el salmo 68!

Recibir iluminación espiritual y ver una visión espiritual en la Palabra de Dios

  Al obtener un conocimiento personal de las Escrituras, también necesitamos recibir iluminación espiritual y ver una visión espiritual en la Palabra de Dios.

Recibir iluminación espiritual

  Hace ya más de cincuenta años, el hermano Watchman Nee recibió iluminación espiritual sobre la reunión de mutualidad descrita en 1 Corintios 14:26, y enfatizó mucho esta verdad. Él vio que conforme a 1 Corintios 14:26, cuando todos nos reunimos, cada uno debe tener algo. En enero de 1937, en Shanghái, el hermano Nee compartió esto en una conferencia especial a un grupo pequeño de colaboradores, y estos mensajes fueron recopilados en el libro La vida cristiana normal de la iglesia. Muy pocos cristianos que leen 1 Corintios 14 ven algo en este capítulo con respecto a reunirse en mutualidad. No obstante, el hermano Nee recibió iluminación espiritual acerca de esto, y también recibió iluminación espiritual acerca del terreno de la localidad de la iglesia en Apocalipsis 1:11.

Ver la visión espiritual

  También debemos ver la visión espiritual en la Palabra de Dios, tal como la visión de la economía de Dios, la impartición de Dios, en Efesios 1:10; 3:9 y 1 Timoteo 1:4. La palabra griega oikonomía, en estos tres versículos denota la administración doméstica de una gran familia, la cual sirve para la distribución o impartición de lo que sea necesario para el sustento diario de los miembros de la casa. José llevó a cabo tal clase de distribución o impartición para Faraón. José era un mayordomo designado para llevar a cabo la economía del Faraón al impartir la rica provisión de abastecimientos diarios a su pueblo (Gn. 41:55-57). Nosotros comenzamos a ver la visión de la economía de Dios hace menos de veinte años.

  En abril de 1989 vimos la visión espiritual de los sacerdotes del evangelio de Dios. Esto se menciona en Romanos 15:16 y es confirmado y fortalecido en 1 Pedro 2:5 y 9. Hemos leído estos tres versículos en la Biblia por muchos años, y los hemos predicado en muchas ocasiones, pero nunca habíamos visto a los sacerdotes del evangelio de Dios, sino hasta ahora. Ésta es una visión espiritual.

  Al leer la Biblia, siempre debemos mantener una actitud abierta para ver las denotaciones profundas y los significados espirituales, y para recibir iluminación y visión espirituales. Esto puede ser difícil, pero al igual que con todas las cosas importantes, siempre hay dificultades. Debemos hacer todo lo posible para aprender y no desanimarnos con nuestra condición actual. No nos olvidemos que estamos en el recobro del Señor. Muchas verdades de la Biblia se habían perdido, pero a partir del segundo siglo, el Señor ha estado recobrando lo perdido. Debemos creer que el Señor hoy en día sigue avanzando para recobrar más verdades. Nuestra traducción del Nuevo Testamento se llama Versión Recobro, porque en la traducción y en las notas de esta versión hay más verdades de la Palabra de Dios que han sido recobradas. Especialmente los jóvenes que están entre nosotros, deben ser alentados a seguir adelante a fin de recibir más iluminación espiritual y más visión espiritual de la Palabra de Dios.

LA EXPERIENCIA PERSONAL DE VIDA

  El segundo constituyente básico de una profecía es la experiencia personal. Debemos tener la experiencia de vida de forma personal. En sí mismo el conocimiento es vacío; nuestro conocimiento debe estar lleno de nuestra experiencia.

  En la vida cristiana existen dos categorías de experiencias. La primera incluye las experiencias personales de los hechos y bendiciones del Señor en cosas materiales y en lo que sucede a nuestro alrededor. Muchos de los testimonios que se dan en la reunión del día del Señor en la mañana, están relacionados con esta categoría de experiencias. Muchos santos experimentan las acciones misericordiosas del Señor y Sus bendiciones para con ellos en las cosas físicas o materiales. No obstante, estas acciones misericordiosas y estas bendiciones no son la gracia. La gracia no es una cosa que pertenece a la esfera física. La gracia es el Dios Triuno mismo corporificado en Cristo y dado a nosotros como vida para nuestro disfrute.

  Necesitamos tener la segunda categoría de experiencias, que son las experiencias personales de la redención y salvación de Dios, de Cristo y la iglesia, de predicar el evangelio, de nutrir a los creyentes nuevos (alimentar a los corderos) en las reuniones de hogar, de perfeccionar a los santos en las reuniones de grupo, de profetizar para la edificación de la iglesia, y otras experiencias que tenemos al ejercitar nuestro espíritu en fe. Debemos tener muchos testimonios acerca de esta categoría de experiencias, es decir, de experiencias en vida. Incluso el hecho de que nuestro cuerpo físico experimente sanidad pertenece a la esfera material. Es mejor oír un testimonio de un hermano que estaba en una condición de muerte espiritual por muchos años, pero que fue reavivado por la Palabra santa, que comenzó a rebosar de gozo y salió para visitar a otros y ellos fueron salvos. Es posible que tal hermano testifique que antes de que ser reavivado, no podía ayudar a otros a ser vivientes, pero que después que fue reavivado, todas las personas que contacta también son reavivadas. Ésta es una profecía según la experiencia personal de vida.

SIN ADHERIRSE A EXPERIENCIAS, TESTIMONIOS, SENTIMIENTOS, PENSAMIENTOS, OPINIONES, AFECTOS Y REACCIONES A NINGUNA PERSONA, ASUNTO O COSA

  Al proclamar una profecía apropiada, no debemos aferrarnos a experiencias, testimonios, sentimientos, pensamientos, opiniones, afectos y reacciones a ninguna persona, asunto o cosa. Cuando profetizamos, debemos rechazar nuestros sentimientos, pensamientos, opiniones e incluso nuestros afectos personales. También debemos alejarnos de nuestras reacciones a nuestro cónyuge, nuestros vecinos, los ancianos y los hermanos y hermanas. En principio, profetizar no consiste en hablar de uno mismo, ni proclamarse a uno mismo, ni peor aún, impartirse a uno mismo en la gente. Es posible que frecuentemente nos impartamos a nosotros mismos en la gente a fin de impresionarlos con nuestras experiencias y afectos. Esta clase de hablar no es proclamar al Señor, sino proclamarnos a nosotros mismos, y no está relacionado con Cristo, sino con nosotros mismos. Esto no es profetizar sino que es promovernos a nosotros mismos.

  Profetizar es principalmente hablar por Dios y por Cristo, proclamar a Dios y a Cristo, e impartir a Dios y a Cristo en las personas, para que ellas sean nutridas y suplidas. Es posible que a veces usemos nuestras experiencias para ilustrar lo que estamos diciendo. En realidad, profetizar es liberar alguna visión espiritual como revelación y alguna iluminación espiritual como luz para que resplandezca sobre otros, ya sea para sacar a luz ciertas cosas de Dios, esto es, hacer que ciertas cosas sean ciertas a la gente, o para introducirlas en la iluminación de Dios. Estos son los principios importantes que rigen nuestra profecía. Debemos hacer lo posible para hablar por Dios y Cristo, y cuanto menos hablemos de nosotros mismos, mejor.

  Los elementos constitutivos básicos de una profecía constituyen una norma muy alta con respecto a nuestro profetizar. Por esta razón, hoy en día, casi no hay ningún grupo cristiano que practique el profetizar como se describe en 1 Corintios 14. Sin embargo, si no podemos practicar el profetizar, será una vergüenza para nosotros. Somos los creyentes neotestamentarios en la economía neotestamentaria de Dios. Elisabet, María y Zacarías eran santos que vivieron a fines de la era del Antiguo Testamento, no obstante profetizaron de un modo maravilloso. Sus profecías en Lucas 1:42-45, 46-55 y 68-79 tenían todos los constituyentes apropiados de una profecía. En las profecías de los santos escritas en los Salmos también podemos ver los constituyentes apropiados.

  Profetizar con los constituyentes básicos de una profecía es difícil. No obstante, debemos hacer lo posible por hablar. Los mensajes liberados a través de este ministerio son impresos en publicaciones y grabados en cintas. Creo que todos estos mensajes permanecerán, y un día, los cristianos practicarán lo que estamos diciendo aquí. Antes de la década de los sesenta, la gente se reía con la idea de que el hombre aterrizara en la luna. Sin embargo, por medio de sus recursos humanos, tiempo, conocimiento, tecnología, dinero y paciencia, los norteamericanos aterrizaron en la luna en 1969. De la misma manera, nosotros también debemos tener paciencia y hacer lo mejor que podamos. Finalmente, llegaremos a la norma del profetizar con los constituyentes básicos como está revelado en la santa Palabra.

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