
Lectura bíblica: Hch. 13:1-4a
Para servir al Señor entre Sus hijos de la manera más apropiada, debemos conocer la relación que existe entre la obra, o el ministerio, y la iglesia. Si consideramos la crónica y las enseñanzas presentadas en el libro de Hechos y en todas las epístolas del Nuevo Testamento, veremos claramente que el ministerio está estrechamente relacionado con la iglesia; no obstante, es diferente de ella. La iglesia se formó en el día de Pentecostés. Antes de ese día, no había iglesia en Jerusalén, pero existía algo allí, algo estrechamente relacionado con la iglesia pero diferente de ella. Lo que había allí era la obra, o el ministerio, la cual se realizaba entre los apóstoles bajo la dirección de Pedro. Posteriormente, una vez que la iglesia en Jerusalén fue establecida, el ministerio, el cual estaba en manos de los apóstoles juntamente con Pedro, seguía allí como algo relacionado con la iglesia y enteramente para la iglesia, pero diferente de ésta.
Al leer Hechos 13 podemos ver que en Antioquía también había una iglesia, y que allí también había algo relacionado con la iglesia y para la iglesia, pero que era diferente de la iglesia. Esto era la obra, el ministerio, que se realizaba entre un grupo de los siervos del Señor, el cual incluía a los apóstoles Pablo y Bernabé. En los capítulos siguientes de Hechos, la relación entre el ministerio y la iglesia se ve claramente. Antes de que las iglesias fueran establecidas en muchas localidades, el apóstol Pablo viajó a esos lugares a laborar, y fue su ministerio el que produjo las iglesias. Después de que esas iglesias locales fueran producidas y establecidas, la obra permaneció allí. Por tanto, a partir de Hechos 2 y hasta el final del libro, podemos ver claramente que dos cosas corren paralelamente; una es la iglesia, y la otra es el ministerio o la obra.
Vemos con claridad que la obra que estaba en manos de los apóstoles bajo la dirección o liderazgo de Pablo, era cien por ciento en pro de la iglesia, pero que no era algo que provenía de la iglesia. Es decir, la obra no estaba en manos de la iglesia, ni bajo el gobierno de la iglesia ni bajo la dirección o control de la iglesia. La iglesia en Antioquía no envió a Pablo y a Bernabé a la obra. En la iglesia no había una junta directiva de misiones que enviaba misioneros al extranjero. Pablo y Bernabé no estaban bajo la dirección de la iglesia en Antioquía; más bien, estaban separados de la iglesia en Antioquía. Sin embargo, se relacionaban con ella, y toda su obra era totalmente para las iglesias locales establecidas alrededor de Antioquía.
Los apóstoles no hicieron ninguna obra para beneficio propio; más bien, su labor era totalmente para el provecho de las iglesias locales. Ellos eran un grupo de obreros de Dios muy relacionados con las iglesias, y laboraban para producir, establecer y edificar a las iglesias. Sin embargo, la obra de ellos no era de las iglesias locales, ni de Antioquía ni de ninguna de las otras iglesias que fueron establecidas más tarde; tampoco fueron enviados por las iglesias ni fueron controlados por éstas. Ellos laboraban aparte de las iglesias y su obra se realizaba separada de ellas. Cuando asistían a las reuniones de la iglesia, se conducían como miembros de la iglesia. Simplemente eran hermanos en las reuniones de la iglesia, al igual que los demás hermanos. Sin embargo, como colaboradores del Señor, no eran apóstoles de la iglesia en Antioquía, de la iglesia en Éfeso ni de ninguna otra iglesia local.
El ministerio, la obra, tiene mucho que ver con las iglesias y está cien por ciento a favor de las iglesias; sin embargo, no es de la iglesia. No está bajo el control ni la dirección de la iglesia, sino que está directamente bajo el control de la Cabeza, el Señor Jesús. El principio es el mismo con respecto a las iglesias. Todas las iglesias tienen mucho que ver con el ministerio y con los apóstoles, pero no están bajo la mano ni el control de los apóstoles; están directamente bajo el Señor Jesús como Cabeza. El ministerio no controla a las iglesias locales, y las iglesias no controlan al ministerio. Tanto la iglesia como el ministerio están directamente bajo el control de la Cabeza.
El Señor se propone mantener la obra y la iglesia fuera de las manos del hombre. El Señor no desea que Su ministerio esté en manos de una iglesia local. No es correcto que una iglesia contrate a alguien para servir al Señor ni que envíe personas a trabajar para el Señor. Esto causa que los siervos del Señor estén en manos de los hombres y prácticamente los hace siervos de los hombres. Por ejemplo, muchos misioneros deben renunciar por escrito cuando dejan su trabajo.
Cuando yo era joven, un familiar mío se graduó del mejor seminario de China y se hizo predicadora. Ella hablaba a menudo de su trabajo, diciendo: “El próximo año renunciaré de esta iglesia y trabajaré en otra”. Le preguntábamos sobre las condiciones de su empleo, tal como su sueldo y sus gastos de viaje, y le animábamos a aceptar el mejor trabajo. Sin embargo, la intención del Señor es mantener Su obra y a Sus siervos directamente en Sus manos, y no bajo el control del hombre.
De la misma manera, el Señor se propone mantener a las iglesias locales directamente en Sus manos. Según los primeros tres capítulos de Apocalipsis, el Señor es Aquel que anda entre los candeleros de oro. Él es el único que supervisa a todas las iglesias. Todas las iglesias están en Sus manos y bajo Él como Cabeza. El Señor no está de acuerdo en que intervengan las manos del hombre. Éste es un principio básico.
Si hemos de servir al Señor, debemos distinguir si servimos al Señor en la iglesia o en el ministerio. ¿Qué clase de servicio desempeñaba Timoteo? ¿Participaba en el servicio de la iglesia o en el servicio del ministerio? Podemos responder de esta manera: Cuando él iba a las reuniones de la iglesia simplemente como un hermano, lo que desempeñaba allí era el servicio de la iglesia, pero en su mayor parte, el servicio de Timoteo era el servicio del ministerio; era un servicio para la iglesia, pero no era de la iglesia. Servir al Señor en el servicio de la iglesia es una cosa, y servir al Señor en el servicio del ministerio es otra.
Cuando alguien aprende a conducir un automóvil, debe aprender muchas lecciones. Si uno lo conduce a ciegas, como le plazca, causará daño o muerte. Para conducir un automóvil, uno debe saber qué clase de vehículo es, a dónde se dirige uno y en qué carril debe conducir. Hay muchas reglas que obedecer. De la misma manera, si hemos de servir al Señor, debemos aprender muchas lecciones. Debemos servir al Señor de una manera muy clara. Muchos hermanos y hermanas parecen tener la actitud de que es suficiente simplemente venir y servir de cualquier manera. Sin embargo, esto causará daño. La distinción más importante que debemos aprender en el servicio del Señor es la relación que existe entre el ministerio y la iglesia.
Quizás una iglesia local tenga la carga de entrenar a los santos locales. Entonces, pueden invitar a algunos siervos del Señor para que ayuden a hacer esta obra. Si es así, tal entrenamiento es algo de la iglesia. Por otra parte, se puede llevar a cabo un entrenamiento como carga de algunos siervos del Señor, y no de la iglesia. Los siervos del Señor pueden tener la carga de ayudar a los santos a que sepan cómo servir al Señor, cómo seguirle y experimentarle, y cómo practicar la vida de iglesia. En este caso, tal entrenamiento estará en las manos de los siervos del Señor. No será algo de la iglesia sino del ministerio. Debemos saber distinguir entre estas dos maneras de servir.
Si algo se lleva a cabo por la iglesia, debe estar en las manos de la iglesia. Todo lo que se haga debe estar bajo la dirección de la iglesia. En este caso, los obreros del ministerio no tienen la libertad de buscar el sentir del Señor en cuanto a la dirección de dicho entrenamiento. Más bien, deben ir a los que llevan la delantera en la iglesia y preguntarles: “Hermanos, ¿qué desean que se haga en este entrenamiento?”. Los que llevan la delantera pueden examinar a un obrero para comprobar si conoce correctamente las secciones de los libros de las Escrituras y el significado de éstos. Si no lo sabe, le asignarán otra tarea y encontrarán a otro obrero para que lleve a cabo el entrenamiento. Tal entrenamiento se realiza cuando la iglesia entiende lo que es del Señor, para el Señor y para las iglesias en las diferentes localidades. Entonces, la iglesia está contenta de hacer algo para ayudar la situación de una manera corporativa.
Sin embargo, un entrenamiento por parte del ministerio no se lleva a cabo de esta manera. En lugar de ello, se realiza por una carga que proviene directamente del Señor, la cual Él ha puesto en el corazón del obrero. No procede de una iglesia local en cierto lugar, sino que es la carga del obrero. Entonces, los que llevan la delantera en la iglesia están de acuerdo en que esto es algo para la edificación de la iglesia del Señor, y hacen todo lo posible por cooperar. Debemos tener claridad acerca de estas dos maneras de servir a fin de mantener la iglesia y la obra bajo el control directo del Señor. Si no es así, es posible que pongamos a la iglesia en manos de la obra o que pongamos la obra en manos de la iglesia. Éstas son lecciones que tenemos que aprender.
Algunos han considerado que nuestras reuniones de entrenamiento son simplemente reuniones de la iglesia, tal como la reunión de oración de la iglesia. No se dan cuenta de que la iglesia, hablando en un sentido estricto, no puede llevar a cabo una obra como ésta. La iglesia sólo debe llevar a cabo el servicio propio de la iglesia. Por ejemplo, la predicación del evangelio llevada a cabo por la iglesia es un servicio de la iglesia local, pero las reuniones del entrenamiento no pertenecen al servicio de una iglesia local. Nuestras conferencias de verano, por ejemplo, tampoco son reuniones de la iglesia; más bien, son algo aparte de las reuniones de la iglesia. Por supuesto, las iglesias locales están relacionadas con ellas, pero esas reuniones no son de la iglesia local. Esas reuniones son llevadas a cabo por el ministerio a fin de ayudar a las iglesias.
Debemos considerar esto seriamente ante el Señor y preguntarnos: ¿Estamos sirviendo al Señor en la iglesia o en el ministerio? El servicio del ministerio se relaciona con el servicio de la iglesia, y el servicio de la iglesia se relaciona con el servicio del ministerio, pero no podemos ni debemos confundirlos. Las reuniones de entrenamiento que estamos realizando ahora se relacionan mucho con la iglesia en esta localidad, y la iglesia local está muy relacionada con el entrenamiento, pero estos dos no son una misma cosa. El servicio que realizamos para servir al Señor en la iglesia puede ser una ayuda y una preparación para el servicio del ministerio, pero aún sigue siendo un servicio al Señor en la iglesia local, y debemos hacerlo estando bajo la iglesia local. Si estamos sirviendo al Señor en la iglesia local, debemos estar bajo la iglesia local, y si servimos al Señor en el ministerio, debemos estar en la coordinación de la obra.
Los entrenamientos que estamos llevando a cabo ahora se mantienen separados de las reuniones locales de la iglesia el día del Señor y en otras ocasiones. Este entrenamiento es una obra del ministerio, algo separado de la iglesia. Por supuesto, se realiza en beneficio de la iglesia, para ayudar a la iglesia y a los santos, pero es algo separado de la iglesia. Por tanto, no hay necesidad de que el ministerio le rinda un informe a la iglesia o que le pida apoyo a la iglesia.
Hechos 13:1-4a habla de cinco profetas y maestros que había en la iglesia en Antioquía. Hablando en un sentido estricto, estos profetas y maestros no eran miembros locales de la iglesia allí. Su reunión de oración no era la reunión de oración de la iglesia local; era una reunión de oración del ministerio, una reunión de oración compuesta por un grupo de obreros del Señor. Esto nos muestra que si hemos de servir al Señor, debemos servirlo en el orden correcto. Si hemos de servir en el servicio de la iglesia, debemos estar bajo la coordinación de la iglesia, es decir, bajo el orden de la iglesia. Pero si vamos a participar en el servicio del ministerio, debemos estar en la coordinación del ministerio.
Sin embargo, muchos santos no consideran esto. Sienten que con tal que sirvan al Señor, todo está bien. Estará bien por ahora, pero si no tienen claridad sobre estos asuntos, es posible que más adelante tengan problemas ellos mismos o con otros. Debemos conocer estos asuntos para que seamos ayudados a servir al Señor correctamente, para que discernamos las cosas correctamente y para relacionarnos apropiadamente con todos los hijos del Señor.
Recientemente, algunos hermanos colaboradores publicaron un folleto pequeño acerca de la fe. En un sentido estricto, esto no fue algo hecho por la iglesia. Por supuesto, era para la iglesia, a fin de ayudar a la iglesia y a los santos, pero en cuanto a la responsabilidad, la carga y el ministerio se refiere, no tenía nada que ver con la iglesia y fue algo hecho completamente fuera de la iglesia. Fue parte del ministerio, hecho por medio de algunos colaboradores. Ya que tenemos la intención de publicar más mensajes en folletos, necesitábamos una pequeña oficina, así que incluimos la dirección de la oficina en ese folleto. En un cien por ciento, esto no es un asunto de la iglesia. Esta oficina no tiene que rendirle un informe a la iglesia, ni recibir instrucciones de la iglesia ni pedirle nada a la iglesia. Es un asunto completamente relacionado con algunos hermanos que son colaboradores en el ministerio.
Todos y cada uno de nosotros tiene que entender estas cosas claramente y debe considerar en qué parte del servicio del Señor está, ya sea en el servicio de la iglesia o en el servicio del ministerio. Entonces todos sabremos dónde estamos, y sabremos dónde debemos estar en la coordinación. No podemos servir al Señor independientemente. Debemos estar coordinados, pero a fin de estar coordinados apropiadamente, debemos saber en qué parte del servicio estamos. Si servimos en la iglesia, debemos estar coordinados en el servicio de la iglesia, pero si servimos en el ministerio, debemos estar coordinados en el servicio del ministerio.
Sólo puedo darles estos puntos y principios; más adelante se darán cuenta de que esto les será de mucha ayuda para que se mantengan en un orden apropiado. En el futuro, muchas iglesias serán edificadas, y creemos que muchos colaboradores serán levantados por el Señor. Habrá una gran porción del servicio del ministerio, y habrá incluso una mayor porción del servicio de la iglesia. Entonces tendremos que conocer nuestro papel, mantenernos en él y estar en orden con respecto a la coordinación. Las manos del hombre no pueden planear esto. Esto sólo puede ser realizado mediante la dirección del Espíritu Santo, pero tenemos que aprender todos estos principios a fin de continuar sirviendo al Señor de una manera muy apropiada y entender a los demás cabalmente. En el futuro, estos principios nos serán de mucho provecho.