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Mensajes del libro «Puntos prácticos en cuanto a la compenetración»
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CAPITULO TRES

EL SIGNIFICADO DE LA COMPENETRACION

  Lectura bíblica: Gá. 1:4, 13-14; Fil. 3:3-8, 10: 2 Co. 3:6 Himnos, #253, #242, #455

BOSQUEJO

  1. No es una organización de ninguna índole.
  2. No es ningún tipo de sistema.
  3. No es ninguna especie de unificación en prácticas externas.
  4. Es un edificio orgánico constituido de Dios-hombres perfeccionados en vida, los cuales representan una iglesia local, como Sion en Jerusalén, y los cuales viven la realidad del Cuerpo de Cristo.

  Oración: Señor, confiamos en Tu poderoso nombre y confiamos en Tu sangre prevaleciente que nos protege del enemigo, del maligno. Señor, ampáranos y protégenos y mantennos en esta reunión en Tu poderoso nombre.

  En este mensaje queremos ver el significado de la compenetración. Hemos visto que la verdad de la compenetración se encuentra en la santa Palabra. Casi nadie habla acerca de la compenetración porque ésta no es solamente algo muy elevado y profundo, sino también misterioso. No es un asunto material.

LAS IGLESIAS LOCALES SON EL PROCEDIMIENTO QUE CONDUCE A LA META DE DIOS

  Cuando el Señor levantó al hermano Nee, éste vio la luz con respecto a las iglesias locales, estos es, que el Señor las necesita para avanzar y alcanzar Su meta en Su economía. Así que, dio mucho énfasis a las iglesias locales. Por setenta y dos años hemos seguido esta revelación. Hemos dado énfasis a las iglesias locales una y otra vez.

  Recientemente entre nosotros ha habido cierta rebelión que empezó en 1987. Uno de los que tomaron la iniciativa en esta rebelión adoptó la enseñanza errónea de G. H. Lang encontrada en su libro The Churches of God [Las iglesias de Dios]. En este libro Lang hace hincapié en la autonomía de cada iglesia local. Esta fue una doctrina errónea enseñada por los Hermanos. Nosotros ya sabíamos esto. Sí, es verdad que hacemos hincapié en las iglesias locales, pero no somos partidarios de la autonomía de las iglesias locales.

  La única iglesia está expresada en forma de iglesias locales por razones físicas. Nosotros los creyentes estamos esparcidos por toda esta tierra, entonces no podemos estar en un solo lugar. Tenemos que estar en muchos lugares, así que, en cierto sentido, es necesario que estemos separados por localidades. Pero no podemos olvidarnos de que las iglesias son el Cuerpo de Cristo. Efesios 4 dice que hay un solo Cuerpo (v. 4). Pablo dijo que aunque somos muchos, somos un solo pan y un solo Cuerpo (1 Co. 10:17).

  Los miembros de nuestro cuerpo físico no pueden ser autónomos. ¿Es posible que el hombro sea una sola autonomía, la nariz otra, y los dos pies otras dos autonomías? Si éste fuera el caso, entonces nuestro cuerpo se convertiría en un cadáver despedazado. De la misma manera, el Cuerpo de Cristo es una unidad orgánica, y ninguna parte de Su Cuerpo puede ser autónoma.

  Los Hermanos Británicos recalcaron mucho que las siete iglesias que estaban en Asia, de las cuales hablan Apocalipsis 2 y 3, eran diferentes, independientes y autónomas. Algunos aun dijeron que no sólo existe una iglesia local, sino también un Cuerpo local. Esto daría entender que Cristo tiene miles de Cuerpos. Basados en la enseñanza errónea de los Hermanos, algunos disidentes dijeron que en Apocalipsis 2 y 3 las siete iglesias son diferentes, y por eso se escribieron siete epístolas diferentes, dirigidas a ellas respectivamente. Esto parece razonable, pero necesitamos ver que en Apocalipsis 2 y 3 las siete iglesias son diferentes en cuanto a lo negativo. Son diferentes en sus fracasos, errores, cosas pecaminosas y maldades.

  En Apocalipsis 1 el Señor nos muestra siete candeleros que son los símbolos de las siete iglesias. Estos candeleros son idénticos en naturaleza, en esencia, en tamaño, en tipo, en apariencia, en color y en función. Nadie podría distinguir entre ellos a menos que uno pusiera una etiqueta en cada uno. ¿Cómo se podría decir que estas siete iglesias locales son diferentes? El Señor les reprendió por todas sus diferencias. Sí, el Señor en verdad escribió epístolas a cada una respectivamente. Pero juntó todas estas epístolas para hacer de ellas una sola, una epístola en conjunto.

  En todo el libro de Apocalipsis, el Señor nos muestra que los vencedores no son grupos diferentes. Los vencedores siempre son un solo grupo. Los vencedores muertos son simbolizados por el hijo varón de Apocalipsis 12, y los vencedores vivos son simbolizados por las primicias, los 144,000 que están de pie en el monte de Sion, en Apocalipsis 14. Estos no son grupos diferentes de vencedores, sino un solo grupo.

  Además, finalmente, el libro de Apocalipsis tiene una consumación. En esta consumación los siete candeleros desaparecen. En el primer capítulo vemos los siete candeleros. Pero en los últimos dos capítulos vemos solamente una ciudad. Finalmente, las iglesias locales dejarán de ser. Sólo el Cuerpo permanecerá y quedará para siempre, y este Cuerpo es el tabernáculo, la morada de Dios en esta tierra, la novia del Cordero (Ap. 21:2-3). Todos tenemos que ver esto.

  Por consiguiente, debemos prestar mucha más atención al Cuerpo de Cristo que a las iglesias locales. No quiero decir que anulo la enseñanza acerca de las iglesias locales. Todavía es necesaria. Como seres humanos, tenemos una estructura externa, nuestro cuerpo. Pero un cuerpo por sí solo es un cadáver. El cuerpo físico requiere una vida interior. Hoy el caso es el mismo en la iglesia. Por un lado, tiene una estructura externa, un cuerpo, pero ésta no es la naturaleza, la esencia ni el elemento de la iglesia. Efesios 4 nos dice que la iglesia es el Cuerpo y que en esta iglesia está el Espíritu, el Señor y el Padre (vs. 4-6). El Padre es el origen, el Señor es el elemento, y el Espíritu es la esencia del Cuerpo. Estas cuatro entidades constituyen un solo edificio.

  El Cuerpo de Cristo está compuesto primero de los redimidos que nacieron por el Espíritu para ser los hijos del Padre. Son los Dios-hombres y el propio Cuerpo de Cristo, la estructura externa. En ellos están el Espíritu, el Señor y el Padre. Los tres de la Trinidad Divina han sido forjados en los creyentes redimidos y regenerados. Así que hay un tal edificio, tal estructura, constituido de la humanidad y la divinidad en la Trinidad Divina. El hombre, el Espíritu, el Señor y el Padre son forjados en un solo edificio. Esto no es solamente tres en uno. Aquí tenemos cuatro en uno. Dios se hizo hombre para que nosotros, Sus redimidos, llegáramos a ser Dios. No obstante, sólo El tiene deidad. A pesar de todo lo que tenemos de la vida divina y de la naturaleza divina, nosotros no tenemos la deidad.

LA MAXIMA CONSUMACION

  Debemos ver que hay algo en esta tierra que conforma una constitución orgánica, que se llama el Cuerpo de Cristo, y este Cuerpo es el organismo del Dios invisible. Amados santos, ésta es la consumación de todo. Muchas cosas se mencionan en la Biblia, pero al fin y al cabo, en la conclusión de la Biblia, hay una sola consumación, la cual es la Nueva Jerusalén. En esta consumación, podemos ver a Dios (el Padre, el Hijo y el Espíritu) y la humanidad redimida de Dios. Podemos ver a Israel porque la Nueva Jerusalén tiene los nombres de las doce tribus que representan al Israel salvo (Ap. 21:12). Podemos ver a los creyentes porque la santa ciudad tiene los nombres de los doce apóstoles que representan a todos los creyentes neotestamentarios (v. 14). La Nueva Jerusalén es la consumación de Dios y el hombre. Dios se ha constituido en nuestra humanidad, y nuestra humanidad ha sido puesta en Su divinidad. Ahora la divinidad y la humanidad están unidas, mezcladas y compenetradas.

  ¿Necesitamos esperar hasta que la Nueva Jerusalén venga antes de compenetrarnos? No. La Nueva Jerusalén llega a existir por medio de la compenetración de Dios con Sus elegidos, Sus escogidos. Aun los santos del Antiguo Testamento, tales como Enoc, Noé, Abraham, Moisés, David, Isaías, y todos los profetas se compenetraron. No eran santos individualistas. Dios los consideraba una nación en esta tierra, una entidad corporativa. Esta entidad no sólo fue integrada con los hombres sino también con Dios.

  Entonces en el Nuevo Testamento también vemos una compenetración maravillosa. El Señor Jesús mezcló a todas las iglesias de Asia al enviarles una epístola. Pablo mezcló a las iglesias que estaban en Colosas y Laodicea al escribirles una epístola a cada una respectivamente y pidiéndoles que ambas leyeran las dos epístolas enviadas a cada una (Col. 4:16). Esto indica que a los ojos de Pablo estas dos iglesias eran una sola. Ambas debían saber lo mismo.

  Finalmente, la manifestación de la revelación divina es una ciudad, la Nueva Jerusalén. Esta es la consumación de Dios, de Enoc, Noé, Abraham, Moisés, David, Isaías, Pedro, Juan, Pablo, Darby, Watchman Nee, de usted y de mí. La Nueva Jerusalén es la máxima consumación de la economía eterna de Dios.

  El Señor nos ha abierto la verdad de la economía de Dios con la impartición de Dios. Tanto 1 Timoteo 1:4 como Efesios 1:10 y Efesios 3:9 usan la palabra economía, una traducción de la voz griega oikonomía. Esta economía junto con la impartición de Dios tendrá su consumación en una ciudad. Cuando recopilamos nuestro himnario hace treinta años, en 1964, escribí varios himnos sobre la Nueva Jerusalén (Himnos, #450, 451, 454, 455, 456, 457, Hymns, #979). Desde 1984 he dado muchos mensajes sobre la Nueva Jerusalén. Los últimos diecinueve capítulos del libro titulado La economía neotestamentaria de Dios tratan de la Nueva Jerusalén. Después de haber estudiado la Biblia los últimos sesenta y nueva años, ¿qué es lo que he visto? Yo diría que he visto la Nueva Jerusalén. Esta es mi visión, mi revelación, y éste es mi ministerio. Hace treinta y dos años que estoy en los Estados Unidos y en este tiempo he publicado aproximadamente cuatro mil mensajes. He hecho hincapié en el Dios Triuno, Cristo, la vida, el Espíritu, la iglesia, el Cuerpo y finalmente, la Nueva Jerusalén.

  ¿Cuál es el significado de nuestra compenetración? No es una organización de ninguna clase. La primera estrofa de Himnos, #253 dice: “No la ley de letras ... sino el Cristo vivo”. Luego la cuarta estrofa dice: “Ni las religiones, ni la cristiandad, llevarán a cabo Su divino plan”. Nuestra compenetración no tiene nada que ver con la letra muerta, ni la religión, ni ninguna otra cosa del cristianismo. El significado de nuestra compenetración es la realidad del Cuerpo de Cristo. Esta realidad no es otra cosa que el grupo de redimidos de Dios que han sido hechos Dios, los Dios-hombres, por Dios. Viven una vida no por sí mismos sino por otra vida que está en ellos. Esta vida es el Dios Triuno procesado y consumado que entró en ellos y los hizo Su morada, Su habitación.

  Efesios 3:17 nos dice que Cristo ahora está haciendo Su hogar en nuestros corazones. En Juan 14:23 el Señor dijo: “El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Esta palabra haremos no es nada pequeña. Hacer es edificar. La única manera de hacer una casa es edificarla. Esta edificación no se hace por nada físico sino por el elemento espiritual y por la esencia espiritual de la Trinidad Divina. Esta edificación es en realidad una especie de constitución orgánica. La realidad del Cuerpo de Cristo es una vida de todos los Dios-hombres unidos y constituidos con Dios al mezclar lo humano con lo divino y lo divino con lo humano.

DEBEMOS RECHAZAR NUESTRA VIDA NATURAL Y VIVIR POR LA VIDA DIVINA QUE ESTA EN NOSOTROS

  Ahora que usted se da cuenta de esto, ¿qué debe hacer? Cada día tiene que recordar que usted es un Dios-hombre. Dios vive en usted y hace Su hogar en usted. Usted y El, El y usted, se han mezclado como una sola entidad. Usted no debe vivir por su vida natural, por su hombre natural. A usted y a mí, el viejo hombre, el hombre natural, se nos ha puesto fin en la cruz; hemos sido crucificados con el Señor en Su muerte (Gá. 2:20a). Tenemos que dejar nuestro hombre natural en la cruz. Esto es lo que significa llevar la cruz. Al dejar nuestro viejo hombre en la cruz, seremos conformados a la muerte de Cristo (Fil. 3:10).

  La muerte de Cristo significa que cuando Cristo vivía en esta tierra, siempre se negaba a Sí mismo. Nos dijo que nunca hacía nada por Su propia cuenta, sino que hacía todo por el Padre (Jn. 6:57; 5:19, 5:30; 4:34; 17:4; 14:10, 24; 7:18). El tenía una vida humana muy santa y pura, pero no vivía por esa vida. Hizo a un lado esa vida, o sea le dio muerte, y vivía por la vida del Padre, lo cual fue un modelo para nosotros. Debemos ser la producción en serie de ese modelo, los Dios-hombres que tienen la vida humana elevada en la resurrección de Cristo y también la vida divina. Nuestra vida humana ha sido elevada en la resurrección de Cristo, pero no debemos vivir valiéndonos de nosotros mismos.

  Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20a). Esto no es un intercambio de vidas, porque Pablo añadió: “Y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios...” (v. 20b). Pablo no vivía por sí mismo sino por el Cristo pneumático, y este Cristo es el Espíritu todo-inclusivo, quien es la consumación del Dios Triuno procesado y consumado. Todo esto está en la resurrección. Cuando no vivimos por nuestra vida natural, sino por la vida divina que está en nosotros, entonces estamos en la resurrección, y el resultado es el Cuerpo de Cristo. La realidad de la vida divina que está en nosotros es la resurrección, la cual es el Cristo pneumático, el Espíritu todo-inclusivo y el Dios Triuno procesado y consumado. Espero que esta comunión breve nos ayude a conocer el significado de la compenetración.

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